Capítulo 30:

El tejado



Lupin, Black, y Moody habían llevado a Fudge a salvo por casi todo el camino hacia el piso principal cuando los guardias y los aurores empezaban a abarrotarlo. Ante la visión del primer Auror, Black había vuelto a la forma canina, sabiendo que era demasiado pronto para que la noticia de su reciente perdón hubiese llegado muy lejos todavía. No se arriesgó, los guardias rodearon a Fudge y lo echaron a él a un lado.

Brandon Moody fue el primero y Kaneene fue hacia él para informarse.

-¿Qué está pasando fuera? – le preguntó a su primo.

-Los mortífagos se han echado atrás y se están marchando. La mayor parte del fuego está bajo control – le explicó Brandon.

-Bien, encontrarás a otro en las escaleras y a otro en el décimo piso – le contó Kaneene a su primo.

-Tres en realidad – dijo Lupin.

-¿Qué? – preguntó ella.

-En realidad hay tres mortífagos incapacitados en el décimo piso – explicó Remus.

Kaneene Moody parecía sorprendido.

-¿Venciste a dos mortífagos tú solo?

-Sí – respondió Remus.

-Estoy impresionada, Lupin. No está mal para un profesor – le dio un golpe en el brazo y se giró hacia su primo. Remus sonrió al ver el modo en que el enorme perro negro le miraba.

-¿Has visto a Keath? – le preguntó Kaneene a Brandon.

-Todavía no – respondió él.

-¿Y qué hay de Snape y Desjardins? – preguntó.

-Todavía nada.

Kaneene se preguntó si ellos estarían ya fuera y alcanzó a Lupin y al perro cuando ellos se dirigían hacia la puerta.

Los tres echaron un vistazo a las repercusiones del ataque mientras caminaban a lo largo del edificio. El humo todavía formaba una nube en el cielo nocturno oscureciendo un camino de estrellas derca del noreste. Había guardias del Ministerio y aurores por todos lados y el personal médico estaba dividido atendiendo a los heridos y hechizados trabajadores del Ministerio.

Remus contempló el humo enroscándose desde el final del edificio hacia el cielo de la noche. Fue entonces cuando advirtió la luz.

-¿Qué es eso? – dijo.

-¿Dónde? – preguntó Kaneene.

-Allí, en el tejado – Remus señaló a las luces que parecían diminutos fuegos artificiales.





Severus se acercó poco a poco al mago al otro lado del tejado. No le gustó lo que vio ante él y sabía que sería mucho peor que enfrentarse a Malfoy.

Fincastle simplemente esperó con su mano en el cuello de Lorien. Quería tenerle a su alcance para así poder acabar del todo con él esta vez.

La mente de Snape daba vueltas cuando sus ojos vieron a Lorien. Pudo ver que sus manos estaban atadas con un hechizo y que obviamente Fincastle le estaba impidiendo desaparecer de algún modo. Mantuvo su varita frente a él mientras se dirigía lentamente hacia Fincastle.

Lorien no quería que Severus se acercase al mortífago Nemorosi y gritó cuando él se acercó.

-¡Severus, atrás!

Snape la ignoró. Tenía que acercarse si quería alguna posibilidad de salvar a Lorien y caminó hasta detenerse un poco más cerca del hombre que la sujetaba. Se hizo aparente que él la tenía sujeta muy cerca del filo del tejado, y Snape gimió por dentro.

-Vaya. ¿La quieres de vuelta tan pronto? No estoy seguro de haber acabado con ella todavía - se mofó Fincastle.

-Definitivamente has acabado, Ian – gruñó Snape.

-Vaya Severus, ¿es eso una amenaza? – Fincastle parecía ofendido.

-Sí, lo es – respondió el mago vestido de negro.

-No creo que estés en posición de amenazar – tiró de Lorien un poco más hacia el borde.

Snape mantuvo su varita ante el mago pero dejó de moverse cuando vio a Lorien encogerse.

-Ves. Yo también puedo hacer amenazas – se regodeó Fincastle.





Lorien estaba frenética. Había vislumbrado el suelo abajo cuando Fincastle la había empujado un paso hacia atrás. Sabía que no podía hacer nada para poder ayudar a Severus y que no importaba lo que él hiciera porque probablemente caería por el borde. Tan sólo deseó poder asegurar la supervivencia de Snape si ella estaba de todas formas condenada al fracaso. Inesperadamente, pensó en la interpretación del sueño de Trelawney, y advirtió que el caos, la destrucción y la muerte en efecto la estaban esperando. Después de todo, Lorien debía haberse equivocado con su propia interpretación.

¡Eso era! El sueño. El ruido del aleteo. El dragón. Sabía que podía jugársela pero no tenía otro camino. Debía correr el riesgo.





Fincastle se dirigió otra vez a Snape.

-Ahora que hemos establecido quién está al mando de la situación, quiero que sueltes tu varita.

-No, Ian – Snape la agarró con firmeza, pero estaba empezando a sentir crecer el pánico en su interior.

-¡No lo hagas, Severus! – gritó Lorien -. ¡Deja que me suelte, sólo atácale!

-¡Cállate! – le espetó Fincastle, tirando de ella un poco.

Snape vaciló de nuevo. Lorien tenía que encontrar un modo de decírselo.

-¿Recuerdas la leyenda? – gritó.

-¡Que te calles he dicho! – la sacudió él nuevamente.

La mente de Snape fue a toda velocidad. Ella le había contado lo de la leyenda en la enfermería, pero nada de lo que encontró era útil para tratar con la serpiente Nemorosi en ese momento.

-¿Recuerdas que estaba equivocada? – le gritó Lorien otra vez -. Lo hice.

Fincastle la abofeteó con su mano libre.

Snape se encogió cuando Ian Fincastle abofeteó a Lorien, pero trató de concentrarse en lo que ella estaba intentando decirle. Equivocada. La leyenda. Ella se ha había equivocado en la leyenda perteneciente a ella ya que no era una serpiente, y Snape súbitamente se dio cuenta de que ella estaba intentando decirle que había completado la transformación. Algo con escamas.

-¿Escamas? – fue todo lo que él le dijo y ella supo que él iba por el camino correcto.

-¡Quieres callarte! ¡Suelta la varita, Snape! – Fincastle se estaba poniendo airado.

Lorien se arriesgó a darle la última pista, esperando que todo aquel tiempo que había pasado observando a Severus preparar la poción matalobos hubiera dado buen resultado.

-¿Qué hace que la poción matalobos se ponga negra? – le preguntó.


Raíz de dragón seca... raíz de dragón... escamas… dragón… Ella era un dragón. Y los dragones tenían alas ¿no? Snape lo tenía.

-Entiendo – fue lo que dijo.

Sus ojos fueron hacia los de Lorien y ella lo miró fijamente por sólo un momento, asintió casi imperceptiblemente y cerró los ojos. Las escamas se extendieron rápidamente por sus brazos. Snape apuntó con su varia a Fincastle y el hombre se enfureció, sin darse cuenta de los cambios que se estaban dando lugar cerca de él.

Le gritó al antiguo mortífago.

-¡Soltaré a la zorra antes de que tú me toques siquiera, Snape!

-Entonces, por supuesto, suéltala – dijo Snape calmadamente, levantando la varita hacia el hombre en el borde del edificio.

Lorien sabía en cuanto sintió que sus pies dejaban el borde que tenía tres segundos más. En uno el dragón acabó apareciendo, en dos se puso derecha y en tres extendió las grandes alas lo suficiente para detenerse un momento, pero no durante toda la caída. El impacto le hizo perder el control del hechizo y se desplomó con la forma humana en el suelo. La última cosa que recordó antes de perder la conciencia fue un resplandor de luz verde cerca del tejado.




Sirius, Remus y Kaneene contemplaron el tejado al hacerse aparente que se estaba produciendo una batalla. Entonces los destellos de luz pararon y se dieron cuenta que fuera lo que fuese lo que había pasado había acabado.

-¿No deberíamos ir a mirar? – preguntó Lupin.

-No, los guardias estarán en el tejado en un minuto o dos – observó Kaneene.

El resultado aparentemente había sido decidido.

Estaban a punto de marcharse cuando el perro advirtió algo y Remus se sorprendió cuando Sirius se transformó y corrió hacia el edificio, mirando al tejado.

-¿Es Lorien? – se preguntó en voz alta -. ¡Oh, no! ¡Es Fincastle!


Remus miró hacia donde su amigo estaba mirando y vio dos figuras cerca del borde del edificio. Su corazón se detuvo.

Se sintieron impotentes mientras esperaban que tuviera lugar algún cambio. Estaban demasiado lejos para escuchar lo que se estaban diciendo y tuvieron miedo de interferir cuando pudieron ver que Fincastle acercaba a Lorien repetidamente más cerca del borde.

Remus rogó por que los guardas llegaran al tejado a tiempo.

No lo hicieron. Juró que su corazón se había parado realmente cuando vió al hombre lanzar a Lorien por el tejado. No pudo soportar mirar, pero se dio cuenta que no podía apartar la mirada. Su boca se abrió junto a la de Black y la de Moody cuando apareció el pequeño dragón verdeazul y se puso derecho.

Sintieron el impacto cuando corrían ya hacia donde el dragón había cayó estrepitosamente en el suelo.

Remus alcanzó a Lorien primero y se arrojó de rodillas. Sirius estaba justo detrás de él. Juntos giraron delicadamente a la inconsciente bruja y Remus se sintió aliviado cuando al fin vio que estaba respirando. La cogió entre sus brazos.

-¡Kaneene, ve a por los médicos! – le gritó Black a la mujer de cabello negro.

Remus le hablaba a Lorien mientras la sostenía.

-Vamos, Lorien, vas a estar bien. ¿Puedes oírme? La ayuda está de camino, aguanta.

Los ojos de Lorien parpadearon.

-¿Remus? – dijo débilmente.

-Estoy aquí – respondió él.

-Me he roto algo – susurró.

-¿Dónde? – preguntó, aterrorizado de lo gravemente herida que podía estar.

-Todo – fue todo lo que ella pudo decir.

Él la sonrió con lágrimas en los ojos.

-Tranquila. Los huesos pueden arreglarse.

Consiguió dirigirle una pequeña sonrisa y sus ojos fueron hacia Sirius.

-¿Entrenador?

-¿Qué pasa, cariño? – Black se inclinó sobre ella.

-Necesito trabajar… el aterrizaje – Lorien sonrió otra vez débilmente.

-Habrá muchísimo tiempo para hacerlo cuando estés mejor – Sirius intentó sin éxito sonar seguro de sí mismo.

Los médicos estaban llegando, moviéndose para sustituir a Remus y Sirius que iban a atender a Lorien. Remus se quedó a su lado para seguir hablando con ella sobre los hombros de los médicos hasta que estuvo lista para ser transportada y entonces retrocedió para cogerle la mano.

-Te veré en el hospital ¿vale? – intentó sonar un poco más contento de lo que se sentía.

Una débil sonrisa fue lo único que ella pudo conseguir.

-Lorien ¿qué le ha pasado a Severus? – le preguntó de repente.

Ella apretó los párpados por un momento y Remus pudo ver lágrimas en ellos cuando volvió a abrirlos.

-Lorien, lo siento mucho… - se interrumpió, sin saber lo que decir.

-Yo también – fue lo último que ella susurró antes de que los médicos se la llevaran.




Lupin se sentía fatal. Despreciaba al hombre, pero nunca quiso verle muerto. No muerto de verdad. Sabía también lo mucho que debía dolerle a Lorien perderle. Se acercó hacia donde estaba Sirius. El antiguo fugitivo contemplaba a Kaneene mientras ella preguntaba entre los aurors a ver si alguien había visto a Keath.

Black le miró.

-Snape está muerto – dijo Lupin.

-¿Lorien te lo dijo? - preguntó Sirius.

-Sí.

-Vaya desastre sangriento – Sirius se refería a toda la noche.

Lupin no podía estar más de acuerdo.





Cuando Lorien cayó de espaldas por el tejado, Severus se encolerizó con el mortífago por poner la vida de Lorien en peligro. Fue entonces cuando tomó la decisión. Uno de los dos abandonaría el edificio con vida.

Cuando apuntó la varita hacia el mortífago una fracción de segundo después de que Lorien quedara en el aire, el mago Nemorosi levantó su mano al mismo tiempo intentando matar a Snape antes de que Snape pudiera embrujarle. El problema de Fincastle fue que el destello de las vívidas verdeazules escamas a su derecha un segundo después de que dejase caer a la mujer lo sorprendiera.

La visión de un dragón abriendo sus alas fue lo último que el hombre vería y las dos palabras de Snape lo último que escucharía.

Los ojos de Snape refulgían cuando Fincastle se desplomó en el suelo. Un minuto más tarde sus piernas se doblaron y se hundió de rodillas no muy lejos del hombre muerto.

Le llevó varios minutos enlentecer su respiración y estabilizar sus ahora temblorosas manos, y finalmente consiguió meter su varita en su manga y miró por el borde del edificio.

Los médicos se abarrotaban alrededor de Lorien en el suelo y dejó ir un suspiro de alivio cuando pudo ver que Lupin parecía estar hablando con ella. Se puso de pie cansinamente y se dirigió de vuelta hacia las escaleras. Había algo más que necesitaba hacer.




Snape llegó al décimo piso antes que los guardias del Ministerio y corrió por el corredor hacia donde había visto por última vez al joven auror ir detrás de Malfoy. Sabía que el joven podría estar en condiciones graves o muerto, ya que Malfoy había llegado hasta el tejado.

Hizo una mueca de dolor cuando dobló la esquina y vio la sangre y el hombre en el suelo. Se dejó caer sobre una rodilla para comprobar su pulso. No pudo encontrárselo en la muñeca, y sus dedos fueron hacia la garganta donde a penas pudieron detectar su pulso.

-Bien, Moody – dijo Snape en voz alta al inconsciente auror -. Vamos a ver cómo funciona esto.


Snape llevó una mano a su cinturón y sacó el segundo frasco diminuto. El que había empezado a llevar con él desde que experimentó la cercana muerte y que contenía una poderosa poción restaurativa de clase 4. Mientras filtraba el contenido en la garganta del hombre, le hizo reír que Lorien no estaría contenta con él en ese momento. No porque él estaba tratando de salvar la vida del hombre, sino porque sabía que ella nunca había utilizado más que la restaurativa de clase 3. Las pociones de clase 4 implicaban... magia cuestionable con la que producir algo que la bruja Nemorosi no era capaz de hacer, mientras que él por otro lado...

-Esto debería darte una oportunidad, el resto está en tus manos – le dijo al auror inconsciente.

Snape escuchó a los guardias acercándose y se puso en pie para pararles.





Kaneene Moddy corrió hacia donde ellos estaban sacando a su hermano pequeño fuera de parte sudeste del Ministerio. Apenas pudo acercarse a él con todo el personal médico rodeándole. Lo transportaron inmediatamente y ella se vio haciendo preguntas frenéticamente mientras caminaba a su lado.

-¿Está bien? ¿Cómo es de grave? ¿Estará bien? Soy su hermana.

La bruja más cercana se volvió y le dijo:

-Está bastante grave, pero sus constantes vitales están estables de momento.

Kaneene se quedó sola cuando ellos se llevaron a su hermano.

Sirius caminó hacia donde estaba la mujer de cabello negro.

-¿Estará bien? – preguntó.

-No lo saben – respondió ella entumecidamente. Lo miró tratando de contenerse -. Ellos no… - no pudo continuar.

Sirius le acarició el brazo.

-Todo irá bien, Kaneene.

-¿Lo crees? – le preguntó ella ronca.

-Sí, lo creo. Vamos, Remus y yo también vamos al hospital.

La auror se marchó con el convicto fugitivo.





Remus levantó la cabeza cuando Sirius volvió con Kaneene.

-¿Está bien?

Kaneene tenía miedo de hablar por temor a perder la compostura delante de los dos hombres y se encogió de hombros.

-Ella viene al hospital con nosotros – dijo Sirius.

Remus súbitamente bizqueó y giró detrás de Black.

-Id vosotros dos delante. Yo iré después.

Sirius lo miró un poco desconcertado pero se encogió de hombros.

-Te veo en un rato – t desapareció con la auror.




Lupin había visto a la alta figura negra emerger del sudeste del Ministerio, y caminó rápidamente para encontrarse con él.

-¿Dónde está Lorien? - le preguntó Snape.

-La transportaron al hospital. Tiene bastantes golpes, pero parece que se pondrá bien – le dijo Lupin para tranquilizarle de que Lorien no estaba en un peligro inminente.

Snape asintió.

-Severus ¿qué pasó allí arriba? – preguntó Remus con curiosidad.

Él le explicó a Lupin cómo había sido detenido por Malfoy, y cómo Lorien había intentado ir tras Fincastle. Le contó a Lupin la elección a la que se había enfrentado atacando a Fincastle y arriesgándose a que Lorien cayera o dejando caer su varita y arriesgándose a que él la empujara de todas formas.

-Lorien tomó la decisión – continuó Snape -. Sabía que estaba en problemas de todas maneras y supongo que estaba dispuesta a pasar por el riesgo por ver a Fincastle detenido.

Snape le explicó a Remus cómo le había dado ella las pistas que le guiaron a entender lo del dragón, sin que el mortífago lo supiera.

Lupin miró fijamente a Snape.

-No puedo creer que la dejaras caer. Yo no podría haberlo hecho.

Snape se enfadó.

-Bueno ¿no estabas tú ahí contemplando cómo su vida pendía de un hilo? Tú no estabas sopesando qué miserable opción podía darle la mínima posibilidad de…

-Severus, me has malentendido – se interpuso Remus -. No te estoy culpando, te estoy dando las gracias. No creo que yo hubiera tenido el valor de dejarla caer. Tomaste la decisión correcta.

Snape pareció sorprendido por un momento ante la sinceridad del hombre lobo y luego asintió.

-Ya veo.

Lupin sintió curiosidad.

-¿Qué le pasó a Fincastle, escapó?

-No, le maté – dijo Snape -. En el mismo segundo que dejó caer a Lorien.

Lupin asintió gravemente cuando la frialdad le atravesó.

-Eso explica aquello – dijo, casi para sí mismo.

-¿El qué? – preguntó Snape.

-Lorien piensa que estás muerto – le informó Lupin.

Snape se dio cuenta que ella debía haber sido consciente del Maleficio Mortal, pero que nunca debía habérsele ocurrido que fuera él quien lo pronunciara.

-Hmmm. Creo que eso te da un poco de ventaja ahora, Lupin – dijo secamente.

Remus advirtió de repente que Snape estaba intentado aligerar el momento con su comentario.

-¿Me perdonarás si elijo informarla de lo contrario? – preguntó Snape, con un rastro de diversión en su voz.

-Sólo esta vez – dijo Lupin socarronamente -. ¿Vamos al hospital?

Snape asintió.



Nota de la traductora: Tardeeeeee.... como siempre ^^UU (y Nytd ya ha empezado la 3º parte de esta trilogía @_@)