Notas Iniciales: Me vi en la necesidad de buscar el mínimo pretexto para escribir porno de estos personajes y finalmente he decidido hacerlo publico. Jóvenes que me leen, no tomen un escrito erótico como referencia, la ficción está para crear fantasías nada más.
Advertencias: Riesgo de lemmon parafílico, manejo de SexToys, Threesome y BDSM.
Cap 1. Ingrediente
Alice se removió incómoda en el asiento de automóvil en el que estuvo posada por más de quince minutos en su espera por llegar al sitio prometido, cuya invitación significaba demasiado para mantener convida aquello por lo que había accedido llevar a cabo esta libertad. No era uno de sus mejores pasatiempos abordar como pasajera una limosina lujosa como aquella, de hecho le sorprendió de sobremanera que viniese un chofer a recogerla personalmente desde la mansión de su pareja Oz Vessalius; un noble de la aristocracia moderna.
Pese a tener a su disposición tanto como quisiera, no se sentía merecedora de tantas comodidades. Ella desde el principio sólo quiso estar con Oz porque le quería como la joven pareja que eran, jamás estuvo interesada en nada que prometiese el apellido de su pareja o facilidades materiales, nunca fue su intención que se sintiera comprometido en darle las bellas ropas que desde entonces vestía. Pero sin duda, no se limitaría en aceptar cada cortesía que proviniese de él en esos momentos, después de todo estaba nerviosa por dar una buena primera impresión con la Ama y Señora de la Casa Rainsworth, ya que Gilbert Nightray -amante y sirviente de su presente novio- le había garantizado personalmente que no se arrepentiría de realizar este viaje.
Como mujer no iba por ahí aceptando sugerencias así para mejorar su relación con alguien a quien amaba y respetaba a su manera, pero también era cierto que debido a sí misma ya no sentía las caricias y besos de cariño tan propios o satisfactorios.
Desde no hace más de unas semanas se dio cuenta que no deseaba el cuerpo de Oz como llegó a suceder en un principio, incluso llegó a preguntarse si tenía alguna otra inclinación sobre sus preferencias pero nada de lo que llegaba a hacer por su cuenta parecía funcionar, así que eso justificaba el que tomara en cuenta el consejo de su archi-rival de amor. Una experta en esos aspectos no le vendría mal si sólo le regalaba alguna que otra técnica, aunque dudaba ello fuera a ser suficiente para aminorar sus inquietudes. Fuera como fuera ya estaba metida en eso y no retrocedería por el bien de sus apetitos sexuales junto a Oz.
.
La limosina se estacionó en el jardín de una mansión extensa y vistosa, digna de una de las cuatro Casas principales de la aristocracia, por lo que no se inquietó ni siquiera cuando una fila de sirvientes entallados la recibieron con el respeto que aplicarían hacia una reina, siendo guiada al instante por un elegante mayordomo hasta las puertas de donde se llevaría a cabo el encuentro del que ella se encontraba tan ansiosa, ubicado en el tercer piso del recinto. Sólo unos segundos más y solucionaría todos sus problemas.
—Sharon-sama, la señorita Alice ha llegado —anunció aquel sujeto de discretos lentes, quien a la castaña le pareció bastante atractivo para lucir tan serio u obediente. Pero el brillo que generaron esos ojos al ver al interior del cuarto donde yacía su ama, le hicieron a Alice dudar del verdadero motivo por el que todos en aquel edificio parecían adorarla.
—Te lo agradezco mucho, Reim-san. —Y al compas de su voz el joven mayordomo desapareció tras la puerta, dejándola sola a merced de la reconocida Sharon Rainsworth (quien enseguida le resultó alucinantemente atractiva) y de aquel que presumía ser su sirviente personal. La propia Sharon lo llamaría su favorito—. ¿Alice-san?
—¡Si! Le agradezco mucho que haya tomado en cuenta mi carta —dijo la castaña con el cuerpo hecho de piedra. Nunca en la vida se le había dado hablar con otros miembros de la nobleza además de Oz, por lo que no sabía afrontar el hecho con un porte correcto. Esto a la tercera dama Rainsworth le causó gracia, cual sofisticada risa hizo que la sangre de Alice hirviera.
—No estés tan tensa por favor, Alice-san. Anda, toma asiento.
—¡Si! ¡Con su permiso! —asintió andando hasta donde reposaba el sillón vacío de la modesta sala en que los tres permanecían y se quedó ahí con la cabeza abajo, sería vergonzoso que se percataran de cuan colorado se encontraba su rostro.
Con sigilo intentó mirar al sirviente que acompañaba a su anfitriona justo detrás de ella, percatándose por primera vez que era albino y modelaba un atuendo que desencajaba mucho del ambiente natural del lugar si tomaba en cuenta a la extravagante muñeca que reposaba en su hombro. Este sonreía y había estado sonriendo desde que ella hubo ingresado; no pudo evitar compararlo con un payaso, uno especialmente sonriente y misterioso.
—Alice-san... —La aludida atendió como centella al llamado, reafirmando su posición sobre el acolchonado sillón—. Estoy enterada que compartes una relación con un noble Vessalius y que el motivo por el que acudiste a mi es porque no estas segura de cuáles son tus intenciones con él, ¿es correcto?
—No... me dijeron que tú resolvías inquietudes, quiero decir, no vine porque no conozca cuáles mis sentimientos hacia Oz. Es sólo que... ya no es lo mismo. Por eso vine.
—En otras palabras, significa que ya no puedes sentirte del mismo modo como te sentiste las primeras veces, ¿no? —Alice se limitó a asentir con la vergüenza burbujeando en su interior, pues no podía creer que estuviese hablando de una cuestión tan complicada de externar con una extraña, ciertamente no podía creerse todavía que estuviera ahí intentando darse a entender sobre los mecanismos de su cerebro y necesidades sexuales que la estuvieron torturando tanto tiempo—. Verás, Alice-san, esta clase de situaciones son muy comunes en las parejas, muchas veces las sensaciones corporales se fusionan con las emocionales y nos confunden pero para eso es necesario equilibrar ambas fuentes. En el emocional basta con que compartan otras cosas independientes del sexo, experimentar emociones en actividades simples, supongo que ya debiste aplicarlo.
Ante estas palabras, Alice no tardó en sentirse de acuerdo. Sin embargo, ya que eso lo sabía, no dudó un instante en replicar al respecto.
—Si, pero eso...
— …No fue suficiente para calmar tus preocupaciones, eso también es normal —le interrumpió la joven Rainsworth dándose la libertad de sonreír, orgullosa de su experiencia en adivinar las verdaderas necesidades de sus clientes; Alice no era la primera ni sería la última en venir a ella por ayuda especial—. En una relación es casi obligatorio satisfacer el amor en su totalidad, no basta con demostrar lo mucho que quieres a esa persona sino complaces esa parte que es tan normal en los seres humanos, un beso y una caricia no son suficientes si no hay creatividad.
Alice arqueó una ceja confundida, consideró haber perdido el hilo de la conversación en un sólo segundo de distracción que pudo haber tenido, pues las últimas declaraciones de aquella mujer con aspecto de joven acabaron por hacerla sentirse desorientada, simplemente no tenía ningún sentido lo que aquellos labios habían revelado, no con su cerebro hambriento de respuestas concretas. Entonces una tercera voz en el ambiente la sobresaltó.
—Señorita... —El sirviente albino que se había mantenido en silencio hasta ese instante se inclinó a la altura de su ama, ofreciéndole de manera cariñosa una taza de una humeante infusión de hierbas que recién había servido—. Es hora del té.
—Oh, casi lo olvidaba —comentó recibiendo el recipiente con delicadeza—. Gracias, Break.
Lo que sucedió a continuación no sólo dejó a Alice anonadada, sino que la hizo temblar con emociones que ni siquiera supo reconocer o darles un nombre en especifico. Los labios de Sharon Rainsworth se habían acercado entreabiertos hacia la ansiosa lengua que estuvo esperando suspendida fuera de la boca de Xerxes Break, uniendo a ambos en un caliente beso, cuya intensidad era tan fuerte como los gemidos que pronto empezaron a emitir como reflejo de sus mecanismos corporales, creando una escena lo suficiente erótica para encender la piel de la espectadora, tiñendo sus orejas y mejillas de un visible color carmín.
Enseguida se descubrió receptora de un choque eléctrico por algo que nunca consideró la fuera a excitar de esa forma, pues la pasión con la que se besaban excedía los limites que pudiera conocer en su inexistente lista de experiencias sensuales. Break había dejado que sus largos y pálidos dedos tocaran superficialmente el cuello de su ama que se exhibía a través de sus mechones de lacio cabello mientras su lengua se compactaba vehemente contra la ajena, capturando el aliento irregular de su encantado sirviente, quien apenas podía contenerse de no abrazarla para profundizar aún más el profundo contacto.
Finalmente los dos involucrados separaron sus bocas, dejando atrás como muestra de su travesura un delgado hilo de saliva que cubrieron bajo sus manos mientras pretendían que nada de tal magnitud había ocurrido.
—Entonces... —Cuando la voz ahora aterciopelada de Sharon volvió a escucharse, Alice sintió una corriente de electricidad abordar todo su organismo, simplemente le era tarea pesada volver a verla del mismo modo indiferente tras esa probada de salvajismo que la joven Rainsworth debía brindar a un amante en una habitación privada—. A juzgar por tu reacción, considero que tu intimidad con Oz-sama se ha convertido en algo monótono, ¿no es así? Debe ser desafortunado que una mujer sufra esta clase de síntomas.
—¿Eh... ? Y-Yo...—En esos momentos Alice se reconoció incapaz organizar sus pensamientos, balbuceaba y tartamudeaba sin hallar una salida a esta revoltura de ideas y sensaciones.
—No te preocupes, Alice-san, te ayudaré con propiedad a resolver este problema —le aseguró poniéndose firmemente sobre sus dos estilizadas piernas ocultándose bajo su vestido para enseguida dedicar a su invitada una sonrisa llena de lujuria—. Puedes empezar por llamarme "Sharon-onesama".
—¿Por qué necesitaría llamarte así? —inquirió Alice más confundida que nunca, por supuesto que no iba a recuperarse tan pronto del repentino brote de fieras hormonas, después de lo que había visto.
—Esa es mi manera de sentirme motivada —fue la única respuesta que Sharon ofreció antes de salir fuera de su posición para caminar más allá de los sillones donde permanecieron sentados sin mayores preocupaciones—. Sígueme —indicó con amabilidad, una sombra de dobles intenciones dominando su gesto dulce. Alice obedeció no sin antes sentir curiosidad sobre su nueva invitación pero hizo sus preguntas a un lado y se levantó; ya lo resolvería.
.
Cuando se adentraron aún más en aquella excéntrica mansión de vistosas figuras talladas en roca lisa, Alice sintió una sugerente alarma de alerta ser enviada hacia cada nervio distribuido por su sistema. No lograba comprender la razón detrás de la apariencia y esto había alterado aún más el tren de sus pensamientos. Break las seguía, nunca había dejado de seguirlas, en realidad lucía ansioso por llegar al destino al que Sharon los guiaba. La joven castaña no se decidía entre preocuparse de ello o no, ya que podría esperarse cualquier otra sorpresa nada agradable. Admitía que el suceso anterior había sido bastante candente pese a no estar directamente involucrada, presenciar la forma en que otros se besaban había encendido un interruptor de calor por todo su organismo, despertando en ella la excitación, y hacía mucho que no sentía en su cuerpo hervir de aquella manera. Gozar de un agradable choque de adrenalina recorriendo sus increíblemente susceptibles sentidos.
—Hemos llegado —Sharon anunció en un acento que a la castaña no pudo parecerle más sospechoso—. ¿Estas lista para descubrir la verdad sobre tus inquietudes, Alice-san?
—¿Significa que esto puede ayudar en mi relación con Oz? —quiso saber, dudosa.
—Bien, ciertamente debo confesar que eso dependerá de ti, nosotros sólo te brindaremos un impulso.
—Que así sea —concluyó Alice sin más, avanzando con seguridad para cruzar esa puerta en que Sharon se había detenido.
No pensó un instante ni consideró a dónde estaba siendo llevada, pues sólo tenía en mente su objetivo. Pero cuando se percató que aquella era una habitación armada hasta las esquinas de artefactos sexuales, se quedó pasmada arrepintiéndose desde lo más profundo de su corazón haberse confiado con tanta facilidad, quizás nunca creyó posible que la corriente de las circunstancias fueran a ponerse en su contra, ni que sería lanzada a golpearse contra un muro envuelto de enredaderas con espinas venenosas, listas para matarla.
—¿Q-Qué... qué es esto... ? —apenas pudo articular cuando escuchó a las puertas tras ella ser puestas bajo llave, al girarse descubrió que no estaba sola: Sharon y el payaso albino también ocupaban un espacio en la habitación con sonrisas que consiguieron inspirarle el más puro horror—. ¿Qué?
—¿Damos inicio, Alice-san? —dijo Sharon despertando en la receptora un escalofrío.
Su acento era demasiado dulce, despertaba millones de sensores de peligro en su tensa anatomía, incrementando al ver la manera sugerente en que comenzó acercarse mientras abría los primeros botones del cuello de su vestido.
—¡E-Espera... !
Con una serie de sencillos movimientos, Sharon había logrado su cometido de tirar contra la cama a su preciada huésped antes de posarse sobre ella, quien en su desdichada situación no pudo hacer más que sonrojarse furiosamente. Con su fuerza podría enviar a su agresora al suelo en cuestión de segundos pero los nervios y la repentina parálisis que sufrió le impidieron siquiera considerar evadir lo que se avecinaba en contra de su dignidad.
—No hay necesidad de estar avergonzada, Alice-san... nos vamos a divertir.
—¡No quiero! ¡Esto no fue lo que yo pedí!
—Para obtener un buen resultado es necesario que el interesado experimente las opciones que existen en carne propia, ¿no lo crees? —Sharon se separó ligeramente de su posición inicial y, ante la tímida mirada de Alice, se relamió los labios, anticipando un nuevo sabor en su boca. Con tal imagen la joven castaña sintió una gran presión en sus ovarios. Podía admitir que los gestos de aquella chica eran sensuales y que sabían cómo hacerla dudar de su orientación sexual—. Prometí que te ayudaría pero, para proseguir, requiero de tu consentimiento. Si haz decidido que no quieres esto entonces podemos parar pero, si tus deseos son que continuemos, debes mostrar algo de participación. Hay un sólo requisito.
—Lo entiendo... lo entiendo... —repitió Alice desesperada, perturbada. El extraño magnetismo del que estaba siendo presa estaba dominando su juicio, ya no podía pensar con claridad, pues su curiosidad y las hormonas que se agitaban en su cuerpo estaban esclavizando cada uno de sus sentidos— …Sharon-onesama.
Con frustración Alice restregó su nuca contra la superficie de la cama, pues no se creía que hubiese dicho tal cosa, era vergonzoso, lo más raro del universo pero estaba dispuesta a lo que sea, si era por Oz. Apretó los labios.
—He recibido tu petición —comentó Sharon complacida con la expresión de aquel bello rostro teñido de un llamativo color rojo, el cual parecía convencido en resistir toda clase de humillación. Al estudiar a fondo la figura de su huésped retorciéndose con incomodidad entre sus piernas -aparentemente impaciente- se dio cuenta que se sentía amenazada con la presencia de su sirviente en la misma habitación que ellas observándoles. Pero del mismo modo esto sugería ser la clave de su inminente excitación, por lo que una idea no tardó en ocupar su cerebro. Chasqueó los dedos—. Break, prepara la cámara.
—Enseguida, señorita —Xerxes se movió por el cuarto con actitud relajada, aunque presuroso por cumplir los dictámenes recibidos de su preciosa protegida.
—¿¡Vas a grabarlo!? —cuestionó Alice escandalizada.
—No lo tomes a mal, Alice-san. Siempre me he enorgullecido de que juzgo a mis clientes a la perfección.
—Encendido —informó un sonriente Break, enfocando la lente de la cámara hacia donde las dos damas yacían posadas, grabando la escena que se gestaba sobre la deslumbrante cama en la actualidad: una altamente sonrojada Alice que reclamaba con obvia molestia a una inmutable Sharon Rainsworth, cuyo único gesto en su cara era una sonrisa entretenida.
—¡No me jodas! ¡Nunca me dijiste que llevarías esto tan lejos!
—Una verdadera amante no le dice a su damisela que la complacerá hasta donde el cuerpo lo permita, simplemente lo hace —contrarrestó a la vez que lamía el largo de sus finos dedos con dedicación, lo que volvió a provocar que Alice se estremeciera de forma involuntaria—. No te preocupes, tan sólo será una pequeña estimulación.
—¿Estimulación... ?
No logró seguir, pues las manos de Sharon habían sujetado su entrepierna deliberadamente, presionando hacia el interior y deslizando el tacto de sus dedos hacia arriba y hacia abajo entre los labios vaginales. Por instinto Alice sintió la necesidad de cerrar sus ojos fuertemente pero, cuando al abrir uno sólo descubrió la figura de Xerxes rondándoles de cerca con la cámara, inexplicablemente sintió mayor el placer que la abordó allá donde Sharon acariciaba. Y al darse cuenta de tremenda realidad, rápidamente se perturbó.
—¿Oh? Te estás mojando mucho.
—¡No lo digas! —espetó Alice con la cara llena de vergüenza, se daba asco a sí misma al saberse emocionada por una situación así. De esta forma no sería digna de ver a Oz de nuevo a los ojos—. Maldición... me siento tan sucia.
Con la ternura propia de una hermana amorosa, Sharon sujetó a la castaña de la barbilla y con suavidad la posicionó en su dirección para que sus labios se impactaran con la posesividad de una amante recelosa, mordiendo y bebiendo de la húmeda cavidad al ritmo en que las caricias de sus manos sobre las piernas de su clienta aumentaban; pasando de los muslos a la sensible clítoris, arrancándole discretos gemidos de la boca.
—No debes avergonzarte... el placer sexual es algo normal —dijo antes de depositar un nuevo beso en aquellos labios que le tentaban al pecado, fascinándola con su sabor a miel. Alice entonces simplemente se dejó hacer, siguiendo los movimientos de aquella boca con algo de timidez, disfrutando poco a poco de ese libido contacto.
—Sharon-onesama... —suspiró sintiéndose drogada.
La delgada lengua de la joven Rainsworth pasó a ocupar lugar en la piel de su cuello, saboreando su textura, preparándola para los mordiscos que ejecutó con sus dientes, lentamente infestándola de lujuria. Dejó que una línea de besos descendieran sobre su pecho, apartando los mechones de cabello castaño que se interponían en su camino a la entrepierna, donde se mantenían sus dedos en constante movimiento. Sin querer la boca de Alice liberó un agudo gemido cuando su pecho quedó al descubierto y la lengua de Sharon volvió para lamer los pezones ahora expuestos mientras frotaba su rodilla contra el endurecido clítoris, arrasando con los fragmentos de decencia que le quedaban.
—Oh vaya~ me hipnotiza en serio cuando toma el control total, señorita —comentó el albino sin borrar un instante su sonrisa, pues como él que poseía nulo interés en el cuerpo humano consideraba artesanal la manera en que su protegida ejecutaba el sexo entre doncellas, del modo en que lo sometía al limite.
—Break, silencio... —replicó impidiendo que se escapara de su boca el tibio liquido que había obtenido con el obsesivo tratamiento en los pechos de Alice.
—Lo siento, tenía que expresar lo mucho que amo verla de ese modo.
—Si tanta es tu necesidad por participar, ¿por qué no te acercas y grabas esta hermosa pieza de arte? —Los dedos de Sharon abrieron la zona intima de la castaña que se mostraba esplendorosa y mojada en dirección a la lente digital.
—¡Oy-
Las replicas que Alice planeó en un principio escupir con la violencia que le caracterizaba fueron apaciguadas por las caricias internas en su vagina. Los dedos de Sharon trabajaban con moderada velocidad, tocando en medio de los labios mayores, invadiendo el recto y presionando el clítoris dentro de un apresurado vaivén. La lente de la cámara registraba cada pequeño detalle, maniobraba con habilidad entre las diestras manos de Break, quien no dejaba de sonreír por la manera en que veía a Alice perderse en las oleadas de placer que la propia Sharon le entregaba.
—Estoy segura que Oz-sama estará complacido con este presente —felicitó Sharon sintiéndose un tanto acalorada por la respiración que la castaña expulsaba muy cerca de su cuello, estando tan cerca estaba resistiéndose con voluntad de hierro. Amaba a las mujeres y más cuando estaban idealizadas en un sentido más primitivo y vulgar, similar a aquel en que Alice se encontraba involuntariamente.
—Opino que será mucho más satisfactorio si le mostraras a una Alice menos sumisa, eso beneficiará ambos extremos de la plataforma.
—Tienes razón, Break. Yo... no creo resistirlo más.
Con ello dicho, Sharon volvió abalanzarse sobre Alice capturando su boca en un beso fogoso al que la receptora apenas fue capaz de seguir, el calor que aún experimentaba en su cuerpo le había ayudado bastante para acoplarse a esta vigorosa situación. Realmente ya no le importaba saberse besando a una mujer como ella, se sentía demasiado bien como para frenar tan delicioso curso por una insignificancia de género.
Le haría ver al sirviente de Sharon Rainsworth de lo que su pasión era capaz y se lo haría disfrutar al máximo del mismo modo en que haría gozar a todo aquel que viera ese video.
Sus manos se movieron por la espalda de su amante, aventurándose por primera vez bajo aquellas telas, sosteniendo los glúteos entre sus palmas antes de tratar imitar los movimientos de Sharon en ella. Se deshizo lo más rápido que pudo del apretado corsé y abrió en su totalidad el largo vestido para besar al fin la piel contraria, priorizando el poner a prueba lo aprendido. Succionó, lamió y besó los pezones erectos, frotándose contra aquel otro cuerpo que aún le guiaba aunque pareciera que esa posición le diera a Alice libertad de acción.
—¿Qué te parece? ¿Lo hago bien? —cuestionó nada más para asegurarse. Sharon no respondió, se limitó a inclinarse para tener mejor movilidad, así volviendo a tomar el control para apelar a su satisfacción personal, la cual ya se encontraba al borde del abismo.
—Recuéstate —ordenó y Alice obedeció instantáneamente, recibiendo en sus labios la vagina de Sharon que se había acomodado sobre ella para que terminaran de una vez por todas con esto. Ante ello Xerxes se vio obligado a elegir un nuevo angulo, de tal manera que pudiera apreciarse el rostro de Alice complaciéndola, su vista deslizándose secretamente hacia arriba para deleitarse con los gestos que se dibujaban en los músculos faciales de su amante—. Sube un poco —exigió ésta retrocediendo sus caderas—. Ahí.
Tras recibir un espasmo, llamó con un gesto de su mano a su sirviente para que le entregase cierto objeto que Sharon llenó de saliva con un poco de impaciencia para depositarlo en el interior de quien de inmediato paró su actividad al ser abrazada por aquella sensación que ya conocía, ignorando el hecho incuestionable que la dureza distaba bastante de la sensación cálida que regala una extremidad humana, más si éste de pronto comenzaba a vibrar contra las paredes de su carne.
—¡One-sama... ! —exclamó a modo de replica, sorprendida.
—¿No usaste antes algo como esto?
—No creí... llegara a necesitarlo pero, de algún modo, se siente bien...
—Me alegro.
Con suaves movimientos Sharon penetró aún más el dildo que manejaba con sus manos, provocando que Alice jadeara esta vez sin control, no importándole que la cámara enfocara a su rostro, como prueba de su disfrute relamió sus labios sin pudor hacia esta, grabando para siempre sus exquisitas expresiones de absoluto placer conforme el dildo se agitaba dentro -cada vez más dentro- de ella.
.
Con el enardecimiento propio de su personalidad, Alice reverenció efusiva a su benefactora Sharon Rainsworth, quien yacía con una sonrisa enfrente de ella, intentando plasmar en ese simple gesto cuan agradecida se encontraba con su apoyo, pues había descubierto todo un universo de placeres a su lado y dudaba fuese alguna vez a olvidar la magnificencia de sus excéntricos métodos cuando cerrara los ojos. Había sido su primera vez con una mujer y no dudaba un instante que hubiese sido la mejor de todas sus experiencias sexuales actuales.
—¡Muchas gracias! ¡Han sido de gran ayuda! —recalcó sin conseguir retener el calor que amenazaba con hacer estallar su cara. La imagen del cuerpo desnudo de Sharon continuaba nítida en su cabeza por lo que prometía ser tarea pesada siquiera atreverse a mirarla a los ojos. Ver su hermosa cara de porcelana y aquel delgado cuerpo la haría recordar la esbelta figura que existía bajo las elegantes vestiduras que portaba y de los gestos de placer que tuvo la dicha de admirar mientras se infligían placer la una a la otra entre las cuatro paredes de aquella habitación—. Me esforzaré al máximo cuando llegue el momento. ¡En verdad se los agradezco mucho!
—Al contrario, Alice-san, fue un placer servirte de guía.
La risa melodiosa de Xerxes surgió como acompañamiento a la broma sutil que había jugado su ama contra la más que apenada castaña, quien volviendo a reverenciarla directamente se despidió de ambos más segura de si misma, precipitándose a la limosina con la que había llegado ante las enormes puertas de la mansión Rainsworth. Sharon y su leal sirviente la vieron desaparecer en el interior del vehículo, el cual no tardó en poner marcha de vuelta a las calles de Reveille, perdiéndose lentamente con la distancia. Pasaron algunos segundos para cuando la joven noble se giró al interior de la construcción y -con una delicada sonrisa dibujada en el rostro- comentó al albino retomaran la hora del té ya que le apetecía una taza en ese momento, petición a la que su acompañante no se negó, pues tal sugería una brillante idea para cerrar un trabajo bien hecho con broche de oro.
To be continued.
Notas Finales: Tengo un pequeño headcannon en donde Sharon y Break comparten el gusto por complacer a desconocidos. ¿Quieren saber cuál fue la experiencia de Gilbert?
