Hola de nuevo a todos ustedes, aquí les traigo mi nuevo capitulo, como verán está en clasificación R, ¿Por qué? Porque se ha subido un poco de tono y no creo que sea muy gracioso andar poniendo contenidos adultos en algo que se ha clasificado como PG-13. No es tan fuerte, y por si a las dudas…
Florence al parecer está descubriendo muchas cosas en su entorno y también su amigo Snape…
Capitulo 8Los días consecutivos, no se supo ninguna noticia de Eileen. Florence tenía días duros de práctica para el partido de Quidditch y de estudio preparándose para los TIMOS. Hasta que una lluviosa mañana ocurrió lo que dejaría hablando al resto del colegio el resto del año…
- No sabes lo especial que eres para mi – Dijo James muy sonrojado acomodándose las gafas.
- No sabes lo fastidioso que eres – Dijo Lily enojada – te gusta llamar la atención.
-… y es por eso que te agrado, lo se, amada mía. – Dijo James guiñando un ojo mientras Lily comenzó a lanzarle chispas de la rabia a James, olvidándose del código de Honor de los prefectos y cualquier regla de Hogwarts.
- Me la vas a pagar Potter, por burlarte de mi – Dijo Lily corriendo tras él.
- Te gusto, te gusto, te gusto. Lo leí en tu diario – Dijo James saltando mientras los de Gryffindor reían y los de Slytherin miraban curiosos. Entre esas Florence.
- Otra escena para ser el protagonista, Potter y sus líos – Dijo Snape de mal humor, con Florence a su lado.
- Y a ti como te encantaría estar en su lugar, siendo el centro de atención. – Dijo Florence.
- No, te equivocas de nuevo Harrington – Snape la miró momentáneamente terminándose una tostada – Estoy bien donde estoy, tanta fama puede resultar peligrosa.
- Quizás – Florence miraba a James que ahora abrazaba a Lily – Eso del amor es peligroso, ¿no? Pica y se extiende.
- Algo así – Snape se levantó y acarició dulcemente a Florence en la mejilla, cual serpiente emboba a su victima con el veneno, todo esto ante la mirada atónita de sus amigos y el resto de la casa.
- Snape ¿Qué significa eso? – Dijo Morgana soltándose del brazo de Iván, mientras este estaba atragantándose con jugo.
- Eso mismo pregunto yo – Florence estaba avergonzada frente a todos, pero no sentía enojo.
- Nada, no significa nada.
Florence no podía entender muchas cosas de su amigo y no podía comentarlo con nadie puesto que aunque Eileen estuviera, se lo guardaría. Realmente en ese momento estaba sola, ella y las artes oscuras que cada día la volvían más fuerte y quizás un poco insensible, cosa que la asustaba un poco. Nunca nadie la preparó para lo que viviría en Navidad, al rehusarse volver a casa.
- Florence, ¡vienes a casa ya! – Dijo El Sr. Harrington entrando al gran Salón una mañana, ella no supo que hacer y lo miró fríamente.
- No me iré a ningún lado, me quedaré en Hogwarts. – Dijo ella desafiándolo.
- Niña desobediente, vienes o…
- ¿o que? ¿Me vas a maldecir en frente de todo el colegio? – Florence sacó su varita y retrocedió.
- Mejor cálmate y vente conmigo, no quiero que pases la Navidad aquí.
- Me quedaré aquí, ya te lo dije.
- Quizás te quedarás, pero quisiera saber al menos a quien me enfrento – Dicho esto el Sr. Harrington levantó la voz – ¡Snape! ¿Dónde está Snape?
En ese momento todos los alumnos que se quedaban en Hogwarts voltearon, en la mesa de Slytherin Severus Snape, levantó su cabeza olvidando por un momento su desayuno.
- ¿Dónde está?
- Aquí – Dijo Snape peligrosamente acercándose a los dos.
- No eres más que un patán de primera, aléjate de mi hija. No te quiero ver más cerca de ella.
- No haré tal cosa, usted no me va a venir a decir que puedo hacer.
- Es mi hija…
- Padre, no me atormentes más. – Dijo Florence
- Muy Bien – Dijo el ya enojado Sr. Harrington – Haz lo que quieras, cuando llegue el verano te irás a un orfanato, pequeña serpiente. Si no te puedo enderezar pues te irás de mi maldita casa.
- Bótame de tu casa, y tu casa si estará maldita. – Dijo Florence.
- No me vuelvas a hablar así – Donald Harrington empuñó su bastón y se arregló su capa justo cuando la Profesora Pawson se acercaba. No dijo una palabra más.
Florence se quedó helada y seria, Snape la trató de alcanzar, pero ella huyó al bosque, aunque estuviera prohibido y aunque estuviera nevando… sería la peor Navidad de todas. No podía entender la obsesión de su padre de alejarla de todo aquello, se sentía sola y desgraciada, estaba desecha. Su propio padre la había denigrado frente a todos y eso era mucho, no supo cuanto tiempo estuvo llorando, pero al regresar al Castillo ya era de Noche, apenas quedaban algunas luces en el comedor. Bajó a la sala común, todo estaba frío y congelado por la nieve, sus manos estaban heladas.
Al entrar a la sala común vio el reloj, ya era medianoche, era Navidad y lo menos que había era paz y amor como cantaban las armaduras en sus villancicos. Subió al dormitorio y encontró a Morgana dormida, la única chica que se había quedado en su año aparte de ella. Se lanzó a su cama y no supo más de si.
Esa mañana de Navidad Florence dormitaba en su habitación. Escuchó como alguien le abría las cortinas de la cama y se levantó, era Snape.
- Severus, recuerda que este es el cuarto de las chicas, no puedes andar por aquí.
- Si, lo sé. Por si no lo sabes, se leer, Morgana nunca respeta esa ley sobre nuestros dormitorios…
- ¿Qué haces aquí? – Florence se sentó en la cama aun medio dormida
- Venia a saludarte, no podía estar en el dormitorio. Iván y Morgana están allí haciendo lo mismo de siempre, en la sala común hay 2 niñas de primero que siempre me preguntan sobre maldiciones, hoy no estoy para eso.
- Bien, voltéate un momento mientras me cambio – Snape se dio vuelta y descubrió los armarios de las chicas, habían notas pegadas que decían "Morgana e Ivan" "Mañana cumpleaños de Ivan" "Ivan es un medio imbécil", Snape sintió que dos manos lo sujetaban por detrás.
- Estoy lista, ¿A dónde vamos? – Dijo Florence mirándolo algo somnolienta.
- No quiero salir – Snape la vio vestida con la túnica de colegio, volteó y se acostó en su cama sin ganas – Estoy muy fastidiado, si bajamos al Gran Comedor o nos encontramos a alguien, nos dirán "Feliz Navidad" y eso. ¿quieres ir a la biblioteca a terminar las tareas?
- No. Por supuesto que no. – Florence terminó de arreglarse el cabello - ¿Quieres quedarte aquí?
- Si – Snape respondió mirando los baúles de las chicas, nunca antes había estado en el dormitorio de las chicas. Florence lo miró pensativa y se acostó también en la cama, contrario a como estaba Snape.
- Estas camas son muy pequeñas – Dijo Snape algo ido mientras seguía examinando el amplio dormitorio.
- No tienen que ser muy grandes, yo duermo aquí sola. – Dijo Florence mientras ponía sus pies en la tabla del extremo de la cama, luego miraba el techo, todas las camas tenían un espejo en el techo con una serpiente verde. - ¿Por qué no fuiste a tu casa?
- No se, mis padres andan raros. Mi padre está ocupado de viaje, ya sabes, cosas de trabajo. Mi madre fue a casa de su familia.
- Entiendo, prefieres pasarla aquí. – Dijo Florence mientras Snape asentía con la cabeza. Luego miró el techo de la cama, era un espejo donde se reflejaba. Bajó la mirada y descubrió a Florence observando el techo con una mirada relajada y tranquila.
- Lo de ayer ¿Por qué no fuiste a tu casa? – Snape interrumpió el silencio y la miró seriamente.
- No quería ver a mi padre dirigiéndome miradas funestas, ni a nadie reprochándome de porque estoy ocupando espacio en su casa. – Florence siguió igual, pero pareció recordar algo de repente.
- ¿Te tratan tan mal?
- Si, sobretodo mi padre. Se lo que piensan de mi, soy un monstruo para ellos, me castigan y me humillan, siempre me repiten "es por tu bien", pero creo que no saben cual es mi bien.
- ¿Quién dice que lo mejor es el bien? – Snape le sonrió fríamente.
- ¿Cuántas veces ha ido Morgana a su dormitorio? – Preguntó Florence cambiando al tema.
- Tres veces, la primera vez a pedirle un favor a Iván, luego la segunda vez empezó a besarlo hasta lanzarlo en la cama y atacarlo como una bestia salvaje hace 1 año, no se dieron cuenta de lo que hacían y tampoco de que estábamos allí, cuando empezaron a aligerarse de ropa, nos fuimos a otro lado, la tercera vez es hoy, nos mandó a sacar… No sabes cuanto me molesta que… - Snape parecía enojado por esto - … ya no puedo descansar por culpa de esos dos.
- ¿Te gusta? – Florence dijo de repente.
- ¿Qué cosa?
- Eso que ellos hacen – Florence parecía lógica
- No, no sabes cuanto molesta a las demás personas eso. ¿Por qué lo preguntas?
- Me parece que mientes Severus, en el fondo te gustaría estar en el lugar de Iván. – Florence lo miró inquisidoramente con la mirada penetrante que tenía reservada.
- Bueno, quizás. Pero no me gustaría estar en el lugar de Iván con Morgana… - Snape miró hacia los baúles de nuevo evitando mirarla.
- ¿Con quien te gustaría estar? – Florence se sentó en la cama ansiosa por saber
- No se, nunca lo había pensado. Todas menos ella. Quizás…- Snape titubeaba, y estaba algo nervioso, pero siempre con su tono gélido.
- Si lo has pensado, mi intuitivo amigo. ¿Por qué vacilas?
- Yo no he… quizás, bueno…- Snape la miró desafiante queriendo cortar la conversación.
- ¿yo? – Florence le sonrío
- Quizás… - Dijo Snape mirándola rápidamente y mirando al suelo. Tenía vergüenza de lo que estaba diciendo.
- Vaya, ¡que honor! – Florence le sonrío en modo sarcastico.
- Lo digo por decir. No porque sea en serio. – Snape la miró reprobatoriamente y volteó al techo
- No, lo dices porque quieres estar conmigo – Florence suspiró mientras que Snape arrugó la cara y la miró.
- ¿Por qué crees? – El parecía estar ofendido u horrorizado, pero no hizo nada, no movió ni un músculo.
- Porque tal vez ya ese león ha despertado dentro de ti. – Por primera vez los dos se miraban de frente, sentados uno en frente del otro.
- ¿León? Estarás loca, recuerda que soy un Slytherin. – Snape se volvió a recostar y a mirar hacia el techo de la cama, la serpiente de Slytherin estaba inmóvil en el espejo del techo, parecía que tuviera un significado oculto para Snape en ese momento.
- Es una metáfora, me refiero a tus instintos. Se que estas en Slytherin… - Florence lo miró y acercó sus manos y acarició su cara pálida, Snape la miró bruscamente, pero Florence se acercó lentamente y lo besó dejándolo seguir el juego un instante, luego se alejó y se volvió a sentar donde estaba.
- Si alguien entra por esa puerta, estamos expulsados. – Snape sonreía maliciosamente mientras señalaba la puerta del dormitorio y la miraba ella con una de esas miradas que alguna vez Lucius Malfoy usó hacia ella. Florence se levantó, tomó su varita y cerró la puerta mágicamente.
- ¿Qué dices ahora? Nadie podrá entrar ahora. – Florence se sentó en la cama de nuevo con una de esas caras indescifrables y Snape se sentó de frente a ella. Ella le hacía señas con las manos, mientras que el se acercaba lentamente.
- ¿Estás segura? – Snape la miró seriamente, pero Florence se levantó y se apoyo en la cama, su falda del colegio rozó con un poste de la cama y Snape fue tras ella, ella miraba al otro extremo del dormitorio y Snape la tomó por detrás.
- Si te hago daño, detenme. – Snape la comenzó a besar en el cuello, comenzó de una manera lenta y con precaución, poniendo sus manos en su cintura y caderas, sus manos pasaron bajo el uniforme, mientras Florence sentía gratificantes cada una de sus caricias, eran más que caricias, no era algo parecido a algo que hubieran hecho antes, habían besos llenos de furia. Lentamente fue volteándose hasta quedar en frente al chico, no pudo evitar seguir sus instintos; cada uno de sus besos dejaban sin aliento a Florence. Snape no decía palabras, todo lo decía con su mirada ansiosa y su lenguaje corporal, se sentó en la cama y sentía ganas de zafarse de su túnica como nunca. Florence se sentó en sus piernas y lo acarició. Snape pareció haber despertado de un sueño y se detuvo, la empujó a un lado y se levantó.
- No creo que pueda seguir. – Dijo tratando de contenerse.
- Todo está bien, Severus. ¿Qué te ocurre?– Dijo Florence preguntándole a Snape quien respiraba agitado. - ¿Miedo?
- Se trata de algo más profundo. – Snape aun acariciaba sus manos, mientras que Florence estaba aun sentada en sus piernas mirándolo comprensiva - Tengo miedo de lograr sentirme bien contigo completamente.
- ¿Por qué? – Florence no entendía tal afirmación
- Disfrutar algo mucho, no es muy bueno. Se convierte en tu debilidad. – Snape suspiró y volvió su mirada a los ojos grises y brillantes de Florence. – No quiero abrir mi mente, ser vulnerable, no puedo. Lord Voldemort no tolerará tener a un vasallo que pone primero su corazón…
- Por eso te alejas, no entiendes. No lo hagas esta vez. – Florence bajó su mirada – Nunca lo podrás superar si no lo enfrentas. Ya has puesto tu corazón primero, solo te falta demostrarlo, no lo podrás seguir negando o te harás más débil. Se que te importo, vamos, deja de aparentar y dímelo. Me gusta y me seduce tu lado frío, pero quiero que por primera vez demuestres que hay un poco de calor en este corazón. Dime que no estás muerto.
Snape respiró más profundo y volvió su cara cerca de ella, se acercó con precaución y lentitud, pero estaba seguro, un poco nervioso, pero seguro, luego la besó de una manera en que jamás lo había hecho: de una manera dulce y lenta. Lo único bueno y tierno que alguna vez pudo haber existido en Severus Snape, solo podría salir a relucir frente a aquella chica, por primera vez no existían barreras entre ellos.
Florence lo miró tiernamente, y siguió besándolo mientras sus manos empezaron a acariciarlo, él se dio cuenta de la situación también y quitó sus manos de la cama y las posó en la espalda de la chica, podía sentir su respiración mientras ella lo besaba. Los dos tomaron más confianza. Dejaron de ser besos y caricias lentas, para ser un poco de movimientos más atrevidos y sensuales. El chico estaba encantado y embobado, era algo no planeado que le iba saliendo espontáneamente. Nunca antes habría sentido algo así, en contraste con su poca agitada vida y sus rutinas. Era algo nuevo que disfrutaba y tenía un ritmo natural, le agarraba gusto y un fuego ardía dentro de él. La tomó posesión de su cintura, y no hacía más que acariciarla como si hubiera ansiado eso desde la primera vez que la vio, quizás si lo había hecho, quizás ya había pensado si algún día llegaría un momento como este.
- ¿Te hago daño? – Dijo Snape al oído de ella.
- No, no me haces daño.
- ¿De donde sacaste estas túnicas? – Snape le susurraba al oído.
- De la lavandería – Florence con las manos esperaba conseguir mas, mientras las manos de Snape corrían por la anatomía de la chica, mientras el jugaba con su boca.
- Pues espero que no te importe que las rasgue – Se oyó el sonido de una tela que se desgarra, al suelo cayó la túnica de Slytherin que Florence llevaba puesta momentos atrás.
Florence sentía que se lanzaba por un precipicio, empezaba a olvidar el motivo de su existencia, todo valía le pena para seguir con aquello, estaba dejando atrás sus problemas y descubría algo nuevo dentro de ella. Trataba de hacer el momento duradero, no sabía hasta donde iría a llegar todo aquello, no le importaba el pasado ni el futuro, solo le importaba aquel momento.
Ella le agradó aquello y sus manos estaban en el pecho del chico desvistiéndolo sutilmente y con calma, mientras este, frenético intentaba apoderarse de cada rincón de su cuerpo. Ella se encontraba en la cama en brazos del chico que en primer año le había cortado el mechón del cabello, entregandose a aquel chico con el cual compartía casa; ella miraba al techo de su cama, sentía que el vacío dentro de ella; se iba llenando, se sentía protegida, estaba en el lugar mas seguro del mundo, estaba en su lugar.
Nunca se había sentido tan cómoda, su instinto y razón estaban de acuerdo, sus ojos brillaban mas que nunca, los ojos de Snape no eran vacíos como los demás lo veían, eran llenos de energía, vigor; y estaban clavados en ella, los de ella no hacían mas que irradiar energía a los de él, pareciera como si hubieran nacido para esto. Era algo que jamás había sentido, una extraña combinación, no planificada y muy natural, podía sentir como se estremecía con cada segundo que pasaba, por un momento una extraña corriente le atravesó su columna. El chico no se encontraba algo diferente, podía saborearla y sentir su calida presencia cerca de él, más aun tenerla y poseerla, quizás haciendo un juramento, quizás llevándola hacia abajo, o quizás hacia arriba. Snape no podía olvidar su pasado, disfrutaba el presente pero sabía que llegaría el futuro y temía, trataba de olvidarse de que al enamorarse se había condenado y había condenado a la chica, no podía ser tan malo si se sentía tan cálido y protector, pero estaba consciente que podía lastimarla o quizás morir en el intento de no hacerlo, era adictivo, no podría pasar un día más sin saber de ella. Snape rápidamente cerró las cortinas de la cama adoselada, quedando en la intima oscuridad, olvidando quien era, sintiendo quien era ella, con un pensamiento fijo en su cabeza: ella era suya y lo iba a ser para siempre.
- ¿Dónde está Snape? – Dijo Morgana cuando llegó a la sala común.
- No se, no me acuerdo a donde dijo que iba. No se va a perder. – Dijo Iván despeinado y con algo de sueño. Juntos bajaron al Gran Comedor, donde se encontraron a unos cuantos, no muchos se habían quedado esa Navidad, el Castillo se encontraba muy vacío.
Mientras que después en el dormitorio de las chicas, Florence se volvía a peinar su cabellera ligeramente ondulada en las puntras y liso en las raices, estaba sentada en la cama mirando un espejo, al tiempo que Snape la observaba acostado algo agotado pero satisfecho.
- No puedo creerlo – Dijo Snape por lo bajo.
- ¿Qué no puedes creer? – Preguntó Florence sonriéndole y acercándosele.
- Lo que acabamos de hacer, jamás pensé que… - Snape volvía su tono arrogante.
- Jamás pensé que fueras tan extrovertido, Severus. Lo digo en serio. – La chica hizo sonreír al chico que miraba pícaramente a su compañera.
- Eres una bruja muy peligrosa – Dijo Snape – Usaste un filtro amoroso ¿no?
- No, no lo planeé, tú fuiste quien me vino a buscar aquí y fuiste el que dijo que no querías salir. – Florence suspiró mientras arreglaba su túnica de colegio.
- No puedo creerlo…- Snape se llevó atrás el cabello con sus manos.
- Admítelo, Severus. Te agradó – Dijo la chica mirándose al espejo y mirándolo por detrás
- Está bien, me gustó. ¿Puedo hacerte una pregunta? – Snape empezaba a vestirse lentamente.
- Ya la has hecho.
- ¿Era esta tu primera vez? – Snape había enrojecido ligeramente.
- ¿Primera vez? – Florence alzó una ceja mientras se acomodaba el uniforme arreglado.
- Si es la primera vez que te acuestas con alguien. – Snape dudaba algo penoso.
- Pareces no conocerme. Cuando me levanté esta mañana, era virgen… ¿a que viene la pregunta?
- No se, me has enseñado muchas cosas Harrington, y no me refiero a la magia.
- ¿Y tu? ¿Lo habías hecho antes? – Florence abrochó la túnica de Snape.
- Eso no se pregunta…
- Me lo preguntaste a mí.
- Igual, no se lo cuentes a nadie, pero si, es mi primera vez también. – Dijo Snape penoso – No se si sepas, pero no soy tan popular entre las chicas.
- Estamos al mismo nivel – Florence lo apartó para dirigirse a la puerta. - ¿Cómo puedes saber si tengo experiencia o no?
- Iván me contó que la primera vez con Morgana fue fatal, se dejó llevar pero que no le gustó para nada y ella se disculpó diciendo que era su primera vez. Pensaba que todas las veces era así.
- Ja, Yo no soy Morgana, Soy Florence ¿sabes?
- ¿Vas a bajar?
- Si, me muero de hambre.
- Muy bien, voy contigo. Pero recuerda, no se lo cuentes a nadie, debe permanecer en secreto.
- Lo se Snape, ya he aprendido a vivir en secreto. No me afectará. ¿Por qué no piensas en la cara de James, Sirius y Peter si se lo llegas a contar?
- Sería una satisfacción muy grande decírselo en la cara a Black, pero soy un hombre verdadero, no me la paso divulgando mi vida privada como una niña chismosa, aunque ellos no sepan lo afortunado que soy, por ahora me reservo. Me gustan las cosas discretas.
Mientras Ivan y Morgana comían sin ganas vieron bajar a Snape y a Harrington, los dos se sentaron lejos uno del otro, Snape al lado de Ivan y Florence con unas chicas de tercero. Las caras de Snape y Florence no podrían haber delatado lo que habían hecho momentos atrás, cada uno serio concentrado en aparentar que no había pasado nada. Pero en verdad pensando en la maravilla que habían descubierto los dos juntos.
Luego de que Diciembre acabó, Eileen llegó a Hogwarts, se había encargado de estudiar fuera del colegio por su tratamiento, pero no habían muchas esperanzas, Eileen se veía muy débil, pese a esto fue bien recibida por Florence.
- Pensé que no vendrías, pensé que te habías olvidado de mí, no respondiste ninguna de mis lechuzas – Dijo Florence en el dormitorio, mientras Eileen desempacaba
- No lo hice, no tuve valor de escribirte. Me encontraba en un estado deplorable y aún lo estoy. Solo que finjo estar bien, me estoy muriendo Florence. – Dijo Eileen mirando el espejo
- No, no puedes estar muriendo. Encontraremos una manera… Snape te hará una poción, podrás beber sangre de unicornio, artes oscuras para revivirte…
- No, Florence. No – Dijo Eileen cerrando los ojos con lágrimas.
- ¿Por qué no?
- Porque quiero morir dignamente, la magia no lo soluciona todo. No existe poción, beber sangre de unicornio me dará una vida maldita y no quiero artes oscuras para tener una vida miserable…
- ¿Cómo te atreves a decir eso?
- Estoy en Slytherin, pero no quiere decir que apruebe el uso de artes oscuras. Me puedes lastimar con eso y te puedes lastimare a ti, te está consumiendo Florence, te está consumiendo por completo.
- Mientes. Eileen no quiero que mueras…
- No puedo remediarlo, lo intenté, pero no puedo hacer nada… - Eileen derramaba lágrimas – Pero no hablemos de mi nada más, ¿qué hay acerca de ti?
- No Mucho. – Florence la miró Profundamente.
- Ya veras que todo estará bien. No te preocupes por mi, Florence.
- ¿Cómo no voy a preocuparme por ti? Eres mi amiga – Florence miraba algo triste, y Eileen secó sus lágrimas mientras desempacaba y buscaba algo, luego de un rato de silencio:
- Toma te traje este suéter, vamos pruébatelo. – Eileen sacó de su maleta un suéter rojo y secándose las lágrimas se lo aproximó a Florence, ella se dio vuelta y se quito la camisa, se puso el suéter y al voltear Eileen tenía una cara sombría.
- ¿Qué te ocurrió? Tienes unos cuantos moretones en la espalda. ¿Quién te hizo eso?
- ¿Eso? – Florence sabía que había sido la vez que se encontró con Snape en el dormitorio y perdieron el control, pero dijo con naturalidad - Me caí un día, nada de que preocuparse. – Florence se puso nerviosa mientras observaba el nuevo suéter que su amiga le había traído.
- ¿Te duele? – Eileen se acercó y lo dijo muy bajito
- Si, un poco. Siento maltrato general. – Florence se pasó la mano por la espalda arrugando la cara
- Ve a la enfermería. – Eileen se sentó en su cama con cara de preocupación
- Tranquila estoy bien, no es nada grave, ya me siento mejor. – Florence se puso su túnica de nuevo.
- Me mientes, voy a morir y ni siquiera puedes ser sincera conmigo. ¿Qué ocurrió?
- Nada Eileen, nada. – Dijo Florence cambiándose – Fue un accidente, no me intenté matar ni tampoco me golpearon.
- ¿Artes Oscuras? – Preguntó Eileen sombría
- No, no son artes oscuras.
- Snape tiene lo mismo que tu. Se queja de un dolor de espalda. Qué coincidencia ¿No? - Eileen miró seriamente a su amiga que le afiló una mirada sin expresión
- ¿De que hablas? – Florence se disponía a salir
- ¿Qué pasó mientras no estuve?
- Casi nada… - Florence vacilaba y se echaba atrás y adelante. – Por favor, créeme.
Florence bajó a la sala común y allí estaba la pandilla de Severus, ella siguió de largo con Eileen. Todos fijaron su mirada en ella, pero Morgana apartó sus ojos de ella y volvió a hablar con Iván.
- ¿No te das cuenta? – Dijo Morgana – Severus pareciera que lo hubieran atacado y no nos quiere decir que le pasó.
- ¿Alguien abusó de ti? – Dijo Evan y todos rieron. Snape los miró enojado.
- Vamos chicos. Sean más creativos, ¿tuviste un duelo y perdiste? O… ¿Te colaste en el dormitorio de las chicas el día de Navidad? – Preguntó Morgana
- No te voy a decir Zewell, hago lo que quiera.
- Pero Snape, amigo, tenemos curiosidad.
- La curiosidad mató al gato – Snape salió de la sala común.
Estaba asegurado que el mundo veía a Snape como una persona despreciable y astuta, sin cariño hacia nadie y sin algún sentimiento bueno de aprecio hacia alguien, ni siquiera hacia el mismo. Pero el mundo se equivocaba, detrás de esa mascara de imperturbable malignidad, habían sentimientos ocultos y profundos, su mayor debilidad era esa chica que cursaba con ella de nombre Florence, sin darse cuenta ella pasó a ser parte importante de su vida, mucho más que sus amigos y sus creencias, ella lo era todo y aunque lo quisiera ocultar, no podía, sus sentimientos afloraban al quedarse a solas con ella y conocer más de ella, siempre quedaba con ganas de saber más, de conocer más, trató de remediar esa adicción a aquella particular chica, trató de lastimarla, pero en vano, nunca hubiera levantado su varita y hacerle daño, intento envenenarla una vez, pero termino besándola, trató de escandalizarla pero terminó jadeando el mismo. Como mago con tendencias a las cosas oscuras, sabía que esa debilidad sería su talón de Aquiles en el futuro y la posible causa de su pérdida, pero como una maldición no pudo remediarlo e inconscientemente luchó para agrandar ese sentimiento, era inevitable, como un mal necesario.
Todo valía la pena por ella, su sonrisa era calida si el era dueño de sus labios, aunque el mundo creyera que no pasara nada, el asunto estaba controlado mientras el mundo, incluyendo sus amigos no lo supieran. Nadie tenía que saber que era conocedor de ese sentimiento tan cálido como el amor, nadie tenía que inmiscuirse en sus asuntos y con esta actitud podría guardar la apariencia de ese chico de sentimientos oscuros adversos a la vida que se había creado en su escuela. Muy en lo profundo de su corazón, Severus sabía que amar tanto a alguien no era muy bueno, tarde o temprano esto se iba devolver en forma de sufrimiento o dolor, lo sabía.
Por su parte Florence sabía muy bien lo que significaba eso que había hecho, había roto muchas barreras y fingir que nada pasaba ante los demás era fácil, mantener oculto su amorío era tan fácil tanto como para él, que merecían un premio por sus habilidades de actuación, todo era normal entre ellos a la vista de todos, no había ningún contacto físico, pero al irse solos al lago era diferente, nadie lo sospecharía.
Pero Florence no solo pensaba eso, también pensaba muy seguido sobre su amiga Eileen, cada día estaba muriendo lenta y calladamente, sin mostrar signos visibles, porque las pociones ocultaban todo, ella no quería morir en un lugar ajeno ni en el Hospital San Mungo, quería morir dignamente haciendo todas las cosas que hacía, sabía que cualquier día ocurriría lo inevitable sin que ella pudiera hacer nada.
Cuando Florence estaba sola, que era pocos momentos, se sentaba en su sillón favorito a meditar o se iba al lago, una vez estando allí se contempló en el lago, su figura se hacía irreconocible, sentía que un monstruo crecía dentro de ella, pero nadie lo iba a ver más que ella. Se observó y vio que su cabellera negra azabache seguía tan brillante y sedosa como siempre, lisa en las raíces y ondulaciones no tan fuertes pero bien definidas en las puntas que le llegaban más debajo de sus hombros, su piel blanca estaba bronceada debido a las prácticas de Quidditch bajo el sol, sus ojos grises verdosos, una mezcla poderosa entre la hiedra venenosa y la plata, con reflejos que recordaban a un mal revoltoso, su nariz igual a la de su padre y sus manos delgadas apoyadas en el suelo mientras se observaba, una jovencita de 15 años con nada que perder y con la más profundas tristezas de vez en cuando, su familia en primer lugar, seguidamente de la inminente muerte de su amiga, solo tenía consuelo al practicar Quidditch o cuando compartía su tiempo libre con Severus, trataba de olvidarse de todo.
Se acercaba el día de San Valentín y el Profesor Spencer había preparado un baile de San Valentin, todos los Slytherins estaban horrorizados ante la idea de ser ellos quienes organizaran el baile, ya que Spencer había sugerido vestirse con túnicas color rosa las chicas con coronas y tunicas baby blue(azul de bebé) con alas a los hombres. Con la espalda descubierta y harpas en sus manos y recitar poemas. Eso no era todo sino que en el atuendo venía recargado con una dosis fuerte de rosas. Todos rechazaron la idea, y solo dejaron la idea del baile, la cual el director Dumbledore aceptó gustosamente.
- Tenemos tiempo en Hogwarts sin celebrar, no me parece una mala idea. – Dijo Dumbledore una tarde en la cena.
- Estoy muy feliz al contar con la colaboración de todos – Dijo Spencer sonriendo – quiero que firmen esta lista los alumnos interesados en ayudarme a preparar el baile, quiero decoraciones y un tema especifico.
Varias chicas de Gryffindor, Ravenclaw y Hufflepuff, se mostraban animadas y cuchicheaban entre ellas. En Slytherin las chicas no podían evitar sonreir con malicia, echando una mirada de reojo a los chicos. Los más solicitados eran Ernest Wilkes y Evan Rosier, no tenía un aspecto deseable, pero era lo mejor en Slytherin. También Dwaine Nott era un fuerte para las chicas, con su cabello rubio y ojos claros y frios, había ya planes entre las chicas que se pelearían por el chico. Nadie parecía pararle atención al chico del final de la mesa que aun no estaba enterado de todo por estar leyendo un libro, era Severus Snape. Nadie lo había considerado como pareja de baile, a excepción de una persona que lo miraba.
- Vaya Ermitaño Oscuro, ¿Irás al baile? – Dijo Florence mientras le sonreía.
- No creas que iré contigo, debo ser claro que no iré. – Dijo Snape sin mirarla siguiendo la lectura en su libro.
- No te iba a decir para ir. ¿Sabes? Los chicos invitan a las chicas, las chicas aceptan. Tampoco tengo ganas de ir, pero no me queda más remedio. Así que pienso ir con el primero que me lo pida, con eso se que no iré. No hay nadie interesado en mí.
- Quitando a Mundungus Fletcher, a Sirius Black y a unos cuantos más tendrías razón. Mi pretenciosa, no puedes evitar ser la chica más hermosa del colegio. Si no quieres ir no vayas. – Dijo Snape mirándola indiferente.
- ¿Hermosa? ¿yo? No me considero un icono de belleza pasional. Ja, nunca me he sentido como la más hermosa. Debe ser porque no lo soy, lo sé – Florence observaba como Arabella Figg era invitada por varios chicos, mientras que Lily y sus amigas se anotaban para organizar el baile. – Nos vemos en la sala común Snape.
Luego que se alejara, Snape levantó la vista y se preguntó:
- ¿Me llamó Snape? ¿Qué le pasará?
- Oye, Snape. ¿Ya tienes pareja? – Preguntó Evan Rosier abrazando a una chica de cuarto año que sonería bobamente.
- No, no pienso ir.
- Vamos, deberías ir con alguien. Deberías invitar a Dana, es un poco robusta y gorda, pero no quedarás como un perdedor solitario.
- Ser solitario no te hace perdedor. Prefiero andar solo a las malas compañías.
- Dime la verdad, ¿acaso Harrington estuvo aquí para pedirte ir con ella? – Evan se acercó y le susurró.
- No, no fue así. Ella no iría conmigo.
- Quizás se vaya con alguno de Gryffindor, quizás con Sirius Black o quizás peor… con Pettigrew. Jajajajajaja, Harrington podrá ser una chica extraña, pero ¿sabes Severus? No podrías dejar perder ese ejemplar en otras casas.
- ¿A que te refieres? – Snape no entendía.
- Quizás Morgana la odie a muerte por motivos que todos desconocemos, pero ella es la chica más hermosa de este colegio, no es tan sociable pero no le quita que su cara te haga tener pensamientos indecorosos. Un poco incomprendida, víctima de la envidia, vive las desgracias en carne propia… ¿sabes? no la haría a un lado si la consiguiera en mi cama – Dijo Evan. Mientras Snape sintió que algo dentro de él se quemaba, su primera reacción fue aventar su puño a la cara de su amigo.
- ¿Por qué hiciste eso? – Preguntó Evan sobándose la mandíbula.
- No se, es repugnante… - Snape pensó rápidamente algo para disimular su impulso. - … piensas de esa manera de esa desagradable niña.
- Pensaba que era tu amiga, incluso no me sorprendería que ya lo hubieras hecho con ella. – Dijo Evan Rosier muy lógico
- Podrá ser quien fuera, pero pareces un cerdo a veces.
- Si, como tú digas. Nos vemos en la sala común. Ten cuidado con Morgana, parece que se peleó con Iván, buscará un motivo para partirnos en pedacitos a todos nosotros
En Slytherin había ocurrido lo increíble, Morgana e Iván había peleado por primera vez. Era un hecho y esto significó muchos dolores de cabeza para personas ajenas a este problema.
- ¿Nunca se te ha ocurrido tratar de quitarte la vida? – Le preguntó Dana a Morgana en clases, Florence se les quedó viendo sorprendida mientras copiaba las propiedades de la sangre de los dragones.
- No, preferiría quitársela a alguien, ¿no crees?…– Dijo ella muy brusca y algo resentida.
- Me siento vacía, nada me sale bien – Dijo Dana muy triste.
- Exageras, ningún ser humano puede salirle las cosas mal. Mírame, nada me sale mal, lo único que me ha salido mal es juntarme con Lestrange, pero…
- ¿Lo extrañas? – Dana pareció preocupada
- Si, un poco. Miserable, volverá a mi lado cuando yo decida.- Dijo ella frotando sus ojos y volviendo al pergamino.
- ¿Qué plan tienes? – Dana se mostró interesada.
- Voy a decirle a Snape que me ayude, quizás convenza a Iván de que es lo mejor, quizás me ayude a preparar una poción amorosa o quizás… lo use para darle celos a Iván. ¿Sabes? El sábado hay un baile, así que lo más lógico será darle celos con alguien
- Que brillante eres Morg, darle celos con su mejor amigo. Pero… los rumores dicen que Snape tiene una chica…
- No se, realmente no me interesa, solo voy a hacerlo.
Florence quedó perpleja y volvió a sus asuntos, le costó escribir en su pergamino hasta que la tinta se chorreó, miró nerviosa y Eileen le preguntó que ocurría, ella no le respondió y terminó de copiar, al terminar la clase de pociones subió al gran comedor.
- Hola Florence… - Dijo Sirius Black guiñándole un ojo. - ¿Qué tal?
- Podría ser mejor. – Eileen lo miró extraño y se adelanto dejándola sola con el chico de Gryffindor.
- Quizás. Quería preguntarte algo…
- ¿Qué será? – Florence se detuvo y lo miró.
- ¿Sabes? El próximo sábado hay un baile especial por San Valentin…
- ¿Si? ¿Qué puedo hacer por ti? – Preguntó Florence mientras caminaba a su lado por el pasillo.
- Bueno… me preguntaba si tú quisieras venir conmigo, a menos de que ya hayas sido invitada.
- ¿Yo? – Florence miró perpleja, lo último que quería era ir a un baile con el mejor amigo del enemigo de su amigo.
- Si, ¿qué dices?
- No lo creo… creo que no iré al baile. No creo que sea conveniente Sirius, soy de Slytherin y tú de Gryffindor.
- Que importa, eso lo hará mejor…
- No se Black. – Florence miró su reloj, con impaciencia
- Vamos chiquita, soy uno de los pocos de Gryffindor que te quiere…
- ¿Uno de los pocos? No hacía falta que dijeras que no soy tan popular Black. – La chica lo miró fríamente con sus ojos de dragón, fue tan intimidante que Black retrocedió un poco
- No, me refiero a que… no quería decirlo así. – Sirius se llevó las manos a la cara por su imprudencia.
- ¿Y bien?
- No te miento, han dicho cosas de ti. Pero yo no las creo Florence, no creo en las mentiras que dijo Catterpole en adivinación, no creo en las calumnias de Felicia… Merezco una oportunidad.
- Sirius, te agradezco tu nobleza. Pero no puedo ir contigo.
- Es por lo que pasó entre Snape y yo hace años ¿Eres muy amiga de Snape?
- ¿Por qué la pregunta?
- Lo defiendes mucho, una vez dijeron que tu habías besado a Snape detrás de los invernaderos – Sirius se puso serio y muy atento a su respuesta.
- ¿y tu que crees?
- Es mentira, ¿no es así? Digo, tú y ese pegoste entrometido. No eres de su tipo, no pareces una Slytherin.
- Si soy una Slytherin Black, por eso mi familia no me quiere mucho, porque tienen prejuicios malos de los Slytherin. – Florence llegó al comedor y se iba a ir a la mesa de Sytherin, pero Sirius la detuvo.
- No te vayas, quiero saber si sales con alguien…
- Eh… no, no salgo con nadie – Florence no quería discutir más
- Vamos, si no tienes a nadie y nadie te ha invitado, ¿porque no aceptas ir conmigo? ¡James ya tiene pareja!
- ¿James? – Florence pareció recordar algo.
- ¿Acaso querías ir con James? ¿Te gusta?
- No, Black. No me gusta Potter, y tus otros amigos, ¿ya consiguieron pareja?
- Remus aun no, pero lo he visto muy animada a Marianne una chica de 3er año, quizás la invite a ella. Peter… bueno, Peter dice que no va a ir.
- Vamos a hacer un trato, voy contigo al baile con una condición. – Florence sonrío de repente.
- Oh No, me empiezas a sonar peligrosa. – Dijo Sirius sonriéndole pícaramente - ¿Qué será?
- Quiero que convenzas a Lupin de ir con una chica de Slytherin, nada más te pido eso.
- ¿Eso? – Sirius se puso pálido
- ¿Qué ocurre?
- No lo se, suena muy… ¿de quien se trata? ¿No será tu amiga Morgana?
- NOOO – Florence gritó ofendida y muchos voltearon. Ella bajo su tono algo calmada – Morgana no es mi amiga. Yo me refería a mi amiga Eileen Jordan.
- Oh. Entonces las cosas cambian, Eileen Jordán, si… - Black respiro aliviado. – Si, será más fácil de convencer, acepto el trato.
- Entonces, ¿me garantizas que Lupin le pedirá a Eileen para ir al baile?
- Si, es casi seguro.
- Trato hecho – Florence le dio la mano sonriente. Pero Sirius le besó la mejilla y la abrazó.
- Yihaaaaa, Voy a ir con Florence Harrington al baile!!! – Dijo Sirius Black a los 4 vientos con su tono de voz elevado haciendo que varios voltearan perplejos. Florence no se esperaba esto y volteó, pero cual fue su desagradable sorpresa al descubrir a Snape paralizado en la entrada del Gran comedor, su cara no era nada optimista y tan pronto se dio cuenta que Florence lo miraba, siguió su paso mirando al horizonte y sentándose en su lugar habitual.
Fin del Capitulo, espero sus reviews y comentarios, así como criticas constructivas…. Aquí todo se vale
Arwen: Ah, ya me libré de mi conciencia, espero que te haya gustado este nuevo capitulo. No fue tan fuerte como esperaba, pero que se hace, no fue mal para ser el primer R que escribo, jaaaa.
Melisa: Oh, me parece estupendo que te este gustando, espero que te siga gustando… gracias por tu review, te lo agradezco mucho. No sabes lo importante que es la comunicación entre alguien que lee la historia y alguien que la escribe. Gracias!!!
