Antes de leer:

- Puede que allá algún que otro OCc.

- Yuuji y Megumi serán mujeres.

- Ryomen será mayor por tres años a Yuuji, Nobara y Megumi.

- Algo que no aclare (y para serles sinserá, me da pereza hacerlo) Sukuna será como un apodo por el que suelen llamar a Ryomen.

Sin más que decir;

Espero disfruten la lectura


- Quiero ver ese dinero en mi cuenta bancaria.

Dijo una muy sonriente Yuuji desde el otro lado de la pantalla, mientras le mostraba una hermosa sortija.

Ryomen bufeo frustrado. Cómo era posible que la despistada de su hermana se acordara de la apuesta que hicieron cuando tenían 6 y 9 años, cuando siquiera se acordaba lo que había desayunado el día anterior. La apuesta fue echa por puro orgullo, recuerda que en esos tiempo su hermanita andaba "Enamora" de uno de sus vecinos. Ryomen como todo hermano mayor (celoso y sobre protector) le dijo que ella no tenia permitido tener novio hasta que el se casara, para un crio de nueve años lo que menos le importaba era casarse, las niñas - a excepción de su hermana y Megumi- le parecían unas idiotas que lo único que sabían hacer eran chismorrear entre ellas y leer absurdas revistas de modas. Yuuji indignada, le grito que ella se casaría antes que el, porqué el era un gruñón mal hablado, y que con esa cara fea que tenia, nadie se enamoraría de el.

El de mirada bermellón soltó una risa y dijo que si ella se casaba primero, el le costearía una parte de su boda, pero si el se casaba primero ella se quedaría soltera para siempre.

- Eso no cuenta.- No daría el brazo a torcer, no cuando su orgullo estaba en juego.- Sabes que ya voy por la tercer sortija.- La pelirrosa, que ya no enfocaba su sortija, le mostró una sonrisa ladina y una ceja alzada. - ¡No me mires así! No es mi culpa que el destino no me quiera ver al lado de la mujer que amo.

- Hmm…- La peli-rosa trato de contener una carcajada al recordar las absurdas escusa que Ryomen le daba al respecto del porque todavía no le había propuesto matrimonio a Nobara.- Si, si lo que digas hermanito.

El mayor rodo los ojos por el sarcasmo de la menor, luego de hacer unos cálculos realizó la transferencia, despidiéndose de su hermana y prometiéndole que la vería ese fin de semana, en la cena de su compromiso.

Al llegar a su casa noto que Nobara aun no había llegado, se cambio el traje por ropa más cómoda. Antes de tirarse al sillón, de uno de los cajones saco una hermosa caja forrada en terciopelo rojo, al abrirla vio dos sortijas de oro, ambas igual de brillantes y con un pequeño diamante incrustado en el centro. Tomo la más pequeña, aquella que había mandado a hacer -mas de una vez- a la medida del dedo anular de Nobara. Suspiro al recordar la carcajada de su hermana, quien creía que la razón por la que aun no se la había entregado era por cobarde, ¡Claro que no era por eso!

El no tenia la culpa de que siempre ocurriera algún contratiempo, que le hicieron imposible decir aquellas tres palabras.

El no era alguien detallista, más bien era alguien directo, no le gustaba darle mucha vueltas al asunto, pero con esto, quería hacer algo especial. Así que dejo su orgullo de lado y le pidió consejos a su padre, a Yuuji, a Megumi, ¡Hasta al bastardo de la rata albina! Quien a pesar de haber sido comprometido con Megumi antes de que esta aprendiera a caminar, se había encargado de ganarse un lugar en el corazón de la azabache; acortejándola como era debido.

Claro que Ryomen tubo que intervenir un par de veces, ya que no era bien visto que un profesor de 28 años, anduviera tras la falda de una jovencita de 16, su alumna para el colmo. Por más que el de mirada bermellón supiera del compromiso de ambos, su instintos de hermano mayor le obligaba a intervenir cada que veía las expresiones incomoda que la menor hacia al tener al albino merodeando a su alrededor. Megumi era la hermana menor de su Tsumiki, se mejor amigo, a quien le prometió cuidar de la azabache, mientras este se encontraba de intercambio en Estados Unidos. Y mejor amiga de Yuuji, quien para su mala suerte andaba tras el profesor de Historia, Nanami Kento ¿Qué tenia aquellas dos con los profesores?

Varias veces trato de persuadir a Megumi de disipar el compromiso, pero esta siempre se negaba. Cuando el preguntaba el Por qué, ella desviaba la vista con un ligero sonrojo en el rostro; luego entendió que las expresiones de "Incomodidad" en realidad eran de vergüenza ajena, por lo que el albino solía hacer para llamar su atención.

Soltó una risa al recordar aquello, Megumi y Gojo se habían casado hace un par de años; ahora estaban en la espera de su primer bebé. Su hermanita se las había ingeniado para conquistar el corazón de Nanamin (como ella solía llamarlo). La hermosa sortija que le había mostrado hace un par de horas atrás, en la video llamada, era la prueba de ello. Se apresuro a guardar la sortija y la cajita en el bolsillo de su pantalón, cuando escucho el ruido de la puerta principal abrirse y un "Estoy en casa".

Inmediatamente corrió al recibidor apretando en un fuerte abrazo a la castaña y repartiendo besos por la cara de esta, deteniéndose cuando sus bocas se juntaron, presionando sus labios con la contraria quien rio, el aprovecho aquello para introducir su lengua en la boca contraria, dando comienzo a un apasionado beso que la castaña no tardo en responder.

...

Nobara apareció en la cocina con una remera del peli-rosa, la cual le quedaba obviamente grande y secándose el pelo con una pequeña toalla. Deposito un beso en la mejilla del mayor y de un saltito se sentó en la encimera de la cocina, viendo como el se movía con agilidad en la cocina, mientras preparaba la cena.

- Yuuji me llamo hoy.

El peli-rosa tarareo en respuesta. Era obvio que algo así sucedería. Se imaginar a las tres haciendo una video-llamada y dando chillidos histérico por lo del compromiso. Bueno Nobara y Yuuji, Megumi habría dado una pequeña sonrisa mientras felicitaba a la peli-rosa y hacia comentarios sobre como el pobre Nanami cayó en sus redes (El se las había hecho también).

- Claro que te lo dijo a ti también, si eres su Ryo-nii.- dijo entre risas ,tratando de imitar el tono chillón que la peli-rosa usaba al llamarlo así.

- Claro que me lo diría, mas si había una apuesta por cobrar.- lo ultimo casi salió en un gruñido al recordar la excesiva suma de dinero que perdió por esa tonta apuesta.

La castaña rio.

- Fushiguro nos conto que tendrá una niña y lo histérico que se encuentra Gojo-sensei porque tendrá que espantar a cualquiera que quisiera acercarse a su princesa.

La pareja rodo los ojos y luego soltaron una carcajada a coro, era obvio que algo como eso pasaría, mas si la niña sacaba rasgos parecidos a los de su madre.

- Es raro que los sigas llamando Fushiguro y Gojo-Sensei.- dijo el, antes de probar un poco del caldo.-Ahora es Gojo Megumi y Satoru… bueno el sigue siendo un idiota.- le ofreció un poco de caldo a la castaña para que probase.

- Mnnn, esta delicioso.- dijo la castaña. Luego se encogió de hombros mientas balanceaba sus pies de adelante para atrás, mirando como su pareja revolvía la olla.- Supongo que es la costumbre, después de todo por mas que Yuuji se cambie el apellido a Nanami, seguirá siendo un Itadori para ti. Y bueno con Gojo, alguna vez lo he llamado por su nombre. La primera fue cuando había tirado soda en mi vestido, dice que le trae escalofríos cada que lo llamo Satoru.- soltó una sutil risa.- Supongo que es normal, después de la paliza que le di, además lo obligue a llevarme de shopping.

El mayor negó divertido, había escuchado aquella anécdota, pero nunca por boca de la castaña.

...

Ambos disfrutan de la cena con una charla trivial, riendo debes en cuanto y lanzándose comentarios descarados, lo de todo los días. Cuando terminan de comer la castaña lavó los platos, era lo justo. El cocinaba, ella limpiaba.

-¿Quieres postre? - la castaña asiente mientras termina de secar el ultimo plato.

Se paro de puntitas mirando sobre el hombro del contrario como este preparaba la crema, por costumbre llevo sus manos al bolsillo del mayor.

-¿Que tienes aquí?- pregunta curiosa, mientras siente al mayor tensarse.

- Na-nada.- su voz tiembla y trata de apartar de la castaña.

Ella es más rapida, y termina sacando la cajita de terciopelo y un anillo rueda al suelo. Los ojos color chocolate brillan cuando se percata de lo que aquellos anillos significan.

- Pensé que jamás ibas a pedírmelo. - La castaña comenta casual, mientras se inca al piso y toma la pieza que fue a parar bajo la mesa.

Aquel comentario hace que Ryomen frunza el ceño.

- Si supieras todo los problemas que he tenido, hace cinco años que lo vengo intentando.

-¿Cinco años?- el asiente, ahora es el turno de la menor de fruncir el ceño.- ¿Por qué tanto tiempo? NO es tan difícil, sabes. Solo tenias que decir; "Nobara eres la mujer mas hermosa del mundo, valiente, simpática y talentosa; antes que otro se percate de eso quiero atarte a mi." en ese momento me muestras el anillo y preguntas; ¿Quieres casarte conmigo?

- Quería que fuera algo especial.- dice en un murmullo, mientras toma el tazón con las frutillas y otro con la crema y camina a la sala.

La castaña ladea la cabeza sin entender porque un aura depresiva rodea a su pareja, lo sigue a la sala. Apoya la cajita en la mesita ratona, toma una frutilla y se la lleva a la boca.

-¿A que viene eso? ¿Ahí algo que no me estas contando?- le ofrece la mitad de la fruta que ya ha comido a su pareja, quien abre la boca.

-Te lo contare si prometes no enojarte.- dice después de tragar, toma una frutilla y la unta con crema. - Ni reírte.- toma un poco de crema con su dedo y lo unta en la mejilla derecha de la castaña.

- No prometo nada.

El se acerca a la mejilla manchada de la castaña y lame la crema.

Susurrando un "Deliciosa" en el oído de esta. Quien lo parta con una mano y le dice, que no cambie de tema. Ryomen suspira y tras llevarse otra frutilla a la boca empieza su relato.

...

La primera vez fue hace cinco años, se acercaba su tercer aniversario, el sabia que quizás era un poco precipitado el tenia 25 y ella 22, se acababan de mudar juntos y todavía se estaban a adaptando a la vida de adultos, eso sin tener en cuanta que la castaña todavía estaba en la universidad.

En aquella ocasión la había llevado a cenar a un lujoso restauran (para ello se había cobrado uno de los tantos favores, que Gojo le debía).

Su plan era sencillo, hasta podía decir que cliché y común, pero no se le había ocurrido una idea mejor. El día que hizo la reservación hablo con el encargado para que este pusiera la sortija en una porción de pastel que le seria entregada como postre. Era un plan perfecto y romántico, cumplía con su expectativa y estaba seguro que también con las de la castaña.

Pero con lo que nadie conto es que ese día el mozo, que el gerente pusó a cargo se resfriaría, teniendo que ser suplantado por un novato, quien confundió su pedido y en vez de entregarlo a su mesa, la sortija fue a parar a una mesa equivocada. Como el hombre no pudo decir nada al ver la expresión de su acompañante decidió seguir el royo.

Esa misma noche Ryomen contacto con el hombre para pedirle que le devuelva la sortija, lo cual le fue negado pero a cambio recibió una gran suma de dinero, la cual utilizo para comprar otro anillo.

- Ahora que lo dices.- la castaña trato de hablar pero la risa no la dejaba, no podía creer lo que estaba escuchando. - Tiene sentido el hecho de que aquel hombre nos haya invitado a su boda. - el asintió

- Al parecer la novia se entero del descuido del mozo, según tengo entendido el le invento un cuento de que su anillo se había perdido y que por eso se sorprendió cuando el lo vio en el pastel, pero no se percato de que ese "no era su anillo" hasta el día siguiente. Al parecer la mujer es demasiado ingenua, mira que creerte semejante estupidez.- la castaña volvió a reír.

La segunda vez fue seis meces después, en agosto. Ambos habían ido a la playa a festejar sus cumpleaños. Se encontraban caminando a la orilla del mar, tomados de la mano viendo como el cielo se tornaba de colores anaranjados. En un momento el metió la mano en su bolsillo pero al no sentir nada, recordó que había dejado la cajita en su maleta. No pudo evitar fruncir el ceño ante su descuido.

La castaña al notar la expresión malhumorada del mayor, sonrió.

-¿Por qué pones esa cara?- se acerco a el, elevando un poco su vista mientras el mayor miraba hacia abajo, se llevaban mas de una cabeza de altura.

La castaña se paro de puntitas haciendo que sus narices chocaran.

- Increíble, de cerca eres mas feo todavía.- el mayor gruño mientras la tomaba de la cintura y la acercaba mas a el.

- Pues así de feo me quieres.- hablo con voz ronca, acariciando la mejilla de la castaña con su nariz.- Y bien que hace un momento no te importo aquello, solo pedias que este feo te follara más fue….

-Itadori.- grito, con las mejillas teñidas de un rojo intenso, mientras le tapaba la boca, para impedir que terminara aquella frase.

El mayor sonrió complacido, solo lo llamaba por su apellido en dos ocasiones; cuando discutían y cuando se avergonzaba.

-¿Itadori? Pero si hace unos momentos atrás era Sukuna-sama.

La castaña pareció abochornada por lo que le acababan de susurrar en la oreja. Lo empujó lejos de ella, caminando lo mas rápido que pudo, alejándose de el. Ryomen sonrió cuando vio como su linda novia se adelantaba balbuceando cosas que sonaban como "Degenerado" "Sin vergüenza" "Pervertido del closet". No tardo en apresurar sus pasos y entrelazar sus dedos con los de la joven.

La tercera fuera al día siguiente, habían decidido almorzar en un restaurante. Para evitar que el incidente de la primera vez se repitiera, aprovecho cuando la castaña fue al baño para ocultar la sortija en el trozo de pastel que el mozo había traído en ese momento. Para su desgracia, la castaña no presto mucha atención el trozo de pastel que se llevo a la boca y casi se atraganta, escupió el pedazo en una servilleta mientras que Ryomen le daba palmadas en la espalda y un mozo le ofrecía un vaso de agua. El mayor aprovecho la distracción de la castaña guardándose el trozo de papel- con resto de pastel y la sortija- en el bolsillo.

- Yo lo siento.- la castaña sonaba apenada. - Realmente nunca paso esa posibilidad por mí mente.

Finalmente termino por soltar una sonora carcajada, no podía creer que casi muere ahogada por el intento fallido de su novio al pedirle matrimonio.

El mayor rodo los ojos, mientras empujaba las piernas de su pareja, que ese encontraban estiradas en su regazo, haciendo que esta cayera al piso soltando un "Oye"

La cuarta, la cuarta fue la que mas disfruto, ¿Para que mentirles?

Hasta el día de hoy se sentía idiota por haber confiado en la estúpida rata albina. Tsumiki tenia razón ¡Era un idiota pervertido, roba hermanas! Aunque en lo ultimo no coincidía del todo, ya que en todo caso fue Yuuji quien se robo a alguien.

Bueno, volvamos al tema:

En si, la idea no tenia nada de malo, pasarían su cuarto aniversario en una lujosa suite de hotel -Cortesía de Gojo o más bien, otro favor que el peli-rosa se cobraba. -

El albino le había dicho que disfrutaran de las comodidades del hotel; que el Junto a Megumi se encargaría de organizar una Cena romántica en el balcón de la habitación. El confió, por el simple hecho de conocer a la azabache, sabia que nada malo podía pasar. ¡Que ingenuo fue!

¿Alguna vez sus padres les dijeron, que no aceptaran dulces de extraños? Bueno a el también, lo que sus padres nunca le dijeron fue; "No aceptes dulces de estúpidas ratas albinas".

Al llegar a la recepción allí estaba Gojo, ninguno le presto mucha atención después de todo era dueño de aquella cadena de hoteles, era normal ver al jefe fastidiando a los empleados debes en cuando. El albino se acerco a ellos, felicitándolos por su aniversario y la castaña no perdió el tiempo en preguntarle por la azabache y para cuando el heredero de Infinite Corp. El albino solo rio, respondiendo de forma cantarina que estaban en busca he dicho heredero. Ryomen solo pudo rodar los ojos al escuchar como los otros dos intercambiaban información (chismes). Después de unos minutos la castaña se retiro y Satoru lo detuvo con la escusa de que necesita hablar sobre unos negocios, la castaña se encogió de hombros, dejando a ambos hombres solos. El peli-rosa supuso que solo era una fachada para decirle algún detalle o cambio imprevisto para esa noche.

- Son unos dulces que traje de mi ultimo viaje.- dijo entregándole lo mencionado.

El de mirada carmesí, analizo el dulce que tenía, desde su envoltorio se podía distinguir que tenia forma de corazones.

- Estoy seguro que serán del agrado de Nobara-chan y el tuyo.- le guiño un ojo.

- Gracias, supongo.- dijo guardando el paquete en su bolsillo, el albino sonrió triunfal. Giro sobre sus talones y camino en dirección opuesta.

Cuando subió a la Suite, se encontró a la castaña mirando algunos folletos, esta le propuso ir al Spa y el acepto, antes de irse le ofreció una de las golosinas que el de ojos azules le había dado, el también comió unas cuantas.

Una hora después cuando - por suerte- el masaje ya había sido dado, descubrieron que aquellos "Dulces" eran unos afrodisíacos, ambos ante la ignorancia de aquello habían comido más de uno y como era de esperarse, se encerraron en la habitación el resto del día a follar como animales en celos.

Nunca llegaron a la cena que la azabache había organizado con tanto esmero, para que todo saliese perfecto.

- Con razón Satoru andaba trepando por las paredes cuando Fushiguro lo dejo en abstinencia por casi un año.- Una gotita del estilo anime recorrió su frente al recordar el enfado de su amiga, por aquella fecha.

Hasta le había dicho que también mantuviera en abstinencia a Ryomen. En esos momentos, no entendía el enfado de la azabache, no sabia que la cena había sido preparada con aquellas intenciones. Para ella fue una de las mejores noches de su vida y no hace falta decir porque.

- También se enojo conmigo.- un escalofrío le recorrió al recordar el regaño que se había llevado por haber aceptado aquellos "Dulces".

"Acaso pasar tanto tiempo con Satoru y Yuuji ya te atrofio el cerebro. ¡¿Como puedes confiar en el, imbécil?!" luego de eso le siguieron muchos otros insultos, llantos y histeriqueadas que empeoraron cuando le pregunto, si andaba en esos días. En ese momento puede jurar que vio el infierno arder en la azulina mirada de la ex-Fushiguro .

Luego de aquellos sucesos, había decidió que seria un día cualquiera, ya había comprobado que siempre que elegía alguna fecha importante, como el cumpleaños de ambos o su aniversario, solo cosas malas pasaban. Para ese entonces tenían 28 y 25 años, Ryomen decidió que ese seria el día.

Iría a recoger a Nobara, a la salida de su trabajo caminarían por el parque, esperarían a que el viento hiciera que las flores del cerezo de desprendiera, mientras ella acomodara su pelo el se arrodillaría y se lo pediría. Era algo demasiado simple, hasta casual ¿Qué podría suceder?

Su padre le había dicho que llevara el anillo con el siempre y que cuando creyera que el momento era el adecuado simplemente se lo dijera, sin importar si tenia o no la sortija a su alcance. Aquello no le terminaba de convencer, bastante mala había sido su confesión,- Ni siquiera se podía considerar una confesión- como para arruinar aquello. No pudo evitar chasquear la lengua al recordar como es que su relación comenzó.

No todos los días ves a la chica que te gusta besándose con tu hermana, por puro instinto las aparto. Tomo a la castaña de la barbilla y le planto un beso sin darle tiempo a reaccionar, mientras que Yuuji solo daba un silbido de admiración por la escena que contemplaba; al separarse se acerco al oído de la castaña diciéndole con ronca voz "Eres mía Kugisaki, nadie más que yo puede besarse"

La castaña aun aturdida, y con un muy notorio sonrojo en su rostro, solo pudo atinar a asentir. Ryomen le lanzo una mirada de advertencia a su hermana, recibiendo una sonrisa desafiante de su parte. Sin decir mas salió de la habitación de su hermana, sin recordar el porque había ido en primer lugar, dando un portazo y escuchando el grito histérico que soltaron ambas femeninas.

Tan distraído estaba en sus recuerdos que cuando noto que la sortija ya no estaba en sus manos, fue demasiado tarde, la vio rodar en dirección contraria a donde el se encontraba, claro que la siguió pero cuando llego la misma callo a una alcantarilla y le fue imposible recuperarla.

Se sentía tan enojado consigo mismo, que llamo a la Castaña disculpándose por no poder pasar a recogerla, inventando alguna escusa sobre un trato mal cerrado. Después de eso se sumergió en su trabajo, haciendo tediosas horas extras para poder pagar una tercer sortija, maldiciendo su suerte y al cruel destino por no querer verlo al lado de la mujer que amaba.

...

La castaña no sabía si reír o llorar, no podía creer cada relato era mas ridículo que el otro. Yuuji tenía todo el derecho de no creerlos, después de todo sonaban a escusa barata. Pero el seño fruncido de Ryomen le decía que el en ningún momento había mentido, cada uno de esos relatos eran verdadero y ella sentía como con cada uno Ryomen se sentía impotencia, enojo y desilusión.

- La sexta vez….- Nobara se acerco a el, en un ágil movimiento se sentó sobre las piernas del mas alto y lo silencio con un beso en los labios.

- Esta bien.- susurro ella, pegando su frente con la del contrario.- No tienes que contarme si no quieres, no estoy enojada.

-Pero…- ella sonrió y deposito un beso en la comisura de los labios contrarios.

- Pero, nada- ahora dejo un beso en su nariz.- No necesito un estúpido anillo para saber que me amas.- le beso la mejilla.- Cada día me lo demuestras y eso me basta.- esta vez seco las lagrimas que caían por los hermosos ojos rojos del contrario.

Junto sus bocas una vez mas, el beso fue lento, inocente, aquel beso tenía un sutil toque salado por las lágrimas del más alto, pero también tenia un ligero sabor dulce, que de alguna forma le transmitía calidez a ambos.

Nobara suspiro cuando se separaron del beso, volviendo a juntar la frente de ambos, esta vez sus narices se rosaban, dejo que una sonrisa se posara en sus rosados labios, cuando se percato de que sus piernas se encontraban a cada lado de la cadera del mayor ¿En que momento cambiaron de posición?. Se estiro lo suficiente, tratando de moverse lo menos posible, para tomar la cajita de terciopelo que se encontraba apoyada en la mesita ratona.

- Itadori Ryomen…- el mayor la miro con una ceja alzada, sin entender que es lo que la castaña estaba haciendo.- ¿Quieres casarte conmigo?- al terminar de decir aquello puso uno de los anillos en el dedo anular del mayor.

No paso ni un solo segundo cuando el rostro de Ryomen se cubrió de un muy notorio sonrojo, haciendo a la castaña sonreír para sus adentros, por haber logrado aquello.

El susurra algo, que la castaña oye claramente, pero decide hacerse la tonta.

- Habla claro, que no oigo.

Ryomen gruñe, mientras murmura un "Claro que me oíste perra" y la castaña solo puede morderse el labio, por alguna razón le calienta que el mayor le hable de esa forma tan vulgar, y el lo sabe ¡Claro que lo sabe!

Así que mueve sus caderas en respuesta provocando que ambas intimidades rocen, aun con la ropa puesta. Mordiéndose los labios un poco mas fuerte para no dejar que ningún sonido salga de sus labios, no hasta obtener la respuesta que quiere.

-¿Dijiste algo?- pregunta con inocencia fingida, a la vez que muerde el lóbulo de la oreja del mayor.

Ryomen casi quiere gritar de la frustración, sabe que la castaña le ha oído y el no le dará el gusto de repetirlo, ya ha perdido la dignidad mas de una vez en el día al contarle todo aquellos fallidos intentos, y para el colmo, ¡la muy descarada le pide matrimonio! No es que le moleste, solo que su orgullo se siente herido.

Maniobra para que la castaña quede recostada en el sillón y el entre sus piernas, sonríe triunfante cuando escucha un quejido de sorpresa y excitación, salir de la boca de su ahora prometida ¡Que bien sonaba aquello! ¡SU prometida!.

Su sonrisa se hace mas grande al inclinarse, con la intención de besarla, pero en vez de sentir los cálidos labios de la contraria, siente unas delicadas manos. Frunce el ceño a la castaña, quien lo mira con una sonrisa ladina.

- No haremos nada. No hasta que respondas como es debido.

El roda los ojos y lame las delicadas manos que aun tapan su boca para luego decir en un gruñido;

Por supuesto que quiero casarme contigo!-

Ella sonríe satisfecha y lo atrae a un demandante beso.

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Quedé muy satisfecha con esta historia. Aunque debo de admitir que el Epílogo, me está dando un poco de dolores de cabeza.

¿Que les pareció?

¿Les gustó?

Perdonen las faltas de ortografía.