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Capítulo VI: "Encuentros"
El tiempo paso volando y por fin llegó el tan ansiado lunes para Ron y Hermione. Ambos estaban nerviosos pero confiados en que todo iba a salir bien.
Ese lunes a la mañana, Hermione salía de sus clases en la universidad. Desde el día en que se había reconciliado con Poseidon, su mente había estado en otro lugar menos en clase. Estaba tan emocionada, no podía creer como una simple charla en internet podría cambiar su vida. También se había imaginado a Poseidon físicamente. ¿Cómo sería él? ¿Sería alto o bajo? ¿Rubio o morocho? Miles de ese tipo de preguntas volaban en su cabeza, pero la respuesta la encontraría esa tarde, cuando se encontrara con él.
Ron corría rápidamente por las calles de Londres. Doblo una esquina y se dirigió a un pequeño bar llamado "El caldero chorreante". Entro a allí e inmediatamente se encontraba en el callejón Diagon. Una vez allí, caminó hasta Gringotts, y entro en él. Una larga cola de magos estaba formada dentro del banco. Ron se apresuro a buscar entre la multitud, y por fin pudo divisar a Harry.
-¡Ron! ¿Qué haces aquí?- exclamó Harry, al verlo.
-¡Harry! Necesitaba verte. Fui a tu casa y Sirius me dijo que estabas aquí.- explico Ron.
-¿Qué es lo que quieres?
- Ya solucione las cosas con Atenea.
-¿Enserio? Genial, ¿y que tengo que ver yo?
- Bueno, es que hoy tengo que encontrarme con ella.
-¿Qué?
- Eso y necesito tu ayuda.
-¿Para que?
-¿Podemos hablar en otro lugar que no sea el banco?
-¡No puedo irme! Tengo que quedarme a hacer unas cosas.
- Oh, por favor Harry, no me hagas esto, ¡estoy en una crisis nerviosa!
- Bueno, esta bien, ¡pero que sea rápido!
Ambos se salieron de Gringotts y fueron a la heladería Florean Fortescue. Luego de encargar sus helados, se sentaron a una mesa.
- Ahora, Ron, ¿cuál es tu crisis nerviosa? ¡Solo te vas a encontrar con ella!- dijo Harry.
- Si, pero, Harry ¿tengo que decirle lo que siento?
- ¿Tú estas seguro de lo que sientes?
- ¡Claro! ¿Qué hago Harry?
- Pues... no sé Ron. Si tú la quieres, dícelo, que más da...
-¿Tu crees Harry?
-¡Por supuesto!
- Bien, gracias Harry. Ahora puedes volver al banco.
-¿Para decirme esto me sacaste de esa enorme fila que hay en Gringotts?- repuso Harry.
-¡Harry! ¿Soy tu amigo o no? ¡Necesitaba tu ayuda!
- Esta bien... y no te pongas nervioso, solo es una cita.
Eran casi las 6 y Hermione volvía de la universidad. Al entrar a su casa, se dirigió rápidamente a su habitación y se cambió de ropa. Luego de convencerse de que se veía muy bien, tomo un poco de maquillaje que su madre usaba. Ella no era de esas chicas que se maquillaban para ir a cualquier lado, pero esta vez era una ocasión importante.
A la media hora, Hermione bajaba sigilosamente las escaleras, para que sus padres no la oyeran.
-¿Vas a algún lado, hija?- preguntó su madre, saliendo de la cocina.
- Eh... ¿yo? Sí... ¿por qué?- tartamudeó Hermione.
- Por nada. Valla, te ves bien.- dijo la señora Granger. -¿Tienes una cita?
- Sí...
-¿Quién tiene una cita?- en ese momento el padre de Hermione se unió a la charla.- ¿Tu tienes una cita, Hermione?
- Sí, papá...
-¿Y con quien, se puede saber?-
- Con un muchacho... de la universidad... –mintió Hermione.
- Esta bien, ve, pero vuelve temprano.- dijo su madre.
- ¡y quiero conocer a ese chico!- le gritó el señor Granger, cuando ella abandonaba la casa.
Ron, alentado por las palabras de Harry, salió de La Madriguera para ir a su cita. Justo cuando él salía, entraba Ginny.
-¡Ron! ¿Adónde vas tan bien vestido?- le pregunto al verlo.
- Eh... ¿y a ti que te importa?- respondió Ron.
- Bueno, esta bien no te enojes. ¿Puedo usar hoy la computadora?
- Sí, sí. Solo dile a mamá que llegaré tarde.-
- Lo haré. Estas muy misterioso ¿sabes?
-¿Por qué tienes que ser tan metida, Ginny?- le contesto Ron, saliendo rápidamente de la Madriguera.
Ya estaba anocheciendo cuando Ron llegó a las Tres Escobas, en Hogsmeade. Habían quedado en encontrarse en ese lugar a las 7 de la tarde. Ron estaba algo nervioso, pero como le había dicho Harry, solo era una cita, la cita que había esperado hace mucho tiempo.
Hermione llegó a Hogsmeade totalmente nerviosa y emocionada. Esta muy feliz por lo que le iba a ocurrir y también por estar de vuelta en Hogsmeade, lugar que le hacía recordar sus momentos felices en Hogwarts, junto a Harry y Ron. Pero no podía ponerse triste justo en aquel momento, donde por fin conocería a Poseidon.
Ya estaba llegando a las Tres Escobas, cuando de repente se quedó pasmada. En la puerta del bar, estaba Ron, parado muy pensativo. Hermione trato de salir corriendo, pero era como si estuviera hipnotizada. No sabía que hacer. Lo primero que se le cruzó por la cabeza era que Ron podría llegar a ser Poseidon, pero eso era imposible. ¿Qué haría? Podría ir y decirle a Ron lo mucho que había sufrido su ausencia o huir y no volver a verlo. Pero si se iba, no podría conocer a Poseidon. Entonces se decidió. Ron ya formaba parte de su pasado, solamente lo saludaría, como si nada hubiera ocurrido.
Ron ya se sentía algo impaciente. Ya había pasado media hora y ninguna pista de Atenea. De repente vio algo que lo dejo sin habla. Hermione se acercaba a las Tres Escobas caminando sola. Lo primero que se le ocurrió al verla era que ella podría llegar a ser Atenea, pero eso no podía ser. El impulso de ir corriendo hacia Hermione y confesarle su amor se apoderó de Ron. Pero no podía hacer eso. Culpa de Hermione había sufrido bastante y ya no quería saber más de ella. Y además estaba Atenea. No iba a hacer nada, solo saludar a Hermione y serle indiferente.
Hermione ya estaba llegando a la puerta de las Tres Escobas y sintió que las piernas le temblaban al acercarse cada vez más a Ron. Cuando por fin llegó, pensó en ser indiferente, como si nunca lo hubiera visto, pero desgraciadamente él la había visto.
- Hola, Hermione, tanto tiempo.- la saludó Ron, tratado de sonar frío.
- H-oo-lla... Ron... – tartamudeo Hermione, aparentando estar tranquila, pero nunca se había sentido más desesperada.
- ¿Cómo estas? ¿Qué es de tu vida?- continuó Ron.
- Nada, yo estoy bien, estudiando mucho, ¿y tu?
- Estoy bien, pero sigo sin entender que es lo que paso contigo.
- No paso nada, ¿por?
- Dejaste de hablarme y eso me dolió, ¿sabes?
- Yo no deje de hablarte...
-¿Entonces? Nunca más volví a recibir cartas tuyas...
- Es que estuve muy ocupada...
- ¿Y no pudiste escribirme nunca más?
- Tu también dejaste de hablarme...
- Porque tu no respondías mis cartas.
- Escucha, Ron, lo siento, pero debo irme.
-¿Sabes que Hermione? No sé que te paso.
-¿Por qué dices eso?
- Antes, éramos amigos, tu confiabas en mí y yo en ti. Dime, ¿qué es lo que te sucedió?
- Cambié Ron, no soy la misma de antes.
- De eso ya me di cuenta, ¿sabes? Hermione te echo de menos, ¿por qué me hiciste esto?
- Ron, yo... de verdad no quise hacerte daño.
- Pero lo hiciste. Sufrí mucho tu ausencia, de verdad.
- Por favor, Ron... no digas más... tu no entiendes nada.- dijo Hermione, sintiéndose cada vez peor.
- Tienes razón, Hermione, no entiendo nada. No entiendo que te sucedió, Hermione... yo te...
- ¡Basta, Ron! ¿No ves que me hace mal? ¡Por favor, no me hables más! ¡No quiero volver a saber más de ti! ¿Me entiendes?- exclamó Hermione, tratando de evitar llorar.
- Pero Hermione, déjame terminar... –dijo Ron, sorprendido por la actitud de Hermione.
- No, lo siento, tengo que irme...
- ¡No espera!- Ron tomó a Hermione del brazo, impidiendo que se valla.
- ¡Suéltame Ron! ¿Es tan difícil de entender? ¡No quiero volver a verte!- gritó Hermione, soltándose de Ron.
- Pero, ¿por qué? ¿Qué hice mal?- respondió Ron.
- ¡Nada, tu no hiciste nada! ¡Soy yo! ¡Eso es! Solo te pido que no te me acerques más, Ron. Por favor, solo déjame en paz... - contestó Hermione, con ojos brillantes de lágrimas y todo el maquillaje corrido.
-¡Pero Hermione, espera!- suplicó Ron. Pero ya era tarde. Hermione ya se había ido.
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¡Hola! ¿Cómo están? Espero que bien ^_^. ¿Les gusto este capítulo? Espero que sí, a mí me encantó. Ahora tengo que irme, pero no dejen de leer los próximos capis, ¿ok? ¡Muchas gracias a todos los que siguen el fic y me dejan sus reviews!
¡Dejen reviews!
Vero Granger.
