Capitulo 5

- No me dijiste que tu padre estaba muerto, ni siquiera sabía que era auror. – Florence rompió el silencio al llegar al Castillo.

- No importa, nunca… me había sentido tan mal.

- No le hagas caso. Que sabe ese Malfoy entrometido…

- Mi padre era auror. Murió un año antes de entrar a Hogwarts, fue asesinado por ex seguidores de Grindelwald. A mamá no le gusta que hable de eso. Por eso nunca lo he comentado.

- ¿Por qué lo ocultaste? – Dijo Florence sin entender.

- Me duele hablar de eso Florence, me duele mucho. – Eileen rompió a llorar, mientras Florence solo se le ocurrió abrazarla.

            Una historia dolorosa, pero a la vez intensa. El Padre de Eileen había regresado a casa temprano, dos sujetos tocaron a su puerta, dos encapuchados de negro. Sin decir mas palabras lo dejaron muerto. Para no crear pánico, el ministerio había silenciado el hecho y todo quedó en el olvido, Eileen le había afectado eso, pero por estar lejos de casa, podía distraerse y pensar otras cosas, pero ese día Malfoy había tocado la herida que aun no había sanado. Cuando Eileen cayó dormida, Florence bajó a la sala común, allí estaba la pandilla de Slytherin riendo.

- No sabía eso. Ahora Harrington es amiga de los hijos de aurores. Ja, ja – Morgana se burlaba del hecho y Florence pasó a su lado y le dio un empujón tan fuerte que la tumbó al suelo, sus ojos destellaban de furia y nunca se habían visto mas poderosos que nunca, su boca blanca de estar apretada y su cabello negro afirmaban el poder que ejercía en aquellos chicos, dejándolos en silencio se fue sin decir palabra.

            La semana siguiente fue algo tensa, si bien Eileen se sintió mejor. Florence estaba enojada un poco, no le había caído bien el comentario de Malfoy ni menos la forma en que había tratado a su amiga, Snape se mantuvo alejado, no quería que la chica le preguntara sobre el joven Malfoy, pero cuando se trataron mas y hablaron Florence no tocó el tema. Pero entre otras cosas la poción estaba lista.

- Harrington, ya es hora. – Dijo Snape mientras Florence acababa de salir de clases de Historia de la Magia.

- ¿Ya tienes el somnífero?

- Si, todo listo. – Snape tenía un frasco pequeño y sonreía. Eileen llegó corriendo con un paquete…

- Aquí está el uniforme de Gryffindor, lo saque de la lavandería. Ahora debes inventar una buena historia para traer a Lily.

- Si, ya lo tengo. – Florence suspiró muy tensa – Me ausentaré porque mi padre me ha llamado para algo importante, una nueva reunión familiar… ya sabes, están aterrorizados por Voldemort, es la excusa perfecta, debo ser discreta.

- Habla con Blaise, te dejará ir así. Dumbledore te pedirá explicaciones quizás viaje contigo a donde tu padre… - Dijo Snape.

- Mañana será, daré mi explicación hoy y mañana me iré a casa… eso creerán los demás.

            En la noche Florence regresó de hablar con Blaise, con una sonrisa. Snape no le vio el chiste.

- ¿Qué pasó? – Dijo este muy serio

- Al llegar al despacho de Blaise descubrí a la Profesora de Aritmancia dentro y despidiéndose calurosamente de Blaise, si Dumbledore supiera… - Florence sonrío.

- Es tan normal, es un degenerado. – Snape la siguió fija con la mirada hasta que se sentó a su lado.

- Blaise aceptó mi disculpa para irme y firmó un permiso para ausentarme del colegio. ¿Dónde está Eileen?

- Aun no llega de cenar. – Snape se levantó y la llamó con la mano. – Ven un momento.

            Florence siguió a Snape hasta los dormitorios de los chicos, allí le mostró un frasco con la poción viscosa que olía a repollo muy cocido.

- Huele espantoso. – Dijo Florence tapándose la nariz.

- Toma el frasco. Cuando salgas de Hogwarts tómalo y vuelve a entrar al colegio en forma de Evans, para ese momento ella estará escondida en uno de los armarios mágicos que Ivan tiene, me lo presto por un día, debo ser discreto. No te preocupes, porque yo se como hacer las cosas, quebrantar las normas del colegio nunca había resultado tan divertido. Tú actuaras según ella y cumplirás tu misión. – Le dijo Snape en el oído muy discreto

            Al día siguiente, mientras todos iban a clases, Florence tenía un baúl y se retiraba, todos le seguían con una mirada fija, ella amarró su cabello en una coleta y bostezó, era aun temprano. Mientras Snape esperaba en un pasillo en frente de la clase de Historia de la Magia, estaba impaciente esperando la bajada de los Gryffindors. Se acercaría a Lily y buscaría estar a solas con ella por cualquier motivo, las desmemorizaría y la llevaría a una aula al final del pasillo donde estaría el baul mágico.

- ¿Así que te iras Ojos grises? vete y no vuelvas-  Dijo un chico de 4to año de Ravenclaw, mientras Florence pasaba. Ella no hacía más que repetirse que todo andaría bien, había sido fácil conseguir el permiso. Salió al aire libre y dejó el colegio atrás, caminó por la vereda hacia la estación muy tranquila, hasta que encontró un par de árboles y se escondió allí, era el lugar que Snape le había indicado para esconderse, era una vegetación tupida y húmeda, nadie la hubiera visto desde allí, además de ya estar lejos de la vista de todos los demás alumnos y profesores de Hogwarts. En los matorrales, abrió su baúl y encontró un uniforme colegial perteneciente a Gryffindor bien doblado, así que se quitó la camisa, para poder ponerse la nueva camisa de Gryffindor, mientras se abotonaba la túnica, oyó algo por detrás.

- ¿Quién anda allí? – Florence tomó su varita, si alguien la encontraba medio desnuda fuera del colegio debería saber usar el hechizo desmemorizador, aunque nunca lo hubiese practicado. Dio unos pasos y encontró a Snape pálido.

- SNAPE, ¿Desde cuando me andas viendo? – Florence estaba atónita.

- Eh… nada, solo vine, pero me di cuenta que estabas… así que decidí regresar hasta que…

- Bien, casi me has dado un susto – Florence bajó la varita.

- Haz el favor, Harrington termina de vestirte – Snape estaba aun volteado sin atreverse a ver de nuevo, desde atrás Florence pudo verle las orejas rojas - ya es hora, en 15 minutos debes ir a comer en la mesa de Gryffindor – Snape trataba de mantenerse sereno y frío, como era su estado natural, pero se le notaba en la voz los nervios que tenia, Florence no hizo mas que abotonarse la túnica y abrir un frasco con varios cabellos rojos.

- Toma la poción. – Snape sacó de sus bolsillos la poción multijugos – Va a funcionar 4 horas, guarda un poco para un rato, recuerda bien…

- Está bien, ¿cómo resultó lo demás?

- Bien, nadie sospecha de mí. Evans está profundamente dormida. Fue fácil de convencer, es un poco ingenua si me preguntas. – Snape sonreía. – Cuando despierte no va a recordar haber hablado conmigo. Ojala no recuerde nada de nada, para ver si deja de ser una sabelotodo sangre sucia.

- Bien aquí voy – Florence tomó la poción y le echó el cabello, la poción burbujeó. Florence la tomó con cara de asco, sabía terrible. Sintió que algo le quemaba en el estomago y se extendía por su cuerpo, cayó al piso de frente. Snape dio un salto y se quedó paralizado. Florence se sentía extraña y mareada, levantó la mirada y vio que Snape miraba con horror y mirada de asco.

- Snape… ayúdame… - Florence corrió el cabello hacia atrás, para su sorpresa era rojo oscuro. Snape no se movió.

- Eres igual a ella. Eres como Evans.

- Soy yo, Snape. Deja la idiotez y ayúdame – Florence intentó levantarse, Snape reaccionó y la tomó de la mano. Pero retrocedió rápidamente.

- Nadie nos puede ver juntos… me iré primero. Toma el bolso de Evans, con sus cosas. Entrarás en 5 minutos, oculta el baúl y… buena suerte. – Snape se retiró agitado sin poder creer lo que había visto. Florence ocultó el baúl y espero a la hora exacta.

            Subió sendero arriba hacia Hogwarts. Allí entró al vestíbulo y vio a los demás alumnos, se sentía diferente. Nadie la miraba, nadie le echaba malas miradas. Fue al baño de chicas y encontró a otras Gryffindor que le sonrieron. Ella les saludó casi al final cuando se dio cuenta de que era Lily Evans y no Florence Harrington. Fue cuando se acercó al espejo y casi pega un grito… había cambiado totalmente. Sus ojos eran verdes, eran cálidos y de un color vivo, no había rastro de sus ojos antiguos, ni de su apariencia de grisácea verdosa tormentosa. Respiró profundo, y descubrió que tenía pecas y su piel era blanca de color leche, su cabello era rojo y su contextura era chiquita, contrario a como era antes, se sentía pequeña. Morgana, Eileen y Dana entraron al baño y le dedicaron una mirada despreciativa, todos habían caído, nadie sabía quien era ella. Todos menos Snape y Eileen quien le guiñó un ojo sin que las demás vieran. Al salir del baño no sabía a donde ir, tenía la mochila que Snape le había traído propiedad de Evans. Hasta que escuchó un grito.

- Lily, amiga. ¿Dónde andabas? – Era Felicia la regordeta que corría hacia ella, con Ruth. Florence por reflejo se les quedó viendo raro y retrocedió, ellas le saludaron sonriendo.

- Lily, pensábamos que te habías fugado del colegio con Potter. – Dijo Ruth riéndose.

- No, no. Es que tuve otras que hacer… no se preocupen. – Dijo Florence reaccionando y tratando de sonreír.

- Vamos, debemos ir a desayunar… - Dijo Ruth tomándola por un brazo. Antes de llegar al comedor, los mismos chicos que la miraban feo antes de irse, ahora la saludaban con la mano y le sonreían. Florence se sentó en un rincón y sintió que alguien llegaba a su lado, era James.

- Hola Lily, ¿qué mas?

- Hola. Nada, estoy comiendo. – Florence sabía que debía actuar bien, así que le sonrió. James le brillaron los ojos.

- Amaneciste de buenas, quizás quieras sentarte conmigo en clases de Pociones.

- Si, me encantaría. – Dijo Florence sonriendo.

            Entró a clases y vio a Snape sentado al lado de Morgana, a Eileen con Dana y en un rincón la pandilla de Potter. Todos se mostraban respetuosos y serios, al verla llegar volvieron a sus actividades y a encender el caldero.

- Aquí llega la señorita Sabelotodo – Dijo Sirius por lo bajo, mientras Lupin le dio un codazo. Peter se tapó la boca, nadie la miraba como antes, Sirius no buscaba su mirada y Peter no se le quedaba viendo fijamente, era quizás mejor…

- Hoy, Lily será mi pareja. – Dijo James al sentarse en la mesa.

- ¿Solo hoy? A mi me parece, hermano. Que será por toda la vida – Dijo Sirius de malas.

- Hola Sirius – Dijo Florence – me alegra verte también.

            En toda la clase la pandilla de Potter,  no hablaron mas que de las bromas estúpidas que planearían para divertirse, hablaron sobre algo a final de mes, pero Florence no pudo oír bien. Florence les parecía agradables aquellos chicos, pero veía que la mayor parte de su tiempo planeaban como podrían hacer que expulsaran a Snape y a su pandilla, lo mismo que hablaban Snape y su pandilla: como expulsar a Potter y su pandilla.

            Al final de la clases ese día y tomando la poción, fue a almorzar. Allí junto a Felicia y Ruth se enteró de los chismes.

- ¿Saben? Parece que a Mundungus Fletcher también le gusta esa Harrington. – Dijo una chica llamada Gabrielle de un grado menor. – Además de que… a esa le gusta James.

- No digas eso, en frente de Lily – Dijo Ruth riendo.

- ¿Cómo? – Dijo Florence. James la miró, creía que era Lily. – James, ¿a ti te gusta Florence?

- La llamaste por su nombre, siempre dices Harrington – Dijo Felicia mirando extraña.

- Pues, nunca lo había pensado. – Dijo James – Si me gustara, Sirius me mataría…

- Bien, Sirius… ¿Por qué te gusta Florence? – Florence le iba buscando la gracia a aquello.

- ¿Estás celosa? – Preguntó James con una voz sutil a su oído.

- No, quería saber.

- Pues, me siento hechizado. Es raro, soy un jovencito que vive embobado por esa niña, no se como los de su propia casa la rechazan. – Dijo Sirius

- Es un fenómeno en su propia casa, han oído bien. La pandilla de Snape también la odia. Nos debería dar lástima. – Dijo Felicia.

- Pero ella es tan misteriosa, si yo estuviera en Slytherin caería a sus pies. – Dijo Sirius con ojos soñadores.

- No te recomiendo eso, si quieres llegar al corazón de ella… debes pensar como ella. Bien, creo que se hace tarde. – Florence se sentía incomoda. Se levantó y sus amigas fueron tras ella, en clase de Herbología con Ravenclaw, las chicas tuvieron mucho trabajo extra e incluso recibieron una felicitación y ganó 10 puntos para Gryffindor, había pasado la mitad del día y no había averiguado mucho, luego de cenar, fue a la sala común de Gryffindor, era extraño. Era mucho mas acogedora que la sala común de Slytherin, era con sillones rojos y un fuego cálido. Se sentó cómoda en uno de los sillones, allí sus amigas estaban mirándola rara

- ¿Qué pasa? – Dijo mientras buscaba un espejo, quizás ya anduviera cambiando y debía tomar mas poción.

- Hoy has estado extraña, primero vas de pareja con Potter, luego le preguntas a James si le gusta la chica, luego callas el tema y has estado pendiente de todo y no nos has corregido en clases. – Dijo Felicia

- Hoy me siento diferente. – Dijo Florence confirmando que se parecía aun a Lily

- Hoy estás misteriosa, me has recordado a … Harrington

- Ustedes son mis amigas, ustedes saben mis secretos, yo se sus secretos. – Dijo Florence probando a las chicas de Gryffindor.

- No todos, aun no sabemos tus secretos Lily – Dijo Ruth

- No tengo muchos, solo el hecho de que estoy enamorada de James perdidamente, pero no se lo digan a nadie – Florence en forma de Lily sonrío y sus amigas se quedaron boquiabiertas.

- Bueno… Siempre lo supe, por ejemplo. Te las pasas mas con él que con el resto de los otros chicos y hoy pensé que se iban a besar – Dijo Felicia sonriendo.

- Bien, ¿ahora me cuentan ustedes sus secretos? – Dijo Florence sonriendo complacida.

- Tu lo sabes – Dijo Felicia – Me gusta Sirius, pero el nunca se da cuenta de que existo.

- Vamos, eso todos lo saben. – Dijo Ruth. Las chicas empezaron a hablar de sus secretos, de los mas profundos deseos, Florence para justificar inventaba cualquier historia, conocía bien a los muggles y sus costumbres, fue fácil. No quería dejar mal parada a Lily, después de todo ella no le había hecho nada, pero no podía evitar divertirse con las caras asombradas que ponían las de Gryffindor confiando en su relato.

– ya que vamos a confesiones, diría que… no se burlen. – Dijo Ruth roja.

- Vamos, estás en confianza… - Dijo Felicia riéndose.

- Siempre he dicho que ese Snape es desagradable, pues no me parece tanto, es un tipo de mal carácter y muy atravesado, pero adoro como remueve las pociones, se ve tan atractivo…

- No me digas querida Ruth, esa no la sabía. – Dijo Florence sorprendida, con una mirada de viveza y a la vez con una nota amarga de resentimiento.

- Ruth, ¿te gusta Snape? – Felicia estaba asombrada y boquiabierta – Que asco, nadie se compara con mi Sirius.

- ¿Por qué no le dices a Sirius la verdad? – Dijo Florence aun sonriendo.

- Jamás, mira aquí le escribí una carta, pero no sería capaz de mandársela. – Dijo Felicia mostrándole una carta en sobre rosado con corazones.

            Florence leyó la carta que decía más o menos así:

Querido y amado Sirius:

            Hoy te veo bajar a la sala común, me encantaría poder ser prisionera de tus ojos,  tus lindos ojos azules y tu lindo pelo negro. Me gustaría ser esa Harrington que miras, sería tuya para siempre, me gustaría dormir en tu cama, no te asustes porque solo tenga 13 años, soy una mujer, la mujer perfecta para ti.

            Quiero casarme contigo, quiero verte a mi lado cuando despierto en la mañana, todos los días, solo me consuelo con tu recuerdo y el sabor de tu perfume. ¿Qué me has hecho Black? Eres un perro, un perro sin dueño, yo puedo ser tu dueña. Me encantaría casarme contigo, ser tu esposa y tener muchos hijos contigo, vivir en una granja y que trabajes en el ministerio, seriamos felices.

            Estoy enamorada e ti, al verte me vuelan mariposas en mi estomago y quiero que me tomes para siempre, me entrego a ti. Te amo con locura…

Felicia

            Fue mucho lo que Florence trató para no reír, era una carta ridícula y algo tonta, sin contar los corazones que había por toda la carta y el perfume fuerte que estaba en ella, debía hacer algo. Pero Felicia le quitó la carta y subió al dormitorio para guardarla en su baúl.

- Mejor vamos a astronomía, se nos hace tarde. – Dijo Ruth

- Yo me quedo, me siento mal. Creo que comí demasiado en la cena – Dijo Florence apretándose su estomago.

- Le diremos al profesor, quedate aquí. – Dijo Felicia – Le daremos una excusa convincente a James

- Eso si – Ruth le guiñó el ojo.

            Al irse las chicas y los demás, subió al dormitorio. Era un dormitorio, finamente decorado. Allí estaba todo lo de las chica, sacó su varita y examinó todo con atención. Leyó con atención el diario de Ruth, con pasajes tan ridículos "No puedo evitar sentir placer al mirarlo pasar", o los de Felicia "Algun dia seremos felices, espero casarme con el, soy la chica que necesita".

- Estamos de suerte, ¿acaso estas niñas no piensan más que en hombres? – Dijo Florence revisando y buscando alguna evidencia para poder usar luego. Fue cuando se topó con el diario de Lily, en su baúl. Se veía que su vida era feliz, por lo poco que leyó, era la más equilibrada de todas, pero no le quitaba ser la chica sabelotodo color rosa de Gryffindor. Florence escuchó un ruido y volteó.

- Lily, ¿Qué haces aquí? – Dijo James mirando por la puerta.

- Potter… no deberías estar en el dormitorio de las chicas. – Dijo Florence comprobando que aun se parecía a Lily en su espejo de mano.

- ¿Potter? Ya no soy James el encantador. ¿No me digas que crees que a mi me gusta alguien más?

- No me has dicho que haces aquí. – Dijo Florence retrocediendo.

- Me dijeron que estabas aquí, pensé que necesitabas hablar con alguien, hoy has estado extraña, mucho más complaciente que otros días, pero extraña. ¿Estás bien?

- Si, Potter… digo James – corrigió Florence al instante – Si, he estado diferente, pero no será por siempre. ¿Hablar? ¿Qué podría hablar contigo?

- Quizás no hablar – James cerró la puerta – quizás algo más – dijo guiñándole el ojo y acercándose.

- Se que piensas Potter, ¿qué te hace pensar que voy a rendirme ante ti? – Florence sabia que James iba a acosarla pensando que era Lily.

- Vamos, déjame descubrirte y saber como eres. Estoy cansado de ser tu mejor amigo y que me trates mal a veces, se que no te gustan mis bromas a veces, pero…

- James, es mejor que te vayas. Te pueden quitar puntos si te encuentran aquí. – Florence no quería ningún encuentro con Potter, sabía que le acarrearía malas consecuencias. Pero James saltó a la cama, muy bruscamente la empujó y sin aviso alguno la besó, Florence nunca había sentido aquello, tenía ganas de: Vomitar! Besar a Potter era desagradable, al parecer porque había descubierto su aliento a ajo, y segundo porque no se sentía atraído por él. Al mismo tiempo lo apartó de ella y lo golpeó con un puño, con su varita lo hizo someter para tranquilizarlo con el primer hechizo que se le viniera a la mente… para su mala suerte, usó uno de artes oscuras. Sintió un calor por dentro y en el espejo vio que se volvía a su estado normal, bajó la varita y se lanzó a gatear al piso, tenía que buscar la poción antes de que James la viera como Florence, o si no, si estaría metida en problemas.

- Lily, ¿qué te ocurre? No sabia que practicaras de Artes Oscuras, me asustas. – James la buscó por el piso, mientras ella se desplazaba rápidamente y se ocultó debajo de la cama, donde sacó el frasco con más poción, al tomar la poción sintió que se le retorcían las tripas, pero logró salir airosa.

- ¿Qué te ocurre? – Dijo James extrañado

- No me vuelvas a tocar, Potter. – Dijo Florence viendo que su cabello seguían siendo rojo oscuro.

- Pensé que te iba a gustar. – James parecía apenado. – me debí imaginar que eras una chica más reservada, siempre lo has sido.

- No es eso. Hablaremos mañana, no quiero verte. – Dijo Florence enojada.

- Bien, me voy. Eres una niña caprichosa. – James casi tumba la puerta, Florence se quedó sola y le pasó seguro a la puerta, bloqueándole hechizos también.

- Evans me va a matar si se entera que evité que se besara con su terroncito de azucar. Mala suerte. Es hora de terminar, me llevó esto, esto y claro. – Florence tomó los diarios de las chicas y debajo de la almohada de Felicia, se llevó la carta que le había escrito a Sirius, mientras reía entre dientes – Cuando todos se enteren, lástima que nunca sabrán quien lo ha hecho, podré reírme un poco más. Honor y gloria a la casa de los ambiciosos.

En la mochila metió esas cosas y se dirigió a bajar, pero en la sala común se consiguió de nuevo con James.

- Pensé que estabas enferma y te sentías mal – Dijo James resentido.

- No es tu problema, Potter. Ahora si me permites, debo irme. – Florence tenía ganas de pegarle otro puño si la volvía a acosar.

- ¿a dónde vas? – Dijo el chico acomodándose las gafas.

- Tampoco es tu problema. – Florence se desapareció y se fue a la lechucería, sería imprudente hacerle llegar las cartas y los diarios a Snape directamente, así que nada mejor que por lechuza. Le escribió una nota:

Snape: Se acaba el tiempo. Casi me descubren, lee con atención lo que te mando por aquí. James entró al dormitorio y me retrasó. La contraseña de Gryffindor es: "Pensadero de Chocolate". Me regreso a Slytherin en la mañana, prepara todo. Florence

Florence respiro hondo y descubrió a alguien que entraba, era James de nuevo.

- Lily tenemos que hablar – Dijo este muy triste. – Yo pensaba que me tratabas mal porque te caía bien, ¿en serio me odias?

- Deja de insistir, me tienes harta. Ya veo porque Snape te odia, ojala te vuele los dientes la próxima vez, para ver si dejas de molestar a los demás. – Florence no sonó como Lily esta vez y James se apartó de ella.

- Esta bien, te dejo en paz. Le diré a todos los demás que me besaste en el dormitorio.

- Haz lo que te plazca, no es mi vida

-  Claro que si, te besé. – James estaba confundido, obviamente si hubiera sido la verdadera Lily hubiera formado un alboroto.

- Bien, difama mi vida y quedarás como una chismosa y poco hombre. – Florence le había agarrado gusto a estar asustando a James – Es más, dile a Sirius que Felicia quiere casarse con él, o aun más sorprendente, que a Ruth le gusta el chico Snape ese de Slytherin. Vamos, queda como chismoso

- ¿Felicia le gusta Black? – James abrió los ojos como plato. - ¿A Ruth le gusta Snape?

- Oh, se me olvidó que no lo sabías. Nunca estas en Tierra, solo piensas en ti, permiso. Debo irme.

            Esta vez Florence se libró de James para siempre, se había quedado callado y pensativo. Era algo seguro, ese James debería querer mucho a Evans para quedarse tranquilo en aquella ocasión, había logrado su objetivo, robar muchos secretos de Gryffindor, pero aun quedaba el secreto de la pandilla de Gryffindor y no tendría tiempo para averiguarlo, a la mañana temprano llegaba un tren de King Cross y Florence debía regresar oficialmente a Hogwarts. Preparó todo y fue a la sala común de Gryffindor, allí se quedó dormida en la cama de Lily cerrando las cortinas.

A las 5 de la mañana se despertó y descubrió que tenía de nuevo su apariencia de Florence Harrington, tomó la poción por última vez y se vistió. Dejó la mochila de Evans sin dejar evidencia de haberla usado, y bajó silenciosamente a la sala común. Salió por el retrato de la Señora Gorda.

Bajando al vestíbulo vio a Snape, a él se le iluminaron los ojos y casi le habló, pero la dejó ir, llevaba un baúl muy pesado flotando en el aire, allí estaba la verdadera Evans, en el baúl mágico de Ivan. Mientras Florence aun con la apariencia de Evans fue hacia las afueras del Castillo.

            Una chica pecosa pelirroja y menuda caminaba con paso seguro hacia la estación de tren a la hora  del alba, al mezclarse con los matorrales salió una nueva chica, era de cabello negro, un poco más alta que la otra y de semblante serio. Florence volvió a su estado normal y se escondió en los matorrales, allí se cambió de ropas. Se puso el uniforme de Slytherin y cargó con su baúl de vuelta al colegio.

            Al entrar vio que estaba el celador

- Harrington, llegas 2 minutos retrasada. Ve a tu sala común sin hacer ruido.

- Así será. – Florence caminó hacia las mazmorras, antes de bajar las escaleras, escuchó un llanto y se acercó al lugar.

Era un chico, era James Potter. Lloraba muy desconsolado y Florence se sintió culpable y se le partió el corazón.

- James, ¿qué ocurre? – Florence sabía porque lloraba, era verdad James debía amar mucho a Lily para estar llorando por ella.

- Es que nada… ayer me hirieron mortalmente. – James secó sus lágrimas. – Lily me ha despreciado en serio y no en broma.

- ¿Eso? Todo el mundo anda triste hoy, he visto llorando a Lily sola cerca de la puerta. No me ha visto llegar pero dijo algo de estar sola y que tu la haz hecho mal. Ella te ama demasiado, preguntale a sus amigas

- ¿Qué? ¿Por qué me dices eso? Siempre pensé que tu gustabas de mi

- No es así Potter. Soy una Slytherin y no me produce ningún placer andar tras alguien de otra casa – en ese momento sintió que se ponía roja – ni siquiera a alguien de mi casa. Recuerda que no soy como las demás chicas.

- Si existiera otra casa diferente, de seguro estarías allí. – Dijo James.

- Me voy, estoy cansada.

- O sea, que le importo a Lily. Pero ¿por qué me trató así?

            Florence siguió caminando hacia las mazmorras, había arreglado su error de haber golpeado a Potter. Sin darse cuenta entró a la sala común y cual fue su horror al encontrar a Sirius Black en uno de los sillones.

- ¿Tu? ¿Gryffindor aquí?

- No, espera. Soy yo Snape – Al parecer no era la única en haber tomado la poción multijugos.

- ¿Por qué te transformaste en él?

- Tenía la contraseña de Gryffindor, ¿cómo iba a pasar a dejar a Evans como yo mismo? Ahora silencio.

- No te me acerques mucho. – Dijo Florence con rostro cansado.

- Anoche probé la poción y funcionó. Esta mañana la usé de nuevo. Hice algo bueno, anoche me encontré con Atkood mientras estaba así… transformado en Black. – Dijo Snape siniestro en su sillón.

- ¿Felicia? – Florence sonrió malévolamente.

- Le dije que me habían dado la carta y que yo la había leído. Le conté algunos fragmentos. Le dije que la amaba y que me iba a casar con ella. – Snape soltó una carcajada malvada.

- ¿En serio?

- Pensarán dos veces antes de volver a meterse contigo, mi florecilla tenebrosa. – Snape agarró a Florence del brazo y la sentó en sus piernas.

- No quiero estar cerca tuyo con esa apariencia. Me recuerdas lo que he hecho ayer. – Pero Snape aun seguía riendo y le pasó un brazo por detrás a Florence.

- Verás que hoy, todos ellos van a amanecer enredados. Dejé a Evans en cama durmiendo, le borré los recuerdos y le inserté otros más, fue difícil, pero no imposible. Nadie se dio cuenta, fui tan sigiloso, y en tal caso, quedará Black como inculpado.

- No fue muy útil, no averigüé que se trae la pandilla de Potter entre manos

- No importa ahora ¿Sabes? Me gustas más que estés así, no te soportaba con la apariencia de esa sangre sucia. – Le dijo Snape al oído muy confidente, mientras Florence sentía que se le erizaban los pelos de la nuca, aunque tuviera apariencia de Black, el tono arrogante de su voz le sonaba como la de Snape, al igual que la forma de mirarla y la forma de posar sus manos en sus piernas de una manera inocente, no podía contenerse, luego cerró los ojos y se recostó en su hombro. Snape parecía una fiera  hambrienta y no tardó en seguirle el juego, hasta acercase y besarla. Pero en un instante él se detuvo.

- No, espérate, creo que han pasado muchas cosas. Debo irme. – Dijo Snape sacándosela de encima y dejando a Florence con ganas de seguir en los mismos juegos de siempre. Florence subió su baúl y descubrió a todas sus compañeras durmiendo aun.

            El efecto de los chismes se hizo sentir, Lily Evans aun no entendía porque la gente decía que se había besado con James.

- James, yo no he llorado por ti. – Decía Lily mirando a James raro.

- Mi caramelo tropical, yo se que me amas. No hace falta que me lo digas – Dijo James abrazándola y ella lo apartó como siempre.

- Volvemos a ser como antes.

La Profesora Mc Gonagall llegó a la mesa y llamó a Black

- Me siento indignada, Sr. Black, me han dicho que lo han visto salir del dormitorio de las chicas de tercero.

- ¿Yo? Yo estaba dormido, no se de que habla. – Dijo Black desconcertado, mientras Snape le sonreía con sorna desde la mesa de Slytherin.

- No se haga el tonto, usted es un dolor de cabeza para mi – Dijo Mc Gonagall – Usted le agrada quebrantar las normas, ya verá, queda castigado por 2 semanas. Que no se vuelva a repetir.

- Yo no he ido al dormitorio de las chicas. – Decía Sirius sorprendido.

- Si fuiste, yo te vi salir – Dijo Felicia llegando y llorando - estabas mirando a Lily. Perverso. Ojalá te castiguen todo el año. ¿Qué hiciste con mi carta?

- Yo no he hecho nada – Sirius estaba sorprendido y James también. – No se de que hablas.

- Profesora Mc Gonagall, ayer James entró al dormitorio y nos robó nuestros diarios y una carta personal. – Dijo Ruth.

- ¿Yo? – James no sabía nada. – Es mentira.

- Ayer estuviste en el dormitorio de las chicas a buscar a Lily, te vimos! – Dijo Felicia gritándole.

            Mientras en Gryffindor todos estaban desconcertados, en la mesa de Slytherin todos reían y Florence sonreía discretamente con Snape. La aventura había resultado, no tal como querían, pero si de gran magnitud, mientras que en la mesa de Gryffindor

- Potter, Black. 50 puntos menos a cada uno. Vengan a mi despacho, esto que le han hecho a sus mismas compañeras no tiene nombre.

En menos de una semana, una copia de la carta hecha por Felicia, empezó a circular por todo el colegio. Las pocas veces que Florence la vió, fue huyendo de las risas de los otros estudiantes. Sirius desmintió haberle dicho a Felicia que la amaba, y con eso remató su fama de mentiroso y James no se explicaba porque los diarios de las chicas habían aparecido en las manos de Berta Jorkins, la chica más chismosa de Hogwarts.

- Atkood, ¿qué pasa? – Dijo Florence luego de pociones - ¿aun quieres que Black te mira como me mira a mi? – Felicia le volteó la cara con odio.

- Me las pagarás, Harrington. Estoy segura que tu tuviste que ver en esto.

- ¿Yo? – Florence puso cara de inocente. – Jamás. Yo estaba en mi casa.

            Black se sentía avergonzado por todo y lo primero que hacía al ver a Felicia era salir huyendo, si los veían juntos los iban a molestar. Mientras que James…

- Lo se, mi amada. Me necesitas tanto como yo. Aquella noche… - Dijo James detrás de Lily.

- No se de que me hablas. – Dijo Lily algo alterada.

- Si, lo has querido borrar de tu memoria. Pero yo puedo hacer que se repita.

- Puedo ser hija de muggles, pero no soy tonta. Deja el fastidio y vamonos a clases. – Lily lo ignoró y sujetó firmemente sus libros.

            Las cosas eran normales de nuevo, si se pueden decir. Florence no lo consideraba lo sucedido como una venganza, pero si como una lección. No hubo más percances ese año. Al llegar a su mansión en vacaciones, se dio cuenta que sus padres estaban agitados, ese año sus padres se sentían atemorizados ya que había surgido un mago Tenebroso llamado Voldemort… el mismo que era amigo del padre de Snape, que mataba a muchas personas y parecía cruel, su especialidad torturar muggles junto a los mortífagos, Florence recordó como el padre Snape hacia lo mismo. Por primera vez veía a su familia asustada, ella no vio el problema real, pero tampoco dijo nada sobre lo que Snape planeaba, fue un momento difícil, debido a los constantes sermones de su padre y su indiferencia. Lo peor fue la noche en que llegó una carta con sobre negro