La selva, era un lugar pacífico.

—Skyler, ¡hija! ¡es hora de cenar!— decía un Spix macho, asomándose por la entrada de su nido, apoyando ambas alas en el marco de esta, su nombre, era Jack.

Un sitio tranquilo para los animales.

—¡Aquí estoy, Pa! ¡Mira lo que traje!— Enseguida otra spix atendió a su llamado, una hembra apareció, llevando consigo un par de nueces de Brazil.

Perfecto para que las familias pudieran vivir felices.

—Oh Sky, vaya que es genial que puedas encontrar de estás tan cerca— Él la recibió con las alas abiertas, dando espacio para que pudiera acceder a su hogar.

Sin duda, es algo bello... o bueno, Era Bello.

—No me subestimes, ¡soy buena para esto!— La hembra solo se paró erguida con la frente en alto, bastante orgullosa de si misma.

Al menos, eso fue hasta que la epidemia de mordedores apareció.

—Bueno, ahora gracias a tu ayuda tenemos algo más para cenar— su padre le sonrió, ya dirigiéndose con ella a una zona adentro del nido con frutas varias, sin embargo, antes de que pudiera hacer alguna otra cosa, empezó a escuchar algo raro. Jack se dió la vuelta extrañado, viendo la noche estrellada a través de la entrada del nido, y al acercarse, solo se asomo nuevamente por ahí, ahora viendo con dirección al suelo.

—¿Papá? ¿todo bien?— la spix se acercó lentamente al notar ese cambio, algo confundida al respecto.

El macho siguió observando, tratando también de escuchar más atentamente, hasta que finalmente supo lo que era.

—Ayuda... ¡Por favor!— era una voz aguda, no podría distinguir si era de una hembra o un polluelo, pero era obvio que necesitaba la ayuda de alguien.

—Quedate aquí, Skyler. Vengo enseguida— el viejo spix salió del nido, dejando a su hija ahí para esperarlo, aunque con algo de incertidumbre al respecto. Él voló por las cercanías, tratando de buscar de dónde venía aquel llamado de auxilio, hasta que dió con el finalmente. Dejo de volar un momento, descendiendo hasta el suelo de tierra, pero una vez llegó, aquel llamado desapareció, empezando a escuchar ahora unos sonidos pegajosos y ligeros gruñidos. —¿Hola? ¿Hay alguien por acá?—

El siguió caminando por esa zona, ya con algo de miedo creciendo en su interior, empezando a sentirse abrumado por los sonidos tan sospechosos en el ambiente, suspirando ligeramente para tratar de mantener la calma... Al menos hasta que sintió que alguien tocaba su hombro por detrás, lo cual provocó un fuerte escalofrío recorrer su cuerpo, girando lentamente para ver una ala azul sobre su hombro.

—¿Papi?— dijo aquella entidad, lo que provocó que el macho se sobresalte asustado, dándose la vuelta en pose de combate para defenderse, pero solo vio ahí a su hija Skyler.

—Oh, ¡hija! ¿que haces aquí? te dije que me esperes— este se relajo nuevamente, dando un suspiro profundo de ver qué solo era ella.

—Perdón, tenía que venir para asegurarme de que estés bien— respondió la chica con las alas en la cintura, pero enseguida ambos se quedaron en silencio al empezar a escuchar lo de antes, ahora combinado con unos sonidos de ramas rompiéndose. —Ooook, eso definitivamente suena mal—

—Shhh...— su padre enseguida le cubre el pico con su ala. —Creo que se de donde viene...— miro hacia otra dirección, dónde había un un gran cúmulo de hojas grandes, estaban quietas, pero de vez en cuando se iban moviendo ligeramente. Ambos se miraron y empezaron a caminar a ese lugar, una vez estuvieron cerca, el spix mayor procedió a mover las hojas para dejar ver lo que había ahí escondido... y lo que vieron, definitivamente nunca lo olvidarán.

Justo ahí había un Guacamayo Guarouba dándoles la espalda, agachado en el suelo como si comiera algo, aunque ninguno de los dos spix podía ver qué era, el macho fue el primero en acercarse, tocando un poco su hombro con su ala.

—Ehhh oye, ¿estás bien amigo?— dijo tranquilo, esperando a que aquella ave se diera la vuelta y le dijera que todo estaba en orden, pero, cuando el pájaro de plumas anaranjadas se detuvo, solo gruño un momento mientras se daba la vuelta. El miedo recorrió el cuerpo de Jack al ver cómo sus ojos estaban completamente blancos, mientras que de su pico ensangrentado caía un pedazo de carne muerta, además también, de ver a una pequeña cría de Carpincho en el suelo con los intestinos de fuera, agonizante y con una mirada perdida en la nada.

—Pero ¿que...?— la chica spix retrocedió al ver aquello, cosa que su padre hizo igual, abrazándose con ella mientras seguían mirando al Guacamayo Guarouba, el cual no les quitaba los ojos de encima, poniéndose de pie mientras gruñía, acercándose poco a poco al par de spix.

Sin embargo, no era el único, pues enseguida detrás de el, más aves empezaron a surgir de la oscuridad, también con su mismo aspecto, compartiendo todos, las ganas insaciables de, Morder.

—¡Vamonos Sky!— enseguida el spix mayor y su hija se dieron la vuelta para huir, empezando a volar enseguida, ya sintiendo como esa multitud de pájaros caníbales comenzaron a perseguirlos ya, unos corriendo y otros empezando a volar con dificultad.

Skyler y su padre llegaron a su nido, pensando tal vez que acá estarían a Salvo, pero no fue así, pues enseguida empezaron a escuchar rasguños en la madera del árbol, al mirar por el nido, vieron como estas creaturas empezaron a escalar por ahí, enterrando sus garras y picos en la madera para sostenerse, además también de los que podían volar y aleteaban poco a poco para poder subir.

—Ay No puede ser, ¿¡que vamos a hacer!?— ella empezó a hiperventilar al sentirse atrapada aquí, pero Jack enseguida la tranquilizó, abrazándola con sus alas.

—Tranquila, vamos a salir de aquí, si volamos rápido dudo que nos alcancen— la acaricio con cuidado, asegurándose de que este más tranquila, limpiando también las lágrimas que empezaron a recorrer sus mejillas.

Jack le sonrió con compasión, aunque también con miedo en su interior, tenía que proteger a su hija a como diera lugar, por lo que ya luego de haberla tranquilizado, ambos asintieron para el otro, saliendo del nido para poder huir antes de que esas bestias logren llegar a la entrada. Ya estando el par afuera, solo empezaron a volar a toda velocidad lejos de ahí, yendo hacia una columna de humo que venía de la zona deforestada del Amazonas, lugar que estaba cerca de la tribu spix.

—¿Crees que tu madre estará bien?— le pregunto Jack a su hija, volando a su lado, asegurándose de que nadie los estuviera siguiendo.

—Espero que si, Perla nunca permitiría que algo malo le pasara— respondió aun con la mirada enfrente, aunque, bastante preocupada todavía de lo estaba ocurriendo ahora en su hogar, peor a todo lo ya visto por ella, su padre y cualquier otra ave de la selva...