Capítulo 10. Consejo y camino
El comienzo de aquel día fue divertido, risas entre Aragorn y yo, miradas algún que otro beso a escondidas entre Legolas y yo, conversaciones con Gandalf y Elrond de carácter importante y una bonita amistad con Sermë, una niña encantadora. A menudo ella quería irse con nosotros a pasear, le agradaba mucho mi presencia, pues me recuerda cuando yo era pequeña y hacía casi las mismas travesuras que ella.
Por otro lado, Frodo despertó de su herida, parecía retomar fuerzas. Sam siempre está con él, no creo que sea solo su jardinero, y me alegro de que sea un amigo fiel en el que puedes confiar. Es un trozo de pan, ya le puedes contar mil secretos que no los va a decir a nadie. Frodo también es parecido aunque más reservado, al contrario que Pippin y Merry, no pueden tener nada en sus manos.
-¿Quería verme, Elrond? –pregunté desde la sala donde él casi siempre estaba-
-Sí, pasa por favor.
-Dígame.
-No desearía ser grosero pero ¿qué pasó en tu vida para que dejaras de "existir"?
-Como bien sabrá mi madre me dejó con unos "padres" no muy convenientes, no quería estar en aquel lugar. Parecía que estaba con ellos pero en verdad estaba sola, ¿y qué más daba estar sola en aquella horrible casa o estar sola en la calle? No había diferencia, pues la soledad me acompañaba siempre.
-Se ha de tener mucho valor y frialdad para estar sola en la Tierra Media.
-No tenía otra opción, prefería estar acompañada de nadie que no con quien no deseo. Quizá no estaba tan sola, Luna, mi yegua, siempre hemos estado juntas, des de que era un potrillo.
-Pero la soledad sigue estando igual.
-¿A qué viene tanta curiosidad por una vida en soledad?
-Iré directo. Tengo la sensación de que no has vuelto a la luz para vivir una nueva vida con Legolas.
La frase me chocó. ¿Entonces una niña envuelta en la oscuridad no puede salir a la luz?
-No me has entendido.
-No, le está negando una oportunidad a alguien de volver a vivir.
-¿Por qué fuiste a la oscuridad?
-Pasé por un momento triste de mi vida cuando ésta me ofreció una vida mejor, aunque fuese en la oscuridad. ¡Tenia doce años! –las ganas de llorar volvieron- Mi cuerpo cambiaba, mi mente era de una niña, pensaba dos cosas a la vez sin saber de donde venían, no me entendía a mí misma –cada vez hablaba más rápido- Si no llega a ser por la oscuridad estaría muerta.
-¿Le debes algo a ella?
-Quizá.
-…
-Si me está diciendo que soy una mala influencia para ésta buena gente, lo acepto. Pero no me acuse de formar parte de la oscuridad por que no soy de ese bando.
-Pero tampoco eres del bando de la luz.
-No soy de ningún bando, estando como montaraz he aprendido a decidir donde quiero estar, qué lugar es el mío.
-¿Qué lugar es? ¿El bosque Negro o la Tierra media?
-Está muy claro.
-Mira…, acepto que Legolas esté contigo, es su vida. Acepto también que Arwen sea amiga tuya, pero no acepto que traigas tus malos recuerdos a éste bendito lugar.
-Bien, haber empezado por el principio. Elian, coge tus cosas y vete, eres una mala influencia para mi gente y se queda tan bien. Yo cojo lo mío y me voy por donde he entrado, sin haber pasado por aquí, como si no hubiera estado.
-…no te he dicho eso.
-Lo ha dicho con otras palabras mucho peores. Cojeré mis cosas y me iré, pero no cuente con mi ayuda.
-Si Elian se va yo también me voy –dijo Legolas-
-Legolas, no hagas esto más difícil de lo que es… -dijo Elrond-
-Si ella se va, no cuente conmigo –dijo también Aragorn-
-Gracias chicos pero no sirve de nada. Elrond manda.
-Padre, si ella se va me voy con Aragorn –acabó Arwen-
-…no hagáis una montaña de esto. A Legolas le entiendo, es su esposo, a Aragorn, también, pero a ti no.
-¿No? Es mi mejor amiga ¿con eso no basta?
-…
-Creo que deberías tomarte la decisión con más calma –continuó Gandalf- ella conoce muy bien la Tierra Media, nos puede ser muy útil.
-Gandalf, es un montaraz que ha estado en la oscuridad. A saber los planes que tiene.
Legolas y Aragorn me cogían de los brazos, pero si no lo llegan a hacer me lanzo sobre él.
-No creo que se una mala influencia para nadie –continuó- no es que desee halagarla pero posee un corazón enorme, protege a los que ama con su vida. No creo que por haber estado en la oscuridad sea maligna. Al contrario, aprendió de ellos y sabe muy bien donde están los límites.
-…
-Dale una oportunidad, ahora es cuando ha empezado a vivir.
-¿Te da lástima? A mí no.
-Que fuerza tiene… -dijo Aragorn-
Me iba a por él.
-Elian, por favor –suplicó Legolas-
Dejé de hacer fuerzas y bajé la mirada, las lágrimas caían al suelo partiéndose en miles de gotas. …Si me voy…es para no volver, pero sepa una cosa, sabrá de mí… y no será nada bueno… -dije yéndome corriendo-
-¡Elian! –exclamó Legolas-
-Déjala… -dijo Gandalf-
-…
….
Corrió llorando hasta el porche y de ahí hasta un pequeño jardín que había detrás hasta llegar a un lugar donde yacía la estatua de Gilraen junto a una especie de tumba. Se dejó caer de rodillas delante de la estatua, llorando como nunca había llorado antes.
-¡Por qué me tuviste! … ¡Por qué tuviste a una hija maldita! … ¡Por qué! –Decía llorando-
-¡¡Por qué, por qué, por qué!! –dio varios golpes en el suelo- … Te odio…
Lloraba sin cesar delante de la estatua, se había hecho la fuerte durante mucho tiempo para superar la soledad de su madre, ésta la dejó para no volver a verla nunca más.
-…Me abandonaste… me dejaste sola sin nadie a quien acudir, sin nadie a quien llamar madre… sin nadie… ¿es que no tenías bastante ya con hundirme a mí para volver a hundir a tu segundo hijo? … ¿no te dabas cuenta…de que me hiciste daño? … te fuiste sin decirme adiós… sin decirme un simple te quiero… no podías hacerlo… por que si me lo hubieras dicho no me hubieras abandonado, ¡Malita sea!
Así lloró hasta que se quedó dormida, recostada en el pie de la estatua, con las lágrimas aún en la cara y susurrando alguna que otra palabra vana.
-Deja que se quede con nosotros –dijo Gandalf- no es necesaria su ayuda para un futuro.
-Quizá, pero tendré mis ojos puestos en ella por si actúa fuera de lo normal.
-Elrond, la conozco bien –dije yo- sé que no es mala ¿crees que mis ojos verían en ella un alma maligna?
-No, no la verían. Está bien, que se quede pero en contra de mi voluntad.
Nos alegramos al sentir esas palabras, claro que bien sabíamos que Elrond no estaba contento con ella. Yo lo respetaba, pues es más veterano que yo y más sutil. … Cuando acabó la conversación fui a ver qué hacía Elian, no tenía más que seguir sus huellas hasta la estatua de Gilraen. Allí la encontré, dormida.
-Elian… -susurré acariciándole la mejilla- despierta…
Ésta despertó de golpe, parecía tener los ojos rojizos con lágrimas ya secas.
-¿Qué ocurre?
-Hemos hablado sobre la conversación anterior.
-Entonces cogeré mis cosas.
-No, para nada tienes que hacer eso. Elrond ha decidido que te quedes, aunque nos ha costado lo suyo.
-Gracias… -dijo abrazándome-
-Si te ibas, Aragorn, Arwen y yo nos íbamos contigo.
-No os hubiera dejado.
-¿Ni a mi?
-Bueno, a ti sí, en contra de mi mente pero a favor de mis sentimientos.
-Elian, ¿deseas contarme algo que no lo hayas hecho antes?
-…si te lo cuento, quizás me odies, o dejes de hablarme.
-¿Por qué debería hacer eso? Fue en el pasado.
-Doce años…
Narró cada detalle de su sufridor pasado, había momentos en que parecía que yo estuviera allí y sufriera con ella. Era aterrador. … Al acabar se dejó caer sobre mí, sin llorar pero sí con miedo y temor por haber recordado de nuevo el pasado.
-No te preocupes, ahora se acabó.
-Por las noches me vienen muchos y horribles recuerdos.
-Quizá sea esa la razón por la que me abrazas, es como si al sentirme allí te tranquilizaras y los recuerdos huyeran.
-Sí… al sentirte me siento segura de nuevo.
-No se que haría sin ti.
-La que no lo sabría sería yo.
Le di un beso para que el sabor amargo del recuerdo se le fuera.
….
Los días transcurrían raudos, sin casi enterarnos el día del consejo estaba a un rato de nosotros. Por los pasillos iban y venían caras nuevas, algunas amigables, otras no tanto.
Nos sentábamos todos nerviosos en nuestras respectivas sillas, éstas de madera maciza y cómodas. Nos mirábamos los unos a los otros, sin mutar palabra.
-Muéstranos el anillo –dijo Elrond mostrando el pedestal del centro- … como ya debéis saber, éste es el anillo único, el que el Señor Oscuro reclama como suyo. Debemos hablar sobre qué es lo que debemos hacer con él y cómo.
Nadie dijo nada, algunos lo miraban con recelo, otros con rabia y ansias de cogerlo y otros que no lo mirábamos.
-¿Por qué no usar el anillo? –dijo Boromir levantándose- ¿Por qué no hacerlo nuestro? Sería una gran alianza el anillo y nosotros.
-El anillo solo puede ser utilizado por Sauron.
-Llevemos el anillo a Gondor, mi padre hará que la ciudad blanca crezca y pueda luchar con el anillo como aliado. –dijo a punto de tocarlo-
-¡El anillo debe ser destruido! –exclamó Gandalf-
-¿Y quién lo va a llevar? ¿Un hobbit? –dijo mirando con desprecio a Frodo- ¿Un elfo? –me miró con recelo- ¿Un…montaraz? –miró a Aragorn-
-¡No es un simple montaraz! –exclamé yo- Es Aragorn, hijo de Arathorn, le debes lealtad.
-¿Aragorn?
-Ai las*, Legolas
-¡No pienso dejar el anillo en manos de un elfo! –exclamó Gimli-
Esa fue la chispa para que todos los elfos nos levantáramos, incluida Elian, discutiendo sobre si era mejor dejar un anillo en manos de enano. A partir de ahí todas la discusiones que se puedan imaginar.
-Yo lo llevaré –dijo Frodo-
Todos nos quedamos mirándolo sin saber muy bien si era él quien había dicho tan fatales palabras. En el fondo nadie quería llevar el anillo por que eso supondría dejar todo atrás, incluso tu vida.
-Pero no puedo hacerlo solo –continuó-
-Yo te acompañaré, si eres tú quien lo lleva –dijo Gandalf-
Aragorn se acercó y se postró. Si con mi vida o con mi muerte puedo protegerte, lo haré. Cuenta con mi espada.
-Y con mi arco –dije yo poniéndome al lado de Gandalf-
-Y con mi hacha –dijo Gimli acercándose y mirándome con cara de bufón-
-Llevas nuestras vidas pequeño –dijo Boromir apuntándose también-
-…Yo te conduciré si hace falta hasta Mórdor… -dijo Elian- cuenta conmigo Frodo.
La miré con alegría y pena a la vez mientras se ponía detrás de Gimli.
-¡El señor Frodo va a ninguna parte sin Sam! –exclamó él-
Corrió hasta ponerse a su lado.
-¡Eh, esperad! ¡Nosotros también vamos! –dijeron los dos hobbits saliendo de su escondite-
-¡Diez compañeros! –dijo Elrond- Seréis la Comunidad del Anillo.
Observaba que Boromir estaba pendiente de Elian, la observaba cada vez que me giraba ¿Qué querría? Sus miradas no me gustaban nada, eran frías. Ella parecía darse cuenta pero las ignoraba, igual que le ignoraba a él. Hasta que un día pasó de las miradas a los hechos, Elian iba a buscar algo en la habitación mientras Aragorn, Arwen, Gandalf y yo la esperábamos abajo, en el porche para salir a dar un paseo. Boromir la esperaba en una sala de estar comunitaria para las habitaciones de la zona norte.
-Un deseo es estar a tu lado y otro deseo es besarte –dijo-
-¿Qué?
-Eres tan bella como una puesta de sol y tan pálida y fría como una daga.
-Ya te has cansado de mirarme y pasas a la acción.
-No tengo otro remedio. El deseo de tenerte es cada vez mayor.
-Pues sigue soñando.
-Verás, te he visto muchas veces con mi hermano. Y desde la primera vez que te vi…
-No sigas. No quiero oír esas palabras de tu boca.
-¿Y del elfo sí?
-El elfo como tú lo llamas es mi esposo.
-Ya me lo suponía.
La miró fríamente.
-¡No vuelvas a mirarme así! –exclamó ella dirigiéndose a él-
-¿Cómo quieres que te mire? ¿Si no hay otra forma, aún?
-Déjame en paz… -dijo yéndose-
Claro que Boromir no la dejó en paz, la cogió por la muñeca y la dejó caer duramente contra la pared, cogiéndola después por el cuello. Todo sería muy fácil si te poseyera a ti y al anillo… sería feliz…
-Déjame.
-No, no… ni hablar… -dijo pasándole la mano por el pecho que dejaba ver el escote-
Elian hizo un gesto para levantarse pero Boromir la tenía pillada por todas partes.
…
-Si que tarda… -comentó Arwen-
Presentía que algo le estaba pasando. Subí a ver que le ocurría, detrás me siguieron Aragorn, Gandalf y Arwen. Llegué al lugar en cuestión. La cara y la expresión de Elian me partieron en corazón en dos, era miedo y terror lo que expresaban sus ojos.
-¡Suéltala! –exclamé con una flecha en el centro del arco hacia él-
-Aquí llega el elfo…
-¡Boromir! –exclamó Aragorn-
-Suéltame… -dijo Elian casi llorando-
Boromir la cogió de los brazos y la puso delante de él, haciendo que la flecha apuntara a Elian en vez de él. No sabía si bajar la flecha o apuntar bien y darle, pero corría mucho riesgo.
-Por favor, suéltala –dijo Arwen-
Elian se escapó de sus manos con dificultad hasta que fue a parar a los brazos de Arwen, allí se deshizo en un abrazo repleto de lágrimas.
-Te traspasaría esta flecha si no fueses acompañante –dije bajando la flecha-
-Elrond se enterará de esto –avisó Aragorn-
-Que se entere.
Desparecimos de su vista con Elian entremedio de nosotros. Gandalf y yo nos fijamos que tenía su mano puesta en el vientre, como si le doliera. ¿Te duele algo? –pregunté-
-La…
No dio tiempo a más, se desmayaba en los brazos de Aragorn. Entre él y yo la llevamos hasta la cama, el lugar más cercano que teníamos a nuestro alcance.
-Que raro que Elian se desmaye –comentó Arwen- es muy fuerte en esos aspectos.
Aún en la cama tenía la mano puesta donde le dolía.
-¿Has notado algún otro síntoma anormal en ella últimamente?
-Bueno…nota que se le va la cabeza, se marea… y de vez en cuando le duele el vientre. Pero no creo que sea nada malo. –respondí-
-Ahora vuelvo –dijo ella yéndose de la habitación-
Aragorn y yo nos miramos y encogimos los hombros.
Fue a la biblioteca, buscó un libro un tanto inusual, que solo se usa para la medicina. Miró el índice buscando una de las causas que pueden tener estos síntomas. Me parece que es esto… -dijo- por que no creo que sea alguna enfermedad rara, pues no se le ve cara de estar tan mal…
Tal como salió, volvió. Ahora con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Qué te ha ocurrido para que estés tan contenta? –preguntó Aragorn-. Arwen se acercó y le dijo al oído algo que no pude oír. La expresión que Aragorn tenía antes pasó a la misma que Arwen.
-Yo también me quiero enterar de los acontecimientos –dije-
Se acercó y me dijo al oído, "tendrás un elfo que te llame padre". Las palabras me alegraron tanto que no podía quitarme la sonrisa de mi cara, el sueño se veía cumplido.
-¿Se puede saber que ocurre? –preguntó Elian apoyándose en la cama con sus brazos-
-¿Te duele la barriga? –preguntó Arwen sentándose en una esquina de la cama-
-No, ¿Por qué debería de dolerme?
-Por que… -se lo dijo al oído-
-¡Ja! …
-¿No te alegras?
-Sí, pero justamente ahora.
-Bueno, pues te quedas aquí conmigo.
-¿Y dejar a Legolas solo? ¿Con todos los peligros que hay? Ni hablar.
-Elian, estoy acostumbrado a luchar y a pelear.
-Pero no en una misión de estas dimensiones.
-… quédate aquí…
-No.
-Si Elian no quiere, poco vamos a hacer –dijo Aragorn- pero piénsale bien, no es lo mismo estar herida que estar embarazada. Acarreas muchos problemas.
-…no me voy a quedar aquí…
-Quizá cometa el mayor error de mi vida pero no puedo ir a contra de su voluntad –dije-
………..
A los pocos días salimos de Rivendell, no sin antes escuchar las palabras de Elrond. Después salimos por la puerta hacia la izquierda. Por fin volvería otra vez a andarinear por la Tierra Media, la que me ha cuidado siempre.
Andábamos como quien daba un paseo, Gandalf abría la marcha hablando siempre y "discutiendo" con Aragorn sobre qué camino era el correcto. Les seguían Sam y Frodo éstos más callados, mirando el paisaje que les rodeaba. Detrás Legolas y yo, hablando de nuestras cosas, seguidos por Pippin y Merry, jugando y conversando sus ideas, y cerrando la marcha Boromir junto con Gimli.
Los hombres y los elfos aguantábamos bastante bien, pero los hobbits parecían cansados ya, sus pies les gritaban de dolor, y Gilmi cada vez su respiración era más fuerte y sosegada. … Hicimos una parada para pasar nuestra primera noche a la intemperie. Boromir y Aragorn fueron a buscar leña para hacer fuego y así mantenernos calientes, pues la noche se presentaba fría.
Alguien esa noche debería estar de guardia, Aragorn se ofreció voluntario durante una parte, yo me ofrecí hasta el alba. No tenía mucho sueño y los malditos dolores de vientre no me dejaban dormir. Aragorn siempre duerme con un ojo abierto, tiene un sueño muy superficial.
-Duérmete, ya me quedo yo –dije-
-No, me quedo contigo.
-¿Sabes? Echaba de menos el estar de aquí para allá, sin preocuparte de nada.
-No creo que sea tanto, ahora tienes otras preocupaciones.
-Sí… -miré a Legolas que dormía como un niño- jamás creí encontrar a nadie que me perteneciera.
-El tiempo cambia… seguro que tendrías miedo de cometer el mismo error que madre.
-…sí… pero si hubiera ocurrido, no lo hubiera abandonado a su suerte, jamás haría eso.
-Pero ¿y si ella no tuvo opción?
-Nada por poca opción que tenga abandona a su hijo, nadie.
-Tienes razón, ¿te has planteado alguna vez porqué estás viva?
-Muchas veces. Cuando tengo momentos de más depresión y de agonía, también cuando necesito que alguien me consuele.
-Aparentas ser fuerte pero en verdad necesitas de alguien para vivir.
-No tengo otra manera, la vida te da tantos golpes que optas por rebotarte. Hasta que llega un alma diferente a ti y te toca lo que habías olvidado o que tratas de olvidar.
-Como se nota que la Elian que hay en ti es débil, entre comillas, y que tiene algo que la parte fuerte no puede llegar a tener jamás.
-Elian fuerte, la que aparenta por fuera no puede amar y necesita a la que hay dentro para completarse. En cambio la de dentro ama y quiere con el corazón en el puño y que necesita a alguien a su lado para vivir.
-¿Ahora quien es la que aparentas?
-Quizá la fuerte aprende a amar y la débil aprende a ser fuerte.
-Me parece que si te hubiera hecho esta pregunta el día que te conocí me hubieras mandado a Mórdor.
-Sí –dije riendo- …Lo que hubiera dado yo por una charla de éstas cuando estaba sola, sin saber a donde ir ni a donde mirar.
-Se pasa mal siendo montaraz, la gente cree que el fácil pero es muy difícil convivir con una soledad que nunca deja de acompañarte.
-Bueno, pero tú tienes una causa justa para ser montaraz.
-¿Cuál?
-Huyes de tu destino, es tu pensamiento y no puedes echarle cara, de momento.
-¿Y tu no tienes ninguno?
-Jamás le he encontrado respuesta a mi mayor pregunta.
-Puede para ser princesa del bosque negro.
-No, eso quizá forme parte pero no es eso. Quizá para algo que no pueda tocar… eso es soñar… déjalo.
-Sale el sol.
-Sí.
-…Tengo ganas de llegar a Lórien –dijo estirándose- para poder descansar de un duro viaje.
-Pues yo no…
-¿Por qué?
-No es que no tenga ganas de descansar, si no de el lugar, no tengo predilección por los reinos élficos, a excepción del Bosque Negro, éste es diferente.
-Tiene un tacto más humano –se apuntó Legolas a la conversación-
Antes de sentarse me dio un beso.
-No lo he llegado a ver pero puede que sí.
-¿Te hemos despertado? –pregunté-
-No, los rayos apuntaban directamente a mi rostro.
-Voy a estirar un poco las piernas –dijo Aragorn levantándose- y a buscar algo para el desayuno.
-Buenos días –dijo mirándome a los ojos casi sin parpadear y con una sonrisa amplia-
-Buenos días –dije sonriendo sin quitarle la mirada-
Se acercó lo más que pudo a mí y me besó de nuevo, como si lo necesitara, parecía que tuviera el ansioso deseo de sentir mis labios para saciar su sed. Igual a lo que yo sentía en ese momento, pasión, euforia y embriaga de aquel dulce y suave beso.
-Así cualquiera se embarca en un viaje… -comentó para sí Merry-
Legolas lo miró sin dejar de besarme.
-Coged aire –bromeó Gandalf haciendo aire con sus manos-
Tuvimos que parar por que la risa podía con nosotros. Vamos a ayudar a Aragorn con su caza –dijo cogiéndome de la mano-
Nos levantamos con la mirada picarona de los otros, desparecimos en un pequeño bosque que había cerca.
-¿A que van? –preguntó Pippin a Merry-
-…
Llegamos hasta donde Aragorn pescaba, metido en el riachuelo, intentado pescar algo. Arremangado y con la mirada puesta en los peces. ¿Venís a ayudarme? –preguntó-
-No. –respondió Legolas-
-…después querréis comer…
-¡No, nos reuniremos dentro de un rato para seguir el viaje! –grité cada vez más alejada de él-
Me llevaba de la mano y corriendo.
-…que pareja… ¡Bueno provecho!
-¡¡Gracias!!
-Je, je, que dos.
Me condujo hasta una explanada lo bastante cómoda, no era muy grande pero si lo bastante para nosotros. Los árboles que yacían allí estaban repletos de frutas.
-¿No estamos muy…?
No me dio tiempo a más, otra vez sus labios besando los míos con ansias y deseos.
….
Seguimos nuestro viaje en dirección Carathras, de momento no tuvimos ningún contratiempo, no sin contar la bandada de pájaros negros que espían nuestra presencia, seguramente enviados por Saruman. … En las montañas teníamos todos nuestras capas abrochadas hasta arriba, incluso con la capucha, claro que respecto a Legolas, poco puedo decir. Tú vas por debajo de la nieve, él por encima. Tú no te sientes ni la nariz de frío y el en cambio como si fuera dando un paseo.
…
Andábamos sin saber exactamente hacia donde, seguíamos a Gandalf.
…
Una tormenta de dimensiones exageradas apareció en medio del camino, unos relámpagos centelleantes y unos truenos estremecedores acompañados de un fuerte aire que llevaba en él copos de nieve como puños, algunos caían con tanta fuerza que te hacían daño. Además el frío cada vez era más intenso y llevadero. Justamente a nuestro lado un barranco sin final, la nieve no se veía llegar al lugar de destino.
La nieve nos cubría por la cintura, Aragorn cargaba con Frodo, yo ayudaba a Sam y Boromir llevaba sujetos a Pippin y a Merry.
-¡Gandalf! –exclamó Aragorn- ¡Es demasiado peligroso!
-¡Debemos seguir! –gritó él-
Legolas, andando por encima de la nieve se adelantó, observando con sus hábiles ojos el horizonte y escuchando los susurros del aire. ¡El tiempo arrastra una voz cruel! –exclamó-
-¡Es Saruman! –gritó Gandalf-
No sé que pasó después pero me vi envuelta de mucha nieve, como si nos hubiera caído de pronto un alud. Intentaba que Sam sacara la cabeza como fuera, pues éste parecía haberse quedado inmóvil. Noté como una mano me agarraba fuerte del brazo y me subía para arriba. ¿Estás bien? –preguntó Legolas-
-Sí, gracias. … Ayúdame con Sam.
Entre los dos logramos sacarle por lo menos la cabeza para que respirara. Observamos que todos estábamos mas o menos bien.
-No podemos seguir, Gandalf. Los hobbits están muertos de frío. –dijo Aragorn-
La tormenta había pasado.
-Debemos seguir por aquí.
-Nosotros aguantamos pero ellos no, son demasiado débiles –reprochó Boromir- No podemos arriesgarnos a perderles.
-… Pasemos por Moria –dijo Gimli- mi primo Balin nos acogerá con mucho gusto.
-Será más seguro por el Paso de Rohan –apuntó Boromir-
-Rohan es muy peligroso y más con Saruman tan cerca –dije- nos meteríamos en la boca del lobo.
-Antes de discutir deberíamos salir de aquí –dijo Legolas-
-Alguien con sentido común –comentó Merry-
Dejé a Sam y me dirigí hacia donde Aragorn estaba, éste cerraba la marcha. Saqué las dos dagas de las mangas y las usé para quitar la nieve ¿Es que nadie me va a ayudar? –pregunté exigente-. Legolas fue el primero en venir, se puso encima de la nieve e iba abriendo una brecha con sus espadas cortas. La nieve estaba muy dura y se iba congelando, Boromir se apuntó con su escudo, usándolo como pala y dejándome descansar, para después Aragorn suplantar a Legolas.
Entre los cuatro pudimos abrir un pasillo hasta un refugio.
-Eso se llama trabajo en grupo –comentó Pippin-
Cada uno hacía lo que había dejado el otro y así llegando a aquella especie de refugio, solamente nos quedaba hacer llegar a los hobbits hasta un lugar más o menos seguro. … Fuimos a encender un fuego con algunas ramas secas, no por nosotros, si no por ellos, los hobbits, que no estaba acostumbrados a la nieve ni al frío.
-¿Qué se supone que haremos ahora? –preguntó Merry- ¿Hacia donde iremos?
-Una buena decisión deberemos tomar –dijo Boromir- …pasemos por el Paso de Rohan.
-El Paso de Rohan estará al acecho por Isengar y Saruman, no es viable ni seguro.
-Pasemos por Moria, mi primo Balin nos dará una bienvenida espectacular.
-Las Minas de Moria son un peligro enorme para los hobbits –dije- además yo no me arriesgo a entrar ahí sin saber si llegaremos a salir.
-Opino igual que ella –dijo Legolas-
-Un duro debate el elegir nuestro camino…
-Yo si la compañía vota el ir a las Minas, voy. Pero no arriesgaré mi vida –apuntó Boromir-
-Yo no sé que es mejor… -dijo Merry interrumpido por un sonido un tanto raro que rompió el silencio-
-Wargos –dijo Legolas levantándose y sacando rápidamente su arco con una flecha en el centro-
Todos hicimos lo mismo, solo que cada uno con sus armas. Gandalf se puso delante de los hobbits y nosotros cuatro protegiéndolos a ellos también. No veíamos nada por la oscuridad que nos rodeaba.
