Capítulo 15. A Gondor.
Varios elfos se amontonaban en la entrada de Lórien en la parte Sur, Arien y Amarië se preguntaban qué era lo que ocurría para que los elfos estuvieran así, por lo que no dudaron en ir hacia la multitud y observar como el caballero Celeborn acompañaba a la que parecía Elian hasta un lugar alejado de los demás, se adentraron en el bosque ante la mirada atónita y sorprendida de los elfos curiosos.
¿Qué era lo que había ocurrido para que un acompañante de la Compañía hubiera vuelto? No se imaginaban que era una simple cuestión de seguridad, además de peligro pues no es que viera a un espía precisamente. El elfo la llevó hasta Galadriel, varios elfos los seguían, entre ellos las dos elfas curiosas anteriormente nombradas, una de ellas parecía tener más curiosidad que la otra.
-¿Qué te ocurrió exactamente? –preguntó apaciguada la Dama Galadriel, la cual se encontraba en su aposento-
Celeborn le cedió una confortable silla para que la chica se sentara.
-Caí a causa de un traspié de Gimli a un barranco el cual rodeábamos, ante mí se habría un camino, les dije que siguieran pues perdían tiempo ya y yo seguí adelante. Por el camino vi a Saruman que me decía que debía acompañarle para ver a quien fue la pesadilla de los elfos antaño… … El cansancio podía conmigo, necesitaba dormir, mi cuerpo me lo pedía y me tuve que rendir en el pie de un árbol para echar una cabezadita, algo muy poco sensato pero no podía seguir… -hizo una pausa- La presencia de Saruman no me hacía sentir miedo, pero sí la de… me sentí tentada, me… me gustaba la sensación que tenía ante su presencia… pero siempre tenía a Legolas en mente, eso si que él no podía arrebatármelo.
Me hizo ver algo que aún no sé si es cierto o no, vi… vi la muerte de Legolas y fue como sentirla dentro de mí, me dijo que tenía que salvarle la vida y que si tanto le quería morir por él, y así bien lo haría si su vida corriese peligro. Desde entonces me he empeñado aún más en ir a su lado pero me sentía tan segura en sus palabras que logró convencerme de que viniera…
-Me sentí igual de sorprendida al verle, incluso el miedo y el temor se apoderaron de mí por unos instantes. Es un ser muy peligroso que no tiene forma humana, por lo menos no la tenía, es imposible que haya podido salir del Vacío.
-¿Qué me queréis decir?
-Creo que nada de lo que viste es real, ni yo tampoco, y os puedo asegurar que un escalofrío me recorrió el cuerpo. No te preocupes por tu elfo, sabe cuidarse, es una estrella protegida.
-…-su rostro se estremecía de dolor, encogida y con sus brazos alrededor del vientre-
-¿Qué os ocurre? –pregunto Celeborn-
-…me duele mucho…
…
Despertó de lado en una cama, Arien la observaba en entrada del aposento con expresión triste en su rostro.
-¿Qué me ha ocurrido? –preguntó confusa-
-Os habéis desmayado… –respondió acercándose- …como consecuencia habéis perdido la criatura…
-…-su reacción fue tal que empezó a llorar, agarraba a Arien con tal fuerza…-
-…no se pierde todo en algo así… lo peor es cuando pierdes a quien te da la alegría de vivir… y no deseo que nadie sufra igual que yo.
-…lo siento…
-Nadie se imagina lo que se puede llegar a sufrir ante la falta del corazón, es muy agoniosa la poca esperanza que me queda y sé que ya no le volveré a ver, sin embargo, deseo y sueño con poder decirle un último adiós.
-¿De dónde sacáis las fuerzas?
-…no sé qué haría sin Amarië, es una elfa muy peculiar que me da vida, esperanza aunque no lo parezca, tengo mucho apoyo por su parte y yo un fe en ella enorme.
-Yo jamás he tenido un amigo a quien decirle mis cosas, ahora es cuando estoy empezando a vivir, al lado de ese elfo que me trae loca desde que se levanta hasta que se acuesta.
-Mis recuerdos son muy bonitos de mi elfo, siempre lo llevo conmigo.
-Encontraréis algún día a un elfo que os quite el sufrimiento, ya lo veréis.
-…no estoy tan segura…
-Mira… no sé cual es mi destino, pero sí sé que nací en la soledad y tendré que morir en soledad, vos no, fuisteis amada por ese elfo y moriréis por el elfo, ese o quizás otro que os haga de nuevo sonreír.
-Habláis como si fuerais una elfa.
-No soy elfa, pero aprendo de un elfo que me quiere y me ama incluso más que a sí mismo… y que… un día quizás os ame…
-¿Me ame? ¿Él? …no digáis eso… vos seréis su alma, no yo.
-El destino me ha jugado siempre malas pasadas y si os digo la verdad muy pocas he logrado superar, casi todas se han quedado gravadas en el corazón. –se levantó- Deseo lo mejor para él, solamente quiero que sea feliz, a mi lado o al lado de quien sea, y si tengo que morir por él lo haré.
-Galadriel os ha dicho que no le ocurrirá nada.
-Pero mi corazón me dice lo contrario, debo ir y ahora no tengo nada que me lo prive. ¿No hubierais hecho algo si hubierais tenido la oportunidad?
-…sí.
-No hay mucha diferencia entre nosotras –cogió sus armas y se puso las botas- ¿Me indicáis la salida?
-Nada más salir de aquí seguid el sendero a la izquierda, os llevará hasta la frontera con Rohan.
-Gracias –la abrazó y desapareció-
-¿Arien has visto a Elian? –preguntó Amarië-
-Acaba de irse…
-¿Qué acaba de qué?
-De irse.
-Galadriel te dijo que la cuidaras.
-Y lo he hecho, pero en su situación yo hubiera hecho lo mismo.
-Genial…
Sin que se dieran cuenta los centinelas, robó un caballo y se alejó con él a toda prisa, los elfos si se dieron cuenta no le dijeron nada.
-Bien hecho, debes salvarle la vida…
-Pero no lo hago por ti.
-Lo haces por él, dime una cosa ¿hacia donde te diriges exactamente?
-…dime donde están o hacia donde se dirigen.
-Pero bien podría decirte una mentira…
-No creo que me mientas si de verdad te intereso.
-…muy astuta… no lograrás encontrar a Legolas en Rohan, se encuentra en el Pasadizo de los Muertos.
-Venga ya… nadie sabe de eso.
-Ayer ganaron la guerra contra Isengard, días y días luchando en el Abismo de Helm y casi sin esperanzas.
-…mierda…
-Por si te interesa… tu elfo está vivo.
Le quitó un peso de encima.
-Entonces debo dirigirme a Gondor.
-Exacto.
-¿Por qué te intereso tanto?
-Me interesas…
-¿En qué sentido?
-Ya lo verás… si bien sabrás, si das tu vida por él no creo que logres sobrevivir, sería mucha suerte ¿no crees?
-Eres un alma… y encima en el Vacío.
-Pero estoy logrando el poder necesario para salir…
-Por eso me usas a mí, utilizando una visión falsa de que Legolas morirá, yo doy la vida por él y luego tú me tendrás, de eso ni hablar.
-Hace poco no decías eso.
-Hace poco no dije nada, me pillaste con todo encima pero ahora pienso claramente. Si tengo que dar la vida por él la daré, pero no por ti.
-Luego ya no podrás verle más.
-Estaré a su lado por que pensaré un modo efectivo de evitar que las flechas lleguen a él, si es que llegan.
-¿Dudas de mí?
-No he dicho eso.
Se dirigió a Gondor sin pensar que quizás sus palabras podían ser mentiras. ¿Sería una mentira aquella visión? No le quiso dar más vueltas, mantuvo su mente en blanco siguiendo el río Anduin, el que le llevaría más cerca a Minas Tirith, sin embargo, debía de dar la vuelta por Rohan obligatoriamente, una pérdida de tiempo pero que debía de hacerla si quería llegar a Gondor.
Por el camino observaba los restos de una batalla de lo que parecían lobos de Isengard, por suerte no había hombres muertos y eso quizás le dio algo de esperanza. Siguió rodeando las Montañas Blancas hasta llegar definitivamente a las Tierra de Gondor, éstas si que se apreciaba el aire pre-bélico, una sensación de temor por toda la región.
En las puertas de la Ciudad Blanca escuchó un rumor de que el mago blanco había venido ante la presencia del señor ¿Había señor? Ella lo más que sabía era que Denethor, Senescal de Gondor dirigía la ciudad gondoriana ante la ausencia del rey, y creía que era lo que todos supuestamente sabían.
-¡Eres amiga del mago blanco! –preguntó un guardia-
-… ¡Sí! –respondió insegura-
-¿Qué hace un elfo es éstas tierras?
-¿Me dejaréis pasar joven guardia?
-…claro…
-No será la primera vez que estoy aquí… -dijo para sí- ¿Estará Inia? Me gustaría tanto verla…
Tuvo que subir andando pues debía de dejar el caballo en el establo, entre la multitud que la miraba una niña le llamo la atención, la llamaba por su nombre y corría alegre hacia ella.
-¡Elian, Elian! ¡Has vuelto!
-¡Hola preciosa! –la alzó al vuelo y la abrazó- ¡¿Cuánto has crecido?!
-Un poquito –dijo sonriéndole- ¡Me dijiste que volverías y has vuelto!
-¿Te dije eso?
-¡¡Ala!! –exclamó tocándole el anillo- ¡Que chulo! ¿Estás casada?
-Sí –dijo orgullosa-
-Seguro que es un elfo ¿verdad?
-¿Cómo lo has sabido?
-Ya te lo decía yo. Ven, quiero que veas a mis padres.
-Cariño… tengo algo de…
-¿Inia quien es esta mujer que te acompaña? … -se quedó sorprendida Enelia, la madre- ¡Dios santo! –la abrazó-
-¿A que está más guapa? –preguntó la niña-
-Mucho.
-¡Y mira! –enseñó la mano-
-Me alegro mucho por ti Elian.
-Jeje… sí.
-¿Qué te trae de nuevo por aquí?
-Tengo unos temas de qué hablar. –se puso a buscar algo que tenía escondido en un bolso y se agachó ante la pequeña- Mira, lo hice mientras estuve en el Bosque Negro, bueno en verdad no lo hice yo pero como si lo hubiera hecho.
Ante ella tenía una muñeca hecha de madera que no medía más de un palmo y vestida con un vestidito rosa, el cabello parecía real y el peinado élfico.
-¡Es muy bonita! ¡Gracias!
-Debo irme, quizá te vea luego, no lo sé. Elenia –se levantó- ha sido un placer, dale recuerdos a Eremías.
-Descuida, y ve con Dios.
Se alejó de ellos saludándolas con la mano y desapareciendo entre la multitud, seguía su camino calles arriba hasta la Torre donde se suponía que el supuesto mago blanco se encontraba, claro que ante se puso la capa élfica para pasar desapercibida.
Antes de entrar en la sala real, y sin que nadie hubiera por los alrededores se puso a escuchar la conversación que parecía de Gandalf y Pippin, incluso su subconsciente la llamó cotilla.
-Ahora deberás ser atenerte a lo que el Senescal Denethor os ordene, así lo habéis querido.
-¿Me queda bien?
-Y tanto que sí, pero debes saber lo que comporta llevar ese traje.
-Bueno… debo ser le fiel a quien me lo ha dado ¿no?
-No solamente eso, si no también protegerlo si se encuentra en una situación, servirle haga lo que haga aunque tu conciencia dictamine lo contrario, es mucha responsabilidad pequeño hobbit.
-Lo haré lo mejor que mi ser sepa.
-Bajo tu responsabilidad, no lo olvides.
-¿Qué desea señorita? –preguntó un soldado-
-Quería…hablar con el mago blanco, si es tan amable de decirme donde está.
-Pase la puerta y lo tendrá.
-Gracias, lo buscaba y no sabía si debía de entrar.
Abrió una de las puertas y la sorpresa fue para Gandalf el verla de nuevo, parecía más delgada y más élfica también sin embargo el talante de montaraz no se lo quitaba nadie.
-Me gustaría hablar con vos Gandalf, si es tan amable –dijo ella saludando al hobbit-
-¿En privado? –preguntó afirmando-
-Si puede ser sí.
…
-¿Qué ha ocurrido durante la guerra en el Abismo?
-¿Cómo sabes eso?
-Soy montaraz.
-…han caído muchos pero si te refieres a Legolas está como una rosa, ha sido una guerra dolorosa pues la esperanza casi se nos echaba encima, era imposible de ganar a aquella grandiosa mancha negra provinente de Isengard.
-Me lo imagino.
-No lo creo, apenas podían con uno que ya tenían otro encima.
-¿Tú no has luchado?
-Como toque final, tenía que ir a buscar a los Rohirrim que se habían ido al norte, Eomer y los suyos, mientras que los demás luchaban con último anhelo y con todas sus fuerzas, hasta niños.
-Qué dices…
-Suerte que te quedaste en Lórien, pero dime, ¿cómo es que has vuelto?
-Antes tenía la excusa del embarazo, ahora ya no, estoy tan bien como siempre y por eso creo que puede servir de algo mi ayuda.
-No lo dudes, y siento lo del bebé.
-No te preocupes, alguien me ha enseñado que no se acaba el mundo en la pérdida de un bebé aún no nacido, es peor si pierdes al que te los da.
-Muy buen razonamiento, elfico por tus pensamientos.
-Sí.
-¿Sigues pensando que él puede morir?
-¿Te lo ha contado?
-No hace falta que nadie me lo cuente.
-Verás… es muy difícil pensar que en una guerra no vas a salir herido, es un arma contra la tuya y si te descuidas incluso la propia te puede hacer mucho daño. No es por quien me lo haya mostrado si no por el hecho de ser una guerra.
-Te entiendo, pero no sé que reacción tendrá él.
-Se enfadará pero ahora no tengo nada en contra. Veo que Pippin ha sido escudero de Gondor, dime una cosa, ¿Es verdad que Aragorn, Legolas y Gimli se han ido por el Camino de los Muertos.
-En mi vida he visto un montaraz que sepa tanto de lo que pasa fuera de su alrededor ¿cómo te las apañas?
-Es fácil ser observador y escuchar los murmullos de la gente.
-Un punto a favor, pues sí, se han ido por ahí, y ahora esperamos su vuelta, algo esplendoroso debe pasar –se escuchó el ruido de un estómago-
-Es el mío –dijo ella riéndose- llevo días sin comer, en Lórien apenas he probado bocado. Mientras los demás llegan voy a dar una vuelta por el pueblo, hay mercado y quizás compre algo.
-Estate alerta por si surge algo, me serás útil.
-Descuida, hasta ahora Pippin.
-Hasta ahora. ¿Es ella?
-Ella misma.
-La veo diferente.
-…yo también…
Bajaba de nuevo las calles observando las paradas a ver cual le llamaba más la atención, miraba sobretodo lo que más le gustaba, la fruta y las armas, claro que no había muchas y las que había valían un ojo de la cara puesto que eran de importación. Hubo una que le llamó especial la atención, era lo que parecía un objeto redondo muy afilado con gravados y con la peculiaridad que se podía coger con la mano sin cortarse.
-¿Cuánto vale? ¡¿Treinta monedas de oro?! ¡¿Por esto?! Veinte.
-Treinta.
-…veinticinco…
-Hecho.
-…como se entere Legolas me mata… hasta otra…
-Adiós buena mujer.
-…ladrón… -dijo para sí- …que hambre tengo…
Un niño se estampó contra ella y por consiguiente le robó su arma recientemente comprada, era tan escurridizo que apenas podía alcanzarle, corría tras él pero lo perdió entre la multitud.
-Mierda… ¡Me ha costado un ojo de la cara!
-¿Buscas esto? –preguntó uno ofreciéndole el arma-
-¡¿Dónde lo ha encontrado?!
-Es mi hijo, lo siento.
-No importa –dijo guardándoselo de nuevo- gracias buen hombre.
-No hay que qué.
-…un momento… -le apretó la mano hasta ponerle expresión de dolor- no vuelvas a coger la bola de las monedas ¿entendido? Está muy mal eso de robar ¿o no te lo ha enseñado nadie eso? ¿eh?
-…suélteme… me hace daño…
-…de tal palo tal astilla… -recuperó su bolsita y se la escondió en un lugar más seguro-
Observó que entre la multitud una mancha blanca bajaba veloz calles abajo montada en un caballo blanco, era Gandalf, corriendo entre la multitud bajó, saltó encima de un caballo ante la expresión de sorpresa y entusiasmo de Inia y sus amigos que por allí rondaban, se quedaron alucinados como había saltado al caballo y como corría ahora para abajo en busca de su compañero.
-Que ocurre.
-Nasguls –desempuñó la espada-
Elian lo hizo también, las puertas habían sido abiertas expresamente para que ellos salieran en busca de los espectros, claro que solamente había uno, lo demás eran orcos que traían a prisioneros.
No tardaron mucho en ser aniquilados y el Nasgul medio loco se iba volando en su bicho alado, la chica había usado su nueva arma y surgió efecto, le hizo una herida muy profunda al monstruo. Claro que no todo son buenas noticias, Faramir y muchos de los soldados de Osgiliach habían caído, Gandalf cogió al capitán y lo llevó en el caballo, medio muerto que estaba.
Denethor no quiso que lo llevaran a la enfermería, si no que quiso llevárselo con él, lo que pretendía el propio padre era matar a su hijo, el que aún tenía su último aliento para respirar, forzoso pero respiraba. Pippin los advirtió y por eso fueron a ver las intenciones del senescal. Suerte fue de Gandalf que con sus palabras logró salvar a Faramir de una muerte inmediata.
-…Elian… -dijo el capitán ya acomodado en una cama de la enfermería-
-No digas nada compañero… -dijo ella a su lado-
-…Dónde… dónde has estado…
-En un lugar donde jamás había pensado que estaría…
-… ¿Has conocido…algún elfo…? –tosió sangre-
-No hables más…
-…respóndeme…
-Estoy unida a un elfo, el único que he conocido hasta ahora.
-…me alegro… -volvió a toser- …no… te vayas… quiero que esté…alguien a mi lado.
-No te quedarás solo, me quedaré contigo…
-…debes…luchar por mí…
-Lucharé por ti pero ahora quédate tranquilo… será mejor para tu estado…
-…cúrame…
-No estoy preparada para eso…, deja que venga quien debe hacerlo… no me hagas más sufrir por favor… me siento impotente…
-…para mí siempre has sido la mejor…
-…no hables en pasado… que me derrumbo…
-…eras… eras una chica tan… hermosa cuando te conocí… me… me costaba creer que fueses… un montaraz.
-...por favor…
-…ya te dije en su día… que tu destino… no era yo… ni un hombre… si no un …elfo… te quise mucho… y te sigo queriendo…
-Faramir… no más por favor… te lo suplico…
-…callaré… para siempre…
-No te me vayas a morir ahora, que la armo en Mordor, Faramir… Faramir… -parecía asustada- …solo está durmiendo… que susto.
-Elian, Rohan estará al llegar, debemos prepararnos para la batalla –advirtió Gandalf-
-Aragorn debe de estar al llegar.
-No sé lo que tardará, pero debes ser tú quien maneje de momento las cosas. Conoces este pueblo más que otro, sabes su gente.
-Sabía.
-Y lo sigues sabiendo, todos están a tus órdenes.
-…que rápido van las cosas aquí… vamos allá… ¡Escuchadme todos! ¡Quiero a un guardia cada tres metros, que vigile hasta que se le acabe su turno, todos los que puedan que preparen las armas y las municiones lo antes posible, los arqueros que vayan tomando posiciones y los demás que se apañen a correr junto a los vigilantes para luchar! ¡¡Si Mordor quiere guerra, Gondor se la dará!! –alzó su espada junto con los demás y gritaban eufóricos por la gloria- ¡¡Basta de sufrir, basta de perder amigos, basta de amargarse la guerra, que sepan que aquí, en Gondor, ¡Se encuentra Minas Tithirh! ¡Y que no se derrumbará así como así!!!
Todos de nuevo gritando y esperando con ganas que apareciera el enemigo y los refuerzos, pues no sería ella quien los llevase si no otro que aún no había aparecido aún y que debía de estar ya ahí.
La gente del pueblo se escondieron en sus casas recogiéndolo todo y cerrando sus puertas y ventanas en lo más seguro posible, tenían miedo por que en las calles se respiraba ya el aire de la batalla y solamente un grito hacía despertar los sentidos ya puestos a Norte, Sur, Este y Oeste.
