Capítulo 4
"¿Y tu padre, querida Georgiana?" preguntó Wickham fingiendo que no sabía lo que estaba pasando. El sabía muy bien que George Darcy no se había sentido bien y estaba en cama. Él estaba allí para aprovechar la oportunidad de estar a solas con Georgiana y comenzar a tejer su red de intrigas y mentiras.
"Lo siento, George, pero mi padre no se ha sentido bien y el doctor le recetó reposo," dijo Georgiana un poco apenada. A ella no le gustaba ver a su padre cada día más frágil y sin ánimo.
"No lo sabía, pero tío George es un hombre fuerte y estoy seguro que en unos pocos días estará completamente recuperado. Ya que estoy aquí, Georgiana, ¿te molesta si me quedo a cenar contigo?"
"No, George, por el contrario, agradezco tu compañía."
George Wickham se sentó al lado de Georgiana, le tomó la mano y dijo con voz melosa. "Georgiana, cuando te veo tan grande y bonita, me cuesta creer que ya no eres una niña."
Georgiana se sintió muy incómoda. Desde unos meses, George Wickham siempre la miraba y le hablaba de una forma que a ella no le gustaba. "Gracias, George," replicó ella y bajó la mirada.
"Georgiana, querida, me encantan tus ojos, déjame verlos," dijo el señor Wickham en intentó tomar la cara de Georgiana entre sus manos.
"Buenas noches, Georgie! Tú primo favorito ha venido a cenar contigo," dijo el Coronel Fitzwilliam. Él sintió ganas de abalanzarse sobre Wickham al verlo tan cerca de su prima, pero prefirió controlarse para no ponerla nerviosa.
"Richard, qué bueno verte. ¿Te quedarás a cenar conmigo?" preguntó Georgiana con ojos de súplica. Ella no deseaba estar a solas con Wickham.
"Por supuesto, querida. Pero necesito que me hagas un favor, ¿puedes ir a ver si tío George está despierto? Me gustaría hablar con él antes de cenar."
"Claro, que puedo, Richard. Además aprovecho de ver si mi padre necesita algo," dijo Georgiana y fue a ver a su padre.
En cuanto Georgiana salió del cuarto, Richard se acercó a Wickham y le dijo en tono amenazante. "No sé qué estás tramando, pero no quiero volverte a ver acosando a Georgiana."
"¿De qué hablas, Fitzwilliam? Yo adoro a Georgiana y jamás podría intentar herirla o dañarla," dijo el señor Wickham fingiendo que estaba ofendido.
"Tú sólo amas dos cosas, el dinero y a ti mismo. Así que ni pierdas tu tiempo tratando de negar lo que es evidente. Pero te advierto que te estaré vigilando y si te vuelvo a sorprender intentando algo inapropiado con mi prima, te retaré a duelo."
"Menos mal que mi padrino no está aquí o le daría mucha pena escucharte decir esas cosas tan terribles sobre mí. Sabes muy bien lo mucho que me quiere," replicó Wickham con una sonrisa burlona.
"Te quiere por una deuda de lealtad con tus padres. Pero yo no tengo lealtad con nadie, ni mi padre tampoco. Así que no te equivoques, imbécil." Richard empujó a Wickham y fue en busca de Georgiana.
Wickham se quedó un poco preocupado porque sabía que Richard lo odiaba y que haría todo lo posible por arruinar sus planes con Georgiana. "Algo tengo que hacer para sacarte del camino, Richard Fitzwilliam," pensó el señor Wickham y se sirvió una copa de brandy para tranquilizarse.
P&P
Elizabeth había pasado una velada excelente el día anterior en casa de los Dalton. Tía Violet era encantadora y la trató con tanto cariño que ella no pudo evitar sentirse emocionada por tantas atenciones. Pero lo que la tenía inquieta, emocionada y nerviosa al mismo tiempo, era recordar al señor Dalton.
William Dalton era todo lo opuesto a lo que ella pensaba era su hombre ideal. Aunque era muy guapo, era serio y observador. Él prefería escuchar y dar su opinión sólo cuando estimaba que era necesario. A ella siempre le habían llamado la atención los hombres de conversación fácil, pero el señor Dalton con su silencio la había logrado cautivar completamente.
Después de desayunar, Elizabeth fue a la pequeña sala con vista a la calle principal para escribir una carta a Charlotte. Deseaba compartir con ella lo que le estaba pasando ya que Jane estaba muy ocupada con los preparativos de su boda. Pero cuando sólo había escrito el primer párrafo vio que el carruaje de los Bingley se aproximaba.
Pocos minutos después, Jane entró en la casa acompañada por Caroline. Elizabeth no comprendió muy bien por qué habían venido tan temprano por eso fue inmediatamente a la sala para saludarla y saber que estaba pasando.
"Pero Jane, no hemos terminado de comprar tu ajuar. Además, el plan era que te quedaras dos semanas más," dijo la señora Gardiner preocupada.
"Señora, mi querida Jane tiene todo lo que necesita. Mi modista tiene sus medidas y cuando tenga todo listo lo mandará directo a Netherfield. No es necesario que pasemos más tiempo aquí, especialmente porque Charles regresará mañana porque tiene muchas cosas pendientes en la hacienda." La verdad era que Louisa y Caroline no deseaban que la señora Bennet estuviera a cargo de todos los preparativos de la boda. Ellas no soportarían que la boda de su hermano estuviera decorada de una forma vulgar y escandalosa.
A Jane no le gustó la forma altanera en como Caroline le habló a la señora Gardiner, pero no supo qué decir y prefirió darle una explicación. "Tía, siento mucho no haber pasado más tiempo con ustedes y créeme que te agradezco mucho por tu tiempo y todos tus regalos," agregó Jane con una sonrisa.
Elizabeth saludó a su hermana y a Caroline y preguntó inmediatamente. "Jane, deberías haberme avisado con tiempo que regresaríamos mañana a Longbourn."
"Eliza, lo siento pero no tenemos espacio para ti en nuestro carruaje. Espero que a tu tía no le importe tener que darte alojamiento por unos días más." Caroline y Louisa deseaban mantener a Elizabeth lo más alejada posible de Jane porque la creían una pésima influencia.
"Por supuesto que Elizabeth es bienvenida y puede quedarse por cuanto tiempo lo desee." La señora Gardiner no estaba muy contenta con la situación, pero Jane no era su hija y por eso no podía decir nada más.
"Y tú, Jane, ¿qué piensas de todo esto?" preguntó Elizabeth molesta.
"Lizzy, yo creo que debo regresar porque debo organizar muchas cosas en Netherfield, y además…"
"Así es, Eliza. Mi querida Jane y yo tenemos muchas cosas que hacer en Netherfield, aunque no estamos seguras de cuánto tiempo queremos pasar allí porque tenemos que presentar a Jane en sociedad. No podemos pasar todo el tiempo en ese lugar con tan poca variedad cultural y social." Caroline habló por casi cinco minutos de todo lo que ella pensaba hacer mientras Jane sólo asentía.
Una vez que las pertenencias de Jane fueron cargadas en el carruaje, Jane y Caroline partieron rumbo a casa de los Hurst. Elizabeth quedó un poco triste pero la señora Gardiner la consoló recordándole que su hermana estaba bajo mucha presión y que una vez la boda hubiera pasado, probablemente volvería a ser la misma de antes. Pero Elizabeth no estaba tan segura porque se había dado cuenta cómo Caroline estaba manipulando a su hermana y como ella se dejaba llevar.
P&P
William había tenido dificultad para quedarse dormido la noche anterior pensando en la hermosa Elizabeth Bennet. Él no era un romántico pero estaba casi seguro que se había enamorado a primera vista y no sabía bien qué hacer con ese sentimiento tan poderoso que invadía su mente y su corazón.
"Buenos días, hijo. Siento mucho que hayas tenido que comenzar a desayunar solo pero me quedé dormida muy tarde después de una maravillosa velada."
"No te preocupes, madre. Hoy tengo una cita con unos hombres en el puerto y por eso me levanté tan temprano," replicó William sonriendo a su madre.
Violet había notado como su hijo había mirado toda la velada a la encantadora Elizabeth Bennet. Ella lo conocía muy bien y sabía que él se sentía atraído hacia ella pero que probablemente no sabía muy bien qué hacer con esa atracción. Ella deseaba con todo su corazón que Elizabeth le diera una oportunidad a su hijo y pudiera ver el excelente hombre que había detrás de su apariencia y timidez.
"Madre, hoy estaré gran parte del día fuera de casa. Siento mucho dejarte tan sola, pero te prometo que muy pronto podré trabajar mayoritariamente de casa y no tendrás que estar tan sola.
"Hoy iré de compras con Madeline y Lizzy e iremos a tomar el té al salón del señor Dixon que está tan de moda. Así que no te preocupes por mí."
"Qué bueno, madre. Así me quedo más tranquilo," dijo William. Pero después de pensar un poco, preguntó lo más casual que pudo para que su madre no notara nada sospechoso. "¿Y a qué hora pasarán por aquel salón de té? Si me desocupo temprano, tal vez pueda acompañarles."
"Iremos después de que hayamos comprado algunas cosas para las sobrinas de Madeline. Además, ella quiere regalarle un vestido nuevo a Lizzy para la boda de su hermana que es en un mes más."
"Entiendo. Bueno, veré si puedo hacerme un tiempo y poder pasar a compartir un rato con ustedes." William sabía que esa tarde iría al salón de té para ver y escuchar la melodiosa voz de Elizabeth.
P&P
Los días siguientes a la partida de Jane, Elizabeth no tuvo tiempo para deprimirse porque tuvo la oportunidad de encontrarse prácticamente todos los días con el señor Dalton. Siempre que salía a caminar, tenía la suerte de verlo y conversar con él aunque fuera por unos pocos minutos.
Además, los Dalton eran visitas frecuentes en la casa de los Gardiner por lo que cenaban o tomaban el té juntos prácticamente todos los días.
Ella había notado que William era sólo reservado cuando muchas personas participaban en la conversación. Pero las veces que coincidían en el parque o en la calle y estaban solos, él era mucho más abierto y conversador.
La señora Gardiner había notado la creciente atracción entre Elizabeth y William y por eso le propuso a su sobrina que se quedara en Londres con ellos. Los Gardiner pensaban viajar a Hertfordshire una semana antes de la boda de Jane y Elizabeth perfectamente podía viajar con ellos.
Elizabeth no estaba segura, por eso le escribió una carta a Jane para preguntarle si la necesitaba, pero ella jamás le respondió. Entonces, Elizabeth pensó que era mejor mantenerse alejada de todo lo que estaba pasando en Longbourn. Si Jane no tenía tiempo para responder una simple pregunta, probablemente no tendría tiempo para nada más. Además, ella no deseaba tener que soportar los nervios de su madre y las continuas peleas que probablemente estaban ocurriendo entre las hermanas del señor Bingley y la señora Bennet por el control de los preparativos de la boda.
Después de dos semanas desde que Jane se fue de Londres y Elizabeth estaba más tranquila y menos triste. Los últimos días habían estado muy fríos y aquella tarde estaba soleada por lo que ella llevó a sus primos Luke y Emily al parque que estaba a dos cuadras de la casa.
William estaba desesperado por ver a Elizabeth. El día anterior él había estado tan ocupado que no pudo llegar a tiempo para ir a tomar el té a casa de los Gardiner. A veces se sentía como un adolescente encaprichado y otras completa y absolutamente enamorado. Pero por el momento prefería no ponerle nombre a ese sentimiento y sólo disfrutar de la compañía de esa bella mujer.
Afortunadamente la ventana de su estudio daba a la calle, y siempre que veía pasar a Elizabeth, buscaba una excusa para salir de casa y fingir un encuentro casual. Aunque la mayoría de las veces era ella quien hablaba, él notaba que a ella parecía no importunarle su timidez. Es más, ella parecía tener un método infalible para hacerlo hablar y contarle cosas que raramente compartía con nadie más que su madre.
Justamente cuando estaba mirando por la ventana para descansar de casi tres horas de trabajo ininterrumpido, William vio pasar a Elizabeth con dos de sus primos e inmediatamente fue en busca de su abrigo y guantes para ir al encuentro de ellos.
Cuando Violet vio salir a su hijo tan intempestivamente no pudo evitar sonreír. Ella sabía que probablemente su hijo había visto a Elizabeth e iba en busca de ella. Violet siempre había pedido que su hijo conociera a una buena mujer que lo amara y estaba segura que su difunto esposo desde el cielo había producido aquel milagro.
"Señorita Bennet, Luke, Emily, qué gusto me da verlos. He estado trabajando todo el día y salí a dar un pequeño paseo aprovechando que no hace tanto frío."
Elizabeth no pudo evitar emocionarse al ver a William. "Nosotros también estamos felices de verlo, señor Dalton. Precisamente porque hay sol y no hace tanto frío es que mis queridos primos y yo decidimos ir a dar una vuelta al parque."
"¿Puedo acompañarlos?" preguntó William inmediatamente.
"Claro que sí, siempre soy el único hombre. Así seremos dos y dos," dijo Luke contento.
"Tú no eres un hombre, Luke, sólo tienes nueve años," dijo Emily.
"Y tú tienes diez pero pareciera que tienes cien porque siempre me regañas como si fueras mi madre. No le hagas caso a mi hermana, señor Dalton."
"Señor Dalton, ¿usted cree que un niño de nueve años es un hombre?" preguntó Emily.
"Basta de hacerle preguntas al señor Dalton y ponerlo incómodo. Será mejor que vayamos al parque y no perdamos el tiempo peleando," dijo Elizabeth conciliatoriamente.
"Vuestra prima tiene razón, vamos al parque mejor porque muy pronto el frío retornará y tendremos que volver a nuestras casas."
William le ofreció su brazo a Elizabeth y caminaron junto a los niños conversando amenamente. Cuando llegaron al parque, ellos jugaron por casi media hora con los niños, hasta que varios de sus amiguitos llegaron al parque acompañados por sus madres o institutrices.
Elizabeth y William se sentaron en una banca cerca de donde los niños jugaban con sus amigos. En un principio ninguno dijo nada porque estaban demasiado nerviosos para hablar, pero extrañamente fue William que rompió el silencio.
"Extraña mucho a su familia, señorita Bennet?"
"Un poco porque me gusta mucho pasar tiempo con mis tíos y primos."
"Como sabes, yo soy hijo único y mi familia es más bien pequeña ahora que mi padre falleció, somos sólo mi madre y yo."
"Pero tu madre y tú son muy cercanos y eso hace mucha diferencia. Yo tengo una familia grande pero sólo me siento cercana a mi hermana Jane, aunque ahora que se va a casar no sé si podremos seguir teniendo la misma relación que antes."
William notó melancolía en la voz de Elizabeth y le dio mucha pena. "Los cambios no son fáciles, pero uno termina adaptándose a todo. Es curioso lo que me dices porque siempre había imaginado que las familias grandes eran muy unidas."
"A lo mejor lo son, pero la mía no lo es. No me interpretes mal, yo quiero mucho a mis padres y mis hermanas, pero no somos cercanos porque somos muy diferentes. Mi padre siempre está metido en su propio mundo y tiene poco tiempo para sus hijas, y mi madre siempre ha querido que yo sea distinta a como soy."
"¿Cómo así?"
"Para mi madre, la mayor preocupación de una mujer de mi edad debe ser encontrar marido a como dé lugar. Ella dice que yo leo demasiado, hablo demasiado y discuto demasiado lo que me hace poco atractiva para los hombres y que si sigo así estoy condenada a ser una mujer solterona," dijo Elizabeth riendo.
"¿En serio tu madre opina eso de ti?" preguntó William muy sorprendido.
"Sí, pero no me mal interpretes. Ella lo hace porque cree que es lo correcto y quiere lo mejor para mí," explicó Elizabeth al ver la preocupación del señor Dalton.
"Bueno, debo decirte que estoy en desacuerdo con tu madre."
"Específicamente ¿en qué estás de acuerdo con mi madre?"
"En todo."
"¿En todo?"
"Sí, porque yo creo que todo lo que hablas es interesante, que no discutes sin buenos argumentos, que eres muy bonita y creo que no soy el único hombre que piensa así y que sin duda alguna te casarás algún día." William no pudo evitar decir todo lo que sentía. Pero cuando vio a Elizabeth bajar la cabeza ruborizada inmediatamente se disculpó. "Lo siento, no quise ser inoportuno."
"No lo has sido, te agradezco mucho el cumplido. Es sólo que no estoy acostumbrada a escucharlos. Pero muchas gracias."
William no pudo evitar mirar a Elizabeth a los ojos y esta vez ella no desvió la mirada. Sin planearlo, William tomó la mano enguantada de Elizabeth en la de él y ambos permanecieron en silencio mirando a los niños.
"Señorita Bennet, me había olvidado contarte que por fin cerré el trato que te había contado y ya tengo mi nueva bodega. Ya tengo los contratos, el capital y sé que de aquí a un año mi negocio estará completamente consolidado."
"Te felicito, sé que has trabajado duramente para lograr todo lo que tienes."
"Señorita Bennet, ¿cuándo vuelves a Hertfordshire?"
"En una semana más, ¿por qué?"
"¿Por qué? Porque me he acostumbrado a verte y tal vez… Me imagino que siendo tu padre un procurador debe estar muy ocupado todo el tiempo, pero tal vez podría recibirme y…"
"Mi padre no es un procurador, señor Dalton."
"¿No? ¿No trabaja en Meryton?"
"No, ese es mi tío Philips."
"¿Y en qué trabaja tu padre?"
"Él es un caballero terrateniente. Él está a la cabeza de la hacienda familiar llamada Longbourn."
"¿Tú padre es un caballero? ¿Tú eres la hija de un caballero?"
"Sí! Yo soy Elizabeth Bennet de Longbourn en Hertfordshire. ¿No lo sabías?"
"No, no lo sabía," respondió William y se puso de pie. Luego de enterarse de esa información las cosas no serían iguales entre él y la mujer que le quitaba el sueño.
P&P
Gracias a todos los que dejan comentarios de apoyo y siguen la historia con entusiasmo.
En el próximo capítulo, William tendrá que tomar una decisión.
¡Nos vemos pronto!
Saludos,
Yo
