Capitulo 30 I lie awake…
- Florence que haces aquí tan temprano. – Se asombró Charlie al encontrar a la joven mortífaga sentada en la sala muy temprano esa mañana de Octubre. Hacía mucho frío, el Otoño moría y se acercaba el invierno.
- Es muy importante Charles, es realmente decisivo. – Dijo Florence mirándolo con los ojos fijos en el hombre. Ella se levantó y avanzó unos metros. Una mujer apareció de la cocina.
- Charles, esto está decidido – Dijo Regina sujetando a Mark y Sheila, sus dos hijos. – O le sigues haciendo favores a esta asesina o eliges quedarte con tu familia. Decide, porque me voy a ir…
- Regina… - Charles iba a intervenir.
- Regina, tu has estado protegida debido a mi hechizo. Ellos te conocen, si das un paso en falso morirás, no puedes abandonar esta casa para siempre… - Dijo Florence mirándola y haciendo que la mujer temblara. - ¿Dónde está Ariadne? Prometo que nada les pasará a ustedes
- Búscala arriba debe estar aun durmiendo… - Dijo Charles algo triste. Florence subió las escaleras, dejando el ambiente tenso.
Florence subió despacio por las escaleras, observando las camas vacías del cuarto de Mark y Sheila, los primos de Ariadne, al final del pasillo estaba la puerta del dormitorio de Charlie y Regina, y a la derecha estaba la entrada al ático. Subió cuidadosamente por la escalerilla y entró a un cuarto donde olía a madera fresca, y estaba todos oscuro, una respiración le llegó del fondo. Se acercó tranquilamente y una niña de 4 años de cabello azabache dormía de un lado. Florence sonrió al verla y se sentó a su lado, la besó y le dio una caricia. La niña se empezó a mover y Florence abrió las cortinas, dejando pasar la luz e iluminando el viejo ático.
- Mamá, estás aquí… - La niña sonrió muy agradecida. Florence se acercó a la cama y la pequeña Ariadne se aferró a sus brazos apretándola fuerte.
- Si, Ariadne… otra vez juntas. ¿Cómo te has portado?
- Bien, aunque… - La niña vaciló y se apartó de su madre. – Tia Regina me trata muy mal, siempre me castiga por todo. La otra vez hablé con una de esas serpientes del jardín que…
- Ariadne! – Dijo Florence asustada. - ¿Has hablado con alguna serpiente?
- Si, es muy amable conmigo. Su nombre es Nagini, todas las tardes la encuentro y me pregunta cosas. – Ariadne retrocedió y se escondió en las sabanas. Florence miró la ventana
- No Ariadne, no debes hablar con serpientes. No! – Florence lo dijo en tono autoritario. – Prométeme que pase lo que pase, no hablarás frente a una serpiente.
- Mami, ¿Cuándo vas a venir para quedarte conmigo para siempre?
- Muy pronto mi niña. Estoy en el trabajo aun, cuando las cosas mejoren vendré a vivir contigo. Veras como te acompaño a la escuela, te saco a pasear y…
- Mamá, tu casi no estás aquí. – Dijo Ariadne en tono triste. – No te vayas. Mamá, las otras niñas tienen a su mama cerca, yo no.
- Tú no eres como las otras. Ariadne… - Florence cerró los ojos triste. – Perdóname, perdón por lo que te he hecho vivir. ¡Mereces más que esto! Vives lejos de mí para que nada te pase…
- ¿Por qué las demás niñas tienen un papá? Yo solo tengo a Tío Charlie…
- Papá, tu tienes un papá. Su nombre es Joseph. El ahorita está en otro lugar, en el cielo y está protegiéndote.
- Soy diferente…
- Eres diferente Ariadne, no eres rara. No importa lo que el mundo te diga, eres única y especial. – Dijo Florence mirándola a los ojos.
- Mamá, vamos a jugar. – Ariadne se levantó muy contenta. – Podemos ir a pasear a la plaza, es divertido…
- No puedo. Ariadne, en este momento tu madre debe terminar de trabajar. Mi jefe no acepta disculpas…
- Tu jefe es malo. Quiero jugar contigo, tú nunca juegas conmigo mucho. Siempre que jugamos juntas tienes que irte, siempre que me das abrazos te tienes que ir… No te vayas. – Ariadne empezó a llorar. Florence no sabía que hacer, aquella niña era su debilidad. Verla sufrir era un dolor inmenso.
- No, no te dejaré mi niña. Siempre estoy pendiente como andas, estoy más cerca de ti de lo que imaginas. – Dijo Florence besándola en la frente. – Pero te prometo que cuando termine de trabajar, vendré a buscarte y viviremos juntas tú y yo solas.
- ¿Cuándo dejarás de trabajar? – Dijo la pequeña Ariadne secando sus lágrimas.
- Muy pronto. – Florence le sonrió a su hija. – Pero antes de eso, quiero darte un regalo muy especial.
- A mi me gustan los regalos! – Ariadne se emocionó ilusionada con una sonrisa. Florence sujetó su medallón, ligeramente tembló y se lo quitó al fin. Nunca se lo había quitado desde que su madre se lo había dado en King Cross cuando tenia 11 años. El medallón brilló y Florence se lo acercó a Ariadne para ponérselo.
- Este medallón de dragón, ha estado en nuestra familia por muchas generaciones. Nunca te lo quites, hay una magia muy poderosa que te puede proteger siempre… promete que siempre lo vas a llevar.
- Lo prometo. – Dijo Ariadne mirando el nuevo medallón en su cuello mientras sonreía.
- Bien, mi niña. Debo irme. – Florence la abrazó y le besó la frente.
- Mamá, no te tardes mucho… - Ariadne se aferró a su cuello.
- No lo haré…
****
- ¿Quién de los dos es? – Voldemort reflexionaba en su tenebroso castillo. – Potter o Longbottom.
- Yo diría que tendría que asesinar a los dos… - Dijo Francois Spencer sonriendo mientras bebía una copa de whisky frente a él. – Yo podría ayudar…
- No, tú tienes tu misión secreta Spencer. Junto a Lucius, quiero que hagas lo que te he encomendado.
- Así será… sospecho que empezará por Potter. Lo he escuchado esta mañana, Harry Potter. Creo que Potter tiene semejanza con nuestra querida Harrington - Spencer torció su cara en una sonrisa y su cabello rubio cayó a un lado.
- ¿Qué tiene Potter en común con Harrington?
- Es único. – Dijo Spencer. – Solo he conocido 2 personas que hagan eso, es tan raro como hablar parsel.
- ¿A que te refieres Spencer?
- Sus ojos. – Dijo Francois. – Hay un poder oculto en sus ojos. Lilian Evans lo manifestó por accidente en una de mis clases en Hogwarts y Florence Harrington es conocida por derretir cosas con la magia de su mirada. Harry Potter tiene los mismos ojos de su madre, quizás posea el mismo poder…
- Potter debe ser el de la profecía, es el indicado. Todo encaja, el puede llegar a convertirse en una amenaza para mi - Dijo Voldemort.
- Tiene razón mi señor, solo dos poseen ese poder ¿Quién nos asegura que Harry Potter no es igual que su madre o Harrington?
- Hablando de Harrington ¿Dónde está?
- Mi Señor! – Una voz aguda se escuchó entrar, era un hombre gordo y con cara de rata. – Mi señor, lo he conseguido. Ellos me han hecho el guardián secreto.
- Ah… el plan se esta dando. – Dijo Voldemort sonriendo macabramente.
- Perdón por la tardanza. – Florence entró por la puerta secreta y observó el ambiente de aquella habitación.
- Allí estás mi reina de la oscuridad. – Voldemort le sonrió falsamente. – Acércate al calor del fuego, te veo pálida.
- Mi Señor, los Potter sospechaban de algún espía y para prevenir estragos cambiaron de Guardián Secreto mi señor. Ya el guardián secreto de los Potter no es Sirius Black, soy yo ahora. Nadie lo sabe, excepto James, Lily, Sirius y yo.
- Jamás había admirado tu astucia querido Peter. Has hecho un buen trabajo y recibirás tu recompensa… Recibirás el reconocimiento y mérito por servirme. – Dijo Voldemort.
- Gracias mi señor. – Repitió Peter postrándose hacia Voldemort. Florence lo miró con asco.
- Tengo información de que Sirius Black está a 3 calles de Honeydukes. – Dijo Francois Spencer. – Si lo asesinamos a él, fácilmente daríamos con James y Lily Potter.
- No. – Dijo Voldemort – Tengo algo mejor. Harrington, esta es tu nueva misión… seduce a Black hasta desmemorizarlo.
- ¿yo? Si lo desmemorizamos sería perjudicial porq ue… - Dijo Florence pero Voldemort la interrumpió.
- No te pedí que opinarás en mis planes. Simplemente haz lo que te dije o te esperará un buen escarmiento. – Florence observó a Lord Voldemort y deseó matarlo con la mirada, pero más ganas tenia de matar a Spencer o al imbécil de Peter Pettigrew. Pero no hizo ninguna de las dos cosas, se levantó desafiante y se fue por la misma puerta donde había aparecido.
- Ya veras Tom Ryddle, no te saldrás con la tuya. – Florence no tenía pensado seguir sus órdenes, pero no se podía arriesgar a ser torturada. Por primera vez sin su medallón se sentía sola, su abuela ya no la acompañaba. Quería encontrarse con Severus Snape, ansiaba verlo para decirle la verdad que se estaba planeando, así arruinaría los planes de Voldemort… ¿para que lo hacia? Hacer aquello implicaría favorecer al bando de Dumbledore y eso no era exactamente lo que ella quería. Dumbledore, su ex director. Siempre lo consideró un hombre justo, pero le había molestado el castigo que le había impuesto olvidando a los Gryffindors. Pero nunca había sentido odio hacia él, y le causaba simpatía que fuera el quien Voldemort tanto temiese. De repente se sintió mareada, debía ser la presión pero tuvo que sujetarse de un muro para no caerse. Dos veces en su vida había sentido aquellos mareos, no eran buen presagio. Se recuperó y mantuvo el equilibrio y salió del Castillo, sintiendo como era observada. Pedía al cielo tropezarse con Snape, el la podría ayudar. Pero llevaba casi un mes sin verlo, luego de decirle que mas nunca estarían juntos.
Mas que nunca necesitaba hablar con alguien que no estuviera del bando oscuro, pero no tendría mucho sentido, todos huirían de ella. Su cara era conocida por toda Europa, era una de las más buscadas. No le quedaba más que seguir las cosas con discreción.
***
- Señor Black, alguien lo espera arriba en su habitación. – Dijo el dueño de la posada cerca de Honeydukes en Hogsmeade.
- Yo no espero a nadie. – Sirius subió extrañado, abrió la puerta de su habitación y encontró las luces apagadas, las encendió y la puerta se cerró tras suyo. Descubrió al instante el rostro de la joven Harrington.
- Black, al fin nos encontramos.
- Tu, mortífaga. – Sirius le apuntó con su varita. – Ahora si voy a entregarte y a no dejarte escapar.
- No vengo a hacerte daño. – Dijo Florence tirando la varita al suelo. – Vengo a advertirte de algo.
- No te creo. – Sirius la acorraló contra una pared.
- No te engañes Sirius, sabes que no eres capaz de hacerme daño.
- Sabes que si. – Dijo Sirius con su rostro serio. – Mataste a los padres de James.
- Defensa Propia!
- Mataste a todas esas familias, tus torturas y crímenes… ¿de quien te defendías?
- De mi misma. – Florence se sentó en la cama. – Escúchame bien, debes volver a ser el guardián secreto de James.
- Yo soy el Guardian secreto, pero para decirte el paradero de James tendrías que pasar sobre mi cadáver. Eso se lo puedes mandar a decir a tu jefe.
- No entiendes. Tú y yo sabemos que Peter es el nuevo guardián. Lo que no sabes que Peter te va a traicionar, Peter va a entregar a James… debes avisarle a James. ¿Cómo crees que lo se? Lo vi hoy mismo hablando con el Señor Oscuro!
- Tonterías, jamás había escuchado tantas incoherencias juntas. ¿Pretendes que voy a creer la poca convincente historia de una de las mortífaga más peligrosas? Sabes que te espera Azkaban.
- No me importa a donde me quieras llevar. Te digo que Peter los traicionará. Lo vi hacer un momento
- Es imposible. No te creo, Peter es mi amigo, el moriría antes de traicionarnos…
- Eres un pobre ingenuo Black. Mi encomienda era desmemorizarte, en vista de tu ceguera no hará falta que te aplique el hechizo. Ojala recapacites a tiempo. No pierdo más mí tiempo. – Pero Sirius la sujetó fuertemente, era más alto que ella y la empujó inmovilizándola-
- No se que clase de juego estás tratando de llevar a cabo. No ganarás Florence, ya no soy un adolescente que babea por ti.
- Si, porque ahora eres un hombre que sigue babeando por mi. – Dijo Florence sonriéndole. – Fui muy mala contigo, no te di oportunidad…
- No recuerdes el pasado. No puedes hacer nada con ello. Yo te amé…
- Lo se. No quiero que termines sin esperanzas. – Florence lo miró directamente a los ojos- ¿Alguna vez has probado la muerte en tus labios? – Sirius miraba desconfiado y negó con la cabeza, Florence se acercó a su rostro lentamente y besó a Sirius Black en la boca. Sirius quedó perplejo pero era obvio que había querido aquello desde hace tiempo. Pero otra vez olvido quien era y estaba dispuesto a darle todo a aquella chica, no le importaba que fuese una mortífaga, la iba tener… pero Florence pensaba ya otra cosa. Lo hizo retroceder de un golpe y agarró la varita mientras le apuntaba.
- Creeme Black, no fui tan mala como ellos dicen. Deberías creerme también lo que te dije, Peter Pettigrew te va a traicionar… - Florence sin decir mas palabra desapareció. Sirius quedó sorprendido en su propia habitación, negándose a creer que la chica hubiese estado allí y negándose a pensar mal de su buen amigo Peter.
- No, Peter jamás haría algo así. El es nuestro hermano… - Sirius estaba confundido. - ¿Por qué nunca me olvidé de Florence?
****
Florence estaba camino a su habitación, en una de las torres más altas del castillo. Escuchó un ruido extraño…
- ¿Quién anda allí? – Florence alumbró al largo pasillo oscuro y nadie estaba. Al voltearse vio la peor visión de todas. Gonawiene tenía la piel casi morada, un ojo quebrado mientras sangraba, y una estaca plateada clavada en el corazón.
- Lo hice… ahora lo se todo. – Dijo Gonawiene vomitando sangre y cayendo débil al suelo, acababa de ser atacada.
- ¿Qué sabe usted?
- Lo que sigue a esta noche… El Señor Oscuro no volverá, el Señor Oscuro caerá…
- ¿Qué ha dicho?
- La Profecia, la he escuchado completa. Pero es demasiado tarde, si El señor Oscuro va a casa de los Potters encontrará la derrota. Alguien debe avisarle de su derrota, alguien debe detenerlo. Pero…
- ¿Pero que? – Dijo Florence mientras la vieja se apoyaba en ella y manchaba su túnica en sangre.
- Tu… muchacha tu… - Gonawiene tenía una mirada hacia ella que se desvaneció cuando murió asfixiada con su propia sangre.
- No – Dijo Florence empujando el cadáver de la vieja bruja. – No, será así… no le avisaré. Lord Voldemort al fin será derrotado. – Florence estaba nerviosa pero pudo darle una patada a Gonawiene mientras retrocedía asustada y vomitaba del asco. No podía entrar a su habitación, debía hacer algo. Bajó sigilosamente a uno de los salones de las mazmorras, un lugar tranquilo para reflexionar.
- Será mañana en la noche. Nadie me cree. – Dijo Florence sujetándose el vientre algo mareada. Lo peor es que tengo miedo… lo peor es que… – Florence se sentó alrededor de una mesa central creyendo que estaba sola.
- Estás esperando un hijo de nuevo. – Bellatrix Lestrange la observaba a pocos metros desde las sombras. – Fuiste una afortunada, pero no supiste aprovechar bien tus oportunidades Harrington. Cuanto hubiera dado por ser la madre del heredero de mi Dark Lord.
- ¿De que hablas?
- Lo sabes bien, la manera en que actúas. Fuiste debilitada por el amor. No es la primera vez que te pasa, esa sensación de vació en tu estomago, las nauseas incontrolables, los mareos repentinos. Te he observado bien… estás esperando un hijo.
- No es así, yo no… - Florence vaciló un momento y calló. - ¿Qué te importa a ti Bellatrix? No te interesa…
- Si, si me interesa. ¿Sabes porque el señor oscuro te escogió a ti y no a mi?
- No, no lo se. Quizás por el hecho de que obviamente yo estoy más loca que tu.
- No, fue por la simple razón de que no puedo tener hijos. No es que no quiera, es que no puedo. Por eso Ivan Rodolphus busca otras mujeres, mientras yo me consumo en mi obsesión por el señor Oscuro. No soy fértil, soy más propensa a dar la muerte que dar la vida… y solo a veces… - Bellatrix se detuvo respirado hondo.
- ¿Quisieras cambiarlo? – Florence atajó la idea de inmediato.
- No, solo a veces extraño ser como las demás. Pero no, nací para esto. Haría cualquier cosa por el Señor Oscuro, cualquier cosa…
- Estás loca. – Dijo Florence.
- Pero siempre te escoge a ti…
- Y yo siempre escojo traicionarlo, y así será. Puesto que no pertenezco a ningún lugar…
- ¿qué sabes? – Bellatrix la miró sombriamente.
- Gonawiene fue asesinada, me dijo la verdad.
- ¿Cúal es la verdad?
- EL Señor Oscuro será derrotado Bellatrix. – Florence le sonrió macabramente. – Y no habrá nada que puedas hacer…
- NOO!!!! – Gritó Bellatrix. - ¿Cómo puede ser derrotado?
- Nadie lo sabe, la clave está en la profecia y esos niños. Pero no te diré más nada…
- Dímelo ahora, maldita perra o te mandaré al infierno. – Dijo Bellatrix apuntándole mortalmente.
- Mandame al infierno y tu amo caerá sin poder evitarlo.
- Dime una clave… dime algo…
- La Clave no está donde Voldemort está buscando. – Dijo Florence.
- Longbottom! Longbottom es la clave, mi Señor ira a asesinar a los Potters y…
- Ya no hay tiempo, nada lo hará cambiar de parecer… - Dijo Florence. – No te hará caso, ni a mí tampoco. El mismo caerá en su juego.
- ¡NO! Juro que pagarás por esta… - Bellatrix salió chillando y gritando. Florence decidió que era hora de buscar a Snape, una noche antes de Halloween. No lo conseguía por ningún lado y era incapaz de enviarle una lechuza, era medianoche y estaba sola.
Florence sabía que aquellos mareos significaban su estado de embarazo, la ultima vez que había tenido relaciones con Snape no se había preocupado por lo que pasara y eso había sido hace un mes y medio, pero su vida ya no se veía tan negra. Otro hijo, no le pasaría lo mismo que al anterior, sería la esperanza en su vida. Pensaba en lo que había dicho Gonawiene. Pero igual no le importaba…
- Debo buscar a Snape, debo decirle… antes que a nadie. El debe saber la verdad. Le diré que lo amo, no me importa más nada. Severus Snape, luego de tantos años vas a saber toda la verdad – Florence buscó un pergamino y se sentó a escribir un buen rato una carta que se extendía. Mientras escribía varias lágrimas rodaban en sus mejillas. Pero al final tenía una brillante sonrisa. Con discreción, guardó la carta en su capa, sería imprudente mandarla por lechuza. El correo podría estar intervenido, en la mañana lo primero que haría sería buscar a Snape para decirle la verdad… sería imprudente ir esa misma noche.
Al despertar esa mañana, sintió un frío, pero no era el frío del invierno, era un frío extraño, una sensación extraña… la misma sensación de que el tiempo pasaba lento justo igual que cuando había sucedido la muerte de Eileen, esa misma sensación extraña. La muerte de Gonawiene y la caída de Lord Voldemort era quizás lo que pusiera el ambiente tenso frío y mortal. ¿Qué más podría suceder? EL Señor Oscuro iba a caer eso, era lo suficientemente malo para todos sus compañeros mortífagos, pero no para ella. No sabía de que forma sería, solo sabía eso… quizás, quizás algo extraordinario iba a pasar. ¿Pero quien podría contra Lord Voldemort? Nadie salía vivo luego que el decidía que debía morir.
Harry Potter era la clave de todo, todo iba encajando pero aun quedaban muchas dudas, quizás luego de asesinarlo Lord Voldemort se encontrara con algo que no esperaba. Pero… quizás no era así, si Harry Potter no moría, era impreciso saber que ocurriría. Después de todo era el chico de la profecía, el único capaz de vencer al Señor Oscuro, pero ¿Cómo estaba tan seguro que era Harry Potter? Ese niño indefenso que podría llegar a ser mucho más poderoso y extraordinario que el mismísimo Voldemort.
Algo aun no encajaba en todo "Nacida en el octavo mes, de penetrante mirada, fiera como un dragón, en ella reposará la clave para la derrota final. Madre e hija, hija y madre unidas hasta el momento de la derrota… "
No tenía idea de que significaba aquello, sabía que esa profecía tenía que ver con ella misma pero no encontraba relación, de alguna manera involucraba a su hija también ¿Cómo? Su hija estaba a muchos kilómetros de distancia. ¿Derrota? ¿Derrota de quien? Quizás la misma derrota de Lord Voldemort y que de verdad su hija nunca caería en las garras de Tom Ryddle. Respiraba aliviada, al fin todo acabaría… Lord Voldemort se iría, pero se preguntaba aun como sucedería esto.
- Snape, debo saber donde estás… - Florence estaba vestida y salió sin hacer ruido del castillo directo a Casa de Severus Snape iría a buscarlo. Quizás huiría con él, se largarían de aquel estilo de vida oscuro. Harían su vida juntos… Eso iba a hacer. Salio de su habitación y empezó a hacer camino para ir a casa de Severus Snape.
Pero alguien lejos de allí, estaba enterado de las cosas. Snape había escuchado por error a Bellatrix gritar que el Señor Oscuro iba a caer si iba casa de los Potters, esa era la señal. Lord Voldemort iría esa misma noche a tratar de asesinar al hijo de los Potter. Era su oportunidad, algo no iba salir bien, Bellatrix por primera vez lucía nerviosa hace pocas horas que la había visto, no había dormido debido a eso. Pensaba que pasaría si de verdad el Señor Oscuro cayese, le parecía un milagro… sería libre, podría volver a la cordura si alguna vez existió en su vida.
Pero otro pensamiento cruzaba por su mente: Florence. Ella también sería libre, podrían estar juntos. Por primera vez en mucho tiempo Severus Snape empezaba a entender y sonrió maliciosamente: Voldemort iba a caer, y Florence estaría con el. Pero había algo que pasaba por alto, ya por fin sabía los planes de Voldemort.
Lord Voldemort asesinaría a Harry Potter, pero algo que el no planease iba a ocurrir. Era casi imposible que eso sucediese, pero los planes de Voldemort estaban descubiertos: era asesinar a los Potters esa noche de Halloween. Snape dejó de sonreír y se puso su capa, debía avisarle a Dumbledore. Se imaginaba el mérito que iba a tener avisarle de los planes de Voldemort, pensaba como todos lo iban a admirar por salvarle la vida a James Potter y a su familia. Lo que tanto había buscado en su vida, reconocimiento. Quizás con Dumbledore lograra un poco de ese reconocimiento que siempre había buscado, un poco de respeto a lo que hacía. También pensaba en Florence, si el Señor Oscuro caía estaba seguro que tendría chance de revelarse y decirle cuanto la amaba realmente, pero no iba a esperar mas tiempo. Tomó su varita y abrió la puerta de su casa, iba a ir al Castillo de Lucimber, donde vivía Florence, iba ir a la Torre Norte y le iba a decir la verdad, iba a llevársela de allí para siempre.
Quizás fueron fallos debido a la emoción, los dos salieron a las respectivas guaridas del otro. Florence a Casa de Snape, y Snape a la habitación de Florence, sin saber que irónicamente no se iban a conseguir en el camino.
Florence llegó a casa de Snape sonriendo, estaba que no podía ocultar su alegría por más tiempo. Tocó la puerta pero nadie abrió, caía la tarde. Tomó la determinación de entrar y observó que no estaba sola. Avanzó sin tomar precaución…
- Severus, debo decirte la verdad… - Pero Florence se calló al ver a Lord Voldemort frente a ella, no se lo esperaba. Afiló su mirada antes que nada.
- ¿Verdad? ¿Que verdad? ¿Acaso planeabas algo a mis espaldas? – Voldemort sonreía…
- ¿Dónde está Snape? ¿Qué le hiciste a Severus?
- Me equivoqué contigo, nunca lo dejaste de amar. – Dijo Voldemort enojándose. – Severus Snape no volverá…
- No me volverás a engañar…
- No volverá, es un espía de Dumbledore, ha huido al verse descubierto. Tarde o temprano tendrá mi castigo y no habrá misericordia.
- No lo había visto de esa manera. – Dijo Florence disimulando.
- Tu sabías que era un espía, me has ocultado ciertas cosas. ¿Qué prefieres "Crucio" o "Imperio"?
- No… todo fue una confusión, el me controlaba. – Decía Florence para ganar tiempo.
- Me aseguraré de que no vuelvas a ser controlada, cuando caiga el sol tu vendrás conmigo al valle de Gordic, allí como prueba final… asesinarás a James y Lily Potter, mientras yo me encargo del pequeño Harry. Si no aceptas, te las verás negras… No me importa si mi heredera está oculta en el fin del mundo, porque tarde o temprano la conseguiré, solo quiero darte una lección y solo por ser Florence Harrington te dejaré escoger una vez más.
- Nunca he escogido, siempre me has manipulado con tu poder. – Dijo Florence. – Ya no te tengo tanto miedo…
- O quieres que asesine a ese niño que llevas en tu vientre ahora. Bellatrix me contó algo interesante. – Dijo Voldemort sonriendo. Florence quedó callada. – Según ella, yo encontraré la muerte si voy a casa de los Potters, así que para asegurar mi triunfo te llevaré para que seas la carnada de la misma muerte. A menos que hayas dicho lo de mi caída, para detenerme esta noche y evitar mis planes… es así, nada puede hacer que yo falle esta noche
- No… no… - Florence replicaba.
- No sabes que decir. ¿Qué ocurrió con Gonawiene?
- No lo se. Ella apareció moribunda en mi puerta…
- No te creo. – Voldemort rugió y Florence se mantuvo firme.
- Es la verdad. – Florence no sabía que mas decir.
- Acompáñame, debemos ir al Valle de Godric. No perderemos mas tiempo y cuando se oculte el sol cometeremos nuestro asesinato. Colagusano debe estar esperándonos.
Severus Snape encontró por primera vez el castillo, estaba callado y solo, subió a la Torre Norte con precaución y no encontró a Florence, había llegado tarde.
- Tu eras el espía, que astuto fuiste. – Dijo Lucius Malfoy.
- ¿Dónde está Florence?
- Con Lord Voldemort, planeando como asesinar a los Potters, hagan lo que hagan nadie podrá evitarlo.
- Florence no está con ustedes…
- ¿Te hizo creer que estaba de tu bando? Que mujer tan astuta, tiene mas mortífaga que nosotros dos juntos… aunque no se si también pudiera contarte a ti. – Dijo Malfoy sonriendo.
- Supongo que te sorprende…
- No, lo vi venir. Se quien Harrington… Pero eres mi amigo y te la debo, no te puedo delatar… te dejaré ir. Pero te aseguro que Lord Voldemort hará caer sobre ti un castigo. No importa si le avisas a Dumbledore, ya es demasiado tarde… en este momento ya deben andar en camino. Florence Harrington y El Señor Oscuro tienen mucha ambición.
- Pensé que…
- ¿Pensaste que pudo haber cambiado por ti? No, no lo creo. Su alma es mas oscura que la noche, es un dragón endemoniado, es una fiera salvaje… no son buenos ni malos, solo destruyen. – Dijo Lucius Malfoy con resentimiento en su voz. Snape abrió la puerta dispuesto a marcharse. – Ve a donde Dumbledore, quizás luego de esta te tenga mas confianza y de verdad crea que estás de su bando…
Al siguiente instante Snape ya no estaba, había salido a paso apresurado hacia Hogwarts.
Puedo imaginar la desesperación de Severus Snape al verse de nuevo engañado, odiando a aquella mujer por haberle hecho creer, o la rabia de no encontrarla para llevársela fuese buena o mala, solo quería llevársela. La única opción que tenía era huir, correr a donde Dumbledore, para avisarle antes de que algo malo pasara, pero dudaba realmente si llegaría a tiempo, dudaba realmente quien era él mismo, dudaba de la vida, dudaba de la muerte… simplemente dudaba.
La calma no volvía y la tensión crecía, Florence estaba maquinando en su cabeza como escurrirse de las manos de Voldemort, pero le aliviaba saber que su hija estaba protegida. Fingiría que iba a asesinar a los Potters, pero inventaría algo al final. De tantas veces que había improvisado, ¿Por qué esta vez no le funcionaria? Sabía que se iba a salir con la suya, se iba a escapar e iba a burlar a Lord Voldemort una vez más.
Sigue la segunda parte del capitulo final!
