Capítulo dos, Porque hablamos.
- ¿Ya hiciste el ensayo para Snape? – preguntó Hermione. Ron frunció el ceño.
- Es para después de las vacaciones de navidad...
- Ya yo lo hice...
- ¿Por qué no me extraña? – dijo, con voz cansina -. ¿Sabes Hermione? ¡Tienes que vivir un poco!
- ¡Yo vivo y tengo buenas calificaciones! ¡Cosas que al parecer tú no puedes combinar! – dijo ella, también frunciendo el ceño. "Aquí vamos de nuevo..." pensó Ron, sabiendo que no habría manera de detenerlo.
Tú me dicesyo te digo
y así empieza nuestra guerra cotidiana
yo me armo de adjetivos
tú conjugas el peor de mis pasados.
- ¡Claro que sí puedo! ¿Pero no crees que hay demasiadas cosas pasando alrededor como para concentrarse en esa estupidez? – dijo Ron, empezando a molestarse.
- ¿Te parece que las notas son una estupidez? ¿te parece que tu futuro es una estupidez?
- ¡Tal y como van las cosas, hay una gran posibilidad de que no haya futuro, Hermione!
- ¡Me alegro de que seas el único que piensa así, porque si todos tuviéramos esa actitud con toda seguridad seríamos muchos los enterrados! – dijo Hermione, empezando a subir la voz.
- ¡Maldita sea! ¿Tienes que ser la sabihonda todo el tiempo? – preguntó Ron, también subiendo el tono, desesperado.
Y te apunto
donde duele
y te acuerdo el peor de tus pecados
- ¡Si me hicieras caso de vez en cuando, nada de esto hubiera pasado! – casi gritó ella. Unas cuantas personas en la sala común se voltearon -. Tanto que presionaste y me peleaste que Croockshanks perseguía a Scrabbers... ¿para qué? ¡Sólo para después arrepentirnos cada segundo de nuestras vidas de que esa rata sigue viva! ¡Que le debemos el regreso del Señor Oscuro... y la muerte de Sirius!
Ron frunció el ceño, bajando la mirada. Hermione se mordió el labio, arrepintiéndose al instante de lo que había dicho.
- Ron, yo...
- Voy a ir a cenar. Te veo luego – dijo Ron, y salió por el agujero del retrato antes de que ella pudiera decir nada.
Tú me dices
yo te digo
y así acaba nuestra guerra cotidiana
esta guerra sin cuartel que nadie gana
Hermione suspiró. De nuevo había pasado... habían peleado por una estupidez y alguien había salido mal parado. ¿Por qué demonios seguía haciendo eso? Lo único que realmente quería... era a él.
De un tiempo para acá se había dado cuenta de que le molestaba que Ron mirara a alguna chica. O hablara de otra...
Y, además, ¿cómo Ron se había puesto tan guapo? Desde cuarto año el pelo rojo parecía darle un aire nuevo de calma divertida... y sus ojos parecían más azules que nunca. Y su voz era casi música.
Pero era una cobarde. Llevaba pensando en aquello desde hacía dos años, sin atreverse a decírselo. Y lo único que lograba era alejarse de él cada vez más... porque mientras más lo quería, menos podía controlar sus palabras. Sin darse cuenta soltaba cada barbaridad que no quería decir... y, a final, le dolía a ella decirlo y a Ron oírlo.
Frunció el ceño, se levantó del suelo y salió por el agujero del retrato.
Porque hablamos
y no usamos ese tiempo en darnos besos
en pintarnos con las manos
las caricias que queremos
y que no nos damos
porque siempre hablamos
de lo tuyo y de lo mío
del pasado y los culpables
mientras muere otro minuto
porque hablamos.
Ron hundió la cara entre sus manos, con los brazos apoyados en la mesa de Gryffindor. Él se lo había buscado. Además de que cada palabra era verdad: lo había pensado mucho desde aquel día que parecía tan lejano, en julio, cuando Sirius cayó detrás del velo.
- ¿Ron? – oyó la voz de Harry preguntar. Se sentó derecho y lo miró -. ¿Te pasa algo?
- Me duele la cabeza – mintió rápidamente.
- Ah... ¿has visto a Hermione? Acaba de llegarle una carta...
- Estaba en la sala común hace un rato... me imagino que ya viene a cenar – dijo Ron, encogiéndose de hombros.
- Ya... se lo doy cuando baje – dijo Harry, dejando el sobre en la mesa y empezando a comer. Sin poder evitarlo, Ron echó un vistazo.
Era de Krum.
Frunció el ceño ligeramente.
- ¿Ron? ¿Ronnie, eres tú? – preguntó una voz de chica. Ron volteó.
- ¿Catherine? – preguntó, sorprendido. La chica de pelo rubio oscuro y ojos grises sonrió y fue a sentarse con ellos -. ¿Pero cómo... qué...?
- Me mudé a Inglaterra, qué quieres que te diga... esta tarde hubo una ceremonia privada y el Sombrero Seleccionador me puso en Gryffindor – dijo ella. Miró a Harry de reojo -. ¿No me vas a presentar...?
- Harry, ella es Catherine Pole, una amiga de Egipto... Cathy, él es Harry Potter – dijo Ron, presentándolos.
- ¡Imposible no saberlo! – dijo ella, apretando su mano, mientras su sonrisa crecía -. Muchísimo gusto en conocerte, Harry...
- Igual... – dijo Harry, sorprendido todavía con la repentina aparición de la chica.
- ¿Sabes que te vi hace dos años, cuando el Torneo? – dijo Catherine a Harry -. En la primera prueba... vuelas muy bien, ¿sabes?
- Eh... eso me han dicho... gracias – dijo Harry, apenado -. ¿Y... por qué te viniste a Inglaterra?
- A mi padre y a mi madre los llamaron para ser parte de la Orden – dijo en tono confidencial -. Y, claro, como ayudamos mucho más aquí que en Egipto...
- ¿Hacemos? ¿Tú también? – preguntó Ron, sorprendido.
- Bueno, no demasiado... se me da bien la defensa contra las artes oscuras, y allá en casa hacía cursos para magos poco preparados... la escuela de magia egipcia no es tan buena como Hogwarts – terminó, haciendo una mueca.
- ¡Nosotros tuvimos que hacer eso el año pasado! – dijo Harry.
- Tú lo hiciste – corrigió Ron. Harry se sonrojó.
- El año pasado sólo nos daban Defensa en teoría... hicimos un grupo para practicar... – explicó.
- ¿Sólo teoría? ¿Por qué? – preguntó Catherine, frunciendo el ceño.
- Gracias a una profesora muy, muy, muy mala... incluso peor que Lockhart – dijo Ron.
- Y eso ya es muy difícil... – dijo Harry, alzando las cejas y asintiendo. Ella rió ligeramente.
- Hablamos luego... tengo que desempacar... – le dio a Harry un beso en la mejilla que lo dejó en estado de shock y luego uno a Ron, después abrazándolo -. Me encantó verte de nuevo. ¡Ahora no vas a poder escaparte de mi!
Ron rió, devolviendo el abrazo.
- No voy a intentarlo, no te preocupes – dijo. Ella se separó de él y le dirigió una sonrisa amistosa -. Por cierto, la contraseña es pelo de gato.
- Gracias... ¡adiós, chicos!
Se paró y se fue hacia la torre. Siguiéndola con la vista, Ron notó algo: Hermione lo veía con una mirada extraña desde un pasillo.
"¡Me vio abrazándome con Catherine!" pero, antes de que pudiera siquiera pensar en algo, Hermione había desaparecido, también yendo a la torre. Sin saber por qué, se sentía una porquería.
- Maldita sea... – murmuró, mientras seguía comiendo.
... mientras muere otro minuto
porque hablamos
