Capitulo 14: Bajo la lluvia.
La recogida de la cosecha se vio azotada por un prematuro otoño, los vientos fríos y cortantes habían tomado por sorpresa la ciudad, así como los negros nubarrones que se movían sobre sus cabezas.
Hareth hizo un gesto de fastidio cuando un soplo helado se coló bajo su vestido haciéndola estremecer. No se contuvo en lanzar una maldición al cielo, pues en las calles casi desiertas su voz no llamaba la atención.
Continuó su camino que la guiaba en dirección norte, hacia los muros exteriores de la Colina de la Guardia. El viejo Mardil levantó un brazo a modo de saludo al verla corretear de nuevo hacia los amplios campos floridos que comenzaban a marchitarse.
Pero apenas había tomado asiento entre las blancas alfirin cuando gruesas
gotas comenzaron a caer desde el cielo negro.
Se colocó el manto sobre la cabeza lo cual no le sirvió de mucho
pues su vestido y sus zapatos recibían la fuerte lluvia. El retumbar
de un trueno hizo estremecer su cuerpo y rápidamente echó a correr
buscando cobijo.
La familiar torre de piedra oscura y lustrosa, hogar de los libros más importantes de Gondor, surgió como una visión ante la cortina de agua que en apenas unos segundos se había formado ante sus ojos. Hareth apuró el paso y soltó un profundo suspiro de alivio al llegar a la cubierta exterior que daba acceso a la torre, protegiéndola de la lluvia que se volvía más intensa por momentos.
En la entrada de la biblioteca una capa negra llena de remiendos goteaba tendida de un clavo en la pared, Hareth se deshizo de su manto y lo dejó a un lado sobre un banco de madera y comenzó a ascender por la estrecha escalera en cuya desembocadura se adivinaba la luz de una vela.
No le sorprendió encontrar al anciano Agathor encorvado sobre un mapa, murmurando para sí, mientras el agua se colaba por las ventanas abiertas.
Con paso sigiloso se colocó al otro lado de la mesa donde el hombre leía con afán.
- ¿Hay alguien en casa?- dijo Hareth con una sonrisa divertida.
Agathor levantó la cabeza y tras entornar los ojos, sus labios se arquearon en una sonrisa.
- Vaya, vaya, que sorpresa- exclamó- ¿Has venido en busca de algún otro viejo volumen olvidado en esta descuidada biblioteca?
La joven tomó asiento haciendo un gesto con la mano.
- En realidad la lluvia me obligó a refugiarme en el lugar más
cercano, que resultó ser este.
- Ah, comprendo- asintió él
- Me encuentro bastante ocupada con ese libro de magia tan interesante como para pensar en leer algún otro- comentó ella sonriendo.
Un golpe seco hizo que ambos interrumpieran su conversación.
Agathor inclinó la cabeza a un lado y fijó la mirada sobre el hombro de Hareth.
- ¿Esta usted bien jovencito?- preguntó.
La muchacha giró la cabeza en la misma dirección que él y se sorprendió al descubrir en la penumbra a alguien con la cabeza gacha que asentía ligeramente al anciano.
- A si que a él pertenece la capa que había en la entrada- murmuró Hareth para sí.
- ¿Cómo dices?- inquirió Agathor.
- Nada, nada.
- Como te decía- continuó él- Ya nadie tiene tiempo para los libros.
La joven sonrió, pues parecía que para Agathor solo existía ese tema de conversación.
- No se preocupe, le prometo que en cuanto me sea posible vendré a llevarme otro de sus preciados libros.
El anciano asintió con una mueca divertida.
- Pero procura que el próximo volumen no sirva para conjurar dragones.
De nuevo el sonido producido de un objeto al caer les interrumpió. Un gesto airado surgió del rostro de su interlocutor.
- Vaya muchacho más torpe- comentó Agathor en voz baja.
Hareth echó un vistazo por el rabillo del ojo al supuesto muchacho, pero estaba demasiado oscuro para reconocer sus facciones. Se preguntó quien sería.
- ¿De verdad cree que yo voy por ahí conjurando dragones?- exclamó la joven, devolviendo la atención del anciano- Preferiría mil veces conjurar joyas o hermosos vestidos antes que un horrible y maloliente dragón.
Aquello provocó la risa del hombre, lo cual fue aprovechado por el extraño que se encontraba tras la joven para salir a hurtadillas del lugar, a pesar de que la lluvia aun no amainaba.
- Un jovencito extraño- comentó Agathor
Hareth simplemente se encogió de hombros sin comprender.
*****
Apenas unas pocas gotas caían del cielo cuando Hareth se dirigió
a su habitación, con un pergamino bajo el brazo que el anciano Agathor
le había prestado.
Las calles continuaban desiertas y los hogares comenzaban a brillar en su interior
a medida que avanzaba la tarde.
Se apresuró a subir las escaleras, deseosa de quitarse aquellos zapatos empapados que estaba segura le harían pillar un resfriado. Abrió la puerta de golpe, se quitó la capa y la lanzó sobre una silla, mas cuando a punto estaba de lanzar sus zapatos por los aires se quedó paralizada ante lo que sus ojos descubrieron.
Sus pertenencias misteriosamente desperdigadas por el suelo y sobre los muebles guiaron su mirada como un rastro hacia la esquina de la habitación, donde una sombra de aspecto humano se deslizaba hacia la ventana.
Recuperando su sangre fría, Hareth logró dar algunos pasos y gritar una amenaza que provocó el sobresalto del extraño que inmediatamente huyó; le siguió una serie de maldiciones mientras la joven comenzaba a correr hacia la abertura en la pared por la que el intruso acababa de desaparecer.
Al asomarse a la ventana, Hareth esperó encontrarse con un cuerpo aplastado
contra el suelo dos pisos más abajo, pues nadie era capaz de saltar tal
altura.
Mas, para su sorpresa, aquel hombre de ágiles miembros que se había
colado en su habitación, descendía a gran velocidad por el entramado
de vigas que en otro tiempo habían sido la techumbre de la galería
que se abría en el patio.
- ¡Oh no, no escaparás!- gritó la joven, y volviéndose hacia el interior, se precipitó sobre un cajón que permanecía ligeramente abierto y extrajo de él un diminuto frasco lleno de un polvo grisáceo.
Corrió nuevamente hacia la ventana y fijó su mirada en el individuo que en aquel instante colocaba sus pies en el suelo. Con un rezo a Eru, Hareth alzó el brazo y lanzó con todas sus fuerzas el proyectil que voló a toda velocidad, impactando en la cabeza de su objetivo, el cual sacudió la cabeza ante el polvo que quedó suspendido a su alrededor, pero aun un poco aturdido continuó su carrera.
Hareth soltó un juramento creyendo que su idea de poco había servido, pero en pocos segundos, vio como la situación daba un vuelco inesperado.
El intruso que corría a gran velocidad había comenzado a tambalearse, y sus pasos se volvieron torpes hasta tal punto que a medio camino de la galería tropezó y cayó al suelo para no volverse a levantar.
La joven aprovechó la oportunidad y saliendo de la habitación corrió escaleras abajo y salió al patio donde permanecía el cuerpo inmóvil.
Se agachó a su lado y tocó su brazo, comprobando que seguía inconsciente, con asombro reconoció la capa negra llena de remiendos que vestía.
- ¡El chico de la biblioteca!- exclamó.
Hareth le tomó de un brazo y tiró de él para colocarlo boca arriba y poder verle el rostro.
Con delicadeza retiró la capucha que le cubría la cabeza y observó con horror la herida producida por el impacto del frasco, la muchacha se llevó las manos a la cabeza, sabiendo que con apenas unos centímetros más abajo el golpe podría haberlo matado.
Al tiempo que gruesas gotas de lluvia volvían a caer sobre ella, le cubrió la cabeza al inconsciente ya no desconocido, y seguido de un suspiro se preguntó:
- ¿Por qué?
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Siiiii ya se, ya se, he tardao una eternidad y media pero estaba en crisis de inspiracion XP weno weno, espero ke aun se acuerden de lo ke iba el fic (se lo pueden volver a leer si quieren ^.^) y les querre mucho muuuuuuucho si me dejan un review jur jur y weno ya se ke este final es un poco....... si, eso mismo ke estan pensando, pero pondre pronto el siguiente ¡se los juro por snoopy! ^.^
