Capítulo 14. Tentada.

Todos lucharon con valentía en las orillas del Anduin, pues los Uruks les atacaron sin que ellos se hubieran dado cuenta, en la teoría por que en la práctica Legolas había presentido el peligro mucho antes que los demás ¿un sexto sentido? Quizá. En aquella batalla perdieron a su compañero Boromir, el cual salvó, o intentó salvar más bien, a los dos hobbits, Merry y Pippin. Fue grandiosa su valerosidad y de igual manera murió ante el beso de Aragorn.

Su destino ahora sería dejar de seguir a Frodo y a Sam que se habían separado de la compañía y siguieron por otro camino en busca de Pippin y Merry que habían sido secuestrados por los Uruks que habían quedado vivos, apenas un grupo reducido de los muchos que habían y de los que yacían en el suelo muertos a base de flechazos, con espadas y a hachazos, toda una hazaña si se cuenta que son apenas cinco.

Les tocaría un duro camino lleno de carreras, atravesar la montaña a paso ligero y luego saber a qué se enfrentarán, seguían el rastro de los uruks, y para eso ¿qué mejor que una vista de elfo y unos conocimientos de montaraz? Aragorn ponía una parte y Legolas la otra, Elian no estaba para trotes, si corría era por obligación y no debía en su estado, pero rezaba para que no le pasara nada a su bebé.

Tres días corriendo sin parar, solamente comiendo lembas y bebiendo agua de los riachuelos que encontraban a su paso, incluso hubo una escena graciosa. Gimli resbaló y por suerte o por desgracia Elian iba detrás, el enano se cayó encima de ella y la chica cayó pendiente abajo.

-¡Elian! –gritaba Legolas intentando verla-

-¡Estoy bien, seguid, ya os atraparé!

-¡¿Puedes subir?!

-¡Me temo que no, es roca escarpada y hay mucho moho, si lo intento podría resbalar!

-¡¿Ves otro camino por el que puedas seguir?!

-¡Sí, pero no sé hacia donde me lleva!

-¿Sabes donde va Aragorn? –le preguntó a él-

-Jamás he ido por ahí, no lo sé.

-¡Voy a bajar!

-¡No! ¡Seguid, estáis perdiendo el tiempo!

-…

-Vamos –dijo Aragorn- sabe cuidarse.

-Lo siento Legolas… -dijo Gimli-

-Tranquilo Gimli, no pasa nada.

Siguieron corriendo camino a Edoras mientras ella iba por otro camino, aquello parecía una ciénaga, todo lleno de barro acuoso, plantuchas podridas que sobresalían, un olor a podrido insoportable y una sensación de que alguien le seguía. Su mano acariciaba el mango de la espada mientras ponía los cinco sentidos en el silencio que se vio roto por un movimiento no muy casual de las aguas.

Se giró y desempuñó la espada veloz, Saruman se plantó ante ella, se asustó un poco al verle por que jamás había tenido opción de conocerlo aunque no tenía muchas ganas.

-Qué quieres –preguntó sin bajar la guardia-

-¿Crees que esta es vida para una embarazada?

-He estado en sitios peores.

-Elian… te podría dar un lugar mejor que un barrizal.

-¿Y que me darías, una hoz de orcos para que se me comiesen viva?

-No exactamente, ¿Sabes quien hay detrás del señor oscuro?

-¿Tú?

-No, otro señor oscuro mucho más poderoso el cual ya dio guerra en la Primera Edad del Sol ¿Sabes quien es?

-…ni lo menciones…

-Veo que has oído hablar de él.

-¿Qué quieres de mí?

-Yo nada, solo soy un enviado.

-¿De él? Que se presente él si de verdad quiere verme, no le costara nada mover su oscuro culo.

-No creo que desees que se presente ni en un barrizal.

-No, y menos en la Tierra Media.

-¿Sabes que Sauron es un títere suyo?

-Igual que tú eres un títere de Sauron, un ojo parlanchín.

-No sabes lo que estas diciendo…

-No, no lo sé, por que no lo conozco ni deseo conocerlo, he oído hablar de él y no cuentan fábulas precisamente.

-Fue una grandeza lo que hizo.

-¡¿Una grandeza?! ¡Destruyó la Tierra Media, destruyó a los Noldor, destruyó todo los árboles élficos, los silmarils! ¡¿Eso es una grandeza?! Venga ya hombre…

-Verás… él desea verte, quiere hablar contigo.

-Tomando una taza de te mañana por la tarde, allí estaré, ahora adiós –se giró y siguió su marcha ignorándolo.

-No podrás huir de él tan fácilmente.

-¡Pues que venga él mismo!

-…así será…

Se giró de nuevo con expresión de sorpresa y temor, se arrepentía de lo que había dicho pero Saruman había desaparecido.

-Mierda… genial… a saber lo que es capaz ese culo negro de… ¿Por qué tuvo Gilmi que caer encima mío? Es que… no se puede tener más mala suerte…

Intentaba correr pero sus piernas no le daban, necesitaba descansar, su cuerpo y su vientre se lo pedían, pensó que quizás ellos llegarían a Rohan y se estarían allí hasta ver qué ocurría, pero aquello no era seguro, pues los hobbits los llevarían a Isengard si no los atrapaban antes Aragorn y compañía.

Recostada en uno de los árboles se quedó medio dormida, no quería dormirse pero sus ojos se le cerraron hasta dormir, tenía su espada en mano pero pronto se quedó sin fuerzas para hacer nada, el sueño podía con ella, se daba cuenta de que aquel no era lugar para una mujer en su estado y quizás hubiera sido mejor quedarse en Lórien o en el Bosque Oscuro, en parte se arrepentía y en parte no.

Despertó al sentir de nuevo una presencia no conocida, su instinto así se lo decía, se levantó y cogió empuñó la espada, ante ella apareció el mismísimo y hasta pudo notar dentro de sus ser como Galadriel y Elrond se echaban para atrás sorprendidos y temerosos.

Aparentemente era un hombre, de cabellos rizados, mirada oscura y fría, piel descremada tirando a morena y vestido de guerra, junto a una espada en su empuñadura. La espada le atravesaba sin sentir dolor alguno, ella por más que la movía él no sentía nada ¿Era él? Eso sentía dentro de sí, que era el mismísimo señor oscuro en persona, no Sauron, si no…

-No pude esperar hasta mañana –dijo con voz suave y oscura-

-Qué quieres de mí.

-Baja la espada, no logras nada con esa posición cobarde.

-… -la quitó de su vista y la guardó-

-Deseo que veas algo.

-Yo no me muevo de aquí.

-Te lo enseñaré…

Ante ella se formó una proyección astral de una guerra, parecía la final, pues estaban ante las puertas de Mordor, observó que ella no estaba y eso le hizo dudar, sus compañeros luchaban a muerte contra los miles de uruks y orcos que por allí batallaban junto a varios ejercitos más, cada uno tal como estaba ahora pero más cansados, así lo mostraban sus rostros.

Su corazón se estremeció cuando vio que Legolas caía muerto a causa de tres flechas, Gimli iba a ayudarle pero una de ellas le atravesó el corazón de pleno y yacía muerto en el suelo ante los muchos orcos que se reían de él. La reacción de ella fue ir en su busca pero él la paró, en verdad solamente lo veía ella, delante tenía un barranco aún más profundo y sin fondo al cual saber la distancia que había de la caída.

-¿Lo has visto? –la proyección se fue-

-No estaba yo… por qué…

-Por que tú ya yacías muerta, aquí, en éste mismo lugar.

Elian se agachó abrazándose a sí misma.

-…Tienes una oportunidad de salvarle la vida.

-¿Cómo? ¿Cómo sé que eso es real?

-¿Tú crees que es real?

-Sí… y no.

-Siempre la primera respuesta es la correcta.

-No le escuches –advirtió Galadriel en su mente-

-…¿Qué debo hacer? No quiero que muera…

-Y no debe morir… por que tú lo amas tanto que darías su vida por él… ¿verdad?

-Sí.

-Pues hazlo, muere por él.

-¿Quieres que dé mi vida por algo que no sé si es real?

-A veces las cosas no son tan reales como las pintan, ya sabrás que hacer cuando llegue el momento.

-Pero… ¿Por qué pretendes ayudarme?

-No quiere ayudarte.

-Porque te veo una chica fuerte, atrevida, con fuerza para seguir adelante.

-No lo entiendo, ¿quieres ayudarme a morir? Por que es eso lo que me estás diciendo, que muera por él, vale que quiera salvarlo pero son dos cosas muy diferentes.

-Yo solo quiero lo mejor para ti.

-¿Te puedo pedir un favor?

-Lo que quieras.

-Haz que no lleguen esas flechas hacia él.

-Buena elección.

-No puedo cambiar el destino, si lo pudiera hacer habría cambiado muchas cosas injustas, como por ejemplo tu pasado. Lo hubiera cambiado su hubiera podido por algo más bonito, lo que se merece toda niña, un padre y una madre que la quieran y no una vida en soledad.

-¿Hubieras hecho eso?

-Claro que no.

-No escuches esa voz…-la atrajo suavemente hacia él, ella parecía caer ante sus encantos de seductor y ante aquella dulce voz, su mirada era tierna y tranquila- Escucha la mía, salva al elfo que amas dando tu vida por él.

Desapareció y se quedó de nuevo sola, parecía aturdida, encantada y al girarse se dio cuenta de que se encontraba en Fangorn. Rodeada de árboles esplendorosos que se alzaban a lo alto, verdes y rojizos junto algunos plateados, le era imposible creer que estuviera ahí.

-Legolas –dijo Gandalf señalándola con la mirada-

La observó que se encontraba en un claro de luz, parecía una elfa por aquel reflejo, se iba directo hacia ella hasta abrazarla y ella caer en sus brazos.

-¿Cómo has llegado hasta aquí?

-…-no sabía qué responder, lo miraba con cara de sorprendida, al igual que él por que no sabía como había llegado-

-Lo debes haber pasado mal.

-Mucho, pensaba… pensaba que no saldría de allí.

-Ahora ya está, hasta hemos encontrado a Gandalf.

Elian lo miró sorprendida, todo eran sorpresas, buenas y malas claro, los dos se abrazaron como amigos que eran y siguieron hasta salir de aquel misterioso bosque que remugaba en lo alto. El viejo blanco, su nuevo color por haber luchado hasta la misma muerte con el señor de la llama y la sombra, era diferente en aspecto y en sabiduría, pues miraba a Elian muy de cerca, con ojos fijos en ella, no por fijarse ni nada de eso si no por que sabía con quien había estado y sabía también como había llegado hasta ellos y quien la había traído.

Gandalf con su llamativo color llamó a Sombra Gris, su caballo de tiempos inmemoriales, uno de los Mearas según Legolas, junto a los demás caballos cedidos por Eomer, caballero y sobrino del Rey Theoden, señor de Rohan. Gimli montaba detrás de Legolas y Aragorn ayudó a la dama a subir detrás de él, ella parecía callada, agarrada a la cintura de Aragorn y recostada en su espalda sin decir palabra.

-No eres la misma de siempre –murmuró Aragorn- ¿Te ocurre algo?

-No me encuentro bien.

-Ya te lo decíamos, que te quedaras en Lórien por lo menos, pero no hiciste caso, como siempre.

-Que quieres que haga, soy dura de sesera, echádmelo en cara si queréis pero no me obliguéis a volver.

-Legolas, tu montaraz no se encuentra bien y no quiere volver.

-…chivato…

-¡Ouu! Eso ha dolido.

Legolas se acercó con el caballo hacia ella y le acarició su rostro, estaba preocupado por ella desde un principio, día y noche se decía a sí mismo que debía de hacerla volver pero ¿cómo se lo iba a decir? Si era capaz de irse detrás sin que se enteraran.

-Elian… no seas cabezona… da la vuelta… por favor…

-…no. …tengo que morir por él… -pensó- debo salvarlo…

Al final el elfo acabó mosqueado, Gandalf la volvía a mirar y ella se escondía.

-Edoras, hemos llegado… -murmuró el viejo-

Mantuvieron una posición distante en su estada en aquel reino maldecido por Saruman y por su espía Grima, Lengua de Serpiente, sucio y traicionero como su señor blanco. Gandalf mostró su poder oculto y exorcizó a Saruman del cuerpo del Rey, su sobrina, Eowyn, toda una princesa agarrada por Aragorn que casi se le escapaba de las manos.

Ahora bien, discutían lo qué hacer, ya el rey en persona, Grima desterrado de aquellas tierras y Aragorn recuperando poco a poco su nombre. Eowyn parecía haberse fijado en él, y el montaraz le daba pie a hacerlo pues pensaba que Arwen, la estrella de la tarde se habría ido con los suyos a los Puertos Grises.

Elian estaba presente de cuerpo, sentada en una silla y apontocada en la mesa con su mente en a saber donde, su mirada así lo reflejaba. La pregunta era qué hacer, si luchar en una guerra en la que la chica temía que fuera esa la última vez que lo vería o sería la siguiente, la siguiente o la otra. Lo que le había mostrado aquel ser le venía a la cabeza una y otra vez, se le había quedado gravado en su mente y no había forma de quitársela.

-Elian, vamos a ir directos a una guerra, haz el favor de quedarte aquí.

-No me digas eso por favor… -no parecía ella, era como si estuviera loca o algo-

-¿Es que no te ves? Mírate, y la culpa es mía por dejarte venir. …mírame… -no lo miraba- ¡Mírame! –lo miró asustada- ¿Qué es lo que te ocurre? ¿De qué tienes miedo?

Se dejó caer llorando en sus brazos, él no sabía de qué manera consolarla por que no sabía de qué tenía miedo, quizás solo era una tontería, o no. Poco a poco se la llevó a un lugar apartado, lejos de las demás miradas, tan directas como la de Gandalf.

-Cuéntamelo… será un secreto entre tú y yo si es de los demás…

-…he visto como… morías en una guerra, como… una flecha te atravesaba el corazón y… te derrumbabas en el suelo –rompió de nuevo a llorar-

-¿Dónde has visto eso?

-Él me lo… ha enseñado…

-¿Quién es él? ¿Saruman? ¿Sauron? ¿Quién?

-…no… -se lo dijo al oído y se quedó de piedra- …por Eru… -la abrazó…

-No quiero que mueras… por eso tengo que… salvarte.

-Lo que has visto no es real, nada de lo que él te diga es real ¿me oyes? Nada, no te fíes de él, es lo peor que puede existir en éste mundo y en todos.

-¿También tienes miedo verdad?

-¿De morir? No, de ti tengo miedo, de que hagas una locura.

-Pero… debo salvarte del destino.

-Elian escúchame, lo que tenga que ser será, tú seguirás adelante y yo estaré a tu lado.

-No sé que haría si murieras…

-No voy a morir, éste traje no deja traspasar las flechas, está hecho a prueba de eso. Vamos mujer… deja de pensar en eso, me preocupa el verte así, me siento mal yo también…

-¿Y si todo es verdad? ¿Y si no es ninguna mentira?

-Elian, ése ser no dice más que eso, mentiras. Fíate de mí, quién te quiere más que yo.

-…nadie…

-¿Te quedarás aquí?

-¿Sola? Antes… prefiero volver…

-Intentaré que algún buen hombre de Rohan te acompañe hasta Lórien, y de Lórien podrás irte acompañada si es que quieres hasta el Bosque Oscuro, no olvida eso, te quedarás en Lórien hasta que vuelva.

-Pero… ¿Y si me pasa como a Arien?

-Lo de Arien es una maldición que nadie lo desea pero siempre es al más débil a quien le pasan las peores cosas, no te va a pasar lo mismo, tranquila….

-¿Y si nadie quiere acompañarme?

-Pues yo mismo iré si hace falta.

-No hace falta… -dijo Galadriel dentro de sus mentes- dos de mis elfos van hacia allí-

-Te juro que si voy contigo no voy a luchar ni a nada.

-No es que no me fíe de ti, pero te conozco y sé que a la mínima vas a saltar.

-…

-Ve tranquila, con Galadriel estarás a salvo, Arien y Amarië te ayudarán también.

-¿Amarië? ¿Si casi me quita al elfo que me quiere?

-Yo le seguía la corriente, además es muy buena, se veía en sus ojos la experiencia que tenía como elfa.

-Y cómo…

-No, como eso no.

-…guárdate el corazón… prefiero que lo tengas tú –se besaron agoniosos- …te estaré esperando…

-Te prometo que volveré.

Parecía mentira pero dos elfos laurelindorianos esperaban en las puertas de Edoras, montados en sus caballos y protegidos, la chica se despidió de todos sus compañeros, les deseó lo mejor, sin embargo mientras se iba no dejaba de mirar a Legolas, incluso no pudo contenerse el volver a besarle una vez más, después montaría detrás de uno de los caballos y desaparecería en la noche que empezaba a caer en aquellas tierras.

-Tranquilo, llegará bien… -dijo Aragorn poniéndole la mano en el hombro en señal de apoyo-

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Melkor lo he puesto yo a mi manera, lo siento si he defraudado a alguien que se lo imaginaba un fantoche lleno de cicatrices, también se que no lleva espada, si no un martillo, pero en ésta historia no cabe esa cosa, pensaos que es una de sus formas anteriores.