Este fic trata sobre la vida de Elian en la Tierra Media, no seáis muy duros con ella. Espero que os agrade y que disfrutéis y que me mandéis muchos reviews.
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Capítulo 7. Hobbiters
Después de pasar una preciosa luna de miel en el bosque y de adentrarme más en el mundo de los elfos, volví otra vez con mi vida, la que había dejado antes de entrar en el Bosque Oscuro. Suerte que decidí entrar si no, no me lo hubiera perdonado en mi vida. Quizá la despedida fue lo más difícil de aguantar, por él y por mí.
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Me despedía del que ahora era mi esposo en la entrada del bosque, y de todos los elfos que esperaban detrás de Thranduil.
-En la bolsa llevas Lembas para que no pases hambre por tu largo camino. –Dijo él- También llevas un frasco con agua que la conservará fresca como la de su nacimiento. –lo puso a un lateral de la yegua.
-Volveré lo antes posible –dije-
-Esperaré ansioso tu llegada, esposa mía.
Seguido de estas palabras nos abrazamos, después me dirigí a Thranduil para abrazarle también. Cuídate –dijo-.
-Lo haré, cuida de Legolas mientras yo no pueda hacerlo –dije-
-Eso está hecho.
Me dirigí también a los demás elfos para decirles, Gracias por haberme acogido también en vuestro hogar, por haberme dado vuestro pan cuando lo he necesitado y gracias por haberme hecho el mejor regalo. Los elfos me aplaudieron, siendo para mí como un gran abrazo. Volví a hablar con Legolas, ahora sí para despedirme.
-Te quiero –dije dándole un dulce beso de despedida-
-Nai Eru varyuva le* -dijo besándome él a mi con alguna que otra lágrima de por medio- … Entula rato*.
Las lágrimas también se me caían, no podía contenerlas. Subí al caballo sin dejar de mirarle. Namarië Luna –dijo-. Ella también se despidió haciendo un si con la cabeza.
Desaparecí entre los árboles. ¡Tenna rato*! –exclamé-
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Eso fue lo que pasó en aquel bosque, la que era mi casa. Ahora me dirigía a Rivendell, pues algo me decía que tenía que ir allí. Iba por una carretera que me conduciría directamente hasta mi destino, incluso debía pasar por un camino perdido entre las Montañas Nubladas.
Mi intención era hablar con Arwen sobre el tema que me dijo Aragorn, que no debía hacerlo, y sobre mí. Pero no pude, Gandalf buscaba un acompañante para su siguiente aventura, y por pura casualidad llegué yo.
Gandalf y Arwen conversaban en el frescor de la mañana del día siguiente a mi partida en el bosque.
-Gandalf si lo que necesitas es un ayudante, estoy yo. –dijo Arwen-
-Pero no debo pedirte tal favor, pues no me lo perdonaría si te ocurriera algo.
-¿Quién es el que se acerca por allí? –Preguntó fijando la vista en mí- Es Elian.
-¿Elian?
-Sí, pero es diferente. Su vestimenta es élfica, al igual que la expresión de felicidad que su cara posee. También su cabello es largo y fino, no engreñado como antes.
-Algo le ha debido ocurrir.
Llegué con sus miradas sobre mí, me miraban perplejos. Desmonté de la yegua y les saludé como un elfo. Ayia, Arwen, Gandalf.
-¿A que viene tanto respeto, montaraz? –preguntó Arwen sonriendo-
-Cosas de la vida que te ocurren de un día para otro –dije filosófica-
-Ésta no es la chica que conocemos –dijo Gandalf-
Elrond apareció detrás de mis dos amigos para saludarme. Ayia Elian ¿Manen natye?*
-Alassea Ree*, Elrond. –Saludé- Recuerdos del señor del Bosque Oscuro.
-Los agradezco.
-¿Se puede saber qué te ocurre para que hables así? –preguntó ella-
-Nada –dije sonriendo-
-Nada, no. Tu sonrisa lo dice todo.
-Elian –dijo Gandalf- ¿te importaría acompañarme a la Comarca?
-¿A la Comarca? ¿Qué hay allí?
Su mirada me contestó. De acuerdo ¿Cuándo salimos?
-En cuanto le cuentes a Arwen tu historia.
-Sí, cuenta, que me muero de ganas.
-Ese peinado, si no recuerdo mal, es hecho por los elfos del Bosque Oscuro. –Dijo Elrond-
-En efecto –dije- En los siete meses que he estado en aquel lugar, me han ocurrido cosas que soñaba cuando era niña y que las he soñado.
-Ves al grano… -dijo ella-
-¿Os suena el nombre de Legolas Hoja verde? El hijo de Thranduil.
-Sí, como no me va a sonar. –Dijo Arwen-
-Pues me he casado con él.
-No me lo creo.
-Compruébalo tú misma –dije enseñándole el anillo-
Se quedó sin palabras al ver tal anillo. ¿Ahora me crees?
-Sí.
-Vaya, vaya… El montaraz más peligroso de la Tierra Media se ha casado con el elfo que mejor puntería tiene –dijo Gandalf-
-Me alegro por ti –dijo Arwen abrazándome- ahora vete con Gandalf, ya me contarás la boda.
Gandalf ya había montado en su caballo, yo volví a montar de nuevo en Luna, ésta ya descansada de un viaje con pocas paradas. Me despedí de ellos y me fui detrás de Gandalf, éste a paso ligero.
Los dos teníamos la misma sensación, alguna presencia maligna se apreciaba, pero no tuvimos problemas siguiendo la Carretera Este- Oeste. Ésta es la más recta para llegar a la Comarca, además pasa por Hobbiters, y siempre está muy tranquila.
Conseguimos llegar sin apenas problemas, jamás había seguido más allá de Bree, iba mirando cada matorral con los cinco sentidos puestos. No me fiaba de nadie. Desmontamos en la casa en cuestión, si es que se le puede llamar casa. Gandalf llamó a la puerta pero no abrió a nadie, probó otra vez sin suerte.
-¿Seguro que hay alguien? –pregunté-
-Sí, lo que pasa que es muy temeroso.
-Ya veo ya.
La puerta se abrió despacio y una figura pequeña detrás de ésta sacaba la cabeza mirando quien era. La sorpresa fue la expresión de su cara al ver a Gandalf y el temor al verme a mí, tapada completamente con la capa élfica y con pinta de montaraz.
-No te preocupes –le dijo Gandalf- es amigo mío.
-Si es amigo tuyo… -dijo- pase…
-Gracias –dije agachándome-
La casita, como yo la llamo, era acogedora pero no para mi gusto. Nos ofreció comida y bebida pero no habíamos venido a comer ni a beber, precisamente.
-¿Está a buen recaudo? –Preguntó Gandalf-
-Si, esta en el sobre, encima de la alacena, donde tú lo dejaste.
-Bien…
-Perdonad señor, pero me gustaría que se quitara la capucha.
Me la quité y se quedó muy sorprendido al ver que no era un señor, si no una montaraz. Lo siento –se disculpó-
-No te preocupes, Frodo Bolsón.
-¿Sabe mi nombre?
-Poco más se de ti.
-Atened –dijo Gandalf delante del fuego-
Los dos nos acercamos al fuego, dejó caer el anillo a las cenizas ardientes en la llama viva, pocos segundos después lo cogió con las tenazas y lo dejó caer sobre la mano de Frodo, temeroso. Está frío –dijo- ¿Puedes ver algo?
-No, nada… espera…
Las sospechas de Gandalf eran ciertas, perpleja me quedé cuando vi que las letras revivían al fuego ardiente.
-¿Qué dice? –Preguntó el hobbit-
-Gandalf no debemos pronunciar esas palabras aquí –dije-
-No debemos, pero si te lo puedo decir en la lengua común.
"Tres anillos para los Reyes Elfos debajo del cielo,
Siete para los Señores Enanos en sus cavernas,
Nueve para los Hombre Mortales que morirán,
Uno para el Señor Oscuro en su oscuro trono,
allí donde la Tierra de Mórdor se extiende la sombra.
Un anillo para mandarlos a todos,
un anillo para encontrarlos, un anillo para reunirlos,
y en las Tinieblas tenerlos a todos atados".
No quería ni escuchar esas palabras, las odiaba.
-Debes ponerte en camino, Frodo. Pues una sombra te persigue.
Los dos notamos de nuevo la presencia maligna, tenía la mano en la espada, ahora en mi cintura y miraba con recelo el paisaje que la ventana me ofrecía.
-¿Qué ocurre? –Preguntó Frodo-
-Están cerca –dije- Debemos partir cuanto antes.
-Pero ¿no puedo hacer esto solo?
-Yo te acompañaré.
-Y él también –dijo Gandalf con Sam Gamgee cogido con su mano-
-¡Sam! –exclamó Frodo-
-Señor, solo había oído murmullos, no espiaba, os lo juro. –dijo atemorizado-
-Irás con él, si no, no respondo de mí –dijo Gandalf guiñándome el ojo-
-Sssssí, señor, lo que usted mande.
-Preparad vuestras mochilas.
Los dos preparando sus mochilas en sus respectivas casitas.
-Llévalos al Poney Pisador –dijo- Si no me equivoco allí estará tú ya sabes quién.
-De acuerdo.
-Ten cuidado tú también, son muchos los peligros que debes enfrentarte.
-Lo mismo te digo Gandalf. ¿Por cierto, hacia donde te diriges?
-Voy a pedir consejo al decano de mi orden, es sabio y sabrá las respuestas a mis preguntas.
-Mi instinto me dice que algo malo puede sucederte, pero no puedo hacer nada más que avisarte.
-Y te lo agradezco.
-Ya estamos –dijeron los dos-
-Andando –dije volviéndome a poner la capa-
Gandalf se perdió entre la niebla matinal que corría. Yo acompañaba a los dos hobbits, Frodo y Sam, iban detrás de mí murmurando muy bajito ¿Qué se creen que no les oigo? Si algo de elfo tengo es el sentido auditivo.
-Perdonad señora, pero ¿qué hace un montaraz por estas tierras?
-Eso mismo me pregunto yo… -dije para mí- me han encomendado la misión de protegeros y así lo haré. Y no me llames señora, no soy tan longeva.
-Si no es molestia ¿podéis decirme la edad que poseéis?
-Os sorprendería la edad que poseo a juzgar por el físico. –dije mientras andaba al lado de Luna, pues montada iba más rápido que ellos y no me interesaba- 95 años.
-¿Noventa y cinco?
Me giré y me quité la capucha. ¡Pero si no podéis tener más de veinte!
-Ya os he avisado, pero no me habéis hecho caso.
Aceleré el paso, ellos me siguieron sin problemas. ¿Os puedo hacer otra pregunta? –preguntó-
-Depende de cual sea os responderé o no.
-¿Estáis esposada o mis ojos me engañan al ver tan hermoso anillo?
-Estoy esposada como vos lo llamáis.
-¿Cómo lo diría vos? –dijo más abierto-
-Casada
-También es un bonito sinónimo. ¿Quién es el afortunado?
-Un príncipe elfo, Legolas es su nombre.
-¿Legolas? ¿Del Bosque Oscuro?
-Exacto.
-Entonces vos sois una princesa montaraz.
-Si lo llamáis así… puede.
Dos hobbits más se empotraron contra ellos, éstos parecían irresponsables e inobedientes.
-¡Frodo, Sam! –exclamó uno de ellos-
-Pippin y Merry… -dijo Sam-
A lo lejos se escuchó una voz ronca que gritaba ¡Volved aquí renacuajos! ¡Cómo os pille! Gracias a esos dos tuvimos que correr y adentrarnos en el bosque, habíamos perdido la carretera que iba directa a Bree.
Los dos hobbits estaban charlando entre ellos como si nada hubiera pasado, y no se daban cuenta del peligro que corríamos estando en el sendero del bosque.
-¡Escuchadme bien! –exclamé-
Me puse delante de ellos con mirada enfadada.
-¿Y esta quien es? –se preguntó uno de ellos-
No tenían modales ni para hablar.
-Pippin, Merry hacedle caso –dijo Frodo-
-Muy sensato –dije- Decidme vuestros nombres. –exigí-
-Pippin –dijo uno- Merry –el otro-
-Bien, me habéis hecho perder la carretera, ahora tendremos que seguir…
Mi sentido captó de nuevo la presencia maligna, alcé la mirada y desempuñé la espada, ahora élfica. ¡Corred y no miréis atrás! –exclamé-
-¿A dónde vamos? –preguntó corriendo Sam-
-Hacia el puente del Brandivino –respondió Merry-
Corría detrás como una desesperada siguiendo sus pequeños pero inalcanzables pasos hasta que delante de mí apareció un nasgul montado en su caballo. Los cuatro se pararon a mirar ¡No paréis! –exclamé-. Se alejaron corriendo mientras yo luchaba con el nasgul haciendo que bajara del caballo para una lucha justa, pues no se donde se había metido Luna.
-Deja de protegerlos, montaraz –dijo el nasgul-
-Ni lo sueñes, nasgul.
Un sinfín de toques de espada entre la suya y la mía, su espada roída por el tiempo y la oscuridad, la mía en cambio brillaba como ella sola, pues era nueva y hecha expresamente para mí.
-No eres la misma montaraz que conocía.
-No lo soy.
…
No me costó mucho derrotarlo, pero me había hecho perder mucho tiempo así volví otra vez a la carretera donde había perdido el paso, allí estaba Luna, pastando como si nada.
-Siempre que hueles el peligro me dejas sola –le dije-
Ella remugó.
Me adelanté hasta más o menos la entrada del puente del Brandivino, pero allí me encontré con tres nasguls más que esperaban la llegada de los cuatro hobbits. No tuve otra opción que echarlos fuera del camino.
Aquella noche iban calientes a la cama, los tres se fueron corriendo desapareciendo entre la oscuridad de la noche. … Tendrían que haber llegado hace rato –me decía a mí misma- ¿Y si les ha pasado algo? … Como hecho de menos a Legolas, él siempre tan seguro…
Pasé la noche sentada en un roca, quedándome dormida sin poder abrir los ojos, pues mi intención era llegar a Rivendell para descansar pero otras causas aclamaban mi presencia. Al alba oí una balsa acercarse lentamente a la ribera del río, eran ellos.
-¿Será un nasgul que nos estará esperando? –Preguntó Pippin-
-No es nasgul, mira sus zapatos.
-Por suerte es ella…
-¿Habéis tardado demasiado, no creéis? –pregunté de golpe asustándolos-
-Estábamos pescando –dijo Pippin-
-¿Y creéis que son buenos tiempos para pescar?
Sam observó que en el suelo había varias pisadas y diversas marcas. Aquí ha habido una lucha –dijo-
-Muy atento, anoche os salvé el pellejo dos veces, una arriba en el bosque y la otra aquí, pensando que llegaríais a tiempo, pero si lo llego a saber, espero a que se vayan de aburrimiento.
-Lo siento –dijo Frodo-
-No debes culpar con las culpas de nadie, si no un día de estos, te harán daño a ti.
-Sabio consejo –dijo Sam-
-Vamos… ¡Luna!
Salió de detrás de un árbol, cogí sus riendas y seguimos andando, ahora a paso ligero.
-¿A dónde vamos? –preguntó Merry-
-Al Poney Pisador –respondí-
-¿Qué hay allí?
-Cerveza…. –dijo Pippin-
-No vamos al Poney a tomar cerveza.
-¿A no? ¿Entonces?
-….
-Que mal carácter tiene…
-….
Ese era nuestro camino hasta Bree.
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*Nai Eru varyuva le: Que Eru te guarde.
*Entula rato: Vuelve pronto.
*Tenna rato: Hasta pronto.
*¿Manen natye?: ¿Cómo estás?
*Alassea Ree: Buenos días.
