Si, si, lo sé, lo se… han pasado más de 84 años desde el último capítulo de esta historia. Lo admito, me obsesione demasiado con "Volver al pasado" y descuide esta historia junto con "Confesiones", pero pienso corregir ese garrafal error ahora mismo. ¡Perdón por el retraso!

The loud house y sus personajes son propiedad de Nickelodeon. Esta historia es escrita únicamente con fines de entretenimiento.


Un cuento antes de ir a dormir

(3ra parte)


.

.

.

—… y es que, como ya te habrás dado cuenta, el príncipe tenía un gran talento para hacer todo tipo de planes (especialmente, planes relacionados con sus hermanas), pero estos, lamentablemente, rara vez llegaban a tener éxito, y esto, más que nada, se debía al hecho de que el príncipe nunca se ponía a reflexionar detenidamente en las consecuencias que podían venir más adelante a causa de sus acciones imprudentes, y… bueno, fue justamente este pequeño detalle en su personalidad lo que provocó que, al final, todo se arruinara para él. — por un momento, Lincoln pareció perderse de nuevo en sus recuerdos, pero no tardó mucho en salir de ese trance y negar con la cabeza — Ah, pero creo que me estoy adelantando mucho. En fin, continuemos con la historia. Sucedió entonces que…

—Espera, espera. — interrumpió Lily de repente. — Cuando dijiste que, al final, todo se arruinó para el príncipe… ¿eso quiere decir que algo MUY malo le pasó, o qué?

Lincoln permaneció en silencio por un momento, pero luego sonrió con calidez antes de darle a su hermana unas cuantas palmaditas en la cabeza.

—Vamos, Lily, no seas tan impaciente. Ya lo sabrás todo más adelante. Por ahora, solo déjame seguir contando el cuento y así todo tendrá más sentido después, ¿de acuerdo?

Lily asintió y Lincoln, al ver esto, decidió seguir con la historia.

—En fin, como te estaba diciendo… el príncipe decidió hacer otro de sus alocados, pero a la vez elaborados planes para descubrir la verdad sobre ese grupo de malvados hechiceros. — Lincoln sonrió con nostalgia — Esa noche, el príncipe apenas pudo pegar un ojo de lo emocionado que estaba por emprender, lo que él creía, sería una nueva y emocionante aventura en su joven vida. Fue tanta su emoción, que no pudo resistir por más tiempo y tuvo que sacar un cuaderno de notas de su escuela para escribir todos los detalles que se le iban ocurriendo. Una vez que terminó de escribir todas sus ideas, decidió llamar a su plan… operación encontrar-la-verdad-sobre-los-hechiceros-de-capucha-oscura-para-luego-entregarlos-a-la-policia-y-asi-convertirme-en-heroe-y-por-fin-dejar-de-ser-un-principe-aburrido-para-todo-el-mundo… y, (recordatorio para más tarde) pensar-en-un-nombre-mas-corto-para-esta-operación.

Lily miró a su hermano con incredulidad.

—Oye, espera un momento. ¿Me estás diciendo que ESE fue el nombre que decidió ponerle a su plan? ¿En serio? — Lincoln asintió, con expresión divertida — Pero… ¡¿en qué rayos estaba pensando ese príncipe?! ¡Ese nombre es demasiado largo! ¿Qué no se supone que las operaciones de los espías deben de tener… no se… un nombre en clave para que así se les pueda recordar más fácilmente? ¡Eso es lo que siempre hacen en las películas y en los comics!

Lincoln se echó a reír al oír todo aquello.

—¡Ja, ja, ja…! Es cierto, tienes toda la razón, Lily. El príncipe siempre fue malísimo a la hora de ponerle nombre a todas sus operaciones. Siempre se recordaba a si mismo que tenía que cambiar el nombre a uno más corto, pero… bueno, siempre terminaba olvidándose de eso. — negó con la cabeza al mismo tiempo que sonreía — En fin, volviendo a nuestra historia…

.

.

.

a partir del día siguiente, el joven príncipe decidió empezar con su investigación, y lo primero que hizo, sin pérdida de tiempo, fue observar detenidamente los movimientos de su compañero de clases durante varios días. Ahora, tienes que entender una cosa, y es que, cuando digo "observar sus movimientos", me refiero a que, todo el tiempo que el príncipe estaba en la academia, se ponía a vigilar atentamente a ese chico con el fin de saber cómo se veía, a dónde iba, con quien hablaba, de que hablaba, que hacía, con quien lo hacía, etc.

Esto, como te podrás imaginar, era una tarea bastante agotadora. Si a la hora de la comida el chico se sentaba en una mesa junto con sus amigos y se ponía a hablar con ellos, el príncipe procuraba sentarse lo más cerca posible de esa mesa para así poder escuchar sus conversaciones sin ningún problema. Si el chico iba al baño, el príncipe esperaba un momento y luego él también pedía permiso a la maestra para ir al baño. Si al salir de la escuela el chico se iba caminando hasta su casa, el príncipe lo seguía desde una distancia segura para no ser visto, y si se el chico se iba en autobús… eh, quiero decir, en un carruaje, el príncipe también lo hacía. Si el chico iba al parque, a la plaza, a una tienda, o adonde fuera… el príncipe lo seguía. Ah, y si el chico se quedaba en su casa, sin salir a ninguna parte, el príncipe se escondía en un contenedor de basura y se quedaba ahí por horas vigilando con la ayuda de unos binoculares…

.

.

.

—Espera, ¿en serio el príncipe se escondió en un contenedor de basura… solo para vigilar a ese chico? — preguntó Lily, al mismo tiempo que trataba de evitar poner una expresión de asco.

—Ujum — dijo Lincoln al mismo tiempo que asentía con la cabeza — Y créeme, no fue una experiencia para nada agradable. El olor dentro de ese contenedor era asqueroso y siempre había moscas revoloteando por todos lados, caminando sobre la cara del príncipe, metiéndose en sus orejas, en su nariz, y hasta en su boca… — el peliblanco hizo un gesto de asco — Muchas veces, el príncipe tuvo que aguantarse las ganas de vomitar ahí mismo. Para colmo, el mero hecho de respirar era ya en sí mismo un gran problema. No podía usar la nariz porque… bueno, porque, como ya dije antes, el olor era simplemente insoportable, así que el príncipe tenía arreglárselas respirando por la boca la mayor parte del tiempo. Oh, y por si eso fuera poco, cuando por fin salía de ese contenedor para regresar al castillo, toda su ropa apestaba y había TODO tipo de manchas desagradables por todas partes…

—¿Incluso en su ropa interior? — preguntó Lily con curiosidad.

Incluso en su ropa interior, Lily. — repitió Lincoln con voz grave.

—Ewww...

Una vez más, Lincoln negó con la cabeza al mismo tiempo que sonreía gracias a las divertidas y tiernas reacciones de su pequeña hermana.

5—En fin, volviendo a nuestra historia… por muchas noches, el pobre príncipe tuvo que escabullirse por el castillo como un ninja, evitando a sus hermanas y a sus padres en todo momento, solo para así poder meterse en el baño y tomar largas y calientes duchas. Obviamente, todo esto tenía que hacerlo a escondidas, pues no quería que ni sus hermanas ni sus padres sospecharan de él o le hicieran preguntas incomodas sobre todo lo que estaba haciendo o porque pasaba tanto tiempo fuera de casa. Sin embargo, en algunas ocasiones, incluso después de bañarse, bañarse y bañarse hasta el cansancio, el príncipe aun podía percibir el horripilante aroma de la basura emanando de su cuerpo, y esto no hacía más que elevar su ansiedad, pues todo el tiempo tenía que cuidarse mucho de que nadie, ni su familia ni sus amigos, pudiese percibir ese olor. Por ello, a menudo tenía que ponerse perfumes, lociones, y mucho, MUCHO desodorante. — soltó una pequeña risa — Je, después de unos días de seguir con esa rutina, algunas de sus hermanas incluso llegaron a pensar que el príncipe estaba enamorado de una chica, y que por eso se ponía tanto perfume... y todo el tiempo le hacían preguntas incomodas o lo fastidiaban al respecto. Ja, ja… El príncipe tuvo que inventarse un montón de excusas y cuentos con tal de que lo dejaran en paz…

Lily, que escuchaba todo aquello con gran interés, dejó escapar un pequeño silbido.

—Fiuu… ¡cuántos problemas! — después de un rato añadió — ¿Sabes? Creo que yo me hubiese vuelto loca si hubiese estado en los pies del príncipe…

Lincoln sonrió.

—Se dice: "estar en los zapatos del príncipe", Lily, no en los pies. Y, bueno… honestamente, no te culpo por pensar así. Como ya dije antes, el príncipe siempre se metía en toda clase de problemas, y también estaba acostumbrado a que sus hermanas siempre tratasen de entrometerse en sus asuntos. — se encogió de hombros — ¿Qué te puedo decir? Así era su vida.

Por un momento, Lily estuvo algo pensativa.

—Bueno… todo eso lo puedo entender. Lo que no entiendo es… ¿porque el príncipe tuvo que meterse en la basura solo para espiar a ese chico? O sea, ¿no podía haberse escondido en un sitio mejor, o por lo menos, menos asqueroso? — antes de que Lincoln pudiese responder a eso, Lily añadió otra cosa — Oh, y, además, todo ese asunto de seguir a ese chico a todas partes, incluso en el baño… bueno, no sé tú, pero, la verdad, todo eso me parece algo… um…

La pequeña pareció batallar para encontrar la palabra adecuada para expresarse.

—¿Tonto? — sugirió el peliblanco.

—No, tonto no. Más bien… excesivo. ¡Si! ¡Eso es! ¡Excesivo! — Lincoln alzó un poco las cejas, sorprendido de que su hermanita conociese esa palabra, incluso la misma Lily parecía estar muy orgullosa de sí misma al ver la reacción de su hermano mayor — Quiero decir… ¿En serio era necesario hacer todas esas cosas? ¿No hubiese sido mucho más fácil simplemente ir con el chico, preguntarle sobre lo que le pasó y luego ir los dos juntos con sus papas, con la policía… o con alguien más?

Lincoln le sonrió cálidamente a su hermanita, pero esta notó de inmediato que en la mirada del peliblanco había un pequeño rastro de tristeza.

—Tienes toda la razón, Lily. Probablemente hubiese sido mucho más fácil resolver las cosas de esa manera, pero… bueno, ya sabes, si eso en verdad hubiese pasado, entonces no habría ninguna historia que contar, ¿verdad? — aun sonriendo, Lincoln se encogió de hombros antes de continuar con el cuento — Bueno, contestando a tu pregunta sobre lo de esconderse en el contenedor de basura… digamos que ese era el único sitio disponible donde el príncipe tenía una excelente vista hacia las ventanas de la casa del chico, además de que al mismo tiempo era seguro que nadie lo descubriera. Y, si bien el príncipe no hubiese tenido problemas escondiéndose en cualquier otro lugar, el problema era que entonces los vecinos lo hubiesen podido ver más fácilmente y, al mismo tiempo, habría estado demasiado alejado de la casa, y eso, como ya sabes, no le hubiese permitido saber lo que el chico estaba haciendo, así que…

Lincoln se encogió de hombros nuevamente, dando por terminada su explicación.

—Oh… vaya, eso apesta. — dijo Lily, haciendo que Lincoln volviese a sonreír.

—En cuanto a lo de ir a hablar con el chico directamente… — el peliblanco suspiró antes de seguir — Veras… desafortunadamente, el príncipe lo conocía lo suficiente para saber que se trataba de una persona demasiado orgullosa. Y cuando digo "orgullosa" me refiero a que era de ese tipo de personas a las que no le gusta que los demás los perciban como… "perdedores" o débiles, ¿entiendes a lo que me refiero? — Lily asintió lentamente con la cabeza — Siempre que se le presentaba la oportunidad, a este chico le gustaba mucho presumir de todo el dinero que sus padres le daban y de todas las cosas que tenía en su casa, así que… en el fondo, el príncipe sabía que, aunque fuese directamente con el chico y le hiciese todo tipo de preguntas de la forma más amable posible, este jamás le diría nada de lo sucedido… más que nada, porque la relación entre ambos era… um… — por un momento, Lincoln pareció indeciso, como si no supiese que palabras usar — no muy buena que digamos.

—Wow… todo eso suena tan complicado. — exclamó Lily.

—Lo sé. — dijo Lincoln tras dejar salir hondo un suspiro — Pero esa no fue la única razón. Veras… además de todo esto, el príncipe, como ya dije antes, tenía una gran imaginación, y… bueno, le gustaba mucho sentirse como autentico detective al esconderse entre las sombras… o en la basura. — negó con la cabeza al mismo tiempo que sonreía — Había leído muchas historias de crimen y misterios en el pasado, y gracias a eso, el príncipe sabía que, a veces, los mejores detectives tienen que seguir a un objetivo en específico para conocer todos sus pasos, ya que esto, la mayoría de las veces, suele revelar una pista importante sobre lo que sea que se esté investigando, así que…

—Espera, espera… Entonces, ¿me estás diciendo que todo eso de meterse a la basura y seguir al chico por todas partes… solamente lo hizo por querer jugar a ser un detective? — preguntó Lily con una ceja enarcada.

Lincoln abrió la boca, listo para responder, pero la volvió a cerrar tras pensárselo mejor. Luego de unos instantes, respondió.

—Pues… sí. Supongo que sí, eso podría decirse. — se encogió de hombros, al mismo tiempo que sonreía con algo de vergüenza — En fin, como te estaba diciendo… — se aclaró la garganta antes de continuar con el relato — Después de varios días, los esfuerzos del príncipe por fin fueron recompensados, pues logró recabar información muy valiosa sobre todos los lugares a los cuales el chico solía ir en sus ratos libres. Y sucedió entonces que, un día, el chico decidió ir a uno de estos lugares, el cual resultó ser el mercado del pueblo.

.

.

.

Naturalmente, el príncipe se apresuró a seguirlo de cerca. Pero ese día en particular, algo era diferente. El príncipe pudo notar de manera casi inmediata que había un cambio muy perceptible en el chico, pues, incluso a treinta metros de distancia se podía ver que estaba muy nervioso. Caminaba con cierta premura, mostraba una cara cargada de angustia y de vez en cuando volteaba a todas partes, como si tuviese mucho miedo de que alguien lo pudiese ver, lo cual, desde luego, lo hacía ver todavía más sospechoso. Así pues, el príncipe procuró en todo momento no acercarse demasiado y siempre que el chico volteaba, se escondía detrás de lo que fuera estuviera cerca para no ser visto. Después de un buen rato de estar así, el chico se adentró a toda prisa por una de las callejuelas. Fue algo tan repentino, que el príncipe apenas tuvo tiempo de reaccionar, y terminó perdiéndolo de vista.

El príncipe se puso a buscarlo frenéticamente, pero después de media hora de infructuosa búsqueda, empezó a darse por vencido. Caminando de regreso al castillo, pasó cerca de una tienda de antigüedades y objetos curiosos, y fue justamente ahí donde por fin encontró al chico, rodeado de estantes llenos de figuras de porcelana, relojes, pinturas y otras clases de utensilios. Inmediatamente, el príncipe se escondió en una esquina y se puso a observar detenidamente lo que ocurría. Notó que su compañero de clase se encontraba de espaldas a la calle, semiculto por un enorme armario negro, y a juzgar por los movimientos que hacía con las manos y el cuerpo, parecía estar enfrascado en una conversación donde lo estaban acosando. Frente a él había dos sujetos que parecían ser mayores que él por varios años. Uno era de mediana estatura, de cabello rubio grasiento, y lo miraba con expresión de pocos amigos. El otro era mucho más alto y corpulento, pero no hacia otra cosa más que permanecer impasible, con los brazos cruzados y una mirada de fastidio.

Sin ningún problema, el príncipe reconoció al segundo tipo como el que lo había tomado del hombro la noche en que descubrió a esos malvados hechiceros dándole una tremenda paliza a su compañero de clases en el callejón.

El chico parecía estar suplicándoles por algo, pero resultaba difícil saberlo con certeza, pues el príncipe no podía escuchar ni una sola palabra de lo que se decían. Sin embargo, en cierto punto, los tres salieron de la tienda y comenzaron a caminar hacia la fuente que se encontraba en medio de la plaza. El príncipe se acercó lo más sigilosamente que pudo hasta esconderse detrás de una columna de mármol. Y fue ahí que por fin alcanzó a oír la conversación que estaban teniendo…

.

.

.

—… así que, dinos de una vez, renacuajo… ¿estas adentro o afuera? — preguntó el tipo de cabello rubio y grasiento.

El príncipe notó que el chico se frotaba las manos y se pasaba la lengua por los labios. Era obvio que estaba muy nervioso.

P-p-por supuesto que e-estoy adentro. ¡Cien por ciento adentro! ¡No hay ni la menor duda al respecto! Es solo que…bueno, no creo que… — tardó un poco en reunir el valor para hablar — Quiero decir, no creo que sea necesario…

¡Oh! ¿No crees que es necesario? — repitió el otro sujeto con voz burlona — ¡Ja! ¡Ya decía yo que tarde o temprano te ibas a volver a echar para atrás como un gallina! — después, dirigiéndose a su amigo de cabello rubio, dijo: — ¿Sabes qué? Creo que ya es hora de que nos deshagamos de este perdedor de una vez por todas. ¡Desde el momento en que lo vi por primera vez, supe que no era otra cosa más que un patético farsante que lo único que quería era hacernos perder el tiempo con sus estupideces!

El chico se puso pálido y los labios le empezaron a temblar.

¡N-n-no! ¡Eso no es cierto! ¡Yo nunca quise…! Por favor, ustedes saben que yo no…

¿Saber? — dijo el rubio de repente, apenas conteniendo el fastidio en su voz — Mira, niñito… hasta ahora, todo lo que sabemos es que no has hecho otra cosa más que mostrarnos lo debilucho y poco confiable que eres. Todo el tiempo haces promesas, pero luego, en el momento de la verdad, te pones a llorar como una nena diciendo: "¡no puedo hacerlo, no puedo hacerlo!". Y es curioso, ¿sabes? Porque, si mal no recuerdo, antes hasta nos suplicabas por dejarte venir a nuestras reuniones… ¡Ah! Y ya que estamos en eso… ¿No dijiste también qué harías lo que fuera por pertenecer a nuestra hermandad? ¿Qué si te dábamos una oportunidad nos demostrarías que eras todo un "hombre de palabra"? — en este punto, el tipo le dirigió al chico una mirada dura y poco amigable — Dime, ¿qué pasó? ¿Te entró miedo o qué?

En este punto, el chico trató de responder, pero de su garganta solo salió un pequeño gemido que sonó como el ruido que hace un ratón al estar asustado.

Ohhh… — dijo el tipo alto con voz burlona — ¿Qué pasa? ¿Quieres ir corriendo a los brazos de tu mamita para que te limpie las lágrimas y los mocos? ¿Eh? ¿Es eso?

El príncipe se sorprendió mucho al darse cuenta que aquellos sujetos le hablaban al chico con total soltura, pero al mismo tiempo con un hondo desprecio y desdén, a pesar de que este era alguien noble. Esto, en la mente del príncipe, solo podía significar una cosa, y era que aquellos muchachos debían pertenecer a una organización… o hermandad, como ellos la llamaban, muy poderosa y con mucha influencia.

Oh, no, no, no, no, no… ¡nada de eso! — se apresuró a decir el chico al mismo tiempo que movía las manos con desesperación, aún más nervioso que antes — Lo que quise decir es que… no entiendo porque tengo que hacer… bueno… eso que ustedes…

Oye, solo para que lo sepas, todos los iniciados tienen que pasar por lo mismo, niñito. — interrumpió el tipo de cabello rubio — Si quieres pertenecer a nuestra hermandad, entonces tienes que probar que eres un verdadero hombre de palabra y no un cobarde charlatán. Aquí tu opinión no cuenta para nada, y aun si lo hiciera, te la sacaríamos a golpes y te haríamos callar sin ningún problema, ¿entiendes? — el chico se apresuró a asentir con la cabeza, demasiado asustado como para poder responder — Este no es lugar para los débiles, ni para los cobardes. Si volvemos a oírte chillar como una nenita, entonces nos encargaremos de darte una verdadera razón por la cual chillar, y esta vez, no nos contendremos… ¿está claro?

El pobre chico se puso aún más pálido al escuchar esas palabras. Incluso el príncipe no pudo evitar estremecerse. Aquel muchacho hablaba con un aire amenazante que dejaba ver claramente que hablaba en serio.

S-sí, si… entiendo… — dijo el chico con un hilillo de voz al mismo tiempo que agachaba la mirada con sumisión (algo que, por cierto, resultaba increíble de ver en él).

Bien. — dijo el tipo alto — Entonces ya lo sabes: el sábado a las diez de la noche, en la vieja mansión McShiver. No te atrevas a llegar ni un minuto tarde… o iremos por ti.

El pobre chico se estremeció al oír aquello.

S-sí, claro, claro… ahí estaré.

Bien. Entonces nos vamos. — tras decir esto, los dos muchachos empezaron a dar la vuelta y el chico pareció relajarse un poco.

¡Ah, es cierto! Se me olvidaba algo… — dijo de repente el sujeto de cabello rubio, y el compañero de clases del príncipe rápidamente se puso en posición de firmes, como si lo hubiesen sorprendido haciendo algo que no debía estar haciendo — Creo que a estas alturas no hace falta repetirlo, pero…solo por si acaso, te lo recordare. — en este punto, señaló al chico con el dedo índice al mismo tiempo que lo miraba con mucha seriedad — Si tienes planeado ir de chismoso a contar historias de nosotros a la policía o a cualquier otra persona, entonces personalmente nos encargaremos de buscarte para luego romperte todos y cada de tus dientes, de manera que tendrás que comer con una pajilla por el resto de tu vida y la comida solida no será más que un bello recuerdo para ti.

Esto último, el tipo lo dijo con la suficiente seriedad como para helar la sangre a cualquiera que lo escuchara.

E-e-eso no será necesario… — respondió el chico.

Por tu bien, espero que digas la verdad. Detesto tener que mancharme las manos de sangre… ¡es tan difícil de limpiar! — el tipo hizo un gesto de fastidio antes de volver a hablar — Entonces quedamos para el sábado. Ni una palabra de esto a nadie. Y espero que esta vez no nos decepciones, porque… bueno, ya sabes lo que hacemos con los que nos decepcionan.

Habiendo dicho esto, ambos muchachos se fueron del mercado con paso apresurado, dejando solo al pobre chico, quien se quedó inmóvil en su sitio y con expresión de profunda preocupación, como si en cualquier momento se fuese a desmayar.

.

.

.

Lily miró a su hermano con la boca abierta.

—Wow… esos tipos en verdad eran malos…

—Sí, sin duda lo eran. — dijo Lincoln con expresión triste.

—Y… ¿Qué pasó entonces? ¿Qué hizo el príncipe?

El peliblanco suspiró.

—Bueno… después de escuchar esa conversación, el príncipe al principio se sintió muy asustado, pero… curiosamente, al mismo tiempo se sintió muy emocionado, pues ahora tenía mucha información en sus manos que le podía ser de mucha utilidad para su investigación en el futuro. No obstante, debido a la gravedad del asunto, y, sobre todo, el peligro que esa… "hermandad" de hechiceros oscuros representaba, el joven príncipe decidió que de ahí en adelante tendría que proceder con mucho cuidado, pues era obvio que aquel pobre chico llevaba mucho tiempo siendo acosado por aquellos malvados sujetos, los cuales, al parecer, no tenían el menor empacho en usar la violencia y todo tipo de amenazas para atormentar a sus víctimas. — Lincoln suspiró — En otras palabras, la situación se había vuelto demasiado peligrosa.

—¿Y entonces…que hizo el príncipe? — preguntó Lily, con una clara nota de impaciencia en su voz.

—Pues, veras… al final, el príncipe decidió que su mejor opción era esperar hasta el sábado para entonces ir a investigar a la mansión McShiver, donde era la cita del chico con el resto de la "hermandad" de magos oscuros.

Lily hizo un gesto de aprensión

—¿No se suponía que el príncipe iba a tener mucho más cuidado? — dijo con tono de voz que sonaba a reproche, pero luego se apresuró a añadir — ¡Ah! No quiero ser grosera, pero… la verdad, no creo que esa fuese una decisión muy inteligente que digamos…

—Bueno… en eso estoy de acuerdo contigo. — contestó Lincoln con algo de pena — Eso de ir a la mansión a investigar definitivamente no fue una buena idea, pero… — por un momento, pareció no saber que decir — Bueno, como ya te habrás dado cuenta, el príncipe no se caracterizaba precisamente por ser alguien que siempre tomase decisiones inteligentes. — se encogió de hombros al mismo tiempo que sonreía — Además, tienes que entender una cosa: el príncipe ya le había dedicado mucho tiempo a esa investigación. Había tenido que pasar muchas tardes escondido en la basura, siguiendo al chico a todas partes, tomando notas de todo lo que hacía, analizando la información que recogía por las noches... en fin, todo lo que te puedas imaginar, pero a pesar del enorme miedo que sentía por todo lo que acababa de descubrir, el príncipe aún estaba decidido a revelar toda la verdad sobre esos magos. Y, si bien, todo ese asunto había empezado como un pequeño intento suyo de demostrar su valor, no solo ante toda su familia sino ante todo el reino para así dejar de ser llamado "un príncipe aburrido" … ahora las cosas eran distintas. El príncipe sentía que tenía una especie de… obligación moral hacia su gente, ¿entiendes a lo que me refiero?

—No. — dijo Lily con toda sinceridad — ¿Qué significa eso de una "obligación moral"?

Lincoln suspiró y se rascó la cabeza.

—Ahh… ¿Cómo te lo explico? — después de un rato de estar pensando, volvió a hablar — Mira, una obligación… es algo que tienes que hacer, aunque no quieras. Por ejemplo, cuando vas a comer a un restaurante, tienes lo obligación de pagar por toda la comida que consumes. Si rompes algo en una tienda, tienes la obligación de pagar por lo que rompiste. Si vas al cine, antes de ver la película tienes la obligación de pagar tu boleto de entrada. En fin, puede que no quieras hacerlo, pero el punto es que tienes que hacerlo, ¿entiendes? — Lily asintió — Bueno, pues cuando tienes una obligación moral… lo que en realidad pasa es que no tienes que hacer nada, pero, en el fondo, MUY en el fondo, sientes que debes hacer algo por qué en tu mente y en tu corazón sabes que es lo correcto.

Lily abrió los ojos con sorpresa.

—Ohhh… entonces, ¿quieres decir que el príncipe fue a investigar a esa casa porque pensaba que estaba haciendo lo correcto?

—Así es. — tras decir esto, el peliblanco hizo una extraña mueca que Lily interpretó como un gesto de disgusto, pero después continuó narrando — En fin, el caso es que el príncipe tuvo que esperar pacientemente hasta que fuese sábado, y mientras tanto, se preparó lo mejor que pudo. Consiguió ropa de soldado (según él, para así poder camuflarse fácilmente entre los arboles durante la noche), un pasamontaña, unos binoculares, una cam… quiero decir… una esfera mágica de video para conseguir pruebas… en fin, un montón de cosas. Sin embargo, en todos esos días previos que duró la investigación, muchas cosas lamentables sucedieron en la vida del príncipe…

—¿Qué clase de cosas? — preguntó Lily con curiosidad.

Lincoln suspiró con algo de tristeza.

—Veras, Lily… lo que pasó fue que, al estar tanto tiempo obsesionado con su investigación sobre esa hermandad de magos, el príncipe se olvidó por completo de que tenía otras responsabilidades que cumplir, y esto le trajo muchos, MUCHOS problemas. En primer lugar, le empezó a ir muy mal en la escue… ehm, quiero decir, en la academia… ya que lo único que hacía todo el tiempo era vigilar al chico y revisar sus anotaciones de la investigación, ignorando por completo todo lo que su maestra en turno trataba de enseñarle, y esto, lamentablemente, hizo que su rendimiento en clase fuera decayendo. Incluso hubo veces en las que se quedó completamente dormido en su pupitre, ¿puedes creerlo? — Lily abrió los ojos con sorpresa — Con el paso de los días, el príncipe empezó a olvidarse de hacer sus tareas, y cada vez que había exámenes o ejercicios de práctica, los reprobaba todos… y esto sucedió con tanta frecuencia que la academia tuvo que llamar al rey y a la reina para quejarse, y por supuesto, el príncipe recibió un tremendo regaño por parte de sus padres.

—Auch — dijo Lily — Eso debió ser muy duro…

Lincoln volvió a suspirar.

—Sí, pero eso no fue todo. ¿Recuerdas cómo te mencione antes que siempre, cuando era la hora de la salida, el príncipe se ponía a seguir a su compañero de clases para ver a donde se dirigía? — Lily asintió — Bueno, pues… el caso es que el príncipe hizo eso con tanta frecuencia, que todos sus amigos empezaron a quejarse, diciendo que ya nunca quería pasar tiempo con ellos, que se estaba comportando de manera muy rara, que ya no era el mismo de antes… en fin, todo lo que te puedas imaginar. Por si eso fuese poco, el príncipe y sus amigos trabajaban juntos en un proyecto de periodismo (periodismo, Lily, es cuando alguien recoge información y se la cuenta a las demás personas, ya sea por televisión, radio, internet, etc.), y… bueno… debido a las constantes ausencias del príncipe, el proyecto no avanzaba como debía, y al final tuvo que ser cancelado por la academia. — en este punto, el peliblanco negó con la cabeza al mismo tiempo que mostraba en su rostro una expresión de profundo pesar — Los amigos del príncipe se molestaron mucho con él. Hubo reclamos, peleas, se dijeron muchas cosas… incluso el mejor amigo del príncipe, con quien, por cierto, siempre se había llevado muy bien, terminó discutiendo con él.

—Oh… — exclamó Lily — Es muy triste cuando los amigos se pelean.

—Sí, lo sé. — dijo Lincoln — Pero lo peor de todo fue que el mejor amigo del príncipe tenía motivos de sobra para estar molesto. — por un momento, el peliblanco permaneció callado, perdido en sus propios pensamientos, pero después continuó hablando — Veras, el… um… incidente más grave ocurrió justamente en el día en que se celebraba el cumpleaños del mejor amigo del príncipe. Lo que pasó fue que, a pesar de que había prometido llegar temprano a la fiesta, el príncipe se distrajo cuando vio a su compañero de clases caminando por la calle en una actitud muy sospechosa, así que, sin siquiera darse cuenta, el príncipe pasó casi la tarde entera siguiendo a ese chico y recolectando pistas que, según él, podían ser de mucha utilidad para su investigación en el futuro, y… bueno, cuando por fin, después de varias horas, se acordó que ese también era el día de la fiesta de cumpleaños de su mejor amigo, salió corriendo a toda prisa, pero cuando finalmente llegó al lugar indicado… ya era demasiado tarde, pues la fiesta había terminado y todo el mundo ya se había ido. — en este punto, Lincoln hizo una pequeña mueca — Por supuesto, como ya te podrás imaginar, el amigo del príncipe se decepcionó mucho.

Lily chasqueó la lengua tres veces al mismo tiempo que negaba con la cabeza.

—Pues… la verdad es que no lo culpo. — dijo con expresión de tristeza — Yo también me decepcionaría mucho si mi mejor amigo se olvidara de ir a mi fiesta de cumpleaños. — después, con el ceño fruncido, la niña añadió — Y, ¿que hizo el príncipe entonces? ¿Le dijo a su amigo que lo sentía?

—Claro que lo hizo. Y muchas veces. Pero el problema era que… bueno, no era la primera vez que algo así pasaba. — Lincoln volvió a suspirar — Una vez, por ejemplo, ambos tuvieron que juntarse en equipo para hacer un trabajo de la clase de matemáticas, pero… bueno, como el príncipe siempre llegaba tarde cada vez que quedaban de reunirse o a veces, simplemente, no llegaba… al final, el amigo del príncipe tuvo que hacer la mayor parte del trabajo el solo.

—Eso no es justo…

—No, no lo es. — con una mueca, el peliblanco continuó — En otra ocasión, ambos decidieron salir juntos para ir a una convención de libros sobre héroes. Ambos llevaban esperando ese día por mucho tiempo y estaban muy emocionados por poder ir al fin, pues tenían la posibilidad de conocer algunos de sus autores preferidos. Desafortunadamente, ese día, al llegar al lugar de la convención, el príncipe alcanzó a ver a lo lejos a su compañero de clases platicando con algunos muchachos que no tenían aspecto de ser buenas personas, y… bueno… la oportunidad era demasiado buena como para dejarla escapar, así que, el príncipe le dijo a su amigo que en un momento volvía, que tenía que hacer algo muy importante, y… bueno, para no hacerte el cuento demasiado largo, al final, el príncipe terminó siguiendo al chico por todas partes y se olvidó por completo de su mejor amigo, dejándolo plantado.

—¡Ay, no! — exclamó Lily.

—Si. — dijo Lincoln con voz triste y seria — Como ya dije, el mejor amigo del príncipe tenía motivos de sobra para estar molesto. — tras decir esto, el peliblanco volvió a suspirar — Para colmo, las cosas en el castillo tampoco iban bien. Obviamente, el rey y la reina seguían muy molestos con el príncipe por su bajo desempeño en la academia, pero ahora, también sus hermanas estaban enojadas con él.

—¿También sus hermanas? — Lincoln asintió — ¿Por qué?

—Bueno… — por un momento, el chico pareció dudar entre si debía decir algo o no — En realidad, varias cosas fueron ocurriendo en todo el tiempo en el que el príncipe hizo su investigación. Para empezar, al estar tan metido en todo ese asunto de seguir al chico a todas partes y de recoger pistas… el príncipe dejó de convivir tanto con sus hermanas. Con esto me refiero a que dejó de jugar con sus hermanas menores, y dejó de platicar de todo tipo de cosas con las mayores… y, además de eso, dejó de ayudarlas en todo lo que pedían, ya no se interesaba por nada de lo que hacían o decían, y si ellas le hacían preguntas, él se limitaba siempre a responder que lo dejaran en paz, para luego ir a encerrarse en su propia habitación.

—Bueno, eso… no me parece tan grave… — comentó Lily con algo de cautela — Digo, comparado con todas las cosas que Lisa ha hecho…

La niña dejó de hablar, pero Lincoln no tuvo ningún problema en entenderla.

—Sí, probablemente tengas razón… — se aclaró un poco la garganta — pero espera, que todavía no he terminado de contártelo todo. — Lincoln tomó aire y suspiró antes de seguir con la historia — Veras, el problema fue que… con todo lo que estaba pasando, el príncipe empezó a volverse muy… malhumorado. Pensaba que su investigación era algo demasiado importante y no quería perder tiempo lidiando con… bueno… con niñas. — Lily frunció el ceño al oír aquello — Lo sé, lo se… solo déjame terminar, ¿de acuerdo? En fin, el caso es que… el príncipe empezó a portarse mal con todas sus hermanas. Las menores empezaron a quejarse de que el ya nunca quería jugar con ellas o ayudarlas con sus actividades y pasatiempos, que siempre estaba enojado y que ya no era divertido vivir con el… lo cual era cierto. — el peliblanco hizo una pequeña mueca — Pero las cosas empeoraron todavía más cuando, un día, el rey y la reina tuvieron que salir del castillo para asistir a una junta importante con las hermanas mayores, y el príncipe se suponía que iba a estar a cargo de sus hermanas menores, pero…

—Espera, cuando dices "se suponía" … ¿quieres decir que… no lo hizo?

Lincoln suspiró.

—Aun peor. Se le olvidó que tenía que hacerlo.

Lily abrió los ojos con sorpresa.

—Oh.

—Si. Oh. — el chico meneó la cabeza antes de seguir — A pesar de que sus padres se lo recordaron en repetidas ocasiones, el príncipe en ese entonces solo podía pensar en seguir adelante con su investigación, y… bueno, el caso es que, ese día en particular en que sus padres y sus hermanas mayores tuvieron que salir, el príncipe decidió salir para volver a espiar a su compañero de clases, sin acordarse de que tenía que cuidar a sus hermanas menores, y… bueno, para no hacer la historia demasiado larga, simplemente te diré que, cuando el rey y la reina volvieron al castillo, todo estaba en completo caos, como si un tornado hubiese pasado por ahí. Los muebles estaban desordenados, había juguetes tirados por todas partes, pintura y lodo en las paredes y en el techo, animales sueltos, vasos y platos rotos, humo en la cocina… ¡Fiu! ¡Aquello era un desastre total! Y para colmo, las hermanas del príncipe estaban hambrientas, sucias… y completamente fuera de control, pues, al parecer, habían consumido mucha azúcar. Los sirvientes habían tenido el día libre, así que no había nadie responsable que pudiese vigilarlas adecuadamente. Pero lo peor de todo fue que, cuando el rey y la reina les preguntaron a las pequeñas princesas dónde estaba el príncipe, ellas les contestaron que había salido y que aún no regresaba. — en este punto, Lincoln volvió a hacer una mueca al mismo tiempo que meneaba la cabeza — Cuando el príncipe por fin regresó al castillo, ya había caído la noche, y… bueno, ya te imaginaras el regaño que le dieron sus padres.

—¡Qué bueno! ¡Se lo merecía! — dijo Lily con firmeza.

Lincoln sonrió.

—Es cierto. Se lo merecía. — el chico sonrió de lado antes de seguir — En fin… desde ese día, la decepción del rey y la reina hacia el príncipe se hizo todavía más grande. Las hermanas menores del príncipe también se molestaron mucho con él, pues sentían que las había abandonado a su suerte, sin importarle nada más que irse a divertir a cualquier otro lado. — Lily abrió la boca, pero antes de que pudiese decir algo, Lincoln adivinó lo que quería preguntar — Veras… el príncipe no quiso revelar nada de su investigación, por lo que tuvo que inventarse una historia de que había ido a una feria de libros con sus amigos… o algo por el estilo. La verdad es que no lo recuerdo bien, pero eso no es lo importante. — se encogió de hombros — Lo importante es que… algo había empezado a cambiar dentro del castillo. Las hermanas menores ya no le hablaban al príncipe, ni lo molestaban con nada… lo cual, siendo sinceros, era algo que el príncipe venía deseando desde hacía algún tiempo, ya que quería dedicarse de lleno a su investigación sin que nadie lo interrumpiera, pero… — por un momento, Lincoln pareció dudar — Nada de eso se sentía bien, ¿me entiendes? — Lily lo miró con cara de no saber qué decir, por lo que el peliblanco decidió explicar más a fondo — El príncipe sentía que estaba perdiendo la confianza, el respeto… y el cariño de todas sus hermanas. Y esto era fácil de notar, pues ya no le sonreían al pasar, ni lo saludaban, ni lo invitaban a jugar con ellas… en pocas palabras, ya no había la misma… calidez de antes. Ya no había sentimientos de fraternidad, ni cercanía, ni amor… ni nada de eso. En el castillo solo se sentía una increíble tensión, ¿entiendes a lo que me refiero?

—Creo que sí. — dijo Lily en voz baja, para luego añadir — Suena como algo horrible.

—Oh, lo fue. — dijo Lincoln con franqueza — El príncipe empezó a sentirse mal, pues, en el fondo, sabía que todo eso era su culpa, pues había estado actuando de forma muy grosera con toda su familia, pero pensó (de manera ingenua) que todo quedaría olvidado una vez que revelase los resultados de su investigación sobre esa hermandad de magos. — el chico suspiró — Sin embargo, las cosas empeoraron todavía más cuando las hermanas mayores del príncipe intentaron hacer una especie de… intervención.

—¿Intervención? — preguntó Lily con una ceja enarcada — ¿Qué es eso?

—Es cuando… um…varias personas se reúnen y tratan de hacer entender a otra persona que lo que está haciendo está mal, y… um… le piden que acepte ayuda profesional.

—O sea que… ¿le piden que vaya con un loquero?

Lincoln abrió la boca, listo para contestar, pero luego, pareció pensarlo mejor y respondió.

—Bueno… sí. Básicamente eso es una intervención. — hizo una pequeña pausa antes de seguir — En fin, como te decía… las hermanas mayores acorralaron al príncipe en su habitación. El pobre príncipe se sintió más nervioso que nunca y, al principio, no supo que decir. La más gentil de sus hermanas empezó a hablar y dijo que todas estaban preocupadas por el comportamiento del príncipe, que solo querían ayudarlo… pero entonces la mayor de todas la interrumpió, exigiendo saber qué era lo que el príncipe estaba ocultando, y… bueno, el príncipe se hizo el desentendido, es decir, fingió no saber de qué estaban hablando… entonces, la hermana mayor más enérgica de todas dijo que el príncipe últimamente había estado comportándose como un cretino con todas, que ya no era amable, que se desaparecía todo el día para ir a-no-sé-qué lugares a hacer no-se-que-cosas… y su hermana mayor que tenía talento extraordinario para la música expresó que también estaba preocupada porque últimamente el príncipe llegaba al castillo oliendo a cigarro…

—Espera, espera… ¿el príncipe llegó al castillo oliendo a cigarro? — preguntó Lily con sorpresa.

Por un momento, Lincoln mostró una cara de preocupación, como si se hubiese dado cuenta de que había hablado de más.

—Pues… um… sí. Una vez, el príncipe tuvo que seguir a su compañero de clases hasta un lugar… interesante… donde había un montón de gente extraña fumando, y… bueno, al parecer, su ropa había quedado impregnada de ese aroma, pero, de una vez te aclaro que eso no fue porque el príncipe hubiese estado fumando, ¿de acuerdo?

Lily asintió, y esta vez, Lincoln pareció calmarse notablemente.

—En fin, volviendo a nuestra historia… el príncipe empezó a ser atosigado por todas sus hermanas. Con esto quiero decir, que todas empezaron a hablar al mismo tiempo, diciendo estar cansadas de la actitud del príncipe, de tener que ocultar sus constantes escapadas al rey y a la reina, de no tener ni idea de las cosas que hacia estando afuera, las cuales, al parecer, eran mucho más importantes que cuidar de sus hermanas menores… ¡Fiu! Aquello fue todo un interrogatorio, eso te lo aseguro. — en este punto, el rostro de Lincoln mostró un extraño dejo de tristeza, como si lo que estaba a punto de decir fuese algo doloroso — Al final, el príncipe se cansó de todo eso y también empezó a gritarle a sus hermanas, diciéndoles que él también estaba harto de que siempre se metieran en sus asuntos, de que nunca lo dejaran en paz, de que siempre tuviese que hacer todo lo que ellas querían hacer sin importar sus propios deseos, de tener que aguantar sus tonterías, de tener que vivir con ellas, y de... — Lincoln se detuvo al darse cuenta de que Lily lo miraba con la boca abierta, dejó escapar un largo suspiro y continuó con su relato — En fin… el caso es que… el príncipe dijo un montón de cosas de las que más tarde se arrepintió.

—Pero... ¿Qué dijeron las hermanas cuando el príncipe dijo todo eso? — preguntó Lily con curiosidad.

Lincoln río quedamente.

—Nada.

—¿Nada? — repitió la niña sin podérselo creer — ¿Cómo que nada?

—Pues sí. ¡Nada! — repitió el peliblanco al mismo tiempo que se encogía de hombros — Simplemente se quedaron ahí paradas, completamente calladas y boquiabiertas, oyendo todo lo que el príncipe les decía a gritos. — por un momento, Lincoln permaneció pensativo — Fue un momento extraño, ¿sabes? Como si el tiempo se hubiese detenido. O, mejor dicho, como si se hubiese abierto una especie de… presa en el interior del príncipe, y por fin estuviese dejando salir todo lo que pensaba y sentía. Todo lo que venía guardando dentro de sí por mucho tiempo.

—Vaya...

Por un momento, ambos hermanos se quedaron callados, cada uno sumido en sus propias reflexiones.

—Y… ¿Qué pasó después? — preguntó finalmente Lily.

Lincoln tardó un rato en responder.

—Pues… no mucho. El príncipe las corrió de su cuarto, prácticamente empujándolas. Una vez que estuvo solo… se arrepintió de haber dicho todas esas cosas, pues pensó que sus hermanas irían directamente con sus padres para contarles sobre todo lo que acababa de decir, pero… — se encogió de hombros nuevamente — Al parecer, nunca lo hicieron, pues el rey y la reina nunca llegaron a su habitación para regañarlo ni nada por el estilo. — el chico dejó salir otro suspiro — Después de eso, el ambiente dentro del castillo se volvió… todavía más pesado.

Lily miró a su hermano con tristeza.

—Que mal…

Lincoln asintió.

—Las cosas estaban MUY mal. Y siguieron estando mal hasta que, finalmente, llego el sábado, y el príncipe salió a escondidas del castillo y montó su caballo para ir directamente a la mansión McShiver…

.

.

.

era una noche oscura, desprovista por completo de estrellas y luna. El camino para llegar a la mansión era largo y remoto, pues esta se encontraba en las afueras del pueblo, atravesando un frondoso bosque. El príncipe se vio obligado a cabalgar durante casi una hora, iluminando el oscuro y solitario camino con una linterna y sin ver ni una sola alma. Su única compañía era el tenue canto de los grillos y algún que otro ulular de alguna lechuza solitaria en medio de la espesa oscuridad. Una extraña y sombría niebla parecía llenar el aire mientras que las ramas de los árboles se elevaban sobre su cabeza como garras afiladas, haciendo que la desolación del príncipe creciera al ir avanzando.

Eventualmente, el camino llegó a una bifurcación. A la izquierda, el camino se volvía todavía más angosto, rodeado de hierbas altas y frondosas, mientras que, a la derecha, el camino seguía recto y se perdía en la negrura de la noche. Cerca de ahí, colgando de un gran roble, había un enorme y viejo letrero con una flecha que señalaba hacia la izquierda y decía: "Mansión McShiver". Mas debajo de este, había otro rotulo, más reciente que el anterior, que decía: "Propiedad privada. Prohibida la entrada".

Dándose cuenta de que ese era el lugar indicado, el príncipe se armó de valor e hizo que su caballo entrara por el camino de la izquierda, al mismo tiempo que seguía iluminando el entorno con su linterna aun en la mano. En este sitio, el único ruido que se oía era el acompasado crujir que hacían las pisadas del caballo contra la grava. Por algún extraño motivo, este hecho, lejos de tranquilizar al príncipe, hizo que su corazón se acelerara aún más.

.

.

.

—¿El príncipe estaba nervioso? — preguntó Lily.

MUY nervioso, Lily. — respondió Lincoln enfáticamente, para luego seguir con el relato.

.

.

.

Sin embargo, después de un rato de seguir por el mismo camino angosto, el príncipe alcanzó a vislumbrar con su linterna los tejados de la vieja mansión a través de las copas de los árboles. No tardó mucho en llegar a la entrada principal, que consistía en una vieja reja metálica de por lo menos dos metros de altura, cerrada con candado. El príncipe revisó su reloj de cuerda y se dio cuenta de que eran las diez con quince minutos. Seguramente, la hermandad de magos ya estaría adentro, con su compañero de clases, haciendo… lo que sea que estuvieran haciendo. Por fortuna, la reja no era demasiado alta, por lo que no sería difícil trepar por ella y saltarla.

Y fue en este punto que el príncipe se detuvo un momento a reflexionar, pues era plenamente consciente de que, una vez que saltara esa reja… ya no habría vuelta para atrás.

.

.

.

Lincoln permaneció en silencio por un momento, perdido en sus pensamientos.

—Y entonces… ¿Qué pasó? — preguntó Lily con impaciencia.

El chico pareció despertarse al oír la voz de su hermana. Un poco abochornado, se aclaró la garganta y continuó con el relato.

.

.

.

El príncipe cerró los ojos por un momento y tomó un hondo respiro. Su corazón seguía latiendo con fuerza y la duda empezaba a carcomer su mente, pero… armándose de todo el valor que pudo reunir, se apeó de su caballo, preparó sus cosas y empezó a trepar por la reja, no sin mucha dificultad, para luego saltar al otro lado. Una vez hecho esto, por fin pudo ver la mansión con toda claridad, pues la luna emergió de repente de entre densos nubarrones en el cielo, iluminando la fachada de la mansión, la cual, por cierto, tenía un aspecto bastante… lúgubre (eso quiere decir espeluznante, Lily).

Ahora, en este punto, es importante aclarar que, en días anteriores, el príncipe había tratado de recolectar la mayor cantidad posible de información acerca de esa antigua mansión, pero, básicamente, de todo lo que pudo enterarse fue que en el pueblo había muchos rumores de que la antigua casona estaba embrujada desde hacía muchos años, y que cada cierto tiempo las personas que pasaban por ahí de noche podían escuchar gritos desgarradores, y también se veían bolas de fuego flotando en el aire, sombras, fantasmas… y otras cosas por el estilo. Y, si bien al principio el príncipe prefirió ignorar esos rumores, por considerarlos como simples supercherías de la gente… ahora que por fin se encontraba con la mansión enfrente suyo, no tuvo más remedio que empezar a creer en todo aquello… sobretodo porque el primer ruido que llegó a sus oídos, justo en ese momento, en que acaba de saltar de la reja… fue un desmesurado grito de dolor.

.

.

.

Lily se cubrió con su cobija, solamente dejando ver sus ojos y su frente.

—Esta no va a ser una historia de fantasmas como las que cuenta Lucy, ¿verdad? — preguntó con voz nerviosa.

Lincoln sonrió cálidamente.

—Claro que no, pequeña. Tenme un poco más de paciencia, y ya verás lo que pasa…

.

.

.

Al oír ese grito, el príncipe sintió mucho miedo, pero nuevamente se armó de valor y, lenta y silenciosamente, se fue acercando a la puerta principal de la casa e intentó abrirla, pero esta estaba cerrada desde adentro, por lo que decidió asomarse por una de las viejas y polvorientas ventanas, y desde ahí, pudo ver luces anaranjadas y algunas siluetas de personas. Incluso se podían escuchar algunas exclamaciones y risas. De vez en cuando, también se escuchaban algunos gritos, pero ninguno tan estridente… o aterrador como el primero.

Así que, lleno de curiosidad y decidido a no perderse nada de lo que estaba pasando ahí adentro, el príncipe decidió buscar otro modo de poder entrar, por lo que estuvo buscando incansablemente por varios minutos, temiendo que en cualquier momento alguien pudiese salir y descubrirlo. Afortunadamente, eso nunca ocurrió, y el príncipe pudo encontrar las puertas del sótano, las cuales, a pesar de estar cerradas con cadenas, estaban hechas de tablillas de madera bastante descompuesta, por lo que no le resultó difícil romper algunas de estas para así abrirse paso.

Una vez adentro, el príncipe tuvo que andar con cuidado, pues en ese sótano había telarañas y muchos objetos extraños por todas partes. Estaba muy oscuro, había un extraño olor a polvo y suciedad en el ambiente, y no se podía ver del todo bien, ya que había decidido apagar su linterna por temor a que lo pudiesen descubrir. Sin embargo, tras caminar un buen rato de puntillas, el príncipe llegó hasta unas largas escalares, las cuales empezó a subir hasta llegar a una puerta que lo llevó a otra habitación, donde se podían oír las voces y los gritos con mayor claridad.

Dándose cuenta de que en una de las paredes había un agujero, el príncipe preparó su bola de cristal de video y se puso a grabar todo lo que estaba pasando del otro lado. Lo que vio, lo sorprendió mucho…

.

.

.

—¿Y… qué fue lo que vio? — preguntó Lily sin poder resistirse.

Lincoln tardó un rato en responder.

.

.

.

El príncipe vio a aproximadamente trece muchachos, todos vestidos con capuchas blancas, las cuales tenían agujeros en los ojos. Todos estaban parados en un semicírculo y detrás de ellos… había una especie de altar con una cruz en llamas. Frente a ellos, había alrededor de media docena de chicos en ropa interior, todos peleándose entre sí, como si estuviesen metidos en una especie de club de la pelea… es decir, en una lucha encarnizada por la supervivencia. Todos sangraban de alguna parte, tenían los ojos morados o mostraban serios golpes o heridas en el cuerpo, pero a pesar de esto no dejaban de pelear, mientras que los muchachos encapuchados no hacían otra cosa excepto burlarse de ellos o alentarlos a seguir peleando.

El príncipe no tardó mucho en reconocer a su compañero de clases. El pobre estaba todo golpeado y parecía estar a punto de desfallecer en cualquier momento. Se veía tan mal que el príncipe incluso sintió el deseo de ayudarlo… pero no podía hacerlo, pues sabía bien que, si salía de la salvedad de su escondite, no tendría ni la más mínima oportunidad frente a un grupo tan numeroso de chicos mayores que él, y, además, hechiceros. Así que lo único que podía hacer, al menos en ese momento, era quedarse en silencio y grabar todo lo que sucedía con su bola mágica, pues eso más tarde podría servir como evidencia para la policía.

Así pues, el príncipe permaneció en su sitio, completamente en silencio, viendo todo lo que ocurría por medio de su bola mágica. Eventualmente, los muchachos vestidos con capuchas blancas detuvieron a los que estaban peleando y los obligaron a ponerse en cuatro patas en el suelo… solo para después ofrecerles tazones llenos hasta el tope de comida para perros.

.

.

.

—¿Los obligaron a comer comida para perros? — preguntó Lily con la boca abierta.

—Si. — dijo Lincoln en voz baja.

—Ugh — dijo la niña con expresión de asco — Lana una vez me ofreció las croquetas de Charles. Me dijo que estaban sabrosas, pero no era cierto…

Lincoln sonrió con algo de tristeza.

—Bueno, eso te dará una idea de lo malos que eran esos muchachos…

.

.

.

Después de eso, los obligaron a hacer ejercicios mientras les arrojaban lodo desde unas cubetas… o, al menos, les arrojaban algo que parecía ser lodo…

En fin, el caso es que esos pobres chicos fueron humillados de muchas maneras. No me pidas que te dé más detalles de esto, simplemente te diré que… los humillaron y punto. Y si acaso a esos chicos se les ocurría negarse a obedecer las órdenes que les daban, los muchachos de capucha blanca, que eran magos, no dudaban en lanzarles hechizos que los hacían gritar de dolor. El mismo príncipe vio como esto pasaba por lo menos unas cinco veces.

(Lincoln suspira)

Después de haber visto tanto, el príncipe sintió que ya era hora de irse de ahí de una vez por todas. Desafortunadamente, al retroceder unos cuantos pasos, tropezó con algo y cayó de espaldas contra un enorme estante… lo cual hizo que un montón de objetos, como botellas, cajas y otras cosas… cayesen al suelo, haciendo un estrepitoso ruido.

.

.

.

—¡Oh, no! — exclamó Lily.

.

.

.

El príncipe, sabiéndose en problemas, corrió hasta el sótano, ya sin importarle el ruido que hacía, pues él mismo pudo sentir el silencio en la otra habitación y como empezaban a buscarlo. Una vez que logró salir de la mansión, trepó por la reja con una agilidad que antes le hubiese parecido imposible, saltó hasta el otro lado y montó en su caballo, haciéndolo galopar con todas sus fuerzas hasta perderse en la oscuridad del bosque.

Después de un rato de seguir así, y creyéndose seguro, el príncipe decidió detenerse para revisar su bola de cristal mágica, pero… se llevó un gran susto al darse cuenta de que ya no la tenía consigo.

.

.

.

Lily se tapó la boca con las manos.

.

.

.

Desesperado, el pobre príncipe pensó en regresar a la mansión para tratar de buscarla, pero… por desgracia, eso no fue posible ya que… no tardó mucho en darse cuenta de que la hermandad de los magos de capucha blanca lo habían visto salir y ahora lo estaban persiguiendo, montados en sus propios caballos, con antorchas en la mano y gritando toda clase de insultos.

Sobrecogido por el miedo, el príncipe no pudo hacer otra cosa más que ordenarle a su caballo que corriese hasta el cansancio. Sin embargo, esto resultó ser un grave error, pues, alertados por el galope del caballo, la hermandad de magos no tardó mucho en caer sobre el como una horda de salvajes, profiriendo toda clase de amenazas. Para colmo, justo en ese momento empezó a llover…

Desesperado, y sin saber exactamente hacia dónde ir, el príncipe llegó hasta un puente de piedra que atravesaba un rio caudaloso, y apenas pensando claramente, decidió ocultarse debajo de dicho puente junto con su caballo. El agua le llegaba hasta el cuello y el caballo, en un principio, se negó a meterse y profirió un montón de relinchos, pero al final, el príncipe logró tranquilizarlo tras muchas suplicas. Lo cual, resultó ser un golpe de buena suerte, pues apenas ambos lograron esconderse, aparecieron tres hechiceros montados en sus caballos…

Estoy seguro de que el sonido venia de aquí. — dijo uno de ellos.

Los tres sacaron sus varitas e hicieron aparecer bolas de luz con ellas. Una vez hecho esto, empezaron a buscar por los alrededores, pero, afortunadamente a ninguno de ellos se le ocurrió buscar debajo del puente.

Sabemos que estas aquí. — gritó uno de ellos — No queremos hacerte daño, solo… queremos ver si estás bien e invitarte a tomar un poco de café…

¡Oh, por favor! — dijo un segundo en voz baja — ¿En serio crees que va a ser tan tonto como para tragarse esa mentira?

Al oír eso, el príncipe no pudo estar más de acuerdo con el tipo…

.

.

.

Lily rodó los ojos.

.

.

.

Va a ser mucho más difícil encontrarlo ahora. — dijo el último de los hechiceros — La lluvia seguramente ya borró las huellas de su caballo…

Pero si volvemos sin el…

¡Bah! — dijo el primero — Ya estoy cansado de tanto buscar y ya estoy harto de estar afuera con esta lluvia. Vamos a regresar, y si nos preguntan algo, simplemente diremos que buscamos lo más que pudimos pero que no lo encontramos.

Los otros dos estuvieron de acuerdo con esa idea y se marcharon. Desde su escondite, el príncipe dejó salir un suspiro de alivio, y, tras esperar unos pocos minutos, asegurándose de que los magos realmente se habían ido, salió del agua junto con su caballo y emprendió el camino de regreso al castillo.

Una vez que llegó, se sintió tan exhausto que prefirió ir directamente a su habitación para dormir el resto de la noche… sin saber que en poco tiempo su vida se a convertir en un completo caos…

.

.

.

.

Continuara…


Bueno, pues me tarde un poco más de lo que esperaba, pero aquí está el capítulo tres de esta pequeña historia que sirve algo así como los orígenes de "volver al pasado". Dentro de poco, espero poder subir un capítulo de mi otra historia "confesiones de un viejo amigo", el cual estará muy ligado con lo que sucede aquí. Sin mucho que decir, le agradezco a todo aquel que tenga tiempo de leer mi historia. Como siempre, acepto toda clase de comentarios y sugerencias.

¡Un saludo y hasta la próxima!