Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, pertenecen a J.K Rowling, a la Warner y a otras compañías. Solo la presente historia me pertenece.

~~Taking Care Of You.~~

La chica estaba recostada en una de las tantas camillas del hospital San Mungo, y sentía como el mundo le daba vueltas. Las personas se congregaban misteriosamente en su habitación (que en realidad debía compartir con otras tantas personas) y ella se preguntaba el por qué de tanto alboroto. Después de todo, ella no era una persona importante, y si lo era no lo recordaba. Llevaba unos diez minutos despierta, pero no había querido abrir los ojos y delatar que había vuelto a un estado de conciencia. Y eso porque no recordaba absolutamente nada de nada. Sentía muchas personas alrededor suyo, algunas se acercaban más que otras a su cama, le tocaban la frente o los labios, y decían unas cuantas palabras que ella no podía comprender. Otras mantenían una distancia más prudente, pero la chica pudo sentir que las todas las personas, sin excepción, parecían mantener un ambiente de tensión y preocupación.

Escuchaba todas las voces que se oían alrededor suyo, pero no podía identificar ninguna. Y estaba bastante asustada, porque tampoco recordaba quién era ella. Solo sabía que estaba tendida en una camilla, y que tenía un dolor de cabeza demasiado fulminante como para intentar recordar quién era: así que no se preocupó mucho por ese asunto, ni tampoco por intentar descubrir quienes eran los que estaban tan preocupados por ella.

Se pasó otros diez minutos así, tendida, con los ojos cerrados y aparentando estar dormida. Pero tenía demasiadas preguntas en su mente como para volver a quedarse dormida, y al fin abrió los ojos, haciendo que las personas que estaban a su alrededor emitieran diversos ruidos de sorpresa.

- ¡Hermione! – sintió que gritaba un chico pelirrojo, alto y fornido –

Ella parpadeó, mirándolo unos segundos. El chico se le hacía familiar, pero no podía recordar quién era. '¿Hermione?' pensó ella. '¿Es así como me llamo?' Era frustrante no recordar cómo se llamaba. Era frustrante no recordar todo lo que pudiera haber vivido antes de lo que estaba viviendo ahora.

- ¿Se encuentra bien, señorita Granger? – preguntó una preocupada mujer, con el pelo tomado en un apretado rodete que a la chica hasta le causó gracia – - Minerva, de verdad creo que no es necesario hacer ese tipo de absurdas preguntas. Es obvio que la chica no se encuentra bien – le dijo un hombre de pelo grasiento a la mujer, que aparentemente se llamaba Minerva, de una forma que a ésta no le causó ninguna gracia – - Creo que sé perfectamente lo que hago – le comentó fríamente al hombre –

La chica estaba perdiendo la paciencia con esas dos personas, así que volteó a otros rincones de la habitación. Tenía la esperanza de reconocer a alguien, pero tuvo que conformarse con admitir que realmente no recordaba nada ni nadie. Un hombre de gran barba larga la miraba fijamente a través de sus lentes medialuna, detrás de los cuales se hallaban dos pequeños pero sabios ojos azules.

- ¿Tiene algo que decir, señorita Granger? – le preguntó el anciano –

A la chica le pareció que era lo más sabio que había oído desde que había abierto los ojos. Era prácticamente el único en la habitación que no la miraba con asombro o curiosidad, como si ella fuera una exhibición. Excepto, tal vez, por un joven rubio y de ojos grises, que se hallaba sumido en lo que parecía una importante reflexión, en un rincón oscuro de la habitación.

- ¿Quién soy? – planteó la chica.

La reacción de todos los congregados no era precisamente lo que ella esperaba. Todos, ésta vez sin excepción, se sobresaltaron de sobremanera, y una joven pelirroja comenzó a sollozar, siendo calmada por un hombre de alborotado pelo negro, ojos verdes.

El rubio también se sobresaltó, mirándola a los ojos de una manera diferente a la que los demás le habían dado. La chica sintió en sus ojos grises algo parecido, tal vez, al desprecio, pero en un instante tuvo que desechar esa idea porque el rubio había tornado su mirada a una mirada un tanto tierna. A la chica le pareció que ese era un chico agradable, y sintió como sus mejillas se coloreaban un poco.

Sacó sus ojos de encima del rubio, y se volvió a los demás, para volver a plantear su pregunta.

- ¿Quién soy?

Ellos se miraron unos a otros, confundidos. El anciano de la barba y lentes medialuna decidió tomar la palabra:

- Intenta primero hacer un esfuerzo para recordarlo tú misma, Hermione.

La chica se restregó los ojos, irritada. ¿Recordar? No podía recordar nada. Tal vez el anciano no era tan sabio como ella creía.

- No puedo. Y no deseo que sientan compasión alguna por mí, porque no sé quienes son, y no quiero sentir compasión de desconocidos – dijo ella, fría –

La chica sintió algo así como una risita proveniente del rubio.

- Dumbledore, creo que ella no amaneció de un muy buen humor – habló por fin – - Tienes razón, Draco. - Malfoy para usted, señor – le dijo él – - Como sea. ¿Quién quiere contarle su vida a la señorita Granger?

El pelirrojo carraspeó.

- ¿Usted, Weasley? - Si no tiene incovenientes, Dumbledore. – dijo el pelirrojo. –

Hermione pudo percibir perfectamente el miedo y la tristeza en la voz del pelirrojo. Se preguntó quién habría sido él, en la vida anterior de ella.

- Ninguno.

La habitación quedó en silencio. La chica seguía sintiéndose incómoda y con miedo. No conocía a nadie allí, y era incómodo admitir que esas personas sí la conocían. Mientras el pelirrojo se sobaba las manos, nervioso, acertando a encontrar una palabra para comenzar, la chica miró las otras camas que había en la habitación. No se podía ver a los ocupantes, ya que cada cama tenía doseles blancos de plástico, dejando a cada paciente con su propia intimidad. Se dio cuenta que su cama también tenía doseles, pero obviamente éstos estaban corridos.

- Bueno – comenzó el pelirrojo, intentando captar la mirada esquiva de Hermione – - ¿Y? – preguntó ella, ésta vez de una manera que delató su inseguridad. Toda su frialdad había sido reemplazada por un ataque de pánico. ¡¿Cómo no podía recordar su propia identidad?!– - Tu nombre es Hermione Granger, y eres una bruja. Estudiaste en el Colegio para Magia y Hechicería Hogwarts, y te graduaste hace tres años. En éstos tres últimos años has trabajado como auror para el Ministerio de Magia… - ¿Cuántos años tengo? – interrumpió ella - ¿Por qué no recuerdo nada de mi vida? - 21 años. Sufriste un accidente mientras trabajabas como auror, y te trasladaron al Hospital San Mungo. Has estado dos días y medio inconciente, y, por lo visto, sufres de amnesia. - ¿Amnesia? - No recuerdas nada, ¿verdad? Eso es amnesia. - Ah. ¿Y quién eres tú? ¿Quiénes son todos éstos que me miran como si yo fuera la atracción principal de alguna feria de bajo presupuesto?

El rubio volvió a reírse por lo bajo.

- Quienquiera que seas, no creo que esto sea gracioso – le reprendió la chica, fulminándolo con la mirada –. ¿Por lo menos se puede saber quién demonios eres? - Draco Malfoy. Nunca pensé que iba a tener que escucharte a ti levantándome la voz a mí, Granger – sonrió el rubio –.

La chica solo dio un bufido.

- ¿Quién eres tú? – le preguntó al pelirrojo – - Ron Weasley. - ¿Quién eres en mi vida? - Tu amigo. Junto con Harry, Harry Potter – y señaló al chico de pelo alborotado, que abrazaba a una pelirroja de ojos rojos – - ¿Y ella quién es? – dijo la chica, señalando a la pelirroja – - Ginny. Ginny Weasley, mi hermana. - ¿Era mi amiga? - Sí, soy tu amiga – dijo la pelirroja, dirigiéndose a la chica. – - Y ese rubio, ¿era mi amigo?

Ron prefirió no contestar, y Harry y Ginny prefierieron seguir su ejemplo.

- Digamos que no nacimos para serlo, Granger. – dijo diplomáticamente Draco – - Veo. ¿Quiénes son todos ustedes? – dijo, dirigiéndose a las demás personas, que no se habían presentado – - Albus Dumbledore, director de Hogwarts, un gusto volver a conocerte, Hermione – le estrechó la mano el anciano – - Un gusto también – dijo Hermione, pensando lo contrario – - Soy Severus Snape, quien fue tu profesor de pociones en Hogwarts – dijo Snape, manteniéndose a una distancia considerable de la chica – - Veo que tampoco nacimos para ser amigos – adivinó la chica – - Un profesor siempre será un profesor, y un alumno siempre será un alumno, téngalo bien claro, señorita Granger – dijo la mujer del rodete –. Y yo era tu jefa de casa, Minerva McGonnagall.

Hermione asintió. Luego sintió dentro de sí una pregunta que nadie le había respondido aún.

- ¿Y mis padres?

Ésta vez nadie quiso responderle a la muchacha. La habitación se quedó en silencio, y varios carraspearon.

Hermione carraspeó.

- ¿Y?

El rubio la volvió a mirar con la misma mirada tierna del principio.

- Tus padres murieron, Granger. - ¿Murieron? ¿Cuándo? ¿Quiénes eran? ¿Cómo eran? ¿Por qué no puedo recordar nada, mierda?

La chica sintió que todo volvía a darle vueltas. ¿Por qué todos podían recordar quienes eran, y por qué ella no podía? ¿Auror, Hogwarts, bruja, pociones…? ¿Hermione…Granger?

- Los mató…los mató…los mató el Innombrable – dijo la pelirroja, volviendo a dar unos grititos de tristeza – - ¿Quién es el Innombrable? - Eso es tema para otra ocasión – dijo el anciano, levantándose de su asiento (una vieja silla cercana a su cama). – Creo que tú debes descansar, y nosotros debemos volver a nuestras ocupaciones. El tiempo pasará, Hermione, y confío en que volverás a recordar todo lo que algún día llenó tu memoria.

Hermione no deseaba quedarse sola, pero tuvo que aceptar. Cada persona se acercó y se despidió de ella, algunos abrazándola de una manera que a ella le pareció hostigante (fue el caso del chico de pelo alborotado y el de la pelirroja), y otros de una manera formal y fría (como Snape y McGonnagall). Cuando todos ya se habían ido, el rubio seguía aún en su rincón oscuro, sumido en sus pensamientos.

- Óyeme, ¿no piensas irte? – le preguntó la chica – - No, Granger. Tenemos que hablar. - ¿Hablar? Mira, cabeza de chorlito, en éste momento no recuerdo nada de lo que pude haber sido, así que desearía que te fueras en éste mismo instante de mi cuarto. - Yo sé quien es el Innombrable. - ¿Y? Puedo enterarme por medio de cualquier otra persona quién es el Innombrable. - Sí. Pero ningún idiota de todos los demás que estaban aquí conoce tan bien al Innombrable como yo lo conocí.

La chica volvió a dar un bufido, ésta vez de resignación.

- Está bien. Quédate y cuéntame.

El chico se sentó en el borde de la cama de Hermione, y comenzó a contarle la historia de un poderoso mago que había querido dominar el mundo mágico y luego el muggle ('¿Qué mierda es muggle?'), llamado Voldemort.

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¿Qué les pareció?

Bueno, espero k les haya gustado, esto es mas k nada un capi de introduccion, porque aki no hay nada de accion ni menos romance ¬¬, lo sé…, pero espero sus ReVieWs pa' inspirarme y seguir con la historia ^^

Besotes

Xeidiz