Dolor, Gloria y Paz
Entramos a Canterlot triunfantes, las puertas de la ciudad se abrieron para nosotros, marchamos a través de su portal, algunos soldados subieron a la muralla remplazando las banderas equestres por imperiales. los ciudadanos se retiraban a sus casas o nos observaban en silencio mientras paseábamos por las calles blancas y doradas de Canterlot.
Durante la marcha partes del ejército se fueron dividiendo, asegurándonos de ocupar cada rincón de la ciudad, enfocándonos en tomar los puestos militares y el palacio real al cual lideraba yo con la elite del ejército y con Twilight. Twilight Sparkle, quien marchaba tras de mi guardia palatina, cautiva, cabizbaja, sabía que se había acabado, Canterlot era ocupada por fuerzas imperiales. Ver a su princesa con nosotros solo mermaría más su espíritu, ver su ciudad ser tomada y sus banderas remplazadas, daría el último golpe para romperles.
La guerra había acabado y quería que quedara bien claro cual bando había triunfado, que no se olvidaran de lo que había pasado en este conflicto y lo que se había pactado en este día. Observé a mi alrededor, a la ciudad capital equestre, observé el palacio real aparecer mientras avanzábamos por las calles. Marchamos por toda la avenida principal de la ciudad, sus soldados tuvieron que apartarse del camino a regaña dientes, mientras nos veían avanzar triunfante, al compás de los tambores y los tifanos.
Avanzamos hasta puertas del castillo de Canterlot el cual seguía cerrado, los soldados dudaron, pude ver discusiones entre ellos, pero finalmente levantaron la gran reja y entramos al patíbulo del palacio. La puerta al palacio se abrió y al balcón ubicado al frente del mismo salieron los funcionarios del gobierno provisional, vieron a Twilight, se miraron mutuamente y de detrás de ellos salió Spike quien dijo:
-Suelten a la princesa, la guerra ha acabado, tienen la ciudad, no hay más razones para que la mantengan aprisionada.
Di una señal con la cabeza, indicando a los guardias que la soltasen, dejándola volver al lado de sus amigas y sus funcionarios. Después de esto, igual a regañadientes, nos dejaron pasar al castillo, subí con mi guardia palatina, adentrándome al mismo, ordené a algunos soldados izar nuestra insignia y cambiar toda bandera equestre por la propia, nadie nos lo podía impedir.
Las negociaciones estaban por empezar, pero en todo el tiempo que tomaran, la ciudad se mantendría bajo administración y ocupación imperial, le delegué la tarea a Sergeí. Aquel día ya casi terminaba, por lo que las negociaciones se pospondrían hasta la mañana siguiente, ordené especial vigilancia a las dependencias de la princesa y las alcobas de los funcionarios, no quería nada raro ocurriera. Antes de terminar el día y sabiendo que los soldados esperaban, indique a dos de mis palatinos, aquel que traía la bandera del regimiento, y a uno de los suboficiales acompañarme. Al sub oficial le indique llevar consigo una bandera del corazón de cristal, yo porte la imperial y el alférez llevaba la de la guardia palatina que tenía mi cutie mark de insignia. Con estas tres banderas salí al balcón del palacio de Canterlot, observando a los soldados en el pabellón y en la muralla del mismo.
Ahí estaban todos los valientes imperiales que habían llegado hasta aquí conmigo, levante la bandera imperial y grite:
-¡Canterlot yace en cascos imperiales! ¡La victoria es nuestra! ¡Viva la patria! ¡Viva el pueblo de cristal! ¡Viva sus costumbres y tradiciones! ¡Viva el Imperio! ¡De aquí a mil años más!
La multitud celebro, algunos lanzaron al cielo sus sombreros, agitaron las banderas regimentarías, elevaron los rifles. La guerra había terminado, ni yo misma lo podía creer, la lucha había concluido finalmente. Me adentre al palacio, me retire a las dependencias del castillo alojándome en uno de los cuartos libres destinados para diplomáticos y dignatarios extranjeros. Ahí Janina y yo nos preparamos, siendo ella la primera que probara la cama del cuarto. Pasando su vista a mi diciendo mientras jugueteaba con las cobijas:
-Lo lograste, nos trajiste hasta Canterlot, salvaste al imperio y a sus ponis.
-No lo hice yo sola. – respondí mientras cepillaba mi crin.
-No, pero, aun así, fuiste quien lo impulso, fuiste quien nos guio, la verdad es, que, sin ti, todo hubiera sido muy distinto. – añadió Janina
-Puede ser, pero sin todos ustedes, mi destino también podría haber sido muy distinto, si no hubiera ido jamás al imperio, si no te hubiera conocido a ti, a Angelina, a Ópalo. – respondí dejando el cepillo.
Al voltear a verla le sonreí, siendo mi gesto respondido por ella, fui a su lado y descanse, tomando en cuenta todo lo que pasaría los próximos días. Al despertar la mañana siguiente, me preparé y salí a encontrarme con el alto mando del ejército, el gobierno Equestre, se preparó y nos alcanzó en el salón del trono. Para cuando entrara Twilight con el resto de su corte yo me encontraba en lo alto del salón, justo frente al trono, observando los varios vitrales que decoraban el lugar. al pasar mi vista hacía ella logre ver en la puerta a Flurry, quien solo se quedó observante.
-Espero que hayas descansado bien princesa Twilight, porque tenemos mucho que acordar. Supongo que recordaras mi ultimátum, el que realice previo al levantamiento. ¿Lo recuerdas?
Antes de darme ninguna respuesta, observó a su alrededor, vio a mis oficiales y a mí en donde normalmente estaría ella.
-¿Te has puesto cómoda? – cuestionó sarcástica.
-Créeme cuando te digo que estaría mucho más cómoda en el palacio de cristal que estando aquí frente a ti princesa. – respondí – Ahora atendiendo los términos de su rendición. – terminé remarcando el acento en la última palabra.
-¿Que es lo que quieres?
-Para empezar, la independencia del imperio de cristal, quiero que reconozcan al imperio como una nación libre y soberana, después quiero se recorra la frontera equestre unos cuantos kilómetros al sur. Todos los territorios que pertenecieran al imperio, previa a la desaparición de este, volverán a ser tierra imperial. aunado a esto Equestria pagara no solo las reparaciones por su mala administración en el imperio los últimos años, si no que ahora también se sumara a la cifra inicial una cuantiosa cantidad en reparaciones de guerra. No me interesa si deciden dar la cifra en pagos separados o en uno solo, pero esa cantidad deberá ser pagada.
-¿En este momento no recuerdo exactamente que decía tu horrendo papel, podrías refrescar mi memoria? – cuestionó Twilight.
- En ese entonces Twilight, exigía a Equestria mil millones de bits, ahora con los costos de la guerra, seré indulgente y solamente te doblare la cifra, aunque sinceramente debería triplicarla. – solté
-¿Dos mil millones? ¿Quieres dos mil millones de bits? ¿¡De donde piensas que saque ese dinero?! – cuestionó Twilight.
-No me importa si te toma un siglo o dos, pero tendrás que pagar. – sentencié.
-¿Sabes lo que tendré que hacer para obtener ese dinero? ¿Lo que significara?
-Subidas de impuestos, ventas de bienes, se lo que significara a la población sí.
-¡Aun tendré un reino que defender de otros enemigos y los impuestos de guerra no harán más que subir! ¡Habrá una crisis! ¿Acaso no te importa?
-¿A ti te importo lo que le costó tus planes al imperio? ¿O a su pueblo? No, solo te importaban tus planes. – respondí interrumpiéndola. – Ahora, continuando, en honor a mis aliados, también tendrás que pagar al reino changeling una cantidad menor, digamos quinientos mil bits, en reparaciones por la guerra y en honor a mis colaboradores batponi, todo el territorio que hayan logrado capturar a día de hoy les será respetado, incluida Ponyhattan.
-¿Perdón?
-Como lo escuchaste.
-Esa guerra continuara cuando tú te marches y lo sabes.
-Puede ser, pero mientras tanto, les impondré a ambos un alto al fuego.
-Les estas ayudando a afianzar su dominio en aquellos lugares que ya han capturado, les estas dando tiempo solamente. – dilucidó Twilight.
-En otras palabras, sí. – respondí. – y no estas en posición de negarte a nada de lo que hoy aquí exija.
Twilight no respondió, se quedó en silenció, bajo la mirada pensativa, podía ver la duda en su rostro, ahora yo era la que la veía desde lo alto, ahora era ella la que tenía que aceptar mi palabra. Su corte discutió, veía solamente caras de preocupación entre ellos mientras entre mis oficiales y consejeros, veía seguridad, altividad, coraje, y… sueño, Morfea se había dormido a media negociación.
-Si no tengo otra opción, se hará así. -replicó Twilight.
-Bien, me complace que nos entendamos. – dije.
-¿Lo hacemos? – cuestionó Twilight con cierto enfado en su voz.
-Claro, otra cosa es que a ti te guste eso. – respondí.
-¿Tienes más exigencias? – cuestionó.
-Todas las deudas de negocios Imperiales a con burgueses, bancarios y nobles equestres desaparecerán, también espero que se levante el embargo comercial. A Equestria no le molestara que los comerciantes imperiales pasen por su territorio ni que comercien en su territorio.
-¿Algo más? – cuestionó aun enfadada pero ya resignada.
-Una ceremonia para mis ponis.
-¿Qué? ¿Para qué? ¿Es que solo quieres restregar sal en las ya profundas heridas?
-No me interesa cuan humillante sea para ti o para Equestria, quiero una ceremonia de rendición, con entrega de insignias, solemne, llegaron hasta aquí y merecen los honores, eres buena organizando cosas, seguro no te costara mucho organizarlo. – Aclaré.
-Como sea. -Terminó ella.
-Bueno, en ese caso, pasare la información a mi escribana y firmaremos la paz oficialmente después de la ceremonia. - Termine, dando por terminada la reunión. Dejé la planeación de la ceremonia a Twilight y yo pasé a redactar lo acordado junto a Ruby, a quien traía de escriba.
Sin embargo, al retirarme del lugar alcance a ver desde uno de los vitrales del palacio los jardines del mismo, me detuve y dije:
-Una última cosa…
-¿Qué más quieres de mí?
-¿Aun tienes la estatua?
-Sí… ¿Por qué?
-La quiero.
-¿Para… sabes que no me importa, como sea. – terminó retirándose.
Me retiré del salón me dirigí al cuarto en el que me hospedaba, comencé a redactar la paz con Ruby, cuando un guardia entró al cuarto diciendo:
-Hay una poni que quiere una audiencia contigo.
-¿Quién? Pregunte sin dejar de ver los documentos.
-Diamond Tiara, la burguesa de Ponyville.
Pase mi vista al guardia revise una vez más lo que ya habíamos escrito Ruby y yo y le ordené que se retirara, que regresara en un rato. Le indique al guardia que hiciera pasar a Diamond Tiara, que la esperaría ahí, unos minutos después Tiara apareció en el portal de la habitación, volteé a verla y dije:
-Diamond Tiara, me dijeron que querías una audiencia, espero que varios de tus pares en equestria lo pidan también, algunos querrán negociar aparte del gobierno para intentar salvar sus ingresos en el imperio, pero tengo la sensación de que tu no vienes por eso. – dije acercándome a ella.
-Es verdad… no es la razón por la que estoy aquí.
-¿Qué buscas? – cuestioné suponiendo lo que respondería.
-En Ponyville, dijiste algo sobre una potrilla, la primera hija de mi madre.
-Sí, la primera hija de Spoiled, hija de otro padre, que no vivió para ver a su hija. -respondí.
-¿Qué sabes? ¿Por qué lo sabes? ¿Por qué te interesan esos trapos sucios?
-No me mal intérpretes, nunca quise buscar los trapos sucios de nadie. – respondí.
-¿Entonces?
-Solamente quería saber… mi propia historia, mi pasado.
Diamond Tiara no respondió, su rostro de uno confundido lentamente paso a uno de sorpresa, mientras dilucidaba en su mente lo que decía, mientras digería la información que acababa de soltar.
-¿Qué insinúas? ¿Eres mi hermana?
-Sí, tú y yo, somos hermanas, más precisamente, medias hermanas. – continué.
-¿Puedes probarlo? – cuestionó alejándose un poco.
-Tengo las pruebas, todas, pero no las traigo conmigo, aunque si te puedo decir una cosa, pregunta en el orfanato central de la ciudad, pregunta por la historia de una potrilla abandonada a su suerte en un puente, pregunta por la fecha en que fue descubierta, confronta a tu madre con esta información y ve su reacción. Estoy segura eres suficientemente lista para dilucidar si lo que te dirá después, es una verdad, o una mentira. – dije dándole un vistazo a su cutie mark. – nuestras cutie marks posen significados similares… que coincidencia. Dije antes de retirarme.
Dos días más de ocupación pasaron, al final de aquella semana, se celebró la ceremonia, se realizó una marcha desde la plaza principal de Canterlot hasta el patíbulo del palacio, yo observe todo desde el balcón real, a lado de algunos miembros de mi corte, los oficiales del ejército equestre, pasaron al patíbulo portando las banderas de sus regimientos, soltándolas frente a nuestras formaciones. Esta entrega de insignias era una forma de reconocer la derrota, para nuestros soldados, era un reconocimiento a su victoria, para ellos, una humillación política. La misma Twilight paso al frente, al final de todos sus oficiales, soltando la bandera Equestre frente al balcón real, note como le costó trabajo levantar la mirada y enfrentar la mía.
Abriendo mis alas, con el tratado de paz ya preparado descendí aterrizando frente a ella, Ruby paso al frente, posicionando una pequeña mesita entre ambas y poniendo la pluma y el tintero en su lugar. Puse el tratado en la mesa, Twilight lo leyó viendo que todo lo hablado estaba ahí, tomó la pluma con su magia y respiro hondo. Tembló en su agarre, incluso pude notar como titubeo al momento de acercar la pluma al papel, pero finalmente lo hizo, firmo. Después de esto agradecí, volteé el tratado en mi dirección y firme, de forma prácticamente inmediata. Ruby avanzo nuevamente, enrollando el tratado y sellándolo con el sello imperial, Spike lo tomó después añadiendo el sello Equestre y regresándoselo.
-No ha sido tan difícil ¿O sí? – le dije a Twilight con una sonrisa.
Ella solamente hizo una mueca, sus cejas temblaron un momento, se tragó la rabia y miro a otro lado.
En los próximos días, con la paz firmada nuestras fuerzas procedieron a abandonar la ocupación de Equestria, nos retiramos de Canterlot, de Ponyville, de Clousdale, liberamos cada posición capturada, y pusimos rumbo a casa. En este periodo de retirada, mantuve vigilada en todo momento a Amatista y sus guerrilleros que serían desbandados, pues no quería incurrieran en nuevas agresiones a Equestria o que degeneraran en grupos criminales.
Nos tomó casi tres meses enteros desalojar todas nuestras fuerzas de territorio equestre y hacer la marcha de regreso a casa, pero cuando estuvimos en tierra imperial, cada pueblo por el que pasamos, cada ciudad, nos recibió con celebraciones, con aplausos. Las puertas de la ciudad imperial nos recibieron con tal jubilo, la calle principal se llenó de ponis celebrando a sus soldados que regresaban victoriosos a casa.
Mientras desfilaba por las calles imperiales, saludaba a mis súbditos, festejaba con ellos, mientras avanzaba hasta el palacio recordaba todo lo vivido, recordé la primera vez que entré en la ciudad imperial, como la nueva hija adoptiva. Pase, por la tienda familiar de Angelina, recordé los momentos que pasamos juntos, la amistad, recordé todo aquello que no volvería a ser. Seguí el camino, pasamos por la catedral, cuyas fortificaciones ya se habían retirado, ahí Crystalia saludaba a nuestro paso, uniéndose al desfile con su tropa de sacerdotisas.
Pasamos cerca de la que fue la escuela de la amistad en el imperio, ahora cerrada, con algunas de sus ventanas rotas, había sufrido un saqueo el edificio durante el levantamiento. Pensé que podía haber sido un mal tiempo el que pasara ahí, pero entre lo malo, había conocido a Angelina, a Ópalo y a Janina, a quien volteé a ver, recibiendo una sonrisa de su parte, había valido la pena.
Pasamos por todos los barrios de la ciudad, incluyendo por la antigua prisión, donde diera muerte a Gallus, donde salvara a Janina de un encierro, recordé esa noche, donde la llevé ante Cadence y le rogué le salvara la vida. Pase por casas vacías, de valientes ponis que, como Angelina y Ópalo, no volverían con nosotros. una vez estuviera en el palacio, en la plaza del corazón de cristal, con la multitud reunida a su alrededor, les observé y pronuncié:
-Han sido tiempos duros para el Imperio, sé que muchos de ustedes, perdieron seres queridos, sé que la vida ha cambiado muy rápido en los últimos años, que sangramos en busca de nuestra merecida libertad. Comprendo y siento el dolor que todos han sufrido, pues yo lo eh sufrido con ustedes, pero la tormenta ah pasado, la barbarie ha terminado y podemos empezar a reconstruir. El imperio volverá a ser grande como antaño, ustedes volverán a festejar, a sonreír, a reír y a vivir, como lo hacían antes… antes de todo, antes de Sombra, antes de Twilight. Queda mucho por celebrar, pero antes, por su honor y en su memoria, despediremos a todos los caídos, familiares, enamorados, amigos, a todos los que dieron su vida porque todos ustedes pudieran conservar sus tradiciones, sus hogares, sus creencias y costumbres. Porque la patria es más que una bandera, que una limitación geográfica en un mapa, la patria son ustedes, todos ustedes, la patria es el pueblo que la forma, estos soldados que lucharon por el imperio, lucharon por todos ustedes, los partisanos, lucharon por la libertad de todos ustedes.
Que su memoria viva para siempre en los corazones de todos los ponis de cristal, que su gloria sea eterna. – terminé volteando a ver el corazón de cristal -Eh hecho todo lo que estaba en mi poder por cumplir mi promesa, y seguiré protegiendo a nuestro pueblo, como una madre defiende a sus hijos.
El corazón brillo, me incline ante él, mis oficiales hicieron lo mismo, las sacerdotisas y el resto de los ponis de cristal. La energía broto hacía el corazón haciendo que brillara con más intensidad y liberara su poderosa aurora. En los siguientes días, se realizaron diversas ceremonias, mande a realizar la construcción de varios proyectos, algunos conmemorativos otros civiles. Traería una nueva era de prosperidad para el imperio, ahora que ya no queda más batalla por luchar.
