Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Kishimoto. La historia es de El Reino.

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Virtud del código Bushido: Sinceridad

Jūgo se materializó en la puerta de la habitación; su rostro estaba sombrío. Sasuke enarcó una ceja y Jūgo negó con la cabeza.

—No sé cuándo ocurrió —susurró Jūgo, ya que Hinata todavía estaba dormida—. La sangre aún está fresca. Pero no hay ningún cuerpo.

Entonces, era como Hinata había dicho. Sasuke asintió. Una enfermiza luz gris iluminó la habitación cuando se acercaba el amanecer.

—Le he traído algo de ropa —añadió Jūgo, deslizando una pequeña bolsa de su hombro.

Sasuke se levantó y caminó hacia la puerta para aceptarla. Sasuke nunca dejaba de sorprenderse de lo considerado que era Jūgo. Sasuke dudaba de que a él se le hubiera ocurrido traer esos objetos.

—Duerme un poco—ordenó Sasuke en voz baja.

Jūgo asintió y se escabulló.

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Sasuke observó el amanecer con una calma. Hinata no se había movido ni una sola vez durante la noche, pero su respiración se mantenía firme.

Miró hacia abajo, hacia ella. La luz del amanecer era dorada y cálida e iluminaba el rostro de Hinata con su brillo. Para cuando el sol se alzará en el horizonte, estaría lo suficientemente alto como para que las hojas del gran árbol que estaba fuera de su ventana bloquearan la luz. Por ahora, la luz, era lo suficientemente suave como para no despertarla.

Complaciéndose, flotó las yemas de sus dedos sobre la mejilla de ella, imaginando que tenía permiso para trazar las venas. Sentía curiosidad y tenía suficiente tiempo para pensar. ¿Cómo era capaz de usar su Byakugan, pero no de leer?

Los ojos de Sasuke se deslizaron hasta sus labios.

Sus sentidos se estremecieron en señal de advertencia. Había gente esperando fuera de su recinto.

Sasuke buscó la bolsa de ropa y la puso junto a la cabeza de Hinata para que la encontrara. Ella se removió, pero no abrió los ojos.

—¿Sasuke? —murmuró.

Él se sentía muy osado mientras pasaba la mano por su suave cabello.

—Está bien.

—Está bien —ella volvió a enterrar el rostro en la almohada.

Sasuke resistió el impulso de sonreír ante las somnolientas reacciones. Cerró ligeramente el puño como si así pudiera retener la sensación de calor que recibió al tocarla. Deslizó con cuidado la puerta para cerrarla.

Al final del pasillo, Jūgo se asomó desde su propia habitación.

—Yo iré —Sasuke asintió—. Hinata sigue dormida.

Jūgo asintió, con el rostro sombrío. Se quedaría aquí arriba para asegurarse de que nada la alcanzara.

Sasuke se dirigió, casi con indolencia, hacia la puerta. Los visitantes no intentaban ocultar su chakra ni sus intenciones. Esperarían, aunque Sasuke les hiciera esperar horas. En realidad, podría hacerlo. Solo le sorprendía que alguien desobedeciera a su Hokage idiota.

Sin prisas, destrabo la puerta y dejó que se abriera. Las bisagras oxidadas emitieron un gemido tan fuerte que rivalizó con el canto de los pájaros. Dos hombres permanecían erguidos y estoicos frente a Sasuke.

Al verlos, Sasuke se preguntó si alguna vez dejaría de sorprenderse al ver a Hizashi y Neji frente a él. Se inclinaron; Neji lo hizo lo suficientemente bajo como para no verse irrespetuoso.

—Nos hemos enterado del ataque —dijo Hizashi cuando se enderezaron—. Hemos venido a ver si Hinata-san está bien.

Sasuke no se movió de su sitio. Ni los invitó a entrar.

—Ella está bien.

Detrás de su padre, Neji estaba visiblemente furioso.

—Esta no es una conversación para tener fuera.

Hizashi parecía estar luchando contra un suspiro mientras sacaba despreocupadamente un sello silenciador de su bolsillo y lo activaba con una ráfaga de chakra.

—No tenemos ningún deseo de imponernos, pero esto es algo apremiante.

—Hn —Sasuke se giró para poder guiarlos hacia la casa. Los condujo por el estrecho pasillo de paredes manchadas, hasta su cocina. Era el único lugar con una mesa.

Señaló las dos sillas y se ocupó de encender la estufa para poder calentar el agua. Esa agua era para Hinata cuando se despertara. Si era posible, Sasuke intentaría echarse una siesta antes de que Naruto llegara con órdenes.

—Habla, entonces.

—Creo que fue la Rama Principal la que atacó a Hinata-san —afirmó Hizashi con valentía.

Sasuke no se molestó en ocultar la ira asesina que las palabras de Hizashi le inspiraron. Aunque Sasuke no estuviera tan vinculado a Hinata, ella seguía siendo su responsabilidad otorgada por el Hokage. La habían lastimado y eso le representaba un fracaso.

—Explícate —Sasuke exigió.

Neji casi siempre tenía un aspecto sombrío, pero el asco en su rostro era sorprendentemente evidente para un Hyūga.

—Son unos cobardes.

—Neji —le reprendió Hizashi.

—Entonces dile la verdad.

—Apreciaría la verdad —verbalizó Sasuke—. O cualquier cosa que se acerque a la verdad en una aldea ninja.

Hizashi frunció el ceño.

—La verdad es que los Hyūga se están fracturando. La Casa Principal está perdiendo el control sobre la Rama Secundaria. La Rama Secundaria espera... Que ella pueda ser nuestra líder.

Los ojos de Sasuke se entrecerraron.

—¿La harías jefa de clan?

—Ella tiene el pedigrí, lo que haría su transición menos tensa. Ella no tiene ninguna lealtad a su padre, probablemente es lo contrario. Su sello hubiera sido un problema, pero... —dijo Hizashi.

Neji siseó una advertencia, pero fue demasiado tarde.

Sasuke suspiró. Esto era agotador.

—Estás tratando de averiguar cómo quitar el sello.

—Quítalo o modifícalo para que todos los miembros del clan lo tengan sin que la amenaza del castigo sobre nuestras cabezas —Hizashi admitió en voz baja.

—¿Cómo? —preguntó Sasuke.

—Tenemos escritos de nuestros antepasados, pero están incompletos. Neji ha estado buscando el resto de los pergaminos.

—Pero no hay maestros de sellado —argumentó Sasuke.

—Estamos luchando por la libertad —replicó Neji—. Estaremos a la altura de las circunstancias, pase lo que pase.

Sasuke parpadeó, se le avecinaba un dolor de cabeza.

—Ve al grano. Hinata está ciega. Pensé que le habías dicho a tu líder que ella era ciega. Ahora es inútil para tu causa.

Hizashi hizo una pausa, como para conseguir un efecto dramático. Malditos Hyūga.

—No puede ser líder del Clan con tal discapacidad, sí. O nuestro actual líder no creyó mi informe... O está atando cabos sueltos. No importa lo "inútil" que sea, sigue siendo una representante del fracaso de la Casa Principal.

Sasuke estaba demasiado enfadado, ya no soportaba tener a esa gente en su casa. No quería oír hablar de peleas internas de ese clan en la cocina de su madre.

—Hemos terminado aquí. Dile a tu líder de Clan que, si toca a Hinata, yo mismo enviaré a Jūgo a destrozarlo. Está muy apegado a ella. Será un placer para él.

Los ojos de Hizashi se abrieron ligeramente.

—Mi hermano no sabe que hemos venido de visita.

—Encuentra alguna forma de decírselo de todos modos —ordenó Sasuke—. Ella es mi responsabilidad y se quedará aquí a partir de ahora.

Neji echó un vistazo a las paredes manchadas y a la oxidada estufa.

—¿Cómo van a protegerla ustedes dos en este...?

—El jefe de tu clan fue capaz de enviar a alguien a matarla sin que tú lo supieras —dijo Sasuke rotundamente—. Sal de mi casa.

Hizashi se levantó y asintió.

—Hasta la próxima vez, Sasuke-sama.

Kami, Sasuke esperaba que no. Tal vez fuera una exageración, pero siguió a los dos hasta que pudo cerrar las puertas. Volvió a su cocina e inspeccionó la habitación con una nueva mirada. No había tenido prisa en construir su nueva casa. Para dos solteros acostumbrados a vivir al aire libre, en cuevas o escondites, esta casa era casi un lujo. Pero Hinata se comportaba como una princesa y había vivido muy cerca de una de las personas más poderosas del mundo.

Quería dormir, pero necesitaba enviarle un mensaje a Yamato. O tal vez Naruto se encargaría gustosamente de ser el intermediario.

Lo que sea. Sasuke subió las escaleras y se encontró con Jūgo sentado frente a la puerta.

—¿Qué vamos a hacer, jefe? —preguntó Jūgo.

A Sasuke no le sorprendió ni le molestó que Jūgo hubiera estado escuchando.

—Necesitamos nuestra nueva casa ahora. No tengo ganas de poner los cimientos.

—Será bueno tenerla con nosotros —Jūgo asintió—. Y así no podrá rechazarte cuando le pidas que se una a nuestro clan.

Sasuke sonrió. Las artimañas de Jūgo estaban dando sus frutos.

—Dormiré en tu cama hasta que llegue Naruto —aunque nada más decirlo, lamentó que tuviera que estar en una habitación completamente separada de Hinata. Maldita sea, ya estaba muy apegado a ella.

—De acuerdo, jefe. Te avisaré si se despierta.

Sasuke se acercó para poder pasar brevemente la mano por el hombro de Jūgo. Jūgo se iluminó y Sasuke tuvo que apartarse, repentinamente avergonzado. Sasuke no dijo nada antes de desaparecer en el dormitorio al final del pasillo.

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Sorprendentemente, la siesta de Sasuke fue profunda y sin sueños. Para cuando el chakra de Naruto hizo cosquillas en la conciencia de Sasuke, este se sintió descansado y como un ser humano vivo.

A diferencia de los Hyūga, Naruto no entró en la casa. Algo había cambiado en Naruto con los años. Su poder era demasiado grande para ser contenida por cualquier tipo de edificio. Sasuke no sabía si esto siempre había sido así o si sucedía por la relación de Naruto con el Kyūbi. Cuanto más asentado parecía Naruto, más poder parecía brotar de sus poros.

Sasuke apretó el puño contra el brazalete de su muñeca. Se preguntó cómo sería su chakra si no tuviera que estar restringido. La gente se volvía como girasoles buscando el sol hacia Naruto cuando pasaba.

Probablemente, nadie haría eso por Sasuke.

Si Naruto era el sol. Su ira burbujeó en su chakra. Si Sasuke no estuviera tan acostumbrado a ese tipo de estados de ánimo, habría pensado que lo querían atacar. Pero Naruto no intentaba hacerle daño a nadie. Solo estaba frustrado.

—¿Cómo está? —preguntó el Hokage con esa voz rasposa que tenía.

—Todavía está durmiendo. Jūgo la está vigilando, pero puede que tengamos que traer a un ninja médico si no se despierta pronto.

—Sakura... —comenzó Naruto y se detuvo cuando Sasuke hizo una mueca—. Bien, Sakura no. Aunque sea la mejor ninja médico de la aldea.

Sasuke no quería que Sakura se enterara de lo que sentía por Hinata. Sakura estaba en sintonía con todos los estados de ánimo de Sasuke. Ella lo sabría.

—No quiero más gente en mi casa de la necesaria —Sasuke se encogió de hombros—. Ni siquiera sabemos quién la atacó. Si es un shinobi o mercenario, ¿cómo se coló? Y si es un trabajo interno...

Naruto resopló y se pasó una mano por su corto y dorado cabello.

—No quedan pruebas. Alguien entró después de que ella se fuera e incluso limpió la sangre. Al menos hubo un equipo involucrado. Los Nara están investigando y viendo si alguien tiene alguna pista de lo que pasó anoche. Pero vamos a tener que tomar el testimonio de Hinata.

Sasuke se sentía tan agitado como Naruto. ¿Cuánto sabía Naruto sobre las luchas en el clan Hyūga? ¿Tendría Sasuke que explicarle todo? No sería la primera vez que un Hokage ignorara un acontecimiento tan importante como la política de una de las familias más importantes de la aldea.

La mandíbula de Sasuke se apretó mientras miraba el ahora estéril terreno de lo que solía ser un orgulloso complejo. No le gustaría que la historia se repitiera. Eso le dejó un sabor a ceniza en la parte posterior de la lengua. Estaba tentado a reunir a los dos miembros de su clan que le quedaban y dejar atrás este estúpido lugar.

Pero Naruto no los dejaría irse. Y tanto Hinata como Jūgo querían intentar encajar en esta nueva comunidad.

¿Por qué quedarse en un sitio que no los quería? Esa era la mentalidad de Sasuke. ¿Habría alguna parte donde pudieran establecerse y estar seguros?

Probablemente no. Mejor enfrentarse a los demonios que conocía.

—La mantendré aquí —dijo Sasuke—. Podemos protegerla mejor que los Nara.

—Los Nara no sabían qué iba a ser atacada —argumentó Naruto.

—¿Alguien sabía que iba a ser atacada? —inquirió astutamente Sasuke—. ¿Se suponía que alguien iba a vigilarla?

Naruto suspiró.

—Sé que la hice tu responsabilidad, pero eso fue una formalidad. Si ya no quieres tener esta carga...

Sasuke se aseguró de que su rostro estuviera cuidadosamente en blanco.

—Ya he dicho que se queda —soltó a regañadientes.

Naruto asintió.

—Solo lo estaba comprobando, dobe. Tengo otra reunión con ANBU, pero hay muchas cosas que debemos hablar si ella se va a quedar aquí. Avísame cuando esté despierta.

—Lo haré. ¿Y Naruto?

Naruto, que se había dado la vuelta para irse, se detuvo.

—¿Sí?

—Hazle saber a Yamato que me gustaría hablar con él.

Una pequeña sonrisa apareció en la comisura de la boca de Naruto.

—¿Y qué soy yo, una paloma mensajera? Habla tú mismo con él.

Sasuke entornó los ojos.

—¿Acaso Yamato vive en una casa? ¿O encuentra un árbol para dormir cada noche? Aparece al azar. No voy a perder el tiempo buscándolo. Por lo que sé, duerme en lo alto de la torre Hokage.

Naruto resopló y negó con la cabeza.

—Se lo haré saber —aceptó antes de patear el suelo con fuerza y desaparecer.

Para cuando Sasuke entró en la casa, encontró a Jūgo y a Hinata sentados en la mesa de la cocina. El cabello de Hinata colgaba sobre su rostro, pero parecía contenta de ver a Sasuke cuando este entró. Jūgo se levantó de un salto para tomar una taza de té para Sasuke y rellenó el vaso de zumo de naranja de Hinata.

Sasuke se deslizó en su propio asiento con un suspiro y aceptó el té con un movimiento de cabeza.

Quería estirar la mano y cepillar el cabello de Hinata detrás de las orejas. Quería ver su Byakugan y las micro expresiones que hacía con los ojos y las cejas que antes estaban ocultas. Ella era tan expresiva.

—¿Cómo te sientes? —preguntó.

Supuso que podía llamar a Naruto, pero la cocina estaba tranquila y Sasuke no quería arruinarlo. Estaba cansado de las visitas.

—Estoy cansada —dijo ella.

Parecía cansada. En lugar de lucir orgullosa y recta, sus hombros estaban caídos. Las líneas de expresión alrededor de su boca parecían más pronunciadas y su ceño estaba fruncido. Hinata sostenía con cuidado su taza, pero su agarre parecía débil, como si fuera a dejar caer la taza en cualquier momento.

Sasuke se preguntó si se refería a que estaba cansada físicamente o si también lo estaba emocionalmente. La política tendía a hacer eso. Todo era literalmente de vida o muerte.

Jūgo soltó una carcajada y le acercó un cuenco con fresas recién cortadas a Hinata. Puso un juego de palillos en el borde.

—Tienes que comer.

Hinata sonrió.

—No sé lo bien que van a saber las fresas con mi zumo.

Jūgo resopló y se dispuso a levantarse.

—Entonces te prepararé algo más.

Ella le agarró del codo antes de que él pudiera llegar demasiado lejos.

—Estoy bromeando, Jūgo-san. Agradezco todo tu esfuerzo. Mi estómago está un poco sensible y probablemente estará así durante un tiempo. Pero en cuanto esté lista para comer, te lo haré saber, ¿bien?

Jūgo se dejó caer en su silla y suspiró.

—Me siento tan... —levantó las manos y las apretó con frustración—. No puedo creer que esté aquí sentado.

Sasuke tamborileó ociosamente los dedos sobre la mesa mientras pensaba.

—Es curioso.

—¿Qué es curioso? —preguntó Jūgo.

—Bueno, cuando fuiste a la casa no había nadie. ¿Pero había sangre? —indagó Sasuke.

—Sí —confirmó Jūgo.

—Naruto me acaba de decir que no había sangre. Alguien entró y limpió después de que te fueras —pronunció Sasuke.

Hinata lentamente dejó su taza.

—¿Había alguien vigilando la casa?

—Todavía hay alguien vigilando la casa —aclaró Sasuke—. No pudo ser un forastero. Hubieran salido de la aldea lo más rápido posible para evitar ser detectados.

La ira asesina de Jūgo se disparó mientras se levantaba bruscamente. Su rostro era terrorífico y su voz un gruñido.

—¿Fue un trabajo interno?

Sasuke no intentó calmar a su amigo. La ira era una emoción razonable y esperada. El problema venía cuando Jūgo era consumido por ella. Pero Jūgo aún estaba lo suficientemente lúcido.

—Eso es lo que parecen pensar los Hyūga.

—¿Los Hyūga? —Hinata jadeó—. ¿Qué quieren de mí?

—Los mataré —mencionó Jūgo en voz baja.

Sasuke apoyó el codo en la mesa y puso la barbilla en su mano. Parte de la ira pareció abandonar la postura de Jūgo al ver la pose calmada de Sasuke.

—He tenido una interesante conversación esta mañana con Hizashi —procedió a explicarle lo sucedido a Hinata, ya que estaba seguro de que Jūgo había escuchado la mayor parte de la conversación—. Lo que quiero saber es quién denunció el crimen —Sasuke se echó hacia atrás y utilizó su única mano para señalar a los presentes en la sala—. No fue ninguno de nosotros. Los ANBU no pudieron haber visto a Hinata cuando venía hacia acá, de lo contrario la hubieran detenido para interrogarla, o también hubieran exigido entrar en la propiedad. Todo el mundo debe saber lo del ataque. Pero los rumores siempre tienen una fuente. ¿Quién es nuestra fuente?

Jūgo empezó a pasearse.

—Hay otra cosa que debemos considerar —sugirió Hinata. Su rostro estaba inclinado de modo que su cabello ocultaba sus ojos—. No sé si realmente maté a mi atacante.

Jūgo dejó de pasearse para poder mirar atónito a Hinata.

—¿Qué quieres decir?

—Yo... —ella hizo una pausa.

Sasuke acercó aún más su silla. Ella se acercó sin mirarlo y a ciegas agarró la manga vacía de su haori.

—Ahora que lo pienso, tenía miedo de matarlo —ella exclamó—. Recuerdo haber pensado que; ¿y si este ninja es de Konoha? ¿Qué voy a hacer si mato a un aldeano? Creo que lo maté, pero no lo comprobé. No quise verificarlo.

Sasuke suspiró y agarró la mano de Hinata para que supiera que su frustración no iba dirigida a ella.

—¿Estás segura de que era un ninja? —preguntó Sasuke con suavidad.

—Sí —ella asintió—. No pude identificar sus patrones de chakra, pero aún no he conocido a mucha gente aquí. Pero todos los shinobi tienen un flujo de chakra muy fuerte, es fácil de ver.

Jūgo se desplomó en su silla.

—¿Es fácil de ver?

Hinata miró a Jūgo y, aunque Sasuke solo podía ver un lado de su rostro, aún podía ver las venas de su Byakugan.

—Sí.

Los ojos de Sasuke se entrecerraron, pero dejó ese dato para más adelante. Eso no era lo importante ahora. Si no reconocía a la persona, eso significaba que podían descartar a los Nara, Naruto, algunas otras personas de T&I, pero lo más valioso, también a Hizashi y Neji.

—Esto es un lío —dijo Sasuke.

—Lo siento —admitió Hinata. Todavía no lo había soltado, pero ahora retiró rápidamente su mano como si pensara que él se iba a enfadar con ella—. Es que...

Sasuke no necesitaba una explicación. Todos eran forasteros, no importaba cuántas veces Naruto dijera lo contrario. Este no era el escondite de Orochimaru. Allí, Sasuke y Jūgo podían resolver los problemas con violencia. Se esperaba eso de ellos, porque solo los fuertes sobrevivían. Pero no en esta aldea, aquí había leyes y consecuencias. Estarían haciendo algo con justificación, pero alguien podría manipular las pruebas...

—Si sobrevivió, podría haber sido para mejor —Sasuke finalmente dijo.

Con un inesperado grito, Jūgo se puso en pie y agarró la puerta corredera que daba al porche. La arrancó y la lanzó al patio.

Hinata se inclinó hacia delante, hacia Jūgo en lugar de alejarse. Sus ojos se centraron en él.

—Oh —pronunció Sasuke con suavidad. Jūgo se volvió, culpable. En su forma maldita.

Sasuke continuó con su mismo tono imperturbable.

—Iba a quemar la casa, pero si tú has decidido demolerla, está bien.

Hubo un momento de silencio y luego Hinata se tapó la boca con ambas manos mientras reía.

Jūgo sonrió tímidamente y volvió a sentarse. Sasuke empujó el cuenco de fresas hacia Jūgo. Jūgo aceptó la orden tácita mientras cogía los palillos y comía.

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Yamato y Kakashi aparecieron al día siguiente justo cuando el sol estaba en lo alto. Un par de perezosos bueyes remolcaban dos grandes carros de madera tras ellos.

—Pensé que los ninjas podían simplemente... Woosh —Jūgo hizo un gesto con las manos. Sasuke lo interpretó como un movimiento para indicar que algo debía crecer. O explotar, eso también funcionaba.

Sasuke, puso los ojos en blanco. Estaba cubierto de cemento y picaba como el infierno mientras se desprendía de su piel. Se habían pasado toda la mañana midiendo, cavando y vertiendo concreto para poder anclar enormes pilares de apoyo y Sasuke estaba harto. Pero no se fiaba de los contratistas de esta ciudad, ya era bastante malo que tuviera que contratar a un fontanero y a un electricista.

—Yamato no va a facilitarme la vida —Sasuke resopló.

—Yamato —dijo el ninja en cuestión—. No va a malgastar su chakra creando madera nueva —se detuvo y miró la madera—. Tampoco sería madera tratada, así que si quieres que tu casa se pudra dentro de unos años...

Sasuke decidió ignorar a Yamato. En su lugar, se volvió hacia Kakashi.

—¿Y tú? —de ninguna manera iba a ayudar.

Kakashi sacó su libro de su bolsillo y lo agitó en el aire.

—Hace un día tan bonito fuera y he pensado que sería agradable sentarse al aire libre y ver a mi antiguo alumno intentar construir algo.

La mirada de Sasuke era más ardiente que el sol que los golpeaba. Pero comprendió el verdadero motivo de Kakashi cuando este se acercó al porche donde estaba sentada Hinata. El punto de construcción se situaba donde había estado el jardín de su antigua casa. Por lo tanto, quedaba lo suficientemente cerca como para que Hinata pudiera estar a la sombra, pero sin perderla de vista. Hoy llevaba puestos tanto el antifaz como el velo, además de la ropa suelta con la que prefería luchar.

Parte de la motivación de Sasuke para comenzar la construcción hoy era el hecho de que quería llevar a Hinata y a Jūgo a la nueva casa lo antes posible. La antigua era firme, pero estaba medio abandonada por la falta de cuidados. No era tan defendible, Sasuke quería que su nueva casa fuera una fortaleza.

La otra razón era el hecho de que Naruto no podría llamar a Hinata o exigirle que se presentara en la Torre Hokage si Sasuke estaba ocupado. Por supuesto, Naruto podía hacer lo que quisiera. Pero Sasuke empezaba a sospechar que el silencio de Naruto indicaba que el Hokage estaba planeando algo. Sasuke no podía averiguar qué era. Al menos no todavía.

Sasuke observó con los ojos entrecerrados cómo Hinata saludaba a Kakashi y este se acomodaba a su lado. Se preguntó brevemente si Kakashi iba a interrogar a Hinata en nombre de Naruto. Pero Kakashi se apoyó en la pared y levantó su libro. Hinata miraba serenamente hacia el patio, por lo que estaba claro que no iba a hablar.

La voz de Yamato hizo que Sasuke volviera a la tarea que tenía entre manos. Un ayudante que había seguido a Yamato y a Kakashi estaba trabajando para desenganchar a los bueyes de las carretas y así poder llevarlos de vuelta al aserradero. Yamato le dio las gracias antes de volverse hacia Sasuke.

—Por cierto, me debes los gastos del material. No soy tan amable.

Sasuke ya se estaba arrepintiendo.

—Por supuesto que no —dijo entre dientes—. Jūgo, ¿puedes enseñarle los planos, por favor?

Jūgo asintió.

—¡Claro que sí, jefe! —se limpió las polvorientas manos en sus pantalones igualmente sucios y sacó dos papeles que estaban cuidadosamente doblados, pero que ahora estaban un poco arrugados. Los abrió y se acercó a Yamato. Jūgo empezó a explicar minuciosamente sus decisiones y el proceso de pensamiento que había detrás.

Sasuke se acercó a los materiales que él y Jūgo habían ido adquiriendo con el tiempo y escuchó distraídamente cómo Jūgo y Yamato debatían sobre cuál sería el mejor lugar para empezar. Sasuke empezó a organizar su montón. Por lo general, le bastaba con tener una sola mano, pero a veces no tener dos, era una molestia. Si confiara en que Sakura no se lo echaría en cara, habría aceptado el brazo que ella le ofreció.

Tal vez eso no era justo. Naruto tenía razón, ella era una buena ninja médico. Era ética. Pero él no quería un brazo y tener que pensar en ella cada vez que lo veía. No quería que ella creyera que tenía una conexión con él solo por eso.

Pero eso era un pensamiento para otro momento. Jūgo estaba llamando a Sasuke.

Estaba medio tentado a contratar a esos contratistas.

El movimiento de Hinata le llamó la atención. Entró brevemente a la cocina y luego salió con un vaso de agua para Kakashi.

O tal vez podría hacer esto con Jūgo como había planeado.

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Al final del día, estaba dispuesto a dormir por un millón de años. Él y Jūgo iban a hacer guardia por turnos durante la noche. Probablemente, no era necesario, pero Jūgo y Sasuke habían sobrevivido tanto tiempo por una razón. Él no quería quedarse despierto, pero Jūgo había hecho gran parte del trabajo pesado sin quejarse. Lo menos que podía hacer Sasuke era dejar que Jūgo durmiera primero.

La mayor parte de los cimientos y el armazón estaban hechos. Yamato sabía lo que hacía, sus correcciones y orientaciones fueron más valiosas que las que Sasuke y Jūgo habían conseguido extraer de los libros. Yamato también hacía bromas perversamente oscuras que tenían a Jūgo riendo bulliciosamente y a Sasuke sonriendo.

Era productivo y Sasuke se sentía un poco más a gusto. Los tiempos de paz eran extraños para un guerrero, pero esto era algo bueno.

Pensó en el pergamino de su habitación. Tal vez podría leerlo para pasar el tiempo. Hizo una pausa y luego se movió para cruzarse con Kakashi.

Kakashi, que se había quedado a cenar a pesar de no haber sido invitado y de no haber ayudado, estaba saliendo del porche para entrar en la casa.

—Kakashi —dijo Sasuke.

Kakashi se detuvo y se giró para mirar a Sasuke. Yamato le dio una palmada en el hombro a Kakashi antes de salir del recinto.

—Tengo una pregunta para ti —exclamó Sasuke—. Quiero enseñarte un pergamino.

—Oh, un pergamino —soltó Kakashi con exagerada emoción. Pero de todos modos siguió a Sasuke. Jūgo se estaba duchando. Hinata seguía en el porche y los veía caminar. Sabía lo del pergamino, pero era inútil para ella.

En la habitación, Sasuke le entregó a Kakashi el objeto en cuestión. Kakashi lo desenrolló y se dedicó unos instantes a mirarlo.

—¿Estás intentando volver a la Academia? —preguntó Kakashi con las cejas levantadas.

Sasuke ignoró la broma.

—Lo encontré en uno de los viejos almacenes.

Kakashi parecía aburrido.

—¿Y...?

Sasuke resopló.

—Si me dejas terminar. Cuando lo encontré, estaba disfrazado con un complicado genjutsu. No puedo descifrarlo, pero esto es un código. Simplemente lo sé.

—Simplemente, lo sabes, ¿eh? —murmuró Kakashi, pero lo desenrollo un poco más.

Sasuke señaló un símbolo. Antes de que Hinata irrumpiera en su habitación la otra noche, había estado mirando ese símbolo.

—Y esto... Esto me resulta familiar. ¿No es así? —Sasuke odiaba lo indeciso que sonaba, pero estaba muy inseguro. Estaba seguro de haberlo visto antes. ¿Pero dónde? ¿Cuándo?

Kakashi puso el pergamino sobre el escritorio y pasó un dedo por el símbolo, pensativo. Luego lo saco de la mesa y lo colocó en el suelo. Kakashi retrocedió y luego caminó en círculo alrededor del rollo para poder verlo desde diferentes ángulos.

Sasuke lo observó en silencio. No le molestaban esas payasadas. Solo confirmaba lo que Sasuke pensaba. Había algo allí. Incluso Kakashi estaba intrigado.

Kakashi se agachó, volvió a enrollar el pergamino con un movimiento de muñeca y lo metió debajo de su brazo.

—¿Me lo prestas por un día más o menos?

—¿Qué es?

—No lo sé —admitió Kakashi—. Pero tienes razón. Me resulta familiar. Incluso tendré que preguntarle a Tsunade.

—¿Está relacionado con un sello médico? —preguntó Sasuke. Definitivamente, su curiosidad se había despertado.

—No exactamente. Yo... —el ceño de Kakashi se frunció pensando y sus labios se movieron bajo la máscara—. He visto tantos sellos desde que fui nombrado Hokage, que no estoy seguro de si lo vi allí o antes. Pero si es algo que un Hokage sabría, Tsunade puede ayudarme. O...

Ahora, Sasuke empezaba a impacientarse.

—¿O?

—O tal vez sea algo de su clan.

Sasuke se sacudió sorprendido.

—¿Una cosa de su clan?

—¿Conoces el símbolo del clan Senju? —Kakashi levantó dos dedos para formar un par de luna creciente, imitando burdamente una parte del dibujo en el papel.

Sasuke no podía recordar del todo el símbolo de ese clan.

—¿Son similares?

—Lo suficiente como para hacerme sospechar —dijo Kakashi.

—De acuerdo —decidió Sasuke—. Puedes tenerlo durante una semana. Puede que necesites ese tiempo para que Tsunade esté sobria.

Kakashi se rio.

—Voy a decirle que has dicho eso —salió de la habitación y volvió al porche. Se despidió de Hinata y de un recién lavado Jūgo antes de utilizar el Shunshin no Jutsu para teletransportarse. Hinata se estremeció visiblemente por la sorpresa.

—Fanfarrón —murmuró Sasuke. Jūgo se rio.

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Una vez que Sasuke se duchó, se unió a Hinata en el porche. Ella no se había movido en todo el día, excepto para comer e ir al baño. Se preguntó si no se sentía cómoda dentro de la casa o si necesitaba estar cerca de las personas. Ayer fue a recoger algunas de sus pertenencias y a investigar la escena. No había encontrado nada útil. Pero Hinata había sonreído cuando Sasuke le informó de que sus dibujos regalados aún estaban en su nevera, así que el viaje no había sido del todo inútil.

Se sentó junto a ella, probablemente más cerca de lo necesario. Hinata, siempre atrevida, se movió para poder apoyar la cabeza en su hombro. Jūgo, estaba tumbado al otro lado de Hinata, movió las cejas hacia Sasuke a modo de pregunta silenciosa.

Sasuke sonrió. Cerró los ojos e inclinó el rostro hacia la cálida luz del sol.

—¿Te has aburrido hoy? —le preguntó a Hinata.

—No —dijo ella—. Kakashi-san fue una buena compañía. Me leyó un poco de su libro.

Los ojos de Sasuke se abrieron de golpe.

—Te leyó su... ¿Romance? —su rostro estaba ardiendo.

Jūgo se rio.

—¿No? —Hinata sonaba confusa y se sentó para mirarlo—. ¿Le gustan los romances? Este no era de ficción. Trataba sobre el reino del fuego.

Sasuke relajó los hombros y Hinata se volvió para mirar a Jūgo.

—¿Qué? —preguntó—. Siento que me estoy perdiendo algo.

Jūgo rio.

—Oh, hasta yo sé que Kakashi es infame por sus libros "románticos."

Hinata frunció el ceño.

—¿Es porque es un hombre? ¿Es eso tan extraño?

—¡No! —dijo Jūgo, casi rodando de un lado a otro en el suelo con alegría—. Es porque esos romances son...

Jūgo palideció al darse cuenta de que estaba a punto de explicarle a Hinata del hábito de Kakashi de leer pornografía. La aún presente sonrisa de Sasuke se amplió.

—Oh. Oh, no importa —indicó apresuradamente—. Olvida que he dicho algo.

—Bueno, ahora tengo curiosidad —respondió Hinata. Palmeó el hombro de Jūgo de forma exigente—. Dime lo que ibas a decir.

—¡No!

—Cuéntame, cuéntame —burlonamente habló, inclinándose para seguirlo cuando él intentó alejarse.

—¡No! —Jūgo soltó una risita y luego soltó un grito ahogado cuando casi se cayó del porche.

Sasuke cogió el brazo de Hinata para que no perdiera el equilibrio y la llevó suavemente a su lado.

—Tiene la costumbre de leer libros sucios, Hinata —explicó Sasuke—. Eróticos.

—¡Oh! ¿Por qué no lo dijiste desde el principio? —Hinata hizo una pausa y luego soltó una risita—. Bueno, eso hubiera sido más interesante que un libro de historia.

Esta vez Jūgo sí se cayó del porche.

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Notas: ¡Holis! ¿cómo están? Jejeje, las cosas están avanzando para Sasuke y Hinata. Espero les guste este capítulo, por mi parte ha sido de mis favoritos, sobre todo por el final. Y otra cosita, ustedes ya me conocen desde hace mucho, pero aun así quiero recordarles que en diciembre y enero me gusta tomarme unas vacaciones de las publicaciones. Obviamente yo también necesito recargar energías y despejar la mente de los fics. Eso sería todo. Nos estamos leyendo en los fics que aún me quedan por actualizar este año. Bye!

Guest Guest: Here is the new chapter.

Naoko Ichigo