¡Hola, apreciados lectores!

Es un gusto saludarles, después de algunas semanas jejeje. Nuevamente, les pido disculpas por la demora en actualizar, es que, he estado con más trabajo y estudio, pero, hoy tuve la oportunidad de poder subir un capítulo un poco más largo que los anteriores, para poder avanzar más con esta historia jejeje.

Agradezco mucho a todas las personitas que me han venido acompañando en esta historia: Arianne Luna, Benani0125, Bayby Face, Alexandraaa417, SARITANIMELOVE, Igl, Grace, Manu y Jessie. De verdad, muchas gracias por escribirme. =)

Quiero comentarles que tuve que subir la clasificación de esta historia de "T" a "M", porque, ya muy pronto se acerca la parte trágica y creí en un principio que quizás no sería tan fuerte y de hecho, es posible que algunos de ustedes lo consideren así cuando llegue el momento de leerla, pero, mejor prefiero tomar mis precauciones jejejeje XD.

Es solamente por ese motivo que la subiré a "M". No es porque vaya a incluir contenido adulto en un futuro, pero, aún así, no me parece conveniente que sea leída por adolescentes o por niños jejeje.

Esta es la primera vez que me animé a escribir una historia trágica, pero, a pesar de ello, va a tener un final feliz. Así que, no quiero que se me vayan a desanimar jejejejeje. A mí siempre me han gustado mucho los finales felices y todas las historias que he compartido y que espero, poder seguir compartiendo, tendrán finales felices. =)

Y así como se está acercando esa parte trágica, también se acerca la romántica jejejeje. Muchas gracias por su paciencia, porque me he tardado mucho en que se vea nuestro preciado "Rankane", pero, ahora sí, ya falta muy poco jejeje (lo prometo jejeje).

Los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi y la historia está escrita sin fines de lucro.

- Entonces, ¿qué me dices, Akane?... ¿aceptas mi propuesta? -dijo el Teniente Chardin, acercándose nuevamente a ella-.

Akane aún estaba dándole la espalda y él continuó:

- Por ti, estaría dispuesto a obviar el mal comportamiento de ese soldado, porque, ¿sabes algo? desde que empezó su entrenamiento, ha sido muy indisciplinado y solo porque el Coronel Daikoku lo protegía, es que no había podido hacer algo al respecto... pero, si tú aceptas lo que te estoy proponiendo, te doy mi palabra que permitiré que se quede, porque ahora yo soy la autoridad máxima aquí y lo que correspondería es expulsarlo, pero, tratándose de ti, haré una excepción -hizo una pausa y volvió a acariciar su cabello- por favor, acepta.

Akane estaba completamente desconcertada y se alejó de él. Volteó a verlo y le dijo, muy molesta:

- ¡Por supuesto que no!... ¡jamás!... ¡¿cómo puede pedirme algo así?!... ¡yo solo vine a contarle cómo sucedieron las cosas, pero nunca imaginé que usted fuera a salir con algo como esto!

Él se le quedó viendo un momento y después le dijo, sonriendo sarcásticamente:

- Veo que tienes tu carácter y eso solo hace que me atraigas aún más jajaja... me agrada que te hagas la difícil, porque cuando las cosas son tan fáciles, me aburro rápidamente jajaja.

Akane no podía asimilar aun lo que estaba escuchando:

- ¡Es usted despreciable! -le gritó, con lágrimas en los ojos- ¡fue un grave error venir a hablar con usted!... ¡creí que era una persona civilizada, pero, estaba completamente equivocada! ¡es un monstruo! -y diciendo esto último, se acercó a la puerta para abrirla, pero, él le dijo todavía, irónicamente:-

- ¡Entonces, tendré que expulsarlo sin ninguna consideración y es una lástima porque quizás sí tenía "algo de potencial" para ir ascendiendo en el ejército!

Akane sintió una gran impotencia. Apretó fuertemente los puños y después, abrió rápidamente la puerta, para salir corriendo de ahí:

- ¡Te doy hasta el mediodía, preciosa! -le gritó todavía el Teniente-.

El sargento que estaba afuera solo se quedó viendo, sin entender nada y el Teniente dijo internamente, muy confiado:

Ya volverá, porque no tiene otra opción si quiere evitar que se arruine la carrera de "su amiguito" jajaja... además, hasta ahora, ninguna mujer me ha dicho que no y ella no será la excepción jajaja.

Por otro lado, en un tren que había partido de la ciudad de Tokio hacia el pueblo de Nerima y que estaba por llegar a su destino, viajaba una chica de cabello corto, color castaño claro, ojos del mismo color y piel blanca, llamada Nabiki Nakamura, junto a su pequeño hijo de seis años, llamado Tachi, un niño de cabello corto, color castaño oscuro, ojos azules y piel morena clara.

Se dirigían a Nerima porque Nabiki acababa de finalizar la carrera de enfermería y la habían designado para ese lugar por falta de personal médico, pues, en dicho pueblo, apenas habían dos doctores y cuatro enfermeras, para la gran cantidad de personas que residían ahí, además de que, a Nabiki le iba a hacer muy bien cambiar de ambiente, para tratar de olvidar lo que le había sucedido hacía ya siete años...

Nabiki era madre soltera y había logrado salir adelante con su hijo. Había trabajado muy duro para poder seguir estudiando en la universidad y ahora que había finalizado su carrera y al ver la oportunidad que se le había presentado, no dudó ni un segundo en aceptar, para poder alejarse de todo lo que le recordara al padre de su hijo (aunque, había un hecho que no podría obviar por más que quisiera: su hijo siempre se lo iba a recordar, además de que era idéntico a él).

Había pasado ya mucho tiempo de lo ocurrido, pero, su corazón no había sanado aún después del terrible engaño que había sufrido por parte de aquel hombre desalmado, quien únicamente desapareció de su vida de la noche a la mañana, después de haberle hecho miles de promesas que jamás cumpliría:

- Tachi -dijo Nabiki, sonriendo y tratando de despertar a su hijo, pues, por lo largo que había sido el viaje, se había quedado dormido- ya estamos por llegar.

Tachi se despertó de mala gana. Luego, bostezó y le dijo, con algo de reproche:

- Estuvo muy aburrido y cansado este viaje, mami -hizo una pausa- mejor nos hubiéramos quedado con los abuelos, además, voy a extrañar mucho a mis amigos.

Nabiki sonrió al escucharlo:

- Aquí también vas a hacer muchos amiguitos...

- Si tú lo dices -dijo, no muy convencido-.

Nabiki rio un poco y después, negó con la cabeza:

- Sé que no estuviste de acuerdo en que nos fuéramos de Tokio, cariño, pero, comprende, por favor: no podía rechazar esta oportunidad de trabajo... además, te aseguro que te va a gustar mucho este lugar.

Tachi dio un pequeño suspiro, con resignación e iba a decir algo más, pero, en eso, el tren se detuvo, pues, había llegado a su destino. Tomaron, entonces, su equipaje y bajaron del tren. Después, se detuvieron a preguntar dónde quedaba el puesto de salud, para poder dirigirse hacia allá.

Obviamente, en el pueblo, se dieron cuenta desde el primer momento, que ellos venían de la ciudad. Algunos se les quedaron viendo y otros, murmuraron al verla sola con su hijo.

Nabiki lo notó, pero, después pensó que quizás se debía a que ella era la única mujer que vestía diferente en ese pueblo, pues, todas usaban yukatas y ella llevaba puesto un vestido floral, ligero e informal, color amarillo, con volantes excesivos y mangas de mariposa, un cinturón alto color negro, zapatos de tacón del mismo color y un pequeño sombrero blanco de paja (como vestían algunas mujeres en la ciudad de Tokio, en esa época).

Nabiki trató de no darle importancia a ese asunto de la vestimenta, sin saber realmente que había llegado a un pueblo "muy conservador", donde sería de lo más escandaloso ver a una madre soltera.

Mientras tanto, en la hacienda Tatewaki, Kuno se encontraba hablando en los establos con uno de sus trabajadores:

- Entonces, Mousse, ¿cuento contigo?

- Sí... sí, señor -dijo Mousse, con voz apagada- no se preocupe, yo... me encargaré de vigilar a su hermana mientras usted está de viaje -pues, Kuno había seguido con la idea de ir a visitar a Akane y darle "una agradable sorpresa", según él, pero, necesitaba asegurarse que su hermana no intentara escapar en su ausencia-.

- Así me gusta -dijo Kuno, sonriendo- sé que esto no está dentro de tus atribuciones y por eso, pienso pagarte un poco más...

- No, no, señor, no es necesario que lo haga.

- Yo quiero hacerlo, así que, no me contradigas -dijo, un poco molesto-.

- Como usted diga, señor.

- Bien, voy a confiar en ti, porque sé que Kodachi aprovechará para intentar escapar y como yo no puedo estar al pendiente de ella todo el tiempo, te vas a encargar de cuidarla, ¿me escuchaste? ella no puede salir de la hacienda por ningún motivo.

- Está bien, señor.

- No me voy a tardar mucho en Tokio, quizás regrese hoy mismo, pero, mientras tanto, necesito que la vigiles muy bien -hizo una pausa y después, dijo- es que, a nadie más podría pedirle este encargo... tú has demostrado ser un trabajador muy responsable y honesto y por eso, solo en ti podría confiar plenamente...

Mousse asintió, levemente y Kuno continuó:

- Así que, no me defraudes, ¿entendido? -dijo, poniendo su mano derecha sobre uno de los hombros de Mousse- sabré recompensarte muy bien por tus servicios...

- Vaya tranquilo a su viaje, señor... yo... yo me haré cargo, no se preocupe.

Kuno volvió a sonreír y después, se fue de ahí, muy contento, porque podría ir a visitar a su prometida sin tener que preocuparse de que Kodachi intentara estropearle "sus negocios" con Gosunkugi.

Por otro lado, después de unas horas, nuevamente en Ichiyaga, el Teniente Chardin fue a buscar a Akane al centro médico, al no verla en el comedor junto a las demás enfermeras a la hora del almuerzo, pues, se había cumplido el "plazo que le había dado" para que le diera su respuesta, pero, tampoco estaba ahí.

Kirin lo vio y se acercó a él:

- ¿Se le ofrece algo, Teniente?

- Busco a Akane Tendo, ¿sabe dónde está? -dijo, bastante reseco-.

Kirin se le quedó viendo un momento y después le dijo, en un tono un tanto sarcástico (pues, se enteró de "la propuesta" que le había hecho a Akane):

- Es una verdadera lástima, señor, pero, la señorita Tendo ya no se encuentra en esta Academia.

El Teniente se sorprendió mucho al escucharlo y después, le dijo:

- ¿De qué está hablando?

- La señorita Tendo renunció y ya hace algunas horas que se fue para no volver, "nunca más".

El Teniente no podía creerlo:

- ¡¿Y con el permiso de quién abandonó este lugar?! -dijo furioso-.

Kirin se le quedó viendo un momento:

- Con el permiso de nadie -dijo, encarándolo- ella es libre de decidir en dónde quiere trabajar.

- ¡Ella podía irse de aquí solamente si yo lo autorizaba, porque en este lugar, soy la autoridad máxima!

Todos los que estaban ahí, se quedaron viendo al escucharlo gritar:

- Disculpe que le contradiga, señor -dijo Kirin- pero, eso no es así: usted no es quien contrata al personal médico y ella no tenía por qué pedir su autorización para irse de aquí.

- ¡Demonios! -dijo el Teniente, bastante molesto al escuchar la forma "tan insolente" en que le había hablado ese doctor y también porque no esperaba que "su conquista" se le echara a perder, pues, ni siquiera pasó por su mente que ella fuera a renunciar y mucho menos, consideró dar órdenes estrictas a los encargados de las puertas para no dejarla salir-.

Mientras tanto, muy lejos de ahí, Akane y Shampoo acababan de bajar del tren que había partido desde Ichiyaga hacia la ciudad de Tokio:

- Akane -dijo Shampoo, al verla aún muy triste, pues, tanto a ella como a Kirin les había costado convencerla en regresar a Tokio- lamento mucho todo lo que pasó, pero, tienes que comprender que ya no podías hacer nada más por él -se refería a Ranma-.

Akane tenía la cabeza inclinada. Dio un largo suspiro y después, le dijo:

- Quizás hubiera esperado a que regresara el superior al mando... a lo mejor él...

Shampoo la interrumpió:

- Pero, Akane, nadie supo darnos razón sobre cuándo regresará -hizo una pausa- además, esas diligencias que realizan pueden tardar meses o... quizás hasta años.

Akane volteó a verla:

- ¡Algo tenía qué hacer por él, Shampoo! -dijo, nuevamente con ganas de llorar- ¡me siento como una cobarde al haber huido de esta manera!

- A ver, entonces, me estás diciendo que... ¡¿estabas dispuesta a aceptar el chantaje de ese despreciable Teniente?! -preguntó, muy sorprendida-.

- ¡No, claro que no! -dijo asustada-.

- ¿Entonces? ¿qué más podías hacer, Akane? -dijo, un poco molesta- por el momento, nada... porque no estando el Coronel, ese horrible Teniente es quien está a cargo... eso fue lo que te dijeron los sargentos cuando pediste hablar con la autoridad máxima, ¿cierto?

- Sí -dijo, con voz casi inaudible-.

- Entonces, ya deja de culparte... hiciste todo lo que estuvo en tus manos.

Akane se quedó callada un momento y después dijo, con desesperación:

- ¡Jamás debí haber ido a ese lugar, Shampoo!... ¡le mentí a mi familia y arruiné la carrera de Ranma!, ¡¿te das cuenta?!... ¡si yo hubiera sabido que solo iba a ocasionar problemas al tomar la decisión de ir a esa Academia a "trabajar", jamás habría aceptado! -dijo, con mucho dolor- ¡¿por qué tuve que encontrarlo en ese lugar?!

Shampoo se le quedó viendo y después, la abrazó:

- Trata de calmarte, Akane... no ganas nada con ponerte así.

- ¡No puedo evitarlo, Shampoo! -dijo, llorando- ¡era más que seguro que a Ranma le esperaba un gran futuro en el ejército y yo... yo se lo eché todo a perder!

Shampoo solo la estaba escuchando y después, le dijo:

- Akane, me parece que esta situación te está afectando más de lo debido.

Akane se separó de ella. Se le quedó viendo un momento y Shampoo continuó:

- Mira, yo sé que aunque te empeñes y te empeñes en negarlo, tú sientes algo muy fuerte por ese chico... demasiado fuerte.

- No, eso... eso no es cierto -dijo, muy nerviosa-.

- Entonces, ¿por qué te pones así?

Akane no supo que contestar:

- Bueno, por el momento -dijo Shampoo- dejemos este tema por la paz... necesitas descansar -hizo una pausa- ¿por qué no te quedas en mi casa estos días que hacen falta para volver a la universidad?... a mi familia le caes muy bien y sobre todo, a mis pequeñas hermanas jajaja.

Akane sonrió levemente y después, le dijo:

- Te lo agradezco mucho, Shampoo, pero, no quiero ocasionar molestias.

- Ay, Akane, no vas a ocasionar ninguna molestia... además, yo te considero como una hermana más y en todo este tiempo que hemos sido compañeras en la universidad, te he tomado mucho cariño, al igual que mi familia.

Akane volvió a sonreír al escucharla:

- Yo también te aprecio mucho, Shampoo y de verdad, te lo agradezco, pero, prefiero quedarme en mi departamento.

- Bueno -dijo Shampoo, resignada- como quieras, pero, entonces, te voy a acompañar hasta allá y me voy a asegurar de que descanses.

Akane rio un poco:

- Está bien, vamos.

Y empezaron a caminar hacia el edificio donde estaba el departamento, pero, antes de llegar, pasaron enfrente de la heladería donde Akane había conocido a Ranma.

Akane se quedó parada un momento y luego, se preguntó si podría soportar recordarlo cada vez que pasara por ahí para ir a la universidad: quizás tendría que considerar cambiarse de departamento, pero, ¿cómo le explicaría a su familia esa repentina decisión?... tendría que pensarlo muy bien, porque ya no quería volver a mentirles.

Shampoo se dio cuenta de todos los recuerdos que le traían a su amiga ese lugar, pero, prefirió no hacer comentarios esta vez.

Siguieron caminando y llegaron al edificio. Pero, antes de que pudieran subir las escaleras para llegar al departamento de Akane, escucharon una voz un tanto furiosa tras ellas:

- ¡Akane! ¡¿dónde diablos has estado todas estas semanas?!

Ambas voltearon a ver rápidamente:

- ¿Ku... Kuno? -dijo Akane muy asustada, al ver a su prometido, pues, nunca imaginó que se le ocurriera venir a visitarla-.

Kuno se acercó a ella y la tomó fuertemente del brazo:

- ¡Te hice una pregunta! ¡¿por qué no me respondes?!

- ¡Kuno me estás lastimando! -se quejó Akane-.

- Así que tú eres el famoso prometido, ¿eh? -dijo Shampoo sarcásticamente, apartándolo de su amiga- ¡vaya! ¡qué manera de demostrarle tu amor! ¿no te parece?... ¿viniste hasta acá solo para maltratarla?

- Y tú, ¡¿quién rayos eres?! -dijo furioso-.

- Kuno, por favor -dijo Akane, tratando de tranquilizarlo-.

- ¡Soy su mejor amiga! -dijo Shampoo, encarándolo- ¡y no voy a permitir que la trates así!, ¡¿me escuchaste?!

Kuno rio sarcásticamente y ella continuó:

- ¡Y para que lo sepas, hemos tenido muchos trabajos que hacer en la universidad y por eso, Akane se ha estado quedando en mi casa todo este tiempo! -Shampoo era muy buena para inventar cosas-.

- ¡No me digas! -dijo Kuno, aún en el mismo tono-.

Akane volteó a ver a Shampoo y después, se dirigió a Kuno:

- Ésa es la verdad, Kuno... yo... yo me he estado quedando en su casa -hizo una pequeña pausa y después, le dijo- si quieres, podemos ir ahora mismo para que le preguntes a su familia.

Kuno se le quedó viendo un momento y después, le dijo:

- ¿Y por qué estás vestida de enfermera?

- Bueno, es que... yo... -dijo Akane, un poco nerviosa, pues, se les había olvidado ese pequeño detalle, ya que, por salir rápidamente de la Academia, ni siquiera tuvieron tiempo de cambiarse de ropa-.

- Primero, "genio" -dijo Shampoo irónicamente, haciendo énfasis en la última palabra- ¿qué carrera crees que estamos estudiando, eh? y segundo, ya estamos realizando algunas prácticas -dijo Shampoo, sin titubear- ¿algo más que quieras saber?

Kuno se quedó callado un momento, porque no le gustó para nada la forma tan insolente en que le hablaba esa chica y pensó que si Akane seguía cerca de ella, seguramente, después, también ella le hablaría en ese tono y por supuesto que eso no lo iba a permitir:

- Bueno, de ser así -dijo Kuno, tratando de tranquilizarse- no hay ningún problema, amor mío -dijo, acariciando el rostro de Akane- es que, estaba muy preocupado por ti porque al preguntarle al encargado del edificio me dijo que no sabía a dónde habías ido y que tenías casi un mes de no quedarte en tu departamento y pensé por un momento que quizás tú... bueno... que quizás habías decidido dejarme por alguien más -Akane tragó duro al escucharlo y él continuó- y por eso, reaccioné de esa manera, pero, te prometo que ya no volverá ocurrir -hizo una pausa- por favor, perdóname, ¿sí?

Shampoo bufó fastidiada al escucharlo y después, Kuno se dirigió a ella:

- A usted también le pido disculpas, señorita... no quise hablarle de esa forma, pero, es que, yo amo mucho a mi prometida y por eso...

- Nada justifica que la hayas tratado de esa manera -dijo Shampoo, interrumpiéndolo- y para ser sincera, yo le aconsejaría a Akane que no te perdone y que termine el compromiso contigo ahora mismo.

Kuno no podía creer el atrevimiento de esa chica al decirle eso, así nada más. Se enojó bastante e iba a decir algo más, pero, Akane no se lo permitió, porque habló primero:

- Shampoo -dijo, dirigiéndose a su amiga- te agradezco mucho que me hayas acompañado hasta acá, pero, creo que es mejor que tú también te vayas a descansar...

- Sí, es lo mejor -dijo Kuno, interrumpiendo a Akane y abrazándola por la cintura-.

Shampoo se le quedó viendo un momento a Kuno y después, se dirigió a Akane:

- Está bien, Akane, me iré, pero, solo porque tú me lo pides -dijo, acercándose a ella para despedirse con un beso en la mejilla-.

- Nos vemos pronto, Shampoo -dijo Akane-.

- Un placer, señorita -dijo Kuno, sarcásticamente-.

Shampoo volteó a verlo:

- Lamento no poder decir lo mismo de ti -y diciendo eso último, salió del edificio, dejando a Kuno echando chispas-.

Por otro lado, en el pueblo de Nerima, Kodachi se encontraba empacando algunas de sus cosas para irse de la hacienda de sus padres, pues, tal y como Kuno había previsto, iba a aprovechar su ausencia para escapar.

Al terminar, bajó de su habitación y a pesar de escuchar a las empleadas suplicarle que no se fuera, salió rápidamente de su casa, pero, antes de llegar a la puerta principal de la hacienda, Mousse fue a su encuentro:

- Discúlpeme, señorita, pero, tengo órdenes estrictas de su hermano para no dejarla salir de la hacienda.

- ¡Quítate de mi camino, Mousse! -dijo muy molesta, casi fuera de sí- ¡tú solo eres un empleado aquí y no puedes prohibirme salir de mi propia casa!

Por supuesto, que escuchar que él "solo era un empleado" para ella, le dolió mucho a Mousse, pero, tuvo que mantenerse firme:

- Lo sé, señorita -dijo Mousse- pero, su hermano me lo pidió y yo solo estoy cumpliendo con mi deber -hizo una pequeña pausa- por favor, regrese a su habitación.

- ¡No lo haré! -dijo furiosa- ¡ésta es mi única oportunidad para escapar de aquí y no la voy a desaprovechar!

Y siguió caminando para llegar a la puerta, pero, Mousse la sujetó del brazo:

- De verdad, lo siento, señorita, pero, no puedo dejar que se vaya de aquí.

Kodachi empezó a forcejear:

- ¡Suéltame, por favor, Mousse! -dijo, empezando a llorar- ¡quiero irme! ¡ya no soporto un segundo más en este lugar! -dijo, con desesperación- ¡quiero ser feliz lejos de Kuno!

Mousse se sintió muy mal al verla así:

- Perdóneme, por favor, señorita -hizo una pequeña pausa- créame que yo soy el primero que desea que usted sea feliz, pero...

- ¡No es cierto! -dijo, interrumpiéndolo- ¡si fuera verdad, dejarías que me fuera de aquí!

De pronto, apareció Ryu y se acercó a ellos:

- Señorita, por favor, regrese a su casa -dijo, dirigiéndose a Kodachi- comprenda, por favor que usted no puede salir de la hacienda.

Kodachi siguió llorando:

- ¡Jamás creí que sería una prisionera en mi propia casa! -dijo, con mucha amargura- ¡estoy segura que mi padre no hubiera permitido una injusticia como ésta!

- Venga conmigo, por favor -dijo Ryu- la acompañaré a su casa.

- ¡No gracias, puedo hacerlo sola! -dijo furiosa y después dijo, más para sí misma- ¡cómo detesto a Kuno!... ¡lo detesto con todas mis fuerzas! -después, volteó a verlos a ellos y les dijo:- ¡también los detesto a ustedes!... ¡los odio! -y diciendo eso último, empezó a caminar de regreso a su casa-.

Mousse y Ryu solo se le quedaron viendo y después, Mousse se repitió internamente esas últimas palabras, con mucha tristeza:

Me odia... la señorita Kodachi, me odia -dio un pequeño suspiro- claro, solo eso puede sentir por un simple peón como yo, que no tiene más alternativa, que seguir las órdenes que le da su patrón.

Por otro lado, nuevamente en Tokio, siendo ya de noche, Kuno y Akane se encontraban cenando en uno de los restaurantes más caros de esa ciudad y mientras comían, platicaban o más bien, Akane escuchaba a Kuno, porque casi solo él hablaba y ella le respondía con monosílabos.

Kuno lo notó y le dijo, tomando una de sus manos:

- ¿Aún estás molesta conmigo por lo que sucedió hace unas horas, amor mío?

Akane volteó a verlo y le dijo:

- Me sorprendió mucho tu actitud, Kuno... jamás creí que te comportarías de esa manera.

- Nuevamente te pido disculpas, pero, por favor, necesito que me comprendas...

- ¿Comprender qué, Kuno? -dijo Akane, algo molesta- ¿qué en cualquier momento volverás a actuar de esa manera y que debo acostumbrarme?

Kuno soltó su mano y se le quedó viendo un momento. Después le dijo, ofendido:

- Creo que la convivencia con esa amiga tuya, ha hecho que cambies mucho tu forma de ser... jamás me habías hablado de esa forma.

- No sé a qué te refieres.

- Me parece que esa amistad no te conviene y lo mejor será que ya no le hables más a esa chica.

Akane se sorprendió mucho al escucharlo:

- A ver, Kuno... acaso, ¿me estás prohibiendo la amistad con Shampoo?

- Así es: ya no quiero ver a esa tal Shampoo cerca de ti.

Akane no podía creerlo. Se quedó un momento callada y después, le dijo:

- Lo siento, Kuno, pero, no te voy a hacer caso: Shampoo es la única amiga sincera que tengo aquí y que se ha preocupado mucho por mí en todo este tiempo -hizo una pequeña pausa- le tengo mucho cariño, así que, no me voy a alejar de ella, ¿me escuchaste?

Kuno se enojó bastante al escucharla, pero, tuvo que tranquilizarse:

- Bueno, bueno, está bien, mi amor -dijo, tomando nuevamente una de sus manos, para darle un beso- no quiero que volvamos a pelear por algo insignificante -y después, pensó:-

Después de casarnos, esa amistad terminará porque ya no voy a permitir que vuelvas a verla.

Akane se le quedó viendo y después le dijo, quitando rápidamente su mano:

- Creo que es mejor que nos vayamos ya de aquí, Kuno -hizo una pequeña pausa- ya es tarde y tú todavía tienes que buscar un hotel para poder descansar y regresar mañana a Nerima.

- Sí, tienes mucha razón, pero, es que... en realidad, no me gustaría regresar tan pronto: quisiera quedarme más tiempo contigo -hizo una pausa- Akane, me haces mucha falta y te extraño demasiado –dijo, viéndola detenidamente y después, empezó a acercarse para darle un beso, pero, ella se levantó rápidamente de la mesa:-

- Vámonos ya, Kuno, por favor.

Él se le quedó viendo y pidió la cuenta, de mala gana.

Después, mientras Kuno pedía sus abrigos en la recepción, Akane salió del restaurante y no se percató que del otro lado de la calle, Toma la estaba observando, pues, acababa de salir de su trabajo:

Es Akane -dijo sonriendo, internamente y pensó en ir a saludarla, pero, de pronto, vio a Kuno acercársele para ponerle su abrigo y abrazarla por la cintura, para empezar a caminar y alejarse de ahí-.

Toma se quedó viendo, decepcionado y pensó:

Él debe ser su prometido -dio un pequeño suspiro- finalmente, se me presentó la oportunidad de conocerlo y de verdad, lo envidio... lo envidio bastante... ¡cómo me gustaría estar en su lugar! -hizo una pausa- ¿por qué no conocí antes a Akane?

Mientras tanto, Kuno y Akane seguían caminando para llegar al edificio donde ella vivía. Iban en silencio y después, él le dijo, con algo de reproche:

- Akane, ¿por qué no me has permitido darte un beso?... ya llevamos años comprometidos y ni siquiera nos hemos besado una sola vez.

- Kuno, por favor, no quiero discutir contigo solo por eso.

- Es que, simplemente no lo entiendo: he sido muy comprensivo contigo y no te he presionado, pero, tú no pones nada de tu parte.

- Perdóname, Kuno, pero, es que, aún no estoy preparada para algo así.

- Pero, entonces, ¿cuándo lo estarás? -dijo molesto-.

Akane dio un pequeño suspiro. Se le quedó viendo un momento y después, le dijo:

- Kuno, ¿por qué mejor no buscas a otra chica para casarte con ella?

Kuno se sorprendió al escucharla y ella continuó:

- Estoy segura que en el pueblo, hay muchas chicas que mueren por casarse contigo...

- ¡Eso jamás, Akane! -dijo, bastante molesto- ¡yo te amo y solo a ti te quiero por esposa!... ¡a nadie más!

- Pero, es que, Kuno, yo... no...

- Mejor ya no digas nada -dijo, aún molesto- porque vamos a seguir con nuestros planes... además, ya falta muy poco para nuestra boda -dijo, dándole un beso en la frente- y si debo tener aún más paciencia que la que he tenido contigo todo este tiempo, lo haré -después, la tomó de la mano y siguieron caminando-.

Al llegar al edificio, Kuno insistió en quedarse un momento más a su lado, pero, ella no se lo permitió, porque ya estaba muy cansada y aparte, se sentía asfixiada junto él... demasiado asfixiada:

- Es mejor que te vayas ya, Kuno... tienes que descansar porque mañana debes partir muy temprano a Nerima.

Kuno se le quedó viendo un momento. Dio un pequeño suspiro, con resignación y después, le dijo:

- Está bien, me iré, pero, de una vez te digo que vendré a visitarte por lo menos cada mes.

- ¿De... de qué hablas? -dijo, muy sorprendida-.

- Akane, ya se me está haciendo muy difícil verte cada cinco o seis meses, por eso, decidí que de ahora en adelante, vendré a visitarte con frecuencia.

Akane se quedó de piedra al escucharlo:

- Pe... pero... Ku... Kuno -dijo al fin- no... no es necesario que lo hagas -hizo una pausa- ya faltan solo unos meses para casarnos, además, tú tienes mucho trabajo en tu hacienda y...

- Tú eres mucho más importante que cualquier otra cosa en mi vida, así que, ya lo decidí.

- Kuno, pero...

- Pero nada, mi amor... así lo voy a hacer y no me vas a hacer cambiar de opinión.

La abrazó fuertemente, le dio un beso en la frente y después, se fue de ahí.

Cuando ya se había ido, Akane dio un largo suspiro y antes de subir las escaleras para dirigirse a su departamento, el señor encargado del edificio, le habló:

- Disculpe, señorita Tendo -dijo, acercándose a ella-.

- Dígame, señor Watanabe.

- Esto es para usted -dijo, entregándole tres cartas-.

Akane las recibió y se dio cuenta que eran de su familia:

- Estas cartas vinieron hace unas semanas -hizo una pausa- cuando la vi llegar por la tarde, quise entregárselas de una vez, pero, usted estaba ocupada.

- No se preocupe, no hay problema... se lo agradezco mucho -y diciendo esto último, se dio la vuelta para subir las escaleras, pero, el señor Watanabe le dijo todavía:-

- Señorita, si me permite me gustaría darle un consejo.

- ¿Un consejo?

- Sí, mire, sé que no es de mi incumbencia este asunto, pero, tenga mucho cuidado con su novio.

Akane se le quedó viendo, muy sorprendida y él continuó:

- Es demasiado celoso, posesivo, desconfiado y no me pareció para nada como la trató hace unas horas -hizo una pequeña pausa- usted es una niña muy buena, además de bonita y estoy seguro que tiene muchos pretendientes... no se cierre solo a él, dese la oportunidad de conocer a alguien más, porque déjeme decirle que si él se comporta así con usted siendo aún novios, será mucho peor cuando estén casados, porque hombres así jamás cambian.

Akane sonrió levemente al escucharlo:

- Muchas gracias, señor Watanabe... le prometo que lo tendré muy en cuenta.

Le dio las buenas noches y subió las escaleras para llegar a su departamento.

Por supuesto que Akane se había dado cuenta, desde hacía ya mucho tiempo, de esas reacciones de Kuno... quizás con ella no se había comportado así, pero sí con Kodachi y con sus trabajadores, pero, no podía hacer nada al respecto: su padre lo había elegido como su futuro esposo...

Solo esperaba que el señor Watanabe estuviera equivocado y que Kuno cambiara, porque, debía cumplir su promesa... no podía romperla, aunque su corazón y su mente estuvieran con alguien más, en todo momento.

Por otro lado, después de una semana, en la Academia del Ejército Imperial Japonés, los doctores le habían permitido a Kengyu salir del centro médico, pues, consideraron que ya podían darlo de alta (aunque todavía tuviera varios moretones en el rostro y algunas costillas quebradas, que aún no habían sanado del todo).

Kengyu regresó a la habitación que compartía con algunos de sus compañeros y ellos, al enterarse, fueron rápidamente a verlo a la hora del almuerzo, para hablar con él:

- Menos mal que ya te dieron de alta -dijo, uno de ellos-.

- Yo todavía te veo muy mal -dijo otro- jamás creí que Saotome fuera a reaccionar de esa manera: mira nada más cómo te dejó el rostro.

- ¡Sí, ya lo sé! -dijo Kengyu bastante molesto y después, se llevó una mano hacia sus costillas, pues, hablar muy fuerte le provocó nuevamente dolor- ¡no tienes por qué recordármelo!

- Ay, Kengyu -dijo otro de sus compañeros- echaste a perder el plan que teníamos por culpa de esa enfermera... nosotros todavía te lo advertimos, pero, no nos quisiste hacer caso y ahora, seguramente, cuando te recuperes, también te van a meter a la celda de castigo como lo hicieron con Saotome.

- O los van a expulsar a ambos de aquí -dijo, uno más-.

- No creo que sea para tanto como para ameritar una expulsión -dijo Kengyu, algo confiado- a lo mejor, sí nos vamos a tener que quedar un tiempo en la celda de castigo, pero, nada más -hizo una pausa- y ya no se preocupen por lo del plan que teníamos, estoy seguro que ya se me va a ocurrir algo más para acabar con Saotome...

- Así que, un plan para acabar con Saotome, ¿eh? -dijo el Teniente Chardin, ingresando a la habitación, pues, los doctores le acababan de informar que Kengyu había sido dado de alta-.

Todos los que estaban ahí voltearon a verlo, muy asustados e hicieron rápidamente el saludo respectivo:

- ¿Qué están haciendo aquí, soldados? -les preguntó el Teniente Chardin-.

- Se... señor, disculpe, es que... -dijo uno, pero, él lo interrumpió:-.

- Regresen ahora mismo al comedor.

- Sí... sí, Teniente, como usted diga -dijo otro y se fueron rápidamente de ahí-.

Cuando ya todos habían salido, Kengyu se dirigió al Teniente:

- Señor, no es lo que usted cree... yo...

- Ah, con que no es lo que yo creo, ¿eh? -dijo, sarcásticamente- sé muy bien lo que escuché, Koyasu.

- Teniente... señor, por favor -dijo, con algo de desesperación- déjeme explicarle.

- Muy bien, le escucho: quiero que me cuente a detalle que planeaba contra Saotome y más le vale que me diga la verdad, porque si no, me encargaré de que sea expulsado hoy mismo de esta Academia.

- ¿Expulsado? -preguntó, muy asustado- ¡no, señor, por favor, se lo suplico!... ¡prometo contarle la verdad, pero, no me expulse!

El Teniente rio sarcásticamente:

- En realidad, lo que usted merece, soldado, es que lo mande "fusilar", por haber intentado propasarse con mi mujer.

Kengyu se sorprendió mucho al escucharlo:

- ¿Su... su... mujer? -dijo, muy asustado-.

- Así es -dijo, muy confiado, pues, ya sabía que Akane estaba en Tokio y que aún era una estudiante de enfermería y en la primera oportunidad que tuviera, iría a buscarla (pues, había logrado averiguarlo con algunas enfermeras que trabajaban ahí)-.

- Se... señor... yo... yo no... no lo sabía... le pido disculpas, por favor... deme otra oportunidad -dijo Kengyu-.

El Teniente se le quedó viendo un momento y después, le dijo:

- Está bien, pero, dependerá de que me cuente todo, sin ocultarme nada.

Kengyu aceptó y empezó a contarle sobre el plan que tenían él y sus amigos.

Mientras tanto, en las celdas de castigo, uno de los sargentos le llevaba a Ranma la ración de comida que le habían ordenado darle (pan y agua):

- Saotome, aquí está tu comida -le dijo, de manera reseca-.

Ranma se acercó a recibirla y después le dijo, antes de que se fuera:

- Sargento, disculpe.

- ¿Qué quieres?

- Señor... ¿pudo averiguar algo sobre lo que le pedí hace unos días? -pues, Ranma había estado muy preocupado por Akane y quería saber si estaba bien-.

- No, lo siento, no pude averiguar nada sobre esa enfermera -dijo, sin ningún interés-.

- Señor, por favor, es muy importante para mí, saber de ella...

- No sé por qué tanto interés por esa mujer que solo te ocasionó problemas -dijo, interrumpiéndolo- lo mejor para ti es que dejes ese asunto por la paz y la olvides, porque seguramente, debe estar muy tranquila en este momento y tú preocupándote por ella...

Ranma se le quedó viendo y el sargento continuó:

- Además, ni que fuera la única mujer en la Tierra, por favor -y diciendo eso último, se fue de ahí-.

Ranma dio un largo suspiro y después dijo, internamente:

Para mí, sí lo es...

Mientras tanto, Shinnosuke y Sentaro fueron a intentar que les permitieran hablar con Ranma, pues, ya lo habían hecho antes, pero, la respuesta que les dieron siempre fue negativa:

- El soldado Saotome sigue incomunicado -les dijo uno de los sargentos, algo molesto- ya se los he repetido varias veces, así que, si no quieren meterse en problemas con el Teniente Chardin, será mejor que dejen de insistir.

- Pero, señor... -dijo Shinnosuke y él lo interrumpió:-

- ¡Dije que ya no insistan!... ¡¿qué no se les ha enseñado que el primer deber de un soldado es la obediencia a sus superiores?!

- Tiene mucha razón, sargento -dijo Sentaro- disculpe, por favor -y se fueron de ahí, no sin antes hacer el saludo respectivo-.

Regresaron al comedor (ya que, aprovecharon a escaparse un momento al no ver al Teniente por ahí cerca) y Sentaro le dijo a Shinnosuke:

- Es inútil, Shinno: ¡quién sabe cuánto tiempo más lo dejarán encerrado!

- Esperemos que no por mucho tiempo, Sentaro, porque escuché por ahí que a Kengyu ya lo dieron de alta y al parecer, no fueron de demasiada gravedad los golpes que Ranma le ocasionó.

Sentaro bufó fastidiado y después, le dijo:

- ¡Y todo por esa chica que ni siquiera agradeció lo que él hizo por ella! -hizo una pausa- ¡se fue de aquí así nada más, después de provocarle muchos problemas!

- Sentaro, Ranma está muy enamorado de ella: era lógico que reaccionara de esa manera al verla en esa situación.

- Sí, tienes razón, pero, que esa chica ni siquiera haya querido ir a aclarar las cosas para evitar que lo encerraran... me parece que no vale la pena y Ranma muriéndose por ella.

Shinnosuke dio un pequeño suspiro:

- Esperemos que esta situación no vaya más allá...

- ¿A qué te refieres?

- A que lo expulsen de la Academia.

Sentaro se le quedó viendo y después, le dijo:

- No, no creo, Shinno: Ranma cometió una falta, pero, no es de tanta gravedad como para que lo expulsen.

- Ojalá tengas razón, Sentaro, porque sería muy injusto que el sueño de Ranma se viera truncado por algo como esto.

Por otro lado, después de unas horas, el Teniente Chardin se encontraba platicando en su oficina con el Subteniente Sanzenin:

- Picolette -dijo el Subteniente Sanzenin- ¿de verdad piensas expulsar a Saotome?

- Sí, Mikado y nada me va a hacer cambiar de parecer.

- Te vas a meter en problemas cuando el Coronel Daikoku regrese.

- Para nada, Mikado: él va a estar de acuerdo con mi decisión cuando se entere que "su protegido", estaba amenazando y conspirando contra uno de sus compañeros.

El Subteniente Sanzenin se le quedó viendo un momento y después, le dijo:

- Sabes muy bien que eso no es cierto, Picolette... ¿cómo lo vas a comprobar, eh?

- Con los testimonios de sus compañeros de entrenamiento y sobre todo, con el de la víctima: el soldado Kengyu Koyasu.

El Subteniente solo negó con la cabeza:

- Te vas a ver en muchas dificultades, Picolette, porque de lo que lo estás acusando es muy grave... además, suponiendo que fuera así, tendrías que llevar el caso con el Emperador.

- No, no es para tanto -dijo confiado-.

- No lo sé... mejor no lo hagas.

- ¡Sí lo haré y punto! -dijo, algo molesto- ¡porque no voy a desaprovechar esta oportunidad para que se vaya definitivamente de esta Academia!

- Picolette, yo sé muy bien que tú lo quieres hacer solo porque no estás de acuerdo con que lo asciendan a sargento primero, pero...

- ¡Que sargento primero ni que nada! -dijo, interrumpiéndolo- el Coronel Daikoku dijo antes de irse, que sería ascendido a Teniente de una vez.

- ¿Qué? -dijo el Subteniente, muy sorprendido-.

- Sí, así como lo oyes.

- Pero, eso no es así: los ascensos se van dando por los años de servicio...

- Exactamente, pero, a ese novato, sin haber hecho nada para merecerlo, lo van a ascender así de fácil.

El Subteniente Sanzenin se quedó pensando un momento:

- Ayúdame con esto, Mikado -continuó el Teniente Chardin-.

- ¿Cómo?

- Dando tu testimonio sobre lo que pasó ese día: que tú viste que, sin motivo aparente, Saotome atacó a su compañero.

- Pero, Koyasu sí intentó hacerle algo a esa chica.

- Sí, pero, también podemos falsificar un testimonio de parte de ella donde indique que efectivamente, Koyasu no le hizo nada y que Saotome aprovechó esa oportunidad, para golpear a su compañero, tomando esa situación como una excusa y nadie podrá contradecirlo, porque esa enfermera ya ni siquiera está aquí.

- Lo planeaste todo muy bien, ¿no es así?

- Sí, Mikado, así es... ¿qué dices? ¿me vas a apoyar o no?

El Subteniente se le quedó viendo:

- O acaso, ¿tú sí estás dispuesto a aceptar que en un futuro, Saotome hasta llegue a ser tu superior? –continuó el Teniente Chardin-.

- No, por supuesto que no.

- ¿Entonces?

- Está bien... te voy a ayudar con esto.

Pasaron unos días más y después de arreglarlo todo, el Teniente Chardin convocó a los soldados y a los que aún estaban en entrenamiento, para que se presentaran al campo principal de la Academia del Ejército Imperial Japonés (pues, pensaba realizar la expulsión de Ranma frente a todos).

Mandó, también, a uno de los sargentos para que fuera a traer a Ranma a la celda de castigo y lo llevara con ellos.

Todos se sorprendieron al haber sido convocados, pues, no sabían qué asunto era el que se iba a tratar. Por supuesto que, Kengyu y sus amigos sí estaban muy bien enterados de lo que iba a pasar y a pesar de que, no habían podido llevar a cabo el plan que tenían originalmente, por lo menos se conformaban con ver que Ranma sería expulsado.

Pasaron unos minutos y el sargento llevó a Ranma a ese lugar. Todos no salían de su asombro y el Teniente le ordenó a Ranma que se colocara enfrente de todos los presentes.

Ranma así lo hizo y el Teniente, después de "saludar" a todos, procedió a explicar por qué asunto los había convocado. Luego, dio lectura a varias hojas que contenían las "faltas graves" que Ranma había cometido y algunos artículos de las leyes y reglamentos militares.

Se tardó un buen rato en leer todo de lo que se le acusaba a Ranma, como: falta de respeto o subordinación a sus superiores, indisciplina, ausentarse injustificadamente en "múltiples ocasiones", participar en riñas o altercados con sus compañeros de entrenamiento y haber amenazado, conspirado y agredido físicamente al soldado Kengyu Koyasu.

Luego, dio lectura a los certificados médicos que habían sido extendidos sobre las lesiones que Ranma le había ocasionado a Kengyu y algunos de los falsos testimonios que habían recopilado, incluyendo el de Akane, (que ni siquiera iba firmado por ella) y al finalizar, el Teniente Chardin pronunció las siguientes palabras:

- Con base en todo lo expuesto, incluyendo los testimonios aquí presentados y guiándome por la ley del régimen disciplinario de las fuerzas armadas, el reglamento militar disciplinario y las facultades que me son concedidas en los mismos, RESUELVO: que la sanción correspondiente a imponer al soldado Ranma Saotome Komatsu, por las faltas graves cometidas, sea la expulsión definitiva de esta institución.

Shinnosuke y Sentaro no podían creer la injusticia que se acababa de cometer.

Ranma ya se había imaginado que algo así le esperaba, pero, jamás pasó por su mente que Akane daría un testimonio como ése... no era posible que ella dijera algo así de él después de abrazarlo y llorar desesperadamente, suplicándole que se detuviera porque no quería que se metiera en problemas.

Ese testimonio era falso... tenía que ser falso, porque no podía creer que Akane se prestara para algo así, además, sin lugar a dudas, esto no era más que un complot en su contra, porque fue Kengyu quien lo amenazó a él y sin temor a equivocarse, podía asegurar que el Teniente Chardin y el Subteniente Sanzenin, además de los amigos de Kengyu, se habían aliado con él.

El Teniente Chardin estaba más que satisfecho, al igual que Kengyu y sus amigos, al ver humillado al "protegido del Coronel Daikoku".

Habían logrado truncar su sueño, pero, lo que no sabían era que con esto, solo conseguirían que Ranma se reencontrara con Akane en Tokio y que ahora sí, esos sentimientos tan fuertes que tenían el uno por el otro, ya no pudieran contenerse más y fluyeran con todo su ímpetu.

CONTINUARÁ...

Muchas gracias por haberme acompañado nuevamente en la lectura. ¡Saludos para todos! ¡Hasta pronto! =)