Capitulo 13: Un callejón oscuro.
Las luces que resplandecían en la noche producían extrañas sombras cada pocos metros, creando un paisaje insólito y confuso para los no acostumbrados a él.
Hareth estornudó debido al frío, al tiempo que se maldecía por haberlo perdido de vista. Dio media vuelta, intentando volver por donde había venido, pero tanta era la gente que allí se amontonaba que había perdido toda orientación.
Vagó de un lado a otro hasta que finalmente y con un suspiro optó
por subir a una caja de madera abandona por algún mercader en una esquina
de la amplia calle.
Su cabeza chocó con uno de los farolillos que pendían sobre el
lugar, y aquello la cegó por un instante, cuando devolvió su mirada
hacia la multitud no encontró señal de aquel extraño individuo
de manto pardo.
- Piensa en algo- se repetía una y otra vez.
Pero por mucho que sus ojos escudriñaran cada rostro que se paseaba ante ella, nada consiguió. Tras cinco minutos de impaciencia golpeando nerviosamente el muro de piedra, algo llamó su atención.
Al otro lado de la calle se abría un oscuro callejón, estrecho y abandonado, parecía ajeno a la alegría que se vivía por toda la ciudad. Fue allí donde una diminuta luz, como el de una pipa siendo encendida, hizo que la mirada de la joven se quedara clavada en las sombras.
Solo tuvo dos segundos para dudar, antes de que la luz volviera a aparecerse, y Hareth, bajando de un salto como un cervatillo, echó a correr en aquella dirección.
Al alcanzar la entrada del callejón se detuvo en seco, y con prudencia se ocultó tras un saliente de la piedra gris. Agudizó el oído pues un sonido tintineante había llamado su atención.
No tardó en escuchar una voz profunda que nacía tras aquella gruesa túnica salpicada de cabello gris que tanto había buscado.
- ¿Lo tienes?- surgió la pregunta en la oscuridad.
En respuesta vio el brillo de algunas monedas que caían de mano de otro individuo ligeramente más bajo oculto tras una capa negra. Hareth escudriñó con la mirada aquel hombre misterioso que lo acompañaba, pero tan fuerte se aferraba ella al muro que diminutas piedras se desprendieron provocando un ligero murmullo.
El individuo velado tras su capa se giró de pronto haciendo que el brillo de la luna iluminara su rostro.
La muchacha se tapó la boca instintivamente para evitar gritar. Simplemente no podía creerlo.
- Elboron- susurró para sí- no le creí capaz de algo así…
En ese momento Rhugga hizo un chasquido con la lengua, haciendo que su acompañante clavara su mirada en él y olvidara el ruido que había llamado su atención.
- Ha sido un placer hacer negocios contigo muchacho- dijo el ladrón con una sonrisa divertida- no olvides lo que te he dicho…
- No lo haré- respondió la inconfundible voz de Elboron.
- Tanto mejor, ya nos veremos…o quizás no.- añadió con un gesto torvo, dando media vuelta y echando a caminar entre las sombras del callejón.
El joven suspiró mientras lo veía alejarse, sus músculos terriblemente tensos hasta entonces se relajaron ligeramente. Al menos no había surgido ningún problema.
De pronto un sonido débil volvió a llamar su atención, Elboron desenfundó la daga que colgaba de su cinturón y con un ágil movimiento se colocó tras el saliente del que provenía el ruido.
Sobre el brillo de la daga se topó con unos penetrantes ojos ambarinos, y tal fue su sorpresa que retrocedió un paso, desconcertado, aun con su arma en alto.
Hareth apretó los labios, presa de una ira incontrolable, a punto de lanzarse contra él aunque tuviera el puñal apuntando hacia ella.
- Tú…como te atreves…eres una vergüenza…
Elboron bajó el arma y miró con terror tras de sí, hacia el oscuro callejón donde todavía resonaban los pasos de Rhugga. De repente, el ladrón detuvo su camino, y se giró hacia donde él se encontraba.
El joven apenas tardó un segundo en reaccionar y tirar del brazo de la muchacha, aprisionándola con su propio cuerpo en la oscura esquina donde ella se había estado ocultando. Hareth fue a protestar pero como respuesta obtuvo que Elboron le tapara la boca, ella lo habría fulminado con la mirada sino fuera por que él se veía más preocupado por los sonidos que llegaban del callejón y sus ojos solo estaban pendientes de las sombras.
La joven empezó a sudar, no sabía por qué pero sentía su rostro arder mientras notaba el fuerte palpitar del corazón de Elboron. Por un segundo se preguntó que estaba ocurriendo, pero su desconcierto era tal que sus pensamientos quedaron suspendidos en el aire mientras observaba atentamente el muy cercano rostro de angustia que poco a poco se formaba en el joven soldado.
El lejano sonido de pasos se reanudó y Elboron se relajó levemente pero no se separó de ella durante varios segundos. Con un gesto le indicó que se mantuviera en silencio y tirando de ella, la sacó del callejón.
- Ha ido de un pelo- suspiró él, una vez que se hubieron alejado varios metros y se habían incorporado al ambiente festivo de las calles.
- ¡No lo puedo creer!- exclamó Hareth- ¡Debería darte vergüenza!
Elboron se giró hacia ella, observando su rostro encendido.
- No sabes de lo que hablas, así que mejor que cierres la boca. Has estado a punto de meternos en un lío muy gordo.
- ¿YO? No soy yo la que anda por ahí haciendo sucios tratos con asesinos.
- ¿Asesinos?- repitió él- ¿Quién es un asesino?
- Ese tipo…Rhugga o como se llame- dijo Hareth, señalando al lejano callejón- es un hombre peligroso, podría haberte matado.
Realmente eso es lo que ella había temido desde el principio, y por ello lo había seguido hasta el callejón.
- No lo haría- replicó él- ¿Y se puede saber quién te ha hablado de Rhugga?
- Eldarion me lo dijo…¡Por los dioses!- exclamó ella de pronto- Espero que no se haya preocupado, fui tan descortés marchándome así…
- Tú siempre eres descortés – apuntó Elboron con media sonrisa.
La muchacha le lanzó una mirada asesina.
- Mira quien lo dice, el rey de las groserías.
- No se por que te quejas, lo tuyo es la realeza así que deberías estar complacida con la compañía del rey de las groserías- replicó con una mueca.
- ¿De qué hablas?
- Vamos, con lo bien que te llevas con el príncipe heredero de Gondor…seguro que te mueres por convertirte en reina.
- ¿Te has golpeado la cabeza o qué?- dijo Hareth haciendo un gesto hacia su sien- Yo no conozco al príncipe ese.
- ¿No sabes que Eldarion es el hijo del rey?
- Eldarion es… QUE???!!!!!- gritó ella.
- Vaya, así que no lo sabias- comentó el joven, casi con voz tímida.
- ¿Lo dices en serio?
- Por supuesto, acaso esos aires que se da a veces no son típicos de un futuro rey- dijo Elboron.
Hareth se llevó las manos a la boca – Él es…el heredero…de Gondor…de todo el país…de…
- Sí, sí, de todo el maldito país, ya lo sé.- le interrumpió él.
- Increíble…
- Sí, increíble…- repitió con sarcasmo.
Ella le dirigió una mirada fulminante.
- Dime qué trato estabas haciendo con ese hombre.- le exigió de pronto.
- Eso no es de tu incumbencia- replicó él, desconcertado por el cambio de tema en la conversación.
- Pues tus padres estarán encantados de enterarse de lo bien que te portas en la ciudad…
Elboron se irguió de pronto en toda su estatura y le lanzó una mirada llena de furia. Ella tuvo que alzar la cabeza aun más para mirarle a los ojos.
- Como digas una sola palabra sobre esto a alguien haré de tu vida un infierno ¿me has entendido?
Hareth se estremeció, nunca le había escuchado hablar tan duramente.
- ¡A mi nadie me amenaza!- exclamó casi involuntariamente, su orgullo rápidamente se había hecho cargo de la situación.
El joven bufó, y se inclinó hacia ella casi pegando su nariz a la de la muchacha. Hareth sintió su rostro enrojecer ante la inesperada reacción de Elboron.
- Estás avisada- susurró lo suficientemente alto como para que lo escuchara.
Y tras una mueca, se incorporó y echó a caminar entre la gente hasta perderse de vista. La joven dejó relajar sus miembros rígidos hasta el momento con un profundo suspiro.
- ¿A qué habrá venido todo eso?- se preguntó- debe estar metido en un lío muy grande…
Se llevó las manos a la cabeza en un gesto dramático.
- ¿Y ahora que voy a hacer?- preguntó al cielo salpicado de estrellas.
De pronto, la estrella de Eärendil parpadeó y ella abrió los ojos con sorpresa. Estaba segura de que el cielo le estaba ofreciendo una respuesta a su pregunta, lo poco que sabía acerca de la lectura del destino en las estrellas parecía cobrar sentido mientras contemplaba la bóveda celeste.
Una extraña sensación se instaló en su estómago y Hareth se abrazó a si misma, confusa. Tenía la impresión que la respuesta que le ofrecían los astros no era agradable.
- ¿Hareth?¿Eres tú? ¿Qué haces ahí?
La joven se giró y se topó con el rostro preocupado de Eldarion y su hermana Yávien.
- Yo, esto…
- Menos mal que estás bien ¿cómo llegaste aquí? Este lugar puede ser peligroso- dijo nuevamente el joven.
- Me perdí –mintió ella.
Eldarion se le acercó, sonriendo amablemente - Ya me lo imaginaba. ¿Estás bien?
- Sí, perfectamente. Lamento si os preocupé, fue una estupidez marcharme de forma tan descortés.
- No pasa nada- dijo Yávien sonriendo- Ahora podemos volver a divertirnos ¿verdad hermano?
- Por supuesto- respondió Eldarion.
Hareth bajó la cabeza, agradecida de que no le hubieran preguntado nada más. No deseaba contar a nadie lo ocurrido, al menos, por el momento.
El príncipe le ofreció el brazo - ¿Vamos?
Ella asintió y se aferró a su brazo, aun con aquella sensación en su estómago.
Avanzaron entre la multitud y se deleitaron con los juegos y espectáculos que se ofrecían en cada esquina. Hareth vislumbró a Elboron más de una vez, pero solo obtuvo de él una mirada hostil.
Suspiró mientras confusos pensamientos sacudían su cabeza, pues no lograba comprender por qué el joven tenía aquella actitud, y por qué a ella llegaba a importarle tanto lo que él hiciera o dejara de hacer.
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Weeeeno, espero ke les haya gustado aunke me ha quedado cortito (con este calor hasta escribir da pereza :P)
Muchas gracias por los reviews y ya saben ke espero opiniones, tomatazos, o sugerencias (ke pueden ser realmente utiles jejeje)
