Capítulo 5
William se sorprendió mucho con la nueva información. Él había asumido que Elizabeth era socialmente superior a él, pero jamás pensó que tanto. Él no sabía si ella estaba enterada de su situación familiar, y antes de pedirle permiso para cortejarla quería contarle sobre su verdadero origen. Pero ahora, ¿cómo podía él contarle a la hija de un caballero terrateniente que un huérfano adoptado por una familia caritativa pretendía ganar su amor?
Seguramente el señor Bennet no estaría de acuerdo y él sólo crearía discordia entre Elizabeth y su familia.
William era un hombre sin mucha experiencia con el sexo débil, pero se había dado cuenta de que Elizabeth sentía el mismo interés por él, que él por ella. Por esa razón debía terminar con ese juego antes de que ambos siguieran involucrando aún más sus sentimientos.
"Señorita Bennet, creo que ha bajado mucho la temperatura y usted y los niños deberían regresar a casa," dijo William sin siquiera mirarla.
"Tiene razón, señor Dalton. Matthew ha estado enfermo los últimos días y es mejor evitar que Luke y Emily también se enfermen." Elizabeth notó el cambio de humor del señor Dalton y pensó que tal vez se había acordado de algún problema con su negocio y por eso se había puesto tan serio.
Elizabeth llamó a los niños y caminaron rápidamente las tres cuadras de regreso. Los niños fueron los únicos que hablaron porque William y Elizabeth no dijeron nada. Cuando finalmente llegaron hasta la casa de los Gardiner, Elizabeth le dijo amablemente a William. "Señor Dalton, si quieres, nos puedes acompañar a tomar té. La cocinera preparó unas galletas de avena esta mañana que son muy deliciosas."
"Así es, señor Dalton. Las galletas de avena son mis favoritas," dijo Emily entusiastamente.
"Les agradezco mucho la invitación. Pero tengo algunos asuntos de negocios muy importantes que resolver," se excusó William.
"No se preocupe, señor Dalton. Cuando yo sea grande también seré un hombre de negocios y estaré muy ocupado," agregó Luke.
"Así es, mi querido Luke. Los hombres de negocios no siempre somos dueños de nuestro tiempo. Señorita Bennet, fue un gusto compartir esta tarde con usted y sus lindos primos. Ahora si me disculpan, debo regresar a mi casa, buenas tardes."
"Buenas tardes, señor Dalton," dijeron Elizabeth y los niños.
Elizabeth se quedó un poco más tranquila después de escuchar la explicación de William. Por un momento pensó que tal vez había dicho algo que le había ofendido y por eso él había cambiado tan abruptamente.
Por su parte, William entró a la casa y se fue inmediatamente a su estudio. Él se encerró allí por varias horas tratando de trabajar y poner su cabeza en cualquier cosa para olvidarse de la tremenda decepción que se había llevado esa tarde. Él creía haberse enamorado quizás por primera vez, sólo para darse cuenta de que entre él y la mujer que amaba, todo era imposible.
Aquella noche, Violet notó que su hijo estaba ausente y pudo notar la tristeza en sus ojos. Pero ella no se preocupó mayormente porque pensó que tal vez había tenido un pequeño desencuentro con Elizabeth y eso lo tenía de mal humor.
Aquella noche, y como siempre cuando se encontraba intranquilo y triste, William tuvo aquella pesadilla que lo perseguía desde que era niño. Él estaba a la orilla de un río muy bonito y una mujer lo arrojaba al agua mientras le decía que lo odiaba. Él nunca pudo dilucidar si aquello era un recuerdo o un sueño, y jamás le había contado nada ni a sus padre ni a nadie más por miedo a enterarse de una verdad que no sería capaz de soportar.
P&P
"Me alegro mucho, mi querido Ángel, que podamos estar juntos aquí en el que será nuestro futuro hogar," dijo el señor Bingley a Jane mientras le besaba la mano.
"Yo también te extrañé mucho los días que no te vi, mi querido Charles. Pero ya estamos juntos y en quince días más por fin cumpliré el sueño de ser tu esposa," replicó Jane igual de emocionada.
"Espero que en Londres te hayas podido comprar todas las cosas hermosas que te mereces. Me llegaron las cuentas de la modista, y muchas tiendas en la ciudad y por lo que gastaron, asumo que nada te faltará." El señor Bingley volvió a besar la mano de su prometida. Él estaba tan enamorado de Jane que no podía concebir una vida sin ella.
Jane sonrió nerviosamente porque se sintió muy incómoda al escuchar lo que Charles le decía. La mayoría de los vestidos y accesorios que componían su ajuar se los había regalado tía Gardiner. Cuando ella fue de compras con Caroline y Louisa, la mayoría de las cosas que compraron eran para ellas. Y la modista de Caroline sólo le iba a confeccionar dos vestidos de tarde, por lo que ella asumió que esa gran cuenta también era porque sus cuñadas habían encargado vestidos para ellas.
"Querido, no quiero que pienses que las cosas materiales son importantes para mí. Yo soy una persona de gustos sencillos y con todas las cosas que he comprado tengo para mucho tiempo. No necesito vestidos nuevos todos los meses."
"No, mi amor, no digas eso. No creas que quiero restringir tus gastos. La señora Bingley debe tener todo lo mejor. Tu futuro esposo es un hombre rico que quiere complacerte en todo."
"Charles, cada vez que eres tan cariñoso conmigo me complaces inmensamente. Lo único que necesito de ti, es tu amor."
El señor Bingley aprovechó que estaban solos en el salón principal de Netherfield para besar a Jane en los labios. El beso fue corto pero muy tierno. Jane cerró los ojos y se dejó llevar por la hermosa sensación. Pero la romántica escena se interrumpió abruptamente cuando Caroline entró al cuarto con dos lacayos.
"Pongan ese jarrón allí y aquel tapiz pónganlo en aquella pared," ordenó Caroline con voz firme. A ella le gustaba que los sirvientes supieran que ella era la que mandaba en esa casa.
"¿Y todo eso, Caroline?" preguntó el señor Bingley sorprendido.
"Son parte de las cosas que compramos con Jane en Londres. ¿Cierto querida?"
"Sí, lo compramos unos días atrás," respondió Jane.
"¿Y a ti te gusta todo esto, querida?" le preguntó el señor Bingley a su prometida.
"Sí, es muy bonito," respondió Jane sin mucha convicción. La verdad es que ella prefería cosas mucho más sencillas.
El señor Bingley presintió que a Jane no le gustaban tanto aquellas decoraciones, pero a él no le gustaba tener conflictos con Caroline porque ella podía ser muy insoportable cuando se lo proponía. "Si a ti te gustan, a mí también me gustan," concluyó el señor Bingley.
Jane y Charles siguieron sentados tomados de la mano viendo como Caroline ordenaba a los sirvientes mover cosas de un lugar a otro y decorar todo a su gusto.
P&P
Habían pasado tres días desde aquella conversación entre William y Elizabeth en el parque. Él estaba en el club de caballeros más exclusivo de Londres esperando por el Coronel Fitzwilliam que le había pedido que se encontraran allí porque deseaba conversar con él.
William había dormido muy poco en los últimos días. Él estaba triste y furioso al mismo tiempo. Por unas semanas había pensado en que tal vez por fin había encontrado el amor para inmediatamente perderlo.
"Dalton, ¿por qué tan serio? No me digas, tienes problemas de amor," dijo el Coronel Fitzwilliam. Pero al ver lo incómodo que su joven amigo se puso, se disculpó inmediatamente. "Lo siento, no quise ser indiscreto."
"Hola, Fitzwilliam, es un gusto verte. No te preocupes, no has cometido ninguna indiscreción."
"Me imagino que estás curioso de saber por qué te pedí que vinieras. Así que te explicaré inmediatamente." Richard le dijo a William que después de analizar con su procurador los documentos que él le había facilitado, él había decidido invertir mil libras extras a lo que tenía inicialmente proyectado.
William le agradeció la confianza y le explicó en gran detalle todo lo que había hecho en los últimos días y que el negocio estaba funcionando perfectamente. "Si no ocurre nada extraordinario, en doce meses más podrás tener las primeras ganancias concretas," concluyó William.
"Me alegra mucho saberlo porque no sé cuánto tiempo más pueda seguir con mi carrera militar."
"Me sorprendes, pensé que tu carrera era muy importante para ti."
"Lo es, Dalton, pero mi familia lo es mucho más." Pese a que Richard conocía hace muy poco a William, él sentía que podía confiar en él. Por eso le contó que su querido tío George Darcy estaba enfermo y de fallecer, él debería retirarse del ejército para hacerse cargo de su prima.
"¿Y tu prima no tiene más familia?" preguntó William.
"Sí, pero nadie la va a cuidar y proteger como yo." Richard le contó a William que Georgiana era una chica muy tímida y que tenía muy poco contacto con el mundo real porque su padre la había criado en una especie de burbuja. "Además de ser muy joven, mi prima es una rica heredera y tiene una dote de treinta mil libras. Por eso sé que habrá muchos canallas intentando aprovecharse de ella y yo no lo puedo permitir."
"Tienes razón, por lo que me has contado, tu prima se ve como una chica que no está preparada para enfrentar la vida sola y menos con todo ese patrimonio a cuestas."
Richard le contó algunas otras cosas sobre su familia y William lo escuchó atentamente. Eso lo hizo apreciar mucho más a su nuevo amigo que parecía valorar a las personas por lo que eran y no por lo que tenían. Pese a que él era hijo de un conde, era evidente que no había tenido una vida fácil.
"¿Sabes? Tenías razón cuando me dijiste que tenía problemas de amor," dijo William sonriendo. Él había tenido sólo un amigo cercano en su vida pero él había emigrado en busca de una mejor vida y ahora sólo tenían contacto por cartas.
"Lo sabía, no hay nada que nos pueda amargar más la vida de un hombre que una mujer," dijo Richard tratando de animar a su amigo. "¿Puedo saber qué pasó? ¿Es ella una mala mujer que jugó con tus sentimientos? Porque si es así, no debes perder ni un minuto más pensando en ella."
"No, es y seguirá siendo una mujer maravillosa, es sólo que lo nuestro no es posible." William le contó todo a Richard porque necesitaba desahogarse con alguien de confianza.
"Debo decirte que eres un hombre muy honorable y sin duda debes estar muy enamorado de ella cuando eres capaz de poner tus sentimientos de lado para no perjudicarla. Aunque debo decirte que si ella te quiere, no deberías darle tanta importancia a reglas sociales que sólo los snobs consideran importantes."
"Lo sé, pero no podría ser feliz pensando en que la mujer que quiero tuvo que renunciar a su familia y a su legítimo lugar en sociedad para poder estar conmigo. Es una carga muy pesada para llevar sobre mis hombros."
"Viéndolo así, creo que tienes razón. En todo caso no hay nada mejor para olvidar a una mujer que pasar unas horas con otra. Conozco algunos lugares muy exclusivos donde hay muchas mujeres bonitas que pueden ayudarte a olvidar tus penas de amor."
"¿Te refieres a un prostíbulo?" preguntó William sonriendo.
"Los hombres de mi clase no lo llamamos así aunque es básicamente lo mismo," contestó Richard riendo.
"Te lo agradezco, pero jamás he visitado un lugar como ese ni jamás lo haré," dijo William enfáticamente.
"No creo que seas un mojigato por lo que asumo que debes tener razones poderosas para no hacerlo," insinuó Richard.
"Así es, mi padre siempre me dijo que muchas de las mujeres que trabajaban en esos lugares lo hacían por necesidad y que pagar por sus servicios era una forma de explotación y exclavitud."
"Es la segunda vez que me hablas de tu padre y debo decirte que no es difícil deducir que fue un gran hombre."
"Lo fue y por eso siempre honraré su nombre y todas sus enseñanzas." William tenía otra razón para mantenerse alejado de mujeres de baja moral. Él muchas veces recordando aquel terrible sueño había llegado a la conclusión que esa mujer que lo arrojó al río había sido su madre. Tal vez él nunca tuvo un padre y su madre quiso deshacerse de él. Pero él había tenido suerte porque encontró a los mejores padres que un niño podría soñar. Pero él sabía que miles de niños huérfanos vagaban por las calles de las ciudades sin que nadie los quisiera ni protegiera. Él jamás podría condenar a otro niño a la vida de la que sus padres lo salvaron a él.
"Estaré quince días fuera de Londres, pero si tienes que comunicarte conmigo por cualquier cosa, me puedes escribir a esta dirección," dijo Richard y le entregó un papel a William.
"Fue un gusto verte, y espero que tu tío se recupere pronto," dijo William sinceramente.
Los amigos se despidieron y cada uno retornó a su vida en lados opuestos de la ciudad.
P&P
Elizabeth retornaría al día siguiente a Hertfordshire y desde aquel día en el parque no había podido conversar con William. Ella lo había visto sólo en dos ocasiones por breves minutos. Él la saludó cortésmente pero la ignoró por el resto del tiempo sin siquiera mirarla a los ojos las pocas veces que se vio forzado a dirigirle la palabra.
Primero había sido Jane quien la había dejado de lado y ahora era William. A ella le gustaría poder irse lejos y olvidarse de todo porque se sentía triste y abandonada. Por lo menos en unos pocos días tendría la compañía de su familia y los preparativos de la boda de Jane para olvidarse de lo que jamás sería. Estaba claro que todo lo que soñó que algún día podría pasar entre ella y William ya no sería posible.
Para distraer su mente, Elizabeth había caminado ocho cuadras hasta llegar a una de las calles donde estaba lleno de tiendas de mujeres para comprar regalos para sus hermanas. Ella sabía que Kitty y Lydia no le perdonarían si no les compraba algo por pequeño que fuera. A ellas les compró unos guantes nuevos y Mary partituras de música.
Cuando salió de la tienda de música una voz masculina que conocía le dijo, "señorita Bennet, qué placer poder encontrarle aquí."
"Señor Wickham, la sorpresa es toda mía," replicó Elizabeth.
A Wickham siempre le había gustado Elizabeth. Era la única mujer que había conocido que era tan bonita como inteligente. Si él hubiese sido millonario y decente, seguramente la habría escogido para ser su esposa.
"¿Estás aquí visitando a tu tío? Charles y tu hermana se casan en pocos días e imagino que pronto regresaras a tu casa, ¿no?"
"Sí, regreso mañana con mi tío y mi tía. Por eso vine a comprarle unos regalos a mis hermanas. Estas partituras son para Mary, a ella le gusta mucho tocar el piano. No sabía que a usted le gustaba tanto la música," dijo Elizabeth al ver las partituras que Wickham había comprado."
"No son para mí, sino para una querida amiga." Wickham había comprado aquella música para Georgiana y buscar alguna excusa para acercarse a ella porque últimamente ella lo evitaba cada vez que podía.
El señor Wickham se ofreció a acompañar a Elizabeth parte del camino en el que aprovechó de coquetear con ella y hablarle de todas las cosas que había hecho desde que regresó a Londres. Como siempre, él se quejó de lo injustos que todos eran con él y de los muchos amigos en los primeros círculos que tenía debido a que era el ahijado de uno de los hombres más ricos de Inglaterra.
Elizabeth no pudo evitar comparar a ese hombre con William y ella no lograba comprender por qué algún día había pensado que el señor Wickham era un caballero encantador al que podría haber llegado a admirar. En ese momento se dio cuenta de que era un hombre frívolo incapaz de aceptar quién era y siempre tratando de encontrar excusas para no asumir que era un perdedor perezoso incapaz de tomar el control de su vida.
"Señor Wickham, no quiero alejarle más de su camino. Mi casa está a tres cuadras de aquí," dijo Elizabeth que no deseaba escuchar ni un minuto más a ese hombre tan superficial.
Pero a Wickham no le gustó que Elizabeth lo tratara de aquella forma tan desdeñosa. En Hertfordshire ella siempre había sido muy amistosa y él estaba seguro que se había enamorado de él. "No es necesario que te preocupes por mí, mi querida Elizabeth. Yo disfruto cada momento en tu compañía," dijo el señor Wickham con voz melosa y mirando a Elizabeth fijamente a los ojos. Después le tomó la mano e intentó besarla, pero ella no se lo permitió.
"Señor Wickham, creo que es mejor que no continuemos esta conversación y que yo regrese a mi casa. Qué tenga buen día, señor."
"¿Por qué estás tan esquiva, mi querida Lizzy?" dijo Wickham tomando la mano de Elizabeth sin permitirle que se alejara.
"Señor Wickham, creo que te estás tomando libertades que yo no te he dado…"
"Buenas tardes, señorita Bennet. ¿Tienes algún problema con este tipo?" preguntó William indignado.
"¿Y tú quién te crees que eres para venir a meterte donde no te llaman," replicó el señor Wickham indignado.
"Mi nombre es William Dalton y soy amigo de la señorita Bennet y sobrino de su tío," replicó William con voz amenazante. Él no tenía idea quien era ese hombre pero tenía el presentimiento de que pese a sus ropas elegantes, no era más que un canalla.
P&P
Gracias a todos los que dejan comentarios de apoyo y siguen la historia con entusiasmo.
Thanks to everyone who follows the story through the translator; thanks for your support. I also want to clarify that I have not said that I will not write in English anymore, only that my next two stories will be in Spanish.
A todos los que siguen la historia les quiero decir que intentaré publicar un capítulo diario siempre que sea posible. Para ello, no tomaré tiempo editando. Ahora, si prefieren que no hayan errores, puedo publicar un capítulo día por medio. Lo que más les parezca está bien para mí.
En el próximo capítulo, William y Elizabeth tendrán una honesta conversación.
¡Nos vemos pronto!
Saludos,
Yo
