Lo abrazó y en menos de un segundo besó sus labios, y eso hizo que Snape cayera. Luego de unos segundos se separaron.
- No se cual es la gracia de todo eso. – Dijo Snape alejándose pero con una sonrisa.
- Ahora si puedes irte con tus amigos, te veré luego. ¿No? – Florence se dirigió a recoger sus libros, cuando salía un grupo de Hufflepuff de 7mo año.
- Nos veremos en clase. Harrington – Dijo Snape. Pero una alumna de cabello marrón y rellena venía riéndose con sus amigas. Era Bertha Jorkins, la chica más chismosa que haya pisado Hogwarts jamás, le gustaba chismear las últimas noticias en el plano sentimental de los estudiantes y Florence vio en ella, algo que no le gustó.
- Vaya, 50 puntos menos para Slytherin por culpa del idiota de Snape, y aun no sabemos porque – Dijo Eileen en la sala común con las otras chicas.
- Nunca lo sabremos, será más difícil sacarle información – Dijo Morgana contando sus pergaminos.
- Es una lástima, bueno nos podremos recuperar en Quidditch. Si Florence hace bien su trabajo – Dijo Dana comiendo una tarta, era raro verla sin alguna golosina al lado.
- ¿Harrington? – Morgana miró con malicia – Ella sabía algo. No me quiso decir, algo se trae entre manos.
- ¿Florence? No creo, me hubiera contado. Soy su mejor amiga. – Dijo Eileen mirando extraña a Morgana.
- Si Jordan, sigue creyendo eso. Harrington es una mala sangre que nunca tiene amigos verdaderos. – Dijo Morgana leyendo un pergamino viejo
- Tu no tienes verdaderos amigos ¿Algún día le dejarás de tener envidia a Florence? – Dijo Eileen
- No veo que podría envidiarle a esa…
En ese momento fueron interrumpidas por Charlotte Williams, una chica de 7mo año que venía corriendo.
- Oh, adivinen de que me he enterado de boca de Bertha Jorkins – Dijo la chica sin aliento.
- ¿Qué pasa? – Dijo Morgana - ¿No nos traerás chismes de los fresas de Gryffindor?
- No, es de Slytherin. Dos Slytherins de su año, Bertha los vio besándose.
- ¿Quiénes? – Tara Ustinov lanzó sus libros al piso y se puso pálida.
- Adivinen. – Dijo Charlotte riéndose
- Abre la boca Williams, o desearás no haber nacido. – Morgana se levantó y cruzó los brazos de un modo enfadado.
- Bueno, parece que descubrieron a Severus Snape con Florence Harrington besándose detrás de los invernaderos.
Las chicas pusieron cara de asombro y se miraron entre ellas. Tara Ustinov respiró aliviada y recuperó su color, sonrió nerviosamente, mientras que Eileen miraba sin creerlo. Morgana estaba casi saltaba como una fiera.
- Debe ser un error. – Dijeron Eileen y Morgana a la vez.
- No es error, los vió. Y se besaron muy acaramelados, casi se quitan las túnicas y… - Dijo Charlotte con las mejillas rojas.
- Estás exagerando mucho. Yo conozco a Florence, ya me habría dicho. Ella no es de ese tipo de… - Eileen se rio – ella ni siquiera le gustan esas cosas, no sabe lo que es gustar de un chico. Por Dios, Florence jamás…
- No se, Snape es un chico muy serio y… no creo que hiciera eso. Agarraron a los más disparejos. – Dijo Morgana – Lo conozco, el jamás haría algo así. Ni siquiera trata a Harrington, la odia.
- Es mentira, yo los vi haciendo la tarea, juntos en la biblioteca. – Dijo Tara volviendo a sonreír.
- Además Snape a veces le habla a Florence – Dijo Dana comiendo un dulce de leche con gomitas mágicas de todos los sabores.
- Si, ellos se tratan. Pero de ahí a besarse, es una exageración. Podrán ser medio amigos, pero ¿ellos? – Eileen volvió a reír – Jamás, son los seres más fríos de este colegio.
- ¿Quién es el ser más frío? – Dijo Florence entrando luego de practicar Quidditch.
- Nada – Dijo Eileen volteándola a ver – Solo de un chisme tonto que anda circulando por ahí.
- ¿Qué chisme? – Dijo Florence - ¿No será la noticia de que Potter se le ha declarado a Evans?
- No, es sobre ti. Dicen que has besado al tío más horrible de la escuela y… - Eileen se calló cuando Morgana la miró feo.
- Quizás por eso lo tuteas… - Morgana se lo dijo al oído con voz de resentimiento.
- ¿Alguien me puede decir que pasa? – Dijo Florence sin entender mirándolas como si estuvieran locas.
- Bertha Jorkins te ha visto besándote apasionadamente con Severus Snape detrás de los invernaderos y dijo que casi… - Empezó a narrar Charlotte sin escrúpulos.
- Vaya, ¡Gran invento! – Dijo Florence riéndose.
- ¿No es cierto? – Tara volvió a preguntar ansiosa.
- No, realmente no. – Dijo Florence mirando a Morgana – Nunca he tenido encuentros cercanos con un chico, es ilógico que vaya a besar a Snape, ¿en medio del colegio? Pobre Bertha, debería comprarse lentes. Quizás no era yo, quizás era alguien más…
Había estado demasiado cerca esta vez, pero todos le creyeron. Dentro de 2 horas le tocaría Defensa Contra las Artes Oscuras con los de Gryffindor. Pero Florence había manejado muy bien el asunto al negarlo todo. Florence se reía al ver que tan ingenua y crédula podía ser la gente, tenía fama de ser la chica reservada o más bien quedada de Slytherin, que estaba enamorada de James Potter, cosa que Florence se cansaba de desmentir. Pero no pudo negar que el instante le causó risa y agradeció haber podido controlar sus emociones, si hubiera sido Tara hubiera lanzado algo al piso o se hubiera puesto roja como un tomate, pero no fue así. Mientras se cambiaba el uniforme recordaba la cara de Bertha, ya vería que haría.
Snape llegó enojado a Defensa Contra las Artes Oscuras y se la pasó maldiciendo. Nadie entendía porque, pero Florence supo el porque.
- La niña nos vio. – Dijo Snape de un color rosado.
- ¿Quién nos vio? – Pero Snape la mando a bajar la voz.
- Berta Jorkins, nos vio besándonos detrás los invernaderos. Yo te dije que no… - Snape calló por si acaso alguien volteaba a verlos.
- Pero…
- Le lancé una maldición y ahora serán más horas de castigo. – Snape parecía frustrado como si nada le saliera bien.
- Te entiendo – Florence volvió a mirar su libro.
- Te juro que jamás volveré a tocarte mientras esté en Hogwarts. Nada me sale bien. – Snape pasó la página del libro mientras tenía un tic en la mejilla.
- Mejor me voy al lado de Eileen, se cuanto perjudico tu imagen pública. Odioso pedante infeliz – Florence se fue dándole la espalda y volteándole los ojos. El chisme no se había extendido, quizás porque a nadie le importara que hicieran ellos o porque habían noticias mejores como…
- Muérete James, eres un cabeza dura – Lily Evans llegaba enojada armando alboroto al Gran Comedor.
- Vamos Lily, no te hice nada. Solo fue una broma – Dijo James riéndose.
- Te odio, ojala te mueras. – Dijo Lily agitando su varita.
- ¿Lily?
- ¿Qué…?
- ¿Quieres ir conmigo a Hogsmeade? – Dijo James muy penoso.
- ¿Cómo? ¿Te intentas burlar de mi? – Dijo Lily Ofendida
- El hecho de que seas una sabelotodo algunas veces no impide que me caigas bien y que me de cuenta que eres una mujer.
- Demasiado tarde, no te soporto. – Lily salió enojada con sus libros y su cabello tan rojo como su cara.
- Lily es que tu me gustas, mujer, cuando lo vas a entender, te lo dije esta mañana. - James se quedó paralizado y fue tras ella. Esa era la mejor noticia, James Potter, el rico Potter estaba tras la pista de la sangre sucia de Evans públicamente y esa actitud de Lily, indicaba que estaba acertando. Las palabras de Snape fueron de "Tal para cual", el chisme de James y Lily había resultado más interesante y palpable para los alumnos que un chismorreo cotidiano de Bertha Jorkins sobre un chico gótico y la mejor alumna de Slytherin, simplemente no creo que a nadie le importara.
Florence le había dejado de simpatizar mucho James luego que se enterara de la broma que su grupito le habían preparado a Snape, no se volteaba a saludarlos ni en ocasiones especiales, en los partidos no hacia más que mirarlos más que de una mala manera y se encargaba de hacerlos perder.
Pero el chisme de su beso con Snape, había corrido, pero curiosamente la gente no se lo creía, decían que eran invenciones de Bertha, ya que públicamente los dos habían sido vistos juntos pocas veces y una de ellas fue cuando Snape le cortó el mechón a Florence. Eso no podía considerarse como comprometedor, a primera apariencia los dos no pegaban como pareja y quizás la gente no le importó mucho este rumor.
Florence buscadora del equipo, una niña aparentemente normal, tranquila y con su mejor amiga Eileen, con una conocida enemistad con Morgana Zewell amiga de Snape y de su pandilla. Además todo el mundo decía que a Florence le gustaba James por algo que nadie recuerda, aunque nunca fue cierta tal cosa, esto le trajo muchos problemas. Contrario a ella, Snape, malevolo, cruel, orgulloso y pedante, conocido por saber artes oscuras y conseguir problemas en un 2 x 3, estar enemistado con James Potter y nunca haber sido visto con una chica…
¿Por qué su amistad con Severus eran tan oculta? Quizás los únicos que sabían que eran medio amigos eran la pandilla de Gryffindor y quizás Eileen. Lo de su desliz amoroso nadie lo sabía aparte de Bertha(pero nadie le creía), ni siquiera su mejor amiga sabía y eso algunas veces le resultaba beneficioso, mejor era guardarse algunas cosas a los demás.
Pero entre otras situaciones, las cosas también se pusieron difíciles en torno a Voldemort, los sucesos de asesinatos eran comunes todas las mañanas en el Profeta, pero los cosas siguieron su curso. Florence cada día se fortalecía y era un de las mejores estudiantes, tanto de estudios comunes y como de artes oscuras, haberlas estudiado tanto había hecho que ella las artes prohibidas formaran parte de ella, era un poder desconocido que la tomaba poco a poco, un poder que no muchos podrían controlar, las artes oscuras habían tomado quizás su mente también, insensibilizándola ante el dolor ajeno y quizás al propio dolor mismo. Pero algo que no había cambiado era su interés y atracción por Snape, lo veía como su complemento en todos los aspectos.
- ¿Qué piensas? – Eileen abordó a su amiga mientras acariciaba a su ratón. – Te veo muy soñadora.
- Nada, solamente pienso en el futuro. ¿y tu?– Dijo Florence en pijamas.
- En quien más voy a pensar. En mi futuro novio, Remus Lupin. – Eileen le mostró un pergamino con corazones.
- No piensas más que en chicos. ¿Por qué no buscas acercarte a Lupin?
- Me mandaría al cuerno. El se ve tan… inteligente y serio. No creo que pueda, me derretiría. En cambio tú, eres tan desinteresada, no te gusta nadie, eres muy cerrada… Eres tan inocente que a veces aburres.
- No lo soy, Eileen. – Florence arrugó la cara.
- Si lo eres. Nunca me has dicho que te guste alguien. No eres como las otras chicas.
- En eso si aciertas, no soy como la demás. ¿Sabes una cosa? Es bueno que pienses que soy una chica inocente. – Florence se peinaba su azabache cabellera.
- ¿Por qué? - Eileen
- Porque es la verdad. – Florence le sonrió y lo dijo de manera irónica – No entiendo de esas tonterías, es demasiado para mi y no tengo experiencia en chicos. Pero sabes… soy feliz así.
- No tienes que tratarme con ironía. – Dijo Eileen dejando de sonreír – Ya verás que cuando te enamores no podrás ocultarlo. Me dirás como fue tu primer beso y compararemos resultados – Eileen le sonrió.
- Quien sabe, no cuentes con ello. – Florence cerró sus cortinas y se fue a dormir.
Otro año concluyó luego de una alocada aventura, Florence regresó a casa con uno de los sirvientes de su padre. Al tomar su equipaje en frente de su casa en vacaciones al llegar a casa, descubrió a su padre gritando como loco a unos señores, al parecer los partidarios de Voldemort, que cada vez eran más lo habían intentado atacar, no tuvo tiempo de notar que su hija había llegado.
Su madre la recibió muy cariñosa y sus hermanos también estaban, pero casi no los podía reconocer eran bastante grandes y estaban cambiados. Ralph era bastante mayor, tenía 26 años y ya estaba casado con una hija, Tim venia de visita, aunque se había establecido definitivamente en Venecia, pero Kyle vivía en Londres cerca de la mansión Harrington. Florence se sintió extraña en la cena, notó por primera vez lo diferente que era ella a los demás, sus hermanos iban por las líneas del bien y siempre colaboradores, sumisos a las ordenanzas de su padre, pero ella no… era en cierto modo la rebelde o la oveja negra de la familia.
- Florence has llegado, ¿cómo te ha ido en el colegio? – Preguntó su padre muy formal y frío como acostumbraba.
- Termino normal – Dijo Florence bajando la mirada.
- Fue la mejor estudiante de su curso – Dijo su madre muy orgullosa.
- Vaya, algo bueno ha de haber salido de Slytherin luego de tantos años. – Dijo su padre muy irónico.
- Me agrada tu punto de vista – Florence le siguió la corriente y sus hermanos rieron, luego de tantos años, todos volvían a ser una misma familia, pero nunca sería como esos dichosos años en que salía a jugar al patio con sus hermanos luego de la cena, era todo tan diferente ahora. Aunque a su vez extrañaba su colegio, quizás no a Morgana o a los Profesores, pero extrañaba a sus dos únicos amigos por separado. Eileen Jordan su fiel compañera y Severus Snape, con una personalidad única y siniestra para muchos. Ese verano pasó rápido y una mañana recibió una carta de Eileen.
"Feliz Cumpleaños. Hola amiga, me alegra saludarte, pero a al vez me entristece saber que no podré estar allí, no te había escrito porque estoy en el Hospital San Mungo, estoy algo decaída y enferma, aun no se que me ocurre y mi familia tampoco. Te envío mi regalo un gran libro en su segunda edición "Historia de Hogwarts". Espero verte pronto, no me vengas a visitar, no quiero que me veas así. Eileen Jordan"
En el paquete venía una foto mágica, había sido tomada apenas salir del colegio. Estaba Eileen sujetando a "precioso", su madre Laura con una túnica pastel y su hermano mayor Scott, estaban en la casa familiar. Florence guardó la foto en sus cajones. Mientras se levantaba, aún estaba en pijamas, había cumplido 15 años, se levantó de su cama y aun recordaba lo que estaba soñando, soñaba que había tenido una hija. Pero no recordaba más, muy sonriente se levantó y vio su cabello en el espejo, era tan negro como siempre y su cara afilada. En su cuello brillaban los ojos del dragón de su medallón, fue cuando empezó a quemarle, lo tocó y salió disparada hacia la cama atrás, quedó boca arriba y un humo denso empezó a llenar el cuarto, se levantó rápidamente y vio delante de ella una figura encorvada.
- ¿Usted quien es? – Dijo la chica asombrada por tal cosa.
- Eso mismo me pregunto yo, ¿quién ha despertado mi sueño legendario? – Dijo la anciana delante de ella.
- ¿De dónde ha salido usted? – Dijo Florence llena de curiosidad.
- Bueno, yo vivo allí – dijo señalando el medallón de dragón – Creo que ya recuerdo, tu debes ser Lauren.
- Soy Florence – Dijo ella muy asombrada.
- ¿Florence? Jamás oí de ti. – Dijo la anciana sentándose en una silla.
- ¿Y usted…?
- Soy Dainara Arrieta Lindsay Marie Harrington. Morí hace… 30 años.
- ¿Usted es la abuela Marie? – Dijo Florence fascinada. – Mi padre siempre contaba grandes historias de usted. Nunca la conocí, pero me pareció asombroso.
- ¿Si? ¿Quién es tu padre? – Dijo la anciana.
- Mi padre es Donald, mi madre es Janice. ¿Los recuerda? – Dijo Florence acercando al espectro que se hacía más corpóreo.
- Claro, la última que me invocó fue Janice, la esposa de mi nieto Donald. Quiere decir que soy tu bisabuela… Creo que aun no sabes, sobre las funciones del collar de la familia.
- No, creo que no. Simplemente mi madre me lo entregó y dijo que había estado durante varias generaciones en la familia…
- Oh mi niña, es mucho más que eso. Este collar es tan antiguo como Hogwarts, claro… nuestros ancestros lo fabricaron y tiene poderes mágicos, magia muy antigua. Desde entonces se ha transmitido de generación en generación, siempre a las mujeres de la familia, las hijas se los pasan a sus hijos, o a los sobrinos, mientras lleve el apellido Harrington. Los poderes mágicos se van descubriendo poco a poco, luego de varios años. Si me invocaste sin saber es una señal de que ya estás preparada para saber todos los secretos.
- ¿Cuáles son esos secretos? – Dijo Florence muy curiosa.
- Bueno, debes descubrirlos tu misma, pero uno de ellos es la capacidad de… vivir dentro del medallón.
- ¿Vivir? ¿Cómo se puede vivir dentro de un medallón? ¿No es un lugar un tanto pequeño? – Dijo burlonamente Florence mientras la anciana la observaba con atención, sus pequeños ojos negros estaban fijos en ella.
- Como sabes… Es magia avanzada, puedo vivir en este medallón, bueno… solo mi alma y un espectro de lo que fue mi cuerpo al dejar de vivir. Cuando morí, antes de que mi alma se perdiera me vine a vivir acá, realmente no estoy muerta, mi cuerpo se descompuso pero mi alma sigue tan viva como siempre, si consiguiera un cuerpo podría volver a la vida, pero se necesitaría magia negra avanzada y sería muy peligroso…
- ¿Magia negra? – Florence le brillaron los ojos.
- Si, pero no te metas con eso, no te hará nada de bien. Olvídalo, aquí vivo mejor, es como un sueño eterno, hasta que algún día me toque partir a mi destino final como a todos los demás y alguien tome mi lugar como protector del medallón.
- Vaya, no se preocupe. Yo se de artes oscuras, podría volverla a la vida, a mi padre le encantaría…
- No, no lo hagas. Veo que no has sido una chica buena este año, has hecho cosas que no debes… maldiciones prohibidas, ¿quizás?
- Si, pero no lastimo a nadie, solo hago lo que considero correcto.
- ¿Mandar a la enfermería a una chica por insultarte te parece correcto? – Preguntó su bisabuela con mirada sabia.
- ¿Cómo lo supo?… No fue justo, me insultó terriblemente, insultó a mi familia. Nos llamó patanes con dinero. – Florence estaba que temblaba.
- Oh, simplemente debes aprender a controlarte. Algún dia todos te van a huir por haberte creado fama… soy vieja, pero la vida me ha enseñado sabiduría. Mi esposo fue ministro de magia y la gente lo difamaba, ¿Qué hice yo? Nada, seguí viviendo feliz.
- No tengo esa capacidad. Todos merecen lo que se han ganado.
- ¿Tus padres se merecen una hija tan rebelde? Me imagino que lo eres…
- Mi padre no me quiere, desde que estoy en esta casa por vacaciones escolares me trata mal, me limita, la soy un estorbo… Solo porque estoy en Slytherin, todo cambió desde que el sombrero me puso en Slytherin.
- No importa donde estés hija, lo importante es que decidas hacer con tu vida… - La anciana se desvaneció al igual que el humo. Había sido una gran charla para haberse tratado de sus 15 años. Su familia estaba acostumbraba a hacer fiestas elegantes por cualquier ocasión, pero su cumpleaños no fue motivo suficiente para ello, aunque realmente a Florence no le importaba eso, quería salir lo más rápido de su casa y decidir por fin que hacer con su vida. La comunicación con sus padres estaba peor que nunca, apenas si los veía a la hora de comer y antes de dormir cuando por casualidad se tropezaban, pero todo el esfuerzo hecho por su madre de acercarse se veía opacado ante el sermón fuerte del Sr. Harrington, justificando su dura actitud como "disciplina para enderezar el árbol torcido". Nunca se había sentido tan mal, pero no iba a ser siempre así, hubiera vendido su casa entera a extraños con tal de conseguir esa ansiada felicidad, pero no sabía aun donde estaba su felicidad…
- Hija, adiós. Recuerda escribirnos. – Dijo su madre despidiéndose de ella en King Cross
- Florence ya sabes, no quiero quejas por parte tuya, o si no…- Dijo su padre.
- Tranquilo papá si asesino a alguien con la maldición imperdonable, no te lo diré, estamos de acuerdo de que mi vida para ti es un desperdicio, no espero que me comprendas. – Dijo Florence en el tono más seco. Tomó su baúl y subió a un compartimiento, allí vio a sus padres en la ventana, los saludó de manos y se sentó cuando el tren comenzaba la marcha.
No vio a Eileen en todo el viaje, esto le extrañó mucho, lo último que había sabido de ella era que había ido a América, unos famosos médicos brujos iban a revisarla, no se sentía muy bien, pero no creía que su malestar hubiera llegado a tanto. Empezó una fría lluvia y en su aburrimiento se quedó dormida, soñaba con prados verdes y cielos azules, vio a una niña pequeña, era su hija, cuando un trueno la despertó, eran extraños los sueños que tenía en los que relacionaba tener una hija pequeña. Cuando despertó había alguien frente a ella, era Lily Evans.
- ¿Qué haces aquí? – Preguntó Florence acomodándose.
- Hola Harrington, ¿ya vienes al vagón?
- ¿Qué vagón? – Florence no entendía nada de aquello.
- Los prefectos vamos en el vagón principal, me extrañara que no fueras.
- ¿Prefectos? – Florence aun no caía en cuenta.
- Fuiste seleccionada como Prefecta de Slytherin, por tu rendimiento y considerando a tus demás compañeros, posees disciplina. Creo que no te dijeron.
- No, nadie lo mencionó.
- Debe ser por el cambio de jefe de casa… - Lily se levantó.
- ¿Cambiaron al jefe de casa?
- Si, descubrieron a Blaise haciendo algo indebido, pasando información al bando de Voldemort. El nuevo jefe de casa es Francois Spencer, de seguro no sabe aun mucho como funcionan las cosas aquí.
- Lily, ¿Puedo rechazar el puesto? – Dijo Florence
- Si, pero privarías a tu casa de tener más participación en el consejo de prefectos. ¿Y bien?
- Vamos. – Florence iba a tomar su baúl, pero Lily la detuvo.
- Déjalo allí, luego se encargaran de tu equipaje, debes venir ahora mismo, pero eso si bien cambiada. Te entregaremos tu insignia, como eres nueva.
- ¿Quién aparte de mi será prefecto también? – Florence aun no se creía esa suerte.
- Bueno…el profesor Francois estaba pensando en…Tara Ustinov.
Las dos chicas salieron al pasillo hacia el primer vagón, unos chicos de Slytherin pasaban por allí, incluso pudieron ver a la pandilla de Slytherin, allí estaba Snape. Florence no lo miró y siguió de largo, no tenía palabras para intercambiar con aquellos chicos. Al llegar al vagón vio a varios alumnos reunidos, unos de sexto año, otros de quinto año, y otros de séptimo, de todas las casas con una insignia de prefecto.
- Ya he regresado, aquí traigo a Florence Harrington. – Dijo Lily sonriendo con su dulce cara a los demás. Florence vio a Tara Ustinov, la chica de cabello platino y de origen ruso sentada al final muy sonriente, pero no podía tomar como aprobatoria la mirada de los demás prefectos de las otras casas. Florence pasó de largo luego de saludar formalmente y se sentó al lado de la ventana.
- Toma tu insignia – Dijo Mundungus Fletcher de Ravenclaw, un chico de ojos vivarachos. – La debiste haber recibido hace tiempo, pero con el conflicto que hubo en Slytherin…
- Bien, ¿hay algo que debo saber? – Florence se puso la insignia.
- Bueno, todo está en el "código de Honor del Prefecto" –Lily Evans le aproximó un libro en cuero marrón hacia ella que tenia su nombre inscrito en letras doradas "Florence M. Harrington". – segundo, esta noche te tocará llevar a la sala común a los alumnos de primer año de tu casa, debes hablar con el profesor Spencer para que le diga cual es la clave de su sala común. Tara esto también va para ti.
Las dos chicas asintieron, el cielo estaba oscuro, los prefectos quedaron hablando de cosas que habían hecho el verano, Florence se limitó a escuchar, no iba a revelarle a todos los prefecto de Hogwarts que estaba peleada con su padre ni mucho menos que había descubierto el secreto del medallón familiar.
- ¿No te parece genial? – Dijo Tara con una sonrisa.
- Si, quizás… no lo tenía planeado en mi agenda- Dijo Florence de mala gana.
Al llegar al Castillo no tuvo tiempo de sentarse en la mesa de Slytherin, preguntó por el profesor Spencer y descubrió al profesor. Era un hombre de treinta o menos, muy sonriente, de cabello rubio y ojos color miel, llevaba una túnica color naranja chillón y su cabello lacio hacia atrás, era delgado y su sombrero color amarillo lo hacía ver como a un muñeco muy grande.
- Profesor Spencer, soy Florence Harrington. La nueva prefecta, ella es Tara Ustinov… ¿Cuál es la contraseña de la sala común?
- Hola niñas, me agrada saber que hayan aceptado el reto de ser prefectas. Como no tenemos tiempo de charlar mucho, iré al grano. La contraseña es "Flores de Lavanda", realmente tome inspiración luego que le hice algunos cambios a su sala común. – Dijo el profesor muy sonriente
- Bueno, lo tomaremos en cuenta. – Florence regresó al gran comedor, Eileen no estaba, eso significaba que aun seguía enferma. Se sentó y esperó hasta que el profesor Dumbledore hablara, en efecto Francois Spencer era un mago que venía de América y tenia familia en Francia como su nombre lo indicaba, luego de ese gran banquete Florence se iba a desempeñar como prefecta, dirigiéndose a los de primer año, los guió por las mazmorras, vio la pared con la grabación de la serpiente de piedra, al pararse en frente dijo la contraseña.
- Ahora verán por primera vez la sala común – Dijo Florence mientras el muro se abría. Al entrar por delante se quedó boquiabierta con lo que vió, la sala común en las mazmorras parecía cualquier salón para tomar el te y estaba totalmente cambiado, unas cortinas rosadas con flores estampadas, contrastaban con la chimenea que crepitaba en un fuego calido, las mesas de la madera más cara y con el mejor barniz, las sillas con forros de terciopelo rojo y un gran florero de muchos colores, con muchas rosas rojas, en las paredes se encontraban retratos de paisajes con flores, otro retrato de una pareja con vestiduras floreadas de la época medieval y otro retrato de un jarrón de flores encima de la chimenea, y remataba una gran alfombra en el centro… con forma de flor. Realmente esta no era la apariencia normal de la sala común, fría, hecha de piedra, oscura y con estandartes verdes y plateados por las paredes de la casa de la serpiente, pero al parecer nadie le había informado a Spencer que a la gente no le gustaba ver tantas flores juntas. Florence se quedó paralizada, mientras los alumnos de primero miraban muy curiosos y otros de grados superiores empezaban a reir. La pandilla de Snape se adelantó y miró con desprecio la nueva decoración, Morgana se echó a reir muy sarcástica
- Vaya, ¿el hecho de tener a Harrington de Prefecta implica tener la decoración habitual de su casa? – Todos soltaron carcajadas y Florence le dedicó la primera mirada no amistosa del año y mandó a los alumnos a sus habitaciones, se sentó en uno de los sillones y aun alguien quedaba en la sala mirándola, era Snape
- No me dijiste – Dijo Snape muy peligroso.
- No fui yo, yo no soy decoradora mágica – Dijo Florence levantándose, pero Snape la empujó y volvió a sentarse.
- No me refiero a eso, me refiero a esto – Snape tocó su insignia de prefecta y la miró de nuevo.
- Yo tampoco sabía, me informaron en el tren. Lily Evans me avisó…
- Felicidades, ahora serás amiga de la pandillita de Potter y de los sangre sucia – Snape volteó para irse.
- ¿Cuál es tu problema?
- No me hables con ese tono. Eres prefecta, pero no tengo inconvenientes en mandarte a la enfermería de una forma horrorosa. Ahora que tienes el poder, te has olvidado de tus… amigos
- No me amenaces, ahora soy prefecta, pero no me olvidado de nadie – Florence salió hacia el pasillo de las mazmorras, pero Snape la seguía.
- Ni siquiera te importó que tu amiga Jordan no esté…
- Eileen está enferma, no pensé que sería tan grave, no he olvidado a mis amigos yo creo que no fui yo quien olvidó escribirle a sus amigos en verano.
- Si te refieres a mi, debo decirte que me pediste que no te escribiera por evitar problemas con tus padres.
- Veo que desde que me alcanzaste quieres buscar una excusa para pelear conmigo – Dijo Florence entrando con él en una mazmorra apartada del pasillo principal, y luego cerrando la puerta.
- Cállate. Por supuesto que no, ni siquiera me saludaste hoy. – Dijo Snape con voz de estar ofendido pero con una nota inquebrantable de orgullo.
- No lo hice porque desde que me enteré de todo esto, no he tenido tiempo hasta ahora, ¿está claro? – Florence le dio un empujón de la rabia, pero Snape se mantuvo firme.
- Te voy a enseñar a tener tiempo – Snape la sujetó y el primer impulso que sintió fue inmovilizarla, pero luego se le ocurrió besarla contra su voluntad, pero Florence no se resistió mucho, aunque lo tuvo que dejar pronto.
- Debo irme, si te veo merodeando por ahí te quitaré puntos. Volveré luego de que me reúna con los prefectos.
- Te esperaré aquí, ¿no tienes algún problema? – Snape la inspeccionaba con la mirada mientras ella sacudía su larga cabellera negra.
- No, no hagas ruido. Alguien se podría enterar de que estuvimos aquí.
Luego de regresar de su reunión de prefectos Florence se quedó en la mazmorra con Snape hasta las bien avanzada la madrugada, hablaban y reían un poco de todas las cosas que habían pasado, muchos ratos de diversión que habían ocurrido a Snape al intentar pasarla bien sin hacer magia, luego cada uno se fue a su habitación.
Eileen no llegó a Hogwarts ni tampoco escribió ninguna carta, pese a las numerosas lechuzas que Florence le mandara, por lo cual entre sus deberes de prefecta y sus ratos para hacer los deberes, Florence se sentía sola. Morgana no se cansaba de decirle cosas feas y Snape apenas se la pasaba con ella.
Por su parte el nuevo profesor jefe de casa, era de lo más inútil. No sabía calmar los ánimos, todas sus palabras eran desatendidas y no hacía más que pensar en… Flores. Sin duda Francois Spencer fue un dolor de cabeza para más de uno. Primero con la decoración de la sala común y luego por sus órdenes extrañas:
- He reunido a toda la casa Slytherin en la sala común para una sola cosa, prefectos vengan para acá…
- Si, ¿que quiere? – Dijo un prefecto de 7mo año olvidando los buenos modales que quizás nunca supo.
- Bien, veamos si están aquí mis prefectos, Ustinov, Harrington, Melbourne, Newman, Vernt, y claro mi gran amigo Scrawl. La razón de esta reunión es para discutir algunas cosas importantes. – Dijo el rubio sacando una libreta de flores – Podríamos remodelar las mazmorras en un trabajo de equipo, junto con sus compañeros, tenía pensado pintar un mural mágico sobre la más reciente obra de arte jamás pintada en París "La Rosaleda".
- Si me permite – Intervino Snape tajantemente con voz suave – Somos una casa diferente, nuestro símbolo es la serpiente, simboliza la ambición y astucia, grandes determinaciones y nuestro espíritu aventurero, usted no puede destruir todo esto para pintorrear una vulgar pintura de flores y malezas.
- ¡Niño mío! – Exclamó Spencer ofendido – No digas estupideces, no son solos flores y malezas vulgares, es un cuadro histórico, segundo no hay que negar que las mazmorras necesitan un cambio, son muy frías y huelen raro. Necesitamos más energías positivas si queremos ganar la copa de las casa, debemos dejar que las energías fluyan y así de oscuro y macabro no lo vamos a lograr.
- No es eso, no nos gusta esa decoración – Dijo Morgana sin pelos en la lengua.
- Pero… - Luego de una gritería, un jaleo, varias maldiciones e insultos, los alumnos empezaron a ponerse impacientes y el Profesor no hacia nada más que tratar de convencerlos, Florence nunca había visto tanto desastre junto, parecía una fiesta formal irrumpida por una turba de bandoleros; debido a que la elegante sala de tomar te que se había transformado la sala común contrastaba por las caras enfadadas de los jóvenes con túnicas negras. A todas estas Snape llevó a Florence a un lado, y juntos se fueron a hablar juntos a la biblioteca…
- ¿Cómo va el Quidditch? – Dijo Snape en la biblioteca Florence que terminaba su tarea de Herbología.
- Correctamente, el buscador de Gryffindor es una broma, nada más lo miro y sale de mi trayectoria y puedo alcanzar la snitch sin problemas.
- Jim Farray, un idiota tipo Potter, aunque no ha tenido tanta suerte en el Quidditch. Deberian poner a Sirius Black, así sería más fácil. – Dijo Snape sin mirarla escribiendo en un pergamino. – Nada más de verte se caería de la escoba para admirarte.
- Estoy preocupada – Dijo Florence empujando el pergamino hacia un lado.
- ¿Se puede saber el motivo? – Snape la miró instantáneamente.
- Eileen, aun no se nada de ella. No ha contestado mis cartas, no tengo manera de saber de ella.
- Eso… - Snape chaqueó la lengua y siguió viendo su pergamino.
- Nunca se había enfermado tanto. Es mi mejor amiga, la única persona que tengo…
- ¿Desde cuando soy un retrato? – Dijo Snape muy ofendido.
- Corrección, es la única persona que tengo y que además no le avergüenza de estar a mi lado frente a los demás, tú estás a mi lado a escondidas.
- Siempre me lo reprocharás… - Dijo Snape sonriéndole. – Verás que cuando salgamos de aquí, seremos tu y yo. Juntos en todo, tu y yo contra el mundo.
- ¿Tu y yo? ¿Es que acaso has pensado que haremos cuando salgamos de aquí? – Florence dejó lo que escribía
- No se tú, pero yo lo tengo pensado. Ese Lord me necesita, junto a mis amigos. Tú puedes venir conmigo.
- ¿Ir contigo? Tus amigos estarán allí, ¿iré con calidad de caldero o de alfombra?
- No seas imbécil, irás como una compañera y fiel ayudante, podría asignarte una misión a ti también, calmaría nuestros deseos de practicar artes oscuras, saciaría nuestra sed de torturar muggles, nos dará todo lo que necesitamos, y bien mi florecilla oscura, ¿aceptas?
- Severus, aun tengo mis dudas, mi bisabuela me ha aconsejado no seguir ese lineamiento, es algo indebido. – Florence interrumpió su discurso cuando Snape se le acercó.
- ¿Indebido? – Le dijo casi en susurro - ¿No es indebido lo que tu familia te ha hecho? Indebido, nadie sabe lo que es indebido. No hay bien ni mal, solo quienes pueden tener el poder y los que son demasiado débiles para asumirlo. Así es la vida, gana el más fuerte y el más astuto, ahora somos débiles, pero con él nos tornaremos aún más fuertes de lo que nunca imaginamos.
- Suena muy oscuro, yo no quiero torturar muggles.
- Ya te pasará, cuando aprendas todo lo que yo se, te quedarán tantas ganas de torturar que serás tan mala y venenosa como una hiedra.
- No quiero ser una hiedra…
- Es lo único que queda bueno en ti, creer que eres buena. No lo eres…
- Quiero…
- No sabes lo que quieres Harrington, este es mi camino, no hay intermedios, si o no…
- Puedo sacrificarme por ti, pero ¿tú te sacrificarías por mí?
- Desde luego, para eso somos amigos… - Snape sonó tan frío como una piedra, juntos volvieron a la sala común y descubrieron que los demás habían seguido la discusión en el Gran Salón, junto con el director.
Florence miró el fuego de la sala común al regresar pensativa, estaba vacio y se sentó al lado de la chimenea en el piso. Muchas cosas pasaban por su mente.
- ¿Qué piensas Harrington? – Dijo Snape sentándose al lado de ella.
- Ves todo tan perfecto ¿no? Tengo miedo, quizás nunca podremos estar juntos. Yo y mi familia, tú y tu pandilla.
- Tu familia no importa y mi pandilla mucho menos, mi pandilla comparte conmigo las mismas aficiones, artes oscuras y romper las reglas. No necesito a nadie realmente, quizás a ti en algunas cosas. Solo me importa mi bienestar y el tuyo. – Snape sonaba muy profundo pero muy rígido sin mover un músculo.
- ¿Me necesitas?
- Si, Florence.
- Tienes una manera extraña de demostrarlo. – Dijo Florence volteándose hacia él. – Adiós, debo hacer guardia hasta las 10 en los pasillos.
- ¿Por qué lo haces? – Dijo Snape en tono alto mientras Florence iba hacia la puerta y se detenía.
- ¿Por qué hago que? – Florence no entendía.
- Te alejas de mi cuando nos logramos acercar lo suficiente.
- No es mi culpa, no lo planeo. Además prometiste no volver a poner un dedo sobre mí mientras estemos en Hogwarts. Solo que debo irme. – Florence no le dio importancia lo que había dicho su compañero, pero este se le adelantó.
- Tienes miedo, ¿verdad? Tienes miedo a acercarte a mi – Dijo Snape muy bajo.
- No, realmente no soy yo la que tiene miedo a acercarse, no tengo miedo realmente de tener intimidad con alguien, como sucede con cierta persona que estoy viendo ahora.
- ¿Intimidad? ¿A que te refieres? – Snape retrocedió.
- No me refiero a la intimidad callejera que tienen Ivan y Morgana, me refiero a la verdadera intimidad de amigos y de confianza.
- No tengo miedo, tú eres la que se aleja. – Le reclamó Snape
- Si ves bien nuestra situación, te darás cuenta que no soy yo quien se la pasa alejada. No soy yo quien tiene miedo a estar con una persona a quien amo. Tu tienes miedo de quedarte solo, y descubrir que necesitas a alguien afuera que ocupe un lugar para no sentirte tan alejado de la humanidad.
- No es verdad, te busco a ti porque confío en ti.
- No confías en mi, solo quieres poseer mi vida, imponer tu vida en la mía, quieres que yo sea tu esclava. Quieres que te siga hasta la muerte.
- Quizás… pero si confío en ti, no se porque, pero lo hago.
- Pero no te atreves a dar ese primer paso, yo te pertenezco, eso se traduce en que tú… también me perteneces. – Dijo Florence alisando su túnica.
- Enigmática, confusa, misteriosa, testaruda y caradura Harrington, por eso me caes tan bien. Me tratas a los golpes y no hay nada que produzca más placer en mi, que eso mismo.
- Siento que me estoy involucrando demasiado y me veo sola en esto, estoy perdiendo mi dominio, estoy perdiendo la cordura – Florence lo miró preocupada.
- Te lo advertí Harrington, soy un dilema para la humanidad, aquí las cosas se hacen a mi manera. Persuado a la gente de hacer cosas, agilidad y ambición para las cosas que me convienen, sin darte cuenta caíste en mi laberinto que no tiene final. Pero hay algo con lo cual no contaba…
- ¿De que hablas?
- Caíste en mi laberinto, pero yo caí en el tuyo. A simple vista muy complejo, en el fondo muy sencillo, y esa sencillez no me permite salirme de este vicio. Eres mi vicio Harrington, eres una provocación a mis vicios y eso no me agrada para nada. Quisiera a veces despreciarte y mandarte lejos, pero termino a tu lado fielmente
- Soy un vicio para ti, tu eres un mal para mí – Dijo Florence alejándose de él.
- Soy un mal necesario para ti, porque me necesitas, ¿no?
- Quisiera saber como alguien tan desagradable y frío como tú ha logrado captar mi atención de una manera inesperada.
- Hay cosas en la vida que no tienen explicación, esa es una de ellas. Estamos en el mismo barco, Harrington, nos necesitamos mutuamente.
- Es lo que los jóvenes normales llamarían atracción.
- ¿Atracción? Eso implicaría conductas instintivas y animales – Dijo Snape respirando cerca de su cabello.
- Es atracción, pero a nuestro modo Severus. No somos como ellos, somos tan iguales pero a la vez tan diferentes.
- Somos dos polos apuestos que se atraen, somos veneno que al unirse se vuelve mucho más fuerte. – Dijo Snape en un susurro declarativo.
- Hay veces que tienes extrañas maneras de actuar, pero no lo negaré, asumo las consecuencias de mis palabras: Te necesito, maldita sea. – Dijo Florence cabeceando.
- Si Morgana estuviera aquí dijera que eres realmente cursi. – Snape la miró sin expresión.
- Ella no está aquí ahora. Tienes miedo de que ellos descubran que no eres un chico malo del todo, y lo sé, tienes miedo que descubras que en lo profundo de tu corazón existe un sentimiento que ellos nunca han probado. – Florence dejo por terminada la conversación pero Snape le respondió rápidamente.
- No me conoces de verdad, te cuidarías de mí, si supieras más de mí.
- ¿Qué debo saber de ti? – Florence quería impacientarlo - Se lo suficiente. Me has amenazado desde primer año y nunca me has tocado un pelo, te he desafiado y siempre has perdido. Te dije que me mandaras a la enfermería y me besaste. – Florence no podía estar más sonriente de malicia.
- Se lo que buscas, no lo vas a conseguir de mi. No hoy – Snape fue esta vez quien quiso irse de la sala a los dormitorios, pero la voz de Florence lo detuvo.
- No podrás evadirme Severus, tu y yo sabemos lo que sucede, tenemos 15 años y entre nosotros hay una palabra que se llama "atracción". - Snape se fue hacia el dormitorio de los chicos sin decir más palabra.
Fin de capitulo
Gracias por los reivews, espero muchos más
Selene Snape: Me alegra que te guste y te parezca interesante. Aquí va otro capitulo.
