Este fic trata sobre la vida de Elian en la Tierra Media, no seáis muy duros con ella. Espero que os agrade y que disfrutéis y que me mandéis muchos reviews.
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Capítulo 3. Mi hermano.
No me creía lo que mis ojos veían y lo que mis oídos escuchaban. ¿Un Nasgul? ¿Aquí? Se ha tenido que perder por fuerza. Echaré un vistazo. Me dirigí hacia donde había hecho volar a Gollum, no era normal que un Nasgul diera patadas en el culo ¿con tacones? Me miré el trasero…
-¿Cómo es el Nasgul, Gollum?
Gollum respondió medio dormido. Negro…, nasgul malcarado. Tener caballo blanco y…tacones….
-Me quedé peor que antes. Aunque tampoco podía fiarme de Gollum.
Iba acercándome lentamente, para no delatar mi presencia. Me escondí entre la espesura para divisar al nasgul y atacarlo por sorpresa, pues si de verdad era un nasgul, era mi enemigo. A unos metros más cerca divisé un caballo blanco cerca de un árbol, parecía descansar, pero no vi al nasgul en cuestión.
…
¿Qué se supone que debo hacer? –me preguntaba a mi misma- No sé si tengo que atacarle, hablarle, luchar, conversar… pero es mi hermano, no puedo luchar con él, mi corazón no me dejaría. Pero él no sabía que yo era su hermana. … Subí a un árbol para divisarlo, aunque no vi gran cosa a parte de hierba alta y árboles.
Ateniendo a la hierba vi un bulto negro moverse, estaba desorientada, no sabía si era él o era Gollum. Baja de ahí –dijo una voz de hombre-. Me giré y tenía una flecha apuntándome. Bajé lentamente, pues tenía miedo de la flecha.
-No te muevas o verás la flecha dentro de tu corazón.
-…por favor… -dije con un hilo de voz- no me lances esa flecha.
Bajó el arco, aún con la flecha puesta, con la otra mano me quitó la capucha. En verme, guardó la flecha y el arco. ¿Qué hacéis por aquí? –Preguntó- Notaba como una lágrima me recorría la mejilla. Es un lugar demasiado peligroso para una dama –dijo-
-Vengo en busca de un dunedain, señor.
¿Por qué me había salido así? –pensé-
-Por aquí no hay dunedain, están en el norte.
-Pero yo busco a uno en especial, se llama Aragorn.
Su mirada ahora era brillaba.
-¿Para qué queréis verle?
-Necesito darle una información muy importante.
-Ya se la daré yo a Aragorn.
-Necesito dársela yo a Aragorn, ¿verdad?
-Me has descubierto. Pido perdón por haberte apuntado.
-No importa, es normal.
-¿Qué es eso tan importante?
-El mensaje es de Gandalf y éste dice: "Creo haber encontrado un anillo, tengo mis dudas sobre si es el único o no. Me dirijo a Gondor para confirmar mis sospechas. De momento se encuentra en un lugar seguro. Te veré en la Atalaya de Amon Sun". Ese es el mensaje.
-No puede ser…
-Lo es… y tengo miedo.
-Tu mirada me dice que sabes algo más.
-Sí. Hace pocos días descansaba yo en el Paso de Rohan, cuando me encontré con un caballero gondoriano exiliado. Hizo cuestionarme mucho de donde provenía, pues no se oyen que los gondorianos se exilien. El chico me dijo que quería ser un montaraz y ver mundo y me obligó a llevarle con él hasta Bree. Allí me dijo que se encontraría con dos amigos más, pero no me dijo hacia donde partirían. Cuando Gandalf se fue aparecieron ellos dos, a lo lejos parecían gondorianos pero no lo eran. Me hicieron luchar, casi pierdo al ser tres contra uno, pues eran muy fuertes. Lo que más me preocupa es que querían el anillo.
-¿Qué querían el anillo?
-Sí y no puedo dejar de pensar que han estado muy cerca de encontrarlo y de pensar que lo que ocurrió hace tiempo, que todo el mundo quiere olvidar, podría volver a pasar.
Las lágrimas recorrían mis mejillas.
-… espías de Sauron…
Me dejé caer sobre sus brazos, no podía parar de llorar pensando en lo que pasaría.
-Tranquila –dijo abrazándome-
….
No la conocía de nada y sin embargo lloraba entre mis brazos. Al abrazarla sentí una presencia élfica en ella. No llores mas –dije-
-Lo siento, no podía contenerme –dijo-
-Dime tu nombre ahora que sabes el mío.
-Elian, el apellido no lo sé, nunca me lo he preguntado.
-He oído hablar de ti, pero no por ese nombre, si no por el de Linda.
-Es mi apodo.
-¿Quieres contarme tu historia? Quizá te sientas mejor.
Se sentó en los pies del árbol, yo me senté a su lado. Sentía como si fuera muy cercana a mí. Te escucho –dije-
-Mi madre mucho antes de conocer a Arathor, tuvo una hija con un dunedain, del norte. Yo nací de esa relación prohibida. Al tener pocos años de vida, el que fue mi padre murió, quedándose mi madre conmigo, hasta entonces era feliz. Luego llegó Arathorn prometiéndole a mi madre una vida digna para una elfa como ella, pero había algo. Él no quería tenerme a mí como hija. Ella sintiéndolo mucho, me abandonó dejándome en casa de unos amigos de mi padre, mientras ella se fue con él. De esa relación –paró un momento- naciste tú, Aragorn, el que sería el heredero de Isildur. Tú tenías todos los cariños de Gilraen mientras yo me moría de asco encerrada en cuarto pequeño, sin cariño alguno por parte de mis padres adoptivos. Si es que se les puede llamar padres a eso, que te traten como un trapo sucio al que explotar.
-Lo siento.
-No tienes que pedirme perdón por nada. No tienes la culpa.
-Pero sí mi padre y mi madre por abandonarte a tu suerte.
-No debes echarte la culpa de los demás, por que si no los acarreas tu también.
-Buen consejo. …Por lo que me has contado, somos hermanos de madre.
-Sí.
-Las cosas que se aprenden… -dije a ver si le sacaba una sonrisa-
-Me alegro de haberte conocido –dijo sonriendo- resulta muy agradable hablar contigo.
-Me imagino que te habrás encontrado frente a frente con Gandalf, él te habrá conocido y tú a él no ¿me equivoco?
-No. ¿Eres adivino?
-No, montaraz que yo sepa. Tú también lo eres –dije mirando sus prendas-
-Llevo muchos años recorriendo estas tierras sin rumbo.
-Eso es lo malo, estás en el exilio para siempre. Tú aún puedes recuperar el tiempo perdido.
-No se puede recuperar eso.
-En un sentido figurado. Conozco un lugar donde te aceptarían.
-¿Rivendell? No, ya lo he pensado muchas veces. La idea me agrada pero no puedo.
-Tal vez Lorien, El Bosque Oscuro, tengo buenos amigos allí.
-Suena bien pero necesito la soledad para vivir.
-Yo creo que lo que falta es la chispa que alguien puede darte.
-¿Insinúas que me hace falta un hombre?
-O un elfo, o un enano…
Me pegó un suave golpe en el brazo cuando le dije lo del enano. Solo era una sugerencia –dije-
-O Hombre o elfo pero no enanos, no tengo nada contra ellos pero no me agradan.
-Debes conocer a muchos hombres.
-Y tú debes de conocer a muchas amigas.
-Vale, indirecta captada. Eres muy retorcida.
-No lo sabes tú bien. Cuando has hablado de Rivendell te han brillado los ojos.
-Sí…
-Y te vuelven a brillar. ¿Hay algo ahí de lo que no deba enterarme?
-Estoy enamorado de una bella mujer elfa, la Estrella de la Tarde la llaman en Lórien, Arwen la llamo yo.
-¡Estás enamorado de Arwen! Eso no me lo ha contado ella.
-¿Cómo que no te lo ha contado? ¿La conoces?
-Sí, somos muy buenas amigas.
-Pues no me ha dicho nada, o sí, si que me ha dicho algo de ti pero no le di importancia.
-Pues sí. Ahora te hago yo la pregunta que tú me has hecho antes ¿por qué no te quedas allí, en vez de exiliarte?
-Por que aunque ellos me cuidaran como a un hijo, no pertenezco a ese lugar. Además Elrond no está muy convencido del romance entre su hija y yo.
-Me encantaría seguir charlando contigo pero debo irme.
-¿Hacia dónde te diriges?
-A Osgiliach a ver a un viejo amigo.
-¿Ves como tienes amigos?
Me sonrió montándose en su yegua. ¡Buena suerte! –dije-
-¡Buena suerte y buena caza! –Exclamó ella- ¡Namarië!
-Namarië… -susurré-
Que ocurrencias que te da la vida. Aún no me creía que fuese mi hermana. Es muy hermosa para ser un montaraz, debería tener otro destino en vez de montaraz.
