Este fic NO es mío. Este fic es de KayJuli. La podéis encontrar en FF.net.
La traducción viene a ser lo más fiel posible. Siempre que podáis leed el fic original.
* ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * El Poder de Dos Corazones * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ *
CAPÍTULO 3
Ciudad de Glanz - Cinco Siglos en el Pasado
Gritos en la oscura noche, fuegos ardiendo en varias partes de la ciudad, encendiendo el cielo en su luz anaranjada. Soldados Verborgen marchando, gritando órdenes.
"¡No, por favor! ¡No mi casa!" Las palabras vinieron de un hombre que fue echado fuera de su casa, junto con su familia. Dos niñas pequeñas se encogieron de miedo contra su madre, con los ojos muy abiertos.
"¡Ya no es tuya!" el soldado implacable retorció. Su negra armadura brilló en la luz de los fuegos que estaban consumiendo la ciudad. "¡No queméis esta casa!" ordenó a los portadores de las antorchas.
"¡Sí, Matsuba!"
El hombre miró con incrédulo horror como los logros de su vida fueron tomados en un abrir y cerrar de ojos. Vio las caras temorosas y heridas de su familia y su corazón se hundió. Habían perdido todo excepto la ropa en sus espaldas.
Matsuba caminó hacia él. "Será mejor que se levante y corra," dijo con la más odiosa sonrisa de satisfacción que el otro había visto jamás.
"¡¡¡Papi!!!" Gritó una de las niñas, su pequeño tembloroso dedo apuntando a algo detrás de él. El hombre se dio la vuelta. Más soldados en amenazante armadura negra estaban corriendo sobre sus caballos, espadas desenvainadas, cazando a las personas que reconoció como sus vecinos. Parecía ser alguna clase de juego enfermizo. Agarró a su hija más pequeña.
"¡Corred!" gritó a su familia. Su esposa corrió detrás de él, llevando a la otra niña.
Un sonriente Matsuba se quedó detrás, riéndose de la escena, sus pequeños ojos brillando con satisfación.
"¿Qué es tan gracioso?" La pregunta le sobresaltó y se giró.
"¡Oh, eres tú, Arai! ¿Por qué esa cara seria?"
"¿No lo puedes oír? ¿Los gritos, los sollozos? ¡La ciudad está siendo destruida!"
"Podemos dejar el incendio para después." Matsuba miró a Arai desconcertado. "¿Cuál es el problema? ¿No estamos destinados para dominar y ellos ser dominados?"
"¿Pero por qué quemar la ciudad?"
"Para eliminar lo que no se quiere y eso significa la mayoría de la ciudad. ¿Ves esta casa?" Dio un paso atrás, ondeando un brazo pesado al edificio. "Salvado para mí. Está bien construido."
"¿Pero el dueño?"
"Decidió irse," Matsuba contestó serenamente. Él miró alrededor. "No puede haber nadie más escondiéndose aquí. Sigamos. Los indeseables se están reuniendo en la plaza mayor."
Arai murmuró bajo su respiración, caminando despacio.
La voz de Matsuba era seca. "Ten cuidado, Arai. Cualquiera que no te conozca puede sospechar que estás disgustado con nuestro sistema."
Arai cabeceó en silencio. Él realmente tenía que tener cuidado. Matsuba nunca podría cuestionar su lealtad a la ideología de sus personas, pero otros podrían, si lo oyeran. ¡Y tendrían razón!
Una ruidosa, inquieta muchedumbre se reunió en la plaza mayor y las calles cercanas. En medio de la rosa cuadrada un monumento - una muchacha joven en un caballo blanco - el símbolo de su civilización. Era casi posible sentir el viento que soplaba su pelo detrás de ella. Pero ahora, el sentimiento era uno de miedo y calor. Detrás del monumento estaba el gran Palacio de Glanz desde donde el Emperador tenía que cada noche estar arrastrando y asesinando. Soldados en armadura negra, sus caras tan duras como las piedras del palacio, de pie en el lugar de los guardias del palacio. Y allí en el gran balcón desde donde el Emperador siempre se dirigía a las personas, estaba un extraño. Su armadura, en negro y rojo, mostró que él era el líder de los Verborgen.
"¡Silencio!" La orden sonó y el fragor cayó al instante. Las caras ansiosas se voltearon al balcón.
"¡Personas de Glanz, ahora estáis bajo nuestro control!" El hombre en la armadura roja habló en tono culto, apenas enmascarando un tono de triunfo. "¡Averiguaréis que esto no sólo está pasando aquí sino también en cada ciudad importante del mundo en este preciso momento!"
Medio oculto en la oscuridad, Arai frunció el entrecejo con disgusto cuando miró arriba en el balcón.
"¿Por qué están haciendo esto?" Gritó alguien en la muchedumbre.
"Es bastante simple. Merecemos una mejor posición. Somos la raza superior. ¡Uno de nosotros es más valioso que todos vosotros juntos!" La muchedumbre tembló.
"¿Van a matarnos?"
"Ésa era la idea inicial pero simplemente mataros nos causarían muchos más problemas y de hecho los necesitamos." Hizo una pausa y su sonrisa era malévola. "¡Ahora nos servirán como nuestros esclavos! Y yo - yo soy vuestro Emperador, Todashi Ohira."
"¡Nunca lo serviremos! ¡¡¡No puede forzarnos!!!" Una voz diferente, fuerte y desafiante.
"¿No puedo? Mirad." Los ojos oscuros de Ohira buscaron en la chusma y localizaron al dueño de la voz rebelde. Un movimiento veloz de su mano y todas las personas que rodeaban al rebelde fueron tirados a los lados. El defier permaneció solo. "Tú harás cualquier cosa que nosotros queramos."
"No lo haré." Los labios del rebelde apenas se movieron como si se estuviera haciendo una promesa a sí mismo.
"¡Veremos eso!... ¡¡¡Arrodíllate!!!" ordenó el Emperador.
"¡Me niego!"
El emperador Ohira concentró sus energias en el impertinente 'esclavo'. El hombre sentía una ola de calor, como un fuego quemándose dentro de él, la peor sensación que jamás había sentido. Algo empezó a forzarlo, desordenando su mente. Intentó mirar arriba, pero no pudo. Ya no se controlaba.
"¡Arrodíllate!"
Y él lo hizo, de mala gana, su mente gritándole que luchara contra el poder que gradualmente lo consumía pero él no pudo. Gotas de sudor corrieron bajo su cara. Los otros alrededor de él estaban aterrados porque reconocieron que era su gobernador el que estaba en sus rodillas ante el Emperador de Verborgen.
"Puedo hacer que hagas cualquier cosa que yo quiero. Harás bien en cooperar si valoras tu vida..."
Así como él hablaba, soldados Verborgen explotaron el monumento y entonces la amarga realidad golpeó a los ciudadanos de Glanz: ahora estaban bajo el mando de los Verborgen. Los primeros rayos anaranjados del sol de la mañana iluminaron el contorno del palacio, prometiendo un nuevo y bonito día pero para Arai presagió el principio de una era oscura.
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Cinco Años Después
Desde su sala de estar, Arai esperó para que el día pasara. La ociosidad le volvía loco. Alguien llamó y su hijo fue a abrir la puerta. Algunos segundos después, el muchacho regresó con un visitante. Arai levantó la vista.
"¡Clow!" Saludó al hombre.
"Es un placer verte de nuevo, Hideko," dijo Clow. Arai le hizo señaspara que se sentase y entonces se volvió a Mitsuyo.
"Ve a llamar a tu hermana."
"Pero ella está 'muy ocupada'," dijo el muchacho, imitando la voz de su hermana. "Por lo menos eso es lo que dijo cuando me echó de su habitación."
"Dile que quiero que venga aquí."
"Pero, padre..." El muchacho dudó, renuente. ¿Por qué su padre le enviaba siempre para recados cuándo venían visitantes? Otra mirada de su padre y salió corriendo. Arai cerró la puerta. Empezó a moverse alrededor del cuarto, deteniéndose solo para decirle a Clow:
"Yo... Yo he estado pensando sobre tu proposición y no puedo resistir estar entre ellos más. Me dan asco. Y, Clow, siento que están sospechando de mi lealtad."
"Y con razón. No estás siendo muy cuidadoso. Tratas a los esclavos como a iguales. Ayer incluso agradeciste a uno de ellos delante del general."
"Casi dejé caer los papeles del general y el esclavo vino a mi ayuda. Ni siquiera noté que le dí las gracias."
"Bien, lo hiciste."
"Entonces, quizás deba ir contigo y meterme en la Resistencia."
Clow Reed sonrió. Justo entonces, la puerta se abrió y Mitsuyo volvió con una bella muchacha de quince años. Su largo pelo de color miel fluía abajo hasta la mitad de su espalda. Sus ojos verdes estaban brillando, como siempre lo hacían.
"Reed-San." saludó ella.
"¿Cómo estás, Maaya-chan? ¿Has estado entrenando?"
Ella contestó juntando sus manos e inmediatamente el cuarto estaba lleno con luces que flotaban y mezclaban en el aire - luces rosas, rojas, amarillas, azules y verdes.
"Muy bien, Maaya, ¿pero para que sirve semejante exhibición?"
"Ha estado entrenando mucho, Clow," interrumpió Arai. "Aprende rápidamente y pronto sabremos de lo que ella es capaz. Por ejemplo, ayer, Mitsuyo empezó a actuar muy extraño. Maaya estaba estudiando en su cuarto y oí que ella le dijo a su hermano que le trajera algo de comer. Claro él dijo que no, como siempre. Las cosas estaban en silencio de nuevo y cuando levanté la vista, ahí estaba Mitsuyo, llevando una bandeja con una manzana en ella, no muy propio de él. Ella le hizo obedecer."
"No sabía que habías visto eso..." Maaya estaba pálida pero contenta.
"¿Hiciste eso?" Preguntó Clow, divertido. "Qué raro pero impresionante para alguien tan joven."
Maaya se sonrojó con placer. Clow Reed sonrió. ¡Qué alumna! En el momento en el que él la había visto, cuando tenía un año, supo que ella podía ser igual de fuerte que él. Quizá aun más fuerte.
Celoso de la atención que tenían sobre su hermana, Mitsuyo imitó: "Muy impresionante, Maaya. Pero consigue a otro conejillo de indias para probar tus habilidades..."
Y ellos se rieron pensando con que facilidad pudo ella controlar a su hermano, mientras él estaba de pie allí frunciendo el ceño...
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Pueblo de Orion - Tiempo Presente
Al golpe suave en la puerta, May Yu la abrió encontrando a su hermano, Syaoran, estando allí de pie, parecía cansado, llevando una pequeña carga.
"Rápido, May Yu," Llamó por encima de su hombro a la vez que se dirigía hacia su cuarto. "Trae un poco de agua caliente y toallas. Está sangrando."
May Yu obedeció y Yelan siguió a su hijo con una vela. Syaoran quitó la bolsa de la muchacha desconocida de sus hombros y la puso en la cama, quitándole su capa.
"¿Que ha pasado?" Preguntó Yelan, poniendo la vela en una mesa.
"Los guardias estaban buscándola." Tiró su capa sobre una silla. "Intentaron herirla antes de que pudiera llegar a ella y está sangrando mucho."
Yelan ya podía ver la sangre en la ropa de su hijo y en sus manos. Syaoran abrió un poco la camisa de la muchacha y encontró la herida - un corte de espada justo encima de su cintura. Ese era el porqué de que hubiera llorado en la callejuela. No era amplia, aproximadamente cuatro pulgadas*. Pero estaba sangrando mucho. Suspiró, aliviado al no ser muy profundo.
"Aquí." May Yu aparecía con un cuenco de agua caliente y toallas colgando encima de sus brazos. (Nota de la autora: Podríais preguntaros - "¿Cómo pudo traer el agua caliente tan rápido?" La respuesta: "Magia." ¿Bastante evidente, no creeis? ^_^) Yelan puso el cuenco al lado de Syaoran. Él tomó una toalla, la mojó y empezó a limpiar la herida.
"Mmm..." Finalmente lo vio mejor. "Necesitará algunos puntos. May Yu, trae algo para anestesiarla." Estaba acostumbrado por la rutina. Sabía exactamente lo que estaba haciendo.
De un cajón, tomó lo que parecía ser un equipo de primeros auxilios y, abriéndolo, escogió una aguja...
# * # * # * #
"¿Dónde puede estar?" Fujitaka iba de un lado a otro. Miró el reloj de la pared. Ya eran las nueve y media y todavía nada. Habían estado buscando a Sakura durante cuatro horas. Tomoyo entró, exhausta. "¿Algo?" Exigió Fujitaka.
"Perdón, señor. Busqué arriba y abajo, todos los lugares en los que normalmente se esconde. No he podido encontrarla."
"¿Qué es lo que ha podido pasar? Nunca antes ha desaparecido durante tanto tiempo."
Touya regresó frustrado. Al ver a Tomoyo, decidió hacerla su desahogo.
"¡Tú! ¡Es todo culpa tuya! Si sólo tú-"
"No, Touya. No culpes a Tomoyo" dijo su padre. "Es culpa nuestra. No luchemos. Debemos encontrarla."
"¿Pero dónde? Ya hemos buscado por toda la propiedad"
"Entonces ahora debemos preguntar a los vecinos. Venga."
"Que vergüenza. Qué pensaran los vecinos..."
"¿Por qué me tengo que preocupar por ellos?" Fujitaka sacó una foto. "Yo solo quiero encontrar a mi hija." Y él dejó el cuarto, seguido por Tomoyo.
"Sakura..." Susurró Touya antes de seguir a su padre.
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Syaoran y Yelan se sentaron fuera del cuarto de Syaoran, esperando a que May Yu terminase de cambiar de ropa a la muchacha. Finalmente apareció, los ojos desorbitados como si hubiera visto un fantasma o algo.
"¿Qué pasa, mi hija?"
"Yo-yo..." May Yu no podía evitar tartamudear, así era su incredulidad.
"¿Tú qué?" Syaoran preguntó, levantándose.
"Conozco a esa chica."
"Esas son buenas noticias. Entonces, ¿quién es ella?" Preguntó él acercándose a su sorprendida hermana.
"Ella-ella es..."
"¡Suéltalo!"
"Ella es Kinomoto Sakura. La hermana de Kinomoto Touya, el soldado del Ejército Imperial Rojo."
"¡¿Que?!" Madre e hijo hablaron al unísono.
"¿Estás segura?"
"Claro que estoy segura, Syaoran. Yo cuidé de su abuela durante cuatro meses. ¡Sé como es su apariencia, y ésa es ella!"
"El cuarto es oscuro." Cruzó sus brazos, todavía dudoso.
"Puse la vela cerca de su cara para examinarla. Es ella."
Syaoran se volvió a su madre como si preguntando: ¿y ahora qué?
"Bien, entonces esperaremos y veremos. Debemos acostarnos ya, antes de que los guardias noten las luces y vengan a ver que está pasando."
"Bien... Entonces, ¿dónde duermo?"
"En tu habitación, claro." Contestó Yelan.
"Mamá, yo no puedo dormir allí."
"¿Por qué no?"
"Hay una chica en mi cama."
"¿Y qué? ¿Tienes miedo de que ella te vaya a morder?" Yelan preguntó y May Yu resopló. Syaoran entornó sus ojos hacia su hermana. "Dormirás en tu cuarto, Syaoran. Además, ella podría despertarse y podría intentar escapar de nuevo, y esta vez la cogerían. No hay nadie mejor para vigilarla que tú"
Yelan y May Yu fueron a sus cuartos, pero no sin antes sonreír perversamente a Syaoran. Él dudó y entonces lentamente alcanzó la vela y se dirigió hacia su alcoba. Puso la vela en la mesa y abrió su armario. Sabía que ella no iba a despertarse debido a la droga que May Yu le había dado, pero aun así se quitó su ropa rápidamente y se puso una camisa y pantalones. Extendió una manta en el suelo y se tumbó sobre ella. Entonces notó que no había apagado la vela. Se puso de pie y... Un impulso dio lo mejor de él. Recogió la vela y caminó hacia la chica. Su pelo cubría parcialmente su cara. Apartó el pelo a un lado y la miró fijamente.
Así que ésta es Kinomoto Sakura... Es algo mona. Casi inmediatamente se paró en lo que acababa de pensar. ¡Qué?! Oh, chico... Apagó la vela y se estiró en su improvisada cama. Esta va a ser una largaaaaaa noche...
Continuará
& * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * & * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * &
¡Review!
KayJuli
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Ciao
Kassy99
