Capitulo 6: Un acto de ilusiones
Saitou seguía a esos brazos que lo sostenían impregnados de la fragancia de Okita como si fueran sus dueños. Sin embargo le bastó levantar la vista para darse cuenta de que no era Soushi Okita el que lo sostenía. Su cabello era diferente, su cuerpo era diferente y sus ojos ya no eran como los de su amado kumicho. La mirada de asombro de Saitou no se hizo esperar y pensó que tal vez era la borrachera la que le hacia imaginar semejante cosa.
- ¿Battousai???- preguntó sin ningún sentido y se liberó del abrazo que lo había mantenido reconfortado en los últimos minutos.
Himura no respondió, solo lo miró con una compasión enorme y un brillo que mostraba que se estaba conteniendo de ir a abrazar al miburo.
- ¿Qué demonios crees que estabas haciendo?- Saitou estaba mas que furioso con el hombre que tenia adelante
Kenshin sin embargo seguia sin contestar.
- Maldita sea, ¡¡¡Contesta!!!
Silencio
- Di algo- dijo Saitou ya completamente sacado de quicio
Silencio
El miburo se acerco a él con intenciones de sacarle a golpes las palabras y se detuvo junto a un centímetro de Battousai.
- Vas a contestar o te pongo una sonrisa de oreja a oreja- dijo empuñando peligrosamente su katana y haciendo un vaivén en el cuello del pelirrojo.
Saitou no obtuvo ninguno palabra de la boca de su adversario porque sinceramente ni Kenshin habló ni Saitou pudo formular pregunta alguna. Los labios del ex hitokiri estaba firmemente estampados con los de Saitou y no pretendían soltarlo bajo ningún punto de vista. El miburo estaba tan anonadado que no había reaccionado como para quitárselo de encima antes de que el chico se aferrara a su cuello. La katana había caído al suelo después de que a Saitou se le alojaran los músculos del cuerpo. Kenshin deshizo la unión rápidamente y Hajime reaccionó...
- Pero ¡que diablos...
Estoy aquí Saitou, no mas suplicas, no mas sufrimiento, no mas dolor- dijo Kenshin con una amplia sonrisa
- ¿O.Okita- kun?- el hombre estaba congelado y se veía como su labio inferior temblaba por primera vez. No podía creerlo pero era su voz y su esencia!!!
- Tu pequeño kumicho está aquí- esa escena parecía totalmente absurda.
- Pero ¿cómo es posible? No lo entiendo- Saitou estaba confundido y temía abrazar a Okita sabiendo que realmente estaba abrazando a Kenshin Himura.
- Es un favor de una amiga- dijo inocentemente el chico y miró al cielo preguntándose como le estaría yendo a Tomoe- chan.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-
El paraíso era, a simple vista, eso: un paraíso. Pero para aquel que no había muerto e iba como invitado, era diferente. Era como alcanzar lo que todos quieren y nadie puede. Es como cubrir todos los deseos en un solo lugar que no solo te deja con la sensación de haber logrado llegar a la cima del mundo sino además saber que serás el único que lo logre. Sin embargo a pesar de todo esto, Kenshin Himura se sentía como un maldito bastardo. No merecía ese lugar y él lo sabia. Aun así había hecho un pacto con Tomoe y sabia que la chica no estaba en posición de moverse libremente entre el cielo y la tierra. De pronto y sin previo aviso, el joven tropezó con un viejo cascarrabias muy enano por cierto que lo maldijo asombrado por poder ver los pies de su agresor. Kenshin se rió en forma graciosa porque sabia que cuando mueres pierdes el derecho a caminar y debes deambular como un alma... sin pies. Himura siguió admirando los diversos paisajes y se sintió melancólico por un momento hasta que sintió un escalofrió en su hombro derecho. No tuvo que tener mas pruebas para saber que era Tomoe.
- Te he estado esperando- dijo la chica y vio por primera vez una sonrisa sincera en su Kenshin
- No mas que yo te lo aseguro- exclamó el muchacho recordando todas las veces que había soñado que se reencontraba con su esposa.
- Es cierto, ya casi son 12 años.
- Aun no puedo creerlo, estar aquí... contigo- el pelirrojo quiso besar la mano de la chica y se quedó con las ganas. Sus dedos atravesaron la mano de la mujer.
La cara de decepción de Himura entristeció tanto a Tomoe que por un momento, una lagrima fantasma apareció. Sabia que una relación así seria totalmente prohibida en el cielo y que sin duda Kenshin no seria aceptado tan fácilmente como Okita. Sin embargo la idea de vivir con su amado en el paraíso cruzó por su cabeza y se instalo allí por completo. El hombre de la cicatriz en cruz miro a la chica confundido hasta que ella percibió su mirada y sin pensar en lo que sus palabras desencadenarían preguntó:
- Kenshin ¿Quisieras estar aquí conmigo... para siempre?
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-
Tokyo Saitou había salido a recorrer las calles en busca de su esposo. Ya de por sí, la actitud de su marido le había parecido muy extraña, pero el sueño de Okita era lo que probablemente había servido como detonante. Recorría las calles de Kyoto como queriendo asegurarse que esa noche era una mas de las que usualmente Saitou frecuentaba en su deber como policía.
De pronto y tras doblar la esquina vio la figura de su marido y cuando iba dispuesta a darle un cariñoso recibimiento vio junto a él la figura de Kenshin Himura que parecía llorar como una hermosa cascada de rosal. Pareció tranquila por un momento y cuando iba aproximándose a su esposo vio como él perdía la expresión de frialdad que siempre mantenía para dar paso a una ternura infinita.
- Me siento como un tonto porque durante años he estado imaginando como seria una conversación nuestra. Como decirte todo lo que tenga ganas hasta quedarme sin aliento y dejar que toda la culpa que tengo encima salga- Saitou parecía franco por primera vez.
- Yo te he estado observando y...
- ¿Podías verme todo el tiempo?- gran sorpresa para el miburo
- Claro, porque sabes, los muertos no tenemos muchas actividades ahí arriba y bueno, pasamos el tiempo vagando y viendo hacia la tierra- Okita pudo sonreír ampliamente expandiendo la cicatriz de la mejilla de Kenshin.
- ¿Por qué no habías venido antes a verme así como lo haces ahora?
- No conseguía a alguien que me prestara su cuerpo. Es más, el único recuerdo que tenia de ti además de tus imágenes de todos los días era la inscripción en la tumba- Okita bajó la mirada y Saitou se preguntó si seria por lo que él había incluido o...
- Entonces ¿Viste la lapida?- preguntó
- Parece muy gracioso ver tu propia tumba pero he tenido un poco de tiempo libre en estos once años y pude verla. He pensado en la inscripción así como en nuestro reencuentro desde que yo te dejé... bueno tu sabes... con ese beso... Te amo, Hajime Saitou... ahora y siempre no importa si es en el cielo o en el infierno- la sinceridad de Okita sorprendió a Saitou que recibió en un cálido abrazo al muchacho.
- Yo... también te amo Okita y he estado esperando esto por todos estos años- Okita se puso en puntas de pie debido a la diferencia de altura en sus cuerpos y se besaron apasionadamente como desencadenando infinidad de sentimientos reprimidos durante esos años.
Tokyo puso ambas manos en su boca después de ver y escuchar la escena anterior en una muestra de vergüenza y tristeza. Todo el sueño había sido real, Okita tenia razon incluso cuando mencionó que si Tokyo no cuidaba a su esposo lo iba a perder...
*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$
Notas de la autora: Lo sé!!! Soy increíblemente malvada por haberlos dejado así en ascuas durante tres meses sin actualizar pero les juro que no tuve opción. Primero era falta de inspiración y después de eso se me rompió la compu así que no tuve otra elección que postergar este capitulo!!! Buaaa!!! Pero ya estoy de vuelta. Espero que les haya gustado muchito.
Beshios y beshitos, los mega hiper quiere
Battousai Tomoe
+Mi traición forjó una era...+
Saitou seguía a esos brazos que lo sostenían impregnados de la fragancia de Okita como si fueran sus dueños. Sin embargo le bastó levantar la vista para darse cuenta de que no era Soushi Okita el que lo sostenía. Su cabello era diferente, su cuerpo era diferente y sus ojos ya no eran como los de su amado kumicho. La mirada de asombro de Saitou no se hizo esperar y pensó que tal vez era la borrachera la que le hacia imaginar semejante cosa.
- ¿Battousai???- preguntó sin ningún sentido y se liberó del abrazo que lo había mantenido reconfortado en los últimos minutos.
Himura no respondió, solo lo miró con una compasión enorme y un brillo que mostraba que se estaba conteniendo de ir a abrazar al miburo.
- ¿Qué demonios crees que estabas haciendo?- Saitou estaba mas que furioso con el hombre que tenia adelante
Kenshin sin embargo seguia sin contestar.
- Maldita sea, ¡¡¡Contesta!!!
Silencio
- Di algo- dijo Saitou ya completamente sacado de quicio
Silencio
El miburo se acerco a él con intenciones de sacarle a golpes las palabras y se detuvo junto a un centímetro de Battousai.
- Vas a contestar o te pongo una sonrisa de oreja a oreja- dijo empuñando peligrosamente su katana y haciendo un vaivén en el cuello del pelirrojo.
Saitou no obtuvo ninguno palabra de la boca de su adversario porque sinceramente ni Kenshin habló ni Saitou pudo formular pregunta alguna. Los labios del ex hitokiri estaba firmemente estampados con los de Saitou y no pretendían soltarlo bajo ningún punto de vista. El miburo estaba tan anonadado que no había reaccionado como para quitárselo de encima antes de que el chico se aferrara a su cuello. La katana había caído al suelo después de que a Saitou se le alojaran los músculos del cuerpo. Kenshin deshizo la unión rápidamente y Hajime reaccionó...
- Pero ¡que diablos...
Estoy aquí Saitou, no mas suplicas, no mas sufrimiento, no mas dolor- dijo Kenshin con una amplia sonrisa
- ¿O.Okita- kun?- el hombre estaba congelado y se veía como su labio inferior temblaba por primera vez. No podía creerlo pero era su voz y su esencia!!!
- Tu pequeño kumicho está aquí- esa escena parecía totalmente absurda.
- Pero ¿cómo es posible? No lo entiendo- Saitou estaba confundido y temía abrazar a Okita sabiendo que realmente estaba abrazando a Kenshin Himura.
- Es un favor de una amiga- dijo inocentemente el chico y miró al cielo preguntándose como le estaría yendo a Tomoe- chan.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-
El paraíso era, a simple vista, eso: un paraíso. Pero para aquel que no había muerto e iba como invitado, era diferente. Era como alcanzar lo que todos quieren y nadie puede. Es como cubrir todos los deseos en un solo lugar que no solo te deja con la sensación de haber logrado llegar a la cima del mundo sino además saber que serás el único que lo logre. Sin embargo a pesar de todo esto, Kenshin Himura se sentía como un maldito bastardo. No merecía ese lugar y él lo sabia. Aun así había hecho un pacto con Tomoe y sabia que la chica no estaba en posición de moverse libremente entre el cielo y la tierra. De pronto y sin previo aviso, el joven tropezó con un viejo cascarrabias muy enano por cierto que lo maldijo asombrado por poder ver los pies de su agresor. Kenshin se rió en forma graciosa porque sabia que cuando mueres pierdes el derecho a caminar y debes deambular como un alma... sin pies. Himura siguió admirando los diversos paisajes y se sintió melancólico por un momento hasta que sintió un escalofrió en su hombro derecho. No tuvo que tener mas pruebas para saber que era Tomoe.
- Te he estado esperando- dijo la chica y vio por primera vez una sonrisa sincera en su Kenshin
- No mas que yo te lo aseguro- exclamó el muchacho recordando todas las veces que había soñado que se reencontraba con su esposa.
- Es cierto, ya casi son 12 años.
- Aun no puedo creerlo, estar aquí... contigo- el pelirrojo quiso besar la mano de la chica y se quedó con las ganas. Sus dedos atravesaron la mano de la mujer.
La cara de decepción de Himura entristeció tanto a Tomoe que por un momento, una lagrima fantasma apareció. Sabia que una relación así seria totalmente prohibida en el cielo y que sin duda Kenshin no seria aceptado tan fácilmente como Okita. Sin embargo la idea de vivir con su amado en el paraíso cruzó por su cabeza y se instalo allí por completo. El hombre de la cicatriz en cruz miro a la chica confundido hasta que ella percibió su mirada y sin pensar en lo que sus palabras desencadenarían preguntó:
- Kenshin ¿Quisieras estar aquí conmigo... para siempre?
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-
Tokyo Saitou había salido a recorrer las calles en busca de su esposo. Ya de por sí, la actitud de su marido le había parecido muy extraña, pero el sueño de Okita era lo que probablemente había servido como detonante. Recorría las calles de Kyoto como queriendo asegurarse que esa noche era una mas de las que usualmente Saitou frecuentaba en su deber como policía.
De pronto y tras doblar la esquina vio la figura de su marido y cuando iba dispuesta a darle un cariñoso recibimiento vio junto a él la figura de Kenshin Himura que parecía llorar como una hermosa cascada de rosal. Pareció tranquila por un momento y cuando iba aproximándose a su esposo vio como él perdía la expresión de frialdad que siempre mantenía para dar paso a una ternura infinita.
- Me siento como un tonto porque durante años he estado imaginando como seria una conversación nuestra. Como decirte todo lo que tenga ganas hasta quedarme sin aliento y dejar que toda la culpa que tengo encima salga- Saitou parecía franco por primera vez.
- Yo te he estado observando y...
- ¿Podías verme todo el tiempo?- gran sorpresa para el miburo
- Claro, porque sabes, los muertos no tenemos muchas actividades ahí arriba y bueno, pasamos el tiempo vagando y viendo hacia la tierra- Okita pudo sonreír ampliamente expandiendo la cicatriz de la mejilla de Kenshin.
- ¿Por qué no habías venido antes a verme así como lo haces ahora?
- No conseguía a alguien que me prestara su cuerpo. Es más, el único recuerdo que tenia de ti además de tus imágenes de todos los días era la inscripción en la tumba- Okita bajó la mirada y Saitou se preguntó si seria por lo que él había incluido o...
- Entonces ¿Viste la lapida?- preguntó
- Parece muy gracioso ver tu propia tumba pero he tenido un poco de tiempo libre en estos once años y pude verla. He pensado en la inscripción así como en nuestro reencuentro desde que yo te dejé... bueno tu sabes... con ese beso... Te amo, Hajime Saitou... ahora y siempre no importa si es en el cielo o en el infierno- la sinceridad de Okita sorprendió a Saitou que recibió en un cálido abrazo al muchacho.
- Yo... también te amo Okita y he estado esperando esto por todos estos años- Okita se puso en puntas de pie debido a la diferencia de altura en sus cuerpos y se besaron apasionadamente como desencadenando infinidad de sentimientos reprimidos durante esos años.
Tokyo puso ambas manos en su boca después de ver y escuchar la escena anterior en una muestra de vergüenza y tristeza. Todo el sueño había sido real, Okita tenia razon incluso cuando mencionó que si Tokyo no cuidaba a su esposo lo iba a perder...
*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$*$
Notas de la autora: Lo sé!!! Soy increíblemente malvada por haberlos dejado así en ascuas durante tres meses sin actualizar pero les juro que no tuve opción. Primero era falta de inspiración y después de eso se me rompió la compu así que no tuve otra elección que postergar este capitulo!!! Buaaa!!! Pero ya estoy de vuelta. Espero que les haya gustado muchito.
Beshios y beshitos, los mega hiper quiere
Battousai Tomoe
+Mi traición forjó una era...+
