Hola a todos, ¿cómo les va? Acá les dejo la actualización :) espero la disfruten tanto como yo al escribirla, recuerden apoyar la historia con follows, favs y comentarios, realmente me ayuda a saber que hay interés.

Estaré pasando por acá en un par de semanas nuevamente. Les recuerdo que esta obra está siendo publicada en AOO y Wttpd (no pongo nombres completos porque se borran) y pueden seguirme en mis redes sociales, como OnlyStarling en IG y Twitter.

Que tengan un excelente día o noche, estaré leyendo sus comentarios ;)

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Disclaimer: Aclaro que ninguno de los personajes usados en esta historia son míos, excepto los que yo cree. En todo caso se dará debida nota. Riot Games tiene los derechos de los personajes usados.

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Nota: No al plagio por favor, copiar una historia que no es tuya y ponerla en otro sitio bajo tu nombre es plagio. Si ven mis obras en algún lado sin mi permiso ni mi nombre... avisen y/o denuncien al autor, gracias ^^

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El Baile del Cuervo

Por Clarisce

Capítulo 5: Sin Ella

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Iba a decirle la verdad, quién era en su historia y lo que representaba, así tal vez dejaría de aproximarse, de incitar-… de darle esa emoción, esa que le decía que él podía cambiar su historia, ¿pero realmente quería ser otro?

El fuerte sonido de una bofetada se dejó escuchar en el fondo de aquella oficina, Emal Swain tenía a su hijo frente a ella, pero no era ninguno que nació de ella, sino al que pensó en quitarle todo.

— ¿Cómo pudiste hacer eso?

— Madre, fue Jeremiah —confesó.

— ¿Crees que él querría hacerme enojar? Me tiene más miedo que tú —se reía pero no de alegría, estaba molesta— y ahora sé por qué querías encargarte de todo, cometer ese terrible acto en casa de los Fleuran, ¿quieres hacernos caer en desgracia? Sólo espera que tu padre lo sepa.

— Fue Jeremiah —repitió y otra bofetada se dejó venir.

— Si dices eso frente a tu padre, me encargaré de que jamás salgas de casa y mueras como un maldito ermitaño.

Exhaló sin tener éxito en comunicarse con su madre, no tenía miedo de otra bofetada, sólo no quería que su hermano se saliera con la suya.

— Tendré que arreglar tu desastre, vete a casa de inmediato y no asomes tu pequeña cabeza frente a mí en lo que dure las negociaciones.

— Sí, madre —respondió sosegado por el frío y el desanimo.

Se inclinó y girando su cuerpo salió de la oficina, éste parecía molesto. Fuera de la misma se encontraba Alain, su hermano mayor, éste le indicó con la mano que lo siguiese.

Caminaron hasta el jardín, alejado de todo sonido, se vieron el uno al otro, su hermano más grande que él y aún más fornido antepuso su presencia rápidamente.

— ¿También vas a golpearme? —preguntó mirando fijamente a su hermano, tenía la mejilla roja.

— Escuché suficiente de eso. Además sé que no callarás tu boca, aún cuando te amenazaron.

— ¿Uhm?

— No delates a mi hermano y acepta la culpa.

— ¿Qué recibo a cambio? —preguntó como si supiera que tenía el poder en sus manos.

— ¿Mi agradecimiento no bastaría?

No era común, pero tan pronto dijo eso las comisuras de sus labios se elevaron en un abrir y cerrar de ojos, luego de un sonido seco de su garganta, se dejó escuchar una risilla que siguió de una sonrisa abierta.

— Jajaja jajaja… —no pudo evitarlo, tan pronto se dio cuenta calmó su reacción— muy buen chiste. Nos vemos —dijo y le dio la espalda mientras intentaba disimular una ávida risa.

— Escúchame, Jeremiah cometió un error, él no es malo, pero es muy torpe y papá lo tiene en la mira, si sólo hace algo más, lo expulsarán de la familia, es mi único hermano —Jericho frunció el ceño— no quiero perderlo y sé que tú no eres lo que aparentas, nos burlamos de ti y sé que te lastimamos o que no hemos sido agradables, pero —se detuvo— pero somos familia y aunque no lo haya aceptado antes, la familia se protege —Swain estaba divertido, se iba a ir antes pero parecía gracioso tener a su orgulloso hermano mayor inclinando la cabeza— y como eres parte de la familia y eres el más apto para todo este trabajo, te apoyaré como heredero.

— ¿Qué? —la sonrisa de Jericho se borró de inmediato.

— Serás el heredero de la familia. Me retiraré de la ciudad si es necesario, ni madre, ni padre tendrán voto en eso. Incluso si insisten en que me convierta en heredero, me recluiré como un clérigo.

Estaba confundido, no sabía lo que iba a decir, por primera vez su hermano le había quitado la palabra, sus pequeños labios se fruncieron y luego se relajaron para contestarle.

— ¿Por qué harías algo así por ese tonto?

— Te lo dije, es mi hermano.

Estaba triste, Jeremiah lloró toda la noche, no era para menos, parecía ser un pillo por fuera pero no sabía qué más hacer, para cuando su hermano se enteró, supo que no podía confrontar a su madre por obligarlo, era débil y no tenía un buen manejo de palabras. Después de todo, cuando naces en una familia de personas extraordinarias, ser común era pecado.

— Mamá es capaz de matarte y usar tu cadáver para hacer que ocupes el puesto, además, sigo sin creerlo, dudo que sea tu única razón.

— Cuando llegues al poder o tomes nuestro nombre, ella ya no podrá hacer nada en nuestra contra y evitaré una guerra, no sabes lo doloroso que es pelear contra tu propia sangre hasta que sucede. Quise fingir que estaba bien, fingí también ser mejor que tú, tomar tus proyectos, créditos y todo lo demás, padre no cree nada, pero no le importa, dejará que mamá haga lo que sea, menos matarte y yo estoy harto. Así que sí, te dejaré todo, sólo no nos lastimes, ni a mamá, ni a nosotros, ¿puedo confiar en ti?

— No —dijo con malicia— pero aceptaré tu propuesta con la condición de que sepas que no estoy obligado en cumplir la promesa que quieres de mí.

— ¿Pero te echarás la culpa?

— Estaré pensándolo —iba a aceptar, pero deseaba saborear el sufrimiento de Jeremiah y Alain mientras sucedía.

Se retiró de ahí, caminó con calma al inicio pero después se fue a prisa, no sabía hasta dónde llegaría ese asunto, sólo quería sacar un beneficio, la promesa de su hermano de dejarle el puesto de heredero.

Su condición de hijo de otra mujer le impedía seguir adelante en la escala social y con las trabas que le imponían, cada vez le era más complicado salir de casa, tal vez debía seguir su plan inicial, el cual tuvo antes de caer del caballo, pero si lo hacía, era probable que acabara muerto, de nuevo. Ganar no es ganar si no vives al final del plan.

Y de entre los planes entretejidos, la señora Emal Swain sacaba provecho al desastre provocado. Estaba en un salón junto a otras damas, entre ellas la condesa Fleuran y una encargada de las niñas jonias.

— ¿Cómo se encuentra?

— Su tobillo podría estar fracturado, cayó mal —dijo la encargada— la señora Fleuran nos ha apoyado con un médico.

Un sirviente al lado de la mujer carraspeó y acercándose al oído de la encargada Jonia le corrigió.

— ¡Oh! Lo siento, condesa —dijo en voz alta.

— Esto debe resolverse, no puedo creer que uno de tus hijos haya cometido tal atrocidad, ¿empujarla? Es inaudito, ¿cómo educaste a ese niño? Es un salvaje.

— Perdóneme, no he podido ser estricta con él, le tengo mucho afecto, pero eso ha nublado mi juicio —bajó la cabeza y lagrimeó— lo siento tanto —se dirigió a la encargada— ¿cómo podría reparar este problema?

— La niña ya no podrá bailar, ella era parte de un grupo especial en Jonia, eso baja sus posibilidades de encontrar un buen matrimonio, ¿cómo podrían arreglar el asunto? El dinero no compensará el sufrimiento que le han provocado.

— Sabe… —comenzó Emal— mi hijo ha tenido problemas para manejar su carácter, pero con la ternura y paciencia de su hija-

Fue interrumpida rápidamente por la condesa.

— ¿Qué estás diciendo? Ella no es una noble, no tiene conexiones ni es rica, es tan pobre como un simple plebeyo —decía en voz alta pero sabía que la encargada no tenía un noxi* tan fluido para entenderla.

— Condesa, agradezco su reflexión —pausó— pero mi hijo debe hacerse cargo de sus propios problemas y educarlo para que sea un buen hombre es mi deber —dijo Emal, estaba muy divertida por dentro.

— ¿Qué dijo? —preguntó la encargada.

— Por favor, vizcondesa, permítame —pidió la anfitriona de la casa mientras se dirigía a la encargada en su idioma— los Swain quieren responder, ofreciéndole matrimonio y una vida asegurada en su familia —sonrió.

La encargada no sabía qué decir, era una petición un poco aleatoria, como si viniera de la nada, un tobillo torcido no era motivo de una petición de mano, pero ambas mujeres lucían serias al decirlo.

— Nos iremos —dijo la encargada— permítanos considerar su oferta en conjunto a los sabios de la aldea donde pertenece nuestra niña y también necesitamos la opinión de los padres.

— ¿Sería suficiente retribución? —preguntó Emal—. En verdad no queremos que se vayan con un sabor amargo en su viaje.

— Es suficiente retribución, contestaremos en los próximos meses —se puso de pie y salió del salón.

Así es como quería que las cosas marcharan, Emal sabía todo lo que le ayudaría tener una insignificante hija de Jonia en su familia, ella no tendría poder para oponerse y Jericho dejaría de recibir propuestas de familias, así se conformará con un soso trabajo como ayudante noble o trabajará para su hijo, como debe ser, SIEMPRE a la sombra de su sangre.

Un poco de viento sopló en la ciudad mientras los recuerdos de Irelia se hacían cada vez más densos, estaba al lado de su hermana, quien todavía parecía dormir luego del accidente, le tomaba la mano y la consolaba con caricias en la cabeza cuando tenía pesadillas.

Cuando vio a Jericho Swain parado arriba y a una de sus hermanas caídas, corrió veloz para ayudarla, notó lo paralizado que estaba él, los ojos desorbitados, como si estuviera en otro universo y no éste.

— ¿Irelia? —preguntó la pequeña.

— ¡Despertaste! —dijo de golpe, quiso levantarse pero la tomaron de la muñeca.

— No te vayas, por favor —Irelia no dejó su mano y se sentó junto a la cama.

— ¿Qué pasó?

— Estaba viendo la alfombra, tenía un hermoso diseño con hojas y gatos, tal vez no eran gatos —se corrigió— pero era muy bonita, sentí un empujón y… —pensó— una mano quiso sostenerme pero no pude tomarla…

— ¿Fue el chico que estaba viendo el otro día? —preguntó Irelia entristecida.

— Él intentó ayudarme, pero había alguien más, ese chico, lo empujó, eh… recuerdo eso antes de dormir —habló de desmayarse.

— Así que él intentó sostener tu mano pero alguien más te empujó…

La puerta sonó, la habitación era amplia, sus demás hermanas parecían estar dormidas en una esquina contraria, la encargada entró haciendo el signo de silencio, con sus dedos en los labios, se acomodó junto a Irelia y miró a la pequeña niña con cariño.

— Es bueno que despertaras.

— ¿Qué pasó?

— Ah… —apretó los labios— yo no pedí absolutamente nada, no sé qué dijeron de haber manchado un honor y dijeron que repondrían el daño ofreciendo matrimonio.

— ¿Qué? —dijo Irelia y la pequeña en cama al mismo tiempo.

— El médico que te revisó dijo que es posible que no puedas seguir bailando.

— Eso no importa… —dijo la pequeña porque era la menor de sus preocupaciones.

— Pero ellos en verdad quieren que aceptes ser esposa de ese mocoso bribón que te empujó, el hijo de una señora noble.

Lo primero que Irelia pensó fue en el joven Jericho, un sirviente al que ella no quiso involucrar en un asunto así, siendo que poco después encontrarían al verdadero culpable, aquel chico noble al que no vio escapar, pero sí su hermana.

— ¿Qué? No, no quiero, no quiero —negó dos veces con la cabeza y su voz.

— Lo sé, pero no pueden dejar ir el asunto así nada más, además tus padres también dirán algo y…

— Matrimonio con ese muchacho… ¿por-por qué? Es una locura…

— El que me empujó… —dijo con una lágrima que se convirtió en llanto de inmediato— nooo… no quiero… no quiero… no…

Gimoteó y lloró todo lo que pudo, pero ni su encargada, ni Irelia, ni sus demás hermanas pudieron calmarla, no paraba de llorar, la sola idea de casarse a tan temprana edad con alguien que la había lastimado hacía que sintiera su mundo derrumbarse.

— ¿Por qué me quieren obligar? Uaaaah….

— Entiende que no volverás a bailar, no podrás ayudar a tus hermanas, no tendrás un matrimonio apropiado. Es la ley aceptar la retribución de acuerdo al daño, esto podría provocar un mal evento entre nuestras tierras. Si no aceptamos Jonia se verá como una tierra en desigualdad.

— Uaaah… UAAAAH… —seguía llorando.

— Ya… no llores, ya… —le dijo suavemente Irelia, pero su hermana la abrazó para no desaparecer en su tristeza—. Esta bien, yo… yo… yo aceptaré el matrimonio de buena fe que están dando.

— Pero hermana —dijo una de las muchachas— encontraste a tu llamado, al chico de tus sueños y ¿te casarás con el que lastimó a una de nosotras? Podría suceder una tragedia si contradices a los espíritus.

— No importa lo que me pase, no puedo dejar que Nin sufra por esto. Además… nunca dije que me casaría con él, sólo… sólo siento que fue suficiente con saber que es real.

— Irelia, no hagas eso, todavía hablaremos con los ancianos y los padres de Nin.

Pero en su mente ya había decidido terminar con aquella ilusión de haber encontrado al chico de sus sueños, quizás… no debía ser, de todos modos él no quería saber de ella. Pensaba que era raro, que él no quisiera tenerla cerca, como sus otras hermanas que recibieron un llamado o como la nueva señorita Fleuran, una atracción mutua debió nacer, pero no fue así como lo vio.

El chico que trabajaba como mayordomo, el de sus sueños, iba a terminar siendo un recuerdo, pensó Irelia.

En Jonia, cuando la encargada comunicó lo sucedido, de inmediato los sabios de la aldea se negaron en dejar pasar esa afrenta hacia una de los suyos, creyeron que lo justo era un castigo, pero la retribución dada no era para menos, así que consideraron aceptar la generosidad de la propuesta.

Y a pesar de que los padres de Nin se negaron, Irelia insistió a su familia en cumplir con ese deber, dar la retribución y casarse, olvidar todo lo que había planeado para evitar más problemas. No era como si le hicieran algo malo, después de todo, era un matrimonio mucho más que ventajoso, terriblemente afortunado y…

— Hermana, no tienes que hacerlo, es un castigo para ti, no es un premio —dijo su hermano mayor, pero la joven ignoró gran parte del discurso para interrumpirlo con lo que había pensado.

— Es una oportunidad que ninguna de mis hermanas debería tomar, yo, por el contrario, tengo más voluntad que sueños y no quiero ver sufrir a nadie más, Nin ya me dijo que me cedería su lugar.

— ¿Te pasó algo?

— Yo…

Recordaba al niño de pelo blanco que vio, al de los ojos rojos, vestido de manera formal, aquel que sólo daba pasos hacia atrás y quien se ocupaba de trabajar siempre que lo veía, ése muchacho… el que los espíritus le mostraron en sueños.

Irelia se repitió constantemente que no iba a dejarse llevar por el espejismo de una visión dada por espíritus, ser guiada a un destino no podía ser real hasta el minuto en que lo conoció, sonrió, parecía ser imposible, su corazón palpitó con fuerza, sus manos se apretaron fuerte y sus ojos no dejaban de verlo, él era real, nunca se convencerá de ello.

— Hermana —dijo su hermano menor— ¿en verdad quieres casarte?

— No —apretó los labios— pe-pero… Nin es muy pequeña y yo puedo ayudarla, es mi deber —aguantó sus lágrimas y se tragó sus palabras ahogadas.

— Debes esperar un par de años más, es la tradición en nuestra familia —dijo su padre llegando a la escena.

— Sí… —aceptó agobiada.

Esperaba que aquel en sus sueños jamás apareciera para verla así. Tal vez fue un consuelo ser rechazada, ignorada y apartada; trataba de poner una cara amable pero cada vez que él se iba ella sentía una punzada en su interior.

— ¿Qué estás diciendo? —preguntó con molestia.

— Mamá arregló tu matrimonio.

— ¿Con una noble? —preguntó con una pizca de ilusión.

— Jericho —suspiró su hermano mayor.

— Dime que es una noble, alguien de nuestra sociedad —añadió esperando lo peor.

— Jericho… —Alain ya no sabía que decir.

— ¡Arregló un maldito matrimonio! —gritó furioso, hizo puños y golpeó la pared más cercana. Se lastimó.

— Es momentáneo, cuando heredes el título de la familia podrás anularlo y…

— ¿Quién es? —preguntó furioso.

— Si te lo digo, mamá lo sabrá porque irás a reclamarle y no puedo-

— Juro que no hablaré, sólo necesito un nombre.

— Es una de las niñas jonias —bajó la cabeza— se llama Nin y tiene 10 años, tiene una fractura y no podrá volver a bailar, por ello, madre ofreció un matrimonio ventajoso, con el fin de no malograr nuestras buenas relaciones con ellos. Los condes.

— ¡Maldición! —gritó casi ahogado, estaba fuera de sí, viendo a su hermano y su reacción sobresaltada decidió irse. No iba a darle más espectáculo.

El salón de los Swain era enorme, con muebles y cuadros antiguos, sus paredes eran sólidas, suficiente para no llevar el eco de los gritos más allá, pero aún cuando existiera el miedo de que su madre se enterase, a él no le importaría.

Su hermano tenía razón, en cuanto fuera cabeza de la familia, disolvería ese matrimonio tan ridículo y podría buscar su propio poder; incluso para él, que no tenía poder, ser arreglado con una niña despojada de nobleza noxiana era un ancla al abismo, su sueño de poder, de destruir a Boram podría ser retrasado indefinidamente y mucha gente dependía de él para librarse. Sin Raum, sus posibilidades eran escasas, ¿tal vez? Se preguntó mientras veía a la nada desde su habitación, sentado al borde de su cama, tal vez sería mejor aceptar aquel demonio otra vez, así podría recuperar sus recuerdos de aquella vida pasada convertida en pesadilla ante sus ojos cada noche.

No, no, volvería a lo mismo, arriesgar su integridad por una traición.

Y lo peor era que, buscó su libreta, en un par de años, la joven de pelo azul… miró y pestañeó un par de veces antes de leer lo que había garabateado a mitad de la noche, la joven de pelo azul intentaría matarlo, por alguna de las mil razones que recontaba en sus memorias, no tenía ni idea en realidad, pero probablemente era algo malo.

Su cuerpo tembló cuando la vio por primera vez. Sentir su humanidad apretar su cuello tan peligrosamente hacía que no pudiera imaginar una vida cerca a esa joven, se alegraba que no pudiera verla de nuevo, ella… todo lo que sentía aparentaba ser amabilidad y sosiego, pero detrás de todo, seguramente se planeaba hacerle el peor daño posible. Tocó su brazo y aquella punzada regresó, el dolor sentido no era normal, lo incapacitaba.

Cerró sus ojos y recordó algo más, las aguas calmadas del mar, aguas tan claras como los de su mirada, sí, esa niña, sonrió, por un instante creyó en sus intenciones, pero la realidad era que el mar era negro y no sabía lo profundo que podía caer, por eso volvió a cerrar su corazón y planear lo que pudiera hacer en un futuro, uno sin Irelia en su camino.

Tal vez.

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Fin de Episodio 05
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