Capitulo 15: Precipitados acontecimientos.

La llama prendida sobre un cuenco de aceite bailaba al ritmo del viento mientras la noche caía lentamente y las estrellas asomaban en el cielo.

Al recuperar la conciencia abrió los ojos sintiendo sus miembros dormidos y su cabeza dolorida. Se encontraba tumbado sobre un catre de paja y suaves sabanas blancas, y su mirada vagaba de un lado a otro, desconcertado, intentando reconocer el lugar en el que se encontraba.

- No te esfuerces, no has estado aquí antes.

Buscó con la mirada la procedencia de aquella voz que le había hablado y que parecía leer su pensamiento.

El reflejo de unos largos cabellos dorados se le apareció de pronto, seguido por un rostro pálido y unos ojos ambarinos que le miraban con reproche.

- Hareth?

- Ese es mi nombre- respondió ella con indiferencia.

- Ya lo sé ¿qué ha pasado? ¿qué hago yo aquí?

- Te desmayaste….mas o menos.

- ¿Mas o menos?

- Sí, eso he dicho.

- Ah, me duele la cabeza- exclamó llevándose la mano hacia la herida que asomaba en su frente.

- Si la tocas se infectará- dijo ella.

- ¿Cómo me he…un momento, ya lo recuerdo…tu…tu me lanzaste esa cosa.

- Oh, parece que no te volviste idiota del todo con el golpe- observó Hareth.

- Por los dioses ¿qué me lanzaste?

- Solo era un frasco de preparado especial de plantas somníferas, no es para tanto.

El joven se frotó la cabeza con gesto dolorido - ¡Estás loca! Eres un peligro!

- Solo con los tipos malos- replicó ella.

-¡Podías haberme matado!

- Que pena me das principito- respondió con sorna- En mi opinión te lo tienes bien merecido por intentar robarme.

- ¿¿Cómo dices??

Hareth se acercó a él y le colocó un emplasto de penetrante olor sobre la frente con muy poca delicadeza. El joven soltó un débil quejido.

- Vamos Elboron, deberías estar agradecido de que no llamara a toda la guardia para meterte en una celda.

El joven heredero de Ithilien bajó la mirada y no respondió.

- Debes andar muy necesitado para llegar tan lejos – continuó Hareth- ¿en qué te has gastado el dinero de tus padres? ¿apuestas? ¿joyas? ¿ropas? ¿mujeres?

- ¡No!- exclamó él, lanzándole una mirada asesina- No he malgastado ni una sola moneda, no necesito tu sucio dinero.

- ¿No es dinero? Pues explícame entonces que hacías hurgando en mi habitación- pidió la joven sentándose al borde del camastro- No estas dando muy buena imagen ¿sabes?

Elboron se mordió el labio y se apresuró a levantarse, aunque le costó un gran esfuerzo hacerlo. Se colocó la capa sobre un hombro y buscó entre sus pliegues un pedazo de papel que se apresuró a guardar en el bolsillo de su pantalón; tras ello se dirigió hacia la puerta, dándole la espalda a Hareth.

- Aun no has respondido- dijo ella en tono de advertencia.

El joven se detuvo en el umbral de la entrada y suspiró.

- Gracias, te debo una.

Hareth abrió la boca con sorpresa, pero antes de poder pronunciar una palabra, Elboron ya había desaparecido.

- Oh Varda ¿quién los entiende?- exclamó dejándose caer sobre el lecho.

****
La noche se había vuelto profunda cuando Hareth, se encontraba afanosa en su tarea de limpiar los destrozos provocados por el "intruso". Estaba furiosa consigo misma por no haberle gritado más o haberle dado una buena paliza hasta que hubiera soltado todo lo que escondía, pero parecía evidente que se había vuelto una blanda.

De pronto descubrió algo que llamó su atención, el viejo libro de tapas oscuras que por primera vez adquirió en la biblioteca, descansaba sobre un estante bajo, abierto de par en par y con algunas de sus páginas desgarradas en las esquinas, como si se hubieran apresurado demasiado al pasarlas.

Se imaginó a Elboron leyendo un libro sobre magia y una sonrisa apareció en su cara ante tal absurda idea.

La joven tomó el volumen y sentándose sobre la cama lo colocó en su regazo.
Elegantes letras rojas presidían la página abierta, acompañadas de dibujos y pequeños párrafos en diversas lenguas.

- Gran sabiduría y poder…- leyó en voz alta.
Hizo una pausa y su rostro se tornó en una mueca. Parte de la página había sido arrancada, y estaba segura de haber leído aquella parte antes de que desapareciera.

Un escalofrió recorrió su espalda al recordar.

- Nadie en su sano juicio intentaría un método semejante para conseguir tan solo unas pocas horas de sabiduría y un poder incierto – se dijo.

Sabía por propia experiencia que Elboron era más terco que un enano de las montañas, pero no le creía capaz de llegar tan lejos.

Hareth se dejó caer sobre las delicadas sábanas y cerró los ojos, fatigada.

- No he de preocuparme, es imposible- murmuró para sí.

Una ráfaga de viento hizo removerse fuertemente el dosel y los lirios que flotaban sobre un cuenco con agua, pero la joven dormía ya profundamente, demasiado cansada como para ver en ello una señal que quizás, de haber estado despierta, habría podido interpretar.

****

El aire era fresco gracias a la lluvia que había perdurado toda la noche, pero la mañana lucía despejada y hermosa.

Junto al Rammas Echor, el muro exterior de la capital de Gondor, se alineaban los hogares y los graneros de los agricultores de la zona. Lo niños correteaban en los caminos tras los adultos que portaban las cestas de grano de un lado a otro.

Pero de repente el que se adivinaba como un día tranquilo se volvió dramático. Un gran revuelo se produjo frente a una de las cabañas, todos los habitantes que cruzaban frente al hogar de piedra a un lado del camino asomaban sus cabezas para descubrir a una mujer joven que arrodillada en el suelo lloraba de forma desgarradora.

- Por los dioses ¿qué ha sucedido?

Una de las campesinas que observaba la escena giró la cabeza y descubrió a un apuesto joven ataviado con el uniforme de la guardia de Emyn Arnen.

- Es Melui- le respondió la mujer, observando con tristeza a la susodicha- sucedió al amanecer, desde entonces no ha parado de llorar.- Bajó la cabeza y apretó los puños con fuerza- ¿Qué clase de monstruo haría algo así?

El joven se mostró confuso.

-Pero ¿Qué es lo que ha pasado?- inquirió.

La campesina hizo un gesto y se volvió hacia él mirándole a los ojos.

- Alguien se ha llevado a su bebé.

****

- Por todos los Valar, Hareth ¿se puede saber que haces?

La joven se llevó las manos a la boca, consciente de que prácticamente había escupido su desayuno por toda la mesa.

Una de las doncellas de la corte suspiró al tiempo que la risa de un joven la acompañaba.

- Como has refinado tus modales desde que estás en la capital ¿eh?

- Cállate ya Bergil- exclamó Hareth, roja de vergüenza.

Él sonrió divertido mientras se alisaba con las manos el uniforme de la Compañía Blanca. Se había aparecido de pronto en la cocina, saludando a todos con una sonrisa y exclamando cuanto había echado en falta a las amables y bellas doncellas de Minas Tirith.

- ¿Qué haces aquí?- preguntó la muchacha.

- Vengo en misión oficial- respondió Bergil.

- ¿Misión oficial?

- Exactamente. He sido enviado directamente por la dama Eowyn para llevarte de vuelta a Ithilien.

Hareth abrió los ojos con sorpresa.

- ¡¿Por qué?!- exclamó.

- No lo sé - respondió él- aunque si quieres mi opinión personal, se siente muy sola desde que tú y Elboron están en la ciudad.

Ella bajó la cabeza y suspiró.

- Bergil- llamó la doncella de la corte que estaba asomaba a la ventana- ¿sabes tú que es lo que sucede que hay tanto revuelo en las calles?

- Será por lo del niño- respondió él, acercándose a echar una ojeada.

- ¿Qué niño?

- Parece que ha desaparecido un bebé, su madre es una campesina que vive junto al muro exterior. La vi cuando me dirigía hacia aquí, la pobrecilla estaba destrozada.

- ¿Cómo habrá sucedido?- se preguntó la doncella

- No lo sé, pero parece que muchos se han movilizado ya en su busca.

- ¿El niño simplemente desapareció?- inquirió Hareth.

- Imposible- opinó Bergil- alguien tuvo que llevárselo durante la noche.

- ¿Para qué querría alguien llevarse a un niño tan pequeño?- dijo la doncella.

- Eso tampoco lo sé, pero quizás obtengamos pronto la respuesta.

Hareth se levantó de su asiento y se dirigió a trompicones hacia la puerta.

- ¿A dónde vas?- preguntó el joven.

- Eh…esto…a mi habitación, tengo cosas que hacer.

- Bien, pero recuerda hacer tu equipaje a tiempo, no quisiera ir con prisas mañana.

- Claro, no te preocupes- respondió Hareth, haciendo evidente que no le estaba prestando la mas mínima atención.


- No puede ser, no puede ser- murmuraba, yendo de un lado a otro.

El libro de magia, abierto por la página rasgada descansaba sobre la mesa mientras Hareth le echaba rápidos vistazos, y repasaba sus letras intentando recordar que era exactamente lo que faltaba en aquel texto.

- Se lo ha llevado, se lo ha llevado – repetía de nuevo sin parar, a punto de ceder al pánico.

De pronto, el sonido de la puerta siendo golpeada la sobresaltó, una cabeza salpicada de cabello oscuro asomó tras ella, dedicándole una sonrisa.

- Hareth, me alegra encontrarte.

- Esta es mi habitación, es lógico que me encuentre aquí Eldarion, pero ¿qué haces tú aquí? ¿quieres algo?- dijo ella, desconcertada con la presencia del príncipe.

- Estaba buscando a Elboron, desde ayer no he conseguido dar con él, y me preguntaba si tú lo habrías visto.

- ¿Desde ayer?- exclamó Hareth, con un extraño tono en su voz.

- Sí, últimamente esta muy raro.

- ¿Cómo de raro?- se interesó la joven.

- Mucho, desde hace tres días que lo vi regresar con aquella herida en la cabeza esta muy silencioso, no me contó lo que le había ocurrido.

Hareth se mordió el labio, lo de la herida había sido obra suya, pero no pensaba contarle a Eldarion nada al respecto.

-Además- continuó el príncipe- todo el día se lo pasaba jugando con ese cuchillo tan extraño.

- ¿Un cuchillo extraño?

- Sí, es un cuchillo de mithril, con unos grabados de oro en el puño, jamás había visto ninguno parecido. Si no lo creyera imposible diría que lo adquirió de una forma poco legal.

La muchacha se llevó la mano a la boca, pensativa.

- No sería un cuchillo de hoja curva, pequeño y muy ligero, ¿verdad?- inquirió Hareth, con voz temblorosa.

- Exactamente- asintió él.

- ¡Ay no! – gritó Hareth- ¡No puede ser!

- ¿Qué ocurre? ¿Estás bien?¿Qué sucede?

- ¡Tenemos que detenerlo!¡Hay que encontrarlo!- gritó.

Eldarion tomó a Hareth por lo hombros, dirigiéndole una mirada llena de preocupación.

- Tranquila Hareth, cálmate y explícame lo que ocurre.

- No estoy segura- respondió ella con voz trémula- pero creo que Elboron está a punto de hacer una locura.

El príncipe sostuvo su mirada durante unos segundos.
- ¿Tan grave es?- le preguntó.

- ¡Sí! – exclamó la joven - Oh Eldarion, creo que Elboron compró ese cuchillo a aquel asesino que había rondando el día del festival.

- ¿Rhugga? Pero ¿por qué?¿qué de especial tiene ese objeto?

Hareth bajó la cabeza. – Es un cuchillo para sacrificios.

Los ojos del príncipe se llenaron de sorpresa e incredulidad.

- No comprendo bien lo que está sucediendo pero jamás te había visto tan preocupada.

Ella alzó el rostro, y su amigo le dirigió una débil sonrisa.

- Nos dividiremos para buscarlo, no creo que haya ido demasiado lejos.- dijo él.

Hareth le dirigió una mirada agradecida y asintió con la cabeza. Todo parecía precipitarse en un torbellino de acontecimientos.

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Bueno, espero ke les haya gustado el capi, ultimamente estoy muy estresada y mi inspiracion desaparece, espero poner otro capi pronto, despues de todo lo ke lio el argumento.....:P

dejenme reviews por fiiii!!!