Hola de nuevo a todos mis amigos. Hoy les traigo mi nuevo capitulo que espero que disfruten. Les tengo la confesión de que ando inspirada últimamente y ya he escrito hasta el capitulo 17, de hecho ya tengo un párrafo del final(aunque me falta un buen tajo para llegar), o mas bien el supuesto final; y si quieren saber como anda, lo he escrito mientras escuchaba música de Evanescence (mas especifico Going Ander y My Last Breath), pero también he puesto un poco de Jewel, Alanis, Mandy Moore(A walk to remember), Avril Lavigne, Michelle Branch, Stacie Orrico y cuando estoy escribiendo algo que me da risa pongo Lucy Woodward(Gettin' it on). Así que gracias a esas canciones y cantantes me fluyen mas rápido las ideas. Ya, sin mas tonterías por hablar…

Capitulo 15 El comienzo del último año en Hogwarts

- ¿Viste como te miró el Sr. Moody? – Florence estaba algo inquieta.

- El mató a mi tío, ¿sabes? – Dijo Snape. – Otro bastardo igual a mi padre, nada que lamentar.

- Que historia familiar tan peculiar…

- Ese Moody iba tras mi padre, pero yo le hice el favor antes. – Dijo Snape levantándose, estaba sacando su lado poco sensible - ¿Vienes conmigo?

- ¿Y Eileen? – Dijo Florence – No puedo dejarla sola.

- Ella no está sola, está con Lupin. ¿No los ves? – Snape señaló a Eileen quien abrazaba a Lupin en la colina.

- Voy a buscarla – Florence se levantó hacia donde estaba Eileen, pero Snape se atravesó en su camino. Ella intentó avanzar pero él la detuvo, se miraron un instante y ella replicó.

- Bien, a donde me vas a llevar. Ha sido una noche de pesadilla.

- ¿Quieres venir a mi casa? – Snape la miraba algo distante.

- Mis padres no me dejarían. Ya sabes, la Gran hija de los Harringtons no puede ir a casa de los chicos  – Dijo Florence mirando al chico con el reflejo de la luna en sus ojos.

- ¿Qué quieres decir con ello?  – Snape la miraba de nuevo.

- Quiere decir que si acepto ir, nada de bromas ni trucos. ¿Eh? Tengo una buena noticia, en estos días aprendí a desaparecerme y aparecerme.

- Dame la mano y nos iremos al mismo lugar – Snape extendió sus brazos y tomó a la chica en sus brazos, al segundo instante sonó un ¡plop! Y habían desaparecido. Florence sintió que iba en el aire sujetada por Snape y sintió que pisaba tierra firme. Estaba en otro lugar, era un bosque oscuro.

- Esto no es tu casa. – Dijo Florence observando el lugar oscuro alumbrado por la Luna. Snape dio unos pasos. Mi casa está allá adelante, está algo solitaria. Mi madre está en San Mungo.

- ¿Por qué?

- Está débil y enferma. No va a durar mucho. – Dijo Snape. - Pocos humanos han estado en este bosque, incluso nuestro vecinos temen venir aquí.

- ¿Por qué?

- Dicen que de noche los vampiros salen a buscar victimas para chuparles la sangre – Dijo Snape. – Nunca he visto nada, son puros cuentos para asustar a la gente.

- ¿Vampiros? – Florence le sonrió. – Suena aterrador.

- Mi casa está a un kilómetro de acá, nadie puede oírnos. – Dijo Snape adelantándose.

- ¿Que quieres decir? – Florence iba siguiéndolo aun con su túnica de gala que se rasgó en la parte de abajo.

- Es un lugar que te va a encantar. Nadie nos puede descubrir – Dijo Snape volteándose y encontrándose con sus ojos.

- No estoy de ánimos luego de un día como este. – Dijo Florence evadiéndolo y siguiendo de largo. Snape la guió por entre los árboles. Debía haber recorrido aquel camino miles de veces porque se metió por un pantano, atravesaron un río y se metieron bajo unos árboles extraños, era una especie de cueva que daba a un claro en el bosque, con el techo de cielo estrellado. El piso no era tupido sino con hierba. Las paredes eran árboles muy juntos y el sonido del río llegaba desde lejos.

- ¿Qué opinas? Aquí me la paso cuando no tengo nada que hacer más que mirar el cielo y las estrellas, cuando reflexiono o cuando me ocultaba de mi padre. – Dijo Snape sentándose en la hierba.

- Es un lugar muy bonito. – Dijo Florence sentándose junto a él – Es relajante, y luego de todo ese horror vivido hoy, me hará bien. Aun puedo ver a Hurrigan en el piso viéndome, no tenía porque morir.

- No tenía porque meterse en la propiedad de Evan – Dijo el chico indiferente. – No puedo creer que escaparas sin más que un par de rasguños, no puedo creer que te tenga en este instante. – Snape se acostó en la grama mientras miraba el cielo estrellado y despejado. Florence lo miró y cayó acostada sobre él.

- Tengo miedo de ti – Dijo Florence rompiendo el silencio

- ¿Por qué?

- Por esa marca que tienes en ese brazo. Eres uno de ellos, eres como los que intentaron capturarme. – Dijo Florence mirándolo.

- No tengas miedo. – Dijo Snape. – Yo temo de ti.

- No me hagas volver a dudar, no me vuelvas a engañar, no vuelvas a traicionarme, te irá mal por el resto de mi vida. – Florence lo miraba seria, mientras se paraba de nuevo.

- Harrington, nunca pensé que… esto llegara. Lo de la carta, no quise que Evan la leyera y…

- Ya no importa lo que Evan hizo. – Dijo Florence mordiéndose el labio.

- Cuando vuelvas a casa cuídate y no salgas mucho. No es seguro en estos días andar sola por ahí, no seas tonta en dejarte engañar. Buscarán un pretexto para que vayas con ellos. – Dijo Snape viéndola aun, acercando su mano y acariciando su cabello.

- Me proteges mucho de ellos, ¿Por qué no eres como ellos? – Florence lo miró profundamente, mientras Snape se levantaba. – Digo, ellos quieren verme atrapada, o ¿acaso tienes otro plan para capturarme?

- Si quieres unirte al bando oscuro, será por tu decisión y no por ser obligada, se lo que son capaces de hacerte. No quiero que eso te pase, tú decidirás tu destino. – Dijo Snape temblando ligeramente, había recordado algo.

- Piensas que soy débil por ser mujer, se cuidarme. – Dijo Florence quitando la mano del chico de su cabello.

- Se que no eres débil, y se que sabes cuidarte. Por eso me preocupa. – Dijo Snape respirando lentamente.

- Técnicamente tu y yo estamos en dos lados contrarios, tu en el malo y yo en el bueno ¿no? Me preguntó porque logramos llevarnos, o sea estar aquí junto teniendo una conversación. Quizás los dos estamos destinados a estar en un mismo bando. – Dijo Florence acercándosele.

- Quizás ya estamos en el mismo bando. – Dijo Snape susurrante.

- Solo espero que no sea el equivocado. – Florence parecía distante – Promételo, no me vuelvas a traicionar. Si lo haces maldeciré tu vida y la mía por el resto de la eternidad. – Dijo Florence apuntándole en el corazón con su varita con un tono tranquilo en su voz.

- No serías capaz… - Snape bajó la varita de Florence.

- Si sería capaz, tan capaz como cuando usé esa maldición en Morgana Bellatrix, tan capaz como cuando quise maldecir a mi padre, tan capaz como cuando ridiculicé a Black frente a todos… soy tan capaz como cuando arruiné la vida de Felicia.

- Por eso el señor Oscuro te busca. – Dijo Snape retrocediendo. – Hice el trabajo sucio sin saber, saqué a la luz ese lado oscuro que tuviste oculto por 11 años y que tú sabías que existía.

- No es así, tú me llevaste a ser así… - Florence dudó.

- No, sabes que no es así. Quizás eso explica porque tu padre te trate así, te quiere mantener en la raya, porque sabes en lo que te convertirás.

- No me convertiré en nada – Dijo Florence sin perder su contacto visual.

- Eras débil porque tu padre quería que fueras débil y sumisa, pero tu alma no resistió tales ataduras, de allí tu rebeldía, tu determinación, de ahí porque me obligaste a besarte cuando teníamos 13, de ahí porque has tomado tus decisiones. No eras como los demás, Lo sabías, desde siempre supiste que eras diferente, ¿no?

- Diferente, ¿Son las artes Oscuras? – Florence lo miraba expectante.

- No lo se. Pero desde antes lo vi en tus ojos, la primera vez que te miré. Supe todo, supe que tenías miedo, aunque no entendías y no sabias porque, algo estaba escondido en ti. Sin conocer ningún hechizo me atacaste en el tren, sin ningún plan te lanzaste a mediar por la vida de Evans. Si el Señor Oscuro te busca es porque también al igual que yo, se dio cuenta de las grandes cosas que harás. Tenías un lado sombrío que tarde o temprano iba a salir. – Snape volteó mirar el cielo mientras unos pájaros cruzaban veloces – Creo que algún día me arrepentiré de haberlo hecho, pero quizás pueda tener el consuelo de saber que fui yo.

- Eres uno de ellos. ¿Te enviaron a lavarme el cerebro? ¿Te mandaron a entrenarme? Dímelo. – Florence avanzó hacia él.

- No, maldita sea. ¿Cómo puedes pensar eso? – Snape retrocedía vacilante.

- Has tratado de engañarme, ¿Para que? ¿Para que pueda sacar ese algo desconocido de mí y matar gente? ¿Has estado conmigo por eso? – Florence lo empujó.

- No, no entiendes. – Snape quedó apoyado en un tronco de un árbol.

- No creíste que volvería a ti, ¿verdad? Porque pensabas que mi lado oscuro se desataría y mataría a quien se me acercase, que perdería el control cegada por la rabia.

- No, no hice eso. No quería… - Snape por primera vez en 7 años la veía a sus ojos temeroso.

- Pues tu amo ya ha pensado en eso. Que tonta fui, el quiere llegar a mi a través de ti y no te has dado cuenta. Por eso me ha dejado escapar viva muchas veces, piensa que tu harás el favor.

- No, no es así. El Señor Oscuro me necesita a mí también, aunque supongo que tú has sido mucho más difícil de capturar.

- Bien, entonces vamos a calentar el ambiente con verdades. Me harás daño si estás cerca de mí ¿no? ¿Quien morirá?, tu o yo, o quizás los dos. ¡Absurdo! El Señor Oscuro me quiere, pero no quiere que esté cerca de ti. ¿Por qué?

- No puedo decirlo. – Dijo Snape desviando la mirada.

- Si, si puedes decirlo. – Florence alzó amenazante la voz que dejó eco por todo el bosque haciendo que una bandada de pájaros se alborotara. A pesar de la Oscuridad, el podía apreciar sus ojos con un brillo extraño.

- Bien, el Señor Oscuro piensa que… sabe que eres mi debilidad y un hombre débil no puede servirle al Señor Oscuro. Si eres mi debilidad, no puedes estar a mi lado, pero yo decidí mientras tanto tenerte a mi lado, ¿Por qué? Porque como una maldición te has enraizado en mi alma y no me dejas otra alternativa, es parte de mi miseria humana.

- Me llevas al abismo arrastrada y me exiges que me quede quieta. ¿Cómo quedarme donde estoy si eres tu quien me lleva? – Florence tomó el tono de voz elevado.

- No es así. – Snape parecía confundido tratando de  convencerse.

- Estás ahogado en tu mentira. Me has ahogado contigo. – Florence lo miraba más amenazante que nunca.

- No, no es así, solo que…

- No sabes decir la palabra, tu corazón estaba corrompido, pero aun estás sano. ¿Qué te salvó? Lo descubriste y lo descubrimos juntos, dilo.

- No, no ha sido nada. Tu y yo somos… un… caso… inexplicable que…

- Sabes que es y odias admitirlo, dilo. Es nuestro camino…- Dijo la chica sujetándolo de la túnica.

- No se de que me hablas – Snape parecía perturbado de tantas confrontaciones.

- Amor, eso es lo que intentas negar. Es amor y odias que sea eso, ¿no? Odias el amor por hacerte débil y hacerte actuar con locura.

- ¿Amor? – Snape parecía confuso – Estás loca, yo no amo a nadie, a nadie ¿me oyes? Va contra mis principios.

- Te mientes. – Dijo Florence mostrándole los dientes. - Aun con la mayor de las tenebrosidades dentro de mi, se que ese camino es seguro, doloroso pero seguro. Quizás no creas en él, pero lo sigues probando sin poder evitarlo.

- Eres una maldición Harrington, lo eres. Mi Lord tiene razón, me harás caer, serás mi perdición. – Snape parecía un loco y retrocedía tropezándose, evitando la mirada de la chica.

- Quisiste hacerme daño desde el principio, pero terminaste haciéndote daño también a ti, caíste en tu propio juego al enamorarte de mí. Aunque no lo admitas sabes que es así, y eso no le gustará al Señor Oscuro. – Florence lo seguía viendo poderosamente; hasta que Snape se detuvo y la sujetó por el cuello.

- Quisiera poder matarte, te ahorraría mucho, y me ahorraría mucho. No digas que Severus Snape está enamorado, porque no es así. – Snape gritaba descontrolado

- ¿Entonces porque me necesitas? ¿Por qué me buscaste? – Le gritó Florence

- No lo se. – Snape parecía loco

- ¿Por qué me llevaste a un bosque solitario sabiendo que no debemos estar juntos? – Dijo Florence mientras el chico apretaba sus manos en su cuello. - ¿Me vas a ahorcar?

- Quisiera… - Snape se detuvo.

- … pero el amor no te deja.

- No se que es "amor". – Snape le gritaba eufórico.

- Lo que hacemos cada vez que queremos, lo que te llevó a la locura y lo que te llevará en un futuro a fallarle a Lord Voldemort. – Florence estaba asustada porque Snape si iba ahorcarla, pero al final cambió de parecer y cayó arrodillado.

- Se que en mi brazo hay una marca que me hace esclavo de Lord Voldemort, pero en mi alma hay una marca que me hace esclavo tuyo más allá del mundo físico y por eso te odio. – Snape bajó la cabeza. – No soy dueño de mi mismo.

- Juguemos a la verdad, busquemos el verdadero significado. Veamos que tan fiel puedes serle al Lado oscuro.

- Tu eres mi lado Oscuro – Dijo Snape mientras Florence se arrodillaba.

- Lo diré por primera vez, pero desde hace tiempo me di cuenta que era cierto: Te amo. – Florence besó su frente y se levantó. Snape la miraba vacilante. Era verdad, nunca Florence lo había dicho, nunca lo había afirmado hasta aquella noche – Porque tu también eres mi debilidad.

- Todo se reduce a esta condición humana. – Snape miró de nuevo hacia arriba y encontró a la chica. – Maldito sea yo.

- ¿Qué tan fiel eres a Lord Voldemort? – Dijo Florence empujándolo, y besándolo mientras el chico le respondió como nunca antes, sin decir palabra, con furia retenida y con ganas de hacer lo que no había podido hacer desde hace más de un año. De nuevo Florence se sintió invadida por la sensación de lanzarse al vacío, cuando empezaba con aquello no sabía de que manera podía terminar.

- Sabía que no podrías por mucho tiempo. – Florence se dio cuenta que el chico le importaba un bledo en aquel momento el Lado Oscuro y lo único que quería era estar con ella. Con eso había comprobado dificultosamente que Severus Snape no era totalmente fiel al Señor Oscuro y al haber cumplido esa misión se apartó de él.

- ¿A dónde vas? – Dijo Snape cuando la chica retrocedió y se volteó.

- Solo quería comprobar. – Dijo Florence.

- ¿Por qué tiemblas? ¿Por qué dudas? No te iras a ninguna parte hasta que no terminemos este asunto pendiente – Dijo Snape apretando sus muñecas.

- Aun no te he perdonado por completo. No quiero que pongas tus manos en mí, por ahora. – Dijo la chica. Snape se levantó en un segundo y la sujetó.

- ¿Qué clase de juego estás tratando de jugar conmigo?

- Un juego que ya perdiste. – Dijo Florence. Pero Snape no se daba por vencido, luego de tanta contradicción la intentó acariciar mientras la besaba, pero Florence le dio un puntapié y se alejó.

- Oh, debo suponer que me estás castigando por lo que hice hace un año. Esta es tu venganza – Snape la miraba desilusionado y algo sudoroso por la acalorada discusión.

- Supones bien. Espero que tengas una linda lección. La próxima vez será peor.

- Pues te estás castigando a ti también. Me ames o no, me deseas. – Dijo Snape resentido. – Admite que al igual que yo, cosas sobrenaturales ocurren cuando estamos juntos, refrescas tus sentidos.

- Pues estoy dispuesta a castigarme, con tal que aprendas una lección. Punto y final. – Dijo Florence dado por terminado el tema.

- Eres injusta, lo eres. Pero no tengo más remedio. – Dijo Snape sentándose en la hierba y acostándose enojado mirando el cielo. Florence se acercó a él y se acomodó en su pecho.

- Me convences de estar contigo y te niegas luego, me dices que no te ponga un dedo encima y te acuestas sobre mí. ¿Quien te entiende? – Dijo Snape aun más enojado.

- Imagina que no soy yo. Imaginate que soy Morgana – Dijo Florence – Necesito algo cómodo sobre lo cual dormir, es muy tarde para ir a casa.

- Bien, imaginarte que eres Morgana Bellatrix será una verdadera pesadilla. – Snape se acomodó, pero cuando se dio cuenta Florence había quedado profundamente dormida. Snape la observaba respirar y dormir, era un verdadero castigo.

- Lo haces otra vez. – Dijo Snape por lo bajo – No te volveré a fallar. No te dejaré morir, así tenga que traerte a la vida de nuevo. No vas a morir…

            Luego de aquella noche inquietante, Florence regresó a casa sin ni siquiera entrar a la casa de Snape, era bien sabido que sus padres estaban preocupados y no quería inquietar a su madre, quien era la única que le importaba. Snape la acompañó hasta llegar a su casa y se despidió de ella en los árboles cerca del lago.

- ¿Dónde has estado? – Dijo su padre.

- Florence, estás bien. Nos tenías preocupados. Lo de anoche, supimos lo que pasó en esa fiesta y… - Janice corrió hacia su hija y la abrazó como nunca antes.

- Esa endemoniada fiesta, no volverás a salir de esta casa, el resto de las vacaciones. ¿Dónde estuviste? – Dijo su padre.

- Estuve con Snape. – Dijo Florence. – Platicando un rato, lejos de allí.

- ¿Ah si? De nuevo te la pasas con ese vago asqueroso, de nuevo tus encuentros con ese chico. No me digas, así que es con ese chico con quien te acuestas cada vez que puedes. – Dijo Donald. Florence lo miró enojada y sin varita en mano le lanzó una bofetada invisible que lo hizo retroceder. Donald quedó aturdido y  avanzó hacia ella, pero su madre se interpuso

- No Donald, no le hagas nada. – Decía Donald interponiéndose entre su hija y su esposo.

- Quítate Janice, voy a enseñar a esta niña a respetarme – Dijo Donald, pero fue interrumpido por la llegada de Kyle.

- ¿Qué ocurre aquí? – Dijo Kyle observando la escena. Todos se detuvieron y Florence fue a abrazar a Kyle.

- Estás bien hermanita. Felicidades por ese logro: Estás viva. – Dijo Kyle sonriendo y besando a su hermana en la frente.

- ¿Cómo supiste?

- Salió en el Profeta, mira esto.

            Kyle le aproximó un ejemplar del Profeta. Con una foto de la casa de Amethyst y la Marca Tenebrosa de fondo.

El-que-no-debe-ser-nombrado asesina a un joven estudiante

Ayer en la noche, se conoció la noticia de la muerte del Joven Gary Hurrigan, de 17 años y que cursaba estudios en Hogwarts. Se daba una fiesta en casa de Amethyst Jordan, cuando varios encapuchados seguidores de El-que-no-debe-ser-nombrado irrumpieron violentamente buscando mas seguidores, causando caos y torturando a hijos de muggles, tal como es el caso de Lilian Evans. La chica nos cuenta su horrorosa experiencia

"Estaba con mi novio James, cuando ellos me capturaron y me dieron varios hechizos. Intenté defenderme, pero ellos eran fuertes y conocedores de más hechizos que yo. Dos de ellos me sujetaron y me llevaron con el Señor Oscuro quien había llegado, el se disponía a matarme, cuando de la nada Florence Harrington se lanzó a salvarme y logró desviar el mortal hechizo y enfrentarse con él, peleó con valentía pero admito que si los aurores no hubieran llegado, hubiéramos muerto las dos". Esto conmociona al mundo, una adolescente de 17 años se trata de enfrentar al Ustedes-saben-quien y sigue viva. Podemos esperar grandes cosas de la joven Harrington quien es una de las aprendices de Albus Dumbledore en Hogwarts.

- Vaya, le diste la vuelta al mundo. Ralph me avisó que todos allá en su ciudad ya saben de la noticia. – Dijo Kyle abrazándola.

- Lo se, Alastor vino a  mi casa a comprobar que estabas bien y quedé como tonto. No saber ni donde estaba mi propia hija, cuando lo supimos tú madre casi se muere.- Dijo Donald serio

- Pensamos que te habían capturado, y pensé muchas cosas más. Pero nada te ha pasado, cuanto me alegra que estés bien. – Dijo Janice aun llorando y besándola.

- Tu amiga estuvo aquí y también estaba preocupada, ¿quieres matar a todo el mundo? – Dijo Donald. Florence se sentía fatal, un montón de culpa caía en ella. No le había avisado a su familia ni a Eileen que se iría con Snape.

            Florence subió a su habitación y encontró una lechuza en su cama, era de Hogwarts. Encontró su lista de artículos de séptimo año y una notificación: había sido escogida como "Premio Anual", ella se asombró y cayó sentada en la cama. Sintió que el medallón que llevaba puesto se ponía pesado, lo sujetó y un humo denso salió de él: La Abuela Marie volvía a aparecerse ante ella.

- Oh, mi niña. ¡Felicidades! – Dijo la anciana con voz alegre.

- Abuela Marie, ¿Cómo te enteras de todo? – Dijo Florence abrazando a su abuela.

- Oh, tengo mis fuentes. Te he notado inquieta y anoche todo cambió por esa emoción. Es lindo tener tu primer amor a los 16 años y…

- No se de que hablas.

- Son 17, mañanas los cumples. – Dijo su abuela – Yo puedo ver tu corazón, quieres mucho al chico, pero odias admitirlo, así como anoche. Pero veo que hay cosas que amenazan tu tranquilidad. Ten cuidado con las decisiones que tomas.

- Hablas como si fuera a suicidarme. – Dijo Florence tomándoselo a broma.

- Hay muchas personas, que no quieren verte feliz.

- Empezando por tu nieto, o sea mi padre.

- El te ama, pero a su manera…

- Esa no es una manera de amar.

- Ten cuidado Florence, las estrellas me dicen que mi tiempo se acaba. Algún día te abandonaré. – Dijo su abuela.

- No te puedes ir, digo, debemos hablar más. Quiero saber más sobre el medallón, quiero saber los poderes que tiene.

- Puedes vivir en él, pero es solo para almas sin cuerpo, dentro del medallón puedes andar hasta que tu tiempo para dejarlo llegue o hasta que el nuevo guardián llegue.

- Espera, quieres decir que yo luego de morir, iré a vivir al medallón.

- Si, si deseas saber todos los secretos de la magia antigua y…

- ¿Secretos de la magia antigua?

- Solo los puedes descubrir estando dentro del medallón, aquí se guarda toda la herencia de los Harrington. – Dijo la abuela.

- Si tú te vas del medallón… ¿qué pasará?

- El próximo Harrington que muera, terminará dentro del medallón como guardián si lo desea. Eres joven, te queda aun mucho tiempo para ocupar tu lugar.

- Me gustaría saber esos secretos de la magia antigua, pero no estoy ansiosa por morir.

- Me enorgulleces hija, Premio Anual, ¿Quién lo diría? – La abuela Marie le sonrío antes de desvanecerse.

            Pese a los problemas, el primero de septiembre llegó y Florence abordó el tren como todos los años. Se subió y encontró a Remus hablando con Eileen, era normal que Eileen se olvidara de todo el mundo cuando estaba con su novio. Florence la saludó y fue al compartimiento más cercano. Al rato llegó Eileen.

- ¿Cómo has pasado el verano? – Preguntó Eileen sentándose cerca de ella.

- Bien, supongo. Nada nuevo. ¿Dónde está tu rata?

- ¿Precioso? Murió de viejo, las ratas no viven mucho. – Dijo Eileen. – No sufrió mucho, amaneció muerto.

- Que mal – Dijo Florence por inercia.

- Supe que te hicieron Premio Anual, ¿Por qué no andas al vagón de los prefectos a restregárselo a los Gryffindors?

- No, no tengo ganas. Prefiero la tranquilidad…

            Aquel iba ser el último año de Florence en Hogwarts, tenía 17 años e iba a séptimo año. Su situación había cambiado desde la primera vez que había pisado el Castillo. Había aprendido artes Oscuras, se había unido al equipo de Slytherin como buscadora, había sido prefecta, premio anual. Pero pese a todas esas maravillas, no dejaba de ser una de las más odiadas y una de las menos populares de su casa. Tenía puntos negativos, andar rechazando a Sirius Black le había dado mala fama, aunque hubiera tenido peor fama si hubiera andado con él. Otro punto en su contra, era que no le gustaba andar socializando ni haciéndose la amiga de todos, y su silencio era mal interpretado como si fuera orgullo y arrogancia. Las pocas veces que su nombre había sonado era cuando habían quitado puntos a Slytherin, las peleas con Gryffindor y cuando había sido vista por Bertha Jorkins besándose con Snape. Además, cuando se metían mucho con Florence ella terminaba defendiéndose y no de una buena manera, sino atacando sin avisar, pero desde su elección como prefecta aquello había cambiado. Pese a eso, había sido elegida prefecta, era una de las mas estudiosas de Slytherin, de hecho era disciplinada en los estudios. En muchos aspectos Florence era común y corriente, pero en otros aspectos era única.

Físicamente Florence era delgada y la mas alta de sus compañeras, muy hábil en la escoba. De mirada intimidante y con la nariz perfilada de su padre. Sus ojos grises verdosos no habían cambiado para nada, se habían vuelto más hermosos y peligrosos que nunca, pero Florence pasaba mejor tiempo evadiendo la mirada de los demás que luciéndose con ellos. Su piel era blanca y sin pecas, y su cabello extrañamente negro azabache, tan intenso que se confundía con la oscuridad de la noche, tan negro como el ébano. Era un cabello suave, que pocos lo habían tocado, caía lisamente y se doblaba en las puntas, unas ondulaciones suaves. Sus labios eran indicador de la mayoría de sus emociones, si los curvaba significaba asombro, si los separaba significaba que estaba asustada, si se los mordía era que estaba inquieta por algo, cuando los apretaba era cuando estaba tensa y si los movía incesantemente era porque algo llamaba su atención.

En la forma de ser, era distinta a las demás, no era entretenido para ella hablar de chicos con las demás, lo veía aburrido, considerando que sus compañeras pasaban gran parte de su tiempo hablando de novios, quizás todas las chicas menos Morgana Bellatrix. Era muy terca cuando actuaba y le gustaban las cosas a su manera, si había algo que nunca caracterizó a Florence, es ser débil, pues era de un carácter fuerte y quizás hasta desafiante, de ahí los problemas con su padre. Adoraba hablar sobre Quidditch, aunque no tuviera mucho tiempo para ello y disfrutaba las cosas simples. Snape le había contagiado un poco de su ironía y sarcasmo, de lo cual había sacado provecho muchas veces cuando los Gryffindors le buscaban problemas. Inevitablemente cuando llegaba a una habitación, los ojos pasaban su atención en ella, ya sea para bien o para mal y con su sobrenatural mirada, sabía poseer todo lo que allí se encontraba, causando temor o exaltación. Quizás esa era la causa de todos los prejuicios contra ella, ser malinterpretada, aquel don que tenían sus ojos centellantes había sido malinterpretado. Confusas afirmaciones entre que si repugnaba por parecer un tanto diabólica al hipnotizar a la gente  o si era la más hermosa chica de Hogwarts, pero todos estaban errados, Florence no creía ser ni lo uno y mucho menos lo otro, simplemente era ella misma en su esencia.

- Sirius Black está loco por ti aún. Aunque no lo diga muy frecuente – Dijo Tara en el dormitorio, luego de una semana de haber iniciado clases.

- No sigan con ese cuento tan aburrido. Terminaré odiando al primo de Bellatrix. – Dijo Florence exasperada de oír de Black.

- Es guapo – Dijo Tara

- Acuéstate con él entonces. – Dijo Florence de malas pulgas. – Ya que de por si eres la seductora fatal de Slytherin Tara. – Las chicas rieron, todas menos Morgana quien miraba perdida a las demás.

- Lo he intentado, pero el solo quiere estar contigo – Dijo Tara burlona en respuesta.

- Si van a empezar a hablar de la aburrida vida de Harrington, avísenme y me voy. – Dijo Morgana.

- Oh, Morg, no te sientas mal. Pondremos nuestra atención en ti ahora. ¿Cómo andas con Iván? – Preguntó Tara volteándose

- ¿Iván Rodolphus? Andamos bien, de hecho nos vamos a casar cuando salgamos de Hogwarts. Nuestros padres ya han arreglado el compromiso. – Dijo Morgana sin importancia, pero esperando respuestas positivas y asombradas.

- Supongo que está bien – Dijo Eileen.

- Si, supongo. – Dijo Tara. - ¿Cómo andas tu Dana?

- ¿Oíste algo? – Dijo Eileen. Alguien tocó la puerta. Tara se levantó de su cama y el Profesor Spencer apareció.

- Señorita Ustinov, Buenas Noches. Quisiera hablar con la Señorita Harrington.

            Florence fue al despacho de Spencer, siendo muy avanzada la noche. No sin antes escuchar comentarios de sus compañeras "Tara has sido reemplazada". Se sentó frente a su escritorio con su bata para dormir y miraba seria al Profesor

- Florence querida, no había podido hablar contigo. – Dijo Spencer moviéndose un poco la túnica y desabrochándola, mostró en su pecho una herida muy fea y observó como se echaba pomada. Florence lo miró atenta.

- ¿De que quería hablar Profesor? – Preguntó Florence sin dejar de hacer contacto visual con él.

- Felicitarla por ser el Premio Anual femenino de este Colegio, y por esa soberbia demostración de magia en la fiesta de Amethyst Jordan. ¡Usted es una heroína! – Dijo Spencer sonriéndole, sin darse cuenta que su túnica aun mostraba su pecho.

- Lo siento, Profesor. No soy una heroína, solo una chica con suerte. En este momento debería estar muerta.

- Pero no estás muerta, sigues con nosotros. Vaya modestia.  Muy diferente al comportamiento de su novio Sirius. – Dijo Spencer mirándola alegremente.

- ¿Qué? El Señor Black no es mi novio. ¿Que sarta de mentiras chismean en la sala de profesores?

- Oh, no es eso. Siempre pensé eso. Como los vi juntos hace 2 años en el baile y como siempre abundan rumores sobre usted…

- Usted es un maestro y debería tener una posición más profesional con sus alumnos. No andar en chismes, o si no usted también caerá. Mi vida privada no le incumbe… - Dijo Florence mostrando signos de que estaba molesta.

- ¿Soy parte de los chismes? El motivo para hablar con usted era de discutir su futuro. Estuve viendo sus registros, usted luego de presentar los TIMO's aparece como "Posible aspirante para Artes mágicas de la politica" en la Academia de Magia Blanca Salem en América.

- ¿Qué? Es imposible, yo había dejado mi futura profesión en blanco. Mi padre debió haberlo modificado. – Dijo Florence revisando el registro.

- Si, eso parece. Aquí está la firma de Donald Harrington. Me pareció raro que usted siendo tan práctica haya escogido esa aburrida profesión del mundo de la política mágica, veo que su padre quiere preservar la fortuna familiar.

- No quiere preservar nada, solo quiere enviarme lejos que es diferente. Pero cambiaré la fórmula. Quiero jugar Quidditch para el equipo de Los Chuddley Cannons. – Dijo Florence.

- ¿Quidditch? – Spencer alzó una de sus cejas.

- Si, es lo mejor que hago.

- Una chica tan hermosa y aplicada como usted no puede perderse en el deporte. Debería aprovecharse mejor. Supe que el Alastor Moody la recomendó como auror.

- ¿Cómo supo eso?

- Dumbledore lo comentó la otra vez muy orgulloso. – Dijo Spencer sin darle importancia.

- Ah… no, no lo he considerado seriamente.

- Veo que no estás muy dispuesta a enfrentarte al mal, y sabes como defenderte con artes oscuras. Florence, harás muchas cosas grandiosas.

- No es eso. ¿Usted quiere que yo sea auror?

- No digo eso querida. Solo te invito a que veas que es lo que realmente quieres ser. Te veo hasta como una reina de belleza, pero ¿qué puedes ver dentro de ti? ¿Quieres pasar el resto de tu vida atajando snitchs?

- Pues ahora que me lo deja pensar… - Florence comenzó a dudar.

- Eres muy lista. Piensa bien… ¿Cuáles son tus motivos para seguir adelante y luchar?

- ¿Cómo?

- Tus motivos para vivir.

- Supongo que… El Quidditch, mis estudios, Eileen mi mejor amiga, no se… - Florence ahora se sentía extraña.

- ¿Y tu familia? – Spencer parecía muy interesado.

- No mucho, ellos inspiran cosas malas en mí. Y yo en ellos.

- Lo siento. – Spencer se levantó y suspiró.

- ¿Por qué tiene esa herida allí? – Preguntó Florence viendo la herida en el pecho del Profesor

- Oh, nada que preocuparse mi niña. Un pequeño accidente en vacaciones. – Dijo Spencer tapando la herida y acomodándose la túnica.

- ¿Me puedo ir? – Florence se levantó de la silla, pero Spencer la sujetó rápidamente del brazo.

- Recuerdas que eres única, no he visto chicas como tu en mucho tiempo. Puedes lograr lo que quieras, incluso lo que tu mente jamás ha maquinado.

- Usted lo dice  – Florence se sentía rara.

- ¿No me vas a preguntar porque me pareces única?

- Supongo que no me interesa saberlo. – Florence esta vez estaba cortante, y usó su mejor arma, mirarlo directamente a los ojos de una manera temible

- Oh, esa terrible modestia. Eres única, la chica más hermosa que haya pisado Hogwarts. Ellas te envidian y es por eso que te salen las cosas mal, gente malintencionada y envidiosa contra ti. No solo eres hermosa sino inteligente, puedo aspirar tu aroma.– Dijo Francois Spencer, pero Florence no le agradó el comentario y lo siguió mirando sin parpadear, Spencer dio un chillido volteando y tapando sus ojos, la volvió a mirar, sus pupilas estaban irritadas – Es cierto lo que dicen, puedes dominar a una persona con solo mirarla.

            Florence se dio cuenta de lo que había hecho, había un poder desconocido dentro de ella que había salido. Suponía que por ser un profesor, había estado consciente de que no podría lanzarle una maldición para que la dejara en paz y por eso su magia había salido de su mirada; magia antigua la denominada "magia sin varita". Esto la asombró de momento. Spencer la había soltado del brazo.

- Yo no soy Tara – Dijo Florence mientras Spencer se restregaba los ojos.

- ¿Disculpa? – Spencer la volvía a mirar.

- No soy Tara, con la que usted mantiene un amorío para que me diga cosas estremecedoras al oído. – Florence se apartó.

- Ya me habían advertido que eras una chica dura y hoy comprobé eso que tantos temen, asombrosa su demostración. Pero ser tan dura no te quita lo interesante. Vete. – Dijo Spencer en voz grave.

*****

Fin de Capitulo.

Agradecimientos Especiales:

DJGryffindor: Gracias por tus comentarios. Espero que te siga gustando, siempre te lo digo: Gracias!!!! Te aviso que con cada capitulo que pasa el momento "Lucius al rojo vivo" se acerca. ¿Publicidad al fic? Como no, si tu fic es el primer fic donde yo soy una de las protagonistas, joo!

Snapesita2: Hey niña, cuanto tiempo. Que alegría leerte y saber que andas enterada, se te extrañaba por aquí. XD. ¿Snape humano? Hasta los hombres mas fregados deben aprender modales para con sus mujeres, Lucius es una excepción necesita distracción para que se le quite la excitación, jejeje. ¿Florence como auror? Pero que afirmación, yo pienso lo mismo tiene muchas buenas cualidades, verás lo que pasa en dos capítulos.

Malu Snape Rickman: Si, ya leí el fic de tu amiga y si mal no recuerdo he dejado un review, después de todo un Snape fic no pasa desapercibido. Claro que Florence se hace rogar, tiene un concepto alto sobre la dignidad. Espero que estos asuntos no la vuelvan loca.

Satsuki: Hola amiga, si, se me había pasado avisarte. Que bueno que te guste, un millonsote por tus comentarios. Y sigue pendiente.