Corazón: ¡GRACIAS! De verdad eres una gran critica, porfa sigue haciéndolo, me ayudas a mejorar, en este capitulo hablo más del pasado de este par de Abner, y ya conocerás como es la relación de estos dos.

Vigilante: ¡GRACIAS! ¡Claro que puedes! Es bueno saber los cumplidos de otros autores, y la retrospectiva no sólo será de mi personaje, de los demás también.

El Nuevo Protector

Los meses pasaron y el niño a los 7 años no había cambiado, todavía trataba de seguir pensando en el pasado, el presente y futuro, todavía sentía incomodidad cuando su nana le hablaba del Fallw.

A finales de septiembre los tutores se ponían más pesados con los deberes, el chiquillo pasaba horas leyendo grandes libros de historia, conjuros, pociones, etc. muy simples para chicos de mas edad de Abner pero muy complicados para la edad de él, aun así todos lo hacían leer aquellos libros.

Pero no todo era trabajo y estudio, a veces venían salidas y los días se hacían más cortos cuando Abner visitaba Londres con su nana y abuelo, el señor Albert siempre iba al ministerio por asuntos importantes, el chico y su nana Iubar paseaban en el callejón Diagón para hacer compras y divertirse mientras duraran los compromisos del señor Vancastle.

Al día siguiente de llegar a "El Caldero Chorreante" para quedarse 4 días, fue una sorpresa para Abner que su abuelo le dijera que lo llevaría por primera vez al ministerio. El chico se sentía importante y muy alegre de que su abuelo lo llevara a sus reuniones.

- Recuerda que mañana debemos levantarnos temprano -dijo el señor Albert a su nieto cuando regresaron en la tarde de tomar el té en el Café de la esquina.

- Claro que si, me dormiré dentro de un rato. -dijo el niño pasando a su habitación.

El chico despertó en la mañana con una inquietud, no se recordaba del sueño que tuvo pero la sensación de que había sido una verdadera pesadilla no se alejo de su mente hasta el desayuno.

Una hora mas tarde estaban dirigiéndose en un traslador hacia el ministerio. Era la primera vez que el niño usaría uno.

- Esta bien hijo, -dijo el señor Vancastle a su nieto cuando estaban en la mesa parados frente a un gran plato de oro- tocaras este plato cuando yo te diga, 1, 2 y 3, ahora.

Abner puso su manita en el platón y una curiosa sensación de vacío en el estomago le dio cosquillas pero le disgustó cuando ya no sintió el piso en sus pies y por muy nuevos que fueran esos efectos le parecía muy familiar, como si lo hubiese hecho anteriormente.

De pronto no pasaron más de 3 segundos y Abner sintió como su cuerpo era agitado haciendo que perdiera el equilibrio y cayera sentado produciéndole un dolor en la parte baja de la espalda, además con el cambio repentino de la penumbra a velas del caldero chorreante por una gran claridad.

De las paredes con incrustaciones de oro salía la luz que le hicieron restregarse los ojos, parpadeo varias veces, su abuelo lo levantó y caminaron, el niño miraba hacia todas partes, eran increíble las cosas que había, cientos de magos pasando apresuradamente en todas direcciones, se gritaban, se saludaban, unos cuantos llevaban paquetes de todos los tamaños, otros iban hacia los ascensores.

Los dos seguían hacia un mostrador donde su abuelo habló con el vigilante de túnica azul con dorado y sombrero de alas cortas con una gran pluma verde que se doblaba hasta casi rozar el piso, este sonrió y le entregó un papel que decía visitante al niño.

- Bienvenido Señor Vancastle, -dijo el vigilante muy atento- ¿y este pequeñín quien es?

- Milton salude a mi nieto Abner.

- ¡Oh! Bienvenido al ministerio, soy Milton Shafer.

- Abner Vancastle, un placer -dijo el niño poniéndose de puntillas sobre el mostrador alargando su manita para saludarle.

El hombre miró al señor Albert y al chiquillo casi desconcertado.

- ¿Se llama como su tío abuelo?

- Si, mi hijo lo llamó así por él.

- ¿Por quien? Abuelo.

- Después te diré de donde sacamos tu nombre, ahora vayamos a ver al ministro, Milton, buenos días.

- Buenos días señor Vancastle y señorito Vancastle.

Los dos fueron hacia el final del pasillo hasta atravesar una puerta doble muy alta. Al pasar por un par de puertas más llegaron a un salón amplio con una gran mesa y sillas a su alrededor, del otro lado se abrieron las puertas y salieron 3 hombres, uno de ellos era el señor Fudge, ministro actual del ministerio de magia británico, otro era alto de larga cabellera y barbas blancas con una túnica azul celeste que brillaba y oscurecía cuando caminaba, el ultimo hombre era mediano entre los otros dos, moreno, con un gran parche en el ojo, varias cicatrices y capa de viaje en piel marrón muy desgastada, Abner se apegó más a su abuelo.

- Señor Vancastle, gracias por venir.

- Gracias por invitarme.

- Le presento al señor Moody jefe de los aurores y al señor Dumbledore Director de Hogwarts.

- Señor ministro ya todos nos conocemos desde hace bastante tiempo.

- Solo estoy siguiendo el protocolo Moody.

- Señores, como seguía, el señor Vancastle y... ¿este niño es su nieto?

- Si.

- Un placer -se dijeron los 3 hombres y el niño mutuamente.

- Abner ¿por qué no sales al otro salón y me esperas mientras hablo con los señores?

- Si abuelo.

Cuando el niño salió y se cerraron las puertas los 3 hombres miraron al señor Vancastle por un minuto. Solo el ministro rompió el silencio que ya parecía incomodo.

- ¿No nos dirá que ese niño es el que me contó por cartas?

- Efectivamente señor.

- Pero su historia es un poco extraña. -dijo Moody.

- Claro que después de lo que pasó con Harry Potter y el que no-debe-ser- nombrado, estamos dispuesto a aceptarlo. -dijo Dumbledore mirando de reojo al ministro y con una sonrisa al señor Vancastle

- Señores lo que ha pasado con estos niños no es algo que nosotros debamos entender, mi tío abuelo dejo instrucciones sobre los eventos que ocurrían, el propio Albus lo sabe, también hasta ahora no ha pasado nada, el que no- debe-ser-nombrado ha caído, se puede decir que estamos en tiempos de paz, no hay razón para preocuparnos en el presente y aun todos están muy niños, esperemos a que sean mayores y entiendan las responsabilidades que tienen.

- ¿Todavía cree en lo que dijo esa Veela hace 8 años?

- Claro señor ministro, ella nunca se ha equivocado, y no es un Veela es una elfa, una clase diferente de elfa, -explico tranquilamente al ministro- de la clase Real.

- Como los del Corl-Fill-Eldar. -dijo Dumbledore.

Los hombres seguían hablando pero afuera del salón ya Abner se estaba aburriendo de estar sentado, tal vez solo estiraría los pies y daría una mirada alrededor, tal vez curiosear un poco.

Se levantó de la silla y caminó. Apenas había pasado por un par de salones, todos diferentes, de pronto una gran sensación extraña, seguía pasando puerta tras puerta, salón por salón, solo se detuvo tras una puerta cuando escucho algo. Agudizó su oído, aquello que sonó como una voz no volvió a hablar, así que siguió.

El pequeño Abner avanzaba por aquel corredor lleno de puertas de todas las formas y estilos, pero sentía curiosidad por un cuarto al final de aquel lugar, era como si lo llamara, lentamente, muy dentro de su cabeza, susurrara su nombre.

- ¿Quién es? ¿Quién anda allí? -dijo el niño, se sentía confundido y temeroso, quería ir al cuarto pero no sabia la causa.

Se paró frente a la puerta de roble, era gruesa y pesada, iba poner su mano en la perilla pero esta se abrió sola, por unos centímetros se podía ver el cuarto, Abner empujó la puerta y descubrió un salón vació, solo con un cofre encima de una mesa alta, con inscripciones doradas alrededor de ella.

Abner no podía aguantar las ganas de abrir del cofrecillo, sus pequeñas manos, fueron hasta al cofre y tanteándolo con los dedos pudo tomarlo y bajarlo, cuando lo tuvo en sus manos pasó el susto de su vida al escuchar unas trompetas en todo el cuarto, el chico se tapó los oídos por reflejo y dejo caer el cofre, su contenido rodó y se quedo a escasos metros del niño, el trompeteo horrible cesó, el chiquillo viendo el desastre se apresuro a recoger el cofre y el extraño collar, cuando lo sostuvo para meterlo en el cofre la voz que susurraba se hizo más fuerte, no solo decía su nombre, también el apellido y un mensaje que no era en ingles, sino en otra lengua, extraña, pero con sentido, sabia lo que decía la voz, le era familiar el mensaje, casi como si él lo hubiera dicho, todo a su alrededor desapareció en una luz que le hacia arder los ojos.

A la mente del chico le vinieron pensamiento y recuerdos de un hombre, toda una vida que nunca había vivido, su cabeza estaba siendo llenada con conocimientos mas allá de toda su conciencia, y mientras más veía mas entendía, vió como de pronto, pasaba de ser una especie de hombre luminoso, a un anciano, a un joven y a otro hombre de orejas puntiagudas, todos ellos con gente alrededor, haciendo cosas raras, en lugares extraños, pero lentamente sabia quienes eran esos hombres, todas las vidas de esos sujetos estaban siendo vertidas en él como si él las hubiera vivido.

Ya no era un espectador de vidas, era ahora un niño que había vivido cada una de esas vidas, al final se vió a sí mismo con ellos, todos alrededor de él, Abner se sofocaba, sus pensamientos no lo dejaban respirar, abría y cerraba la boca en busca de más aire, todo alrededor estaba muy frío.

Después vió a otras personas haciendo magia, un grupo de ellos estaba peleando con otros seres los cuales Abner pensó eran como su nana, elfos lo llamaba su abuelo junto con todos los que se parecían a ella, estaban batiéndose en duelos, matándose unos a otros, muriendo cada uno de ellos de formas diferentes y horribles, al final tuvo miedo y rabia, ya no quería seguir viendo aquello, quería parar, salir de allí, pero no podía.

Los hombres estaban hablando cuando oyeron la alarma del salón del Fallw, pronto salieron de la oficina y empezaron a correr con los otros magos varita en mano.

- ¿Que sucede?- pregunto Fudge al unirse los otros magos en su carrera hacia el cuarto.

- No lo sé, alguien trata de robar la piedra, señor.

Cuando llegaron, un grupo de magos centinelas estaban a la puerta del cuarto, intentaban abrir con todo tipo de encantos y maleficios, las chipas tocaban la puerta y le hacían daño pero esta en un instante volvía a su forma original.

- La puerta sólo la puedo abrir yo, -dijo el ministro- tiene un sistema que encierra al intruso -al final sacó una llave y lo introdujo en una cerradura que apareció de pronto debajo del pomo.

Cuando entraron, todos se quedaron asombrados, tenían caras de confusión, todos los presentes entraron lentamente y rodearon la mesa, todos veían al pequeño niño flotando a un metro del suelo como si estuviera parado un piso invisible y con la mirada muy intensa puesta sobre el medallón, todo se movía, como si una brisa descendiera sobre el chico y se volviera ventarrón hacia todos lados de la habitación.

- ¿Señor ministro que hacemos? -dijo uno de los magos con una cara embelesada.

- ¡Traten de tocarlo, bajarlo, ¿qué sé yo?!

- ¡No! ,No lo hagan -dijo el anciano Vancastle- parece estar en trance, su mente debe estar dentro de la piedra, si lo perturbamos, puede que su mente se quede adentro, él tiene que salir por si mismo, déjenme tratar a mí, lo llamaré.

Abner seguía viendo cada una de las vidas de los que le precedieron en el control de la piedra y en el poder del Protector, de pronto escucho otra vez su nombre, pero era diferente, más conocida, era la voz de su abuelo.

Abner trató de escuchar más atento para saber de donde venia, pero lo que estaba viendo y escuchando le impedían distinguir la dirección.

- Abuelo, estoy aquí- grito el chico por encima de las voces y ruido de sus visiones, el niño hablaba cansadamente, casi sin fuerzas

- ¡Quiero salir! -volvió a gritar.

- ¡Abner concéntrate en volver!

- ¿Como?, ¿No sé que hacer?

- ¡Escúchame!, Siente mi mano.

Abner sintió que le rozaban la mano, pero no había nada allí, solo las suyas.

- Trata de tomar mi mano.

Por más que el niño intentara hacerlo no podía mover un músculo del cuello para abajo. Trató con todas sus fuerzas de poner una mano encima de la otra, con dificultad movió la derecha sobre la izquierda, y sintió que tocaba otra cosa que no era su mano, lentamente el ruido disminuyó, todo su alrededor se hacia más claro y de pronto cayó en los brazos de su abuelo.

- ¿Que ha sido todo eso? -bufó Fudge.

Los murmullos de los otros magos empezaron a crecer y de pronto todos voltearon al abrirse la puerta, unos hombres con túnicas grises claro entraron y se situaron a los lados de la puerta, un anciano pequeño con bastón entró, era de orejas puntiagudas y larga barba, siguió de frente a paso lento, todos guardaron absoluto silencio.

Bien, hasta aquí esta parte, ¿les parece enredada la situación o la historia?, porfa traten de poner sus criticas constructivas.