Capitulo 9 :

Aspiró profundamente y se tapó la nariz, poniendo una mueca de disgusto. El pequeño frasco de cristal despedía un olor pestilente, el líquido verde que contenía brillaba con intensidad tras la luz de la vela.
La ventana abierta hacía que un aire fresco recorriera la pequeña habitación que en ese instante más parecía una cocina de alimentos singulares.

Hareth tomó el frasco y dejó que el contenido se deslizara suavemente hasta el cuenco de bronce que mantenía hirviendo un poco de agua.

Rápidamente comenzó a burbujear con mayor intensidad y la muchacha sonrió.

- Un pétalo de alfirin, un poco de corteza de culumalda y…

¡¡PLOOOOOFF!!

Un prominente estallido se hizo eco en la habitación.

Hareth se frotó el trasero intentando mitigar el dolor, la "pequeña" explosión había provocado que saliera disparada contra la pared, volcando todo el contenido sobre la mesa y desparramándolo en el suelo.

- Maldita sea- masculló entre dientes- creí que decía corteza de culumalda…estúpido libro ilegible.

Se levantó lentamente y profirió un profundo estornudo, debido al humo que ahora flotaba en el interior del cuarto. Se acercó a la mesa esquivando los charcos de líquido verde que salpicaban las pulidas losas grises.

Recogió el cuenco volcado acompañándolo de un suspiro. Sabía que pasaría la próxima hora limpiando aquel desastre.

Desdobló la hoja de papel que había sacado del interior de su bolsillo y lo observó detenidamente, la tinta se había corrido con los años y el papel se había amarilleado, aun permanecían legibles algunas palabras, pero no todas las que realmente le hacían falta.

- Corteza de cu…culu…o es culm…quizás colm…¡maldición! – arrugó el papel presa de la ira, y lo lanzó por la ventana.- Con estos libros no podré elaborar ni un simple remedio para el resfriado…necesito una biblioteca más grande y con libros bien conservados. Necesito ir a Minas Tirith.

Sacó un pañuelo que colgaba de su cinturón y lo empapó en el líquido que se deslizaba sobre la mesa.

Mientras procedía a la limpieza de la habitación, su mente trabajaba afanosamente en la elaboración de un plan que le permitiera viajar hasta la capital de Gondor y conseguir su ansiado objetivo.

Aquel pequeño incidente le había confirmado que no podría conseguir nada sin una buena guía, muy a su pesar de lo que le dijera su maestro, quien cien veces le había asegurado que esas tonterías de hechizos jamás funcionarían.

Sonrió aún avergonzada, recordando su último experimento, aquel si que parecía haber funcionado…aunque quizás se hubiera pasado un poco, nunca jamás se le olvidaría que poner demasiada esencia de alfirin provocaba que desde los niños más pequeños hasta los ancianos de larga barba gris se vieran extrañamente atraídos por ella.

- Definitivamente, necesito de esos libros- suspiró.

Cuando la luna se alzó en todo su esplendor, y las estrellas titilaban en el negro cielo, Hareth había terminado de arreglar aquel desastre y un plan, que ella misma calificaba de infalible, permanecía perfectamente estructurado en su cabeza.

****

Se detuvo ante la gran puerta del mercado, aquel lugar que permanecía igualmente extraño y encantador con el transcurrir de los años. Alzó los ojos hacia las banderas de colores que salpicaban el cielo azul y sonrió.

- ¿Vamos?

La voz de la dama Eowyn interrumpió sus pensamientos.

- Sí, claro- respondió sonriendo y siguiéndola apresuradamente.

A Hareth le parecía increíble que se hubiera convertido en alguien tan cercano a la dama de Ithilien, hacía tan solo unos años una idea como esa la habría hecho plantearse si no estaría perdiendo la cabeza.

- Dama Eowyn…

La susodicha se giró y le dedicó una sonrisa.

- ¿Si?

- ¿Ha recibido noticias de Elboron?- preguntó Hareth.

A la dama pareció sorprenderle la pregunta pero asintió con la cabeza.

- Ayer mismo- explicó – Parece que todo le va bien, aunque los entrenamientos son duros…

- Debe ser difícil para una madre tener lejos a su hijo.

- Lo es, sobre todo porque sé que no me cuenta todo lo que sucede- dijo Eowyn con un suspiro- quizás sea demasiado protectora con él.

- Es amor de madre- dijo Hareth con una sonrisa.

- Incluso Faramir parece a veces inquieto- continuó- quizás si hubiera alguien allí que supiera de él y nos enviara noticias más a menudo de lo que Elboron lo hace…

- ¿Y por qué no enviáis a alguien a Minas Tirith para ello?

- Si enviara a algún asistente de la Corte, Elboron sospecharía enseguida- suspiró Eowyn- no le gusta sentirse vigilado y me lo reprocharía eternamente, tendría que ser alguien que…

- Que no le importe un pimiento- finalizó la muchacha.

La dama rió

- Algo así – confirmó.

- Justo iba a pediros que me dejarais visitar la capital, estoy deseosa por ver su famosa biblioteca.- dijo Hareth- yo podría ser vuestra… confidente.

Eowyn dudó un segundo.

- Elboron no sospecharía de mí, sabe que no tengo el más mínimo interés en sus actividades.

- Eso es cierto.

- ¿Entonces? Por favor, decid que sí- suplicó la muchacha con cara de pena.

- Me has convencido- sonrió la dama.- seguro que podremos conseguir para ti una habitación dentro de los muros de la Ciudadela, así podrás visitar la biblioteca cuanto quieras.

- ¡Sería maravilloso!.

- De acuerdo entonces – dijo Eowyn, al tiempo que sus dedos jugaban con las piezas exhibidas en un puesto.- En una semana partirás a Minas Tirith.

- ¡¡Bien!!- prorrumpió Hareth provocando que la dama riera.

Continuaron su paseo entre las tiendas que atestaban el mercado, donde las frutas exóticas llenaban sus fosas nasales de un aire embriagador.

- ¿Qué te parece este broche?

La muchacha observó el broche de plata y ámbar en forma de mariposa, mientras masticaba algunas moras que le habían manchado la cara de rojo.

- ¡Es realmente precioso!- exclamó ella con los ojos muy abiertos.

- Lo es- confirmó Eowyn, sonriendo divertida.- Seguro que te quedaría muy bien.

- Pero…

- ¡¡Hareth!!

Aquel grito prominente hizo que la conversación cesara al instante. Tanto la dama como la muchacha giraron la cabeza al mismo tiempo hacia la calle de la que provenía la voz.
En ese momento, observaron a una doncella de cabello castaño y vestido azul que corría en su dirección, y ciertamente parecía tener mucha prisa.

- ¿Lalaith?

- ¡Hareth, al fin!- exclamó la recién llegada.

- Hola Lalaith- saludó Hareth- te veo apurada ¿ocurre algo?

- ¡Tienes que ayudarme, estoy desesperada!- prorrumpió la muchacha.

Hareth le hizo un gesto con la mano para que se calmara, al tiempo que miraba a Eowyn, quien permanecía observándolas con curiosidad.

- Volveré enseguida, si no le importa.

El rostro de Lalaith se contrajo con horror al ampliar su campo visual y observar como la dama de Ithilien no le quitaba ojo.

- Claro Hareth, ve a hablar con tu amiga- sonrió Eowyn.

Ella asintió y tomando a la otra muchacha del brazo la arrastró calle abajo entre la multitud.

Solo cuando se encontraron en un pequeño callejón, bajo el alero sombrío de una casa antigua no se sintió con libertad para hablar.

- Bueno, ahora ya puedes hablar con tranquilidad- dijo Hareth tomando asiento sobre un escalón de piedra tallada.

Lalaith suspiró y se sentó a su lado.

- Tienes la cara manchada - le dijo.

- Eh… si, las moras – dijo Hareth limpiándose la cara con la manga del vestido.

Su compañera rió. – Tus modales no cambian.

- Que importa eso ahora, vamos, dime que quieres.

- Necesito de una poción…tu sabes…

Hareth puso los ojos en blancos, aquella chica no tenía remedio.

Lalaith le dedicaba aquella mirada triste con sus grandes ojos castaños que hacían removerse sus entrañas, llenas de culpa. Hareth se preguntó como era posible que aquella muchacha pudiera conseguir todo lo que quería con aquella cara tan dulce y desconsolada, excepto a aquel joven guardia que venía llenando sus pensamientos desde que la conocía.

- Ya sabes que yo no puedo obligarle a que te quiera- le explicó Hareth por enésima vez.

- Pero puedes hacer que se fije en mi- dijo Lalaith- me dijiste de aquello que…

- Aquello fue solo un pequeño experimento- replicó ella- y además tu quieres que solo él se fije en ti, no que lo haga toda la ciudad.

- Lo sé, pero de verdad que lo necesito.

- Pero…

- ¡Por favor!

- Ah, está bien- se rindió finalmente- pero tiene un precio.

- Adelante, dime cuanto quieres.

- Dos monedas de plata.

- ¡Estas loca!- exclamó la chica.

- Lo siento pero los ingredientes son difíciles de conseguir- agregó Hareth- además necesito ciertos ingresos para mi viaje.

- ¿Te marchas?

- Si, a la capital por unos meses.

- Vaya, tendrás que dejarme un buen arsenal de pociones- río Lalaith.

- Si lo crees necesario- dijo Hareth sacando la lengua.

- ¡Ya lo creo!- exclamó.

- Bueno, ¿y que hay del dinero?

- Está bien- asintió la muchacha- mañana iré al castillo y te lo llevaré.

Hareth asintió con la cabeza.

- Aunque no te garantizo el resultado que esperas- le advirtió.

- Lo sé- dijo Lalaith con una sonrisa complacida.

- Ah, empiezo a parecer una vieja alcahueta – masculló Hareth.

Su compañera rió divertida, al tiempo que le daba un abrazo.

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Weeeno, este es el capi sin titulo XDD (no estaba inspirada pa ponerselo :P) espero ke les guste el capi aunque es cortito ^^

muchas gracias por los reviewsssss!!!!! espero no tardarme tanto con el proximo capi (y hacerlo más interesante jeje)