Notas Iniciales: Continuemos con este shortfic, juju.
Cap 2. Sabores Primarios
Eran exactamente las seis en punto de la mañana, nadie, salvo algunos sirvientes rondaban los pasillos de la mansión Vessalius, apresurados en cumplir las primeras labores del día. Seguían un reglamento impuesto por el administrador del lugar, todos programados a complacer a los señores de la casa, quienes se descubrieron atendiendo asuntos de suma importancia la recién terminada noche. Esa noche cierta joven de largos cabellos castaños se había hospedado en la habitación del primogénito Vessalius, cuya hospitalidad nunca fue blanco de conjeturas irreparables al ser un muchacho de presumible sentido de responsabilidad, uno que no se vio afectado en ningún momento por la presencia plebeya de Alice. Jamás sospecharían la clase de practicas que realizaban a solas en aquella enorme recamara, labio sobre labio en un beso que no parecía dispuesto a cesar mientras eran consumidos los minutos sin llegar a detenerse.
Un gemido plagado de excitación se escapó entre el húmedo contacto de ambas bocas cuando debieron separarse un poco para recuperar el aire que perdieron en el promiscuo encuentro de sus lenguas, pero esta distancia no duró mucho cuando la necesidad carcomía el nulo autocontrol que los dos conservaban. Oz no podía despreciar a la chica cuya imaginación se había vuelto creativa repentinamente, tenerla sobre él aumentaba la adrenalina y se negaba a evadir por más tiempo la iniciativa salvaje con la que lo interceptaba cada vez que les brindaban cierta privacidad en la mansión.
—Haz estado muy caliente estos días, Alice. ¿Te sucedió algo?
—Sólo... creí que sería conveniente hacer un ligero cambio al modo de emplear nuestra relación —respondió Alice con sinceridad, excitación superando a la razón.
—Ya veo. —El joven Vessalius le restó importancia al asunto para devolver los ansiosos labios de la castaña a su boca. No tenía idea de qué era lo que había pasado con la altanera pero tímida Alice de la que él se había enamorado pero podía admitir que este nuevo lado de ella le gustaba inmensamente.
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Más tarde Alice se encontraba surcando los frondosos jardines del lugar, los deberes aristocráticos de su novio les habían separado pero estaba curiosamente relajada después de que se hubiesen adentrado al placer del que tanto estuvieron gozando semanas posteriores a su visita en la mansión Rainsworth, la cual le había dejado (además de satisfactorios recuerdos) una larga lista de juegos que podría usar para seducir a Oz, tomando en cuenta también su gusto por grabar sus encuentros para la prosperidad.
Estaba observando con cuidado los rosales que adornaban los altos portales donde caminaba cuando sus ojos visualizaron la figura de Gilbert, ubicado de pie junto a la fuente del verde terreno, fumando con entrega un cigarrillo, cuyo humo era despedido a la atmósfera cada cuantos segundos. Inconscientemente bufó exasperada pero decidió aproximarse a su posición ya que lucía bastante distraído y eso no representaba una buena señal cuando era su archi-rival de amor, a quien debía mantener en constante vigilancia, pues podría arrancarle de las manos a Oz en cualquier momento.
—Oye, Cabeza de algas —le llamó ganándose la mirada irritada que este siempre le dedicaba.
—¿Qué quieres, Estúpido Conejo? —cuestionó el hombre de negra cabellera volteándole la cara, acción que consiguió hacerla molestarse en cuestión de segundos.
—¡De ti, nada! —exclamó—. Sólo me preguntaba qué hacías.
—Tomo mi descanso, como puedes ver.
Tras sus palabras no hubieron más comentarios, tan sólo el silencio y la quietud que regalaban los jardines a esas horas de la mañana. Los rayos solares les interceptaban traviesos y una ventisca cálida agitó las copas de los arboles junto a las hojas de los rosales plantados en zonas estratégicas, arrancándoles varios pétalos en el proceso, cuyo perfume desfiló entre las ráfagas de viento hasta llegar a sus narices para continuar su camino por los largos senderos verdes del ambiente. Entonces Alice se encontró devastada por una inminente curiosidad que fue incapaz de contrarrestar, más cuando tenía la oportunidad de abastecerla debido a la compañía de Gilbert tan próximo a ella; con las circunstancias avanzando a su favor de esta manera no podía simplemente desperdiciar la ocasión.
—Oye, ¿cómo te enteraste de Sharon Rainsworth? —cuestionó. Gilbert no respondió enseguida, jugando el papel del ignorante—. ¿Cómo te diste cuenta de lo que ella hacía? Me parece que tengo derecho de saberlo ya que ambos somos culpables de engañar a Oz así.
Con un movimiento sutil de muñeca el joven de cabellos oscuros dio una nueva calada a su cigarrillo, expulsando el humo después de inspirarlo profundo a sus pulmones. Y con su vista perdida en el cielo presumía encontrarse meditando profundamente la respuesta, quizás renuente e indeciso en dar inicio a revelar sus secretos.
—Como debes saber, mi hermano y yo fuimos adoptados por el linaje Nightray. Al ser hijos adoptivos se nos es encomendado tomar responsabilidades del Abyss con el objetivo de abrirle paso a los herederos legítimos. Yo me hago cargo de dar un paso al frente cuando los negocios con otras agrupaciones no son los esperados, mi hermano... está a cargo de "apremiar" a nuestros socios cuando algo sale bien.
—¡Eso no me explica nada, Cabeza de algas! ¡Eso sólo me da a conocer la clase de aberraciones que son ustedes dos! —replicó Alice exaltada, irritando a su acompañante con suma facilidad.
—Si me dejaras terminar no te matarías las pocas neuronas que tienes, Estúpido Conejo.
—¿¡Qué dices!? ¿¡Acaso quieres pelear!?
—El caso es que mientras atendíamos una negociación, le escuché decir que la tercera dama Rainsworth había ascendido rápidamente en los puestos del Abyss y, ya que mi hermano siempre la ha visto como una rival para los negocios, supuse que podría tratarse de una asociación similar a la suya y decidí investigar un poco al respecto. Conseguí su número, llamé a su oficina y de ese modo fue como conocí lo que verdaderamente hacía.
—Entonces, ¿anduviste a ciegas, eh? Nunca me lo hubiese imaginado, por un instante creí que todo esto tenía que ver con los intereses de tu familia.
—Imposible, si mi hermano llegase a enterarse me metería en serios problemas, por lo tanto te estoy confiando información clasificada, más vale que la manejes con sabiduría ya que cargarás con esto toda tu patética vida —amenazó dirigiéndole una mirada glaciar.
—Si, si, lo que digas. Sin embargo, eso no me dice porqué decidiste llevarlo a cabo y además involucrarme.
—Yo no te involucre, sólo te di una sugerencia. Dependía de ti escucharme o no —finalizó, tirando la colilla a la orilla de la fuente donde yacían muchas otras para pisarla y marcharse en definitiva de ahí sin atreverse a mirar de nuevo atrás.
Mientras se alejaba del perímetro los recuerdos invadieron de forma involuntaria su cabeza, sintiendo cómo el calor en sus mejillas se le subía hasta el cerebro, alimentando con lujuria la satisfacción en sus recuerdos, desde el momento en el que escuchó a través de la bocina aquella sensual y melodiosa voz hasta que se topó de frente al ente principal de sus indecorosos apetitos carnales.
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Una semana atrás...
Con las inquietudes a la orden del día, Gilbert se había descubierto nervioso e inconvencido de continuar con aquello, y es que ahora más que antes le pareció absurdo siquiera andar a escondidas por las mugrientas callejuelas de diversos barrios sólo para encontrar su destino en una nada digna puerta trasera en el recinto Rainsworth, quienes se suponía se habían convertido en potenciales enemigos del mercado ilegal. Su padre y hermano adoptivo podrían fusilarlo por lo menos de este escandaloso capricho pero se obligó a recordarse la razón primordial de su osadía: su relación con Oz no había sido de las mejores esos últimos días. Temía que el cuerpo esbelto y excentricidad de la nueva novia de su amo fuese a transformarse en un peligro considerable ya que era la primera vez que el joven Vessalius prefería otras compañías a la suya. Estimulando su fuerza de voluntad con estos pensamientos fue como se atrevió a golpear la puerta con los nudillos. Tres golpes, nada. Tres golpes más que crearon un intervalo bastante prolongado hasta que finalmente hubo respuesta.
—Ahora voy~ ahora voy~ —canturreó una voz alegre antes de que se abriera la puerta mostrando a un individuo de alargadas mangas con una muñeca perfectamente alineada sobre su hombro, quien apenas visualizarlo no se limitó en dedicarle una sonrisa un tanto burlona, misma que provocó en Gilbert un escalofrío nada agradable.
—Buenas noches, soy...
—Gilbert-kun, ¿no? Bienvenido —le interrumpió el albino, realizando enseguida un gesto de sus manos—. Pase, por favor, la señorita le está esperando.
Con la tensión a flor de piel Gilbert quiso ignorar el tipo de honoríficos que aquel sirviente de blancos cabellos había utilizado con él, no quería pensarlo demasiado ya que aún no estaba seguro de qué era lo que estaba haciendo a altas horas de la noche en ese lugar, después de todo ni siquiera sabía si las palabras que había intercambiado con la Ama y Señora de aquella mansión fuesen ciertas y no se trataran más que de una cruel maniobra para engatusar victimas. Tal vez su posición actual fuera la de una presa entrando ingenuamente a la boca del lobo, a merced de depredadores importantes como aquel individuo de pasos rítmicos que no llegaba a inspirarle la menor confianza.
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Surcaron los oscuros pasillos iluminados tan sólo por algunos faros de luz rosada que adornaban los muros de fino papel tapiz, sin reducir o apresurar el movimiento de sus piernas sobre los suelos de blanco azulejo, despertando la ansiedad en el -de por si- agitado corazón de Gilbert, quien deseó con todas sus fuerzas tener la libertad de fumarse al menos un único cigarrillo. La caminata se extendió por varios minutos más de lo esperado pero al fin llegaron al sitio que presumía ser el punto de reunión. Gilbert se mordió los labios. De pronto comenzaba a sentirse claustrofóbico con la distancia de una pared a otra.
—La señorita está adentro —escuchó decir al extravagante sirviente, el cual se giró dedicándole una sonrisa que distaba mucho de aquellas que le había dedicado con anterioridad; aquel gesto parecía más personal, amenazador, y Gilbert desconocía la causa de ello, más no se atrevió a comentar algo al respecto—. Desde que hablaron por celular, ella se ha sentido muy intrigada en usted, así que me disculpo si llega a comportarse impropia. Es la primera vez que atiende un caso como el suyo, ¿sabe?
Sin entender el significado de aquella declaración, Gilbert vio las puertas ante ellos ser abiertas para dar una visión clara del sitio donde reposaba un escritorio de madera brillante en conjunto con un elegante sillón terciopelo y dos sillas de menor presencia delante de este vistoso mueble. Extrañado por la soledad del lugar, el joven siguió al albino al interior mirando de un lado a otro en busca de la tercera dama del afamado linaje ducal, sin sospechar de la figura que descansaba a un extremo de las puertas con la mirada cabizbaja y el porte de un feudal forrado dignamente con un uniforme negro; éste se separó del muro con desfachatez cuando su sirviente se recargó en un extremo del escritorio, caminando cual modelo sobre una prestigiosa pasarela.
—Bienvenido a mis dominios, Gilbert-san. —El aludido se giró hacia su solicitante después de un inesperado sobresalto, sintiendo a la vergüenza bullir descontrolada en su interior luego de identificar a la tercera dama Rainsworth debajo del apuesto joven de traje entallado, quien le miraba con injustificada picardía, iluminando con ello los colores llamativos de sus finos irises—. Permítame presentarme apropiadamente. Soy Sharon Rainsworth, heredera legitima del poderoso linaje Rainsworth, tercer dama de dicha nobleza y también candidata voluntaria del Abyss. Aunque también puede llamarme "Onii-chan".
—¿P-Por qué está vestida de ese modo? —cuestionó Gilbert confundido.
—Sino mal recuerdo, entre sus especificaciones usted mencionó que su orientación sexual es una, ¿no es cierto? —señaló Break agitando el dedo anular con cierto desdén—. A la señorita le gusta cumplir con las pautas de sus clientes a la perfección, era natural que se vistiera de hombre para complacerle a la vista. Por supuesto, es un hecho que ella se verá hermosa con cualquier prenda que porte.
—Oh, por favor no sigas, Xerxes-nii. Me harás sonrojar.
—¡O-Oigan! ¡Esperen! —exclamó Gilbert alterado, no comprendía absolutamente nada de lo que estaban hablando aquellos sujetos, era incapaz de procesar tanto a la vez en su ajetreada cabeza, pues en aquellos momentos sólo podía suponer que la allegada noble del Abyss no era más que una mera prostituta en el manejo de diversos ambitos sexuales, al menos era eso lo que suponía—. ¿A qué se refieren con "complacer"? No recuerdo haber solicitado algo como eso.
—No se preocupe, Gilbert-san. Aunque es cierto que me muestro ante usted con esta apariencia, no seré yo quien de cumplimiento a sus exigencias —explicó la joven con amabilidad—. Yo me convertiré en un guía para que su deseos sean capaces de estabilizarse en su mente y en su boca —dicho esto se llevó una mano a los labios con enardecimiento glotón, ansiosa por iniciar las lecciones—. Break...
—Si, señorita —asintió el albino comenzando a desabotonarse las ropas ante la miradas expectantes de Sharon y Gilbert, siendo éste último quien no podía creer que realmente estuviera sucediendo aquello, simplemente era imposible que de verdad fueran a cumplir sus amenazas. En esos momentos estaba demasiado atareado para poder reaccionar como era debido, pues su cuerpo entero no dejaba de temblar de nervios.
—E-Esperen...
—¿Oh? ¿Significa entonces que no quiere esto? —cuestionó Break sonriendo dubitativo.
—Y-Yo... es que...
—¿Lo ve? No está seguro, así no podré dar lo mejor de mi para que se lleve a cabo.
—Sólo desabróchate el pantalón, Break —instruyó Sharon, quien se había mantenido como una simple espectadora hasta ese momento, avanzó varios pasos y de forma seguida se giró hacia su huésped con dulzura—. Gilbert-san, entiendo que todo esto le resulte algo descabellado ya que usted es la clase de hombre que sólo haría esta clase de cosas con la persona que quiere. Pero debe entender que nuestras acciones, así como las de nuestros clientes, son clasificados y nadie se dará cuenta aún con las influencias de un noble como Oz-sama. —Gilbert se tensó de pies a cabeza ante la descabellada mención de su pareja, pues no esperaba que aquella dama tuviera en sus manos información tan valiosa y tan secreta—. Sin embargo, cabe en usted la elección final de seguir o retroceder ante sus objetivos románticos. Nosotros no vamos a interferir ni tampoco a arruinar su relación, nuestro trabajo es brindar un impulso, nada más que eso.
El joven cuervo reflexionó con cuidado aquellas palabras, poniendo sobre la mesa ventajas y desventajas mientras se convencía de tomar una pronta decisión, él se había involucrado en esto por su cuenta después de todo, sin mencionar que sentía una tremenda curiosidad bullir en todo su organismo como ácido quemando por completo sus entrañas, mareándolo.
—Si aún así ha decidido desistir terminaremos este encuentro pero, si quiere que todo retome su curso y le muestre los placeres del sexo oral, sólo debe llamarme Onii-chan.
— …Entonces, Onii-chan —respondió con absoluta vergüenza, sintiendo cómo se iban calentando cada pequeño trozo de su cara, manteniendo su mirada cabizbaja sin saber de qué manera proceder, sus manos le temblaban producto de la incertidumbre.
—Oz-sama estará feliz con esto —asintió la joven avanzando con hostil seguridad hasta su sirviente, quien ya se había relajado con su pantalón desabotonado y el cierre del mismo abajo; bastó tomar una posición a un costado de él para que Sharon pudiera proseguir—. Le aseguro que mi sirviente Break es el apropiado para llevar a cabo esta prueba, aunque no lo parezca su resistencia es incomparable. Apuesto a que será capaz de llevar la mejor practica oral sin que nos veamos obligados a posponer la reunión, y su entrenamiento como activo habrá ascendido satisfactoriamente en una sola noche.
—Sin embargo, debo advertirte algo. —El albino tomó la palabra de forma osada, interrumpiendo a la misma Sharon Rainsworth para mostrarse altanero ante la mirada nerviosa del joven Nightray—. No soy alguien fácil de complacer, así que estaré evaluando con singular alegría tu capacidad a lo largo de la pobre e inexperta jornada.
Sintiéndose inevitablemente ofendido por tales palabras, Gilbert reprimió una replica con suma dificultad. ¿Quién se creía aquel desgraciado para hablarle de ese modo en todo caso?
—No le tome importancia a sus provocaciones por favor, Gilbert-san —le disculpó Sharon gentil, contrastando la mueca retadora dibujada en el rostro de Break—. Puede acercarse.
No sin antes dudar y considerar seriamente el cambiar de opinión, Gilbert se aproximó inseguro hacia sus dos solicitantes para luego arrodillarse entre el par de piernas abiertas que sugerían ser su lugar destino a partir de ese momento. Quizás no fuera el hombre más experimentado de su edad pero no era estúpido, sabía lo que aquellos individuos de dudoso honor esperaban que hiciera para dar inicio a lo que -aseguraban- era su principal objetivo: guiarlo en una practica que debía mejorar un poco la intimidad con su amante Oz.
Retiró sin pudor o delicadeza las prendas que impedían el paso a aquel miembro, encontrándose con un pene inesperadamente rosado, cuyo glande tenía una forma curiosa. Gilbert había visto penes pálidos o excesivamente colorados pero aquel tenía un color que distaba mucho de los que había visualizado a lo largo de su vida sexual, por lo que le fue complicado ignorar semejante detalle, quizás porque jamás había visto el pene de un albino ni tampoco uno tan falto de interés a su presencia. Llegado a este punto no sabía cómo continuar, realmente era virgen e inexperto en el trato oral, jamás había tocado con su boca esa zona del cuerpo humano.
—Como primer consejo le sugiero que se acostumbre al sabor, puede lamerlo o besarlo de acuerdo al orden que lo prefiera —comentó Sharon, su acento teñido de modesta diversión, como si en aquel momento hubiera recordado algo en especial.
—¿En verdad puedes hacerlo, Gilbert-kun? —cuestionó el otro de forma burlona, cubriendo con su larga manga una parte de sus curveados labios. Su pregunta al joven cuervo sin duda lo molestó y de esto se percató el albino—. ¿Oh? ¿He herido tu orgullo?
—El amor propio de los nobles adoptivos son interesantes —vociferó una voz chillona que parecía provenir de la muñeca al hombro de Xerxes mientras ésta se agitaba y crujía, a la vez que la burla hacía soltura en la sonrisa del autor de semejante provocación.
Gilbert se sintió aún más molesto por lo cual no volvió a restringir el paso de su boca a explorar aquella extensión, comenzando por besar la pálida corona del glande para proceder con el falo. Tras gestar una mueca Break se permitió observar con más detenimiento el trabajo de aquel hombre de ojos dorados, el cómo lentamente se familiarizaba con su miembro hasta finalmente atreverse a exponer su lengua a la atmósfera para unirse a la sección. Al principio Gilbert se mostró tímido pero no tardó mucho en acostumbrarse a ello, pues ciertamente no era tan malo como otras zonas que ya antes se había aventurado empapar con su saliva, tampoco podría quejarse del vello, pues la presencia de tal era casi nulo en la piel albina mientras Sharon se admiraba de la inocencia que tenía el joven incluso para aquello. Y con una corta risa le indicó a Gilbert estar surcando por buen camino.
—Me parece que estás listo para pasar a la segunda etapa —indicó a su huésped poniendo especial atención a la respiración de su sirviente, pues aunque no hubiese mutado considerablemente, comenzaba agitarse con el ritmo que había tomado la lengua ajena. Con sutileza se alejó de su posición y se inclinó sobre la pierna de Break para mirar al otro directamente—. Lo siguiente que harás será introducirlo a tu boca tanto como puedas pero no te apresures en forzarlo a tu garganta, eso lo irás intentando conforme lo toleres. —Gilbert asintió, más no esperaba que la joven dama se apresuraría acomodarse a un costado suyo tan repentinamente—. Quiero que me observes con atención, tómalo como referencia cuando sea tu turno, esto también agilizará los sensores de Break.
Apenas terminar de hablar Sharon introdujo el miembro a su boca, provocando que Break se estremeciera con anticipación, gestando en sus facciones una expresión de ligero placer en tanto la cabeza de la joven Rainsworth comenzaba a moverse de adelante hacia atrás, abarcando un mayor perímetro en cada hostil embestida. Las manos de Xerxes se movilizaron a tomarla de los cabellos, no importándole tirar lejos el sombrero de tres puntas que los cubrían, desatando una cascada de cabellos largos en el proceso. Las pálidas mejillas adquirieron un color rojizo enseguida y su respiración se había acelerado indudablemente.
Gilbert estaba sorprendido de lo sencillo que había sido para la tercer dama agitar de tal manera a un hombre que había lucido estoico y sin remedio desde que lo había visto en la entrada, pues incluso lucía mucho más sensible de lo que había creído al principio. Se sintió excitado por los gemidos que liberaba entonces y esto lo asustó al instante, ya que se suponía que le era imposible sentirse así por una escena tan vulgar. Los movimientos de Sharon eran constantes, cubrían el pene de Xerxes por completo, incluso llegaba atreverse a tenerlo dentro de su garganta unos segundos sin moverse para continuar con mayor intensidad, provocando que la espalda de este se arqueara, extasiado con aquella alucinante habilidad, casi luchaba contra su propia necesidad de venirse.
—Sharon... —gimió con dificultad, advirtiendo la pronta culminación, una a la que Sharon respondió liberando el endurecido miembro y recuperando desesperadamente el oxigeno que había perdido en su impetuosa interpretación; hacía mucho que no la llevaba al limite como en ese preciso momento y tal la había dejado agotada.
Recuperó aliento y se giró en dirección a Gilbert, quien estaba anonadado por las mejillas ligeramente coloradas de la tercer dama del linaje Rainsworth, sin duda alguna era excitante toda aquella situación con ella respirando de forma agitada y Break relamiendo sus labios mientras le miraba con ansiedad, con deseo. Ni siquiera necesitó recibir la indicación de dar inicio su propio trabajo, tomando a Xerxes por sorpresa, razón por la que sólo pudo ahogar una replica.
—No te resistas, Break —pidió Sharon al ver en el rostro de su sirviente placer total.
Se había dado cuenta que Gilbert era la clase de amante al que le gustaban los retos y el verla a ella actuar había activado una actitud dominante en él, pues consiguió percatarse de la mirada glaciar que le había dirigido cuando vio en ella la capacidad de someter a cualquiera que desease, por lo mismo le había advertido con sólo mirarla que él no se quedaría atrás; la había amenazado con su silencio en compañía a sus acciones. El primer gemido escapó con fuerza aunque Break habría querido retenerlo dentro de su garganta y, esta vez sin preferirlo, terminó sosteniendo entre sus largos dedos la negra cabellera del Nightray. A regañadientes debía aceptar que el cliente de su ama había comenzado a mejorar a pasos agigantados, cada vez era más rápido, a cada minuto su boca se volvía mucho más exigente y violenta.
—¡Mierda... ! —exclamó atacado por una serie de espasmos y estremecimientos que habían empezado a marearlo, sentía el producto de su orgasmo cerca, endemoniadamente cerca. Gilbert se sintió sonreír en su interior, sin detener un instante las bruscas embestidas, satisfecho por haber conseguido hacer al albino maldecir en consecuencia del incuestionable placer que estaba provocándole.
—¿Qué le pasó a tu resistencia, eh? —cuestionó con burla Gilbert antes de dar continuidad a su trabajo, no dándole tiempo al otro de contestar, atinando tan sólo en afianzar el agarre de sus dedos en los largos cabellos. Aquel comentario a Sharon le causó una sonrisa.
—E-Estoy... S-Sharon... —Xerxes tartamudeó, preso de las sensaciones.
—Continúa, Gilbert-san. Hazlo terminar.
Gilbert obedeció. Break rasguñó el borde del escritorio, inclinándose lentamente hacia atrás, al fin drogado por el extasis al que era sometido ahora que era incapaz de hacer otra cosa más que sentir la garganta abierta de Gilbert alrededor suyo hasta que alcanzó el orgasmo y la cavidad del joven Nightray sintió la invasión amargar su sentido del gusto. Estaba hecho. Esta sería la primera vez de muchas en sus noches junto a Oz Vessalius.
To be continued.
Notas Finales: Como aclaración, Abyss (término principal empleado en el anime/manga) es el nombre con el que haré referencia al Bajo Mundo, que es donde se llevan a cabo diversos negocios como el narcotráfico y tratados ilegales de la sociedad moderna.
