Haruki estaba de pie frente al océano, Hanako lo alcanzó luego de un rato, mirando en silencio el movimiento de las olas ir y venir mientras las gaviotas sobrevolaban el agua, emitiendo alguno que otro grito antes de lanzarse en picada a conseguir alguna presa.
Al final, la pelirroja suspiró tomando el brazo de su hermano y desviando la mirada a los turistas que seguían acomodándose a sus anchas en la playa, o se acercaban con curiosidad a la pancarta, donde Ikkaku y Yumichika continuaban con la propaganda.
Hanako sonrió ampliamente antes de hablar.
—Cuando guardas tanto silencio sólo puede querer decir que estás planeando algo.
Haruki bufó, ofendido, pero no desmintió aquella frase, siguió analizando el océano mientras las manos de Hanako le acariciaban la piel del brazo con aires distraídos, como si ella misma necesitara serenarse.
—Me imagino que esto significa que hablaste con los albaz —añadió el mayor.
—Hable con uno de ellos, con el más joven. Bazzard manda saludos, de hecho —alegó amablemente mientras sentía que la tensión disminuía poco a poco—. Pero no es el caso. Como sea, darán la fiesta para ayudarnos a reunir a los mortales. Si al final del día quieres hacer el juicio...
—Bien —interrumpió secamente antes de tomarle la mano y besar sus nudillos—, ¿participarás en el torneo?
Hanako suspiró, molesta por haberse visto interrumpida tajantemente, pero sabiendo que su hermano había notado que ella había tratado de introducir un mensaje para tratar de disuadirlo de su plan original. ¿Hacía cuánto seguían esa rutina? Para esas alturas de la vida ya debían estar acostumbrados el uno al otro, a sus interacciones y a la forma en la que se dirigían al mundo en general.
—Surf —respondió secamente, obviando su molestia y recuperando su mano de un tirón para alejarse del tritón, que pareció luchar contra una sonrisa ante la reacción de la pelirroja—, tal vez natación también.
—Surf —replicó el muchacho abrazando a Hanako por los hombros y sosteniéndola cerca, y aunque la chica trató de escabullirse y puntualizar su indignación, al final Haruki cerró ambos brazos en torno a su cuerpo y a ella no le quedó más que reírse y aceptar el abrazo—, los vas a humillar en dos categorías, eso no es justo. Pensaba que, de nosotros dos, tú eras mejor persona.
—Tal vez es que no soy una persona —admitió ella con voz trémula, recargando su frente contra el pecho de su hermano y suspirando por lo bajo—. Me salen escamas.
Sintió un escalofrío cuando Haruki le acarició el cabello de la nuca, apretó los ojos cuando los labios del tritón encontraron un sitio en su coronilla. Y sonrió cuando él la liberó para volver a analizar el oleaje.
—Se necesitan aguas distintas para cada disciplina —puntualizó críptico mientras volvía a cruzar sus brazos—, clavados y kayak podrían llevarse al mismo tiempo en un mar más tranquilo, lo mismo que natación, pero tendría que picar las olas para el surf.
—¡Yamamoto Haruki —exclamó la sirena parándose en jarras con una sonrisa burlesca adornando sus facciones—, si no te conociera, hasta diría que te preocupan los turistas!
—Me preocupan los turistas —confesó con voz serena—. Imagínate tú que alguno muere en medio del océano, ¿alimentarías a nuestros peces con eso? —espetó al final, con fingido asco mientras se rascaba la nuca y negaba con la cabeza—, ¿qué clase de guardián sería si alimentara a mis pobres peces con... con lo que quede de ellos? No, Hanako, tengo consciencia.
Hanako se desternillaba de la risa ante las palabras del mayor, consiguiendo que el muchacho suspirara, sereno.
Si bien, las facciones de Haruki rara vez mostraban una sonrisa en ellas (cuestión que había conseguido que los mellizos le tacharan de amargado una y otra vez), aquellos suspiros, las miradas a ojos entrecerrados, la boca libre de muecas, delataban que el mayor de los guardianes estaba, si no feliz, en paz.
La dejó reír a sus anchas antes de ponerle la mano al hombro y dedicarle una mirada cargada de significados, una advertencia transmitida a través de sus ojos infinitamente azules, azules como un conjuro dicho a la luz de la luna llena.
—Ten cuidado.
—Recuerdo cada nana— prometió ella asintiendo una vez, acariciando la mejilla del mayor antes de alejarse hacia la playa—, haré saber a los muchachos el orden de las competencias.
—Hana...
—¡Estoy siendo cuidadosa!
Haruki suspiró apesadumbrado, mirando la espalda de su hermana retirarse. ¿Cuántas veces aquella sirena de piel pálida, de cabellos rojos como el fuego intenso, de ojos cambiantes y sonrisa liviana, se había metido en apuros por salvar a su arrecife? Tal vez no le pesaba tanto la respuesta a esa pregunta cómo le pesaba saber que era la misma cantidad de veces que se había puesto en peligro por él.
—No me uses de bandera...
Haruki suspiró pensando en aquella frase. Sabía que cualquiera de los guardianes estaría dispuesto a dar la vida por el arrecife, sin embargo, no quería que ninguno de ellos se pusiera en peligro si podía evitarse.
Cargaría con la culpa el resto de la eternidad.
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Una vez dejaron sus pertenecías en el hotel, todos se dirigieron hacia la playa, habían hecho los arreglos pertinentes para que sus maletas y sus utensilios de ese momento no quedaran reburujados, así que, con los chicos con sus mochilas y las chicas con sus bolsas de playa, comenzaban a tomar los espacios en la arena, unos más cerca del mar, otros aun comprando bloqueadores, bronceadores, pelotas de hule y raro, pero cierto, algunas chicas esperaron hasta llegar a la playa para comprar en ella su bañador.
Una joven castaña de estatura media, ojos avellana, y con su cabello debidamente recogido para no lidiar con él y el viento, se instauraba en un espacio, observando a su alrededor, saludando a sus amigos mientras sonreía, divisando a lo lejos a lo locales, algo muy notorio, con su piel bronceada y las facciones diferentes, o eso parecía para ella.
Si había escuchado bien al momento de bajar del autobús, los hermanos Yamamoto, los locales más conocidos del lugar, habían convocado a una competencia. Y no era una persona engreída, mucho menos que le cayeran mal, pero no le llamaba la atención.
—Como siempre, los locales hacen mucho ruido —escuchó la voz de su novio, volteando velozmente hacia él, chocando por la brusquedad de su movimiento—. Hey, tranquila, solo fui por unas bebidas.
—Lo siento, solo me distraje un poco —reaccionó, tomando el coco que le ofrecía el albino—. Muchas gracias, Shiro.
El joven se agachó a besarle la mejilla mientras ella bebía del coco, haciéndola sonrojar. Claro, y no era por demás, su novio era uno de los más codiciados chicos del instituto; cabello blanco, ojos azul celeste, piel de alabastro y alto, muy alto.
Se habían acomodado en sus respectivas mantas, aunque no pasara demasiado tiempo para cuando sus amigos les invitaran a jugar en el agua.
Claro, mientras jugaban, era lógico que poco a poco fueran reconociendo a los locales, los más familiarizados con el área, y ahí, el joven albino pudo verla.
Estaba de pie, de brazos cruzados, no era muy alta, pero su cabello blanco era bastante llamativo, a su lado, un joven de cabellera negra, alto, musculoso, moreno, ojos negros, muy contrastante con ella; pero no por eso, perdía belleza, sobre todo, con las curvas que le llamaron más la atención, porque, claro, aun no podía divisar por completo su rostro.
No, aquel joven no parecía su novio, no por la manera en que parecía tratarlo, pero esperaría a acercarse.
Y sí, lo logró, cuando el registro estuvo abierto para las competencias, a la sombra de una manta atada a unas palmeras, algunos de los hermanos se encontraban ahí, incluso la chica albina, que seguía discutiendo con el joven.
—¡La mesa de registros está abierta —había gritado Ikkaku, claro, nadie mejor para hacerlo—! Podrán competir contra los hermanos Yamamoto por una estancia completamente pagada de su parte, o terminarán limpiando la playa como castigo por perder…
—Vaya publicidad que nos da la cabeza de boliche —masculló Asami, sacudiendo la cabeza—. Me daré una vuelta por el peñasco para ver la marea, tampoco queremos accidentes fatales
Pero Takeshi la tomó por la muñeca.
—Haru dijo que iría al peñasco, no deberías agotar tus energías—. Y Takeshi le hacía señales con los ojos, una disputa que solo ellos eran capaces de hacer—. Asami…
—No pasara nada Takeshi, ninguno de ellos podría derrotarme en clavados…
—Oh, así que presuntuosa —la voz del albino se alzó por entre el alboroto, haciendo a ambos hermanos voltear a verle, y Takeshi, reaccionando a soltar la muñeca velozmente—. Yo quisiera probar, no soy experto, pero puedo competir.
—Qué adjetivo tan interesante —su voz sonó con un tintineo de campanas, mezcla de su voz de sirena y alegría desmesurada—. Yamamoto Asami.
—Hitsugaya Tōshirō —dijo el chico acercándose a ella, haciendo a su novia apresar su brazo con más fuerza—. Ella es mi novia, Hinamori Momo.
—Un placer —dijo la castaña, notando el porte de la chica, su confianza desmesurada con ese traje de baño a dos piezas, asiéndose de cierta forma, el pareo transparente a su piel expuesta—. También me inscribiré en clavados.
—¡Perfecto! —Y juntó sus palmas en un aplauso—. Cuando llegue la hora de la competencia los guiaré hasta el peñasco, que disfruten las competencias.
Y le guiñó un ojo al joven, que, en ese momento, no podía mirar otra cosa que no fueran sus ojos gris claro.
Y su novia lo pudo ver, el cómo miraba sus caderas moverse de un lado a otro, probablemente viendo sin tapujos los glúteos de la albina, apenas cubiertos por ese bikini.
—Pudiste haber sido más discreto —objetó la castaña, molesta—. No me sorprende…
Y se alejó de él, dejándolo con los brazos elevados a manera de queja, volteando a ver el camino por el que la chica se movía, seguida del chico peli negro.
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El balón se encajó con fuerza en la arena a lado del hombre que no pudo hacer nada contra el poderoso remate de la chica Yamamoto, que, junto a su hermano, se pusieron erguidos y sonriendo petulantes, colocando cada uno una mano sobre su cadera. Saya el brazo izquierdo, luciendo perfectamente el tatuaje de anguila, mientras que su hermano a su derecha, lucía el propio al ponerlo de forma orgullosa sobre su cadera. Era su cuarta victoria en el día, pero a pesar de eso, no tenían ni una sola gota de sudor en sus frentes, todo lo contrario, a los dos hombres que jadeaban exhaustos apenas pudiendo mantenerse en pie.
—Punto y partido —anuncia Yumichika—, estos son sus horarios para la limpieza de la playa —les pasó un papelito.
—Es imposible vencerlos —jadea uno, tomando sus horarios.
—Ese par no puede ser humano —se queja el otro.
—Humanos o no, les ganaron, no falten a su horario —remata Yumichika divertido y jocoso.
Los dos turistas bufaron, accediendo de mala gana. Claro, como todos, llegaron a confiarse que tenían ganada toda una estadía pagada, se sintieron muy confiados al creer en sus habilidades y ganar fácilmente. Pero aquel par resultó ser imparable, sus ataques parecían no ser de este mundo.
—Buen intento chicos —dice Saya exquisitamente altiva y orgullosa, tomando luego de la botella de agua de la que cayeron un par de gotas por su mejilla, recorriéndose hasta su hombro. Todo mientras la brisa marítima jugaba con sus rebeldes cabellos, alborotándole su melena aún más.
Con tal escena, ambos turistas quedaron literalmente babeando y sonriendo como idiotas. Con tal imagen incluso admitían que no les importaba en absoluto haber perdido ante tal belleza fiera.
—Espero que no estés usando tus "encantos" cómo ventaja, hermana —susurra Satoshi burlesco, asegurándose que el pelinegro no fuera a escucharlo.
—Eso sería hacer trampa —llega Renji a lado de Satoshi, mirando con disimulado reproche a Saya, quien no se inmuta en lo mínimo.
—No necesito hacer trampa red pineapple —lo fulmina con la mirada.
—Con tal de tener a todos limpiando las playas no lo pondría en duda —dice este calándole los ojos a Saya.
—Y podría ser uno más si te atrevieras a enfrentar a uno de nosotros —reta Saya cruzada de brazos. Podría ser mucho más baja que el pelirrojo, pero eso no le impedía ponerse firme ante él.
Entonces se genera entre ambos un choque eléctrico ante el que Satoshi prefiere mejor hacerse a un lado
—Alguien no está siendo sincero con sus sentimientos —canturrea Yumichika ante la clásica escena entre esos dos
—Los dos son unos obstinados de primera —secunda divertido Satoshi—, en fin ¿quiénes son los siguientes voluntarios para hacer trabajos de limpieza? –Se truena los nudillos mientras sonríe emocionado y ya anteponiendo una victoria más.
—Pongamos pausa unos momentos el partido —exclamó Haruki apareciendo al lado de la cancha—, pasemos a otra competencia para que se tomen un descanso –les dice severo a sus hermanos, esperando que entendieran la indirecta.
—¡Oh, vamos! No llevamos ni dos horas jugando, bro —alardea Satoshi recargándose en el hombro del mayor—, podemos seguir sin problemas.
—Dije que pasemos a otra competencia para que tomen agua y se repongan —le da un discreto, pero fuerte codazo en el costado, que de verdad le duele a Satoshi, pero lo disimula—. El mar se ha calmado, también deberíamos aprovechar esa pausa antes de que las olas se piquen. Ayasegawa-san —llamó el tiburón con un gesto afable—, ¿hay alguna competencia para la que ya se hayan cerrado inscripciones?
—Estamos listos para Kayak y natación —concedió el pelinegro con una sonrisa coqueta, acercándose al mayor con una tabla en la mano—, y me han dicho que los del refugio prestaron sus kayaks para esto, los están dejando cerca de la punta.
—Perfecto, gracias, Ayasegawa.
Haruki se alejó algunos pasos antes de que Yumichika sonriera divertido.
—Háblame de "tú" —espetó el pelinegro en voz baja, observando a Haru alejarse en la distancia y percatándose de que Hanako volvía de la otra punta, caminando lenta y majestuosa como cada vez que volvía de hablar con la gente de la reserva.
—Vamos Saya —pidió Sato un poco más repuesto del golpe, pero respirando todavía de manera superficial.
Saya entonces rompe el choque de miradas que tenía con Renji, sonriéndole autosuficiente y yéndose junto a su hermano. Todo bajo la mirada obstinada del pelirrojo, que, sin querer, se quedó hipnotizado ante el contorneo de la larga y desordenada cabellera de Saya que se movía al ritmo de sus pasos.
—Buen método para conquistarla —Yumichika lo sobresalta al sacarlo de su hipnosis.
—Yo no quiero conquistar a ese pequeño monstruo demoníaco —se exalta Renji, con un notable sonrojo en las mejillas.
—Sí claro, como digas —le da largas—, iré a poner en orden a los siguientes participantes —deja Renji refunfuñando, conflictuado por lo que aquella sirena le hacía sentir desde hace un tiempo
Entre ellos se podría decir que tenían algo, y a la vez no. Tanto solían discutir por tonterías, por querer cada uno tener la razón, al igual que solían apoyarse mutuamente.
Renji era de los pocos jóvenes que conocía la verdad detrás de las leyendas que contaban los más viejos, sabía de la naturaleza de Saya y de sus hermanos, así que solía encubrirlos (especialmente a esa despistada) para seguir ocultando su secreto. Saya solía molestarlo, gozaba de hacerlo enfadar, pero lejos de que eso fuera un factor que lo hiciera alejarse de ella, de alguna manera, llamó su atención y ahí estaban, con su conflictiva relación.
Algo existía entre ellos, pero por porte del pelirrojo, estaba conflictuado, pues no sabía si estaba influyendo el "encanto de sirena" que era natural en ellos. Es decir, ella y sus hermanos tenían a media playa barriendo la arena por ellos, como si fueran ídolos famosos.
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—¿Por qué los albaz no están aquí —cuestionó Haruki al ver aproximarse a Hanako, mientras Takeshi y otros locales terminaban de examinar los kayaks que estaban dispuestos en la arena—? Pensé que los veríamos en las competencias.
—Saludos, Yamamoto Haruki, hijo del océano y tiburón del arrecife –dijo ella mostrando las manos a los costados e inclinando ligeramente la cabeza—, que la Diosa Luna te sonría siempre, y que tu vida sea próspera y larga.
Haruki suspiró profundo, negando con la cabeza antes de volver la vista al océano, ocultando tras un gesto estoico toda su indignación.
—Jugram Haschwalth —espetó con un dejo de recelo en su voz—, hijo de Yhwach, ¿por qué siempre usas a mi hermana para transmitir tu voz? ¿No le harás algún mal sometiéndola a tus hechizos?
—Honestamente —respondió la pelirroja con una sonrisa respetuosa, con la que Haruki casi pudo ver la figura traslúcida de Jugram a su lado—, ella misma se ofrece a ser portadora de nuestras noticias, después de todo, son sus dones, no los nuestros, los que usa para ser mi mensajera. Si la decisión de su medusa es una ofensa para el tiburón del arrecife...
—No me ofende, primer heredero de Yhwach, Balance del arrecife —respondió al fin el saludo, haciendo que Hanako sonriera todavía más—; que el Dios de los albaz te sonría y te muestre su benevolencia y generosidad, y te brinde sabiduría para gobernar. Agradezco profundamente su apoyo para lograr esto, y agradeceré todavía más que se pongan a salvo esta noche, ya que pretendo hacer a Hanako cantar. ¿Caminamos un poco? —cuestionó al final, extendiendo una mano hacia ella, una invitación silente.
Hanako tomó la mano de Haruki y dejó que él la acomodara en torno a su brazo para caminar entre los turistas repartidos en la playa.
Haruki sonrió divertido por la forma en que su hermana arrugó la nariz, y no pudo evitar sonreír burlesco antes de cuestionar al albaz que su hermana canalizaba.
—¿Te será cómodo caminar de mi brazo, Hijo del sol?
—Sé que suelen hacerlo así, hijo de la luna —admitió la pelirroja tratando de suavizar su sonrisa—, y no quisiera levantar sospechas negándome a hacer algo a lo que los humanos de esta playa están tan acostumbrados. Además, Hanako dice que eres un hermano especialmente celoso, así que imagino que estarás cómodo poniéndola a salvo bajo el toque de tu piel.
—También dice que tú eres un albaz especialmente meticuloso —respondió divertido el tiburón, recuperando su máscara de estoicismo mientras se movían entre la gente—. ¿Por qué accedieron? ¿Quieren ayudar porque fue ella quien lo pidió?
—También dice que eres un hermano devoto, ella te ama.
—Y yo la amo a ella —replicó el tiburón, preguntándose a dónde quería llegar aquel albaz con tanto rodeo a sus preguntas—, la amo como amo al océano, y como amo al resto de mis hermanos. Y los necesito, a cada uno de ellos, tanto como necesito volver al mar. ¿Por qué accedieron?
Hanako levantó una mano, saludando en la distancia a las personas a las que reconocía, guardando silencio un momento más mientras el albaz que hablaba a través de su boca, reorganiza su respuesta.
—Hasta cierto punto es su pedido, aunque es más bien por cómo lo ha solicitado; Hanako ha sido vehemente al pedir apoyo, dijo que esto era importante para ti. Entre todos tus hermanos, la encuentro la más devota de tus decisiones. Ella es fiel a ti.
Guardaron silencio algunos segundos, encontrando un lugar a la sombra de una palmera mientras la brisa salina les acariciaba la piel.
Ante aquellas palabras, Haruki sintió algo amargo en el paladar, recibió una sonrisa diplomática por parte de Hanako que pretendía tranquilizarlo, pero al ser Jugram quien la profería y no su adorada protegida, tuvo el efecto opuesto, profundizando la melancolía del guardián.
—Considero —continuó la pelirroja con cierta dificultad, como si Hanako no quisiera decir aquellas palabras y tratara de resistirse a que Jugram las pronunciara—, que ella te seguiría a la muerte, aun si no estuviera de acuerdo con tus decisiones.
—Ahí es donde somos diferentes —admitió Haruki soltando su brazo y mirando a Hanako, mirando los ojos azules de Jugram reflejados en los de su hermana—, yo jamás le pediría que me siguiera hacia la muerte.
—Y aquí estamos —concluyó ella mostrando los antebrazos, Haruki no necesitaba mirar, la piel escamada, la irritación, la resequedad que permanecía en ella.
No me uses de bandera...
—No te uses tú de bandera —espetó Haruki por fin, sabiendo que su hermana escucharía sus palabras a pesar de que era Jugram con quien interactuaba—, ni de escudo, Hanako. No te atrevas otra vez —sentenció furioso, pero manteniendo a raya la emoción, ahogando en su voz cualquier atisbo de energía.
Por un segundo, los ojos de Hanako refulgieron como esmeraldas reflejando el fuego, y ella acarició la mejilla de su hermano, dándole calma con aquel gesto. Sin embargo, así como vino se fue, y Jugram volvió a hablar.
—Es por esto por lo que estamos apoyando —confesó el albaz mientras ambos volvían la vista hacia el océano—. No es normal en ti, Haruki, hijo del océano y tiburón del arrecife, que tomes tan personal la existencia de los mortales en la playa.
—Tengo mis motivos.
—Y no es común que pongas en riesgo a tu gente para conseguir algo. Queremos ayudar, porque sabemos que los guardianes del arrecife no actúan nunca sin motivos claros. Eres el tiburón del arrecife –dijo Jugram con cierta vehemencia—, eres un tiburón toro, de los más tranquilos, de los que sólo cazan por necesidad, de los que menos atacan a los humanos, y aun así...
Primero una pausa larga, respiraciones pausadas, gestos impertérritos sostenidos mientras los niños se carcajeaban persiguiéndose al borde del mar, donde las aguas no eran peligrosas para ellos.
Después una mirada significativa en la que Jugram, a través de Hanako, escrutó el gesto sombrío del mayor de los Guardianes del Arrecife. Por último, una sonrisa amable, cargada de orgullo por el profundo amor y respeto que Haruki siempre había tenido hacia ellos, hacia los albaz.
—Tengo mil años de edad —inició Jugram consiguiendo la atención de Haruki—, y en mil años de edad no vi un guardián que protegiera el Arrecife con tanto recelo y con tanta pasión como lo hiciste tú. Eres el tiburón más joven nombrado en un largo tiempo, y creo que el más joven de la historia, lo mismo que tus hermanos; y habrían sido más jóvenes, pero creo que tuviste algo que ver con eso. Desde el momento que tomaste tu lugar como tiburón de este arrecife has sabido tomar decisiones certeras. Dudé —confesó con media sonrisa de melancolía—, y odio admitirlo en voz alta, porque demostraste una integridad envidiable. Sabemos que ustedes no actúan sin un buen motivo, Hanako no me dijo de qué se trata, así que respetaré su decisión como guardianes y brindaremos nuestro apoyo. Mi hermano se encargará de los mortales esta noche, yo me uniré a ustedes más tarde. —Y finalizó haciendo una reverencia ligera mientras se despedía—. Que la Diosa Luna te sonría siempre, y que tu vida sea próspera y larga.
Haruki suspiró profundamente antes de responder, desganado.
—Que el Dios de los albaz te sonría y te muestre su benevolencia y generosidad, y te brinde sabiduría para gobernar.
La mirada de Hanako se levantó hacia la punta Este de la playa, el lugar en el que los albaz tenían el refugio de las tortugas. Haruki bufó ofendido al percatarse de que su interlocutor estaba de pie fuera de la edificación de una planta que servía como base de operaciones para los rescatistas y asociaciones de activistas, se preguntó si habría estado observando durante toda la conversación.
—Sabes que necesita establecer contacto visual para romper el hechizo, ¿verdad —cuestionó Hanako sonriendo para su hermano—? Ellos no son como nosotros. No tiene los dones con los que yo nací.
Haruki no dijo nada. Observó a Jugram hacer una reverencia en la distancia antes de darse la vuelta y adentrarse en el refugio. Carraspeó antes de tender su mano hacia Hanako, sin atreverse a mirarla puesto que sabía que en cuanto sus ojos contemplaran la sonrisa mimada que ella solía componer ante sus berrinches, caería a sus pies, perdonándolo todo.
—Andando —musitó fríamente volviendo un poco más el rostro.
Hanako sonrió enternecida mientras entrelazaba sus dedos con los de Haruki, siguiéndolo de regreso hacia los kayaks.
En la distancia, y después de haber recibido una cátedra por parte de Nemu en la que la invitaba a mostrar sus verdaderas habilidades de natación, Nanao se apuntaba con Yumichika para la competencia dedicando miradas nerviosas de soslayo a los presentes.
Lo reconoció de inmediato, y no pudo evitar pasar saliva con cierta dificultad.
¿Cómo olvidar esos ojos color cobalto? Yamamoto Haruki entraba al área de esa competencia luciendo glorioso, con los pies descalzos, con sus bermudas color gris oscuro cayendo sugerentemente sobre sus caderas, con la musculatura trabajada que parecía emitir un brillo irreal por la palidez de su piel, con el tatuaje tribal en el costado relativamente oculto por la camisa abierta que portaba, con los largos cabellos que caían por debajo de sus hombros, recogidos en media coleta...
Con la despampanante pelirroja que caminaba de su mano, saludando a otros locales.
—El tiburón del arrecife nunca mira en dirección de los turistas —dijo Yumichika con desgano, revisando los nombres apuntados para las competencias—, ni siquiera en dirección de los locales.
—No, ¿por qué lo haría? —coincidió Nanao mientras se percataba de la palidez de la pelirroja en contraste a su cabello, hermosa.
—Pero, si te interesa —añadió amablemente el pelinegro mirando a la pareja que se acercaba hacia los kayaks—, él es Yamamoto Haruki, tiburón del arrecife.
—Sí, esa parte la sé —admitió Nanao con cierto nerviosismo.
—Y de su mano viene Yamamoto Hanako, su hermana —enfatizó enarcando una ceja antes de retirarse y dejar a Nanao con una sensación extraña creciendo en su pecho.
Volvió a mirarlos. Había complicidad entre ellos, y simbiosis, la manera en que se movían cerca el uno del otro y la forma en que Hanako sonreía para el... ¿le había llamado tiburón?, si se movía uno, se movía el otro, eso era notorio a leguas. La chica sonreía radiante mientras observaba al resto, y aunque no dirigió una sola mirada en dirección a su hermano en ningún momento, para Nanao no fue difícil percatarse de lo pendiente que parecía estar del varón.
No estaba segura si era por la belleza que el océano y la playa aportaron a la llegada de los Yamamoto, como si cada vez que cualquiera de ellos se acercaba, algo místico ocurriera; en este momento los mayores, dos muchachos como reyes antiguos recortados contra el mar y el horizonte, ambos muy atractivos, tanto como el resto de sus hermanos, pero sus pieles pálidas en contraste a los bronceados locales, las miradas contrastantes también, ella demasiado cálida, él demasiado diplomático, había algo que no le permitió, durante largos segundos, apartar la mirada.
—Entonces, ¿natación? —Espetó Nemu llegando hasta su amiga y abrazándola por los hombros, sin notar que acababa de hacerla reaccionar.
—Sí, creo que iremos después de kayak —respondió agradecida de tener otra cosa en qué pensar, pasando saliva con dificultad antes de sonreír para Nemu, más tranquila—, y después te veremos hacer a los niños ricos morder el polvo.
—Primero tú tienes que hacer a la princesa presuntuosa tragar agua.
—¿Princesa? —Cuestionó Nanao levantando la mirada en dirección a los Yamamoto reunidos.
—Soi-Fong dijo que le dicen princesa a una de las Yamamoto, pero no sé a cuál sea. Vas contra Ariel.
No necesitó más explicación. Sus ojos volaron hacia Hanako en la distancia, con su traje de baño verde agua en una pieza, y se sorprendió cuando notó que la chica las miraba, como si hubiera escuchado aquella charla. No pudo evitar sobresaltarse al ver a la pelirroja levantar una mano y ofrecer una sonrisa cálida y un saludo. ¿Una amenaza?
No, los ojos, la sonrisa de aquella joven era demasiado dulce como para ser una amenaza. Había escrutinio en sus ojos, sí, pero se parecía más a la curiosidad de la novedad. Nanao dudaba que Hanako fuera capaz de amenazar a nadie con la mirada, toda su presencia en la playa era reconfortante.
—Ya veremos —murmuró Nanao sonriendo para su amiga—, tiene la ventaja al ser local.
—Oh, no puede nadar más rápido que tú, ya verás. Le vas a ganar.
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Estaban listos para iniciar las competencias de Kayak, Asami estaba a lado de su hermano, quien se preparaba físicamente para la competencia.
—Te veo muy animado —soltó la joven, viendo la sonrisa ladina de su hermano—, emocionado, diría yo…
—Si, emocionado —respondió, estirando los brazos y luego mirando a su hermana—, pero nadie me preguntó si quería participar, solo mencionaron mi nombre.
Y Asami se mordió la lengua, a sabiendas que se refería a ella.
—Bueno, de todas maneras, estás muy animado —respondió ella alejando la queja de su hermano de su cabeza—. Ya, no te fijes, si no eras tú ¿Quién más podría haber competido por nosotros?
—Grimmjow es un buen contendiente…
—Pfff, ay no digas eso, eres el mejor Takeshi —y las mejillas de Asami se tornaron rosadas—. Ve y da tu mejor esfuerzo, aquí estaré para apoyarte.
Y le palmeó la espalda antes de que Takeshi fuera a su respectivo Kayak junto a los otros participantes que también ya estaban preparados.
El mar estaba en calma, apenas con algunas pequeñas olas, así que la entrada a la mar sería sencilla para el joven tritón, que ya era experto en adentrarse con grandes olas con o sin kayak.
—Esto será muy sencillo —alardea Ginjou en su kayak a lado de Takeshi—, solo hay puros niños en esta competencia —mira despectivo al tritón, que no le toma mayor importancia
—Pediremos los tragos más caros en toda la estadía —afirma de la misma manera Kouga—, les sacaremos hasta el último centavo a esos locales
Takeshi bufa ante tal habladuría, mirando a Haruki a pocos metros de ahí, que, por su cara, supuso que había escuchado los comentarios de esos dos. Solo basto una mirada entre ambos tritones para entenderse, y para que, a los pocos minutos, el viento poco a poco empezara a sentirse más fuerte y las olas se fueran levantando un poco más. No era muy abrupto el cambio, después de todo, el mar tendía a ser voluble a veces, pero si una persona prestaba atención el tiempo suficiente, lograría ver un destello iridiscente en la mirada del mayor de los Yamamoto, que conjuraba al mar.
(Skillet - Feel Invincible)
Ikkaku sonó fuertemente el silbato, y de inmediato los kayaks a la orilla de la playa empezaron a avanzar para adentrarse al mar y comenzar a ir contra las olas que empezaron a llegar más en picada dificultando el avance, aunque claro, no para Takeshi, que maniobraba el kayak con ayuda de los remos, pasando de frente a las olas que a varios detrás suyo les estaba costando y los dejaba rezagados, incluyendo a aquel hablador de antes.
Takeshi claro, tenía una clara ventaja pues conocía el mar, no necesitaba que Haruki le dijera el movimiento de este, él fácilmente podía ver más allá de la siguiente ola que rompía y pasarla sin problemas para seguir avanzando. Todo lo contrario, a aquel sujeto que a cada momento el oleaje lo tomaba por sorpresa y le impedía seguir avanzando, muchos estaban teniendo un poco de dificultades, pero no al grado de hacer esa competencia imposible, sabía que Haruki tampoco les pondría las condiciones muy peligrosas.
Las olas más difíciles serían las que se formaban con más fuerza conforme avanzaba, aun le quedaba hacer bastantes esfuerzos de pasar aquel oleaje antes de adentrarse más al mar en calma donde sería más "fácil" remar rumbo a la boya donde daría la vuelta.
Miro atrás suyo, Ginjou era el que más adelantado estaba además de él, pero le llevaba una clara ventaja y era muy notorio que estaba valiéndose de su fuerza bruta para pasar el oleaje. Eso significaba que cuando llegara al mar abierto sus brazos estarían muy cansados, pero eso no lo estaba considerando como él que usaba la propia constancia y fuerza del oleaje como ventaja y no como obstáculo.
Fue entonces que una idea lo hizo sonreír de lado, es decir, no habría mucha diversión si le ganaba a ese sujeto teniendo demasiada ventaja.
Ginjou, jadeando por los esfuerzos excesivos de estar rompiendo el oleaje que al fin pudo pasar, observó como ese niño Yamamoto iba más lento al remar ahora que ya estaban en el mar abierto. Sonrió entonces engreído y confiado remando con más fuerza, confiado en su musculatura para rebasarlo.
—Necesitas trabajar más esos escuálidos brazos niño —alardea al pasar a lado de él, ignorando la sonrisa ladina que compuso el tritón.
Podía ver la boya donde daría la vuelta, pero estaba tan engreidamente confiado que ni siquiera miraba atrás, ni mucho menos medía el ritmo en que remaba, lo que no le dejó percatarse de que estaba en una corriente de agua donde por dos remadas que daba, el mar lo empujaba tres.
Dio la vuelta a la boya, frente suyo no había nadie, eso quería decir que la victoria era suya lo que le dio la suficiente confianza de parar y descansar un poco. Pero entonces un salpicón de agua en su cara le hizo cerrar los ojos, mirando tras que la salinidad dejó de nublar la vista al niño Yamamoto que descaradamente tenía una clara burla en su cara por la evidente sorpresa de verlo delante suyo.
—En esta parte hay una corriente, tenías que abrirte un poco más para pasarla —presume Takeshi antes de volver a remar a una velocidad sorprendente—, pero es una ventaja al regresar, si sabes usarla —grita ya algo alejado de Ginjou, que aprieta la mandíbula al tiempo que agarra con fuerza y furia el remo.
Para hacer mayor su enfado y humillación, tenía razón, la corriente de regreso lo estaba ladeando, le estaba costando mantener el equilibrio para agarrar esa corriente como lo estaba haciendo Takeshi, que prácticamente no estaba haciendo esfuerzo alguno al literalmente solo dejar que lo llevara de regreso.
Takeshi tomaba las olas de regreso con aparente facilidad. Ladeaba el kayak apoyándose del remo como si nada para que la ola no lo llevara levantara de atrás hundiéndolo en picada, además, que seguía calculando la serie de olas que venían para tomarlas como ventaja y que lo llevaran a la orilla. Todo lo contrario, a Ginjou, que en varias ocasiones estuvo a punto de ser derribado por las olas.
Una última ola le dio el empujón final para llegar al punto donde Ikkaku alzó la bandera declarando su victoria, que, en sí, no era sorpresa.
Bajó del kayak para arrastrarlo a la arena, viendo a los demás competidores llegando con expresiones derrotadas pero divertidas, a excepción de Ginjou que se quedó sobre el kayak refunfuñando algo que no alcanzó a entender.
—Otro consejo —exclamó Takeshi alzando su voz por encima del ruido del oleaje—, nunca le des la espalda al mar.
Segundos después, una ola mediana cae sobre Ginjou, revolcándolo con todo y el kayak.
Takeshi se acercó a celebrar con sus hermanos, pero Ginjou, en su furia, sin importarle nada, se fue a tropezones detrás del menor, empapado, hasta que colocó su mano sobre su hombro, girándole apenas, con el puño preparado.
Y si algo tenía Takeshi, era su buena flexibilidad, que, a pesar de haber sido tomado por sorpresa, logró esquivar el golpe, haciendo a Ginjou caminar a tropezones mientras recuperaba el equilibrio.
—Mocoso… —Y sintió una suave palma sobre el brazo, haciendo que su ira desapareciera lentamente —¿Qué?
Asami estaba detrás de él, con el ceño fruncido, sin decir absolutamente nada, con Sato respaldando y Saya a su lado.
Takeshi se reincorporó, acercándose a sus hermanos, mientras Ginjou los miraba confundido, como si hubiera sentido algo extraño recorrer su cuerpo al momento en que la joven lo tocara.
Alejarse, no le quedó de otra más que alejarse e irse junto a sus "amigos" que lo esperaban a lo lejos, esa no había sido su victoria.
—Así que hiciste un nuevo amigo, ¿eh? —bromea Satoshi despeinando el cabello del menor.
—Por supuesto —respondió el menor, acomodándose el cabello mientras pasaba el brazo por detrás del cuello de su hermano—. Es súper divertidísimo, y muy carismático, por cierto.
—Y buen perdedor —secunda Saya con sarcasmo cruzada de brazos—, olvidaste eso en sus atributos.
—Aunque con mucha ira —se quejó Asami, cruzándose de brazos, mirando a Ginjou alejarse—. Definitivamente debemos tener cuidado con ellos
—¡Bah!, no es más que un idiota musculoso —dice Saya despreocupada—, se terminaran ahogando sin que tengamos que ver en eso.
—Y aquí mi hermanito supo jugar muy bien sus cartas con astucia contra ese idiota —juguetea Satoshi agarrando a Takeshi en una llave por el cuello.
—Bueno, no quieras matarme tan joven por favor —expresó el chico, zafándose de su hermano—. Aun tienes un partido que ganar
—Cierto, veamos si su majestad ya nos permite conseguir más voluntarios —le dice a Saya tras soltar al menor e irse a donde Haruki.
Takeshi se quedó admirando cómo se alejaban sus hermanos, sintiendo la presencia de su hermana cerca.
—¿No vienes —preguntó Asami, mirando a sus hermanos alejarse—? Al menos ver el desenlace de ese torneo.
—Por ahora no, iré a descansar un poco —le alboroto el cabello a su hermana, haciéndola respingar—, tal vez convenza a Riruka de dar una vuelta.
Y sin decir más, se alejó, por lo que Asami tomó camino hacia donde Sato y Saya.
.
Sexta victoria del día para los mellizos anguila una vez que retomaron la competencia de vóley. Ellos, tanto como sus otros hermanos en las demás competencias estaban siendo imparables.
No solo lograrían que los turistas se pusieran a limpiar las playas, también estaban generando un ambiente de sana competencia con ellos, pues, aunque ningún turista ha logrado vencerlos, se estaban divirtiendo con aquellos locales adinerados.
—Pensé que alguno nos daría más pelea —alardea Satoshi cuando Yumichika le entregaba a la sexta pareja de perdedores sus horarios para el trabajo de limpieza—, aunque ha sido divertido verlos esforzándose.
—Sí, hay que darles su mérito —secunda Saya antes de dar otro trago a su botella de agua, más que nada para guardar las apariencias, pues no estaba cansada en lo absoluto—, ¿falta alguien más de probar la arena? —pregunta a Yumichika al tiempo que le pasaba la botella de agua a su hermano.
—Un par de chicas más —responde esté mirando la lista—, voy a decirles que es su turno.
—Vaya, al fin es mi turno de deleitarme la pupila —dice Satoshi con una sonrisa galante.
—Es porque tus admiradoras prefieren verte en acción —señala Saya a un grupo de turistas que desde hace rato miraban con corazones en los ojos el partido de vóley.
Satoshi tan solo suelta una cantarina risa al tiempo que se vertía un poco de agua de la botella en sus manos para echársela en la frente y tirarse sus mechones de cabello hacia atrás, provocando con esa acción varios gritos de las mujeres.
Saya solo bufa resignada ante el usual pavoneo de su hermano. Él le decía que ocasionaba lo mismo con los hombres, que incluso todos sus contendientes parecían hasta contentos de haber perdido ante ella, pero Saya no le tomaba importancia, de hecho, su aparente desinterés parecía incluso hacerla más atractiva.
—Eso no te funcionará como ventaja ante nosotras, playboy de playa engreído —aclama una firme voz llegando a la zona.
Las dos chicas a las que se enfrentarían usaban un traje de baño completo, pero que de igual forma contorneaba muy bien sus estéticas figuras. La más alta, que traía su largo cabello atado en una trenza, vestía un bañador completo azul oscuro. Era bastante atractiva, buenos atributos, de mirada casi aburrida y desinteresada, como si ya se estuviera atribuyendo que ese partido sería de lo más sencillo. Eso encendió la llama competitiva de Saya.
La que era de estatura más baja tenía un traje de baño púrpura, de tirantes. Muy buena figura, delgada. Cabello negriazul, con dos coletas largas cayéndole enfrente. Ojos grises oscuros, mirada fiera y firme. Su postura era orgullosa y decidida, daba la increíble sensación de que a pesar de que era de complexión delgada y pequeña era bastante fuerte. Esto llamó poderosamente la atención de Satoshi, quien sonrió de medio lado de forma galante.
—Playboy de playa —repite con la mirada fija en aquella chica—, me gusta ese apodo, linda –le guiña un ojo, ante lo que Soi-Fong solo acentúa más su desagrado por aquellos niños presuntuosos.
Dio un rápido chequeo a aquellos hermanos. Sin duda alguna eran mellizos, tenían incluso la misma expresión altanera. Las únicas diferencias que tenían era su estatura, aunque no variaba más de diez centímetros.
La hermana era delgada, piel tenuemente bronceada al igual que su hermano, un poco más alto que ella, pero pese a que no tenía una musculatura marcada podía deducir que era bastante fuerte, se le notaba por su postura.
Él hermano era de musculatura más marcada, abdomen firme, piernas y brazos fuertes. Atractivo, no lo negaba, pero eso no le quitaba su primera impresión de ser un petulante de primera, sin duda el clásico rico local que se creía dueño de la playa y no dudaba en estar de casanova con las turistas.
Ambos tenían el mismo tatuaje de anguila rodeándoles el brazo, uno en el izquierdo y otro en el derecho, así como otros dos tatuajes tribales de unas olas que tenían en las pantorrillas y otros que simulaban unos rayos, solo que estos Satoshi los tenía en su pectoral y Saya en su cintura.
—No lo dije a modo de halago —deja en claro Soi-Fong, clavándole aún más su mirada de desprecio
—Oh vamos, esto es para divertirnos —se acerca a ella, sonriéndole galante detrás de la red—, eres muy linda para estar así de seria, con una sonrisa lucirías más bonita.
Soi-Fong tan solo lo fulmina con la mirada, conteniéndose a no darle una lección fuera de vencerlos en su engreído desafío.
(Love struck - V factory)
—Empecemos de una vez —habla Nemu con desinterés, aunque la verdad, es que evito que su compañera le dejará la cara marcada a aquel local, y no precisamente con el balón—, ya habrá tiempo para coqueteos —no lo demostraba, pero era en parte divertido ver el fastidio de Soi-Fong ante las descaradas provocaciones de aquel chico, es decir, es su escuela nadie se atrevía a hablarle de esa forma a la reina de hielo. No después de lo que paso
—Lo mismo digo —dice Saya dándole un golpe en la cabeza a su hermano, yéndose luego a la zona de saque, preparada para dar el primer golpe. Sin embargo, Satoshi le arrebata el balón, dejando a su melliza con las manos vacías y confundida.
—Las damas primero —le pasa el balón a Soi-Fong por debajo de la red, en un intento más de galantería, ignorando la molestia de su melliza detrás de él.
Emitiendo un bufido, toma el balón casi arrebatándoselo. Ahora sí que estaba más que dispuesta a ganarle sin piedad, pondría en su lugar a aquel engreído.
—Esto será interesante —alardea Satoshi, aunque Saya sabía que se refería a aquella turista. Se le notaba la fuerte atracción que ejerció en él—, esa turista tiene algo especial…
—Sí, es la primera que te ve con desprecio —suelta Saya, lo cual prácticamente fue como si le cayera una roca en la cabeza a Satoshi, aplastando su orgullo.
Asami miraba desde lejos mientras llevaba un vaso con agua de sabor y alcanzaba a ver el gesto que el idiota de su hermano había hecho ante la turista contra la que él y Saya se enfrentarían, lo que la hizo avanzar a zancadas entre la gente, con el entrecejo fruncido y la molestia enmarcando sus ojos.
—¿Que está planeando el cara de pez? —Le preguntó a Saya, quien, junto a Sato, ya estaban en posición para iniciar el partido— ¿Está tonto, o qué? —dice casi gruñendo
—Siempre ha sido un atolondrado —responde Saya solo para que Asami la escuchara—, pero descuida, es demasiado orgulloso como para perder a propósito solo por quedar bien ante una chica —al contrario, parecía bastante dispuesto a demostrar sus habilidades ante aquellas turistas, en especial ante la del bañador purpura.
—¡Ay, por favor —exclama Asami, teniendo una mala espina—! Matare a Satoshi si pierden —murmuro entre dientes, con el pie inquieto y pasando un brazo debajo del busto, bebiendo de su vaso con impaciencia.
El balón en el aire junto a una expresión exquisitamente fuerte y determinada de Soi-Fong que se preparaba para dar el primer golpe. Era una expresión aguerrida, casi felina al instante de dar un fuerte saque a la cancha contraria. Saya responde clavándose en la arena en un golpe bajo, golpe que Satoshi secundó hábilmente brincando por encima de la red en un decisivo remate que clavo el balón en la arena, obteniendo el primer punto.
—No me importaría invitarte una bebida fría de todos modos —coquetea Satoshi con alarde—, ese saque lo amerita.
Asami recobró el aliento luego del saque de la chica, quien, a pesar de la excelente primera maniobra defensiva de parte de sus hermanos, ella y su compañera, parecían bastantes confiadas. Lo atribuían a que no se dejarían verse sorprendidas tan pronto. De todas formas, justo en ese momento, decidía apoyar por completo a su hermana, porque, a como se veía, Satoshi estaba perdido.
Nuevo saque por parte de Soi-Fong, su estatura no era impedimento para lanzar el balón alto, y brincar incluso por encima de la red. Satoshi lo recibió en un golpe bajo juntando las manos, dejándole un pase excelente a Saya para clavar el balón, encontrándose con un bloqueo de la más alta, cuyo rostro parecía no mostrar expresión alguna, y quien mando el balón a la otra esquina de la cancha contraria.
Parecía que obtendrían su primer punto, pero justo Satoshi llegó deslizándose por la arena con el brazo extendido y salvando el balón. Saya hizo un boleo sencillo, prácticamente dejándoles el punto a sus oponentes. Soi-fong mando el balón cerca de la red, Nemu corrió a clavarlos a una zona que dejaron aparentemente desprotegida, a la nuevamente Satoshi llego de la nada haciendo un golpe bajo que mando en diagonal a su derecha. Todo indicaba que dio un mal golpe, iba demasiado ladeado, pero Saya dio un sorpresivo brinco, clavando ferozmente el balón en una esquina de la cancha contraria, a centímetros de que fuera un punto fuera.
—Válido —marca Ikkaku—, punto a favor del equipo local.
—Son rápidos —murmura Nemu a su compañera, quien ya estaba preparada para dar otro saque.
A pesar de las extraordinarias jugadas que estaban dando aquellos mellizos en sus primeras dos movimientos, no parecían del todo impresionadas, al contrario, estaban dando un análisis detallado, ya estaban armando sus contraataques.
—Su estrategia es despistar —analiza Soi-Fong—, hacernos creer que obtendremos el punto y que bajemos la guardia.
—Ha funcionado.
—Sólo en los primeros puntos —afirma antes de dar un nuevo saque.
¿Qué si Asami estaba nerviosa? Si, claramente había visto como sus contrincantes jugaban con ellos, los analizaban, dos tiros parecieron suficientes para entender el patrón tan repetitivo que usaban.
—Argh, alguien dele un babero a ese cara de pez —susurro despectiva por la manera en que, a pesar de la rudeza de sus facciones, Satoshi miraba a una de sus oponentes—. Diosa Luna, que hice para merecer esto.
Para "guardar las apariencias", sugerencia casi orden del mayor de sus hermanos, los mellizos habían dejado durante sus anteriores competencias que se les escapara uno que otro punto. Y en este partido no era la excepción, aunque ciertamente en el primer tiempo llevaban una clara ventaja. Era "evidente" que de nuevo ganarían aquel encuentro.
Ahora el saque estaba por parte de los mellizos. Ambos admitían que estas oponentes eran bastantes buenas, estaban auténticamente emocionados ante ese partido, en especial Satoshi que estaba fascinado por la actitud imponente de la más baja, Soi-Fong, le había dicho Yumichika cuando pregunto aprovechando el cambio de saque en el que hicieron una pausa. Hasta su nombre sonaba incitante.
Saya seria la encargada de dar los saques, que fue cual bala de cañón, directo. Nemu dio un golpe bajo doblando un poco las rodillas. Por la magnitud de ese saque de parte de la melliza, se le enterraron un poco los pies en la arena, ahora se daban cuenta que sus saques eran poderosos, pero logro resistirlo. Sin embargo, el balón para el pase salió un poco inestable y débil. Soi-Fong hizo apenas un boleo, que fue sumamente fácil para los mellizos recibir y responder en un intento de hacer una clavada por parte de Satoshi, siendo bloqueado por Soi-Fong, a quien, por unos segundos, tuvo demasiado cerca de su cara.
Evito el punto de ese bloqueo mandando a una esquina el balón, que por supuesto, Saya pudo evitar que tocara la arena al lanzarse a tajarlo y mandarlo en diagonal. Satoshi, confiado, extiende su brazo y cuerpo alcanzando el balón pese a lo alto que lo mandado su hermana, dando un contundente golpe que, para sorpresa de ambos, Soi-Fong logra alcanzar, dándole un pase a Nemu y que esta lo clavara prácticamente frente a las narices de Saya.
(All About Us - t.A.T.u.)
No pudieron disimular su sorpresa, ese punto no lo habían dejado pasar a propósito.
Asami pudo ver claramente cuando sus hermanos fanfarroneaban contra sus contrincantes y, a pesar de que no lo hicieron esta vez, no le constaba que estos dos estaban haciendo el esfuerzo por no perder. Claro que, a pesar de todo y de estar viendo cada aspecto del partido, pudo notar que las chicas habían encontrado el punto débil de estos dos.
—Golpe de suerte —era entre una cuestión y afirmación de Saya.
—O descubrieron nuestra treta —dice Satoshi, sonriendo casi excitado por tan fervientes oponentes.
—Si es así… —voltea a ver a su hermana, quien parecía igual de entusiasmada que él ante un partido al fin desafiante— esta vez no tenemos que limitarnos —el fuego competitivo se enciende en ella al tiempo que se amarraba el cabello en una coleta alta, antes de arrojar el balón al aire para dar el saque.
La altura que adquiere era casi inhumana, pero fue aún más impresionante que Saya fuera capaz de casi alcanzarla y hacer un saque a casi tres metros de altura siendo esta de estatura baja. Más sorprendente fue el ver a la velocidad que se dirigía a Nemu, y que esta no se mostrara en lo mínimo preocupada de que fuera a golpearla y derribarla.
En menos de un parpadeo, Soi-Fong se posiciono frente de Nemu. Si hubiese una cámara lenta captando todo cuadro por cuadro se notará la posición en que Soi-Fong puso sus brazos para recibir aquel saque.
Había colocado sus manos en forma de cruz frente a su cara, recibiéndolo de forma recta. El propio impulso que llevaba el balón fue suficiente para que botara de sus brazos hacia la cancha contraria, en donde Satoshi sonríe fanfarrón esperando recibir tan sencillo pase. No, jamás vieron que de la nada Nemu saltaba inexpresiva, golpeando el balón para mandarlo con una velocidad brutal, que era más bien la velocidad que ya llevaba, ella solo le había dado dirección.
De cualquier forma, Satoshi estaba ya listo para recibirlo y darle un pase a Saya. Estaba a centímetros de él, cuando de forma abrupta cambio de dirección, clavándose a su derecha.
—Increíble —murmura Satoshi, mirando impresionado y a la vez admirado a aquella dupla, quienes estabas erguidas y con orgullo. Nemu inexpresiva, mostrando apenas una sombra de sonrisa. Soi-Fong si mostraba una expresión casi felina, una sonrisa rasgada que dejaba en claro su recuperación y dominio del partido—, esta mujer no es como ninguna otra —expresa fascinado clavándole los ojos, una mujer fuerte y con ese fuego, era sensacional.
Soi-Fong no solo era campeona del voleibol, también lo era en artes marciales. Era sumamente sencillo para ella usar la fuerza bruta de su oponente a su favor, por ello no le fue difícil usar como ventaja la fuerza con la que venía el balón, resistir y usarla a la inversa.
Nemu también competía en tenis, estaba más que experimentada en movimiento de muñeca para darle efectos casi imposibles a la pelota de dicho deporte y hacer que cambiara de dirección. En el voleibol era casi lo mismo, pero sin usar una raqueta.
—¡Satoshi —grita Asami a lo lejos—, deja de estar babeando y ponte a jugar enserio —parecía realmente molesta —!
—¡¡Yo no estoy babeando —responde este casi ofendido —!!
Movió la cabeza a manera de negación, había visto la mirada en su hermano y algo le dio un mal presentimiento.
Más gente se empezó a reunir en torno a la cancha. Era verdad que ver jugar a esos mellizos era un deleite tanto para los hombres como para las mujeres, pero ahora lo que llamaba la atención es que ese par de chicas realmente les estaban dando una auténtica batalla a los campeones invictos. Era un juego impresionante, una guerra de cañonazos sin piedad, de hecho, lo que estaba resultando impresionante era que el balón resistiera tan tremendos golpes de parte de ese cuarteto.
Los mellizos estaban defendiendo asombrosamente, en sus ojos se notaba la extrema concentración para seguir los movimientos del balón, de aquel par de chicas en un intento de adivinar sus movimientos.
El aliento de los presentes se estaba conteniendo cuando el balón pasaba de un lado a otro de la red por más de cinco minutos consecutivos, aunque daba la sensación de que llevaba sin tocar la arena por más tiempo. Al menos hasta que en un cambio impresionante de jugada en el que parecía que los mellizos anotarían un punto, Soi-Fong hizo una barrida al último segundo, mandando el balón demasiado en diagonal, pero Nemu saltó y lo clavo a centímetros de la zona de anotación.
—Va-valido —marca Ikkaku, impresionado por ese giro. Ni si quiera él y Yumichika le han resistido un partido de esa forma a esos mellizos.
No podía calificar aquel encuentro de otra manera, era para infartarse, no apto para cardíacos.
Aquellas chicas podrían pasar fácilmente por alguien de su especie, tenían bastante habilidad. Nunca en su vida había visto humanos tan sagaces como ellas, y ver esa última anotación la tenía en shock.
—Vas a sacarle un ojo alguien —había dicho la voz de él peli azul, viendo la preocupación y el estrés en la chica—. Aún no pierden
—No, pero les han anotado bastantes de forma seguida —respondió ella, con mucha seriedad, algo que Grimmjow casi no veía en ella—. Voy a matar a Satoshi.
Y una botella de agua apareció frente a ella.
—Gracias…
—Llevas mucho en el sol, no queremos que suceda algo fuera de lo normal.
Asami no dijo nada, tan solo volvió la vista de nuevo a sus hermanos mientras bebía un poco.
Haruki se acercó a pasos tranquilos mientras terminaba de trenzarse el cabello hacia el costado, observando a la gente.
—¿En qué están? —cuestionó a Asami, percatándose de lo tensa que parecía la menor en ese instante.
—Cambio de set.
Pausa. Haruki guardó silencio analizando a sus hermanos, percatándose de que ahora la competencia parecía ir en serio.
—La caldera está lista —sentenció sombrío.
—Pero Haru, los mellizos —trató de apelar Asami, frenética, ganándose una mirada por encima del hombro por parte del mayor.
—Los mellizos y sus contendientes necesitan un respiro. Y no podremos hacer los clavados al caer el sol. Mañana será muy tarde.
Asami bufó ofendida, irguiéndose ante la serenidad de su hermano mayor.
—Como quieras —espetó volviendo el rostro.
—¡Ayasegawa-san!
Haruki se dirigió hacia el pelinegro con un gesto amable mientas Asami le fulminaba la espalda con la mirada, percatándose de que el tiburón había cambiado el traje de baño por un traje de neopreno corto.
—¿Todo bien —inquirió Grimmjow, confundido ante la actitud de Asami—?
—Todo en orden —respondió ella antes de dirigir sus pasos hacia la caldera, sin esperar al resto de los competidores.
Llegó antes por mucho, tuvo que sentarse en el borde de la roca mientras la gente se aglomeraba en la caldera, liderados por Ikkaku y Yumichika, quienes sonreían divertidos ante el entusiasmo que la gente estaba mostrando.
Asami se levantó con movimientos lentos antes de dirigirse a donde Yumichika, quien tenía las listas de cotejo de los participantes a cada competencia, en quien pudo ver una sonrisa cómplice.
—¿Qué pasa Yumi? ¿Algún chico guapo ya lleno tus pupilas —preguntó entre risas, llegando a donde el pelinegro—? ¿Alguna novedad?
—Tienes siete contrincantes, así que espero hagas tu mejor esfuerzo —miró inquisitivamente a la chica, quien rodara los ojos, a veces el chico lograba sacarla de sus casillas—. Aunque existe alguien que podría darte una buena pelea.
—¿Alguien? Pffff, por favor, tendría que ser un local para poder ganarme en clavados —Yumichika dejo escapar una risita traviesa—. ¿Qué es tan gracioso?
—¿Todavía me puedo unir?
La joven giró incrédula, encarando al recién llegado, que había subido a la roca, dejando su tabla de surf asegurada contra los escollos, y ahora sonreía para el par de muchachos que hacían de organizadores.
—Para ti siempre hay lugar —soltó Yumichika con una sonrisa coqueta, haciendo reír al pelinegro.
—Shuuhei... —musitó Asami—. ¿Quién te invitó? ¿Cómo te enteraste de la competencia?
—¿Quién sabe? —soltó divertido el muchacho, encogiéndose de hombros y dirigiendo una mirada a Hanako en la distancia, quien sonrió saludando con una mano, delatando su complicidad.
—Las inscripciones cerraron —puntualizó Asami con autosuficiencia y una sonrisa arrogante—, y a menos que tu nombre figure —Asami estaba por asomarse a la lista de Yumichika, pero la fuerza del pelinegro la tomó desprevenida, ya había colocado sus manos en su cintura, ahora la elevaban por sobre la cabeza de su amigo, y luego comenzó a moverse, directo hacia el agua.
—¡Así que te inscribiste —exclamó la chica luego de ver fugazmente la tabla que Yumichika tenía con los nombres de los contendientes—!
—¡Cuidado con —inició Yumichika, viéndose interrumpido por las acciones del pelinegro—!
El recién llegado sonrió con maldad, lanzando a Asami hacia el agua.
—¡Shuuhei —alcanzó a gritar ella antes de hundirse—!
Asami dio aspavientos, saliendo con bruscos movimientos mientras se alejaba el cabello de la cara, mirando furiosa a su amigo.
Cuando llegó a donde él, no tardó en querer darle un golpe en el estómago, movimiento que el chico esquivó.
—No puedo contigo, me largo —soltó ella, exasperada, agotando las manos de un lado a otro, mientras Takeshi llegaba a donde ellos, y miraba a su hermana alejarse.
—La lanzaste —espetó el recién llegado, alzando una ceja.
—Por supuesto, mira, ya cambió su color de cabello a amarillo —y rieron, para este punto, Yumichika iba pisándole los talones a la menor, argumentando para convencerla de volver.
—¡Perderás por default —gritó Shuuhei acunando su boca con ambas manos, ganándose una mirada fúrica por parte de la menor, y obligándola a volver sobre sus pasos—!
—Tú no tienes miedo de morir —se quejó Takeshi alejándose de la zona de peligro que se acababa de instaurar en torno a su amigo.
.
Yoruichi y otro profesor estaban de pie en la roca, al lado de ellos, dos locales que se habían identificado como Kyouraku y Ukitake, y más allá, dos muchachos de la escuela que habían decidido no participar a pesar de estar ahí por haber clasificado en las nacionales de clavados.
Aquel sería el jurado que se encargaría de documentar la puntuación de los competidores de esa tarde, y aunque Ikkaku había hecho por explicarles la forma en que se evaluaban los puntos a los participantes inscritos que no tenían experiencia previa, al final fue Yumichika quien sonrió, adelantando un paso a su colega y sonriendo dulcemente.
—Diviértanse mucho, no salpiquen al entrar y traten de hacer que se vea interesante.
—Advertidos están —se quejó Ikkaku al ver a varios de los presentes soltando exclamaciones al haber comprendido al fin las indicaciones para dicha competencia.
Se había sorteado el orden en el que los competidores harían sus saltos, tres oportunidades para sumar la mayor cantidad de puntos posibles y elegir al ganador.
Asami sonrió levantando la mano para saludar a la gente que coreaba el apellido de su familia, confiada en que ganaría aquella competencia, hasta que una voz profunda y cadenciosa sonó a espaldas de la chica.
—No pensé que de verdad fueras a participar.
Asami sonrió divertida, girando sobre sus pies mientras cierto turista de ojos color celeste le sonreía, mirándola de pies a cabeza.
—Toushi... rou, ¿cierto?
Asami se puso una mano en la cintura, divertida ante la mirada que la novia les dedicó en la distancia antes de correr hacia ellos.
—¡Hinamori Momo —exclamó Ikkaku leyendo la tabla de Yumichika—, eres la primera!
—Que gane el mejor —murmuró Asami con aires coquetos, alejándose en dirección a sus hermanos, mirando de reojo una última vez a Toushirou, quien sonrió divertido alejándose hacia sus amigos.
Asami iba penúltima, seguida de Toushirou, Momo dio el clavado inicial, su entrada al agua fue pulcra, su cuerpo entró en una perfecta vertical que no dejó margen de error, y aunque su ejecución inicial fue torpe por temor al agua, esa primera entrada le dio la confianza para esforzarse más en los otros dos intentos.
—No son tan malos —murmuró Hanako en el oído de Takeshi, llegando hasta él y Shuuhei mientras exprimía su cabello, salpicando al menor de sus hermanos.
—Son humanos —respondió el muchacho en voz baja, como si los excusara con aquello.
Shuuhei soltó una carcajada antes de dirigirse hacia el borde de la roca y sonreír, saludando a los turistas.
Si bien, los Yamamoto ya parecían haberse hecho de su club de fans, también algunos otros locales estaban recibiendo apoyo moral por parte de los visitantes, y Shuuhei no fue la excepción.
El pelinegro borró la sonrisa de su rostro antes de mirar el horizonte. Posicionó los brazos a los costados, tomó una respiración profunda parándose en las puntas de los pies, y tras doblar levemente las rodillas, se impulsó hacia arriba sin tomar más vuelo, dando giro y medio en el aire antes de entrar en una vertical casi perfecta.
Aplausos por parte de todos los presentes, gritos y vítores que arrancaron a Asami una mueca de desaprobación que hizo carcajearse a Grimmjow.
—No es tan malo —concedió la albina antes de mirar al siguiente contendiente.
Un muchacho alto y delgado, de cuerpo fibroso que denotaba todo el trabajo físico requerido para ser un buen clavadista, que sí se tomó tres pasos de vuelo antes de dar un salto en su sitio, una breve preparación antes de lanzarse hacia el agua en una rotación que hizo a Asami fruncir el entrecejo.
Asami se acercó al borde de la roca, sonrió para los jueces con aires tímidos, haciendo a Kyouraku carraspear divertido, negando con la cabeza, antes de volver la vista al océano.
La joven retrocedió un par de pasos, vuelo suficiente, llegó al borde de la roca y saltó dos veces, ganando suficiente altura como si el suelo sólido funcionara como trampolín para ella antes de proyectar su cuerpo delgado en dirección al océano.
Un clavado con giro, pegó una mano al costado y alzó la otra sobre su cabeza mientras su cuerpo rotaba en el aire y sus cabellos se arremolinaban en torno a su rostro, como un aura mística que dejó a más de alguno boquiabierto, cautivado.
Su entrada al agua fue pulcra, una vertical perfecta, salpicando muy poca agua.
—¡Como aguja!
El grito de Yumichika consiguió hacer que los Yamamoto y los pocos que conocían el secreto, volvieran el rostro hacia Haruki.
El tiburón se aclaró la garganta antes de negar con la cabeza, como si dijera "yo no tengo nada que ver" y se lavara las manos.
—Pues parece que nuestra peque es buena clavadista —murmuró Hanako con un gesto de orgullo.
—Siempre ha sido buena en lo que se propone —concedió Haru dirigiéndose hacia la orilla—, pero la magia debe parar.
—No hice lo que crees que hice —espetó la menor cuando la mano de su hermano entró en su campo de visión.
—Ah, hasta parece que nos conocemos —se burló el muchacho antes de ofrecer una mirada cálida, tirando de su hermana para permitirle dirigirse hacia sus amigos—. Prudencia, Asami.
—Sí, sí.
La joven llegó hasta Grimmjow y sonrió ante la mirada asombrada del local.
—¿Te sostengo la mandíbula?
—Muy graciosa, no estarás haciendo trampas, ¿verdad?
—No necesito trampas para vencer a esta gente —soltó ella confiada, cruzando los brazos y mirando a la competencia, que seguía sorprendida por la actuación de Asami.
—Es verdad. Parece que Miss. Simpatía está quedando muy abajo en el mostrador desde el primer intento –se burló Grimmjow al ver cómo la chica que había ido primero ahora precisaba apoyo moral de sus amigas y su novio.
—Luego del partido de los mellizos, la gente se está tomando esto en serio.
—Va tu postre —se burló Grimmjow señalando el borde de la roca.
Asami asintió al ver a Toushirou pararse de espaldas en el borde de la roca, haciendo equilibrio en la punta de los pies.
Su rostro estaba contraído en una mueca de concentración que llamó la atención de los presentes. Si se movía antes o si hacía un gesto brusco podía caerse de la roca y perder el primer clavado, así que el silencio se hizo presente.
Tomó una respiración profunda a la par que subía los brazos por encima de su cabeza, flexionó las rodillas y, con una exhalación poderosa, saltó alto en el aire, alejándose de la roca todo lo que pudo con ese impulso. Su cuerpo se contrajo, llevó las rodillas al pecho y hundió ahí el rostro, dio dos vueltas antes de extenderse y entrar al agua rebasando la vertical por muy poco, pero salpicando algo.
La gente aplaudió. Todos los presentes soltaron exclamaciones de júbilo, mientras el muchacho emergía del agua, sacudiendo el rostro para despejar sus cabellos, sintiendo que los ojos le lloraban por la salinidad del mar, pero satisfecho con aquella primera intervención.
Si bien, Asami consideró que aquel pudiera ser un clavado más o menos bien calificado, jamás consideró que lograría superarla por un punto completo cuando los jueces anunciaron la puntuación.
El segundo y tercer clavado de Hinamori no pasaron desapercibidos, pero no le ajustaba para colarse ni siquiera en el top cinco. Shuuhei lo había hecho bien hasta ahora, pero la diferencia de puntos hasta el primer y segundo lugar era significativa, y ahí estaba todo.
Toushirou y Asami iban casi empatados en el último clavado. Asami se dirigió con gracia y elegancia hacia el borde de la roca para su tercer salto y dedicó una mirada furtiva a Toushirou a la pasada, haciéndole tragar saliva con dificultad.
—No me vayas a ganar —pidió con voz zalamera, contoneando las caderas y consiguiendo, sin darse cuenta, que el muchacho se inclinara hacia adelante, pendiente del perfume natural en la piel de la sirena.
Asami se paró a medio metro de la orilla, de espaldas al mar antes de hacer su contorsión. Un arco de espaldas para pararse de manos en la orilla y equilibrarse en una línea perfecta. Podía sentir los bordes de la roca afilada clavadas en sus palmas, todo el peso de su cuerpo estaba encima de un guijarro tan afilado que casi podría apostar que ya se había cortado, pero no perdió la concentración.
Lo normal en una posición así sería dejarse caer suavemente y hacer su evolución rumbo al agua, pero en el último instante, justo cuando el mar remitió dejando una caída más profunda, Asami giró, cambiando el peso de una mano para ponerse de espaldas al mar, y entonces sí se dejó ir.
Los aplausos no se hicieron esperar, su entrada fue sincrónica con el romper de la ola, así que si salpicó o no, nadie lo supo, y la deliberación respecto a su vertical de entrada no duró más de un par de minutos.
—Toushirou necesita un diez perfecto —alardeó Grimmjow divertido mientras la sirena emergía, saludando desde el agua a sus admiradores.
—No lo va a conseguir —aseguró Hanako negando con la cabeza.
—¿Quién podría? Después de ese salto tan bueno, seguro el turista está desmoralizado —apostó Takeshi con una sonrisa radiante.
—No es sólo por eso —la voz tranquila de Hanako llamó la atención de los más cercanos. Cuando la sirena se llevó el pulgar a la boca para morder su uña, el resto siguió su mirada hasta percatarse de la expresión de Toushirou en la distancia.
—No irá a imitarla, ¿verdad?
No. Toushirou se detuvo a dos metros de la orilla antes de tomar un respiro, analizando el vaivén de la marea, tratando de hacer su cálculo.
Corrió, y en su rostro se pudo notar que se arrepintió al instante, porque si su ejecución en el aire fue casi perfecta, cuando desdobló su cuerpo persiguiendo la vertical, el agua tiró con fuerzas de él, de forma en que la diagonal lo llevó a estampar sus pantorrillas contra el oleaje.
Quejas, exclamaciones de sorpresa, gritos ahogados, decepción de parte de los turistas que apoyaban a su amigo, y el mismo Toushirou ahogando un suspiro de resignación tras sacudir sus cabellos albinos para liberarse del exceso de agua.
Yumichika e Ikkaku ya estaban listos para darles los horarios cuando Asami se acercó a Hinamori con una sonrisa hipócrita.
—Qué mal, iban muy bien. Felicita a tu novio de mi parte —añadió al final, coqueta, sabiendo perfectamente que la chica no pasaría aquel saludo ni en sueños.
—¡Los nadadores a la playa! Las lanchas de la reserva los llevarán al punto de partida —exclamó Ikkaku al ver a la gente brindando apoyo moral a sus soldados caídos.
.
—Pero cuánta seriedad —murmuró Hanako cuando Haru subió a la lancha de los competidores, con la intención de dirigirse hacia Jugram para intercambiar algunas palabras.
—¿Competirás? —espetó fríamente al ver a su hermana trenzando sus largos cabellos para "evitar que le estorbaran" al momento de nadar.
—Competiré —contestó tratando de imitar su gesto—, lo sabías desde el principio.
—¿Pretendes ganar?
—¿Tú pretendes que no lo haga?
—Prudencia.
—Paciencia —corrigió ella divertida, sonriendo de medio lado para su hermano y esperando su reacción. Y ante la falta de respuesta, continuó, divertida: —Sato y Saya son entusiastas, y ganarán el siguiente partido. Sin sudar. Yo prometo ganar por poquito, y faltándome el aire.
—Hana, tú eres mi calma en la tormenta —exclamó con voz trémula, tan bajo como pudo, mientras tomaba las mejillas de la pelirroja—, y, al menos por hoy, te necesito con más fuerza.
—Nadaré —prometió ella cerrando los ojos mientras la frente de Haru encontraba un sitio contra la suya —, y volveré aquí luego de haber ganado, y verás que todo seguirá bien. Todo va a estar bien, Haru. Sea lo que sea por lo que estés pasando, todo va a estar bien.
—Te creo...
—Pero...
—Niña zalamera —reclamó el mayor alejándose de su hermana para poder besarle la frente.
—Me dirás qué pasa contigo después.
—Te lo explicaré todo —prometió—, aunque no tenga que confesarte nada. Me conoces.
—Será divertido verte confesar —soltó ella mientras se dirigía hacia los otros competidores, sonriendo amablemente y deseándole suerte a todos.
Verla irónicamente le recordaba a Haru la frase de "como un pez en el agua", se movía con tanta naturalidad entre los habitantes de la superficie, sonriendoles y mezclándose con ellos, ganando su confianza y haciéndoles sonreír entusiasmados por la competencia. Para Hanako, hablar entre extraños y hacer migas con gente a la que no conocía era sencillo, parecía ser uno de sus dones naturales; el tritón se dirigió hacia el conductor de la lancha, todavía prestando atención a la cháchara de su hermana.
—Nerviosa —espetó Haru por lo bajo, negando con la cabeza al escuchar a su hermana decir que estaba nerviosa por la competencia—, mentirosa.
—Hola —saludó Nanao acercándose hacia Haruki con una sonrisa tímida.
El tritón se debatió un segundo entre ser amable o alejarse educadamente, pero al final algo lo obligó a quedarse un poco más mientras miraba los ojos serenos de aquella mortal.
—Pensé habías dicho no competirías —admitió él percatándose de que aquella joven se enfrentaría a su protegida.
—No planeaba hacerlo, pero Nemu y Soi-Fong me convencieron —murmuró incómoda, preguntándose si habría alguna manera de resistirse a Nemu cuando ella trataba de convencerla de algo.
—Mucha suerte, contra el mar se necesita.
—Me siento afortunada —admitió antes de sonreír a manera de despedida y acercarse de nuevo a los otros participantes, sin sospechar siquiera que Hanako había estado prestando atención a cada palabra.
Una vez Yumichika confirmó que todos los competidores habían abordado la lancha, esta se dirigió mar adentro, hasta un motovelero donde ya los esperaban para iniciar la ruta.
—Es sencillo —explicó con marcado acento un muchacho alto, rubio, pálido, ojos infinitamente azules que contenían en sí mismos todo el orgullo de la raza aria, dejando en claro que eran llamados alemanes no sólo por su origen, sino por su gallardía—, al silbatazo deberán entrar al mar, el cómo lo hagan es su elección. Como se les informó, la carrera es de cien metros, cincuenta de ida y cincuenta de regreso. Mi camarada, Bazzard, estará esperando en la lancha al otro lado de las boyas, si alguien no hace el recorrido hasta ellas para regresar hasta aquí, será descalificado, y él se encargará de notificarlo. ¿Dudas?
Silencio incómodo. La mayoría de los turistas presentes se miraron entre sí mientras Hanako reía por lo bajo, ocultando su boca tras la mano.
—¿Tienes que ser tan frío?
—Posiciones —indicó el rubio antes de darse la vuelta y avanzar en dirección a Haruki, quien asintió una vez a la par que el mar se calmaba todavía más.
Nadie prestaba atención suficiente, sólo Jugram y Hanako lo notarían si miraban, la forma en que el cabello gris de Haruki parecía aclararse ligeramente conforme el mar serenaba su bamboleo.
La mayoría de los contendientes se había puesto de pie por fuera de la baranda a estribor del motovelero, preparados para saltar de frente al agua, solamente Hanako y Nanao se colgaron del costado para meter medio cuerpo al agua.
—Saldrás de espaldas —murmuró la pelirroja al ver a su competencia adoptar una postura similar a la propia—, qué arriesgado.
—Es agua salada —comentó Nanao con gesto de concentración—, si entro sin un impulso extra, la densidad del agua no me permitirá ir rápido, perderé cualquier ventaja que tenga por mis habilidades como nadadora.
—Buena deducción. Piensas rápido para ser de la... ciudad —murmuró deteniéndose a tiempo, ganándose una mirada de suspicacia por parte de Nanao—, no me malinterpretes —pidió la sirena con una sonrisa diáfana—, sólo estoy tratando de entender qué fue lo que mi hermano te vio de extraordinaria. Tienes lo tuyo, lo admito, pero en Haru tanto interés no es normal.
(Sennen no Hane – Mia Kobayashi)
—Intercambiamos tres palabras, es todo.
—Demuestra de qué estás hecha, niña de la ciudad —desafió Hanako con una sonrisa radiante, buscando los ojos de Haruki en la distancia.
Y aunque cualquiera podría haber tomado aquello como un reto despectivo y petulante, Nanao sonrió envalentonada, percatándose de que aquella local la estaba tomando en serio para la competencia.
—Entonces no te contengas —pidió a cambio con una sonrisa igualmente cálida, antes de fijar ambas sus ojos en Jugram, quien se llevó el silbato a la boca.
El alemán alzó la mano disponible por encima de su cabeza y, a la par que daba el silbatazo inicial, casi como un gesto en cámara lenta en el que ambas nadadoras tuvieron tiempo de sobra para tomar aire y preparar mejor su primer impulso, Jugram marcó con un movimiento descendente el inicio de la carrera.
Nanao y Hanako entraron a la par al agua, impulsándose contra la superficie del barco con fuerza para ganar velocidad.
La profundidad del mar quedaba a espaldas de ambas nadadoras, otros competidores habían quedado atrás luego de aquel primer impulso, unos segundos y llevaban ya ventaja de metro y medio, unos segundos que podían convertirse en decisivos si no mantenían aquella ventaja.
Lo natural sería que empezaran a usar los brazos en cualquier momento. Pero, al igual que ella, Nanao permaneció sumergida poco más, dando patadas certeras para ganar un poco de velocidad.
Hanako podría haber permanecido toda la carrera sumergida, no era extraño que lo hiciera, su fama como "sirena de exhibición" en el acuario de la reserva la precedía, pero le dio curiosidad cuando se percató de que Nanao dio una brazada violenta, girando todo su cuerpo.
Emerger y nadar de espaldas le permitió a Hanako percatarse de que la mayoría de los contendientes se encontraban ya al menos tres metros alejados de ellas, podía relajarse de la competencia, pero no de Nanao, quien había girado sobre sí misma. Contra todo pronóstico, no haría aquella carrera de espaldas.
Hanako sonrió divertida al ver a Nanao concentrada, percatándose de que, al igual que ella y a diferencia del resto de los competidores, la joven citadina no llevaba goggles para nadar. Y aunque podría haber ensanchado aún más su sonrisa, enternecida por la determinación de aquella extranjera para ganar, se quedó pasmada un segundo al percatarse de que Nanao tenía alas...
No en el sentido estricto, no como las sirenas griegas. Cada vez que un brazo de Nanao dejaba el mar, como estelas de su paso el agua quedaba suspendida a sus costados un instante, un efecto efímero que daba la impresión de que las gotitas seguían los brazos de la joven hasta volver al mar.
Ahí estaba, ahí tenía su respuesta.
Ahí estaba lo que fuera que Nanao tenía de extraordinaria.
Llegaron a las boyas.
Ambas nadadoras llegaron al mismo tiempo, y mientras que Hanako giró sobre sí misma para impulsarse con los pies y nadar de rostro al agua, Nanao tuvo que hacer una maniobra extra, un giro sobre sí misma para volver a bracear, procurando no tragar agua en ese intento.
Cinco metros las distanciaban del resto de los competidores, así que, salvo Bazzard que las miraba desde su lancha, nadie se daría cuenta de la microscópica onda que se había creado al otro lado de las boyas. Como si el mar ofreciera resistencia para que ambas nadadoras obtuvieran un mejor impulso. Culparía a Hanako antes de darse cuenta de que la sirena no había usado su magia en toda la competencia.
Bracearon, Hanako lanzó la mano izquierda, Nanao la derecha, y ese momento de sincronía les permitió mirarse a los ojos.
Ojos vedados por una película blanca, piel casi traslúcida, el cabello amarillento. Por un instante, Hanako en los ojos de Nanao pareció más una aparición que una persona nadando. Por un instante, a Nanao le pareció ver que el cuello de Hanako tenía escamas, que había membranas entre sus dedos, que el cuerpo de la nadadora no era sólido, más bien gelatinoso, nadó con más fuerzas tras aquella visión, rebasando unos centímetros a la pelirroja.
No. Hanako notó el terror en las facciones de Nanao en ese instante, pero tampoco se dejaría ganar por un descuido. Quedaban menos de quince metros, así que tomó aire y se sumergió por completo. Hanako dejó los brazos a los costados, moviendo las caderas y las rodillas, direccionándose con los hombros mientras ganaba los tres centímetros de ventaja que necesitaba.
Nanao no era la única que tenía alas, así que ella misma lucharía por ganar aquella competencia, percatándose de la velocidad que había ganado Nanao, cualquiera que fuera el motivo que la hubiese impulsado.
Desde el barco, Haruki observaba con una ceja alzada el desempeño de Nanao, quien parecía estar a punto de tocar el velero.
¿De verdad Hanako sería la primera Yamamoto derrotada?
Un metro, sólo quedaba un metro.
Y entonces, un instante (ni siquiera un segundo, sólo un instante) antes que Nanao lo hiciera, la mano de Hanako emergió y golpeó el velero, y la sirena emergió después, dando una bocanada y asiéndose con fuerzas a la baranda, respirando agitada y con dificultad mientras una sonrisa partía su rostro.
—¿Ganó ella —cuestionó entusiasta la sirena mientras Nanao tosía agua y se recuperaba de la carrera—?
El mayor de los Yamamoto negó con la cabeza, respondiendo con una sonrisa casi inexistente a la pregunta de su protegida. Hanako levantó una mano hacia Haruki, esperando chocar palmas, y el muchacho habría celebrado con ella, de no ser porque la descamación en su piel parecía más pronunciada.
La primera reacción de Hanako fue meter ambas manos en el agua de nuevo, pero la mirada dulce que le dedicó el mayor le hizo sentir más tranquila. La pelirroja levantó las manos en dirección a Haruki, quien bufó divertido antes de levantarla en un movimiento suave, sentándola en el barandal del velero como si no pesara un gramo.
Y en cuanto vio a su hermana pasar las piernas sobre el barandal para ir a buscar las toallas de los participantes, volvió el rostro y tendió una mano a Nanao, ofreciéndole ayuda para subir mientras los otros nadadores llegaban hasta el velero y daban bocanadas de aire.
Hanako le pasó la toalla de Nanao con una sonrisa cómplice antes de dirigirse a los otros participantes, agitada todavía, pero manteniendo el entusiasmo mientras los felicitaba por su desempeño en agua de mar.
—Eres delgada para ser una nadadora tan formidable —admitió Haruki mientras Nanao secaba sus cabellos cuidadosamente.
—Y tú para ser un niño rico, incluso eres agradable —respondió ella con una sonrisa tímida.
Haru no pudo evitar largar una carcajada mientras negaba con la cabeza, preguntándose si de verdad podía relajarse así.
—Bueno los... las personas de aquí no piensan lo mismo —admitió el tritón rascando su nuca con una sonrisa franca y un gesto de disculpa, una mueca divertida que seguro le causaría un infarto a Sato si lo viera.
—Será que no te conocen.
—Tú tampoco —apuntó recibiendo la toalla de regreso, con un gesto tan sereno en el rostro que Nanao sólo pudo compararlo con el oleaje tranquilo del mar en ese momento.
—Lo suficiente para decir que eres agradable —remató ella mientras volvía a ponerse los lentes, y arrancaba de paso otra carcajada al muchacho.
—Lo voy a tomar como una ofensa —advirtió, haciendo reír con ganas a Nanao.
—Ya veré qué hacer con eso —respondería ella, percatándose de lo cómoda que se sentía hablando con aquel local.
—Eres impresionante —exclamó Hanako llegando hasta ellos y sonriendo para Nanao—, yo salí sin aliento, y tú ya estás tan repuesta. Hasta pareciera que el mar te benefició —y aunque aquellas palabras fueron dichas con dulzura, una mirada de reojo fue más que suficiente para que Haruki entendiera que había mucho más detrás de aquella frase.
—Soy campeona de natación en mi escuela —explicó Nanao apenada, con las mejillas ligeramente sonrojadas por la cercanía, puesto que Hanako le tomó las manos y se acercó a besarle ambas mejillas.
—En lo que a mí respecta, eres bienvenida en esta playa.
El sonido del motor de la lancha alertó a los nadadores, que se dirigieron hacia ella para ser devueltos a tierra firme.
—Gracias —musitó Nanao, confundida.
—Tengo que cruzar palabras con los chicos de la reserva —murmuró Hanako, dedicando una mirada pesada a Haruki antes de sonreírle de nuevo a Nanao—, pero me encantará coincidir en la playa.
—Si, estaremos aquí unos días.
—Perfecto, ¿quedamos después?
No esperó respuesta, se giró en dirección a Jugram, dejando a Haruki con el entrecejo fruncido.
—Supongo que también a ti te veré en tierra firme —añadió Nanao con una sonrisa antes de darse la vuelta y despedirse de Haru con un movimiento de la mano.
—Te veré en tierra firme.
—Estos son sus horarios —exclamó Yumichika desde la lancha, con una sonrisa radiante.
—Ayasegawa-san —llamó Haruki con gesto sereno—, la señorita Ise limpió la caldera antes de la competencia, ya cumplió condena —informó, consiguiendo que todas las miradas cayeran sobre ella, mitad sorprendidas por aquel hecho, mitad resentidas por saber que se salvaría de hacer deberes de limpieza en la playa.
—Yamamoto-san, si es necesario —trató de iniciar la aludida, viéndose interrumpida por el tiburón.
—Nanao —llamó el tritón suavizando su expresión—, yo siempre cumplo mi palabra. Con permiso.
Y se dio la vuelta, dejando a la joven con un sonrojo en las mejillas imposible de ocultar, consiguiendo que Yumichika arqueara las cejas, sorprendido por aquello antes de terminar de repartir horarios y actividades.
Esperaron a que la lancha partiera, les dedicó una última mirada de reojo mientras se alejaban en dirección de la orilla, percatándose de que Haruki les daba la espalda y no volvió a mirar en su dirección, así que ella suspiró buscando a sus amigas en tierra firme.
—El mar —murmuró Hanako con aires sombríos una vez que la lancha estuvo lo suficientemente lejos y ella se quedó a solas con Jugram y Haruki—, el mar la reconoce como un alma digna. El juicio...
—El juicio se efectuará— cortó el tiburón suavemente—. Y ahí decidiremos si es digna.
—No lo entiendes, cuando nadábamos...
—Lo vi —volvió a interrumpir el mayor, sonriendo suavemente para su hermana antes de tomarle los hombros y acariciar la piel de sus brazos hasta entrelazar sus dedos—. Pude sentirlo, el mar la respeta como respeta a los albaz. Pero todavía necesitamos saber más.
Ambos lo sintieron, las miradas de ambos tritones cayeron pronto en tierra firme, como si el mar los advirtiera. Haruki arrugó la nariz, furioso, al percatarse de que Kouga y Ginjou estaban en la orilla, esperando la lancha y lanzando latas de cerveza a los amigos suyos que habían perdido.
—¿De verdad tengo que lidiar con ellos durante el verano?
La mano de Hanako encontró su sitio en medio del pecho de Haruki, aquel contacto frío le ayudó a recuperar la calma, a respirar profundo.
—No los vayas a morder. Vamos a tierra firme, todavía tenemos que ver ganar a los mellizos.
Haru asintió una vez, volviendo su atención a Jugram.
—Protéjanse durante la fiesta, el juicio se hará.
—Estaremos preparados.
.
Reanudaron al finalizar las otras competencias, cuando el mar comenzó a picarse como eco de la preocupación de los hermanos.
Aquel partido se estaba convirtiendo en el más largo jamás visto en la playa, quizá en la historia del deporte.
Estaban empatados, punto decisivo. El solo estaba a pocos minutos de ocultarse.
Tanto los mellizos como la dupla de oro jadeaban agotados, con apenas las energías suficientes para mantenerse de pie. El sudor en los cuatro se reflejaba más claro por el tono anaranjado del atardecer que reflejaban en su piel. Sin embargo, cada uno sonreía a su manera, casi satisfechos por tal épica batalla.
—Eres la primera chica que me hace sudar en serio —dice Satoshi jadeante, mirando con una sonrisa de lado a Soi-Fong, que pese a también estar agotada disimulaba todo lo posible su cansancio al mantenerse imponente—, aun cuando ganemos —se acerca a la red tras que se limpia el sudor de la frente, para hablarle de forma personal—, no me molestaría ser tu anfitrión personal, linda —susurra, casi queriendo encantarle, lo que la llamó la atención de su melliza.
—Aun cuando ganemos —habla inflexible, casi molesta por su actitud—, no necesito nada de ti —le pasa el balón violentamente, casi queriendo sacarle el aire del estómago, aunque aquello Satoshi lo tomo casi con fascinación—, no accedí a esto por el premio en sí —de forma tosca, casi sensual, va a su posición.
—No intentaste usar tu magia con ella para tener ventaja ¿o sí? –habla Saya casi severa, quizá ese partido les esté costando más que ningún otro, pero no quería hacer trampa, nunca lo han hecho, si se han mantenido invictos ha sido por sus propios esfuerzos
—Claro que no, sería incapaz de faltarles al respecto de esa manera a tan admirables contrincantes —claro que lo decía por ambas, pero miraba especialmente a Soi-Fong antes de lanzar el balón al aire para hacer el saque en aquel punto decisivo.
A excepción del ruido natural del mar que comenzaba a agitarse, el viento y la brisa que movía las palmeras, lo único que se escuchaba era la arena moviéndose bajo los pies de los jugadores, el retumbar del balón al ser golpeado y las exclamaciones combinadas con jadeos ante los asombrosos esfuerzos de cada uno de no dejar que la pelota toque la arena. Fuera de eso, la playa estaba en un silencio sepulcral ante la contención del aliento por aquel punto final, punto en el que cada pareja estaba más que decidido a obtener.
A Asami estaba costándole respirar, se sentía asfixiada mientras veía moverse a los contendientes ante la red, bajo la sombra de la pelota.
Si, definitivamente iba a darle sepultura a su hermano.
Cada uno defendía con extraordinaria ferocidad. Los mellizos salvaban el punto a centímetros de que golpearan la arena. Ambos adquirieron una nueva estrategia, que era actuar en el último segundo, así, por más que el balón cambiara a último momento de dirección, lograrían salvar el punto.
Por parte de aquella dupla de oro, Soi-Fong recibía los ataques directos. Por más fuertes que sean ella se encargaba de usar esa misma velocidad con la remataban, en la dirección opuesta, y Nemu recibía ese pase, tan solo dándole dirección al balón, aunque por más efectos que le daba para conseguir el último punto, los mellizos tenían una vista sagaz para salvarlo al segundo.
Ante esa situación, cualquiera podría ganar, la balanza no parecía inclinarse en favor de nadie.
Hubo un cambio de estrategia ante el remate de Satoshi, pues ahora Nemu fue quien se arrastró de frente por la arena para evitar el punto. El balón se alzó apenas, inestable, Soi-Fong brincó al tiempo que Satoshi para hacer un bloqueo, quedando cara con cara.
Fue cuestión de apenas unos segundos, menos que eso tal vez, pero Satoshi vio un destello peculiar en los ojos grises tormenta de Soi-Fong, algo que momentáneamente lo desestabilizó y los distrajo lo suficiente para que en lugar de parar ese bloqueo con las manos lo hizo con la cara, golpe que lo tiró de espaldas, aunque logrando dar el bloqueo, que no fue nada difícil para aquella dupla responderlo.
Saya actuó rápidamente y logró saltar para bloquearlo. Nemu lo respondió desviando el balón a la esquina contraria a ella. Satoshi, mareado y reaccionando apenas, intenta barrerse en un esfuerzo desesperado por evitar el punto, pero el balón rosa sus nudillos y cae en la arena, sonando tras ello el silbato de Ikkaku.
—Punto y partido —anuncia, aunque disimulando en lo posible su desconcierto, mismo que tenían todos los presentes—, ganan… Las retadoras…
Las expresiones de sorpresa se escucharon tras segundos de silencio, que pareció una eternidad. Eran las primeras que vencían a los invictos mellizos anguila. Todos se quedaron expectantes de cómo irían a reaccionar.
Asami, petrificada, miraba con la boca abierta a sus hermanos, que si bien había desconcierto en el rostro de Saya, no podía evitar sentirse molesta con él.
—Creo que hoy cenaremos brocheta de anguila —dijo burlón Grimmjow, cruzándose de brazos.
A Saya se le comenzó a generar un aura asesina, era evidente que estaba bastante molesta, o eso aparentaba. Su mellizo trago pesado ante eso, nervioso por lo que fuera a hacer la competitiva de su hermana.
—Eso… Fue… —musita con voz lúgubre.
—Saya… —dice Satoshi casi con precaución, estirando con miedo su mano.
—¡El partido más emocionante que he tenido en mi vida —exclama a todo pulmón, en un increíble cambio de emociones—! Vaya, sí que nos dieron una auténtica pelea —se acerca a la red, auténticamente estimulada y más que satisfecha—, tenemos que hacer la revancha, esta vez solo por diversión —pide a ambas chicas, quienes la miran algo desconcertadas en un principio.
—Con gusto —habla Nemu, apenas expresiva. Aquellos Yamamoto no eran tan imbéciles como había declarado su compañera, al menos la hermana parecía bastante agradable
—Será un verdadero placer ser sus anfitriones —dice Satoshi suspirando ante la inesperada reacción de su melliza, aunque claro, eso lo decía directamente para Soi-Fong—, todo lo que quieran corre por nuestra cuenta, tan solo díganles a los vendedores que los Yamamoto se encargaran —coquetea galante, aun con todo de que seguía con el balón marcado en la cara.
—Ya te lo dije —habla con severidad y desprecio—, no necesito nada de ti —sentencia, dando la media vuelta y alejándose.
—Quizá nos veamos de nuevo —dice Nemu, enigmática, dándole alcance a su compañera.
—Vaya… Eso fue sensacional… —murmura Satoshi siguiendo con la mirada el caminar de aquella mujer, ensoñación que le quitaron de forma abrupta cuando sintió un fuerte golpe en su espalda baja que lo derribó.
—Eres pez muerto —dijo Asami al momento en que Sato trataba de reincorporarse y miraba a su hermana— ¿Como pudiste perder ante ella? Los Yamamoto no perdemos estas competencias…
Estaba molesta y decepcionada, pero más que nada molesta, no iba a perdonar a su hermano por aquel desliz, que si bien, aquellas dos les habían dado batalla, pudo ver el gran desplante que su hermano tuvo frente a su oponente.
Saya dio un paso atrás, lo suficientemente lejos para no verse víctima de la molestia de su hermana menor, pero quedándose cerca por cualquier cosa que pudiera hacer por ese soquete en caso de que por su propia cuenta fuera a hundirse más en la arena.
—Por si te está fallando la cuenta –la encara sentado en el suelo, no durándole mucho su valentía al ver el rostro intimidante de Asami—, no perdí… perdimos… somos dos en el voleibol de playa —trata de defenderse
Saya de lejos lo fulmina con la mirada por justificarse de esa manera, aunque en cierto punto tenía razón, juntos ganaban siempre, y en este caso, juntos perdieron. Aunque estaba curiosa de ver como seguiría el debate entre Asami y él, interferiría en caso de ser necesario.
—Sí, ambos perdieron, pero tu culpa es aún mayor —espeto la menor, quedando aún, un poco más alta que el torso de su hermano—. Te dije que tuvieras cuidado con esa chica, y mira ¿qué hiciste? Perdiste contra ella.
—No es justo que me estés cargado la mayor culpa a mi —refuta, poniéndose de pie y sacudiéndose la arena de su torso y su bañador—, ni que hubiese estado errando las jugadas para dejarlas ganar, incluso no nos limitamos cuando vimos que estas oponentes no serían fáciles —se justifica cruzándose de brazos.
—Pues eran buenas, pero pudiste haber dado un poco más de ti e ignorar un par de bellos ojos coquetos —exasperó, alcanzando apenas con el aire que tenía en los pulmones, y estaba lista para una nueva alegata—. Si no lo hubiera visto, diría que de verdad las dejarse ganar, estabas excelente, hasta que… ¡oye!
Las manos de Grimmjow la tomaron desprevenida, tomándola en brazos.
—¡Aún no terminó con él, Grimmjow —exclamó la menor, forcejeando en los brazos de su… ¿secuestrador?—! ¡Bájame!
—Deja enfriar las ideas, ellos lo hicieron bien —le explicó paciente el hombre, notando el color rojo en las puntas de su cabello—. Vamos por algo para que te tranquilices…
—Por poco presenció como un Betta mata a una anguila —bromea Saya una vez que Grimmjow se llevó a Asami, ante lo que su hermano deja salir un bufido—, se tomó nuestra derrota bastante mal.
—Pensé que tú serías la que me electrocutaría —admite Sato.
—Sabes que entre anguilas no podemos electrocutarnos —Sato deja salir un bufido ante eso, recordando como Saya lo engaño cuando fingió que la había lastimado al hacer ese experimento entre ellos hace varios años cuando sus poderes se estaban desarrollando—, la verdad no considero esto como derrota, al contrario, nadie nunca nos había hecho jugar a todo nuestro potencial —ella hasta se sentía más motivada—, sin embargo, si note un momento en que te desconcentrarse, aunque fue mínimo ¿Qué pasó?
—No lo sé, fue de verdad extraño —recuerda ese brillo fugaz en los ojos de aquella mujer y la sensación que le dio, la que no terminaba de comprender—, esa mujer no es como las demás —sorprendentemente, lo dice enserio, intrigado.
—Bueno, ahora que seremos sus anfitriones es la excusa perfecta para que lo averigües —la sonrisa coqueta de su hermano se ensancha—. Y, además, de verdad quiero una revancha…
Satoshi no podría decir cómo era la sensación de que un rayo lo golpeara, al menos no literalmente puesto que él y su hermana controlaban las tormentas y aunque le cayera uno encima no le afectaba. Pero en ese momento experimentó algo, no sabía ponerle nombre, pero tal como dijo Saya, tenía la excusa perfecta para averiguarlo.
.
Aún molesta por la derrota de sus hermanos, Asami aceptó el ofrecimiento de Grimmjow, quien la había dejado entre algunas rocas, mientras que él se retiró unos momentos a comprar algunos cocos.
—Ten —la voz del chico la sacó de sus pensamientos, tomó el coco entre sus manos, y dio un trago por el popote—. ¿Mejor?
—Un poco —afirmó, mirando la fruta que había llevado—. De verdad quieres ponerme de buenas-
—¡Ja! —Exclamó el chico, sentándose a un lado de ella, muy cerca—. Habrías perdido si no te tranquilizabas antes del medio tiempo.
Asami río, divertida, a pesar de llevarse como solía hacerlo con él, le gustaba pasar bastante tiempo juntos.
—De nada me sirve controlar las emociones, si soy yo quien pierde los estribos —comentó, mirando a la nada—. Si que sabes hacerme sentir mejor.
—Ojalá tu don funcionará en ti —y se miraron, Grimmjow amaba perderse en las perlas de sus ojos, y aunque inconscientemente lo hizo, su mano ya estaba sobre la mejilla de la chica—. Hay princesas que vale la pena conquistar.
Las mejillas de Asami se sonrojaron, y una mezcla extraña de diferentes emociones la inundaron.
—Así como hay bandoleros que valen la pena conquistar —soltó ella, haciendo a Grimmjow relamerse los dientes—. Nunca vamos a salir de esto, perdona, no dije nada.
—Has dicho cosas peores…
—Gracias por confirmarlo —dijo burlesca, tomando el popote entre sus labios y bebiendo, hasta la última gota—. Gracias por salvar a mi hermano.
—Ese casanova se merece un poco de maltrato de vez en cuando, pero no hoy —y pudo ver que Asami asentía, como dándole la razón—. Esas turistas eran buenas, darles batalla como lo hicieron, creo que leí que ganaron un torneo o campeonato.
—Voy a darle un poco de crédito a Sato por eso —contestó, como para no dejar pasar el tema—, no dudo que andará de coqueto con esa chica.
—Suenas celosa…
—Ni de chiste —y se llevó un trozo de sandía a la boca—. Ni siquiera tus chicas uno ochenta y curvas peligrosas me ponen celosa.
—Ah, mira, y yo conteniéndome —Asami lo codeó, a sabiendas de que siempre bromeaban con aquello—. Tienes un admirador.
Y la mirada de Grimmjow le señaló al mar, donde un chico peliblanco les observaba.
—Es un contendiente en clavados, es guapo… —Se llevó otro trozo de sandía— ¿Estás celoso?
—¿Bromeas? —Y se revolvió en su lugar, sacando una pulsera de conchas, tomando la mano de la chica y atando el objeto en su muñeca.
No volvieron a hablar, se habían terminado las palabras, pero se quedaron ahí, juntos más tiempo, aún bajo la mirada atenta del joven turista.
—Voy a buscar a Renji, probablemente quiera ver el surf.
—Gracias de nuevo —dijo ella, tocando las conchas en su muñeca.
Grimmjow no iba a dejar pasar la oportunidad, por lo que, a sabiendas que los observaban, se agachó hacia la chica, besándole la mejilla, a casi un lado de los labios, y alejándose luego de aquello.
Asami lo miró alejarse, y al mismo tiempo, vio alejarse al él peliblanco.
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Hanako respiró profundo, harta de lo que ocurría.
La voz de Kouga demasiado cerca, el aliento alcohólico, las insinuaciones para que se quitara el mono de neopreno y mostrara más durante la competencia.
Pero Hanako lo ignoró durante largos segundos, perdiendo la vista en el mar, aferrada a la tabla bajo su brazo.
Cuando Kouga alargó una mano para tomarle el cabello, ella se preparó para responder, pero no hubo necesidad de defenderse, puesto que Haruki apresó la muñeca del pelinegro con tanta fuerza que éste tuvo que ahogar un gemido del dolor y alejarse a fin que lo soltaran.
—Dame la Krypto —espetó Haruki sin mirar a Hanako—, competiré yo.
—Pero…
—No voy a dejar que entres al mar con este imbécil que se atrevió a llenarte de palabras banales y obscenas, esto no es por el juicio, es por ti.
Hanako pasó saliva con dificultad ante aquellas palabras, con las mejillas sonrojadas por la intensidad con la que el tiburón hablaba, antes de sonreír conmovida y entregar la tabla de surf.
—Sería una pena —murmuró Haruki volviendo los ojos hacia Kouga con un aire psicópata que casi pudo amedrentar al imbécil— que tanto alcohol en tu sistema te impida competir bien. No te ahogues, Kouga —canturreó con voz melódica, profunda y seductora, mientras sus ojos se oscurecían—, sería terrible no poder recuperar tu cuerpo después.
No. El aludido no necesitó mayor advertencia. Se dio la vuelta a toda prisa para dirigirse hacia el punto de partida y averiguar con qué grupo competiría, poniéndose a salvo del tiburón.
