Capítulo 24:

Inspiración




-¿Bien? – preguntó Black a Lupin impacientemente cuando los ojos del dragón se entrecerraron.

-No… No… no sé qué decir – tartamudeó Remus.

El enorme reptil se giró y se dirigió rápidamente hacia la puerta y Remus lanzó un grito ahogado y se dobló cuando el final del la larga cola lo golpeó en las costillas. Lorien corrió hacia la puerta y se fue.

-Bien hecho, Lunático – Sirius estaba enfadado pero fue hacia donde estaba su amigo ahora examinando una enorme roncha roja que le cruzaba todo el abdomen -. Te dio bien. No puedo decir que la culpe.

-Lo sé.

-¿Qué diablos hiciste, Remus? Todo lo que ella quería era un poco de aprobación de tu parte y tú la miraste como si fuera alguna clase de monstruo.

Lupin suspiró y se sentó en una mesa.

-Lo sé. Supongo que no estaba preparado para lo que vi.

-¿El qué? – preguntó Black.

-Las escamas, Sirius – Remus se encogió de hombros un poco -. No fue esa cosa de la serpiente lo que me pasó, eran sus escamas.

-¡Bueno, no es que sea horrible ni nada de eso! – le regañó Sirius.

-Lo sé. Estoy seguro de que tal y como son los dragones ella es bastante bonita – declaró Remus.

-¿No pensabas que fuera a serlo? – preguntó Sirius con asombro.

Remus se encogió de hombros.

Sirius parecía dubitativo.

-Te conozco mejor que eso, Lunático. Te enfrentas a cosas mucho más desagradables cada día en clase y sales airoso.


-Sí, pero no le tengo cariño a ninguno de ellos ¿no? – saltó Remus un poco -. ¿Quieres saber realmente lo que es? – preguntó.

-Sí, lo quiero saber – Black estaba todavía agitado.

-Te lo diré. Creo que estoy celoso – le espetó.

-¿Qué? – Sirius no podía creerse lo que Remus acababa de decir.

-Celoso. De que pueda hacer eso, de que sea su elección. Yo no tengo elección. Puedo verla VOLVER a ser ella, pero yo no tengo control sobre lo que ella sabe que me pasa. NO puedo destransformarme cuando quiera. Estoy completamente indefenso en ese punto y ella lo sabe.

-Eso nunca te importó cuando James o yo aprendimos a transformarnos – empezó Sirius -. No me digas que estás inseguro por una bruja.

-Supongo que sí.

-¿Crees que eso le importa a ella? La conoces mejor que eso – Sirius defendía a Lorien.

Lupin le frunció el ceño.

-No puedo crees que esté escuchando esto – dijo Sirius, levantado sus manos -. Siempre eres tan tranquilo, tan seguro. ¿Cuántas veces has estado ahí como una influencia estabilizante para mí? – le preguntó -. Lunático, eres el mejor profesor de Defensa que la escuela nunca ha tenido. ¡Eres tan malditamente listo! – Sirius continuó con su discurso -. Dumbledore prácticamente te rogó que regresaras, me lo dijiste tú. Los estudiantes te quieren, los profesores te respetan, esa bruja piensa en ti como el centro de su mundo y todos saben lo que te pasa durante doce horas cada mes. ¡Eres el único a quien le importa!

Lupin miró al suelo. Su mejor amigo tenía razón.

-Es sólo que me importa muchísimo lo que ella piensa – dijo en voz baja.

Black puso una mano sobre el hombro de su amigo.

-Lo sé. Debes decírselo a ella después de que ella haya tenido tiempo para calmarse.

Lupin sonrió y asintió. Ambos miraron otra vez a la larga marca que tenía del contacto con la cola del dragón.

Black dejó ir un bajo silbido.

-Es algo bueno que a ella le gustes de verdad.





Lorien se encontraba en su habitación paseando de una agitada manera. Ella, por supuesto, había malinterpretado el silencio de Lupin en la enfermería como una falta de aprobación y estaba dolida y furiosa después de haber estado tan entusiasmada por su logro. Estaba enfadada consigo misma por habérselo explicado a los dos hombres ya. Se había prometido tiempo para ella aquel fin de semana, pero el entusiasmo del momento había podido con ella y había querido compartirlo con ellos.

¡Ya basta! No iba a salir de su habitación por el resto del fin de semana y que Merlín ayudase al primer hombre que llamara a la puerta.

Necesitaba tranquilizarse y decidió tomar una larga ducha caliente. Cuando se secó el pelo con un rápido conjuro y se envolvió en su bata de vestir púrpura favorita volvió al salón. Todavía era temprano por la tarde, pero no le importaba y eligió una botella de vino del mueble. Dejó la capo y la botella en la mesa al lado del sillón y fue hacia la estantería. Su mano fue automáticamente hacia el libro de aspecto usado que Snape le había señalado el otro día, y se acurrucó en el asiento para descansar del día sin nadie que la molestara.

El domingo pasó la mayor parte del tiempo caminando por los terrenos del colegio, luego volvió a su habitación para probar la transformación de nuevo. Quería mejorar su tiempo, y se alegró cuando el siguiente intento le llevó sólo menos de un minuto. Estaba ansiosa por dominar el cambio instantáneo de forma que Sirius había logrado hacía tiempo.

Aquella tarde, cuando se sentó pintándose las uñas, miró por la ventana y vio la luna creciente. Se recordó a sí misma ir a ver cómo estaba Severus mañana, aunque sabía que era improbable que se le olvidase, y fue entonces cuando aquella idea vino a ella. Rápidamente secó el esmalte de uñas y se dirigió hacia la torre de Gryffindor.

Pensó en Snape mientras caminaba. No iba a gustarle aquello pero era su deuda y pensaba recordársela si era necesario. Siguió a una pareja de primer año a través del agujero del retrato.

Lorien vio a Neville enseguida y se lo llevó aparte.

-Neville. Tengo una idea. Reúnete conmigo una hora después de la cena en la enfermería mañana por la noche. ¿De acuerdo?

-De acuerdo – accedió él pero parecía desconcertado.

Lorien fue donde estaban Harry, Ron y Hermione sentados juntos.

-Hola chicos.

Ellos la saludaron.

-Hermione ¿puedes hacerme un favor? ¿Puedes encargarte de que Neville se acuerde de venir a la enfermería mañana por la noche una hora después de cenar?

-Seguro. Estaré encantada – respondió la joven bruja.

-Estupendo. Muchas gracias – salió de la sala común.

-Me pregunto qué es todo esto – preguntó Harry.

Hermione se encogió de hombros.


Los últimos estudiantes de Gryffindor salieron del aula de Pociones tan pronto como la clase terminó. Obviamente, Snape se había recuperado de su cercana experiencia con la muerta la pasada semana y había estado en forma hoy. Gryffindor, Ravenclaw y Hufflepuff habían perdido un total de 60 puntos en varias clases.

Snape los observó escurrirse por la puerta con un pequeño grado de satisfacción que pronto se desvaneció cuando la ansiedad empezó a volver. Comenzó a colocar un largo número de componentes para su trabajo de aquella tarde y continuamente encontró sus pensamientos interrumpidos por la misma pregunta. ¿Estaría allí ella por la noche?

No podía imaginarse que no. La conocía bastante bien como para saber que era probable que fuera a comprobarlo aunque supiera que él no se olvidaría de algo tan importante.

Decidió alejarse del Gran Comedor en la cena. No quería tener la oportunidad de que ella le hablase allí y así no tener que ir a la mazmorra aquella noche. En vez de eso, empezó a meticuloso proceso de preparación de los ingredientes y los colocó en el orden que quería para la poción de matalabos.





Lorien vio a Hermione y Neville caminar hacia la enfermería unos minutos más pronto.

-Lo trajiste en persona – Lorien sonrió a la bruja.

-Iba de camino a la biblioteca de todas maneras, así que decidí asegurarme que venía aquí – le tomó el pelo a su compañero.

-Estupendo. Gracias. ¿Estás listo, Neville? – inquirió Lorien.

-Supongo. ¿Qué vamos a hacer? – preguntó.

-Ir en busca de un poco de inspiración – respondió Lorien con una sonrisa.

-¿Dónde vamos a buscarla, señorita Lorien? – preguntó él casualmente.

-A la mazmorra - declaró.

-¿La mazmorra? – Neville parecía conmocionado y Hermione se volvió en la puerta.

-¿Va a llevarle a la mazmorra?

-Sí. Hay algo que creo que debería ver – le respondió Lorien.

-N… N… No puedo imaginar que ha… haya algo que quiera ver ahí abajo – Neville estaba pálido.

-Dije "deberías", no "querrías" – dijo Lorien, pero le habló amablemente mientras Neville dirigía a Hermione una mirada asustada.

-¿Para qué va a llevarle a la mazmorra? – preguntó Hermione cortésmente.

-El profesor Snape está haciendo la poción de matalobos – explicó Lorien -. Creo que Neville debería verle trabajar fuera de clase.

Los ojos de Hermione se pusieron como platos y parte del color de Neville se escurrió de su cara.

-¿Lo está? ¿En serio? – empezó Hermione, obviamente intrigada.

-Sí – respondió Lorien -. ¿Quieres acompañarnos, Hermione? Neville lo apreciará si tú estás allí. Debo avisarte de que esto tomará algún tiempo, pero vale la pena.

-¿Puedo? Eso sería estupendo – Hermione estaba claramente bastante interesada.

Neville miró a las dos mujeres como si les hubiera salido una cabeza más cunado ellas lo cogieron por los brazos y lo condujeron hasta la mazmorra.




Snape comprobaba por segunda vez la cantidad de matalobos que había medido cuando escuchó un suave golpe y la puerta se abrió. Sonrió para sí mismo pero no levantó la vista y esperó a que ella se aproximara hasta él antes de reconocer su presencia.

-Buenas tardes – dijo suavemente sin apartar la vista de lo que estaba haciendo -. Ya veo la poca confianza que tienes en mi memoria.

-En realidad, contaba con que estuvieses preparando la poción. Es por eso por lo que estoy aquí – dijo Lorien.

-¿De veras? – preguntó él casualmente, fijándose en ella por un momento.

-Sí, hemos venido a observar ¿está bien? – respondió Lorien y entonces esperó el arrebato del profesor de Pociones.

-¿Hemos? – su mirada fue hacia los dos Gryffindors en la habitación y volvió -. ¿HEMOS?

Ella asintió y aguardó pacientemente.

-No sabía que la preparación de la poción de matalobos se estuviera convirtiendo en un deporte espectador, Lorien – silbó suavemente, considerablemente molesto de que no estuviera sola.

-¿Sólo por esta vez? – pidió Lorien.

Sus ojos volvieron a la puerta y luego tornaron hasta su cara.

-Granger puedo entenderlo, ¿pero Longbottom? ¿Estás loca?

-Puede. Por favor, Severus. Se les ha ordenado que estuvieran en completo silencio.

Él la miró fijamente, y ella aguantó su mirada firmemente hasta que cedió.

-Bien. Pero déjame decirte algo – su voz se convirtió en un peligroso susurro -. Una interrupción suya y tendrás que interrumpir tu trabajo para intentar reconciliarte conmigo.

-Está bien – Lorien se volvió hacia los estudiantes y acomodó a la joven bruja y al aterrorizado mago en una mesa cercana. Su propia mirada era fría cuando les habló una vez más a Hermione y Neville -. Ni una palabra – dijo severamente.

Hermione se inclinó hacia adelante en la mesa y Neville se sentó tan atrás en su silla como pudo cuando el agua del caldero se oscureció. Lorien dividió su tiempo entre observar a Severus trabajar y observar las reacciones de los dos alumnos que había sentados a su lado. Cuando Snape añadió un componente detrás de otro pudo ver los ojos de Hermione seguir sus manos y movimientos fluidos con una fascinación cautivada. Estaba inclinada hacia delante sobre la mesa con barbilla descansando en sus manos, y Lorien tuvo la impresión de que la chica estaba tomando notas mentalmente. Advirtió que la mirada de la joven bruja iba periódicamente hacia el propio hombre y Lorien se preguntó si la impresión de los dos Gryffindors sobre el irritable profesor de Pociones estaba toda alterada.

Se giró hacia Neville, esperando que que tuviera los ojos cerrados y apretados fuertemente y deseando estar en otra parte. Lo miró más de cerca cuando se dio cuenta que estaba en realidad observándole con tímido interés. Él nunca había visto la otra cara del intimidante mago, y Lorien estaba segura de que estaba asombrado de que hubiese sobrevivido todo ese tiempo en presencia del mago de ropas negras. Sonrió al verle inclinándose un poco.

Lorien se volvió para observar a Severus trabajar durante varios minutos, sus ojos observaron sus elegantes movimientos y entonces estudió su cara. Advirtió el leve movimiento al lado de Neville, y se giró para encontrarse a Hermione observándola a ella. La joven bruja sólo la miró por un momento y luego volvió a observar al profesor de pociones.

Cuando finalmente Snape tomó la medida del polvo de matalobos, Longbottom y Granger se inclinaron hacia adelante para tener mejor vista de lo que sucedería cuando añadiese el último ingrediente. Lorien los contempló y contó hasta cinco, sonriendo al ver la expresión en ambas caras cuando la poción brilló brevemente y el vapor salió del líquido claro del caldero.

-Venid conmigo – dijo rápida y suavemente, y les guió hasta el vestíbulo -. Acordaos de una cosa más cuando penséis en lo que habéis visto – empezó -. Por impresionante que fuera, en realidad es lo que hace la poción que él preparó lo que es aún más increíble. Recordad que todo trabajo tiene un difícil e importante propósito – los miró significativamente -. Podéis marcharos.





Neville y Hermione salieron de las mazmorras juntos en silencio, cada uno metido en sus propios pensamientos hasta que finalmente se detuvieron ante la Señora Gorda.

-Bueno, Neville, ¿qué piensas? – le preguntó ella curiosamente.

Neville la miró y sonrió avergonzadamente.

-Hermione, eso fue una de las cosas más geniales que nunca he visto.

Hermione puso una mano sobre su hombro y sonrió.

-Yo también, Neville.

Atravesaron el agujero del retrato juntos.



Lorien volvió al aula para encontrarse a Severus apoyado contra la mesa con los brazos cruzados y siguiéndola con los ojos mientras cruzaba la habitación otra vez.

Habló cuando ella se detuvo unos pies lejos de él.

-¿Feliz ahora? – sus modos eran algo sarcásticos.

-Sí. Gracias – Lorien mantuvo un tono cortés.

-¿Vas a llevárselo? – indicó con la cabeza la poción.

-¿Te importaría preparar dosis individuales como antes? Puedes enviármelas a la enfermería y él las puede ir a buscar allí. Eso parece ir mejor.

Él asintió pero notó un extraño tono en la voz de ella.

-Bien. Gracias – dijo -. Oh, y creo que te debo un agradecimiento más.

-¿Sí? – preguntó Snape secamente.

-Sí, por las flores. Eran preciosas – avanzó un paso y lo miró a los ojos -. Eres un perfecto cabrón por enviarlas a la habitación de Lupin, pero eran preciosas.

Él se encogió de hombros y entonces dijo suavemente:

-Como tú, Sylvanesti.

Ella le miró por varios segundos y dio un paso hacia él rápidamente. Snape fue cogido por sorpresa completamente cuando sus labios encontraron los de él por un breve momento, y ella se marchó antes de que pudiera descruzar sus brazos ponerse derecho.

Observó fijamente por donde la mujer rubia se había marchado y entonces echó la cabeza hacia atrás y rió perversamente. Empezaban a gustarse sus oportunidades de ganar sobre la bruja Nemorosi.





En la sala común de Gryffindor, Harry y Ron pudieron ver que Hermione y Ron estuvieron hablando sobre algo juntos de una animada manera por varios minutos antes de que ella finalmente fuera y se unieron a ellos donde estaban sentados.

-¿Qué tenía Lorien de reserva para el pobre Neville esta noche? – preguntó Ron.

-Le llevó a la mazmorra – respondió Hermione.

-¿Por qué? – preguntó Harry.

Hermione sonrió maliciosamente.

-Para ver a Snape preparar la poción de matalobos. Yo fui con ellos.

-¿Te hizo ir? – preguntó Lorien.

-No. Yo quise ir – respondió Hermione.

-¿Y Neville perdió los estribos? – inquirió Harry.


-No. Vio a Snape trabajar. Siempre quise verle preparar esa poción – admitió ella.

-¿Qué? – preguntó Ron -. ¿No le lleva mucho rato?

-Por eso hemos estado todo el tiempo – respondió ella.

-¿Te quedaste todo el tiempo? – Harry estaba asombrado.

-Oh, claro. No podíamos arriesgarnos a romper su concentración una vez que había empezado. Deberíais haberlo visto. Coged la poción más difícil que hayamos hecho y multiplicadla por diez y os haréis una idea de la complejidad de…

-Espera – interrumpió Ron -. ¿En realidad pensaste que era interesante?

Hermione sonó enfática:

-Oh, sí. Fue fascinante.

Ron miró a Harry incrédulamente.

-¿Cómo lo llevó Neville? No parece muy nervioso – observó Harry.

Hermione decidió contárselo.

-Pensó que era genial.

-¿QUÉ? – gritaron Harry y Ron juntos.

Hermione sonrió con engreimiento levantándose de la mesa y dirigiéndose hacia los dormitorios.

-Os dije que fue fascinante.

Ron se inclinó y le susurró a Harry:

-Bien, primero Snape besa a Lorien en la mazmorra, ahora tiene a Hermione fascinada con la poción de matalobos. ¿Qué pasa con las mujeres y ese chico?

Harry negó con la cabeza.

-No lo sé.


Continuará.