Mi primer fic de Candy y Anthony, espero sea de su agrado
¿Espejismos?
Cap.1 Sabores amargos
Bebió la porción necesaria de la medicina y el efecto se hizo pronto, sus músculos se fueron calmando ante la incomodidad de la enfermedad, la relajación sería tal que le ocasionaría ganas de dormir y así fue, un gemido parecido a un agradecimiento se hizo en su garganta antes de sucumbir al sueño. La chica tomó una cobija del armario y la colocó sobre la mujer mayor quien, ya estaba roncando quedamente, estaría así hasta la hora de la comida, le haría bien, ella acomodó las pocas cosas que daban la pinta a "Desorden" y salió al balcón sentándose en un banco de madera, llevándose un libro de novelas para leer mientras dejaba a la señora descansar. Era un día maravilloso y soleado, el viento fresco darle tiernas caricias a la cara, removiendo su flequillo suelto, el canto de los pájaros reavivar el ambiente, el color de las flores adornar con viveza; un cuadro muy agradable para ella ocasionándole una sonrisa.
Cada que estaba ahí le gustaba darle una mirada a ese lugar, un sitio que definió como palacio, no encontraba otra palabra, un bello palacio con el que soñaba en su tierna y triste infancia, un palacio donde ella era una bella princesa con vestidos rosas y esponjosos, caballos blancos que cabalgar, pero sólo con un afamado príncipe azul, un hombre alto y guapo; ah... la imaginación de la niñez... su realidad no es así, si, vive en un "Palacio" pero ella no es la princesa de ese sitio, no obstante, no le quita la alegría de conocer y vivir algo distinto, algo bonito, servir en ese "Palacio" no le entristece, por el contrario, el hecho de vivir ahí es más de lo que podía pedir, tener el trabajo de cuidar a una mujer de carácter muy difícil no es malo, ella... ha tratado con seres más despreciables, el carácter de la mujer llamada Elroy Ardley no le afecta, puede con ello.
Inhala y el aroma del jardín llena sus pulmones, olor hermoso que la vitaliza, si... esto es un palacio para ella y cada que amanecía, lo primero que hacía era agradecer a Dios por estar ahí, siempre lo decía en su pensamiento con constante perseverancia.
-No puedo pedir más -Pensó la chica con una sonrisa satisfecha, no ambiciona más, lo que tiene es más de lo que cree merecer.
Se puso a leer el libro disfrutando del agradable día soleado que Dios regaló hoy, su lectura fue exactamente de una hora antes de que llamaran quedamente a la puerta, ella se levantó con cuidado de no despertar a la señora Elroy, encontrando del otro lado a Dorothy.
-¿Qué sucede Dorothy? -Habló en voz baja.
-Una llamada de un sobrino de la señora, el joven Anthony, dijo que vendría mañana para pasar la tarde con ella.
-Se lo diré cuando despierte.
-Gracias Candice –La rubia cerró la puerta para volver a su lugar y retomar su lectura.
-A lo mejor tendré la tarde libre, entonces.
Pasó el rato y llegó la hora de la comida despertando a la señora, quien quiso comer en la mesa de su balcón, el día era muy agradable para desperdiciarlo en el gran comedor, donde sólo estarían ella y la chica que la asiste.
-Ya veo, bien muchacha... creo que puedes abstenerte de tus obligaciones por unas horas, con mi sobrino será suficiente compañía.
-Si señora -La mujer hizo un ademán para que se retirara de la habitación, la chica accedió y cuando estaba por tocar el picaporte de la puerta, el sonido de un cristal rompiéndose llamó su atención, un gemido de disgusto se hizo en la señora, la muchacha de inmediato limpió el desastre -, llamaré a Dorothy para que le traiga otra copa para su té helado, con su permiso.
-No tardes – Dijo en tono demandante, la joven salió rumbo a la cocina, no era buena idea hacer esperar a esa señora.
Sin embargo, mientras se dirigía a esa dirección y miraba los trozos de cristal que llevaba en una charola, le trajo recuerdos... nada bellos, sino agrios.
Flash Back
-¡Perra...! ¡Tú me robaste! -Gritó iracundo un hombre tirando al suelo una copa rompiéndose en pedazos y derramándose el licor barato, un hombre de mediana estatura, panzón y grasoso por el sudor.
-El alcohol ya te mareó, ¡Edward saca a este loco! -Gritó la mujer rubia al cantinero.
-¡Devuélveme mi dinero, perra! Sé que tú lo tomaste, ¿No sabes que no debes tomar dinero hasta que salgas del cuarto? ¡Le diré a Henry! -La chica se rio con mofa.
-¡Anda! Corre a decirle y verás como te va.
-¡Dame mi dinero! -El sujeto se le abalanzó, pero la chica al instante le arrojó un vaso chico que estaba en una mesa cercana, partiéndose en dos en la cien del hombre que comenzó a sangrar -¡Agh...! -Bramó con dolor y coraje –Maldita zorra... ¡Ven aquí! -Dio un paso más hacia ella, pero otro hombre se interpuso golpeándolo en la cara y tirándolo al suelo.
-Ya que hablas de dinero Bob, dame el dinero que te gané en las apuestas de ayer -Exigió un hombre corpulento y de olor aún peor que el otro.
-Eso no contó y además mi dinero lo tomó esa zorra de Esmeralda, ¡Quítaselo a ella!
-¿Qué dinero voy a quitarte si sólo tuviste para esa copa de licor barato? Eres un pobre diablo –Dijo la chica rubia con desagrado, cosa que enfadó a Bob.
-¿Me insulta una mujerzuela como tú?
-¿Lo tienes Esmeralda? -Preguntó el otro hombre, la joven extendió los brazos y puso cara de inocente.
-Claro que no... pero puedes averiguarlo "Minuciosamente" James–Dijo lo último sugerentemente al bajar un poco el tirante de su vestido rojo, eso estimuló al hombre que de inmediato puso una sonrisa lasciva.
-En ese caso espérame donde ya sabes precocidad, pero primero ajustaré cuentas con este imbécil, ¡Nadie toque a Esmeralda! Esta noche es sólo mía -La chica y demás hombres del grupo de amigos del sujeto rieron.
-¿Y te alcanza? -Preguntó de nuevo con ese tono "Ingenuo", el tipo sonrió maliciosamente mientras tocaba su bolsillo derecho del pantalón.
-Hasta el amanecer.
Dicho esto, se armó nuevamente una pelea en el cabaret, pues los amigos de James y los amigos de Bob se unieron a la lucha, los gritos, golpes, malas palabra se oyeron por doquier mientras la chica de ojos esmeralda, cabello rubio suelto y con vestido rojo que dejaba saber su bien formada figura, su rostro maquillado quizás con exageración, sobre todo en sus labios que eran cual carmesí; ella miraba desde las escaleras que llevaban a las habitaciones donde debían atender a los hombres que pudieran pagar sus servicios.
No tenía un favorito, ninguno era agradable y el olor de cada uno peor, sonrió satisfecha al ver que Bob quedó inconsciente después del golpe que le dio James y éste, que quedó "Vencedor" no disfrutó de su victoria pues un amigo de Bob le rompió una botella en la cabeza y se le fue a los golpes dejándolo débil y semi inconsciente en el suelo, la chica llamada en el sitio como Esmeralda subió a su habitación, sacando de entre su pecho el dinero que le robó a Bob.
-Los hombres son unos estúpidos -Entró a su habitación aun oyendo los gritos de la pelea, no fue tan mala noche, obtuvo dinero sin estar con uno de esos tipos.
Fin del Flash Back
-Gracias Dorothy.
-Aún quedó té helado y puedes tomar de los bocadillos que preparé -Dijo la chica antes de ir a donde la señora Elroy, Candice se dispuso a tomar un pequeño refrigerio, cuando terminase sus alimentos, la señora querrá dar unos pasos por el jardín, después una lectura o continuar con su estambre, es algo monótona la rutina con una señora mayor, pero... es mucho mejor a un cabaret.
Aprovechando los minutos a solas que tenía, fue a su habitación para continuar con la carta que aún no terminaba, releyó lo que escribió:
"Querida señora Pony, un gusto escribirle nuevamente.
Todo está tan tranquilo como siempre, no tiene de que preocuparse, las cosas son algo rutinarias aquí y no me importa, a mí me gusta, creo que la señora está conforme con mi compañía porque no ha mencionada nada de despedirme, así que podré permanecer aquí un poco más."
Escribió entonces lo que pensaba que era sobresaliente en ese lugar, y en cada palabra que ponía había una sonrisa sincera en la chica, le encantaría poder hablar de estas cosas simples con esa mujer a la que considera como una santa, pero no será posible en este momento, mientras tanto debe ser sincera en su escrito, más que escribir de su día a día, prefiere gastarse el espacio de la hoja blanca en agradecimiento, halagos verdaderos y no falsos a esa mujer a la que quiere con genuino cariño.
El sonido de una campanilla era el aviso para volver con la señora Elroy, guardó la carta para ir corriendo a donde esa mujer. Justo como pensó fueron al jardín donde le dio instrucciones al jardinero mientras ella estaba sentada frente una mesa donde preparaba el tejido de la señora.
-Quiero rosas blancas en el florero de la sala y en el comedor, son las favoritas de mi sobrino.
-Como ordene, señora.
-Niña... -La chica la miró - en cuanto llegue mi sobrino puedes irte, creo que no requeriré de tus servicios, pero quiero que traigas una lista de cosas mientras estas afuera.
-Si señora.
-De acuerdo, anota... -Candice tomó una libreta y lápiz escribiendo mientras le dictaban.
Al mismo tiempo... en el despacho de la oficina del banco de la ciudad, un joven apuesto terminaba lo que eran los últimos detalles de la junta con el encargado, le llevó dos horas y sólo pedía mentalmente ir a casa a descansar después de un largo día de trabajo, teniendo que ir a varios lados desde temprano.
-Entonces se hará lo acordado, gracias por su compresión señor Ardley y en agradecimiento hablaré con el superior para que agilice los trámites cuanto antes – El joven agradeció con un movimiento de cabeza dando una sencilla sonrisa, mientras guardaba los documentos en el portafolio -¿Qué le parece que si lo invito a comer en el restaurante del hotel Plaisir? Ahí estarán algunos colegas que pueden llamar su atención para un próximo negocio –el joven cerró el portafolio y se levantó de la silla, alzando la mano para tomar la del encargado.
-Se lo agradezco, pero será en otra ocasión pues tengo otro compromiso en puerta, en todo caso podemos quedar en una reunión la siguiente semana.
-Oh sería maravilloso –Dijo el encargado con mirada ilusionada.
El apuesto hombre se despidió y salió de la oficina, caminando directamente a su auto donde lo esperaba el chofer.
-A casa cuanto antes –Dijo y el chofer de inmediato condujo a su destino, estando en la privacidad del auto exhaló un suspiro de agotamiento.
-¿La junta fue exhaustiva? -Preguntó el chofer mirando por el retrovisor.
-Un poco, pero es lo normal, además la anterior reunión fue más complicada por las personas que traté, gracias a Dios ya terminó todo.
Sin mucha demora llegaron a su morada, el complejo de apartamentos Point Silver, su departamento era el número ocho de diez, la mucama lo recibió tomando su portafolio mientras el joven fue directo a su habitación, donde tomó asiento del sillón cercano a la ventana, exhalando un suspiro de agotamiento, después se sirvió una copa de wisky con hielo para refrescar su garganta. Estos momentos a solas era lo que había estado anhelando hace horas y era agradable poder tenerlas, al cabo de unos momentos después escuchó el teléfono sonar, un bufido de cansancio se hizo en su garganta, no quería otra junta de improviso, sin embargo, la mucama entró diciendo que era una llamada de sus primos, la cara de Anthony cambio por una más relajada tomando la llamada.
-Hola Archie.
-Vaya pensamos que no íbamos a encontrarte en casa, por lo general a esta hora sigues trabajando.
-Hoy quise tomarme la tarde libre luego de tres reuniones y la segunda fue la más quejosa, el señor Davis de la fábrica de textiles es difícil, quiere que todo sea a su entero deseo y lo peor es que estaba su esposa presente, su ceja se curvaba cada que decía algo que no los favorecía en el contrato.
-Pobre, de verdad te oyes cansado primo... ¡Lo que es genial! –Dijo el joven con tono entusiasta del otro lado del teléfono -Escucha Stear y yo planeamos un fin de semana en el velero de Terry, ¿Te acuerdas de él?
-Tu amigo actor.
-El mismo, nos invitó y suena tentador y tú puedes venir con nosotros Anthony, podrías relajarte de la mejor manera, créeme.
-Te lo agradezco, pero prometí visitar a la tía mañana, no la he visitado en varios días y creo que no es justo dejarla abandonada.
-¡Bah! No exageres, pero bien... puedes venir con nosotros después que la visites.
-Voy a pensarlo, les avisaré con tiempo para no atrasarlos.
-Opino que nos acompañes -Del otro lado del teléfono se escuchó que llamaban a su primo -, ya debo irme... piénsalo, por favor.
-De acuerdo, pero no prometo nada, adiós Archie y salúdame a Stear -Colgó el teléfono y le dio otro sorbo al wisky, su garganta se refrescó pero el sabor de su boca había adquirido un tono agrio –un velero... yo la conocí en un barco.
Ese sabor en su boca se intensificó así que tomó del licor dulce con hielo, a ver si con eso se le quitaba.
-...Natasha.
El teléfono sonó, contestó la mucama y al par de unos segundos llamó a su puerta.
-Llaman para confirmar su visita a la mansión de Lakewood.
-Di que no tiene de que preocuparse la tía -La mucama asintió y lo dejó de nuevo solo -, de verdad ha de querer que la visite, pobre de la tía Elroy.
Entretanto en la mansión la señora Elroy quedó conforme con el mensaje y prosiguió con su tejido, en el silencio de palabras, pero con la melodía de la naturaleza, mientras la chica que le asistía colocaba en una canasta todas las rosas blancas que el jardinero cortó.
-Sea cuidadosa con ellas, cuando viene el sobrino de la señora quiere que estén impecables.
-No se preocupe, creo que no lo hago tan mal –Dijo con una amena sonrisa, además de colocarlas en la cesta, les estaba quitando con una navaja las espinas.
-La señora no lo admitirá, pero este sobrino es su consentido, cuando vienen los señores Archibald y Alistair no manda colocar flores tan bonitas a su llegada.
-Ya conozco un lado más "Suave" de la señora.
-¡Mas rosas! -Dijo Elroy al otro lado del jardín, el jardinero dijo un "Señora", poniendo al instante cara de cansancio ante la privacidad del lugar y de la chica que sonría divertida.
-Me dejará los arbustos sin una sola rosa.
-Eso quiere decir que mucho lo quiere.
-Si...y que también quiere alegrarlo, pobre joven Anthony, pasó por un mal de amores que lo dejó muy triste, no sé los detalles, pero es algo que le ha acompañado desde hace un tiempo. Ah... juventud, tiempo para amar y llorar en un mismo vals.
-Es usted muy poético.
-Eso pasa por estar entre tanta flor hermosa como usted –La chica rio.
-Favor que usted me hace.
-¿Usted no ha pasado por un mal de esos que se padece en la juventud, señorita?
-No Vincent.
-No le creo, tan linda que es usted seguramente y tenía una tercia de enamorados.
-Pues si los había ni cuenta me di y la verdad no es algo que me llama la atención.
-Habló como si fuese una dama mayor, bueno disfrute su soltería, aunque será difícil con lo bonita que es, tenga cuidado cuando vaya al mercado, ahí le dicen "Zona de cacería" -Candice rio nuevamente.
…...
-¿Qué le parecen, señora Elroy?
-Adecuado, quería más rosas, pero ya no me da tiempo de encargarlas, me tendré que conformar con las del jardín.
Dicho esto, la mujer se retiró del comedor mientras la chica rubia acomodaba el florero donde le ordenaron, a ella le parecía muy bello el jarrón con todas esas rosas blancas, riendo por dentro el que la mujer mayor quería más, eso le decía cuánto ha de querer a ese sobrino.
-Es tan lindo, sabes hacer un arreglo floral.
-No juegues Dorothy, sólo acomodé las rosas, no es mucha ciencia.
-Pues a mí me parece muy lindo, le gustará al señor Anthony dime ¿Te dará la tarde libre?
-Se puede decir que si, sólo debo comprar unas cosas que me encargó.
-Ojalá pudiera acompañarte, pero oye... -Del delantal sacó unos folletos -están exhibiendo estas películas en el cine, podrías ir ya que estarás un par de horas fuera, te serviría como distracción.
-Te lo agradezco, aunque no me es aburrido estar aquí.
-Cosa que me asombra, las chicas de nuestra edad queremos ir a este tipo de lugares, estar aquí es mucha calma.
-A mí me gusta.
-Candice eres rara.
-Lo sé.
Otra sirvienta llamó por Dorothy para que fuese a la cocina, la chica de ojos amaranto se retiró mientras que Candice fue a la sala para darle los últimos toques al florero que también estaba rebosante de rosas blancas y al mover una sintió un pinchazo, una rosa todavía tenía una espina, Candice la tomó para quitarla, observando como en esa última espina había una pequeña gota de sangre por el roce.
Flash Back
-Gracias Oliver –Dijo la joven de dieciséis años por la rosa blanca que le regalaron, su corola era grande y de un color blanco como la luna.
-La corté para ti de la casa de unos ricachones, es más bonita en tus manos que en su jardín.
La chica sonrió alagada con un carmín en su cara, el joven acortó distancia para besarla, ella le correspondió, la caricia que comenzó con ternura, paulatinamente se hizo pasional, con evidencia mayor del abrazo que la cobijaba y pronto la chica sintió que las manos del chico de cabello negro iban desabrochando los botones de su vestido.
-O-Oliver...
-Te amo Candy... -Volvió a besarla el sabor pasional era innegable, las piernas de la niña temblaron como gelatina, así como su corazón que comenzó a latir por tal sensación.
-Espera... yo no...
-¿No me amas?
-Claro que sí.
-¿Entonces? ¿Por qué no demostrártelo? -Sus labios se posaron en su cuello otorgándole caricias desconocidas para la chica, se resistía, pero algo en su cuerpo no le obedecía como tal.
-O-Oliver...
-Te amo tanto... eres lo más lindo de mi vida...
-P-para... para mí tam-bién.. Ah...
No pudo dar más resistencia a las caricias cayendo al suelo de la habitación donde, conoció lo que era la pasión íntima entre un joven y una chica, nadie lo supo sólo esa rosa blanca.
Fin del Flash Back
Miró los folletos que Dorothy le dio, era para tres películas románticas, de las que le gustan a ella, para Candice no era llamativo. Otra vez en el día sonó la campanilla, la señora Elory querría su lectura de la media tarde.
Al día siguiente todo estaba preparado para la visita del sobrino, la señora quiso usar un atuendo nuevo que pretendía estrenar en alguna celebración, Candice vio que ella quería lucir impecable para su sobrino, ese tipo de detalles que tenía la mujer mayor, le provocaba ternura por una mujer de difícil carácter como ella.
-Adecuado.
-¿Quiere revisar la lista que me dio?
-No es necesario, no vayas a demorarte demasiado en tu salida, las chicas aprovechan cada ocasión para escabullirse con el novio -Habló con tono de desapruebo, la joven sólo tenía una respetuosa y pequeña sonrisa.
-No tendrá queja.
-Esperaré a Anthony en el jardín, antes de irte avisa en la cocina que tengan listo todo.
-Si señora -Abrió la puerta para la mujer mayor que caminaba derecha por el pasillo, Candice atrás de ella marchando hacia la cocina dando el mensaje.
-Todo está preparado –Dijo Dorothy limpiando la copa para el postre.
-Entonces me voy Dorothy, ¿Necesitas que te traiga algo? -Dorothy se quedó pensativa un momento y luego chasqueó los dedos.
-El abrigo que dejé encargado con la costurera, ya debe tenerlo listo.
-Perfecto, nos vemos luego –Se despidió con un ademán de manos.
La rubia salió de la casa andando por el inmenso jardín de la mansión, hoy también era soleado, cosa agradable, si bien era salida a pesar del encargo no le interesó vestir algo más "Formal", un sencillo vestido verde oscuro con su delantal color crema y un ligero chal de color beige era su atuendo y su cabello como de costumbre recogido adecuadamente en una trenza, Dorothy le había sugerido irse más linda, pero ella no quiso, no lo vio necesario.
Fue a donde Omar, el chofer encargado de llevar al personal a la ciudad cuando tenían un encargo.
-Hola Candice, tan hermosa como siempre.
-Gracias Omar, ¿Podrías llevarme a la plaza, por favor?
-A donde ordene la princesa -La chica subía al carro cuando vieron entrar otro vehículo -conozco ese auto, es del señor Anthony.
-Es puntal como dijo la señora Elroy.
Encendió el auto y se dispuso a avanzar, entretanto en la casa era recibido aquel joven apuesto luciendo un formal traje azul obscuro, llevando entre las manos un ramo abundante de violetas.
-Bienvenido señor, lo espera la señora en el jardín -Dijo una de las sirvientas con respeto, lo escoltó al jardín donde la señora lo recibe de pie, el joven acorta la distancia para abrazar y besar en la mejilla a su tía.
-Buenas tardes, tía Elroy que gusto verte, te vez tan hermosa con ese vestido, luces increíblemente aún más joven.
-Gracias Anthony, pero demoraste por una visita, hasta parece que no te importo –Dijo en tono "Ofendido", el joven dio una risa.
-No digas eso, sabes que no podría vivir sin ti y por ello te traje las flores que más te gustan, combinan con tu vestido.
-Gracias hijo.
-Es un día hermoso para desaprovecharlo dentro de la casa, ¿No crees?
-Cierto, aquí nos quedaremos entonces –Anthony caballerosamente ofreció el asiento a su tía, tomando él el lugar de enfrente –cuéntame hijo ¿Cómo te ha ido?
-Bien tía, nada extraordinario, los negocios van viento en popa como te gusta y estoy revisando el asunto del banco que me encargó el tío William, hay algunas cláusulas que no me convencen, pero el encargado se ve dispuesto a tomar las cosas a nuestro favor.
-Perfecto –Trajeron a la mesa del jardín una jarra con té helado, sirviéndole un vaso al joven que bebió con gusto del contenido.
-Vaya, té helado de durazno gracias, tía
-¿Asistirás a la fiesta de los Johnson?
-No lo creo –La mujer bufó.
-Anthony tienes que ir, ahí estará gente destacada en el gremio de la construcción, además me han confirmado la asistencia de Ruber Hill, el socio que perdió Neal el año pasado, debemos recuperar su alianza si queremos tener presencia en el ayuntamiento y voz en las negociaciones para un hospital que construirá en la zona Este de la ciudad.
-¿Y por qué no lo recupera él mismo?, ¿No dice que es más sagaz y astuto que nosotros? Se cree el indicado para ser la mano derecha del tío William, pero es un payaso, me desagrada arreglar lo que él desbarató por su obstinación y soberbia, le di consejos para dialogar con el señor Hill y me prestó la atención que se le da a un zapato usado, hasta se burló de lo que dije, se creyó más listo y mira lo que pasó, en menos de dos meses perdió el contrato.
-Deja eso de lado ante lo imperioso de las necesidades principales.
-Me rehúso, tía -Dijo seguro, cruzándose de brazos.
-¡Oh Anthony! -Bramó molesta la señora.
-Ese tono ya no me hace temblar.
-¡Me van a matar de un coraje! -Bramó otra vez.
-Yo no voy a componer lo que Neal arruinó, está acostumbrado a salirse con la suya por culpa de tía Elinor que siempre lo disculpó por sus "Travesuras", esto le servirá de experiencia para ver si toma algo de carácter, todos nosotros aprendimos a punta de errores y muy fuertes y jamás estuvo la madre de ninguno para rogar por disculpas, mucho menos conmigo, tú y tío William han sido más severos conmigo que con los demás y siempre me he esforzado por hacer un trabajo impecable, doy la cara cuando cometo un error ¿Por qué Neal no puede hacerlo?
-No creas que su comportamiento pasa desapercibido, sin embargo... aquí se trata de un asunto más delicado que no debe hacerse a un lado, tratándose de un arreglo de varios millones, he hablado con él y me ha prometido rectitud... -Ahora el atractivo joven dio un resoplido poniendo sonrisa sarcástica.
-Esa palabra no va con él.
-Anthony se trata de tu familiar –Dijo con incomodidad.
-Un familiar consentido hasta el tuétano y ridículo como el que más, mientras yo me la paso en juntas tediosas que a veces se extienden por la terquedad de los señores, él se va por ahí a divertirse a donde sólo Dios sabe, hace tiempo que tío William se está tardando en una reprimenda.
-Ya fue suficiente Anthony... -La mujer comenzó a toser, el joven se levantó a darle masajes en la espalda, tomó una cajita muy pequeña que había estado todo este tiempo en la mesa del jardín, la abrió, pero estaba vacía.
-Se terminaron las pastillas, iré por más... dejemos este tema por la paz.
-Si... es lo mejor –Dijo Elroy recuperando la respiración, Anthony acomodó la cobija que cubría sus piernas, antes de entrar a buscar las pastillas dio la orden de traer té caliente para Elroy.
A la mansión regresaba el automóvil que conducía Omar, saliendo Candice apurada y con un leve sonrojo en las mejillas.
-Lo lamento Omar, no tardaré, es que Dorothy no me dio la nota para que me entregue su pedido la costurera, perdón por hacerte volver a medio camino.
-No te apenes Candice, aquí espero–La chica entró corriendo a la casa rumbo a la cocina donde debía estar Dorothy.
Anthony buscó en el cajón del buró cercano a la cama de Elroy, encontrando el frasco de pastillas, con las cuales llenó la cajita color lila.
-Es tan molesto aún sin estar presente, pero ni crean que compondré su desastre, sus pataletas ya no le servirán, que pena que el tío Aiden murió siendo Neal y Eliza tan niños, habría frenado todos los consentimientos de la tía Elinor y él se habría convertido en un hombre correcto como su padre y no en el payaso perezoso que es ahora –Hablaba para sí con incomodidad.
Acomodó las demás cosas del cajón y se dispuso a volver con Elroy, ciertamente no debían seguir tratando el tema de Neal porque no llegarían a nada, pues él no está dispuesto a resolverle la vida al chico, está en la firme decisión de que tiene que aprender de los negocios a punto de golpes como él, Archie y Stear. Tenía esos pensamientos en la cabeza mientras bajaba las escaleras, donde oyó voces, debían ser las sirvientas.
-No encuentro a Dorothy ¿Dónde está?, Necesito la nota para que me den su encargo.
-Ah... esa olvidadiza, yo te la traigo, suele dejarla en el cajón que compartimos, no me tardo.
Anthony bajaba el último tramo de la escalera con el semblante en desazón, cuando divisó a una chica en el recibidor, al mirarla su paso se detuvo ¿Por qué?... Porque era la chica más hermosa que haya visto. Sus ojos que tenían la pinta de la molestia, fue abandonada por llegar el asombro, sus pies se detuvieron y quedó quieto como estatua... como asimilando si lo que miraba era real. La muchacha estaba mirando la lista en un papel, parece que no se percató de su llegada. El rubio bajó los últimos escalones aún con el mismo semblante, su boca quedó semi abierta, pero nada salió de ella sólo la respiración del cuerpo.
Candice acabó por sentir la presencia de la persona que llegaba, por repasar la lista de la señora Elroy no lo escuchó llegar.
Anthony la había mirado de perfil pero ella, al percatarse de su llegada voletó con él, descubriendo dos pares de esmeraldas tan bellas, reaccionando en que sus parpados se abrieron más y la boca se le secó ¿Qué eran estas reacciones de chiquillo? Candy al ver quien era tomó una parte de su vestido para hacer una reverencia, sin embargo, llegó Dorothy corriendo.
-¡Candice...! ¿Eh?... ¿S-Señor Brown? -Ella hizo una reverencia con bastante pena –Oh perdóneme, no lo había visto.
-¿Sabes quién es ella?
-Mi nombre es Candice Withe y sirvo en esta casa, un honor conocerlo señor Brown–Dijo la rubia con una respetuosa reverencia.
-No recuerdo haberte visto antes ¿Tienes poco de haber llegado?
-Si señor.
Anthony ya no dijo más, en realidad las palabras se le fueron y era extraño, porque había sido criado para saber que decir en cada situación... pero no una como ésta. Candice con tranquilidad volvió a hacer una reverencia para retirarse junto a Dorothy para ir a la cocina, el chico las miró desde su lugar aún quieto.
-Es hermosa -¿Qué otra cosa podía carburar su cabeza?
En la cocina Dorothy estaba con los colores subidos mientras la rubia tomaba la nota para revisarla.
-Qué pena con el señor Anthony, no esperaba encontrarlo en el recibidor.
-Tranquilízate, no es para tanto ¿Ésta es la nota correcta?
-Si lo es... ¿Cómo puedes estar tranquila? Bueno... no fuiste tú la que llegó con exabruptos frente a uno de los señores.
-Esas personas no le dan la menor importancia a ese tipo de detalle, déjalo así, ya me voy... que yo si tengo carga de pena con Omar por hacerlo volver a la casa a mitad del camino.
-Eso también es culpa mía.
-La compartimos entonces –Dijo sonriente, se despidió de Dorothy y se fue corriendo a donde el auto con Omar esperándola -listo.
-¿Cómo vas a recompensar mi amabilidad, Candice?
-Ehm... no lo sé, ¿Qué tal una caja de los cigarrillos que te gustan?
-Había pensado en una cita, pero es pedirle peras al olmo, muy bien... pero que sean de los mejores.
-Dalo por hecho –Dijo sonriendo la rubia, entró al auto y éste se marchó de la mansión.
Bajo la mirada del joven rubio que miró por la ventana, aún seguía impresionado por lo que vio, una sirvienta llamó por él a pedido de su tía, volvió al jardín dándole a la mujer su pastilla, la reacción se hizo unos minutos después cuando se relajó, minutos en los que estuvieron en silencio.
-¿Tienes nuevo personal, tía?
-¿De qué hablas? -Masajeando su sien con los parpados cerrados.
-Una chica llamada Candice, topé con ella cuando bajaba las escaleras.
-Ah ella -Exclamó sin mucha importancia, dio otro sorbo de su té relajándole la garganta –trabaja para mí desde hace varias semanas, la recomendó una vieja conocida llamada Pony, me asiste, creo que ha sido apropiada, casi no comete errores y es prudente, no he tenido problemas hasta este momento con esa actitud, además resuelve las cosas de manera que no tenga que molestarme por nimiedades.
-Suena eficiente.
-A mi edad ya no queremos lidiar con lo menor, le di la tarde libre puesto que tú estarías aquí, bueno ahora dime ¿Cómo está tu padre?
-Vendrá de visita en verano.
…...
Su recorrido por la ciudad era agradable como otras veces, después de ir por las compras que encargó Erloy y por el encargo de Dorothy fue al cine, al final las horas libres eran para distraerse, la película era entretenida, vino la afamada escena del beso entre los dos amantes, escuchando los suspiros de las mujeres en la sala, Candice sólo sonreía con tinta quizás de diversión. Al término de la función fue a una confitería pidiendo una rebanada de pastel de fresa y una gaseosa, tomando asiento en las mesas que estaban a un lado de la ventana, con sillones rojos en lugar de sillas para sentarse, teniendo vista de la plaza, degustó con la mayor tranquilidad de su postre mientras leía su libro de novelas, para ella ésa era una excelente manera de pasar el rato y así fue por algunos minutos cuando, un joven que paseaba por la calle con paso regular, miró hacia la confitería y se detuvo abruptamente.
-¿Eh?... No puede ser... -Sus ojos se abrieron como platos preguntándose si era real la visión, en el acto sus pies lo llevaron corriendo a la confitería, abrió la puerta sonando la campanilla del lugar, la chica estaba de espaldas, sus pies lo llevaron hacia ella -¿Candy?
La chica por esa voz que conocía ahora fueron sus ojos los que se abrieron como platos y de la impresión soltó el tenedor, volteó hacia la voz con semblante total de impacto.
-...¿Tom? -En el rostro del chico se hizo paulatinamente una sonrisa –¡Oh Dios mío!... ¡Tom! -Se levantó de golpe para abrazar al muchacho quien le correspondió con la misma emoción.
Candy se aferraba con cariño al abrazo, en su rostro hay una sonrisa temblorosa pues lágrimas se formaron en sus ojos y resbalaron por sus mejillas, en Tom también había una genuina sonrisa.
-Realmente eres tú... Dios mío... pensé que no volvería a verte.
-También yo -Candy lo miró, con su mano tocó la mejilla del chico para cerciorarse que era real lo que veía.
-Creció tu cabello, te ves muy bien.
-Tú también te ves diferente, más bonita –La rubia rio nerviosamente aún presa de las lágrimas.
-Es sólo un disfraz.
-Claro que no, así es como realmente eres -Más lagrimas salieron de sus ojos y ella lo abrazó otra vez con fuerza –gracias a Dios que te volví a ver y en mejores condiciones... ¿Por qué te va bien verdad?
-Mejor de lo que esperaba.
Luego de la emoción inicial tomaron asiento en la mesa, la mesera se acercó por el pedido del chico, pidió un vaso con agua, en unos minutos se lo trajeron para dejarlos solos.
-Cuéntame por favor que ha pasado, ¿Qué ha sido de ti? Me da la impresión de que sólo cosas buenas, ¿Me equivoco?
-Si Tom, sólo cosas buenas –Su mano izquierda que descansaba en la mesa, fue cobijada por una más grande, sintiendo un agradable calor.
-Gracias a Dios, te lo mereces Candy, tenía tanto pendiente de ti en ese maldito lugar.
-Yo también pensaba en ti después de la pelea con Henry, me culpé por no haberte ayudado, debí haber...
-No podías hacer nada frente a ese animal.
-¿Qué pasó contigo? Intenté buscarte, pero no tuve éxito, Henry nunca dijo una palabra.
-Ese cobarde me tendió una trampa, contrató a matones para deshacerse de mí, me agarraron desprevenido cuando iba por la calle y me dieron la golpiza de mi vida... aún recuerdo los golpes –Dijo él mientras tocaba la parte traerse de su cabeza -, me golearon tanto que pensé que iba a morir, ellos me dejaron abandonado en un lugar desierto de la carretera, es todo lo que recuerdo de ese momento, porque cuando desperté me encontraba en un hospicio muy pobre, diciéndome que había pasado un mes inconsciente.
-Ese... desgraciado –Dijo ella con la mirada ensombrecida y con un sabor amargo en la boca.
-Permanecí en ese sitio por mucho tiempo recuperándome, fue un milagro que sobreviviera.
-¿Qué pasó después?
-Como no tenía dinero ni a donde ir en ese estado, me quedé a trabajar en lo que podía, así fue hasta que un hombre llamado Elias Steave llegó al hospicio buscando gente para trabajar en su granja, en ese momento había recuperado más fuerza y lo acompañé. El hombre se veía duro como un toro y lo era... pero también buena persona, me trató muy bien, casi como un padre.
-¿De verdad?
-Si, aún no tenía tanta fuerza, pero quería esforzarme para ganar dinero honradamente y porque quería volver al cabaret por ti, cuando me sentí mejor fui a buscarte pensando en cómo sacarte de ahí y...
-El cabaret estaba destruido.
-Por un incendio... ¿Es verdad Candy?
-El cabaret lo quemaron tipos a los que Henry les debía dinero.
-Yo... Candy el alma se me fue al ver el lugar, traté de dar contigo, pero jamás pude ¿Qué ocurrió? Queriendo encontrarte di con Edwart mal herido en un hospital debido a las quemaduras, antes de morir dijo que... -Las palabras batallaron por formarse y una incomodidad se veía plasmada en su cara –dijo... que tú habías matado a Henry.
La chica le sostuvo la mirada con seriedad, en Tom de intriga, no soltó la mano de su amiga, por el contrario, hizo más presión en ella.
-¿No es verdad, Candy?
-Habré sido una perdida, pero jamás una asesina –Tom exhaló aliviado –no le quitaría la vida a nadie, ni siquiera a esa basura.
-¿Y por qué dijo eso?
-Cuando ocurrió el incendio yo había increpado a Henry por lo que te hizo, tenía la sospecha después de no saber de ti por varios días, pero uno de los hombres que seguramente fue de los que envió a matarte, se le había soltado la lengua con el vino, me enojé mucho y discutí con él.
Flash Back
La chica subió hasta la oficina de Henry con todo el odio del mundo, abrió la puerta de golpe estando Henry sentado frente a su escritorio y Edward el cantinero que le entregaba un fajo de billetes.
-¡Maldito miserable...! ¡¿Cómo fuiste capaz de atacar a Tom?! -El acusado, un hombre de cuarenta y cinco años, alto, tez morena, arreglado con un traje crema y corbata negra, sonrió con satisfacción.
-¿Dolida por el amante, Esmeralda? -Sacó un puro que encendió -Vete –Dijo con un ademán a Edwart quien los dejó solos –ya las tenía contadas, siempre altanero, respondón y mal agradecido, le di techo y trabajo ¿Y me paga con actitud problemática? Además, sus celos contigo no eran "Atractivos" para el negocio.
-Él era mi amigo, no mi amante –Henry carcajeó sarcásticamente.
-Para mujeres como tú no hay gran diferencia entre "Amigo" y "Amante", no tenía empacho pues sólo son dos bribones, ¿Qué podías sacar de él si no eran unas cuantas caricias? Pero tenía que hacer de héroe cuando un cliente se "Propasaba" contigo, una actitud absurda tratándose de una prostituta.
-¿Qué le hiciste?, ¿Dónde está Tom?
-Te aseguro que no molestará más -Su nauseabunda sonrisa triunfante y sus palabras bastaron para que la rubia sacara sus conclusiones, un odio tremendo la invadió, tomó su tacón alto negro y se lo lanzó a la cabeza -¿Qué te pasa estúpida?
-¡Asesino! ¡Asesino!
Volvió a lanzarle el otro tacón y éste también dio a la cara, Henry molesto se levanta y yéndose contra ella le da de bofetadas ante los gritos de dolor y coraje de la rubia.
-¡Perra desgraciada!, ¿Tú también vas a morder la mano que te da de comer?
Candy trataba de defenderse, pero por su tamaño y el de Henry que era el doble de alto era difícil, pronto su rostro maquillado, ahora estaba maltratado y sangraba por el labio, la sujetó con fuerza del cabello emitiendo ella un chillido de dolor.
-Y más tú, que me debes haberte salvado la vida cuando te morías de hambre en el puerto, sola y abandonada, aborrecida por tu padre por haberte entregado a un don nadie como tú -Le escupe en la cara, parte de la saliva entró a la boca de Candy -te di techo, comida, ropa, el ganar dinero para ti con algo sencillo como entretener a los hombres, sólo debías ser obediente.
Así sin soltarla del cabello le dio otra bofetada de tal fuerza que el ojo se le hincharía.
-O-Odie esto... s-siempre lo odie...
-¿Lo odiabas cuando yo escuchaba tus gemidos del otro lado de la puerta? ¡Que digna mujer! -Rió perversamente, con movimiento brusco la tiró al suelo, Candy estaba totalmente adolorida, todo el cuerpo le dolía -Demostraste tener una vocación autentica para esto, hasta saber robarle a los clientes sin que los pobres idiotas se dieran cuenta, no te queda el papel de mujer honorable Esmeralda, tu gozabas las caricias de los clientes, tu reías al acompañarlos con sus tragos, tu gozabas todo esto porque para ello naciste, te desenvolviste sin problema porque estaba en tus venas, en tu sangre como tu madre, estaba en tu destino venir a un lugar así.
Cada palabra era tan dolorosa como los golpes que le propició, era una pedrada, una herida, se sintió peor que basura, humillada por un hombre que era la escoria de la sociedad, en sus ojos comenzaron a salir lágrimas.
-Debería deshacerme de ti, pero has sido tan buena adquisición que mi cartera sufrirá estragos, tal vez con esta reprimenda te comportes mejor y tengas una actitud más agradable.
Candy había caído de lado y Henry sin tacto la volteó para que quedara acostada boca arriba, mirándola estaba tan golpeada, no podían verla así los clientes, pero no le preocupaba, a su pensamiento con unos días recuperaría su buen aspecto. Su sonrisa maliciosa ahí estaba y ésta se ensanchó cuando le levantó su vestido negro y le quitó la ropa interior, Candy emitió un gemido de queja, pero Henry volvió a abofetearla con mayor fuerza asiéndola perder casi el sentido, debido a ello sintió que el tipo entró en su intimidad y un asco, impotencia, vergüenza y tanta desesperación la embargaban; más lágrimas salieron de su rostro y ese aspecto excitó al hombre.
-Si... siempre has sido la mejor... tan deliciosa como ninguna... me encantas...
Sentir el vaivén del hombre era aún peor que la golpiza que le propinó, ella como nunca antes sintió deseos verdaderos de morir, irse de este mundo donde había conocido la peor escoria y donde las alegrías habían sido pocas, ¿Qué motivos tenía para permanecer aquí? Era mil veces mejor morir.
Por su respiración sabía que llegaría pronto al orgasmo y en ese momento sentiría que a su cuerpo entró toda la porquería del mundo, entonces miró que cerca de ella escondido entre el desorden de papeles, había un picahielo, Henry hacía un desastre en su oficina cuando celebraba con una mujer o cuando explotaba. Como un imán su mano fue a donde el objeto, el tipo excitado completamente tenía los ojos cerrados y no se daba cuenta.
-¡Si...! Ya... ya casi –Dijo con dificultad con la respiración agitada, la mirada en la rubia era de un vacío y odio -¡Agh!... ¡Si..! -Al convulsionar por el orgasmo... Candy con las fuerzas que el rencor le dio, le enterró el picahielo en el ojo derecho, gritando el hombre de puro dolor -¡Zorra maldita!
El tipo lloraba de dolor mientras la chica trataba de levantarse, salpicada por la sangre de Henry y parte del semen asqueroso del tipo entre sus piernas, ante el ruido Edward entró, impactado por lo que veía.
-¡Henry!
.-¡MÁTALA!... ¡Mata a Esmeralda! -Gritó con todo el odio, Edward todavía no entendía lo que pasaba, miró a la chica que estaba en la esquina totalmente golpeada, de repente se oyó una explosión en el primer nivel del edificio, luego otra viniendo el caos.
Fin del Flash Back
La rubia tenía la cabeza inclinada con la pena en su rostro, una nueva lágrima resbaló por su mejilla, su mano izquierda resguardada ya no por una mano, si no por las dos de Tom.
-Candy -Pronunció su nombre con cautela, como si levantando la voz fuera a golpearla.
-No quería matarlo a él, ni aún con lo que me hizo tuve deseos de ello, pero sí de acabar con mi vida, sólo... sólo quería que se detuviera.
Sollozó quedamente por el sitio en que se encontraban, Tom dejó su asiento para sentarse con Candy a un lado y ella se recargó en su hombro.
-Debí matarlo, esa tarde cuando estaba borracho por la estafa del encargo de tabaco... lo tenía en frente, sin nadie que lo defendiera... pero fui un cobarde, le tuve miedo a la cárcel –Dijo en un susurro cargado de aborrecimiento a su persona.
-No Tom, no debías mancharte con la sangre de un tipo así, él mismo labró su final. En el caos del incendio Edward salió a prisa dejándolo a él y a mí, Henry salió de la oficina corriendo mientras me maldecía, pero oí que cuando iba al pasillo tres hombres se le aparecieron, se gritaron y luego disparos, todas las balas de una pistola.
-Se lo merecía ese bastardo... ¿Qué pasó contigo?
-Me asomé al pasillo y ahí estaba Henry tirado en un charco de sangre mientras las llamas se extendían, yo ya no podía pasar por ahí y Tom... yo... realmente por un momento pensé en no irme, en dejar que las llamas me abrazaran para acabar con mi vida, me sentí asqueada de mí misma, sin motivos para vivir más.
Tom sintió un hueco en el estómago por lo dicho, mantuvo el abrazo y ella sin moverse de su lugar.
-¿Y qué ocurrió?
-Ni yo sé... no pensé en nada, no recuerdo mucho sólo que en un momento estaba en la oficina de Henry y luego salté hasta caer a la pila de basura.
-Eran dos pisos de altura –Dijo sorprendido.
-Y no recuerdo sentir el golpe.
Para la poca gente y el personal de la confitería que eran dos mujeres, esa escena puede ser la de dos enamorados que están componiendo sus diferencias, eso las conmovía, no tenían idea que eran dos personas rotas.
-Tenía que estar ahí para protegerte.
-Vagué por las calles como cuando él me encontró, por mi aspecto los hombres me rehuían y lo preferí así, no quería volver a acostarme con ningún sujeto... después ocurrió lo que consideré una señal del cielo, cuando estaba totalmente cansada, hambrienta, tirada en un callejón sentí... la mano más dulce que en mi vida hubiera sentido –Una pequeña sonrisa se hizo en su boca.
Flash Back
-Oh niña... despierta.
Candy había vagado con ropa vieja que encontró de la pila basura en la que había caído, dejando atrás aquel vestido negro y su cara aún no se recuperaba de la golpiza de Henry, el hambre y el cansancio acabaron con sus fuerzas desfalleciendo en un callejón, oculta de la gente que caminaba esa tarde de Domingo, sin embargo, los viejos y amables ojos de una mujer mayor la divisaron, corrió preocupada al verla así.
-Pequeña.
Si ése era el momento de partir lo aceptaba, nada la ataba a este mundo, pero aquel tacto... aquella tierna voz fueron como un ancla del más duro acero, apenas tenía fuerzas para abrir los parpados, pero hizo un intento y la distinguió; una mujer mayor que le miraba con genuina preocupación.
-Niña... aguanta... ¡Hermana María! -A su llamado apareció una religiosa más joven, al mirarla ella puso cara de espanto.
-¡Dios todo poderoso...! ¿Qué pasó señora Pony?
-No sé... pero pronto, corra por ayuda... cerca está el hospital donde trabaja mi amiga Mary Jean, ¡Corra pronto!
La religiosa se fue y la mujer se quedó con ella, llevaba una bolsa de las compras sacando una botella de agua, con ella le limpió la cara mojando su pañuelo y con cuidado trató de darle de beber.
-Tranquila ya vienen con ayuda, resiste mi niña.
Apenas algo del contenido liquido caía su garganta, pero ese poco y la presencia de aquella mujer le habían dado una chispa de lo que creyó perdido hace años: Esperanza.
Fin del Flash Back
-Por como llevé mi vida pensé que Dios me había abandonado, pero ese día... ese día descubrí que no fue así.
-Me alegra tanto que tú también cayeras en manos buenas, hablas de ella con tanto cariño.
-Y sumo agradecimiento, ya no quería vivir, pero ella y la hermana María me devolvieron la alegría, las ganas de vivir de un modo diferente y aquí me tienes, la señora Pony me cuidó y yo quise ayudarla para corresponder, ella cuida un grupo de niños huérfanos.
-Así que vives ahí.
-No Tom, la señora Pony me consiguió un trabajo para asistir a una señora mayor, perteneciente de la familia Ardley.
-Son una familia muy rica.
-Vivo en la mansión que tienen en Lakewood, es un hermoso lugar, la mujer tiene su carácter, pero nada de espanto para mí, ahí también me han tratado bien.
-Supongo que no has contado a nadie tu pasado.
-No y es mejor así, nadie tiene que saberlo, además no miento cuando digo que soy huérfana y que estuve al cuidado de la señora Pony.
Con lo platicado, el brazo que rodeaba a la chica reafirma su agarre, en ambos hay además de una sonrisa, la sensación de alivio al saber que el otro corría con buen destino.
-Candy estoy tan feliz de encontrarte y de que te encuentres a salvo de ese infierno, la vida nos sonrió a los dos, apenas y puedo creerlo.
-La señora Pony dijo que Dios siempre se acuerda de nosotros, aunque nosotros lleguemos a darle la espalda, con esta oportunidad que tuve quise cambiar, no volver a pasar por lo mismo, el pan que me llevo la boca y el vestido, ganarlos de forma honesta sin robarle a nadie ni denigrarme vendiendo mi cuerpo.
-Y así será, si Dios es tan bueno nunca tendremos que pasar por lo mismo, podemos tener una vida digna e incluso feliz –Candy conmovida fue ella quien tomó la mano de su amigo.
-Yo tengo fe que así será.
-Candy yo vivo en la granja del señor Steve, ¿No quieres venir conmigo? Estoy seguro de que él te recibiría sin problema, así estaríamos juntos.
-Te lo agradezco Tom, pero quisiera quedarme un poco más en esa mansión, es por consideración a la señora Pony, no quisiera hacerla quedar mal.
-Entiendo.
Se oyeron las campanas de una capilla cercana siendo las seis de la tarde, Candy debía volver a la mansión.
-Es mi hora de regresar a la mansión.
-Puedo llevarte, vine en la camioneta del señor Steave.
-Gracias, pero ya cuento con transporte, un chico de la mansión es chofer y es quien nos trae al personal cuando venimos aquí, debe estar esperándome justamente en la capilla.
-Entonces te acompaño.
Tom pagó la cuenta y salieron rumbo a la capilla donde efectivamente ya estaba Omar con el automóvil. Candy abrazó a su amigo con suma alegría siendo correspondida.
-Estoy tan contenta de haberte vuelto a ver, por momentos pensé que sólo serías un recuerdo más, pero la vida me demostró que incluso las buenas personas pueden volver a tu vida.
-Y yo te prometo estar pendiente de ti -Sacó del bolsillo de su chaqueta un papel y pluma escribiendo una dirección -, aquí se encuentra la granja del señor Steave y su número, llámame cuando necites algo.
-Gracias, te daré la dirección de la mansión entonces.
-Descuida sé perfectamente donde es, son una familia conocida.
-Cierto –Escucharon a Omar llamarla -, ya debo irme Tom.
-Cuídate Candy, nos veremos luego.
-Si, tú también cuídate y llámame si necesitas algo.
Con un nuevo abrazo, una sonrisa y el corazón inflamado de esperanza ambos amigos se despidieron, Candy abordó el auto comenzando a avanzar ante la mirada de su amigo que movía la mano despidiéndose, ella hacía lo mismo asomándose por la ventana hasta que dejó de verlo.
-¿Puedo preguntar quién es el joven afortunado?
-Un muy querido amigo y eso es todo lo que diré, aquí están tus cigarros –Dijo la chica con una sonrisa autosuficiente mientras le entregaba la caja de cigarros al chico.
-De acuerdo Candice.
Sin demora llegaron a la mansión Ardley, pronto sería la hora de cena.
-¿Te distrajiste un poco?
-Aún mejor, encontré a un viejo amigo y lo digo para que Omar no vaya con el chisme de que es mi novio.
-Es mejor prevenir –Dijo Dorothy riendo -¿Cómo se llama?
-Se llama Tom, me dijo que trabaja en la granja de un señor llamado Elías Steave.
-Tengo entendido que es de los mejores en la crianza de toros, debe ser un trabajo difícil y pesado.
-Mi amigo puede con ello –Dorothy colocó en una charola una tetera humeante donde estaba la cena preparada para la señora Elroy, pero Candy vio que había dos platos preparados -¿Y el segundo plato?
-El joven Anthony se quedará a dormir en la mansión, ordenó la señora que la acompañaras hasta que fuese a descansar.
-Está bien, yo les llevaré la cena para que la señora sepa que he regresado.
Candy llevó la charola con la cena preparada, al llegar al comedor saludó a la señora y a su sobrino.
-Buenas noches, señora -La mencionada sólo asintió, Candy acomodaba los platos frente a ellos con cuidado, a la señora no le gustan los errores estando alguna visita presente, suponía que es peor cuando se trata de un familiar.
Cuando tocó acomodar los platos para el joven, éste teniéndola a una cercanía para admirarla mejor, comprobaba que verdaderamente era una chica hermosa y aquel extraño nerviosismo que pudo controlar con aplomo, apareció, con cautela llevaba los ojos a ella. Su cabello dorado cuidadosamente peinado en trenza, sus ojos de un verde impresionante para él, unos ojos ocultos al movimiento de sus parpados con un par de pestañas que parecían dos abanicos azabaches, sus mejillas con el tono rosado adecuado, sus labios... ahí mejor miró el mantel de la mesa por un segundo, y al siguiente volvió a mirarle, encontrando que tenía pecas y lejos de arruinar la visión... le parecieron más que encantadoras, indispensables para su identidad.
-¿Quiere acompañar su cena con té, señor? -La voz de Candy lo "Despertó" ... escuchando nuevamente su voz le parecía como el canto de un ave en la mañana.
-Vino rojo por favor –Elroy levantó la ceja derecha, pareciendo una montaña.
-¿Para esta cena?
-A veces la acompaño con ese vino, además necesito algo fuerte después de que discutimos otra vez el tema del señor Ruber –La mujer mayor bufó quedamente.
La chica sólo asintió y fue a la cocina donde sirvieron la copa con el vino mencionado, entregó la copa y se retiró para dejarlos solos, luego de un rato llegó la hora de Elroy para descansar, Candy la asistió como se lo ordenaron, la mujer mayor como otras veces exhaló un suspiro de comodidad al estar por fin en cama después tomó su medicina.
-¿Necesita algo más?
-Es todo, puedes retirarte.
-Que descanse, señora.
Dejó a la mujer mayor para descansar llevando en una charola un vaso y cuchara que usó para darle la medicina, caminó por el pasillo de las habitaciones hasta que dio con la que era del joven rubio.
-¡¿Le parece que estoy bromeando?!
Escuchó los gritos y luego el golpe del colgar de un teléfono con fuerza, unos pasos y luego la puerta de la habitación abrirse bruscamente
-¡Ese grandísimo...! -Anthony había salido con semblante enojado azotando la puerta, no obstante, quedó como piedra al encontrar a la chica rubia quien por su repentina llegada le ocasionó un susto ladeando la charola cayéndose las cosas al suelo –Ah... lo lamento -el chico rápidamente se inclinó para recoger las cosas, ahora la vergüenza pintaba su cara –no quise asustarla, no pensé que aún hubiera gente por el pasillo.
-Descuide señor... que tenga buenas noches... –Dijo la rubia con una rápida reverencia de cabeza, tratando de controlar su disgusto, de inmediato reanudó su caminar.
-Yo... -Pero la rubia ya había recorrido buen tramo del pasillo.
-Así entraba Henry a nuestras habitaciones cuando un cliente se quejaba.
Candy se marchó del lugar para así también hacer a un lado un recuerdo de ese tipo, mientras dejaba a un chico rubio con semblante preocupado.
-Felicidades Anthony, otra buena impresión de tu carácter... si me viera mi madre me castigaba... agh -Decía mientras se rascaba la cabeza, cerró la puerta de mejor manera aun rascando su cabeza –no sé porque, pero... no me gusta que esa joven me vea así... Natasha.
Flash Back
-¿Esperabas acaso un aplauso?
-Comprensión de tu parte –Dijo entre lágrimas una hermosa mujer pelirroja con ojos tono turquesa.
-¿"Comprensión"? Hazme el favor... ¡No seas ridícula! -Habló enojado, aventando un pequeño florero de la mesa quebrándose éste al caer.
-Anthony... –Se oyó entre lágrimas.
-¡Ya basta Natasha! Aquí... ¡Yo soy la victima!
Fin de Flash Back
Un recuerdo amargo, su puño cerrado con fuerza, éste ir como imán a la botella de vino que dejaron en su habitación, servirse una copa y acabarse el contenido de un vuelo.
-Debí irme con los muchachos... puedo alcanzarlos mañana.
Continuará...
