Kimetsu no Yaiba no me pertenece, es propiedad de Koyoharu Gotouge. Llevaba tiempo dando vueltas a esta idea y me he decidido por fin a escribirla. Espero que os guste y me dejéis comentarios con vuestra opinión. Os lo agradeceré muchísimo.

Sé que llevo tiempo fuera de la plataforma, he estado publicando este fanfic en otra página, pero, tras mucho meditarlo, he decidido comenzar a subirla aquí también.


Kyojuro corría deprisa montaña arriba, a medida que ascendía sentía con mayor claridad la presencia de un demonio. Aceleró el paso, según le habían dicho algunas personas en el pueblo, una familia habitaba en esa zona.

Llegó hasta un claro y vio a dos chicas. Una estaba tumbada en el suelo, sosteniendo con ambas manos un hacha horizontalmente tratando de protegerse mientras que la otra, colocada encima de ella, mordía con fuerza el mango. Un demonio, sin duda, pensó Kyojuro.

Sin pensarlo dos veces, desenvainó su katana y trató de decapitar a aquel ser, pero antes de poder hacerlo, la chica que estaba debajo apartó a la otra de la trayectoria, protegiéndola.

Eso no sorprendió demasiado al joven, era un escenario bastante habitual, y no era la primera vez que se había encontrado con un humano protegiendo a un demonio porque fuera un familiar o una persona muy querida. Lastimosamente algunas de esas veces la persona había terminado siendo devorada por el demonio al que había intentado proteger.

La chica demonio reparó en él y le enseñó los dientes, tensa, con la mirada fija en su arma. Al menos había dejado de prestar atención a la otra chica.

-¡Es mi hermana pequeña!-gritó la otra muchacha, mientras seguía tratando de sujetarla, pero sin ser apenas capaz de conseguirlo. El hacha se hallaba sobre el suelo nevado y ninguna de las dos le prestaba atención ya.

Kyojuro se disponía a responder cuando sintió la presencia de otro demonio. De entre los árboles salió otro más, quien tras evaluar la situación y, quizá creyendo que tendría tiempo de probar bocado, se lanzó contra la humana.

Fue entonces cuando ocurrió lo que menos esperaba Kyojuro. La chica fue protegida por la joven demonio, quien, de una certera patada decapitó al recién llegado y se posicionó delante de su hermana, protegiéndola. Aunque tenía la mirada clavada en el recién llegado, de vez en cuando lanzaba miradas hacia el cazador de demonios, sin duda considerándolo una amenaza más de la que tenía que hacerse cargo.

Saliendo de su sorpresa lo más deprisa que pudo, Kyojuro se apresuró a terminar con la vida de aquel demonio utilizando su katana. Tras eso se giró y miró a las otras dos, era la primera vez que veía algo así y no estaba seguro de cómo debía proceder.

Dio un paso hacia ambas y recibió como respuesta gruñidos. Se detuvo enseguida, era evidente que acercarse sólo provocaría problemas. Dudó un momento, pero terminó por guardar su arma, aunque mantenía su mano en la empuñadura.

Esa pareció ser la elección correcta, pues las dos se relajaron algo, aunque seguían alerta.

-Me llamo Kyojuro Rengoku-se presentó esbozando una pequeña sonrisa, a fin de calmarlas. Normalmente habría hablado con mayor energía, pero no parecía ser lo más indicado en ese momento.

-Sumiko Kamado-dijo la chica más alta. Era una joven de estatura mediana, con el pelo de color azabache recogido en una coleta y llevaba unos pendientes hanafuda. Tenía una cicatriz de color rojo en la frente, en el lado izquierdo. Sus ojos eran también de color oscuro, casi negros.-Ella es mi hermana, Nezuko.-La chica dudó un momento entonces, antes de seguir hablando-S-Supongo que eres un asesino de demonios-Se sintió bastante estúpida al decir eso, pero quería confirmar aquello. En esos momentos sentía estar viviendo una pesadilla y deseaba, aunque en el fondo supiera que todo eso era la nueva horrenda realidad, despertar y seguir viviendo como antes. Tal y cómo había estado haciendo el día anterior…

Kyojuro asintió con entusiasmo y la chica se armó de valor para seguir hablando-¿Sabes si hay alguna forma de hacer que mi hermana vuelva a ser humana?

-No es posible-respondió enseguida el hombre-Nunca he oído algo semejante-reconoció. No se sentía demasiado bien aplastando aquellas esperanzas, pero, aferrarse a esas cosas era lo peor que podía hacer. No llegaría a ningún lado con eso y, cuanto antes lo aceptase, mejor para ella.

-Oh…-murmuró Sumiko desanimada-Muchas gracias aún así, Rengoku.


Sumiko se detuvo de nuevo ante su casa. El olor a sangre le resultaba insoportable, pero tenía que hacerlo, debía enterrar a su familia. Kyojuro traspasó el umbral de la puerta y se puso a examinar los cuerpos sin decir nada.

Era una casa pequeña, se notaba que quienes habían vivido ahí no habían dispuesto de muchos recursos. Las paredes y el suelo eran de madera, pero en algunos puntos se podía ver que faltaba un tablón. Aunque Kyojuro no podía estar seguro si eso no había sido resultado de la matanza ahí ocurrida.

La sangre manchaba las paredes y, el cazador juraba que había alguna que otra salpicadura en el techo, pero, con la tenue luz que llegaba del exterior, el cielo diurno estaba completamente encapotado, no era algo que pudiera precisar con exactitud.

Nezuko se acercó a su hermana, podía notar su malestar y, como respuesta, trató de alejarla de ahí, agarrando su mano derecha y tirando de ella para apartarla de la puerta. Eso pareció hacerla reaccionar al menos, aunque, Kyojuro notó que sus movimientos eran torpes y que, a ratos, la mirada de la chica se tornaba perdida, como si no estuviera completamente ahí.

-Voy a buscar una pala-dijo entonces Sumiko, sacando de sus cavilaciones al cazador, volviendo la mirada hacia Rengoku y marchándose deprisa hacia la pequeña caseta dónde guardaban sus herramientas.

Kyojuro fruncía el ceño, no veía marcas de mordiscos en los cuerpos ni partes arrancadas. Se estremeció algo y miró de reojo a las dos hermanas mientras se alejaban. Se sentía responsable, si hubiera llegado antes…Había fallado como Pilar, ¿cómo podía sentirse orgulloso de su cargo si no era capaz de hacer algo tan sencillo?

Sacudió la cabeza, no era momento de pensar en eso. Hizo un gesto y, segundos después, un cuervo se posó en su hombro y miró imperturbable la macabra escena.

-Kaname. Necesito que le cuentes al patrón todo lo que ha pasado aquí-Kyojuro confiaba en que él supiera cómo proceder ante esa situación tan inusual.

El ave remontó el vuelo enseguida, marchándose de ahí y el hombre, dando por finalizada aquella examinación improvisada, cerró, con cuidado y en señal de respeto, los ojos de las desafortunadas víctimas y salió de la casa, con intención de ayudar a Sumiko, quien estaba cavando en la parte trasera, bajo la atenta mirada de su hermana.

-¿Tenéis sábanas?-preguntó Kyojuro entonces mientras se acercaba, pillando de sorpresa a la joven, que no le había oído llegar.

-Sí…en el armario que hay en la entrada de casa-mientras hablaba, Sumiko seguía cavando. Por el sudor que perlaba su frente se notaba el enorme esfuerzo que estaba haciendo.

El hombre asintió, aunque no le gustaba aún demasiado la idea de dejar a una civil sola con un demonio, así que hizo lo posible por dejarlas solas el menor tiempo posible. Cogió las sábanas del sitio que ella le había indicado, envolvió los cuerpos y regresó cuanto antes.

Encontró a Sumiko sentada en el suelo, abrazando sus rodillas. Sus hombros se estremecían ligeramente y sollozaba. A su lado, Nezuko se tensó cuando vio al hombre, aunque Kyojuro no percibía intención asesina proveniente de ella, la desconfianza y el recelo eran más que evidentes.

-Ya está todo listo, ¿quieres que te ayude a cavar?-preguntó, ofreciendo su ayuda. Sumiko levantó la mirada y se limpió las lágrimas. Le miró y se incorporó.

-No…No es necesario-murmuró la chica. Se sacudió la tierra de su kimono azul celeste.


Nezuko observaba sin decir nada a los otros dos enterrando los cuerpos de su familia. A medida que pasaban los minutos, la demonio era cada vez más consciente de sus alrededores y de lo que había ocurrido. Era como si la niebla que había bloqueado su mente hasta entonces se hubiera empezado a disipar por fin.

Los recuerdos regresaban lentamente a su mente. Aquel hombre. Su familia. Sangre. Dolor. Su mirada se detuvo en su hermana, su única familia, comprendió Nezuko en ese momento.

Se acercó a ella y miró con desconfianza al hombre. Tenía un aspecto estrafalario, con ese pelo del mismo color del fuego y aquellos ojos rojos penetrantes. La mirada de la demonio se detuvo en la katana enfundada que llevaba en la cintura. Su instinto le gritaba que aquella arma era sumamente peligrosa.

-¿Cómo se puede ser cazador de demonios?-la pregunta de su hermana mayor la sorprendió. Rengoku pareció sorprendido también por aquello, aunque no tardó en responder.

-Tendrías que ser aceptada por un instructor y luego pasar la prueba de la Selección Final-explicó algo serio. No era una prueba sencilla, el índice de aspirantes que la superaban rara vez llegaba al cincuenta por ciento.

-¿Dónde puedo encontrar a un instructor?-quiso saber Sumiko. Kyojuro la observó detenidamente, podía ver con claridad la determinación en su mirada, algo que le gustó bastante. La gente así siempre había sido de su agrado.

Quizá, por fin encontrase a alguien que pudiera ser su sucesor. Kyojuro no pudo evitar ese pensamiento, llevaba un año buscando a alguien así. Posiblemente estuviera teniendo demasiadas esperanzas, todavía quedaba ver si esa muchacha daba la talla, pero, al menos, tenía el espíritu indicado para ello.

-Mi padre solía ser instructor, pero…-Rengoku no pudo seguir hablando. A su mente acudieron multitud de recuerdos amargos, pero, al ver que Sumiko le miraba preocupada, se obligó a sí mismo a continuar hablando-Ahora mismo no está en condiciones de enseñar, así que, si te parece bien, yo puedo instruirte-ofreció, volviendo a esbozar una amplia sonrisa.

-¡Muchas gracias!-exclamó Sumiko, haciendo una breve reverencia, agradecida de que se le diera una oportunidad.

Los demonios se desintegran si son expuestos a la luz del Sol, así que debes tener cuidado con eso-la informó él

Aquella información hizo palidecer a la chica, quien miró, alarmada, hacia el cielo nublado. El Sol seguía tapado, comprobó aliviada.

-Lo mejor es viajar sólo de noche.

-Tengo una cesta donde quizá pudiera entrar Nezuko-recordó entonces Sumiko. Era la que solía usar para llevar el carbón al pueblo, quizá pudiera servir.-Ahora voy a por ella.

Sumiko se marchó corriendo y dejó al cazador y a su hermana solos.

-¿Por qué nos ayudas?-preguntó entonces la demonio, hablando por primera vez.

-¡Es mi trabajo como cazador de demonios!-respondió, sin pensarlo siquiera, Kyojuro.

Su respuesta no debió satisfacer en absoluto a Nezuko, quien gruñó algo, pero no dijo nada más, pues Sumiko regresó en ese momento, cargando la cesta a su espalda.

Lo dejó ante Nezuko, quien se quedó mirando el objeto, seria. Era humillante aquello, tener que verse obligada a viajar de esa forma, aunque entendía que, dada su situación actual, no tenía otro remedio.

Se metió dentro y trató de sentarse, era muy incómodo, apenas podía moverse y ni siquiera entraba bien. Se fijó en la mirada de preocupación de su hermana y, en un intento de tranquilizarla, encogió su cuerpo hasta tener el tamaño de una niña de cinco años, de manera que pudiera entrar sin problema.

-Así que puedes encogerte-comentó con cierto interés Kyojuro.

-Sí-respondió tajante ella, cortando cualquier intento de conversación.


Sumiko se apoyaba en el tronco de un árbol, ignoraba el rato que llevaba corriendo, pero seguirle el ritmo a su acompañante era una tarea prácticamente imposible. Para colmo la noche había caído ya, dificultando su visibilidad. Había perdido ya la cuenta de las veces que se terminó tropezando con alguna raíz en el suelo y acabó cayendo.

Nezuko, que había estado corriendo a su lado, se detuvo y la ayudó a levantarse. Miró a la figura que se alejaba en la distancia y, sin dar tiempo a Sumiko a reaccionar, cargó con la otra chica sobre su espalda e hizo que su cuerpo aumentase de tamaño.

Sumiko soltó un grito de sorpresa cuando su hermana comenzó a correr, Nezuko era mucho más rápida de lo que se había esperado pero, aunque consiguieron recortar algo de distancia con respecto a Rengoku, seguía sin ser suficiente para poder alcanzarlo.

Estuvieron así cerca de una hora, hasta que llegaron ante una casa con un extraño símbolo en una de sus puertas. Parecía una especie de flor, aunque Sumiko jamás había visto una así. Viendo que ya no iban a correr más, o eso parecía, Nezuko la bajó con cuidado.

-¡Deberíamos parar a comer algo!-exclamó mientras llamaba a la puerta y esperaba que abrieran.

-¿Es esta tu casa?-preguntó curiosa Sumiko, suponiendo que esa era la razón por la que paraban ahí, pero Kyojuro negó con vehemencia.

-No, luego os lo explico-indicó al ver que un hombre de edad avanzada abría la puerta y les dejaba pasar enseguida.

-Es un honor recibir vuestra visita, Pilar de las Llamas-dijo el hombre y les condujo hasta una habitación-¿En qué puedo ayudarle?

-Nos gustaría poder descansar un poco aquí-dijo Kyojuro-Y, si es posible ropa nueva para ellas dos.

El hombre asintió y se retiró enseguida, cerrando la puerta corredera y dejando solos a los tres. Sumiko observó curiosa la estancia, le parecía enorme, y tanto espacio la hacía sentir algo de agobio, acostumbrada a espacios más pequeños.

-Las casas que tienen una marca como la que has visto-comenzó a explicar Kyojuro-Son de personas que han sido salvadas por cazadores de demonio y, a modo de agradecimiento, ayudan al Cuerpo de cazadores de demonios, normalmente ofreciendo cobijo y sanando heridas, en caso de ser necesario.

Sumiko asintió y escuchó con atención todo lo que le iba contando acerca de la organización militar. Estaba decidida a formar parte de ella, estaba convencida de que esa era la única forma de encontrar al responsable de las muertes de su familia y hacerle pagar por todo.

-¿Estás segura de que deseas entrar?-preguntó Kyojuro y ella asintió, no dando tiempo al joven hombre a terminar de hablar, pero no pareció molestarle, pues sonrió un poco-Pues entonces, haré lo posible por entrenarte y que estés preparada para la Selección Final.-prometió.

La conversación se interrumpió cuando la puerta se abrió y el anfitrión de la casa entró cargando una caja de madera.

Realizó una reverencia ante Kyojuro y se dispuso a retirarse enseguida, sin mediar palabra, pero Kyojuro tenía aún algo más que pedir-A mis compañeras les gustaría poder bañarse, si es posible.

Las dos chicas le miraron en silencio y Sumiko olfateó algo el aire. A decir verdad, no es que olieran demasiado bien, Nezuko tenía impregnado un profundo aroma a sangre y su kimono rosa estaba sucio en varios sitios, aunque la sangre había adquirido la tonalidad parda, característica de la sangre seca, ella apestaba bastante a sudor, así que sí, les vendría bien refrescarse y quitarse todo eso de encima.

-Por supuesto, síganme, por favor-indicó el hombre y las dos hermanas obedecieron enseguida.


Kyojuro se acercó a la ventana y observó el cielo nublado, esperaba que su cuervo regresase pronto con órdenes del patrón.

Sintió algo de inquietud cuando distinguió la silueta de un ave acercándose, se apartó un poco y permitió al ave entrar. Sintiendo un nudo en la garganta, le retiró de la pata el papel que tenía atado y lo extendió para poder leerlo.

"Querido Kyojuro:

Recibí tu última carta, creo que, si Nezuko Kamado ha sido capaz de mantenerse consciente de esa forma, es la señal de que algo ha empezado a cambiar. Sumiko Kamado tiene mi visto bueno para presentarse, a su debido tiempo, a la Selección Final. Sin embargo, si se diera la situación de que Nezuko Kamado se alimentase de algún humano, tanto su hermana como tú deberéis asumir las consecuencias.

Os deseo la mejor de las suertes.

Kagaya Ubuyashiki.

Kyojuro se relajó al saber que habían recibido su aprobación, era el paso más importante, con respecto al resto de los Pilares no iba a ser tan sencillo y quizá ese fuera el tema que tratasen en la próxima reunión, para la que faltaban un par de meses aún.

¿Estaba haciendo lo correcto arriesgando tanto? Aún no estaba seguro de ello, tenía claro que la mayor de las hermanas tenía potencial, pero…, suspiró un poco. No entendía aún qué era lo que le había llevado a perdonar la vida a esa chica demonio, sólo esperaba que mereciera la pena.


Nezuko se secaba con una toalla, se sentía mejor ahora, con el cuerpo y el pelo limpios. Casi parecía que lo que había ocurrido apenas dos días atrás no había sido más que una pesadilla, pero le bastaba con contemplar a su hermana mayor y ver la tristeza y el dolor que escondían sus ojos ahora, para ser consciente de que había sido muy real.

Apretó algo los dientes, todavía no se acostumbraba a tener esos colmillos tan afilados, así que, al hacer eso, se terminó por hacer daño en el labio inferior, aunque no suficiente para abrir herida.

Esta vez se aseguraría de no permitir que su hermana mayor cargase con todo el peso ella sola, le demostraría que podía contar con ella. No iba a permitir que Sumiko luchase sola, no ahora que tenía la oportunidad de ayudarla.

-¿Qué opinas de Rengoku?-preguntó la demonio, seria.

Sumiko, que había estado ocupada vistiéndose, se detuvo un momento y la miró-Parece una persona amable-al menos eso era lo que el olor que desprendía el cazador le indicaba-Quiere ayudarnos.

La demonio asintió, era lo que se había esperado, viniendo de su hermana.

-Nezuko, te prometo que daré con quien te hizo esto-el tono de voz de Sumiko se había vuelto serio, casi solemne-Y se lo haré pagar.

Algo sorprendida por aquel cambio, inusual viniendo de una persona tan amable como Sumiko, Nezuko asintió.

Las dos salieron cuando terminaron de vestirse y volvieron a la habitación donde estaba Kyojuro, quien se encontraba sentado en el suelo, con los ojos cerrados, aunque nada más entrar ambas abrió los ojos y las miró. Sonrió un poco.

-Ahora nos traerán algo de comer-dijo Kyojuro, contento.

-Yo…La verdad es que no tengo hambre-admitió Sumiko. Tenía el estómago cerrado y no se veía capaz de probar un solo bocado.

-¡Tienes que comer!-la reprendió enseguida el hombre, aunque sin abandonar su, casi perenne, buen humor-¡Es imposible entrenar con el estómago vacío!

Sumiko suspiró y asintió, tenía razón, si quería ser más fuerte no podía descuidar eso, así que haría un esfuerzo por comer aunque fuera un poco. Pero nada la preparó para los más de veinte platos que les dieron.

Había de todo, desde ramen hasta tonkatsu, tempura, onigiri…Ni Nezuko ni ella habían visto tanta comida junta en toda su vida y la mayor de las dos debía reconocer que tenía un aspecto excelente y un olor delicioso. Aunque, al ver la mueca de desagrado que su hermana pequeña ponía, se detuvo.

-¿Estás bien, Nezuko?-preguntó preocupada, creyendo que se encontraba mal.

-Yo…si me disculpáis, me voy a acostar-dijo, tensa, la otra chica, abriendo uno de los futones que les habían entregado y tumbándose de espaldas a ellos. Apenas unos segundos después estaba profundamente dormida.

-¡Delicioso!-exclamó en ese momento Kyojuro, que, mientras eso ocurría, había comenzado a dar cuenta de la comida. Resignada, Sumiko le imitó, cogió un par de palillos y probó algo del plato más cercano, unos onigiris.-¡Está buenísimo!-Rengoku seguía gritando elogios por la comida.


Rengoku suspiró, no quería perder más tiempo del necesario, hacerlo supondría descuidar aún más sus obligaciones, algo que, como Pilar, no podía permitirse, sería una vergüenza.

Pasados diez minutos y, sin haber obtenido mucho resultado, optaron por meter a Nezuko, quien seguía dormida, en la cesta.

-No podemos demorarnos más-dijo Kyojuro serio-Como Pilar de las Llamas es mi deber patrullar este territorio.

-¿Pilar de las Llamas?-preguntó Sumiko, confusa.

-Uno de los rangos más altos de los cazadores de demonios-explicó deprisa Kyojuro mientras se colocaba la katana en su sitio.-Tengo que controlar que no haya demonios en toda esta región.

La chica asintió y se colocó la cesta a la espalda. Kyojuro sonrió un poco y los dos se marcharon tras agradecer a sus anfitriones por la hospitalidad mostrada.


2 meses después

Sumiko se quitó el sudor de la frente, llevaba desde el anochecer entrenando con una espada de madera que habían obtenido en una casa de glicina. Era un ejercicio que le había asignado Kyojuro y que ella se aseguraba de cumplir a rajatabla. Al final de la noche tenía que haber sido capaz de dar un total de mil estocadas. Aún no se acostumbraba completamente a ese horario nocturno.

Al principio le había resultado imposible, de hecho, aún no era capaz de superar las cien, pero su físico había ido mejorando durante esos meses. También le servía para no pensar en su situación actual, desde el día que habían estado en esa casa, Nezuko no había vuelto a despertar. Era como si hubiera caído en una especie de coma del que no era capaz de salir.

Kyojuro se acercó a ella-Estás demasiado tensa, tienes que relajar algo los hombros-le indicó.

Ella asintió y retomó la práctica. Le dolían las manos y, aunque nunca había tenido unas manos delicadas, ahora estaban llenas de callos y pequeños rasguños.

-¡Así mejor!-dijo Rengoku apartándose algo-Pero no estás respirando como te he enseñado.

Sumiko se estremeció, aún no se acostumbraba a eso, no podía mantenerla mucho tiempo sin que le doliera el pecho y las costillas. Trató de obedecer y reprimió la mueca de dolor, mientras seguía blandiendo la espada de madera.

-Pronto tendré una reunión con el resto de los Pilares-comentó Kyojuro, mientras corregía, de nuevo, la postura de su aprendiz. Había estado dando vueltas al asunto y no le parecía correcto seguir manteniendo en secreto la existencia de Nezuko Kamado.-He escrito a mi hermano y, mientras yo esté fuera, estarás en la residencia de mi familia. Cuando acabes, partiremos hacia allí-dijo el hombre.

Sumiko no dijo nada, estaba completamente concentrada en mantener lo que su maestro había llamado Respiración Total Constante, lo cual no era tarea fácil, pero por lo visto era uno de los fundamentos para poder llegar a ser cazador de demonios.

Rengoku se acercó a la cesta y la abrió, suspiró un poco al ver que seguía dormida. No reaccionaba ante ningún estímulo externo y el cazador de demonios no entendía la razón.

-Por ahora está bien-dijo Rengoku, no quería llegar demasiado tarde a su casa, cuanto menos revuelo montase con su llegada, mejor. La reacción de su padre podía ser imprevisible y, aunque no le gustaba admitirlo, últimamente prefería evitarlo y, sus visitas se habían ido haciendo más escasas.-Quiero llegar cuánto antes a mi casa, no nos queda mucho, unas horas andando y habremos llegado.

Sumiko asintió y se apresuró a recoger todo deprisa, poniéndose la cesta donde estaba su hermana a la espalda mientras Rengoku la esperaba paciente. Había avisado previamente a Senjuro, su hermano, así que contaba con que les estuviera esperando despierto.


Horas después, de madrugada, llegaron por fin a la casa de Rengoku y Sumiko se detuvo, observando esa vivienda. Era enorme, casi como cinco veces la suya, pensó, algo intimidada, pero siguió al hombre a su interior.

Parpadeó un poco al entrar en la vivienda y ser cegada, momentáneamente, por la luz encendida en la entrada. Cuando sus ojos se acostumbraron, examinó el recibidor e, imitando a Kyojuro, se quitó las sandalias para estar más cómoda. Fue entonces cuando reparó en el chico joven que les miraba desde el pasillo.

Saltaba a la vista que era el hermano pequeño de Rengoku, eran idénticos, pero era evidente que era más joven.

-Senjuro-dijo entonces Kyojuro, sonriendo mientras se acercaba al chico-Esta es mi pupila, Sumiko Kamado.-se volvió y miró a la chica-Kamado, él es mi hermano pequeño, Senjuro Rengoku.

El chico asintió, tenía ganas de conocerla, desde que su hermano había hablado de ella en sus últimas cartas.

-Debéis estar cansados del viaje-comentó-He preparado una habitación para ella…¿Te quedarás a dormir, Kyojuro?-quiso saber, y el mayor captó la leve esperanza en su voz, pero negó.

-Tengo cosas que hacer aún, lo siento, Senjuro.

Gracias a su agudo olfato Sumiko captó enseguida la decepción que emanaba de Senjuro, pero se abstuvo de comentar al respecto. No quería dar la impresión de ser una entrometida.

-Oh, bueno, pues nada-comentó el joven, forzando una sonrisa, aunque saltaba a la vista la falta de sinceridad de esta.

Se despidieron los tres entonces y Sumiko y Senjuro observaron a Kyojuro alejarse.

-Ven, te llevaré a tu habitación, Kamado-murmuró con respeto Senjuro, dándose la vuelta rápidamente y marchándose por el pasillo.

La chica le siguió enseguida, mordiéndose la lengua para no comentar nada al respecto sobre el intercambio anterior, saltaba a la vista que algo no iba bien, pero no se atrevía a comentar algo, ni siquiera ante la ausencia de su maestro.

Se detuvieron ante una puerta corredera y entraron. Sumiko la observó, era una habitación con suelo de madera y paredes de piedra blanca. Apenas estaba amueblada, el único mobiliario de esa habitación era un armario pequeño. En el suelo había dos futones, Sumiko se acercó y dejó la cesta que cargaba al lado de uno de estos.

-Muchas gracias…Senjuro-murmuró, aunque rectificó deprisa-Puedo llamarte así, ¿no?

El chico asintió y se retiró, cerrando la puerta tras de sí. La chica abrió la cesta y, con cuidado, sacó a Nezuko y la tumbó en uno de los futones. Seguía igual, durmiendo.

-Por favor…no quiero perderte a ti también-murmuró la joven, comenzando a llorar en silencio. Estaba muerta de preocupación, eso no era normal y no sabía qué hacer.


Kyojuro entró en silencio en el patio empedrado. Por fin había llegado a la vivienda del patrón, le había tomado más tiempo que de costumbre, pero se sintió algo aliviado al ver que todavía faltaban pilares por llegar.

Esbozando su amplia sonrisa habitual se acercó para saludar.

-¡Hola, Kocho, Uzui!-exclamó llegando a su altura. Los dos le devolvieron el saludo, aunque con menos entusiasmo que él.-¿Qué tal todo?

-Muy bien-respondió Kocho sonriendo con amabilidad-He encontrado por fin una aprendiz.

Los dos hombres intercambiaron una mirada, no era la primera vez que la Pilar de los Insectos encontraba un sucesor, pero…

-¡Me alegro mucho!-exclamó Kyojuro, alegrándose por ella aún así-¡La verdad es que yo también!

Aquello hizo que Tengen Uzui alzase su ceja derecha, preguntándose mentalmente cuánto tiempo duraría aquello. Al contrario que el resto, él no buscaba con tanta insistencia alguien que aprendiese su respiración y le sucediera como Pilar, pero podía entender sus motivaciones.

-¿Qué tal está tu padre?-preguntó, en un intento de cambiar de tema. Aunque, a juzgar por la cara que puso Kyojuro, no debió ser la mejor idea.

-Igual que siempre-admitió el hombre, reprimiendo un suspiro al pensar en su progenitor-¡Pero estoy seguro de que podrá recuperarse!

Tengen se abstuvo de responder a eso, pero, ninguno de los Pilares, salvo el propio Kyojuro, creía que algo así fuera a pasar. Y cuánto antes se dejase de mentir a sí mismo de esa manera, mejor, pero eso era algo que tenía que darse cuenta Kyojuro por su cuenta.


Mitsuri Kanroji trataba de no temblar, por fin lo había conseguido, entrar a formar parte de los Pilares era un gran honor.

Miró de reojo a los que, desde ese momento, eran sus compañeros y sus ojos se detuvieron un momento en el Pilar de la Llama, Kyojuro Rengoku. Con la expresión solemne que tenía era difícil adivinar lo que estaba pensando, pero la chica estaba convencida que, quien había sido su maestro, estaba orgulloso de ella.

Después de eso observó a los otros Pilares, debía reconocer que esos cinco desprendían un aura intimidante, digna del puesto que ocupaban en el Cuerpo de Cazadores de Demonios.

Aunque, si alguno destacaba en eso, era sin duda el Pilar del Viento, Sanemi Shinazugawa. Un hombre joven de cabello rubio casi blanco. Tenía la cara llena de cicatrices y, gracias a que llevaba el pecho descubierto, la joven podía atisbar ahí la presencia de otra más. Casi parecía estar exhibiendo con orgullo aquello, y Mitsuri no pudo evitar envidiar su valor, ella jamás se atrevería a presumir de algo así.

El grupo contaba sólo con la presencia de una mujer, Shinobu Kocho, la Pilar de los Insectos. Una mujer menuda, de pelo y ojos oscuros. Llevaba el cabello recogido en moño sujeto por un pasador con forma de mariposa de color añil. Por encima del uniforme de los cazadores de demonios, una chaqueta y unos pantalones negros, llevaba un haori gris que simulaba el patrón de las alas de una mariposa, con tonos rosados y turquesas a la altura de las mangas. Llevaba los labios pintados, otorgándole así una apariencia bastante hermosa y femenina.

Si los dos anteriores destacaban por su aspecto aterrador y su belleza respectivamente, el Pilar del Sonido, Tengen Uzui, destacaba por su aspecto estrafalario. Al igual que los otros dos, era joven, un hombre que debía rondar los veinte años. Tenía el pelo albino, recogido en una pequeña coleta. En la frente llevaba una bandana blanca, decorada con, lo que a Mitsuri le parecían, tres piedras preciosas blancas grandes y otras tres de menor tamaño. Sus ojos eran rojos y penetrantes, teniendo en el izquierdo una serie de líneas rojas, rematadas en puntos grandes y pequeños. Sin duda, una forma de maquillarse bastante peculiar.

El Pilar del Agua, cuyo nombre era Giyu Tomioka, en cambio, no destacaba demasiado. Un hombre joven, de ojos azules y pelo negro recogido en una coleta. Lo único que destacaba realmente en él era la expresión que tenía, completamente desprovista de emociones, haciendo imposible averiguar qué estaba pensando. Por encima del uniforme estándar de los Cazadores llevaba un haori de dos colores, la mitad derecha era roja mientras que la izquierda tenía patrones geométricos de colores verdes, amarillos y naranjas.

Por último estaba el Pilar de las Rocas, Gyomei Himejima. Un auténtico gigante, que fácilmente debía superar los dos metros de alto. Tenía el pelo negro, corto. Una cicatriz le surcaba la frente de forma horizontal. Sus ojos eran de tonalidad lechosa. Era ciego, aunque eso no parecía ser impedimento para desempeñar sus labores como Pilar. Alrededor del cuello llevaba un collar de cuentas rojas de gran tamaño y en sus manos sostenía cuentas de oración, de menor tamaño de las de su collar. Parecía ser un hombre bastante religioso, pensó Mitsuri al ver las inscripciones budistas que el hombre tenía puestas en su haori verde.

Lo que pasó a continuación la pilló desprevenida. Nada más llegar el patrón, un hombre de cabello negro corto, los seis Pilares hincaron la rodilla y miraron al suelo en señal de respeto, algo que ella, con mayor torpeza, imitó.


El patrón observaba a los allí reunidos con una sonrisa. Siempre se alegraba de celebrar esas reuniones y tener la oportunidad de verlos. Miró con interés a Mitsuri Kanroji. Una joven bastante talentosa, pensó, llegar a ser Pilar en menos de un año, así como inventar un nuevo estilo de respiración, no eran hazañas menores.

-Buenos días, mis queridos Pilares-saludó, contento.

-¡Nos alegra ver que goza de buena salud, mi patrón!-respondió, con mal disimulado entusiasmo, Rengoku.

-Mitsuri Kanroji-dijo el patrón, Kagaya Ubuyashiki, haciendo que ella le mirase-¿Servirás desde ahora al Cuerpo de Cazadores de Demonios como Pilar del Amor?

-¡Sí!-exclamó la joven enseguida mirando al frente.

Ubuyashiki asintió contento. Le habría gustado celebrar en condiciones el nuevo nombramiento, pero, con la situación actual con los demonios no era algo que pudieran permitirse el lujo, los Pilares no podían perder más tiempo del estrictamente necesario.

Decidió ir al asunto que más le preocupaba en esos momentos, era hora de revelar la existencia de Nezuko Kamado al resto de los Pilares, pensó.

-Hay algo que debo contaros-empezó a decir-Lamento haber esperado tanto para deciros esto, pero era algo necesario.

-No necesitáis disculparos, patrón-respondió enseguida Uzui, serio. Todos notaron que, por alguna razón, Rengoku se ponía algo tenso.

-Hace dos meses, Kyojuro encontró a un demonio recién convertido capaz de resistir el hambre-anunció Ubuyashiki.

Tras esa declaración en el jardín reinó un silencio sepulcral mientras las miradas de los Pilares se clavaban en Rengoku, incrédulos ante aquello.

-¡Y sigue sin devorar humanos!-declaró Kyojuro mirando a su líder-¡Aunque lleva todo este tiempo dormida!

-¡Espera un momento!-gritó enfurecido Sanemi-¡¿Qué es eso de que has perdonado la vida a uno de esos despreciables demonios?!

Kyojuro no tuvo tiempo de responder a aquello, pues su compañero le agarró de la chaqueta, con intención clara de darle un puñetazo, que el otro bloqueó con facilidad.

Antes de que la situación pudiera escalar aún más, Ubuyashiki puso orden-Fui yo, tras leer su carta, le autorizó a mantenerla con vida-explicó.

-No lo entiendo, patrón-protestó Uzui-Los demonios son criaturas sin escrúpulos que sólo piensan en devorar humanos.

-Eso, aunque es el caso habitual, no es siempre cierto-confesó Kagaya-Nezuko Kamado no es el primer demonio que puede subsistir sin comer humanos.

-¿Ha pasado antes entonces?-preguntó Giyu Tomioka.

-Ahora mismo hay dos demonios que están fuera del alcance de Muzan y que no comen humanos.

Shinobu Kocho observó seria al patrón. ¿Desde cuándo sabía eso y por qué se lo había callado? era algo que todos se preguntaban, aunque, ninguno con la misma desesperación que la Pilar de los Insectos, si su hermana, cuando estaba con vida, hubiera llegado a saber eso…Apretó los dientes al sentir que la rabia la inundaba en oleadas y trató de reprimirla como pudo.

-Hace dos meses, según sospechamos, Muzan Kibutsuji acudió personalmente a asesinar a todos los miembros de la familia Kamado-relató Ubuyashiki-Sólo sobrevivieron dos, Nezuko, que fue convertida en demonio y la hija mayor, Sumiko, quien estaba ausente en ese momento.

-¡Los cuerpos estaban intactos!-añadió Rengoku, tratando de defender aún más su decisión-¡Ni una sola mordedura en los cinco cuerpos!

-¿Estás completamente seguro de eso, Rengoku?-preguntó Kocho, seria.

-¡Completamente!

-¿Y qué desea que hagamos, patrón?-preguntó irritado Sanemi-¿Qué miremos a otro lado?

-Me gustaría que le diérais una oportunidad-reconoció el hombre-Aún tenemos que averiguar por qué atacó a esa familia. Y creo que mantener con vida a las dos supervivientes nos dará, con el tiempo, las respuestas que buscamos.

-Si ese es vuestro deseo, mi patrón, lo respetaré-intervino entonces Kanroji, seria. Confiaba en el criterio de Ubuyashiki.

Poco a poco, aunque a regañadientes, los otros cuatro se vieron obligados a ceder ante eso.


Bueno, y hasta aquí es el primer capítulo de esta historia. Espero que os haya gustado. He decidido que iré subiendo los capítulos mensualmente, para tener suficiente tiempo para ir escribiendo.

Así que, nos vemos el mes que viene con el segundo capítulo.

¡Hasta la vista!