Hola para los que han dicho que se acerca el final… eh, les digo que depende a que se refieran con final, final feliz? Final triste? Final?? Creen que se acerca un fin… bueno, les prometo que… seguiré!

Capitulo 25 Un ángel guardián

- Ahora soy un conejillo de indias… - Florence en su tono temible de siempre.

- Eres la mujer mas afortunada, tendrás el privilegio de tomar esta poción con la receta del Mago Oshar que hasta hace poco se creía perdida. Sus efectos son maravillosos… - Dijo Lord Voldemort y Florence tomó la copa automáticamente, y la bebió, sabía a veneno pero a ella no le importó, luego de beber toda la copa se empezó a sentir débil…

- Oh, hoy es luna llena, es el día indicado para ese acontecimiento especial. Lo lograré por si acaso algo falla. – Voldemort replicó y tomo su copa con parte de la poción. – Solo por esta noche, sentiré los placeres carnales de un hombre cualquiera…

- ¿Dará resultado? – Malfoy no estaba muy convencido.

- Esta noche lo veremos. – Florence veía todo borroso, al parecer Voldemort también había tomado la poción, lo que le fuera a pasar a ella, también le ocurriría a él. Perdió un poco la lucidez y cayó flotando. Era extraño como sentía que un frio penetraba a su cuerpo, y un ligero siseo pasó por sus oídos, suavemente sentía como una serpiente se enroscaba en su cuerpo e iba hacia su cuello, podía sentirlo, la lengua de la serpiente cerca de su cara, la iba a atacar, iba a envenenarla, hasta que sintió un fuerte dolor sin poder renunciar a aquello, ella también participaba de ello, lo hacía inconscientemente…

- ¡Despierta! – Escuchó decir Florence y abrió sus ojos, despertándose de un sueño largo y agotador. La cara de Narcissa Malfoy apareció medio borrosa frente a ella y poco a poco iba tomando nitidez.

- ¿Dónde estoy?

- En mi mansión. – Narcisa le traía el desayuno y Florence se sentó en la cama de la habitación de huéspedes, donde había una cuna en el rincón.

- ¿Qué hago aquí?

- Lo importante es que andas bien. Lucius me dijo que andabas un poco débil Florence – Narcissa le sonrio. – No se que te pasó, Lucius nunca me cuenta nada realmente importante.

- Algo me hicieron, me siento diferente…

- Ojala supiera algo. – Narcissa le dejó el desayuno. – Lucius me dijo que podías quedarte el tiempo que quisieras.

- Narcissa Gracias. Pero creo que no lo haré… - Florence dudó y miró la ventana. – Este no es mi lugar.

- ¿A dónde iras?

- No lo se…

- Deberías comer, te ves débil. – Dijo Narcissa mirando la cuna

- No estoy débil, simplemente estoy diferente. Narcissa, ¿Por qué hay una cuna en ese rincón?

- Solo espero el día que Lucius y yo tengamos un hijo, nada me quedaría mejor que tener al heredero de los Malfoy. – Dijo Narcissa. – Ojala sea pronto, aunque no veo a Lucius muy ilusionado!

- Ya lo creo… - Florence volteó y se sentó, estaba algo mareada y confusa. - Narcissa, necesito buscar un libro… - Dijo Florence en tono amable, pero calculando cada una de sus palabras.

- Libros, tengo muchos. ¿De que se trata?

- De inmortalidad, fénix. – Dijo Florence inocentemente.

- Oh, ¡que fascinante! Pero me temo que el único libro parecido a ese es uno que Lucius tiene en su despacho. ¿Quieres verlo?

- Me encantaría. – Dijo Florence empezando a desayunar. Narcissa salió un momento y regresó con un libro de cuero negro, pesado y muy antiguo. El titulo era "Ensayos y mitos sobre la inmortalidad: un recorrido por este tópico a través de toda la historia mágica"

- Ya regreso, no te muevas de aquí.

            Narcissa se fue de la habitación y Florence abrió el libro, buscó el índice y nada parecía darle pistas hasta que encontró "El arma secreta de Oshar", ese era el nombre del creador del pergamino que había robado. Busco la página y encontró ilustraciones del viejo Egipto, el desierto, el Nilo y el palacio del Faraón. La pintura que se movía mostraba a una mujer hermosa vestida con trajes especiales, debía ser la esposa del faraón, llorando a orillas del Nilo mientras un bebé se ahogaba entre las aguas y un hombre con un bastón largo apuntaba al cielo con cara de enojo. Se representaba al pueblo egipcio mirando al suelo temeroso y cubriéndose de una tormenta que se acercaba. El faraón estaba en su trono indiferente… Florence leyó la historia debajo del dibujo.

"Era una mañana soleada, cuando descubrí a Jezr mi esposo siendo aconsejado por ese brujo, al cual no le veo buenas intenciones. Su nombre es Oshar y su poder mágico tiene admirado y atemorizado a nuestro pueblo. Ese hechicero le ha prometido Jezr el faraón de Egipto, que si sigue sus instrucciones podrá crear a un heredero tan fuerte que todas las naciones temerán, debido a su poder, fuerza, astucia y semi-inmortalidad, esto da miedo… algo tan perfecto no encajaría en nuestra raza, es un arma peligrosa si cae en manos equivocadas"

            Florence no entendía muy bien, al parecer aquello era un fragmento de los escritos de la reina de Egipto

"En la noche, no he tenido ni tiempo de caer en cuenta. Oshar le ha ofrecido a Jezr una copa con esa sustancia peligrosa, Jezr y yo le hemos bebido, su efecto inmediato fue el de cualquier afrodisíaco pero su efecto duradero no fue ese, sino mi estado de embarazo. Solo los dioses saben que angustias he vivido, este niño dentro de mi se hacía cada vez más fuerte. Hace dos días Oshar ha revelado toda la verdad, ha sido obligado a confesar: Este hijo que vamos a tener es un arma para nuestro enemigos, algo maravilloso digno de los dioses, pero no es completamente humano, dentro de si hay un poder oculto de esa magia, producto de esa poción, es algo raro, nuestro hijo será indestructible y no tendrá piedad, es un arma de doble filo y solo la oscuridad podría dominarlo…"

- ¿Qué? – Florence detuvo la lectura. – "un arma de doble filo y solo la oscuridad podría dominarlo", un momento, eso suena muy sospechoso. – Florence se dijo a si misma y siguió leyendo unos parrafos más abajo.

"Nuestro hijo ha nacido esta mañana, y ha manifestado tener poderes extraños, es solo un recien nacido pero su presencia causa inseguridad en nuestro pueblo, la gente sabe las historias de lo que sucedería si caeríamos bajo el peso de un Rey venido de la misma oscuridad como este. Jezr ha enloquecido y me ha quitado al niño de los brazos, no pude hacer nada, Jezr lo arrojó al Nilo, el niño está muerto y con eso se ha extinguido su amenaza. Oshar será desterrado luego de que quemen la poción maldita con la que han hecho el brebaje que me produjo esto…el pergamino del ave inmortal"

- ¿Ave inmortal? – Florence pensó y dijo con sorpresa – Fénix, un fénix es un ave inmortal. El pergamino del Fénix, pero…

            Empezó a maquinar todo en su mente, todo empezaba a tomar sentido para ella. Era lógico, el pergamino no había sido destruido ni quemado en el antiguo egipto, ella misma había quemado todo lo que estaba a su paso en la casa de los Potter hace tiempo atrás y el pergamino mágico había quedado intacto, eso debió haber pasado en aquella época antigua igualmente. Por alguna razón luego de muchos siglos después, los Potter en su viaje a Egipto lo habían conseguido y guardado, Dumbledore les había dicho que Voldemort lo necesitaría y que mandaría a buscarlo, pero ¿porque creía que iba a ser Bellatrix? Había conseguido la receta y Dolohov la había traducido, Snape había elaborado la poción y… Florence había tomado la poción la noche anterior en la sala privada de Lord Voldemort, había sentido que todo daba vuelta y había perdido el sentido.

- Se ha cumplido todo, la poción pero… - Florence cerró el libro asustada – No recuerdo que ocurrió anoche, eso quiere decir que… - Florence recordó breves momentos, y podía ver a Lord Voldemort sonriéndole malévolamente, era como revisar una memoria antigua, mientras mas lo pensaba, más se acordaba, no entendía mucho… una imagen horrorosa vino a su mente, era ella misma entregándose físicamente al Señor Oscuro, quedo asombrada y en shock, se acordaba de todo y le producía asco acordarse, eso había pasado. Los largos dedos de Lord Voldemort paseándose por su cuerpo y ella obedeciendole, no eran caricias sino un toqueteo brusco, no era un acto de amor, era un acto lleno de oscuras intenciones, Florence estaba angustiada mientras mas memorias de la noche anterio venian a su mente. Se sentía sucia y uasada, se sentía culpable, se sentía complice, se sentía asquerosa, regpunaba acordarse de aquel aliento, era demasiado…

- No, no puede ser. Yo no quería – Florence lanzó el libro al piso estallando en gritos. – Yo no puedo… yo no puedo estar esperando un hijo del ser que mas odio. NOOOO!!!!!!

- ¿Qué ocurre Florence? – Narcissa entró debido al ruido.

- Todo tiene sentido ahora, por eso no podía estar con Snape. El jamás hubiera permitido eso, yo era perfecta para el plan. Me hicieron hacerlo sin darme cuenta para que no lo recordara… para que yo pudiera concebir… oh no – Florence sujetó su vientre con angustia.

- ¿De que hablas? – Narcissa no entendía.

- Debo irme…

- No puedes irte, estás débil. Lucius me mandó a cuidarte…

- ¿Cuidarme? Claro, mi condición. Quiere proteger a… - Florence no terminó la frase. Se paró y sintió un mareo terrible, dio unos pasos, viendo todo más claro.

- Florence quédate aquí…

- No, debo irme.

- ¿A dónde iras? – Narcissa le preguntaba.

- No lo se. No puedes detenerme, mucha gente ha resultado muerta en el pasado con solo pensar detenerme.

- Creo que estás algo alterada ¿te sientes bien? – Narcissa la intentaba devolver a la cama.

- Si, estoy bien. – Florence tanteó entre sus ropas y consiguió su varita, tomó el libro y antes de que Narcissa la pudiera detener desapareció.

            Apareció en un camino perdido no muy lejos de la Mansión Malfoy, la sangre circulaba mas rapido y una presión se apoderaba de su cabeza, sus piernas temblaban y apenas podía caminar, estar asustada de verse por fin sola, no sabía a donde ir. Su familia la entregaría, Snape la odiaba, cualquier mago le tendría miedo… al fin decidió huir al mundo que un mortífago jamás habría escogido, se dirigió en un bus que pasó a la próxima ciudad muggle: Londres.

            En el bus estaba recelosa y varias personas la observaban curiosos, en primeras porque llevaba puesta una túnica negra y segundo porque su cara reflejaba algo de nerviosismo que tenía, si allí había un mago la podrían reconocer. Se bajó en una estación cercana al centro. No tenía idea de donde estaba, pero era casi improbable que la encontraran allí, era una desconocida para ese mundo, los muggles. ¿Quién lo diría? Antes de seguir camino se aseguró de bloquear la conexión mágica que había entre la marca tenebrosa y ella, haciéndola difícil de rastrear a menos que sufriera una emoción fuerte, los poderes de Lord Voldemort disminuían en aquel lugar carente de magia, era un buen refugio, era un buen lugar para desertar.

            Florence se vio libre en las calles de Londres y caminó sin rumbo por un par de horas sin saber a quien recurrir, observando las tiendas y sintiendose ajena a todo. Estaba asustada, no sabía que hacer, la magia no podría resolver todo. Estaba lejos de todo, estaba sola aunquye estaba rodeada por muchas personas. Un hombre intentó sujetarla para herirla en un callejón y Florence sin pensarlo lo lanzo contra la reja, era un ladrón muggle, dos cuadras después una tormenta empezó y no tenía donde refugiarse. Porr fin entró a un local con luces llamativas que decía "Cafe", allí entró y descubrió a varias personas bebiendo y comiendo, tenía algún parecido con la Taberna de Hogsmeade solo que sin magia y sin personajes pintorescos, todos eran muggles. Florence avanzó a la barra…

- ¿Qué desea? – Dijo el cantinero observándola con una mirada de reserva.

- Una cerveza de mantequilla – Florence dijo esto y se tapó la boca, era algo que los muggles no debían conocer. El cantinero tenía cara de creer que le tomaban el pelo. Un hombre que tomaba un café volteó curioso.

- Oiga, ¿se cree usted graciosa? – Dijo el cantinero.

- No… es que… olvídelo. – Florence busco en sus bolsillos y solo hbian sickles.

- Yo le brindo una copa de whisky, ¿lo conoce verdad? – El hombre que había volteado se había levantado a la barra, era un hombre alto fornido de ojos almendra, cabello rubio oscuro y facciones duras, con algo exótico.

- Disculpe, si se que es. Pero no puedo tomar whisky. – Dijo Florence mirandolo y comprobando el tono amable de aquel hombre.

- ¿Qué desea tomar?

- Nada. – Florence se sentía extrañada que de la nada un muggle se preocupara por brindarle algo de tomar

- Usted no se ve bien…

- Apuesto a que se ha escapado del manicomio o es de una de esas sectas satánicas. Dios nos libre!. – Dijo el cantinero, y algunos voltearon a ver a Florence.

- Me refiero a que se ve cansada ¿Desea que llame a una ambulancia?

- ¿Amulencia?… ¿que? – Florence tampoco conocía bien a los muggles. – No lo creo…

- Dejeme ayudarla. Por favor… soy doctor, me encargo de cuidar de la salud de los ciudadanos. Por favor, déme dos cafes para llevar. – Dijo el hombre amablemente y Florence lo miró raro - ¿Vamos?

- No lo conozco, soy de muy lejos… pero no soy ingenua.

- Solo ofrecía mi ayuda, me parece que la necesitas. – Dijo el hombre sonriéndole.

- No se si confiar en usted…

- Empecemos… mi nombre es Joseph Xavier, mucho gusto. – Dijo el hombre estrechando su mano.

- Mi nombre es… Fiorencia Saveiro – Dijo Florence usando la combinación de los dos nombres ficticios de la historia que Tara había hecho. Florence sin explicarse porque, siguió a Joseph.

- Conozco rostros como el tuyo, jovencita. – Dijo Joseph llevándola por la calle. - ¿Estás en apuro o huyes de alguien?

- Las dos cosas… - Dijo Florence. – Usted sabe, no he tenido mucha suerte últimamente. ¿Hay algún hechizo… digo, proceso por el cual pueda saber si estoy embarazada?

- Oh… eso es más delicado, creo que tendremos que ir al Hospital General. Yo soy medico de allí.

- ¿Medico? Ah… usted es un curador.

- Medico que cura a la gente. – Dijo Joseph mirándola con astucia.

            Florence seguía con precaución a aquel hombre, pero no parecía mal intencionado ni estar relacionado con el mundo de la magia. Era un muggle total, al llegar al hospital, Florence vio a otros muggles enfermos y vio a Joseph llevándola a un consultorio, la llevó a una cama. Era extraño como de alguna manera, su instinto le hacía confiar en aquel muggle desconocido, pero de todas maneras no tenía más alternativa. Luego de que la examinara Joseph salió de la sala.

- Hoy no tenía guardia, pero el Doctor Watson me ha dicho que presentas buena salud, aunque tienes marcas en tu piel de haber sido herida. ¿Tomas Droga?

- ¿Droga? – Florence no tenia idea de que hablaba

- Sustancias psicotropicas alucinogenas o estimulantes…

- No, no se que sea eso… - Florence miró extraña

- Es algo muy de moda entre los jóvenes Florence, atiendo a muchos hippies y chicos con ideas fumadas. Estos años 70 han sido un martirio…

- No, no he tomado nada extraño. – Dijo Florence, esos muggles si eran raros de querer hacerse daño sin necesidad, casi como ella… solo que ella no había escogido.

- ¿De donde vienes?

- No quiero… no muy lejos.

- Bien, no quieres revelarlo. ¿Edad?

- 19 – Dijo Florence mirando la sala de aquel consultorio, Joseph tenía la foto de una retrato familiar, una pareja y dos chicos de ojos vivarachos.

- Primera vez que tuviste relaciones. – Preguntó el Joseph llenando la hoja y Florence se puso roja y extrañada

- Eh… a los quince años. – Dijo Florence ronca.

- Muy apurada, ¿eh? Bien… ultima vez que tuviste relaciones y si has sentido alguna molestia.

- ¿Cómo? Digo…  no recuerdo bien la ultima vez que tuve relaciones.

- ¿Por qué?

- No estaba consciente.

- Seguro estabas en alguna de esas fiestas donde los jóvenes toman…

- Señor Curador…

- Dime Doctor, cuando salgamos de aquí me podrás decir Joseph.

- Doctor, no estaba en una fiesta, no había bebido.

- ¿Algún trastorno mental?

- Ninguno.

- Oh… Si fueras mayor  te diría que fuiste a Woodstock 69, pero supongo que a esa edad tenias 14… - Dijo Joseph – ¿Eres roquera?, nada mas esa tatuaje en tu brazo…

- ¿Roquera? No se que es eso. Solo que… ¿qué es woodstock?

- "Fiorencia" mi sospechas son ciertas. No sabes nada del mundo actual, no relacionas algunas cosas… eres una bruja ¿verdad? – Florence quedó congelada ante tal afirmación.

- ¿Cómo dijo? ¿Cómo lo sabe?

- Es obvio… esa varita de madera, cerveza de mantequilla, no sabes que es Rock, lo que no entiendo es el tatuaje de esa calavera con esa serpiente… ¿Por qué?

- No es un tatuaje, es una marca. – Dijo Florence sujetando su varita pero estaba relajada.

- Mi cuñada es bruja, por eso lo supe. No te asustes "Fiorencia"

- Usted parece conocer a los magos. Deberías alejarte de mi, no soy buena. – Dijo Florence

- ¿Por qué las cicatrices en tus muñecas? ¿Por qué la cicatriz en el ombligo?

- Me intentaron asesinar, no me intenté suicidar. La del ombligo, fue una vez que casi me capturan… Alastor Moody casi me captura, es un auror.

- Fiorencia…

- No me llamo Fiorencia, mi nombre verdadero es Florence Harrington. – Dijo Florence.

- Aun así no te conozco.

- No me debes ayudar, soy mala y… - Dijo Florence apuntándole con la varita.

- No me importa quien seas, ni tampoco me importa que hayas hecho ni de donde vengas…

- ¿Por qué hace esto por mi? Acaba de conocerme…

- No lo se. Solo quiero ayudarte. – Dijo Joseph. - ¿Tienes a donde ir? ¿Tienes dinero?

- No. – Dijo Florence revisando que tenia un par de sickles que resultarian inútiles en el mundo muggle.

- Abandonaste el mundo de los brujos sin dinero y sin un rumbo fijo. ¿Qué te ocurrió? – Joseph la miraba a los ojos sin temor.

- Es una historia larga.

- Quiero oírla cuando lleguemos a casa. – Dijo Joseph levantándose.

- ¿Casa? No iré con usted, ¿qué dirá su esposa? Además…

- No estoy casado, además no tienes otro lugar, a menos que prefieras la calle.

            Florence y Joseph llegaron hasta un edificio y era de noche la lluvia segui igual de fuerte, Joseph la hizo pasar a su departamento y cerró la puerta con seguro.

- Dime, ¿qué te ocurrió? – Dijo Joseph sujetando su botiquín medico.

- Se que te asustará, pero soy servidora del lado oscuro. Me han sucedido cosas y he hecho cosas horrorosas, ni te imaginas, he asesinado gente y a muggles también. Por eso llevo esa marca, es una forma de identificarme y de comunicarme con mi jefe, Lord Voldemort.

- No eres una bruja común. – Dijo Joseph asombrándose – Pero en tu mirada, veo algo enigmático… estás triste, pides ayuda.

- Es posible, he sufrido y he hecho sufrir, hasta tal punto que mis gritos se confunden con los de mis victimas pero… - Florence se acordó de la profecia de Catterpole y cómo se había cumplido.

- Por alguna razón estás indefensa ahora… ¿has cambiado? O…

- No, estoy segura que estoy embarazada y quiero huir de todo eso. No tengo pruebas aun, pero se que lo estoy…

- ¿Una corazonada de madre? – Preguntó Joseph. – Todos los días veo mujeres trayendo al mundo a sus hijos.

- No, sabía que lo estaba porque me hicieron estarlo… No quiero que el padre del niño conozca a su hijo, eso es todo.

- Tus ojos guardan ilusión, podría pensar que aun estás enamorada… - Joseph dio en el clavo y Florence se quedó callada.

- Si, lo estoy. Y debo esconder ese sentimiento por mi bien. – Florence bajó la mirada y su voz.

- ¿Piensas que si huyes del padre del bebé podrás olvidar que lo amas?

- No, estoy enamorado de mí ex esposo. Estoy embarazada de mi jefe, al que servía. Me usó para que tuviera un heredero suyo. No me sorprendería si usted me denunciara al ministerio de magia…

- No lo haré. Aunque no lo creas, me parece que en el fondo eres una persona realmente buena. Lo veo en tu mirada… - Dijo Joseph poniéndose sus lentes.

- Curioso, muchos antes de ti vieron en mi mirada muerte y oscuridad. – Dijo Florence en tono triste – Tú te dedicas a traer vidas al mundo y yo me dedicaba a quitarla.

- Es irónico… Joseph Xavier albergando en su casa a una bruja. – Joseph sonrió dándole confianza a Florence

- ¿Puedo preguntarte algo?

- Si. – Joseph asintió con la cabeza.

- ¿Eres tan viejo así? Siempre hablas de los jóvenes como algo distante.

- No, es que soy diferente a los demás jóvenes, no me gusta mucho beber ni la juerga, no me da tiempo sino dedicarme a mi profesión de doctor, ayudar a la gente me llena. Tengo 25 años…

- No eres viejo, y supongo que estuviste en ese tal woodstock 69 – Dijo Florence sonriéndole.

- Si, si estuve. Fui con mi hermano, tenía tu edad. América no me hizo mucho bien. Aquella época… Primera vez que veo una sonrisa tuya. Debes estar cansada, puedes dormir en mi habitación. – Dijo Joseph sonriéndole.

- No he dormido, pero no tengo sueño. – Dijo Florence. – Tengo muchas cosas que pensar…

- Veremos como funciona esto… -Joseph se acercó a ella – No puedo evitar querer protegerte, es algo que nace de mi. Si necesitas algo más no dudes en pedírmelo, incluso si quieres que le de mi nombre a tu hijo…

- ¿Aceptarías ser el padre de mi hijo?

- Claro. – Joseph le sonrió y le besó en la frente.

            Aquel hombre llamado Joseph, era como una respuesta a sus oraciones, era como un ángel enviado del cielo. Era un hombre dedicado y entregado. Sin importarle quien fuese, la había aceptado bajo su techo, la había ayudado y la había rescatado de la oscuridad. Lo mejor era que sabía quien era y aun así seguía estando de su lado, o Joseph la quería mucho o de plano estaba loco ¿Quién aceptaría a un forastero que se hace llamar asesino? Luego de unas semanas, se confirmó el embarazado de Florence y con ello aumentó la angustia de la chica, no iba a perder a ese niño iba a atenerlo asumiendo la responsabilidad, pero también tenia miedo, sabía que si ese bebé nacía sería como el de la historia antigua de Egipto, un heredero extraordinario y poderoso, debía hacer lo posible de proteger al bebé de que cayera en manos de Voldemort, para asegurarse de ello, lanzó un hechizo protector en el apartamento de Joseph que ahora era su nuevo hogar.

            Pese a que su situación había mejorado notablemente, aquel lugar no podía quitarle toda la tristeza, había algo que deseaba y no tenía: Severus Snape. Formaba parte de sus pensamientos diarios y se preguntaba como estaba y donde estaría, quizás extrañándola u odiándola. Se descubrió una noche acostada al lado de Joseph, en brazos de su salvador, pensando en el hombre que amaba, Severus Snape y esperando un hijo del hombre que mas odiaba en el mundo, Tom Riddle o Lord Voldemort. Con cada día que pasaba se daba cuenta que por muy lindo que pareciese todo, algún día tenía que regresar al lado oscuro, no porque quisiese sino porque no iba a huir toda su vida, y no iba a dejar de ver a Severus Snape toda una eternidad, así el solo la viera para ignorarla o quizás para odiarla, necesitaba mirarlo, sentir su aroma y como fuera volver a sentir el contacto con su piel. Si bien mantendría alejado al niño de todo esto, iba a volver a dar la cara, mientras ocultaría al bebé por su propia seguridad y bien del mundo.

            Joseph tenía un hermano igual a el, con la diferencia de sus cabellos rojizos, pero la misma mirada. Una tarde recibió su visita de su hermano, se llamaba Charles y tenía dos hijos, Mark y Sheila. Regina su esposa bruja, se había quedado en casa, no le gustaba mucho visitar a su cuñado Charles. Al igual que Joseph tenia buen corazón, prometió guardar el secreto de donde estaba Florence y pasó una tarde amena contando anécdotas. Sus dos hijos eran pequeños, Sheila tenía apenas tenía 1 año y Mark había recién cumplido 4 años. Solo uno de ellos había resultado tener magia, como era el caso de Sheila, mientras que Mark era muggle como su padre. En menos de un mes, Florence contrajo matrimonio con Joseph, todo fuera por ocultar bajo otro nombre al heredero de Slytherin.

- Florence, se lo que piensas. No me abandones nunca. – Dijo Joseph una mañana en el desayuno.

- Pero…

- No lo hagas, ¿no ves lo felices que somos?. Tu y yo, ese niño será una bendición. – Dijo Joseph.

- Lo dudo mucho Joseph, el niño va a ser mago y será diferente a los demás. No me gustaría abandonarte, pero debo arreglar algunos asuntos. Pero jamás dejaré al niño sin ti, jamás me llevaré al pequeño de tu lado.

- ¿Quieres irte de mi lado?

- No, pero…

- ¿Es por el? – Dijo Joseph refiriéndose a Snape.

- Si, su nombre es Severus Snape. Fui obligada a arrancarle el corazón, lo heri al recharzarlo.

- Como he habría gustado que me amaras como la amas a él, no lo conozco pero lo envidio. Tiene suerte de…

- No, no creo que haya tenido suerte. – Dijo Florence.

- ¿Cómo llamarás al niño?

- No lo se…

- Donald es un lindo nombre. – Dijo Joseph sonriéndole.

- No, Donald es el nombre de mi padre. No quisiera que fuera como él… Le pondré Sócrates. Hubo una vez un Sócrates que nació de un vampiro y resulto serlo también, pero era realmente bueno de corazón.

- ¿Y si es una niña? – Joseph la abrazó y ella se acurrucó en sus brazos quedando dormida. El resto del embarazo fue normal, bueno, habían cosas que eran extrañas como amanecer con nauseas y ver como aumentaba de peso, jamás había estado tan gordita como ahora, usualmente Joseph se burlaba cuando la conseguía comiendo alitas de pollo de manera poco glamorosa. El bebé que crecía era fuerte, pateaba duro, pero no resultaba ninguna molestia adicional, cada cinco minutos Florence debía ir al baño. Le daba tristeza usualmente pensar que debió haber estado con Snape en casa, alimentando a su hijo perdido. Se imaginaba alegremente como hubiera sido todo si ese niño hubiera nacido, se imaginaba a un bebé narizón como el padre, o peor aun pálido como el abuelo paterno y con nariz perfilada como su otro abuelo. Con los ojos de ella, y quizás con cabello ondulado, se imaginaba muchas cosas, muchas ilusiones. Pero usualmente esas sesiones de divagar en las ideas terminaban en lágrimas cuando Florence se daba cuenta de todo lo sucedido, aborrecía a Lord Voldemort, sentía que debía hacerle daño de alguna manera, por lo contrario al niño que esperaba. No guardaba rencor con el niño que estaba en su vientre, de todas maneras no era culpa de la inocente criatura, pero temía si no era realmente humano, temía lo que pudiese ocurrir en un futuro…

            Ya la Navidad se acercaba y justo 5 días antes de la Nochebuena, Florence sintió un dolor. El bebé iba a nacer, Joseph la iba a llevar al Hospital. El tiempo pasaba lento, pero pudo llegar al Hospital, otras dos chicas estaban en trabajos de parto, una de origen afroamericano y otra que era pelirroja, Joseph se puso su bata de doctor y junto a la enfermera se preparó a recibir el bebé, luego varias horas y de tantos dolores, Joseph ayudó a salir a un bebe, pero no era un bebé, era una bebecita, había resultado ser una niña. La niña lloraba y Florence también, no podía creer que al fin había nacido, Joseph la puso a su lado y pudo observar  a su hijita.

- Felicidades Doctor Xavier, Señora Xavier… es una hija hermosa. – Dijo la enfermera.

- Gracias.

- Doctor no se parece a usted casi. Le madre se ha llevado todo el parecido.

- No importa Dorothy, es mi hija también. – Dijo Joseph feliz sonriendo.

            Florence miró a la niña y se percató de que todo fuese correcto, no había nada anormal, y la niña miraba a todos en la sala, había heredado los ojos negros de su abuela Janice, la nariz perfilada de su abuelo Donald y el cabello negro de su madre, pero en su mirada había algo hermoso y a la vez enigmatico que hacía pensar en aquel huérfano llamado Tom Riddle, pero era poco notorio. De hecho guardaba similitud con esa niña que había nacido en Agosto hace 20 atrás en la mansión Harrington. Luego de la felicidad de recibir a su primera hija, la inseguridad la invadió. Había pasado 9 meses sin saber nada del lado Oscuro, ¿Había sabido Voldemort que su hija había nacido? El Hospital no tenía ningún hechizo para protegerse.

- ¿Cómo la llamaran? – Preguntó la enfermera.

- Florence… ¿cómo la vas a llamar?

- Pensé que sería un niño, pero en este caso creo que… Ariadne Marie.

- Así que será Ariadne Marie Xavier – Dijo Joseph sonriéndole a Florence.

Fin del Capitulo

Taaaaa, ta, tata!!!!! Bueno, he ahí una muestra de lo que viene… si les pareció extraño dejen un review, algún reclamo, déjenme un review, les gusto, dejenme un review, quieren patearme dejenme un review igual!

DJGryffindor: Perdonada! ^^ Yo entiendo a estas paginas extrañas, uh! Bueno, lo de triste es que soy adicta al drama, a la tragedia y a los arranques de pasión y felicidad en las historias. Pero OJO, prometo cosas buenas o paréntesis buenos, prometo que… ah, ya parezco politica con tantas promesas chimbas. Sigue leyendo!

Malu Snape Rickman: ¿El final? Quien habla del final? EL final llegara cuando tenga que llegar, ya veremos si lo hago como pienso o de otra forma, el ultimo capitulo ya está escrito creeme! Snape y Florence de nuevo juntos??? Ah… deberás esperar y ver. Lo que mas extraño es esas escenas fogosas. ^^U

BlazeVein: Pobres, tienes razón… es verdad que hay mejores cosas que la muerte, vivir miserablemente es una de ellas. Te juro que yo tmb quiero matar a Voldemort, si lo hiciese dejaría de ser tan creible. Florence en San Mungo? Y con cancer? Jo, no lo habia pensado, pero seria muy triste… Voldemort siempre quiso a Florence a su lado porque ella era la unica que tenía la suficiente fortaleza para robar el pergamino, y ser la madre de su heredero, Voldie es astuto pero nuestra niña no se queda atrás… Dark? Vaya! Que halago!!! ^^

Satsuki: Si, tus reviews son por Messenger y me encanta que te fijas en los mínimos detalles. Estaba hablando con una chica sobre x-19 y me dijo que la conocía, que vergüenza, no se casi de anime, de broma vi Sailor Moon una temporada… que pena conmigo! ¿Los anime tienen historias como las mías? Vaya!!! *_* Nunca lo hubiera pensado!