Hola!!!! Aquí está el segundo capítulo. Espero que os haya gustado el anterior, aunque si estáis leyendo esto será que si ^^.

Como siempre, los personajes son de J.K. Rowling y yo no gano nada con liar sus existencias.

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Capítulo 2. Recuerdos

- ¡Pero qué estúpido que soy!- se lamentó el animago medio dormido.

Por mucho que lo había intentado no había conseguido despertarse cuando sonó aquel odioso despertador. Pero otra persona si lo había escuchado, y ese era Remus, al que se le oía trabajar en la cocina. Siempre que podía cocinaba él. ¿Acaso no le gustaban sus desayunos y sus guisos? Se lo tenía que preguntar. Si así era, tomaría clases de cocina hasta que le saliera perfectamente todo aquello que adoraba su lobito. Quizás la señora Weasley podía echarle una mano...

Por la puerta entreabierta de la cocina se adivinaba el olor inconfundible de su desayuno favorito. Pero aquel olor le hizo volver a la realidad. La situación no sería tan crítica si no fuera porque Remus se había despertado entre sus brazos, en su cama, y dudaba mucho que después de veinte años aun fuera correcto para Remus que él hiciera aquello. En Hogwarts se lo permitía, y él lo agradecía profundamente. Pero, ¿¿¿y  ahora???  Las cosas habían cambiado mucho desde aquellos años felices en que los Merodeadores estaban unidos...

Tendría que haber tomado más precauciones ahora no sabía si iba a ser capaz de justificar tal conducta. No sabía ni con que cara le iba a mirar. Después de dar muchas vueltas en la cama y pensar durante un buen rato, decidió enfrentarse a lo que le iba a venir encima, y se dirigió hacia la cocina, esperando alguna mirada de indiferencia por parte de Remus, o algo mucho peor: desprecio.

Pero no podía ser más diferente la imagen que vio a la que esperaba. Allí se encontró al hombre lobo haciendo el desayuno, con un gracioso delantal. Al verle entrar por la puerta sonrió. Le sonrió a él. ¿¿¿Como podía haber pensado que Remus podría tener prejuicios??? Como siempre , le había subestimado. Se sentía fatal.

- Buenos días Padfoot!

- Buenos días... lo siento por haberme dormido es que...

- Tranquilo, ya te dije que no soy ningún minusválido. Puedo cuidar de mi mismo. Olvídate de esas estúpidas pesadillas, no son para tanto. Sabes muy bien que la razón por la que acepté venir aquí fue por Harry. Si os dejara solos no se lo que podríais llegar ha hacer...- sentenció Remus burlonamente- Quizás cuando llegara me encontraría a otro animago ilegal convertido en el segundo mayor bromista de la historia, y otro Sirius Black podría ser fatal para Snape...

Sirius miraba a Remus después de aquel parlamento. ¿Acaso no iba a reprocharle nada? Su lobito hacía como si nada hubiera ocurrido, como si no se hubiera encontrado  con su mejor amigo pegado como una lapa a él al despertar. ¿ Como debía interpretar aquello? Seguro que le daba vergüenza que a su edad un hombre le abrazara, y quisiera olvidarlo, hacer como si no hubiera ocurrido. Y siendo tan amable como era, seguro que no quería hacerle sentir incomodo... así era su Moony.

A partir de aquel instante iría con más cuidado. No quería que le cogiera miedo y se alejara de su lado. Ahora era demasiado feliz. Así que decidió seguirle el juego y hacer como si nada hubiera ocurrido.

- ¡Me ofendes Moony! ¿ Como puedes pensar eso de mi?

- Porque te conozco- respondió guiñándole un ojo- Por cierto...¿ cuando vuelve Harry?

- La semana que viene- dijo Sirius con una gran sonrisa.

- Cuanto me alegro por él. Por fin está disfrutando de unas vacaciones decentes. Me apostaría diez tabletas de chocolate a que sus tíos nunca le llevaron de acampada.

- A una como esta seguro que no- río el orgullosos padrino - Se han asentado en el campamento Summer Stone, el único lugar del norte de Europa donde los menores de edad pueden hacer uso de la magia. Eso, combinado con los gemelos Weasley puede ser muy peligroso... Suerte que también van Hermione y Ginny, ese par si que saben como pararles los pies. Aunque tampoco me preocuparía mucho, el campamento está estrechamente vigilado por el ministerio.

- No me digas que a ti te preocupan las gamberradas y los problemas que pueda causar Harry! - dijo Remus incrédulamente - ¡¡Pero si a tu lado no es más peligroso que un inocente pececillo de colores!!

- No se trata de sacar los trapos sucios Moony... Además... el problema no es que Harry se meta en líos, la cuestión es que los líos se meten con él.

- Está bien, dejémoslo ahí... que el chico haga lo que quiera, que para eso es un adolescente.

Remus se dirigió hacia los fogones , de donde trajo una enorme bandeja llena de todo tipo de crêpes.

- Aquí tienes, ¡el desayuno de los campeones!

- ¡Hey!¡ no hables así! ¡Me recuerdas a mi madre!- gritó Sirius aparentando indignación.

- ¡Ja, ja, ja ! Lo siento, no lo pude evitar. Fueron tantas las veces que le oímos decir eso a tu madre... ¡Ah, que vacaciones aquellas! ¿Las recuerdas Padfoot?

Sirius asintió con una triste sonrisa. Aquellos eternos veranos le recordaban a James, y recordarle implicaba volver a experimentar la culpa e impotencia delante de su muerte.

Cuando Remus se dio cuenta de su enorme metedura de pata era demasiado tarde para rectificar. Sirius ya se encontraba sumido en sus más tristes y melancólicos pensamientos, incapaz de deshacerse de ellos. Quiso patearse a si mismo.

- Sirius, lo siento mucho, yo no quería...

- No, está bien así. Es algo que tengo que superar. Tú lo hiciste, Harry lo ha hecho, es mi turno. No es justo para James que su recuerdo nos cause pesar. Él no lo hubiera querido así.- Sirius esbozó un intento de sonrisa a la que sus bellos ojos tristes no acompañaban.

Al hombre lobo se le partió el corazón. Quería protegerle contra viento y marea, pedirle perdón por su poco tacto, hacerle olvidar esa tristeza y añoranza a base de besos, caricias y amor. Abrazarle hasta que se desahogara llorando en su hombro, como debía haber hecho ya hace mucho tiempo. Pero no podía. Era un cobarde, un inútil. Él solo servía para que Sirius se preocupara. Merecía ser feliz, por aquellos doce años perdidos, frustrantes, en los que el no le había podido ayudar.

Unas palabras le sacaron de sus profundos pensamientos.

- Gracias por el desayuno- dijo el animago con voz ausente.

- De nada.

A falta de tema de conversación, cada uno se quedó comiendo en silencio, perdidos en sus propios pensamientos. Aun quedaban muchos secretos que desenterrar; la verdadera convivencia empezaba en aquel instante. Su infancia, sus recuerdos, emergían lentamente de sus corazones. Tan cierto como aquel amor correspondido y no confeso que, lenta pero inexorablemente, se hacía cada vez más difícil de ocultar.

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- Veamos... si Harry está de acampada toda esta semana y el expreso de Hogwarts no sale hasta el uno de septiembre... nos quedan exactamente tres semanas de vacaciones ¿verdad Moony?

- Mmmmm... si , exactamente

Sirius y Remus estaban en el jardín de la pequeña casa de campo que tenía el animago perdida en algún bosque del Reino Unido. Remus se encontraba cómodamente acostado en una hamaca que había encantado para que se meciera sola. Black hacía cálculos de los días que le quedaban a Harry de vacaciones mientras se entretenía reparando su motocicleta, pronto aquella compañera inseparable iba a rugir de nuevo surcando el cielo azul.

Ya no quedaba nada de la tristeza o el resentimiento de aquella mañana, si algo había aprendido Sirius después de salir de Azkaban, era a aprovechar el tiempo al máximo, no quería dejarse vencer por las sombras del pasado.

- Eso quiere decir... ¡que tenemos tiempo de sobras para hacer un gran viaje!- la cara de Sirius se iluminó pensando en las múltiples posibilidades de diversión  que les ofrecían aquellas tres semanas- Podríamos ir a Francia a visitar sus aldeas mágicas...

- Padfoot....

- Me han dicho que a los niños muggles les gusta mucho un sitio llamado Euro Disney, me pregunto si a Harry todavía le gustan esas cosas...

- Padfoot, escúchame un momento...- trató de hacerse oír el hombre lobo entre las exclamaciones de jubilo de su mejor amigo.

- ¡ O hacer un crucero por el mediterráneo¡ ¿Te imaginas? Cada día en un lugar diferente... comiendo en Venecia, cenando en Barcelona... O incluso....

- ¡¡¡¡¡SIRIUS BLACK!!!!¿¿¿ Quieres hacer el favor de escucharme un momento??? Sabes que no tengo ningún problema de echarte una maldición para hacerte callar, además, no sería la primera vez...

- ¡¡Ja ja ja!! Lo siento mucho- dijo el padrino entre risas.

Cuando el hombre lobo se ponía así era mejor hacerle caso. Además, adoraba la cara que ponía su Remsie cuando conseguía sacarle de quicio, cosa que no solía pasar muy a menudo, y que hablaba en favor del hombre estirado en la hamaca. Reconocía que tenía mucha paciencia en lo referente a sus chiquilladas, demasiada, se lo permitía casi todo. Pero en ese momento su rostro no era de enfado ni de reprobación, estaba surcado por la tristeza.

- ¿Pasa algo Moony?- preguntó Sirius relajando la sonrisa de su cara.

- Esto...- empezó dubitativo- sinceramente, no creo que sea muy buena idea sacar a Harry del país. ¿ Acaso no recuerdas lo que dijo Dumbledore?

La sonrisa desapareció por completo del rostro del animago.

- Claro que lo recuerdo, pero creo que nos subestimó, nuestra magia es suficiente para protegerle.

- Eso no es cierto y tu lo sabes- dijo Remus bajándose de la hamaca. Se dirigió hasta donde se encontraba Sirius, y con la sonrisa más tranquilizadora y amable que pudo esbozar intentó convencerle - El director nos lo explicó claramente antes de acceder a devolvernos... digo, devolverte la custodia. - ¡¿había dicho devolvernos?! Remus concéntrate por favor! - Harry solo estaba en Private Drive porque era uno de los pocos puntos estratégicos junto con Hogwarts en el que Harry se encuentra fuera del alcance de Voldemort. Dumbledore ya ha echo bastante esfuerzo aumentando el encantamiento preservate a tu casa y a la de los Weasley. Y por muy poderoso que sea, su magia tiene un límite y esta no puede abarcar medio continente.

La decepción se podía leer en el rostro de Sirius. Nada le hacía más ilusión que poder llenar a Harry de toda clase de caprichos, después de que los tuviera negados durante tantos años. Pero su querido Remsie tenía razón, como siempre. Gracia a Dios que le tenía allí, a su lado. Iban a tener que conformarse con ir a lugares " seguros", y aunque para él la seguridad era sinónimo de aburrimiento, no era precisamente su vida la que estaba en peligro, sino la de Harry.

La situación era la siguiente:

Después de los terribles sucesos acontecidos durante la última prueba del torneo de los tres magos, Dumbledore convocó a todos aquellos que estaban dispuestos a ayudarle y creerle. Cuando el grupo estuvo bien organizado y cada uno sabía perfectamente lo que debía hacer, les mandó a todos aparentar la máxima normalidad posible, básicamente debido a tres factores.

Para empezar, el director sabía que no contaba con el apoyo del ministerio. Y el hecho de actuar al margen de la "justicia" podría ocasionar multitud de problemas innecesarios. Sólo había una cosa que habían proclamado a los cuatro vientos: el juicio por la inocencia de Sirius Black, llevado por Dumbledore y ganado por los pelos.

En segundo lugar, si Voldemort se mantenía al margen, era mejor no provocarle, no incitarle a que se mostrara. Auque era cierto que cada vez se hacía más y más fuerte escondido entre las sombras, también era verdad que atacando y destruyendo haría mucho más daño del que hacía en aquellos instantes. Él actuaba a escondidas, pero la orden también lo hacía. Estaban en igualdad de condiciones.

Y por último, lo que menos deseaba Dumbledore era causar el pánico entre la sociedad mágica. Para todos ellos, el-que-no-debe-ser-nombrado estaba muerto, y aunque muchos sabían que realmente no era así, no querían admitirlo. Eran muy felices viviendo en un mundo de aparente seguridad, falso pero mejor que el anterior. Sólo se tenía que ver la polémica y el miedo generado ante la declaración de inocencia de Black, considerado durante mucho tiempo el lugar teniente del Señor Oscuro. Se habían oído voces de protesta en todas partes del mundo mágico. Nadie estaba preparado para un retorno así, aunque fuera inminente.

Por eso, la vida que corría más peligro era la de Harry, a quién el lord odiaba  hasta la saciedad. Y él, Sirius Black, uno de los que debían protegerle hasta dar la vida, quería poner en peligro su existencia. Menudo padrino.

- Como siempre tienes razón Moony. Nos quedaremos aquí y disfrutaremos en la medida que nos sea posible.

El hombre lobo sonrió. Sirius había sufrido tanto a lo largo de tanto tiempo, y sin embargo solo quería la felicidad de los que le rodeaban. Le amaba tanto... en un impulso abrazó a su "mejor amigo".

- Se que quieres hacerle feliz... pero ya habrá tiempo. Gracias por comprenderlo.

Esa repentina muestra de afecto devolvió a la mente de Sirius una pequeña cuestión más placentera que los pensamientos catastrofistas. Se sintió profundamente agradecido por todo lo que Remus hacía por él.

- No. -dijo el animago mientras se deshacía de aquel abrazo tan cálido, para mirarle a los ojos - Gracias a ti por esta siempre ahí cuando te necesito, y parar los pies de este loco peligroso e inconsciente. No se qué haría sin ti...

Los dos magos sintieron un escalofrío recorriendo sus cuerpos. Sus rostros se encontraban a menos de un palmo de distancia, pues no se había roto el abrazo del todo.

Sirius le tenía fuertemente cogido por los hombros y su cara reflejaba mucha seriedad. Los corazones de ambos se pusieron a palpitar frenéticamente. Tanto que creían que uno iba a escuchar el del otro.

Remus sintió enrojecer sus mejillas. Los ojos azul aguamarina de Sirius le miraban intensamente, como tratando de descubrir los deseos más profundos de su oscura alma. ¿Qué veía en ellos? No podía descifrar aquel brillo vibrante. Sólo sabía que si no conseguía romper el contacto visual, acabaría por abandonarse a sus impulsos y besar aquellos labios tan carnosos con los que había soñado durante noches enteras. Y aunque la idea era muy tentadora, no quería romper la confianza que el animago había depositado en él. Así que sintiendo como se quebraba su corazón se separó del que le tenía cautivo.

- Nos cuidamos mutuamente ¿no ?- dijo nerviosamente dando media vuelta y haciendo ver que se desperezaba. Y sin girarse de nuevo anunció que iba a preparar la cena.

Sirius se quedó plantado en medio del jardín, sin saber que hacer ni que decir. Miró su reloj: eran solo las seis de la tarde. ¿ Cenar? Pero si acababan de comer... Simplemente su lobito había buscado una vía de escape. Lo había  vuelto a hacer: le había asustado.

¡ Tonto, tonto, tonto!¡Eres un estúpido!- se lamentó mentalmente.

- Tranquilo mi querido Remsie- dijo para si mismo con voz queda - no volveré a acercarme a ti más de lo necesario. No temas, estas a salvo.

Y aunque había determinación en su voz, nada más acabar de pronunciar dichas palabras, se sintió el hombre más hipócrita del mundo. Sabía que aquello era imposible.

Continuará.

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Reviews:

Yaiza: muchas gracias por tu review!!!! Me hizo mucha ilusión, es el primero que me mandan. Gracias por los ánimos, me ayudan mucho!

Lantra: ¿que puedo decirte cha no te haya dicho ya? Si no fuera por ti nunca me hubiera atrevido a subir nada. Muchísimas gracias, eres la mejor!!

Minore W. Moon: es que soy un poco pastelosa, jajajja por eso sale dulce ^^. Tranquila, tienes historia para largo, ya tengo escritos 4 capítulos mas, solo me queda pasarlos a ordenador. Muchas gracias por tu review!!!

Mayi- Moony: a cualquiera le hubiera gustado estar abrazada a el gran dios Sirius XXXDDDDD, pero de momento es para mi Remsie ;D. A mi también me gusta mucho Riki Martin, jeje y tu fic quedó fantástico, casi se me saltan las lagrimas. Sigue así! Muchas gracias por tu review!

Natasha Riddle: me alegra que te gustara. Mi pareja preferida también es esta, opino que nacieron para estar juntos. Y tranquila, yo creo que hay para rato de fanfics de este par!! Sirius y Remus siempre en nuestros corazones. Otro besote muy grandote!!!!

Bueno... eso es todo, de momento. de aquí a poco vuelvo a daros la bara jajjajajaja!!!

Hasta entonces , que seáis muy felices!!!!!

Sakuratsukamori, miembro de la orden Siriusana.