Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es bornonhalloween, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to bornonhalloween. I'm only translating with her permission.


Capítulo 13

Hay un dulce instante de tiempo después de despertar, mientras Edward descansa de los efectos de los orgasmos y el alcohol, en el que logro experimentar un lado diferente de él. Desparratado sobre la colcha, boca abajo, gloriosamente desnudo y vulnerable, ciertamente disfruto estudiar su magnifica espalda, pero no es su adorable trasero o incluso sus fuertes hombros que me fuerza a observarlo mientras duerme. Lo que captura mi interés es su mano derecha, suelta ahora que duerme, pero aún firmemente aferrando mi pecho derecho, su pulgar y dedo índice rodeando mi pezón. Solo durmiendo Edward es completamente autocomplaciente; solo cuando cada impulso consciente está apagado puede tomar lo que desea y anteponer sus necesidades al de los demás.

Él se despierta a mi lado, chasqueando los labios. No es una sorpresa que ambos estemos deshidratados, con el vino y las ostras saladas y el... ejercicio aeróbico. La administración amablemente ha proveído botellas de agua en cada mesa de noche, y me inclino hacia la izquierda para tomar la mía, haciendo que su mano se zafe de mi pecho. Sus ojos se abren de manera entrecerrada mientras le encuentra sentido a su alrededor, lo que parece ir muy bien, a juzgar por la sonrisa que se estira en su rostro.

—Mmm... eso pasó.

—Síp, así es —contesto, devolviéndole una sonrisa y tendiéndole el agua.

Él se sienta en la cama, dándome una muestra deliciosa de los músculos de sus brazos y hombros trabajando en deliciosa armonía. Elegante y natural, se apoya contra el cabecero. Estudiándome tan desvergonzadamente como yo a él, toma un largo trago de agua.

—¿He mencionado últimamente lo hermosa que eres?

—No desde que despertaste.

—Qué vergüenza.

Me acurruco a su costado, y él envuelve un brazo a mi alrededor y me lleva hacia su pecho. Noto que tengo una vista excelente de... todo.

—No eres tan malo para la vista, Hombre Paraguas.

Su risa retumba contra mi oído.

—Espero que mi ropa interior no te haya decepcionado después de toda esa anticipación.

—¿Hubo ropa interior?

Él vuelve a reír, toma otro sorbo de agua, y me la tiende.

—Será mejor que te hidrates. Tenemos mucho vino en nuestro futuro próximo. Qué bueno que no nos quedamos dormidos para nuestra reserva para cenar. Estoy hambriento.

—Entonces, ¿dices que tenemos que salir de la cama ahora? —Ayudo su decisión al deslizar mi mano por su muslo.

—Eh...

Un casual roce de nudillos.

Aaah...

Una firme caricia...

Un ahogado «Estoy seguro que mantendrán nuestra reserva», antes de volver a acostarse, llevándome con él. «Oh no».

~OS~

Si Edward no se hubiera despertado primero, duchado y vestido antes que yo abriera los ojos en la mañana, no estoy segura de que hubiera salido de la cama. Él baja su iPad cuando me escucha moverme.

—Buenos días, cariño.

—¿Por cuánto tiempo has estado despierto?

Gira su muñeca, sonriendo a su sexy reloj negro.

—Un rato. ¿Lista para enfrentar los senderos?

—Si tenemos que hacerlo.

—El Valle de Napa nos espera.

—¿Sabes que no soy una persona madrugadora, no?

—Estoy al tanto.

Observa con una sonrisa divertida mientras pateo las mantas. Puedo sentir su mirada en mi espalda durante todo el trayecto al baño. Volteo y le soplo un beso antes de cerrar la puerta. Odio hacerlo esperar, especialmente cuando probablemente necesitaba desayunar horas atrás. Mi ducha rápida es más que recompensada con la expresión sorprendida que obtengo cuando emerjo solo minutos después.

—Vaya, eso fue rápido.

—No vale la pena lavarme el cabello cuando estará metido dentro de un casco todo el día.

—Usando esa lógica, no vale la pena vestirse cuando voy a arrancarte la ropa de nuevo más tarde. —Piensa que es tan inteligente hasta que lo desafío.

—Es cierto. ¿Debería...? —Me estiro para tomar el borde de mi vestido.

—¡Tío, tío! ¿Podemos por favor salir de aquí? ¡Necesito comida!

Si me preocupaba de que Edward me sobreprotegiera en el viaje en bicicleta, él me deja tranquila ni bien nos ponemos en marcha a nuestro primer destino—Viñedo Laird Family Estates, cerca de ocho kilómetros al norte de nosotros. Se acomoda en sus manubrios y flexiona esos encantadores músculos de sus brazos—contra los que secretamente me apoyo cuando me abraza. Aparto la mirada de su, ejem, asiento, llevándola hacia los poderosos muslos que lo propulsan hacia adelante sin esfuerzo. Los muslos que lo propulsaron dentro de mí anoche—repetidamente.

Él viaja a una velocidad impresionante, mirando por encima de su hombro en intervalos frecuentes para asegurarse de que no me ha perdido. Cuando llegamos al viñedo alrededor de treinta minutos después, estoy jadeando y más que lista para bajarme del incómodo asiento. Edward, por el otro lado, luce fresco y perfecto como cuando salimos de la pastelería.

—¿Cómo ni siquiera te falta el aire?

Se encoge de hombros.

—Me ejercito. ¿Estoy yendo muy rápido?

—No.

Desajusta mi casco y me planta un suave beso en mis labios.

—¿Por qué no vas al frente tú desde ahora? Estoy feliz de ir a tu ritmo.

La bicicleta es rápidamente olvidada una vez que toco el césped de nuevo. Caminamos a través del laberinto de parras bajo el cálido sol, nuestros dedos enlazados entre sí, perfectamente encajados. Nos cruzamos con pequeños grupos de visitantes cada cierto tiempo, pero los dos bien podríamos estar solos en los amplios terrenos—o en el planeta, ya que estamos. En la bodega, Edward me lleva detrás de una fila de barriles gigantes, declarando que si no lo beso en ese mismo segundo, está seguro de que morirá. Lo hago, y —afortunadamente— no lo hace.

Unos "miembros del personal informado y amigable" presentan cada una de las cinco muestras en la barra como si cada botella fuera uno de sus hijos. Mi atención va y viene durante las descripciones de toques florales y matices frutales y terminaciones picantes. Probablemente debería saber más sobre varietales y uvas, pero mi curiosidad sobre el vino nunca ha ido más allá de mencionarlos por nombre cuando un cliente pregunta por tinto, blanco, o rosado.

Le echo un vistazo a Edward para poner los ojos en blanco juntos, pero él es Sr. Inspector de Vino: llevando su nariz al borde de su copa, girando el tallo sobre el mostrador, y cerrando los ojos mientras revuelve el vino dentro de sus mejillas. Adorable.

Edward me tiene completamente entretenida hasta que noto que apenas abre un ojo para echarme un vistazo. Estallo en carcajadas, llena por todas las "muestras" que he probado, y tenemos que retirarnos antes de que nos echen.

~OS~

Puede que arruine el humor de nuestra cena romántica decirle a Edward que me duele el trasero. Además, me tratará como una muñeca de porcelana después, y eso no es lo que quiero en absoluto.

—Pensaba que podríamos ir a un par de viñedos un poco más alejados si llevamos el coche mañana.

Su sonrisa lenta y fácil me dice que él sabe mi opinión sobre esa maldita bicicleta.

—Claro. Podemos visitar Duckhorn o Beringer antes de regresar mañana.

—Este viaje ha sido increíble, Edward. Gracias por traerme aquí.

Curva sus dedos alrededor de los míos sobre la mesa entre nosotros.

—Gracias a ti por hacer lugar en tu agenda para un fin de semana lejos.

—Cuadró bien con mis clases.

Toma un sorbo largo de su Cabernet Cakebread y gira el tallo entre sus dedos cuando lo baja. Tiene algo en mente, algo más que lo que ha estado en nuestras mentes casi sin parar desde que abandonamos la ciudad—desnudar al otro.

—¿Qué?

Sus ojos se arrugan en las esquinas cuando sonríe.

—¿Puedo hacerte una pregunta profundamente invasiva a la que no tienes que contestar?

—¿Quieres saber por qué sigo soltera?

—Nop, ya sé la respuesta a esa.

Hay un pensamiento aterrador: ¿Edward ya sabe por qué no sirvo para las relaciones?

—¿Quiero escuchar esto?

—Por supuesto. Estabas esperando a que el hombre correcto viniera y cayera a tus pies.

—Ya veo. —Mantengo la calma, tomo un sorbo de mi Cabernet, y mantengo su mirada como si él no acabara de decir que es mi hombre y que ha caído a mis pies—. ¿Cuál es su pregunta, señor?

—Tengo curiosidad de cómo terminaste en un programa de Administración de Empresas.

—Ah.

—Recuerda, Bella, no tienes que contestar.

Por supuesto que voy a contestar. Edward indagó en lo profundo de su corazón para contestar mi pregunta y no se guardó nada. Esto es solo sobre la escuela.

—No fui una buena estudiante la primera vez. Supongo que no estaba realmente preparada para ponerme seria y a trabajar después de la secundaria.

—No todos lo están —dice.

—Algo me dice que lo estuviste.

Se encoge de hombros.

—Fui a una escuela de arte. Ya amaba la fotografía. No se sintió como un trabajo para mí. —Irónico. La escuela no se sintió como un trabajo para él, pero tener citas sí.

—Era una chica que le gustaba las fiestas, si puedes creerlo.

Él jadea.

—¡Qué impactante! —Sacude nuestras manos unidas, frota su pulgar a lo largo de mi palma.

—Como sea... cuando todo se vino abajo y me di cuenta que iba a tener que mantenerme a mí misma, decidí que era mejor elegir un campo que me aseguraría un buen trabajo. Me di una vuelta por las oficinas de empleo para ver quiénes estaban siendo contratados, y era a los estudiantes de negocios.

—¿Pero siendo contratados para qué?

—Bueno, sé que no están siendo contratados para sus Hooters.

—A pesar de Hooters, eres muy buena en tu trabajo. Tienes una facilidad con las personas, y no por nada, pero preparas una margarita increíble.

—¿No te molesta la manera que me miran los clientes?

—Sería un maldito hipócrita si lo hiciera, ¿o no?

Me recuerda a mi propia incomodidad con la sesión de cliente de Edward.

—No siempre podemos encontrarle una explicación a los celos.

—Bella, no estoy celoso de nadie. Quiero decir, seguro, puede que me sienta temporalmente envidioso del tipo sentado en su taburete frente a ti porque te mira cuando yo no, pero lo que cuenta no es la manera en que ellos te miran; es la manera en que tú los miras. —Inclina la cabeza y provoca una sonrisa en mí—. Por favor, dime que no miras a ningún otro hombre de la manera en que me estás mirando ahora mismo.

Edward ya conoce esta respuesta. Sería un tonto si no lo hiciera, y Edward no es un tonto.

—No que yo sepa.

—Bien —dice, una sonrisa cómplice lentamente estirándose en sus mejillas—. Creo que deberías hacer lo que sea que te haga feliz. Es por eso que te preguntaba sobre tu título en negocios. Parece que no te gusta mucho tus clases.

—No creo que importara lo que estudie; soy una estudiante terrible. Al menos, estoy tratando de comprender cómo funciona el mundo.

—La educación siempre es algo bueno, y realmente admiro que la sigas.

—Jamás quiero ser dependiente de alguien más como mi sustento.

—Lo comprendo. También admiro eso. Y nadie dice que tengas que descifrar toda tu vida ahora mismo... o jamás, ya que estamos.

—Entonces, ¿no te avergüenzas de mí?

—¿Por qué lo estaría?

—Sé real. Estás saliendo con una chica de Hooters de la mitad de tu edad.

Su mandíbula se abre.

—¡No tienes la mitad de mi edad! ¡No tengo el doble de tu edad! ¡Eso significaría que tengo cincuenta y ocho!

El horror sobre la matemática es algo divertido.

—De acuerdo, mi edad más la mitad, pero eso no es el punto.

—No sé por qué me preguntas esto, Bella. ¿Alguna vez te he dado alguna indicación de que desprecie tu trabajo?

—Por supuesto que no. Jamás lo harías.

—Porque no lo hago.

—Quizás no ahora, pero asumiendo que estemos juntos por un tiempo...

—¡Lo cual fervientemente espero que estaremos!

Tengo que sonreír ante su entusiasmo, a pesar del hecho que el vino parece haber desencadenado un problema que ni siquiera yo sabía que existía dentro de mí.

—Edward, hay una gran posibilidad de que trabaje en Hooters por otros cinco años.

—Bueno, ¿qué tan afortunado soy? Saliendo con una chica de Hooters es prácticamente la fantasía de todo hombre heterosexual.

—Vamos, Edward. Hay una diferencia entre una fantasía y una relación.

—Sí, ¿y te gustaría que te dijera la diferencia?

—Por favor.

—La fantasía es lo que sucede dentro de tu cabeza en una parada de autobús, cuando una mujer joven y sexy vistiendo una blusa ajustada y mojada te dice que está yendo a una entrevista de trabajo en Hooters. No mentiré, Bella, estaba excitado.

Una ola de calor prende fuego mi rostro. ¡Él no puede simplemente sentarse aquí y hablar de excitación! Pero lo hace—y no ha terminado aún.

—Entonces, milagrosamente, esa chica te ofrece el asiento junto a ella en el autobús y te pide que le hables para que se tranquilice. Ahora, ella no solo es una fantasía; es una persona que deseas, no, que necesitas conocer. Así que, pasas cada momento libre rastreándola antes de que se escape de tu alcance, y haces todo lo posible para no actuar como un raro al hacerlo. La encuentras, el cual ya es un pequeño milagro, y quedas como un completo tonto al intentar invitarla a salir, pero vale absolutamente la pena cuando dice que sí.

Gulp. No hay juegos con este hombre, ni pretensiones, ni mentiras. Temprano, le hice un chiste a Edward sobre lo que podía tener puesto bajo su capa de superhéroe, y aquí se sienta, revelando cada última migaja en cada rincón oscuro. Así es cómo se comporta un hombre; los demás eran niños.

Él siente que no estoy exactamente acostumbrada a escuchar este flujo de emoción pura y me abraza con una suave sonrisa para amortiguar el impacto de sus confesiones.

—Aún la deseas como al principio, pero ahora es peor porque has tenido la posibilidad de pensar en ella y verla vestida, incluso desvestida, que Dios me ayude, pero he aquí, descubres que te gusta también. Y no solo un poco.

»—Ahora, necesitas saber en qué piensa cuando conduce, qué tipo de comida le gusta, qué tipo de música escucha, y qué libros ha leído. Lo que la excita y lo que le aterra, cómo hacerla sonreír, y si realmente vas por todo, cómo hacerla reír fuerte.

»—Esa fantasía sigue viva, pero ahora, si eres locamente afortunado para hacerle el amor a esa chica, es mucho mejor de lo que jamás imaginaste posible porque tienen sentimientos reales por el otro, y básicamente, cada pensamiento consciente que tienes es gastado agonizando sobre qué puedes hacer para hacerla más feliz de lo que ella sueña. Y eso, mi querida y dulce chica de Hooters, es una relación.

Probablemente debería intentar responder de manera semi inteligente, pero ¿cómo diablos respondo a eso?

—Creo que voy a necesitar un poco más de vino.

Él me complace, como siempre, tomando la botella y llenando nuestras copas.

—Lo siento, ¿dije demasiado?

—Me vendría bien un momento para procesar.

—No me iré a ninguna parte, Bella. —Se reclina con satisfacción, copa de vino en mano—. Quizás deberíamos pedir el postre.

—¡Ya comimos pastel de arándanos antes de nuestras ensaladas!

—Eso fue hace un largo rato —dice.

Sí, antes que él vertiera el contenido de su cabeza y corazón sobre toda nuestra mesa.

—El segundo postre lo comerás solo. No voy a comer nada.

—Ya lo veremos.


Bien, gente, varias personas han preguntado la edad de Edward y Bella. Quería responderlo al mismo momento que la autora lo hace en la historia, ya que ellos solo mencionan alrededor de cuánto tienen. Siempre que actualizo estoy en camino a alguna parte u ocupada y he olvidado de decir cuándo lo respondería. My bad jajaja. En fin, Edward tiene 43 y Bella 29.

Qué tengan un buen día 😊