Capítulo 26:
El Centro de Entrenamiento Auror
La tarde del viernes 31 de octubre, Remus fue a la enfermería después de su
última clase. Tenía que hablar con Lorien antes de que se marchase. Cuando abrió
la puerta, Lorien estaba de pie al otro lado.
-Hola – dijo.
-Hola. Iba ir a buscarte – dijo ella.
-¿Ah sí? – preguntó, sonando sorprendido.
Ella asintió.
-Sí, pero ya que estás aquí ¿vamos a hablar a mi habitación?
Él aceptó y la siguió por el vestíbulo hasta la segunda puerta.
Lorien se sentó en el sofá y dio una palmada en el cojín a su lado, Remus se
sentó. Ninguno dijo nada por un rato. Lorien finalmente habló primero.
-Estoy contenta de que vinieras.
-¿Lo estás? – preguntó Remus.
-Sí, Remus. Te debo una disculpa – empezó Lorien -. No fui totalmente sincera contigo, y siento que hayas tenido que enterarte de ese modo. Evité contarte que Severus me besó porque… no quería hacerte daño.
-Lo entiendo. No haré como si no me doliera, pero sé que nunca harías nada para herirme intencionadamente. Yo también te debo una disculpa – le explicó cómo había estado de inseguro sobre su maldición y en cierto modo celoso de ella.
-¿Cómo pudiste pensar que eso me importaba? – le preguntó ella tomando su mano entre las suyas -. Es quién eres el resto del tiempo lo que importa.
-¿Un idiota? – le ofreció él.
-Quizás – sonrió Lorien un poco.
Remus habló de nuevo.
-Lorien, siento el modo en que me he comportado cuando vi a Snape cerca tuyo. Supongo que he sido un poco… un poco… - buscó la palabra correcta.
-¿Territorial? – acabó ella.
-Bastante – dijo él -. No puedo evitar lo que siento por ti, Lorien.
-Lo sé. Yo tampoco – dijo ella suavemente.
-¿Todavía lo sientes? – preguntó.
-Sí – dijo ella en voz baja.
Lupin supo que había algo más.
-¿Pero? – preguntó.
-Pero también tengo sentimientos fuertes por Severus – finalmente admitió.
Lupin inspiró profundamente y lo dejó ir:
-Lo sé.
-Nunca quise que esto pasara, Remus. Sólo pasó – dijo ella, súbitamente muy triste.
-Me he dado cuenta de ello – le dijo él a ella.
-Voy a necesitar algo de tiempo para mí misma. Necesito pensar. Severus ya se ha echado atrás. Se ha ofrecido a permanecer en un territorio neutral por ahora. ¿Puedes hacer tú lo mismo por mí? – le preguntó.
Lupin asintió.
-Sí, pero todavía no – dijo suavemente. La tomó en sus brazos y la abrazó por largo tiempo mientras le hablaba -. Tómate el tiempo que necesites, Lorien. Quiero que seas feliz. Has sido una verdadera amiga para mí y has traído alegría a mi vida desde el día en que te conocí.
Podía estar seguro de que ella estaba llorando y la abrazó con más fuerza mientras continuó:
-Está bien, Lorien – dijo intentando confortarla a ella y a sí mismo -. Sea lo que sea lo que decidas te prometo que estaré bien.
-No quiero que ninguno de vosotros me odio - sollozó
Remus la sostuvo estrechamente.
-No podría odiarte nunca, Lorien. Me dolería terriblemente perderte, pero no podría nunca odiarte.
Sintió que su llanto había disminuido y limpió el resto de las lágrimas. Le sonrió un poco y ella le devolvió la sonrisa. Fue entonces cuando finalmente fue capaz de besarla y lo lanzó todo a un lado por un fugaz momento.
-Ahora – dijo cuando finalmente se apartó -. Sobre esta noche. Quiero que seas extremadamente cuidadosa y no tomar ningún riesgo. Puede que esto sea una falsa alarma pero sino, las cosas puedes ponerse graves rápidamente. Quiero que permanezcas tan cerca de Severus como sea posible.
Ella parecía un poco sorprendida.
-Lo sé – dijo Remus -. Yo tampoco puedo creer lo que he dicho, pero es así como estarás más segura. Él sabe cómo cuidar de ti.
Lupin también sabía que si el mago de negro sentía la mitad de lo
que él sentía por Lorien haría cualquier cosa para protegerla del peligro si las
cosas se ponían mal.
-Si algo ocurriese, Sirius y yo estaremos allí ¿de acuerdo? – intentó sonar
tranquilizador.
Él la miró con malicia.
-¿Has acabado con las palabras de ánimo?
-Sí – se levantó para marcharse, pero se detuvo en la puerta -.
Oh, y hay una cosa más que quería decirte.
-¿Sobre tener cuidado? – preguntó Lorien.
-No, sobre tu transformación del otro día – dijo Remus.
Lo miró sorprendida.
-¿Qué?
-Eres un dragón muy sexy, Lorien – le hizo un guiño.
Aún podía oírla reír cuando caminó salió al vestíbulo.
Lorien estaba aprensiva mientras se preparaba para aquella noche. Esperó que
fuera en verdad una falsa alarma, y el pensamiento de un encabezamiento
intencional hacia dónde podía haber mortífagos abiertamente hostiles la tenía al
borde de los nervios. Como bruja médico había visto los resultados de lo que los
seguidores de Voldemort podían hacer, y la idea de tratar con ellos directamente
como con las repercusiones de sus ataques la pusieron bastante tensa.
Descartó las ropas azul pálido que llevaba y las reemplazó con
una holgada camisa negra y pantalones negros. La túnica abierta que llevaba
encima también era negra y cogió una pesada capa negra en su camino hacia la
puerta. El sol se estaba poniendo en el cielo y se dirigió a su encuentro con
Snape y Dumbledore.
Dumbledore y Snape estaban juntos en un pequeño patio en el que habían acordado encontrarse con Lorien. El joven mago estaba reiterando su petición ante el director de intentar un último minuto de comunicación con Fudge.
-Albus, no puede perjudicarlo – Snape vio al director mirar brevemente hacia su derecha y él se volvió para mirar lo que él había visto mientras hablaba.
-No intentarán nada hasta después que oscurezca. Aún hay tiempo... – Snape se interrumpió al ver a la bruja caminando rápidamente hacia ellos vestida de negro de pies a cabeza. Le llevó un momento escuchar la pregunta de Dumbledore.
-… diciendo, Severus?
-¿Qué? – Snape se giró hacia el hombre de pelo blanco que estaba sonriendo a algo.
-Te he preguntado qué estabas diciendo hace un momento – repitió el director.
-Oh. Aún hay tiempo para que lo evacuen – dijo Snape un poco distraídamente.
-Lo intentaré una vez más – estuvo de acuerdo Dumbledore
Lorien alcanzó a los dos hombres.
-¿Estamos listos? – preguntó, intentando parecer un poco más alegre de lo que se sentía.
Snape asintió.
-Tened cuidado. Permaneced juntos, y si las cosas se ponen mal marcharos. No quiero que os pase nada a ninguno de vosotros – dijo el anciano mago.
Las dos figuras vestidas de negro asintieron solemnemente.
Snape mientras se giraba para encararse a Lorien y le ofrecía su brazo, dijo:
-Creo que tenemos una fiesta a la que ir.
Ella dio un paso hacia él y metió su mano bajo su codo.
-Eso creo.
Salieron del patio hacia los terrenos del colegio juntos.
El director quedó solo, esperando que estuvieran a salvo.
Ojoloco Moody esperaba impacientemente a que el resto llegara a la
pequeña colina que daba al CEA (Centro de Entrenamiento Auror) y al distante
Ministerio de Magia. Había estado tenso desde que Dumbledore le había hecho
saber el posible ataque en la escuela de entrenamiento, y esperar no estaba
haciendo nada para mejorar su humor.
Estaba molesto de tener que estar allí. Si tan sólo aquel maldito
Fudge se diera cuenta que la amenaza inminente de Voldemort era bastante real se
habría tomado a advertencia de Dumbledore más seriamente y habría evacuado el
lugar entero. En vez de eso, el idiota había ordenado que varios aurores
controlaran el sitio en caso de que "algo fuera de lo normal ocurriera". Moody y
Dumbledore sabían que la media docena extra de aurores no era ni mucho menos
suficiente si algo realmente ocurría.
Allí es donde él y los demás subieron. Él estaba allí para dar protección en
calidad no oficial, sin que el Ministerio lo supiera. Seis personas se habían
aparecido ahora en la colina detrás de la escuela donde él estaba y se
aproximaron a él. Cinco de ellos eran fornidos hombres de edades variadas,
vestidos en las túnicas azules de Auror. El sexto era una mujer, alta y
atlética, con el cabello castaño oscuro corto. Estaba vestida igual que sus
compañeros, igual que su hermano y sus cuatro primos.
Fue ella la que habló primero al veterano auror.
-Hola, tío.
El resto del clan Moody había llegado.
-Ya era hora, Kaneene - le gruñó Moody.
Ella se encogió de hombros y señaló a los hombres por encima de su hombro.
-Díselo a Keath, es el que siempre va tarde – estaba también irritada con su hermano.
-No importa.
Estáis todos. Parece que
vamos a estar aquí un rato esta noche… si nada ocurre al final – le quitó un
poco de importancia a la situación pero algo continuaba persistiendo en él
igual. De acuerdo con Dumbledore, Snape había sido firme en que Voldemort no era
probable que se echara atrás, y por mucho que odiase estar de acuerdo con lo que
Snape dijese, él tenía la misma sensación.
-Ahora no sé si esto vaya a salir, pero quiero que estéis alerta y con los pies
sobre la tierra. No seáis descuidados y permaneced juntos – les indicó.
Los seis aurores resistieron pacientemente la lección de su tío con respeto, pero eso no les evitó intercambiar miradas mientras continuaba.
-Dumbledore ha enviado a dos más y estarán aquí en cualquier
momento. Quiero que todos cooperéis al completo, no importa cuáles puedan ser
vuestros sentimientos personales – les observó con su resplandecientes ojos
azules mientras los otros balancearon los ojos un poco enfervorizadamente.
Los aurores sabían a lo que se refería. Él ya les había informado que Dumbledore enviaría a Snape. A todos les desagradaba la idea de pasar la noche junto a un antiguo mortífago, pero aún así parecía que iba a ser un mal necesario.
Tan sólo quedaba un pequeño rastro de la luz del día cuando Lorien y Snape
llegaron a la colina detrás de CEA. Lorien pudo ver que había una mujer con la
túnica de auror al lado del hombre mayor y de que les estaban esperando.
Se
encontró a sí misma un poco sobresaltada por la apariencia de batalla del auror
e intentó no mirar a su ojo loco que aparentemente miraba en su dirección al
ella acercarse. Miró a Snape para que se encargase de las presentaciones.
-Snape – gruñó
Moody.
-Moody – la voz de Snape era fría. Señaló a la mujer a su lado -. Ella es Lorien Desjardins. Lorien… Alastro Moody.
Ojoloco señaló a la mujer a su lado.
-Ella es Kaneene Moody. Kaneene... Severus Snape – la mujer asintió -. Ya nos conocemos.
Snape habló después con desdén en su voz.
-¿Asumo que debe haber traído… otros?
Sabía que Moody había traído a más de un auror como respaldo.
-¿Qué diablos crees,
Snape? Están
supervisando el lugar y volverán pronto.
Lorien estaba desconcertada por la tensión intercambiada entre los dos hombres. Sus ojos fueron hacia la mujer alta y advirtió la hostil expresión en sus ojos verdes cuando la auror vio al mago vestido de negro junto a ella. Sus propios ojos se entrecerraron levemente al sentirse enojada ante el hecho de que aquella mujer le estaba juzgando. La mirada de Kaneene se volvió para encontrarse con la suya y las dos mujeres se contemplaron la una a la otra fríamente por un momento.
Sólo unos minutos antes el resto de los hombres de Moody volvieron a la cima de la colina para informar.
-¿Algo? – preguntó Ojoloco.
Un joven mago con el cabello castaño oscuro dio un paso hacia delante. Lorien se dio cuenta al instante de que era parecido a Kaneene.
-Nada – informó Keath Moody -. Ningún rastro de nada.
El viejo Moody se volvió hacia Snape otra vez.
-Nada, pero aún es pronto ¿no opinas igual?
-Sí. Tendremos que esperar – dijo Snape.
Ojoloco Moody asintió y se volvió hacia los otros.
-Quiero que os separéis en parejas. Volved a informar cada media hora o así. Estad atentos esta noche. ¡Quiero vigilancia constante!
Kaneene Moddy fue con su hermano menor cuando los demás se
emparejaron, y Lorien se quedó con Snape y el viejo auror.
Snape se escapó por un corto tiempo a hacer una pequeña exploración él mismo y
Lorien se quedó con Alastor Moody.
Él se volvió hacia
ella para hablarle.
-Así que eres la afortunada que Dumbledore decidió enviar. ¿De qué das clases? – preguntó bruscamente.
Lorien podía imaginarse cuál había sido su primera impresión de ella al ir vestida de negro y llegar con el antiguo mortífago. No le importó.
-Soy la actual enfermera de Hogwarts. El profesor Dumbledore pensó que sería sabio enviarme a mí en caso de que algo ocurriera – respondió cortésmente.
Moody asintió.
-Puede... si él está en lo cierto – señaló por donde Snape se
había ido.
-¿Tiene alguna razón para pensar lo contrario? – preguntó ella.
-No. Pero lo sabremos muy pronto.
Keath y Kaneene
Moddy habían encontrado un lugar aventajado desde donde podían ver muy bien el
CEA.
-¿Así que ése era Snape? – preguntó el auror a su hermana.
-Sí. Un tío amigable ¿verdad? – dijo con una sonrisa maligna.
-¿Quién es la bruja? – preguntó Keath.
-Lorien Desjardins – respondió ella.
-¿Crees que ella también fue una mortífago? – Keath había visto a la bruja de negro pegada muy de cerca a Snape.
-Uh! No – Kaneene se rió -. Parece
muy nerviosa. Espero
que permanezca en su sitio si algo pasa. Ya tenemos suficiente por lo que
preocuparnos sin tener una bruja histérica en medio.
-Dime – respondió su hermano -. ¿Qué crees, hermana? ¿Vamos a tener un poco de acción esta noche?
-No lo sé, Keath.
Aunque será mejor
que estemos preparado – tocó su varita enfundada en su cinturón.
El tiempo pasaba
muy lentamente mientras el grupo esperaba. El sol se había puesto y la luna
menguante suministraba una justa cantidad de iluminación sobre la tierra. Snape
paseaba al lado de Lorien por la colina con Moody.
Algo lo comía por dentro. Sabía que algo iba a pasar. Sabía por experiencia que los mortífagos probablemente organizarían un escándalo, ¿pero cuándo y cómo atacarían?
Lorien se dirigió hacia donde Severus estaba preocupado y puso una mano sobre su brazo.
-Vas a cansarte tú solo antes de que nada pase con todo ese paseo.
-Algo no va bien, Lorien. Lo sé – dijo.
-Quizás decidieron que no era una buena idea si no era un ataque sorpresa – sugirió Lorien.
-No. Va a pasar.
LO SÉ – sonó
firme.
-Te creo, Severus – dijo ella.
Él continuó.
-El problema es cómo y cuando – miró por encima de la bruja a la luna ascendiendo a lo lejos en el cielo de la noche. Acababan de despejarse las agujas de la silueta del Ministerio en la distancia.
La persistente sensación que Snape había experimentado desapareció al instante, reemplazado por una urgente sensación de alarma.
-¡Por las barbas de Merlín! ¿Cómo he podido ser tan estúpido? – gruñó Snape.
-Severus ¿qué pasa? – Lorien estaba alarmada también ante la expresión de Snape.
-No es el CUANDO, sino el DONDE – señaló hacia el Ministerio -. ¡Quédate aquí! – corría colina abajo antes de que ella pudiera reaccionar.
-¿A dónde vas? – gritó ella tras él.
-¡Díselo a Moody… el Ministerio! – gritó él.
Lorien corrió hacia Ojoloco Moody.
-¿Qué ocurre? – supo que algo había pasado.
-Severus cree que atacarán el Ministerio – jadeó -. Ha ido hacia
allí.
El ojo bueno de Moody se abrió mientras el otro daba vueltas alrededor de su eje
sobre ella también.
-Estaré en... – se giró hacia Keath y Kaneene que subían para informarle -. ¡Reunid a los demás y volved aquí rápidamente! – les ladró.
Ellos se apresuraron a cumplirlo sin preguntar ante el tono de su voz.
Moody se volvió de nuevo hacia Lorien.
-Que Merlín nos ayude si él está en lo cierto.
Snape había descendido la colina y estaba ahora corriendo hacia la siguiente para ver mejor el edificio del Ministerio. No podía creerse que no hubiera pensado más antes en ello. Cuando llegó a la cima de la colina se agachó para contemplar el lugar ante él. Al principio no vio nada por el ocasional movimiento de los árboles que rodeaban el espacio alrededor del edificio, pero no tardó mucho en poder distinguir las figuras encapuchadas yendo de sombra en sombra en el perímetro.
Recorrió el camino que había seguido.
-¡Maldición! Lo sabía.
Se reunió con los siete aurores y Lorien en la falda de la colina.
-¿Bien? – preguntó Ojoloco
impacientemente.
Snape estaba sin aliento cuando respondió:
-Mortífagos... en el perímetro... del bosque.
-¿Estás seguro? – preguntó el viejo mago.
Una enorme explosión meció la tierra que pisaban e iluminó el cielo tras la cercana colina. Todo el mundo del pequeño grupo se agachó como reflejo, y Snape habló mientras cogía rápidamente su varita.
-Bastante – fue todo lo que dijo.
Notas de la autora:
Y no vayáis a
pensar que nuestros dos queridos Gryffindors no están invitados a la fiesta...
