Capitulo 8: De vuelta en Emyn Arnen

- ¡Allí está!

El grito de alegría se alzó cuando las primeras luces del alba hicieron visibles las sombras de la ciudadela sobre Emyn Arnen.

Hareth corrió algunos metros y se detuvo para mirar tras de sí, donde Hiril seguía sus pasos lentamente, apoyándose en un gastado bastón de cedro.

- Me muero por un buen desayuno- dijo Hareth en voz alta.

La mujer sonrió divertida, provocando que su cara se cubriera de arrugas.

- Pronto, pequeña- respondió.

La muchacha asintió y echó a correr nuevamente algunos metros, hasta detenerse al pie de la colina, junto a un camino de tierra batida.

- La Puerta Grande- informó Hareth, señalando una estructura de madera y piedra blanca que se alzaba a pocos pasos.

Hiril asintió acercándose a ella, mientras a su alrededor se arremolinaban viajeros y soldados, ya que aquella senda que atravesaba la puerta ascendiendo por la colina, era la entrada principal a la ciudad.

La muchacha buscó con la mirada a algún soldado conocido, antes de entrar en la ciudad quería asegurarse de que la dama Eowyn no se había enfadado con ella por haberse marchado sin avisar.

Pronto divisó una insignia en forma de luna, y sonriendo, corrió al encuentro del soldado que, apoyado sobre el muro y con la mirada perdida, guardaba una de las entradas laterales reservadas a las mercancías frágiles o de gran tamaño.

- ¡Beregond!- lo llamó a viva voz.

El capitán de la Compañía Blanca, parpadeó y levantó la cabeza al escuchar su nombre. Sus ojos se abrieron como platos al identificar a la muchacha que corría hacia él.

- ¡Señorita Hareth! – exclamó sin salir de su asombro.

- Hola Beregond ¿cómo te va?- sonrió ella cuando se detuvo a su lado.

- ¿¿Qué como me va?? Señorita, ¿¿dónde ha estado todo este tiempo?? ¡Por los dioses! La mitad del ejército ha salido a buscarla!

Hareth tragó saliva, pálida como el mármol. - Oh, oh…

- La llevaré al castillo antes de que el señor Faramir pida a los ejércitos del rey que vengan para ayudarle a buscarla.

- ¡Espera un momento! Hiril tiene que…

- ¿Quién?

- Hiril – respondió ella- es una mujer muy simpática que me ha acompañado por el camino, está justo allí.

El capitán buscó con la mirada donde la muchacha señalaba.

- No veo a ninguna mujer.

- Que extraño, si estaba ahí hace un segundo- dijo ella.

- No perdamos más tiempo señorita Hareth- exclamó Beregond

- Pero…

- ¡Brandir! cubre mi puesto!– gritó el capitán a un joven soldado que a pocos metros
mantenía una animada conversación con un comerciante.

El joven asintió y corrió a ocupar el lugar de su capitán, no sin antes dirigirle una mirada curiosa a Hareth.
La muchacha pronto se vio arrastrada hacia el castillo, escuchando los comentarios sobre su poca sensatez de boca de casi todos los habitantes con los que se cruzaban.


Cuando se detuvo ante la gran puerta labrada del castillo, Hareth suspiró, llegar hasta allí escoltada por un soldado empezaba a convertirse en una costumbre.
Mas aquella vez no le hizo falta poner un pie en el interior del edificio para que todos los habitantes del castillo salieran a su encuentro.

Su sorpresa fue mayor cuando la dama Eowyn la recibió con un abrazo y una sonrisa que habría asegurado era de profundo alivio.

- Gracias a Ilúvatar que estás bien- dijo la dama.- estábamos muy preocupados.
Hareth bajó la mirada, arrepentida.

- Lo siento mucho, me perdí y …

-¡Hareth!

El grito provocó que la muchacha se girara, al reconocer la voz de Angol tras de sí.

- ¡Hareth! ¡estás aquí de verdad! – exclamó el joven - ¡¿se puede saber donde te habías metido?!

- ¿Estabas preocupado?- dijo ella con una sonrisa pícara.

Angol se sonrojó ligeramente – Claro… digo no…bueno, pero es que…

- Vamos, si no me ha pasado nada.- exclamó Hareth, quitándole importancia.

- ¡Nada! ¡te pierdes en el bosque y eso no es nada! Las niñas no deberían alejarse solas en el bosque.- prorrumpió él.

- ¿Niña yo? – dijo ella con el cejo fruncido.

- Vamos muchachos- interrumpió Eowyn, sonriendo ante la discusión.- Es hora de desayunar, hablaremos más tranquilos dentro.

- Sí por favor- dijo Hareth- tengo fango hasta detrás de las orejas.
La dama rió y los invitó a seguirla hacia el interior del castillo.

****

La noche parecía haber surgido de pronto aquel día de primavera, las nubes negras cargadas de lluvia atestaban el cielo y el mundo parecía haberse sumido en la oscuridad antes del atardecer.

Las calles estaban desiertas y en los hogares hombres y mujeres se arremolinaban junto a los candiles y el fuego del hogar, esperando el anunciado chaparrón.

En el castillo de Emyn Arnen reinaba el silencio, y Hareth, aprovechando tan inusitada situación, se había apresurado a marchar hacia la biblioteca para ocupar sus pensamientos en aquello que la había mantenido absorta en los últimos meses.

Movió ligeramente la vela y pasó la página. Tras pasear la mirada por los párrafos, tomó la pluma entintada que descansaba a su lado y escribió algunos números acompañándolos de dibujos geométricos.

- Hola Hareth.

La joven alzó la cabeza y justo frente a sí contempló un rostro sonriente de ojos grises.

- Hola Angol- saludó ella - ¿Qué haces por aquí?

- Venía a traerte el libro que me prestaste- dijo él dejando sobre la mesa un pequeño y viejo libro de tapas oscuras.

- Ah, si, gracias.

- ¿Aún continuas con esos libros sobre estrellas?- inquirió Angol inclinándose hacia ella y observando el pergamino.

- Si.

- Son textos muy complicados.

- Lo sé.

- En fin…- el muchacho hizo una pausa tras suspirar- dime Hareth ¿vendrás a mi fiesta?

- Claro, no podría perderme tu quinceavo cumpleaños – sonrió.

- Bien, pasaré mañana a buscarte. Pero no te quedes todo el día entre los libros ¿de acuerdo?

Ella le sacó la lengua a modo de respuesta provocando la risa de Angol.

- Así me gusta.

- Pronto será la hora de comer- dijo ella- tu madre no se enfadará si llegas tarde?

En el rostro del joven se reflejó el miedo y tras mascullar algunas palabras ininteligibles salió corriendo como si le persiguiera un troll.

- ¡Hasta mañana pequeña Hareth! ¡y ponte un lindo vestido para la fiesta!

La muchacha se cruzó de brazos.

- Idiota- susurró para sí.

Suspiró profundamente y volvió su atención al libro que tenía delante.


- Rayos- masculló tras unos minutos- esta información es incompleta, no me sirve.

- ¿Hareth?

La muchacha levantó la vista nuevamente y se topó con el rostro pálido y los ojos oscuros llenos de curiosidad de su maestro.

- ¿De nuevo leyendo esos libros?- inquirió Veantur.

- Ajá- sonrió ella.

- Realmente no entiendo lo que pretendes estudiando todo esto.

- Quiero saber lo que dicen las estrellas- respondió Hareth.

- Las estrellas no hablan- sonrió su maestro.

Ella le dirigió una mirada que decía "acaso me crees tan estúpida".

Veantur suspiró.
- El arte antiguo es solo un mito, un cuento, nadie puede leer en las estrellas, hablar con los animales, ni elaborar pociones de amor.

- Al menos no en este lugar- comentó Hareth- aquí no hay ningún libro interesante.

Él sonrió en una mueca – Deberías visitar la biblioteca de Minas Tirith, aunque tampoco es que vaya a servirte de mucho.

- ¡Qué gran idea!- exclamó ella.- Quizás allí me tropiece con Hiril de nuevo.

- Esa mujer solo se rió de ti, no deberías creer en todo lo que te dice la gente. Además en verdad deseas ser como ella, ¿quieres ser una vieja bruja?

- ¿Una bruja?- la muchacha quedó pensativa unos segundos.

- Sí, como la reina Beruthiel por ejemplo.- dijo Veantur.

- Mmmmm

- ¿Hareth? ¿Hareth en qué estás pensando?

- ¿Yo? En nada, nada- sonrió ella con inocencia.

Su maestro suspiró.
- No empieces a darle vueltas a esas ideas tuyas y dedícate a tus deberes, que llevas retraso en tus estudios de la historia de Gondor.

- Sí, sí, me pondré a estudiar- dijo Hareth poniendo una mueca.

- Así me gusta pequeña- sonrió Veantur dándole una suave palmada en la cabeza.

La muchacha sonrió y su maestro tras despedirse con un gesto de la mano salió de la biblioteca. Cuando sus pasos dejaron de resonar en el pasillo tras la puerta cerrada, Hareth se levantó de un brinco de su asiento.

- ¿Pequeña? ¡¿Pequeña yo?! ¡Ja! - exclamó – No soy pequeña ¿qué se habrá creído? Y si deseo ser una bruja lo seré!

Abrió de golpe el libro que tenía ante sí y pasó varias páginas hasta encontrar lo que buscaba.

- Seré la más hermosa y poderosa y nadie volverá a llamarme niña.- masculló.

Con fuerza, arrancó la página del libro que tenía ante sí, y lo metió en el bolsillo de su vestido.

Dejó el libro en la estantería y tras recoger sus cosas, salió de la biblioteca.

****

- ¡Hareeeeth!

La muchacha tomó aire, esperando que su respiración no la descubriera. Apoyó el rostro contra la fría piedra al tiempo que todos sus músculos se tensaban. Poco a poco las voces se fueron alejando y cuando finalmente desaparecieron, suspiró largamente.

- ¿Quién me manda a mí a meterme en semejante sitio?- masculló.

Recogió la falda de su elegante vestido color lavanda y trepó por la enorme roca tras la que se había escondido.

Al llegar a lo alto, tomó asiento con un suspiro de alivio y contempló maravillada la luna y las estrellas. La brisa de la noche era lo que necesitaba para despejarse, no habría aguantado ni un minuto más dentro de aquella "fiesta".

- Fiesta- susurró- esto no es una fiesta, es una reunión de proyectos a soldados.

A la muchacha no le había sentado demasiado bien ser la única chica dentro de aquel salón, al menos su amigo podría haber tenido el detalle de comentárselo antes de invitarla. Aparte de ello, no consideraba que los asistentes hubieran sido demasiados corteses con ella y no hacían más que reírse y hacer tonterías con algunas jarras de cerveza.

Con una mano deshizo su peinado, agradecida de poder quitarse aquellos adornos que tanto tiraban de su cabello.

- Tanto esfuerzo para nada- se dijo, recordando cuantas horas le había costado ponerse tan elegante.

- Yo no diría para nada.- la interrumpió una voz.

Hareth bajó la cabeza y a un metro se encontró con uno de los muchachos de la fiesta. De ojos oscuros y cabello rubio, iba ataviado con una capa roja, y sonreía divertido al verla sentada allí arriba, mirándolo con curiosidad.

- Tu cara me resulta familiar- dijo ella.

Él rió – Bueno, mi nombre es Brandir, y …

- ¡Ah! Tú trabajas en la Puerta Grande.- exclamó ella, recordando.

- Sí, eso es.

- ¿Y quieres algo?- preguntó Hareth

- Quiero muchas cosas pero no todas me están permitidas – sonrió él.

- Em…

- ¿Puedo sentarme contigo?

Ella se encogió de hombros.

- ¡Brandiiiiiiiiiiiiiiiir!

El grito proveniente del interior del hogar, hizo que el muchacho diera un brinco.

- Te llaman – rió Hareth.

- Sí, una lástima- sonrió él- espero verte pronto, Hareth.

- Sí…

Tras una ligera reverencia Brandir desapareció tras la puerta llena de luz, dejando allí a una desconcertada muchacha.

- Vaya - susurró ella – será posible que esa poción esté funcionando de verdad…

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Mmmmmmm espero ke les haya gustado este capi jeje de repente me ha dado por darle un vuelco total a la trama :P espero ke no me haya salido muy raro ^^

muchas gracias por los reviews!!!!!