Capítulo 9. Rivendell
Nuestra llegada a Rivendell fue bien recibida por Gandalf y Arwen junto a Aragorn. Éstos parecían ansiosos por ver quien se acercaba. Aragorn se adelantó a nuestra llegada, dio dos pasos más que los otros dos mientras yo era el primero que bajaba del caballo.
-¡Anda luumello*!, Legolas –dijo él abrazándome como un montaraz-
-Ayia –saludé-
Los dos elfos bajaron pero Elian no, ésta parecía no encontrarse bien. ¿Qué te ocurre? –pregunté a su lado-
-Ha sido un pequeño mareo, nada más –dijo bajando-
-Los dos elfos que me acompañan son Melkor y Meldor.
-Encantados –dijeron a la vez-
-A Elian ya la conocéis.
-Quizá la conocía… -dijo Arwen- parece otra…
Uno de los elfos que acompaña a Elrond salió a nuestro encuentro para hacernos entrar.
Elrond nos esperaba en una de sus salas favoritas, la biblioteca de Imladris. Estaba de pie, al lado de una mesa acariciando un libro que yacía sobre ésta.
-Maare tulde* a Imladris.
-Es un placer Elrond, señor de Rivendell –dije haciendo una pequeña reverencia-
-El placer es mío, Legolas, príncipe del Bosque Negro.
Miré a los otros dos para que saludaran. Melkor es mi nombre –dijo-. Meldor el mío –dijo el otro. Los demás entraron en la sala.
-Veo que has venido acompañado por tu esposa, Elian.
Los que esperaban detrás se quedaron perplejos al sentir esas palabras.
-Alassea Ree, Elrond y gracias por aceptar mi humilde presencia –hizo una reverencia también-
-Thranduil, el Señor del Bosque Negro nos comunicó que dentro de varios meses, éste hermoso palacio dará lugar a un consejo donde se decidirá el futuro de futuro del anillo y del nuestro –dije-
-Cierto es, una carta fue enviada a tu padre desde Imladris sobre dicho consejo. Aún no sabemos la fecha exacta, solo os pido que tengáis paciencia.
-La tendremos. Si nos disculpa, deseamos hablar y conversar con nuestros amigos –dije-
-Claro. Recordad que podéis permaneced aquí el tiempo que haga falta.
-Hantale.
Nos retiramos volviendo a hacer una discreta reverencia. Los demás nos estaban esperando en el porche, tomando el fresco de la hermosa mañana que se alzaba.
-Así que casados… -dijo Arwen dirigiéndose a Elian-
-Pensaba decírtelo… -dijo ella sonrojada-
-¡Ven aquí hermana! –Dijo Aragorn abrazándola y levantándola un palmo del suelo-
-Parece que el montaraz perdido ha encontrado al fin su casa –dijo filósofo Gandalf-
-¡No seas filósofo! –dijo Elian riendo con él-
Mientras nosotros hablábamos y reíamos, mi caballo Ithil y Luna hablaban a su manera, parecían bien avenidos. Hasta que decidieron irse a dar un paseo los dos.
-¡Luna como te quedes en estado, vas a ver lo que hace un montaraz! –Exclamó Elian-
Luna pasó de ella completamente, en el fondo eran iguales.
-¿Y bien? –preguntó Arwen-
-¿Y bien qué? –respondió Elian-
-Algo tendrás que contarme.
-No sé… -me miró a mí-
-Tú verás… -dije yo encogiendo los hombros- yo no me meto con Arwen que siempre salgo perdiendo.
No le dio tiempo a decirme nada más, Arwen se la llevaba corriendo de la mano. ¡Luego te veo! –exclamó-
-¿A quién se le ocurrió tan genial idea de casar a Legolas? –preguntó Aragorn- Puesto que era imposible hace pocos años.
-La idea fue de la mente loca de mi padre. De la noche a la mañana, toma, boda. ¿Qué le iba a decir? Si lo estaba deseando.
-¡Amigo! Al fin descubrimos algo más de Legolas Hojaverde.
-Bueno tu hermana ha dado el paso, ¿tú cuando?
-….bueno… eso hay que hablarse… además Arwen no es de las que un día para otro…
-Lo que pasa que le tienes miedo a verte casado.
-¡Me parece que te ha pillado, Aragorn! –exclamó Gandalf-
-Ya, ¿tú no sabes que el sueño de toda elfa es estar con el elfo que ama y llegar a tener en su eternidad unos cuantos elfos que la llamen mamá?
-Si lo dices por Elian no piensa eso ni en broma.
-Yo creo que sí.
-…es un montaraz…
-¿Cuánto tiempo hace que la conoces?
-¿Y tú? Habla elfo.
-Un año largo.
-Vale entonces me callo.
Mientras nosotros "discutíamos" Gandalf se iba riendo a carcajada limpia de nosotros.
…
Arwen llevó a Elian a su aposento, éste muy al gusto de Arwen. Cuenta… -dijo ella-
-¿Qué quieres que te cuente?
-Lo que pasó entre tú y él.
-… ¿Debo hacerlo?
-Sí.
Elian se sentó en una de las sillas que adornan la habitación, situada a una esquina, Arwen se sentó a un lado de la cama.
-Bueno…pues, llegué al Bosque herida en la pierna, por unos orcos que no me dejaban en paz. Yací herida en el suelo durante varios días hasta que me desperté en una confortable cama con la pierna vendada.
-Legolas te encontró, te curó la herida y te enamoraste de él.
-¿Me dejas continuar? –cruzó las piernas- No fui solamente yo la que se enamoró, él también se le notaba en su mirada cuando me miraba. Él un elfo yo un montaraz, no podemos estar juntos ni aunque queramos. Pero sí, pasó lo que no me esperaba, hasta que un día, llegando tarde a cenar como era normal, su padre nos dijo que estaría encantado de vernos casados.
-¿Así, de un día para otro?
-Sí, de un día para otro una boda. Thranduil quiso que me pusiera el vestido de novia de su esposa, no tuve más remedio que aceptar, y aún recuerdo como si me hubiera casado ayer…
-Ojalá me ocurriera a mí eso… -dijo-
-Bueno, ya llegará tu momento.
-Cuando…
-Si todo marcha bien, haremos otra boda, con todos los invitados convenientes, para que se sepa bien quien es Legolas y con quien se casa.
-Entonces la boda fue en secreto… pillines.
-Sí –dijo riendo-
-Por eso no querías contarme nada. Que mala…
-¿Mala? –preguntó sonriendo-
-Si no te puedes quitar la sonrisa de la cara, además, cuando hablas de él te brillan los ojos.
-No puedo evitarlo. ¿Te habló Aragorn de algo que quería decirte?
-¿Sobre qué? Es que me ha dicho tantas cosas…
-Es de algo en lo referente a ti que le preocupa.
-No pienso irme, si es eso a lo que vas. Me quedaré aquí. Y no insistas.
-No insisto pero me dijo personalmente que te lo dijera.
-Pues ya sabes la respuesta. ¿Quieres comer algo?
-No, la verdad que no me apetece nada.
En decir eso la cabeza le dio vueltas, como si se mareara.
-¿Estás bien?
-Sí, solo ha sido un mareo. ¿Vamos a ver de qué hablan?
-Vamos.
-Te sienta muy bien ese traje.
-Hablando de traje, ¿podrías prestarme algunos de tus vestidos mientras esté aquí?
-Claro, esto está hecho.
-Gracias.
Salieron a buscarnos al porche pero no estábamos, hablábamos en la biblioteca sobre si existía o no algún lugar verde y fresco en las tierras de Mórdor.
-Os hemos buscado por todas partes –dijo Arwen-
-¿Qué buscáis? –preguntó Elian acercándose a mí-
-Hemos hecho una apuesta sobre si existe o no, un lugar verde en Mórdor. –dijo Aragorn- yo digo que no, pero Legolas está seguro de que sí.
-¿Y Gandalf que opina? –preguntó ella-
-No dice nada, solo nos mira sonriendo.
-¿Y lo habéis encontrado? –preguntó Arwen-
-No, aún no –dijo Aragorn- es imposible.
-Quizá lo pueda saber alguien que haya viajado por esas tierras –dejó caer la frase Gandalf-
-Es verdad, Elian ha viajado por toda la tierra media, ella debe saber donde está. –dijo Arwen-
-Para empezar buscáis en el lugar equivocado –dijo Elian acercándose a la estantería- ¿Me bajas ese libro Legolas? Tú que eres más alto que yo.
Bajé el libro que marcaba con su mano, pesaba bastante, pues era grueso, grande y muy antiguo.
-Gracias –dijo sonriendo- …Antiguos paisajes de Mordor… -así se titulaba-
Lo puso encima de la mesa, le quitó el polvo y lo abrió. Mirad –dijo abriéndolo como si ya lo hubiera visto antes-. Empezó a leer.
-"Verdes son sus bosques de altos árboles repletos de hojas que caen sobre su suelo, rojos son sus frutos cuando reposan en las ramas, maduros. Cristalinas son sus aguas que corren por alrededor de bosque, dándole un toque de color cristal a la vida que hay en Mordor. Paisajes exuberantes llenos de suave y fresca hierba, y entre ésta diversos mantos de colores pueden ser vistos desde la lejanía, rojos, malvas, amarillentos… Diversos también son sus animales al igual que su flora".
-¿Estás leyendo sobre Mórdor? –preguntó Aragorn-
-Sí, pero aún no he acabado. "Grandes explanadas se extienden en el horizonte, árboles, arbustos, animales, insectos…verde y frescor es lo que reinaba sobre la tierra de Mórdor. … Aquí viene lo que tú buscas –dijo- "Solo se encuentra uno en todo Mórdor de ese bello paraje, se encuentra cerca de la puerta negra".
-¿Existe uno?
-Yo te puedo asegurar que no existe un solo, son muchas las zonas que se ven cerca de Mordor, algunas son tan preciosas que no las puedes ni describir. El libro no exagera cuando dice que cristalinas son las aguas que fluyen y verdes son sus árboles que se alzan altos. El que indica en el libro es uno de los que tiene ocupado los gondorianos, usan las cuevas naturales para cubrirse de los orcos.
-No me lo puedo creer.
-Es cierto –dijo Gandalf- se dice que allí vivieron en su tiempo de gloria alguno de los elfos más importantes de antaño.
-¿Lo sabías y no nos has dicho nada?
-No me habéis preguntado.
-Este libro también está en la biblioteca de Gondor, es una de sus secciones olvidadas por el tiempo. Claro que nadie sabe que allí existe tal paraje.
-Aquí hay una pintura –dije-
-Sí aquí es donde he estado, bueno en uno de ellos. Ése es mi preferido, aunque la pintura es buena no puede reflejar tal belleza.
-Me encantaría verlo –dije-
-Ahora es muy peligroso acercarse a éstas tierras. Guerreros y orcos abundan en sus planas, negras, pues no pisan la hierva ni matan a los árboles, a ellos también les agrada verlos aunque no lo parezca.
-Sabes mucho sobre lo relacionado con Mordor.
-Me hice pasar durante varios años por uno de sus guerreros, observando todo tipo de cosas.
-…no me gustaría estar al lado de un orco… -dije-
-A mí tampoco…
-¿Me acompañas un momento? –preguntó Gandalf-
-Sí, Legolas te veo luego –dijo-
-Vale.
Se la llevó lejos de nosotros ¿qué le querría decir para llevársela tan de repente?
-¿A que viene tanta prisa? –preguntó-
-Verás, tenía razón en cuanto a tu mal presentimiento respecto a Saruman. Éste se ha aliado con Sauron.
-Me lo temía, la última vez que pasé por allí estaba todo muy callado, más de lo normal.
-Pero lo que más me ha hecho pensar es que dijo algo sobre uno llamado Sirion y algo relacionado sobre ti. ¿Qué pasó?
La mirada de Elian se entristeció por completo. ¿Tuvo él algo que ver tu vida? –preguntó-
-Sirion es uno de los espías de Saruman e hijo secreto de Sauron.
Gandalf se quedó perplejo ante esas palabras. Sirion –prosiguió- vino a mí cuando pasaba por mi peor época, la de pasar de niña a adulto. Tenía tantos problemas en aquel momento que sus ideas me parecían perfectas. Un hogar, una vida para mí y un entrenamiento diario. Lo que no dijo es que tenía que ser su hija y su mujer.
Los dos se sentaron en el porche.
-A lo primero me entrenaba, me cuidaba como si fuera su hija, me criaba… tenía todos los cuidados necesarios para mí, hasta que mi cuerpo se desenvolupó. No me daba cuenta de lo que me hacía hasta que pude pensar por mí misma. Tenía que darle placer a cada momento que a él le apetecía, no le importaba si yo estaba en un mal momento o si estaba ocupada, y si no lo hacía me maltrataba. Aguanté durante mucho tiempo aquella tortura por el entrenamiento que me daba, era bueno en la lucha, todo hay que decirlo. A veces, por las noches me vienen esos malditos recuerdos… -dijo llorando-
-Lo siento… -dijo abrazándola-
-No te preocupes…, se pasará. Además ya no debo llorar por nada, Legolas me ha dado un hogar donde vivir, una vida para compartirla con él, unos sentimientos que nunca había sentido, pero con la diferencia de que soy su mujer, y que lo amo.
-Tú misma has reflexionado. Pocos hacen eso…
-Hola –dije sentándome- ¿has llorado?
-No, solo unas lágrimas de un viejo recuerdo.
-Mientras sea eso…
-Yo voy a hablar con Elrond, os dejo solos.
-Hasta luego –dijimos los dos-
Me acerqué lo más que podía a ella, cogiéndole su mano y acariciándosela con las mías. Ella dejó caer suavemente su cabeza sobre mi brazo. ¿Te sientes bien aquí? –pregunté-
-Podría estar mejor en casa…
-No he podido darte un beso desde que hemos llegado
-Eso no puede ser –dijo sonriendo-
Se acercó a mis labios empezando un dulce beso dando paso a que yo lo acabara. No había deseado tanto un beso –dije-
-Me he quedado mucho mejor.
-Mira quien viene por ahí.
Luna e Ithil aparecían de nuevo ante nosotros, juntos.
-Tula* Luna. –dijo ella-
Luna le hizo caso y se acercó, Elian la acarició susurrándole algunas palabras. La yegua me miró fijamente, hizo un movimiento raro e Ithil se acercó, tenía delante de mí a los dos, sin quitar sus ojos de encima de mí.
-¿Qué se supone que debo hacer? –dije con pavor-
-Acaríciales, podrás notar lo que sienten el uno por el otro.
Los acaricié y sentí su romance. Después Ithil se fue otra vez con Luna, yo le decía que viniera hacia mí para decirle algo pero pasaba de mí completamente.
-No te hace caso.
-…
-No te preocupes, vendrá. ¿No tienes calor con la capa y el traje?
-Sí –dije quitando el broche-
-Déjamelo hacer a mí, me hace ilusión.
Me la quitó con toda suavidad, al igual que me quitó también la parte superior del traje de viaje para quedarme solo con la camisa, ésta de color gris plata.
-¿Eso no deberíais hacerlo en otra parte? –preguntó Arwen que pasaba por allí con Aragorn-
Me estaba desabrochando algunos botones para que entrara el aire y para que se viera el colgante.
-No…es…lo que os pensáis –dijo sonrojada-
-¿A no? ¿Y qué hace tu mano perdida en su pecho?
-Pues…
-¿Vosotros no tenéis que ir a algún sitio? –pregunté-
-…sí… -dijeron los dos sonrojados-
-Vosotros seguid con lo vuestro –dijo Aragorn-
-Pero que no… es…
No pude decir más, pues sus labios me besaban de nuevo con ardor y fogosidad.
-Ya veo que no es lo que pensamos. Ahí os dejamos pareja.
Nos separamos para respirar y luego seguir con aquel beso que me iba robando el alma, me la acerqué aún más, con la mano izquierda la agarré por la cintura y con la otra la cogía por el lado de su cuello.
…
Después de lo que fue una digna cena nos fuimos a la sala donde a los elfos nos gusta escuchar el silencio y suave música. Claro que yo no pensaba precisamente en música ni silencio, además Elian se había quedado dormida a mi lado, recostando su cabeza sobre mi brazo. No quería despertarla, la cogí como el primer día que la encontré mientras le decía a Aragorn y a Arwen que me iba a dormir.
-Lisse oloori –dijeron los dos antes de irme y eso mismo les desee yo-
La llevé hasta la cama, allí la acomodé quitándole las botas y alguna que otra daga. Parece mentira que esta chica haya dado tanta guerra –dije para mí- con la carita de ángel que pone cuando duerme…
Me quité la ropa quedándome en ropa interior y me metí en la cama, estaba muy cansado de viaje y del día.
Me acomodé bien y noté su mano que me pasaba por el abdomen, se acurrucó a mi lado susurrando un abrázame. La abracé sintiendo su calor respondiéndome con un gracias, pues ella seguía dormida. … Desperté a media noche por un ruido extraño, no le di mucha importancia pero me había desvelado.
-¿Qué te ocurre? –preguntó ella despierta-
-¿También te ha despertado?
-Sí.
-Vuelve a dormir…
-Si tu no duermes yo no duermo.
-Esta cama se parece mucho a la nuestra, es confortable, cómoda y tiene su estilo.
-En tus ojos se ve reflejada la tristeza que sientes por haberte ido de tu casa –dijo- por eso no quise que vinieras conmigo la primera vez conmigo, por que no podrías estar lejos del bosque.
-Siento como si me conocieras de toda la vida.
-Quizá sí o…quizá no. –dijo subiéndose encima- ¿te acuerdas de nuestro deseo?
-Como no me voy a acordar.
-Pues aún tenemos tiempo.
Se acercó suavemente a mis labios, éstos esperando ya un beso de los suyos. Antes de besarme susurró,…dame un hijo tuyo, Legolas… A partir de ahí no paramos de besarnos fogosos y con ganas de ir a más. El deseo de sentir nuestro cuerpo una vez más se iba magnificando hasta perdernos por nuestros cuerpos, sintiéndonos, besándonos, acariciándonos, rozándonos. Acariciaba sus lados más íntimos mientras penetraba en su cuerpo, ella suspiraba y gemía al sentir el placer dejándose caer sobre mí, besándome y acariciándome donde más me agradaba. En mi pecho se perdía fogosa mientras yo excitado y estimulado cada vez más por el placer y el goce de aquel acto.
-… -no podía hablar-
-…como esto sea así…cada noche…
-…parece…que Rivendell…atrae…
-….si lo llego a saber…voy antes al bosque negro…
-Y si llego a saber…te voy a buscar a donde sea…
Resopló intentado quitarse el calor de encima. Al verme acalorado me hizo aire con la mano.
Parecía que era eso lo que necesitaba para dormir, después de eso me dormí al igual que ella, para no volver a despertarme hasta la mañana.
-Legolas para de tocarme el trasero –dijo dormida-
-…yo no soy…
Buscó mi mano que estaba en su abdomen, la otra la tenía escondida debajo de mi cuerpo. Una risa se escuchó.
-Encima te ríes.
-No puedo ser yo por que tengo una mano tocándome y la otra debajo de mí.
Los dos abrimos los ojos de golpe ¿quién había allí?
Una mano me tocó el muslo mientras iba subiendo.
-Oye, no te pases… -dije-
Elian sacó las dos manos fuera de la manta. Si no eres tú –dije-. Otra risa se escuchó, pues parecía que quien había allí se divertía. Alzamos los dos la manta y miramos quien estaba haciendo la broma.
-¡aaiiaa! –exclamó una niña de apenas un año-
-¿Ves lo que estoy viendo? –pregunté-
Me hizo que sí con la cabeza sin dejar de mirarla.
-¡aia! –parecía decir ayia-
De lejos una voz se escuchó, ¡Sermë! ¡¿Dónde estás?!
La niña subió hasta sentarse entre nosotros dos, de piel blanca con los ojos verdes-azulados con sus mejillas ruborizadas por mi presencia, su melena negra y hecha tirabuzones muy divertidos y brillantes. Parecía vestir con un pijama. ¿De donde ha salido? –pregunté-
-¿Cómo te llamas pequeña? –preguntó ella amistosamente-
La niña la miró, la miraba con cara de curiosidad mientras pensaba como intentar decir su nombre. Después de no saber decirlo me miró a mí, ruborizándose cada vez más e intentado tocar mi pelo, al ser rubio le llamaba la atención.
-aaa.
Nos quedamos igual.
-¿Tú de donde vienes? –preguntó Elian-
Le indicó con el dedo índice la puerta.
-Ya, la puerta. Normal…
Me gustaban sus tirabuzones, éstos al tacto eran muy divertidos. La niña sonreía cuando se los acariciaba.
-Le has caído bien.
De nuevo sentimos la voz de antes llamando a Sermë, ¿sería ese su nombre? ¿Tú no sabes que no puedes entrar en las habitaciones de los demás? –pregunté sonriendo-
-¿oo?
-jj. –se reía Elian-
-No. ¿Man naa esselya*?
-ee.
-Será Sermë, creo yo… -dijo Elian-
-iii. –respondió ella-
Elian la miraba tumbada boca abajo apoyada sobre sus codos, le iba haciendo suaves cosquillas por lo que la niña se reía. Sermë se quedó mirando algo que Elian llevaba puesto en el dedo, el anillo le llamaba la atención.
-¿Te gusta?
Le respondió con la mirada. … Desde afuera se sentían dos personas hablar, una parecía una voz de hombre, la otra era la misma que la de antes.
-No sé donde está ¿Y si se ha perdido? –preguntó la mujer-
-Sigue buscando por esa zona y yo por la otra.
-Debemos decirles que está aquí –dijo Elian-
-Espera un poco más –dije jugando con ella-
-Legolas, ¿qué harías tu si fueses su padre y no la encontraras?
-Buscarla desesperado.
-Imagina ahora sus padres.
Me levanté y me puse algo de ropa, Elian tenía razón, sus padres la estaban buscando como desesperados pensando lo peor.
-¡eoa!
-Parece que sabe tu nombre
-Vamos pequeña –dije cogiéndola- tus padres están preocupados por ti.
-¡aaiie! –dijo despidiéndose de Elian-
-Namarië –dijo sonriendo y diciéndole adiós con la mano-
Salí a fuera y busqué al primero que encontrara que fuese uno de sus padres. Por suerte no tuve que buscar mucho.
-¡Sermë! –exclamó la madre al verme con ella-
Corría desde la otra punta del pasillo con lágrimas en los ojos. ¿Estás bien cariño? –preguntó-
-¡aa! –dijo ella sonriendo abriendo sus brazos para que la madre la abrazara-
-Donde te habías metido… -dijo abrazándola- Hantale.
-Un placer.
-¿Qué te debo por haberla encontrado?
-Nada, por favor.
-¿Dónde la has encontrado?
-Dormía tranquilamente cuando noté algo dentro de la cama.
-Que mala eres, Sermë. Lo siento, es que le gusta meterse en las camas de los demás, en cuanto me descuido se pierde.
-No te vuelvas a perder –le dije sonriendo mientras le acariciaba la mejilla-
-¡oo!
-¿Puedo preguntarte tu nombre?
-Legolas.
-Encantada, soy Aina*
-Si me disculpa debo volver a mi habitación, no estoy en una situación como para mantener una conversación.
-Sí, claro –dijo mirándome que iba ligero de ropa- nos encontraremos por aquí-
-Namarië.
-Namarië Legolas.
Entré y cerré la puerta.
-¿Has encontrado a su madre?
-Sí, ya están las dos juntas.
-Me alegro. –dijo quitándose un peso de encima-
-Me parece que se te ha despertado el instinto materno.
-¿Y eso es malo?
-No, al contrario. Incluso ahora tengo más ganas de tener uno mío.
-Se te ha desecho la trenza. ¿Te la hago?
-Si no te importa.
-Siéntate. –dijo poniéndose de rodillas sobre la cama-
Me acabó de deshacer la trenza, cogió el cepillo que no andaba muy lejos de nosotros y me lo cepilló con suavidad. Me daba gusto sentir sus dedos perdidos en mi cabello.
-Ya veo que vosotros no paráis de hacer manitas –dijo Arwen-
-Solo le estoy haciendo la trenza.
-Para hacer una trenza no hace falta estar ligerita de ropa.
-Oh, no me había dado cuenta.
-Te he traído algunos de mis vestidos, escoge los que más te gusten.
-Gracias.
-Os dejo, ya nos veremos después.
-Hasta luego.
-Ya está.
-¿Ya?
-Claro, ¿no ves que ya tengo práctica?
Me miré al espejo y estaba mejor que nunca. Después me fui hacia ella y la besé por sorpresa, ésta se quedó sin palabras.
-Esa expresión es una de mis preferidas.
-…
-¿Qué te pasa?
-Me duele la barriga.
-¿Mucho?
-Un poco, se me pasará. ¿Te importaría darme un pasaje en la espalda?
-Claro que no, túmbate en la cama.
Se tumbó a lo ancho de la cama y me senté encima suyo abierto de piernas. Le hice quitar la ropa interior que le tapaba el pecho. ¿Dónde te duele?
-En medio de las dos paletillas…
-¿Aquí?
-Ahí. … que bien… …mm… que manos tienes… …no pares…
Aragorn y Arwen sacaron la cabeza por la puerta mirándonos con cara de interrogación al escuchar esas palabras y esos suspiros. Los dos nos los quedamos mirando. ¿Qué os pasa? –pregunté-
-…habíamos sentido algo raro… que provenía de aquí…
-jj –se rió Elian-
-¿De qué te ríes? –preguntó Arwen-
-De que siempre estáis pensando lo que no es…
La risa de Elian fue aumentando hasta que nos la enganchó a los tres, riendo como locos sin saber por qué.
-…ay…tendré que venir a vuestra habitación para reírme a gusto –dijo Arwen-
-Yo no te lo aconsejo –dijo Aragorn-
-Bueno que hagan sus cosas más tarde.
-Vamos abajo… vamos.
-¿Te sientes mejor ahora?
-Mucho mejor, gracias cariño.
-De nada.
Fue a levantar las piernas pensando que me quitaría pero no podía. ¿Tienes ganas de jugar, eh?
-jj.
-Legolas… arriba… tengo ganas de ir al lavabo…
-…que se esperen.
-….
Le besé la nuca para que se relajara para luego ir bajando por la columna, beso a beso. Se relajó demasiado, tanto que me miró con cara pícara.
-¿Probamos por detrás?
-Vale.
….
Sentíamos más placer que de la manera normal, pero había un inconveniente, solo podía besarle la espalda y es más placentero besar por el pecho o por el ombligo. Además se notaba que aquello era sexo, no amor mutuo como de la otra manera.
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*Anda luumello!: ¡Cuánto tiempo!
*Maare tulde: Bienvenidos
*Tula: Ven
*Sermë: significa amiga en elfo
*Man naa esselya?: ¿Cómo te llamas?
*Aina: Sagrada
Lo que se explica sobre los paisajes de Mordor es inventado.
