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Capítulo XXI: Una propuesta inesperada.
Cuatro fueron los años que pasaron desde aquel día de enero.
Las cosas habían pasado tan sorpresivamente, que Ron y Hermione aún no podían creer todo lo que había sucedido esos años.
Todo había dado un giro inesperado: Percy, finalmente, ya se había casado con Penelope. Ya llevaban dos años de casados, había sido una boda muy linda, y también muy emocionante: por fin Ron y Percy habían echo las paces, aunque Ron no podía evitar sentir ganas de matar a Percy con algunas de sus actitudes. Pero, afortunadamente, Percy y Penelope formaban un hermoso matrimonio.
Ron, por su parte, no podía estar más feliz. Lo que siempre había soñado, se había echo realidad. Su relación con Hermione no podía ir mejor. Él la amaba, y ella a él. Hermione era la persona más maravillosa que Ron nunca antes había conocido, y estaba agradecido de poder haberla conocido.
Hermione pensaba que su vida no podía ser mas hermosa. Todo le parecía un sueño, del cual nunca quería despertar. Ron era el mejor novio que una chica podría desear: era amable, simpático y lindo. Su vida por fin había cambiado y esto era lo que siempre había deseado.
Harry y Ginny seguían saliendo, y todos se preguntaban cuando se casarían. "Pronto"- respondía Harry, con una sonrisa, cuando Ron se lo preguntaba.
Pero, al final del todo, ocurrió algo que dejo a Ginny muy sorprendida. Sucedió una tarde de Abril...
*************************FLASH BACK******************************
Era una tarde soleada, y Hermione y Ginny, estaban en la Madriguera, charlando animadamente de las cosas ocurridas.
-¿Sabes algo, Herm?- dijo la colorada, mirando a su amiga.- Todo esto me parece increíble. Es lo que siempre soñé... que tu estés con mi hermano.
- Para mi también es increíble, Gin... estoy muy feliz.- respondió Hermione, sonriendo.- Además siempre supe que tu y Harry terminarían juntos.
-¿Te acuerdas cuando conociste a Ron?
- Si, nunca olvidaré aquel día... fue el mejor de mi vida. Aunque cuando conocí a Ron me pareció una persona muy desagradable, nos peleábamos todo el tiempo.
- Pero eso fue los que los unió. Si no fueran por sus diferencias ustedes dos no estarían juntos, ¿no crees?- respondió Ginny, sirviendo un poco de té para Hermione.
- Eso es cierto... y aunque no lo creas, seguimos peleando, eso nunca va a terminar, somos así... y te lo aseguro, me gusta pelear con Ron...- dijo Hermione, con cierto tono de picardía en su voz, mientras sorbía un poco de té.
-¿Te gusta pelear con mi hermano?- se sorprendió Ginny.- Siempre sospeché de ti en Hogwarts, Hermione.
-¿Sospechabas de mi?
- Siempre supe que te gustaba Ron. Y sabía que el de ti, aunque ambos lo negaran... esas cosas uno se da cuenta, sobre todo cuando peleaban sin ningún motivo...
-¿Enserio que se notaba?
- Osea, no para los otros... pero si para mi, porque conozco demasiado a Ron para darme cuenta de lo que le pasa.
- Ginny, me sorprendes... deberías de haber estudiado psicología... o__O- bromeó Hermione.
- ^^ gracias... ¿pero que es psicología?
- Déjalo así.- sonrió Hermione.
Las dos amigas siguieron charlando y tomando té, cuando Harry llegó a la Madriguera. En opinión de Hermione, se lo notaba algo nervioso, porque se frotaba las manos, y tenía los cachetes ligeramente colorados.
-¡Hola, Harry!- dijo Ginny, acercándose rápidamente a él, y besándolo en los labios.
- Hola, Gin, ¿cómo estas?- saludó Harry, correspondiendo al beso que le dio su novia y acercándose a donde estaba Hermione.- Hola, Herm.
- Hola, Harry. Que raro verte por aquí, creí que saldrías a la casa de Seamus con Ron.- se extrañó Hermione.
- Es que quería hablar contigo, Gin... –dijo Harry, sonrojándose de repente.
-¿Hablar conmigo? ¿Sobre que, Harry?- dijo Ginny, frunciendo el entrecejo.
- Preferiría que fuera a solas... –respondió Harry.- ¿Te gustaría ir a Las Tres Escobas?
- Si, seguro, vamos.- contestó Ginny, tomando su varita y dirigiéndole una mirada de sorpresa a Hermione.
Los chicos enseguida se aparecieron en las Tres Escobas y encargaron sus bebidas.
Cuando ambos ya estaban tomando su cerveza de manteca, Ginny comenzó a hablar.
-¿Y bien? ¿Qué es lo querías decirme, Harry?
- Bueno, Gin... lo que quiero decirte es algo muy importante, y para mi es muy difícil decírtelo... –empezó Harry, volviéndose a sonrojar.
El corazón de Ginny dio un vuelco. Harry se mostraba nervioso, impaciente... ¿acaso quería cortarle?
- Como sea, tengo que decírtelo, porque no aguanto más. – Harry dio un gran suspiro.- Ginny, creo que ya no deberíamos ser novios.
Al instante, Ginny se quedo de piedra, sin querer comprender lo que acababa de oír.
-¿Qué? ¿Por qué? No entiendo, Harry...- exclamó Ginny de repente, sintiendo como la angustia la invadía.
- Eso es lo que pienso, Gin. Ya ha pasado mucho tiempo que somos novios... y creo que ya no deberíamos serlo... sino que deberíamos ser más que novios...
-¿Mas que novios? No entiendo nada de lo que me estas diciendo, Harry. Si quieres cortarme, dímelo ya, ¿quieres?- dijo Ginny, sintiéndose cada vez peor.
-¿Cortarte? ¡Pero que dices! Nunca haría eso...
-¿Entonces? Me estas diciendo que ya no quieres que seamos novios...
- Es cierto... no quiero que seas más mi novia, Gin... Yo quiero que tu... –Harry empezó a sonrojarse demasiado y una delgada gota de sudor cayó por su frente.
-¿Qué yo que, Harry?- apresuro Ginny, frunciendo el ceño.
De repente, Harry se puso de rodillas, dejando a Ginny más confusa de lo que estaba. "¿Acaso me va a rogar para que no sufra cuando me corte? Pobre... bueno, tendrá sus motivos..." pensó Ginny, cada vez mas confundida.
- Ginny, no quiero que seas mas mi novia... porque yo quiero que tu... bueno... – la cara de Harry se confundía con un tomate.- quiero que tu... seas mi esposa...
Al escuchar esto, Ginny se quedo como hipnotizada mirando a Harry, que estaba todavía arrodillado. De improviso, Harry sacó del bolsillo de su chaqueta, una pequeña caja de terciopelo rojo. La abrió y Ginny pudo descubrir en su interior un delicado anillo de oro con un diamante en el centro.
-¿Y bien? ¿No dirás nada?- Harry estaba al borde de los nervios, y más preocupado se ponía al ver que Ginny no respondía nada.
El corazón de la colorada latía con velocidad, y esta vez sintió como la emoción le invadía el cuerpo.
- Yo... Harry... no se que decir...
- Gin, por favor... Yo te amo, desde que te conocí, eres lo mejor que me ha pasado, y todos estos años que hemos estado de novios, han sido los mejores de mi vida. Quiero que seas mi esposa, quiero que siempre estés conmigo, por favor... dime algo...
Cada vez latía más rápidamente el corazón de Ginny, y una pequeña lágrima de alegría recorrió su mejilla.
- Yo también te amo, Harry. Y me encantaría ser tu esposa. –respondió al final.
Harry sonrió aliviado, y le puso el anillo a su novia. Ginny besó al chico y se lanzó en sus brazos, derramando por fin miles de lágrimas que empaparon su rostro.
Hermione y Ron estaban en la sala, mirando como de a poco el fuego se iba apagando.
-¿Así que Harry estaba muy misterioso hoy cuando vino?- preguntó Ron, acariciando el cabello de su novia.
- Ajá... para mi anda en algo raro. Espero que no le haya cortado a Ginny.- respondió Hermione, preocupada.
- No, no creo... ¿o si?- Ron miró a Hermione, quien sonrió por la cara de confusión del colorado.
En ese momento, se escuchó un sonido y vieron a Ginny entrar por la puerta.
-¡Hola, Gin! ¿Qué paso?- Hermione se puso de pie y se acercó a su amiga, seguida por Ron.
- Bueno... –Ginny sostenía su mano izquierda, y tenía la mirada gacha.- Pues... Harry...
-¿Qué?- exclamó Ron impacientado. Hermione le dirigió una mirada severa.
- Harry... ¡me pidió que fuera su esposa! –gritó Ginny por fin, mostrándole a Hermione y a Ron el anillo que Harry le había dado, mientras sonreía de oreja a oreja.
-¡¡¿Qué?!! ¡No puedo creerlo! ¡Te felicito, Ginny!- Hermione estaba boquiabierta, y enseguida abrazó a Ginny, que volvió a derramar unas cuantas lágrimas.
-¿Enserio me lo dices, Gin?- Ron estaba anonadado.
-¡Claro! ¿No es genial?
-¡Por supuesto que si! – Ron se acercó a su hermana y la abrazó con fuerza.- Te felicito... no puedo creer que Harry se haya animado, ¿adonde esta ahora?
- Me dijo que tenía que contarle la noticia a Sirius, pero que vendría esta noche.
-¡Ay, Gin, estoy tan feliz por ti!- Hermione daba saltitos de emoción, mientras que Ginny pensaba que no podía ser más afortunada.
**********************FIN DEL FLASH BACK********************
Una semana después de lo ocurrido, la familia Weasley estaba en completa preparación para la boda. La fiesta se realizaría en un salón de fiestas que se encontraba en Hogsmeade. Era un lugar muy bonito, además que Harry y Ginny lo habían escogido juntos.
La señora Weasley y la señora Granger, que se había ofrecido para ayudar, estaban ocupadísimas con el vestido que usaría Ginny el día de la boda.
Ese día viernes antes de la boda, en la Madriguera, estaba Harry y toda la familia Weasley, excepto la señora Weasley y Ginny, reunidos hablando de sus vidas.
Charlie y Bill habían llegado esa tarde para la boda de su hermana. Los mellizos también estaban allí, y ambos estaban casados ya; Fred con Angelina Jhonson, aquella chica que jugaba para el equipo de Quidditch en Hogwarts, y George con Katie Bell, otra de las cazadoras de Gryffindor.
- No puedo creerlo... la más chica de los Weasley se casa... –exclamó Fred, con melancolía secándose una lágrima imaginaria.
- Es cierto, Fred... aunque ya hay que aceptarlo. Nuestra hermanita se casa.- respondió George.- Harry, por cierto... ¿no tienes pánico al matrimonio?
- No, ¿por qué le tendría que tener?- respondió Harry.
- Pues, ya no es lo mismo que siendo novios. Hay responsabilidades, como trabajar para mantener a tu esposa... tener que aguantar los malhumores de Ginny... que son terribles... y cuando lleguen los hijos, en toda la noche no podrás dormir.- dijo Fred.
- Eso si que es cierto.- dijo Bill, sorbiendo un poco de jugo de naranjas.
- Ay, no dramatices, Fred, el matrimonio no es tan terrible como parece.- opinó Percy.
- Ah... mira quien lo dice... el que estuvo de novio con Penelope como una década solo porque no se animaba a casarse con ella.- se burló George. Todos rieron.
- Ese no es el punto... –dijo Percy, malhumorado.
- Como sea, es hasta que te acostumbras.- dijo Charlie, tratando de calmar a Harry, que esta vez parecía preocupado.- Lo único que tendrás que soportar es cuando a Ginny le agarre el malhumor. Es lo único.
- Por suerte, yo no pienso en casarme.- dijo Ron, sonriendo.
-¿A si? ¿Y como crees que le va a caer a Hermione ese comentario?- dijo Bill.
- No se lo dirás... ¿o si?- Ron parecía preocupado.
- ¬¬
- Creo que aún no estoy listo. Pero Hermione me esta mandando muchas indirectas.
-¿Cómo cuales?
- La otra vez me dijo... "¡Ay, que lindo que Harry y Ginny se casen! Imagínate cuando nosotros lo hagamos..."
- Estas en problemas, Ronnie.- dijo Fred, soltando una carcajada.
- Pero si tu la amas, ¿verdad?- dijo Bill.
- Claro que si... pero creo que no podría todavía... el matrimonio me da pánico...
- No te preocupes, Ron... Hermione no debe estar pensando en casarse todavía.- dijo Harry.
Mientras tanto, en casa de Hermione, se encontraban las señoras Granger y Weasley, Hermione, Katie, Angelina, Penelope, Sara y Florencia. Todas observaban a Ginny, que estaba midiéndose el vestido, que ya estaba casi terminado. La señora Weasley le estaba dando los últimos detalles.
- Ay, Gin, no sabes como me haces acordar cuando me casé con Bill.- suspiró Sara, mirando a Ginny dulcemente.
- Si, la boda es algo muy emocionante, te lo decimos por experiencia.- dijo Florencia, sonriendo.
- A mi me gustaría casarme, pero no creo que Ron esté listo aún.- dijo Hermione, también observando a Ginny.
-¿Ron casarse? Eso quiero verlo.- sonrió Ginny.
-¿Por qué no?- preguntó Hermione.
- Le tiene pánico al matrimonio.- respondió Ginny.
-¿Enserio?
- Si, pero no te preocupes, querida. Es común que tengan pánico al matrimonio, sobre todo Ron, pero él te ama, así que solo tienes que esperarlo, ¿no?- dijo la señora Weasley.
- Claro, lo esperaré... porque yo solo quiero casarme con él. Aunque tal vez esté apresurando las cosas...- dijo Hermione.
- Si, Herm, tendrías que esperar un poco, ya verás que a Ron se le pasará. A mi me paso eso con Fred.- dijo Angelina.
- Y ya ves, son un matrimonio feliz- consoló Penelope.
- Es cierto, además... capaz que yo esté menos preparada que él...- dijo Hermione, mientras que su madre entraba a la habitación trayendo café.
Ya había llegado el tan ansiado sábado, y en la Madriguera se vivían momentos de tensión.
La señora Weasley corría desesperada de un lado para otro, llevando todo tipo de cosas en sus manos. Además, en la Madriguera estaban instalados Bill y Charlie con sus respectivas familias, por lo cual cantidades de gente entraban y salían, chocándose unos con otros.
-¡¡Michael!! ¡Ven aquí ya mismo!- gritaba Sara desde la puerta de la Madriguera, mientras veía a su hijo revolcarse en el barro.
-¿Por qué no vas a buscarlo tú?- pregunto Bill, que estaba sentado en el sofá lustrando sus zapatos.
- Porque, por si no te diste cuenta, ya estoy lista.
Sara estaba muy linda. Tenía puesto un vestido de gasa color petróleo, una gargantilla de perlas, y todo el cabello suelto, acomodado hacia un costado.
En ese momento, bajó las escaleras Melany con la señora Weasley.
- Es increíble como ha crecido esta niña- comentó ella, con ojos empañados de lágrimas.
Y era cierto. Melany era ya toda una señorita. Con sus 16 años, parecía una princesa. La mamá de Sara le había confeccionado un vestido blanco y rosa, con todas puntillas en el ruedo, y tenia sujetado el cabello con un lazo color blanco perla.
- Abuela, tranquila.- consoló Melany, rodeando a la señora Weasley por la espalda.
- Melany... estas hermosa hija- dijo Bill, son una sonrisa
- Gracias papá, pero este vestido me incomoda un poco.
- Realmente tengo que admitir que tengo a las dos mujeres más hermosas del mundo a mi lado... y obvio, con Michael, realmente soy muy feliz hoy- repuso Bill, emocionado, abrazado a su esposa y a su hija, y al pequeño Michael que entro en ese momento, con los pies llenos de barro...
- Oye Flor... ¿no crees que esta corbata es muy llamativa para ir a una boda?- preguntó Charlie a su esposa, mirándose al espejo donde se reflejaba un apuesto joven de cabellos castaños rojizos.
- No creo que la corbata sea demasiado llamativa...creo que esta bien ese amarillo...- repuso Florencia, acomodándole el saco.
- Más bien yo creo que tu problema es esa barbilla en la quijada ...- intervino la señora Weasley que pasaba por allí.
- Mamá... a mi me gusta así...vengo repitiéndotelo hace años...
- Pero hijo...
- Pero nada mamá...me gusta, y a ella también, ¿o no?- dijo lanzando a Florencia una mirada suplicante.
- Bueno...si- lo salvo ella.
La señora Weasley salió refunfuñado a la cocina.
- Bueno, me voy a ver a los niños que duermen arriba. Dentro de un rato tenemos que irnos- dijo Florencia, y cuando se disponía a subir las escaleras, Charlie la tomó del brazo.
- Espera...quiero decirte algo- repuso Charlie, tomando a su esposa por la cintura, y mirándola a los ojos.
- Si, dime...
- Bueno Flor...yo se que no soy una persona muy expresiva, y que muchas veces parezco hasta que soy un poco frío o distante contigo...pero...eso es porque, bueno, ya sabes, somos un poco distintos respecto a nuestras costumbres, digo, en Argentina son como...muy ... cariñosos...
- Ya lo sé a eso Charlie... no te preocupes- dijo ella
- Si...pero lo que quiero decirte es que...es que estoy muy orgulloso de tenerte, a ti a los niños, y que realmente me pone muy feliz que estemos juntos, y creo que hoy que es una ocasión muy importante en mi familia, quería decirte que te amo mucho...y...
Pero no pudo seguir hablando porque ella se acercó y lo besó en los labios.
Justo en ese momento, la puerta de entrada de abrió de un golpe y por ella entraron Percy y Penelope.
-¡Pero que clase de espectáculo estás dado Charlie!- replicó Percy de muy mala gana- ¡Hay muchos niños aquí, debes dar el ejemplo!
Percy, más que para ir a una boda, parecía que iba a un velorio. Llevaba puesto un traje negro, una camisa negra, una corbata negra, y una rosa blanca prendida de la solapa del saco. Por supuesto el cabello bien peinado a un costado, y, por lo que pudo interpretar Charlie, se había puesto un frasco entero de gomina.
- Que raro tú interrumpiendo, ya le encuentro razón a Ron... - expresó Charlie, mientras soltaba a Florencia, quien subía a ver a sus hijos y saludaba a Penelope.
Penelope no difería mucho a su esposo. Llevaba puesto un vestido color gris, de una tela que parecía bastante antigua, y un pañuelo negro grande sobre los hombros. Tenía el cabello suelto, bastante lacio como siempre, y por supuesto, debajo del vestido, podía vislumbrarse que llevaba bien sujeta, la varita.
Justo cuando Charlie iba a dar un comentario tocaron la puerta. Era Hermione con su madre ya listas para ir a la ceremonia.
La señora Granger lucía un hermoso vestido color negro con detalles en plateado y un peinado recogido que la hacía ver ciertamente mucho mas joven.
Por su lado Hermione había elegido un vestido en la gama de los celestes, en una tienda muggle, todo con volados en el ruedo, y atado atrás del cuello. Llevaba una gargantilla donde había puesto el dije de la "R" que le había regalado Ron en el mundial de Quiddich. Traía el cabello recogido, en un peinado que le dejaba caer algunos mechones de cabello. Estaba hermosa.
Mientras todos se saludaban, la señora Weasley apresurada, veía los últimos detalles del vestido de Ginny, subiendo y bajando las escaleras a toda velocidad.
- Molly, ve y cámbiate ya- le sugirió el señor Weasley, que tenía en brazos a uno de los hijos de Charlie, que ya estaban bastante grandes, con sus 5 años.
Cuando ya estaban todos listos, la señora Weasley bajó la escalera. Se había puesto un vestido de flores rosadas, con un gran volado en el cuello. Llevaba el cabello lleno de rulos sujetados con una hebilla brillosa.
- ¿Nos vamos ya?- preguntó impaciente el señor Weasley.- ¿Donde esta Ginny?
- Aquí estoy.
En ese momento apareció Ginny bajando las escaleras. Estaba impactante.
El vestido que llevaba puesto le calzaba a la perfección. De un blanco perla, todo bordado con pequeñas flores de broderí, largo hasta el piso, con una doble capa de gasa, y un corte princesa en la cintura. Llevaba el cabello con un recogido del cual brotaban unos mechones colorados, todos rizados, y una corona que terminaba por asemejarla a una princesa.
De su cuello colgaba una cadena de oro, que había pertenecido a su abuela materna. Al verla la señora Weasley no pudo evitar estallar en llanto sobre el hombro de su marido.
Todos los espectadores estaban atónitos. El primero en reaccionar fue Percy...y no justamente con un halago:
-¿Ginny, ese vestido no demasiado escotado?
Pero el resto hizo caso omiso a la opinión de Percy y la llenaron de elogios.
Antes de que se dieran cuenta, ya eran las 8 en punto.
-¡Debemos irnos ya!- exclamó el señor Weasley.- Llegó el gran momento.
