"Tengo miedo de dejar en el mundo solo dinero
Que mi nombre desaparezca entre el del resto
Tengo solo veinte años
Y estoy pidiendo perdón por todos los errores que he cometido
¿Le echaras la culpa a los demás?
¿O la culpa será tuya?
¿Correrás al sol?
¿O directo a la oscuridad?
¿Estarás listo para luchar?
Para buscar siempre la libertad."
• ── ◦◦ ── •
Ahí. De nuevo.
Frente a la puerta del despacho de Umbridge. Sus manos se cerraron en torno al pomo, mientras el trataba de recapitular los significativos eventos del último mes.
Eran demasiados, por eso mismo esperaba que no se tratara de nada acerca de él.
Empujó la puerta, dejando que se abriera con un chirrido molesto. Umbridge yacía con una sonrisa cubierta de labial rosa pálido, espeso y excesivo. Frente al escritorio, con cada pluma ordenada a medida, una chica de pelo rizado color castaño, le daba la espalda.
La noche se extendía afuera de la ventana, en una oscuridad total y a Draco todo ese asunto no le dio buena espina.
La chica se volteó de su asiento. Sus ojos destellaron rabia en cuanto lo vio, al mismo tiempo en que enrolló su índice en uno de sus rizos.
La reconoció, era la chica del archivo de Umbridge. Marrieta Edgecombe. Una Ravenclaw, cuyo único atractivo era ser la mejor amiga de Cho Chang.
—Buenas noches, Draco —saludó Umbridge, utilizando su empalagoso tono estricto—, ven cariño. ¿Te sirvo té?
—No, gracias. Acabo de cenar —respondió Draco, atrayendo la silla a su lado—. ¿Para qué me llamaba?
—La señorita Edgecombe, vino dispuesta a brindar información extraoficial y, consideraba pertinente que el jefe de mi brigada estuviera presente —explicó Umbridge ordenando un ostentoso broche de su ropa—. Ahora, preciosa, ¿Qué querías contarnos?
—Yo... Esto —comenzó Marietta—. Por favor, no despida a mi madre, ella no tiene nada que ver con este asunto.
Draco se enderezó en la silla, incómodo. Umbridge, en cambio, no notaba ningún atisbo de compasión.
—Ya le dije, que si usted decidía contarnos lo que sabe; su madre no sufrirá ninguna repercusión en el ministerio —dijo Umbridge—. Ahora Marietta, cabe recalcar que esta conversación es privada. ¿No es así joven Malfoy?
Draco asintió al mismo tiempo en que Marietta se decidía entre hablar o no.
—Bueno, el tema es que Harry Potter... ha formado una organización que se llama ED, como acrónimo de "Ejército De Dumbledore" ... Lleva desde el semestre pasado impartiendo clases de defensa contra las artes oscuras —delató Marietta, en un tono que se iba apagando a medida que avanzaba con la oración—. Yo formé parte... ¡Porque me obligaron!... y mañana en la tarde, se planea una nueva reunión.
Umbridge sonrió complacida y Draco notó sus manos temblar. Marietta cruzó mirada con Draco, y el chico pudo definir un par de pecas en sus mejillas.
—¿Y dónde ocurren esas reuniones, querida?
—En la sala de Menesteres, séptimo piso. Yo... puedo mostrarle donde.
La mujer entonces frunció el cejo y se volteó a Draco, quien se puso más lívido que nunca.
—Joven Malfoy, tengo entendido que tú estás encargado del séptimo piso. ¿Nunca percibiste movimiento es esa zona?
—No, profesora...—mintió Draco, tratando de parecer lo tan seguro de sí mismo como pudo lograrlo—. Yo no conozco el lugar del cual Marietta está hablando.
—¡Mentiroso! —acusó la chica furiosa—. ¡Tú estás dentro! Como Granger, los Weasley, Longbottom. Todos. Esa niña también, la de Hufflepuff.
—No tengo ni idea de lo que me estás acusando, Marietta —dijo Draco, recompuesto. Podía lidiar con eso, o eso esperaba—. Profesora, no puede creer lo que dice ella... ¡Yo odio a Harry Potter! ¿Por qué estaría cubriéndolo?
Draco, apenas soltó esas palabras de su boca, su cabeza comenzó a enlistarle todas las razones por las cuales, si poseía, motivos de verdadero peso para proteger las acciones de Harry. La repitió varias veces.
—Señorita Edgecombe, le voy a pedir que guarde la calma. Mañana mismo nos daremos cuenta de si lo que dice es verdad —dijo Umbridge—. Por ahora, voy a ir con usted a ver la ubicación de ese lugar y usted, Joven Malfoy, se va a quedar aquí hasta mi regreso. —Edgecombe se levantó de la silla, con los puños a cada lado y dándole a Draco una mirada despectiva—. Bueno, vayamos.
Escuchó como Umbridge lo dejaba encerrado en su despacho. Draco se levantó del asiento nervioso mientras rondaba por ese pequeño cuarto. Se acercó a la fría ventana, miró afuera al patio general vacío.
Ese silencio lo puso más alerta que nunca, sin pensarlo dos veces, verificó si la chimenea de Umbridge seguía en funcionamiento (confirmándolo) y comenzó a escarbar entre los documentos de su escritorio. El perfil de Marietta era el que se hallaba encima de todos y en cuanto lo abrió vio en sus notas:
"Madre trabaja en el departamento de transporte mágico, haciendo la inspección a las chimeneas. Mestiza y la mejor opción para terminar este problema".
Tal vez, cuando estuvo ahí hace semanas, hubiese visto el documento de Marietta (teniendo la oportunidad), pudo haberse dado cuenta que ella era un problema.
Dejó de regreso el archivo y buscó el de Ron.
"Padre trabaja en la Oficina contra el uso incorrecto de los artefactos Muggles. No es buena opción por su amistad con Harry Potter."
En cuanto escuchó un poco de movimiento afuera, volvió a meter el folio y se sentó en la silla, fingiendo una calma total.
La puerta se abrió y cerró los ojos maldiciendo para sí mismo. Lo identifico por su olor áspero y ferroso. Sin darse vuelta, la magia orgullosa de Snape, le inundó los sentidos, lamentándose de las decisiones tomadas.
—Entonces, tiene la dosis de Veritaserum que le solicité —dijo Umbridge cerrando la puerta con pestillo. Snape sacó un frasco con un líquido trasparente—. Lamento tener que utilizar estos medios para interrogarlo, joven Malfoy, pero debo asegurarme de que no esté mintiendo ¿Comprende?
La mano de Snape se posó en el hombro de Draco, quien asintió despacio. Umbridge, le entregó la dosis de Veritaserum a Draco, que la observó un rato antes de llevársela a la boca.
Estaba liquidado.
—Draco ¿eres miembro de esa organización de Harry Potter?
Esperó a que su lengua hablara por sí misma, pero no sintió nada. De reojo, se dio cuenta de que Snape suprimía una sonrisa.
—No. No soy miembro de la organización de Potter.
—Oh... ¿Y qué sabes acerca de esta?
—Absolutamente nada.
—¿Has hablado con Potter, en estos últimos días?
—Si, Para molestarlo y hacer un trabajo de astronomía juntos.
Umbridge asintió complacida y se sentó frente a su mullida silla.
—Entonces nos toca adjudicarle esas declaraciones a la desesperación de la señorita Edgecombe —determinó Umbridge—. Lo espero aquí junto al resto de miembros de la brigada a las cinco. Vamos a ponerle fin a la idiotez de Potter de una vez por todas.
—Dolores, si me permite, como jefe de la casa Slytherin, me llevaré a Draco a su dormitorio —dijo Snape, apretando el hombro de Draco— Buenas noches.
—Buenas noches, Severus. Lamento haberte molestado por esto.
Draco salió a rastras de la oficina de Umbridge, sin tener chance de despedirse. Afuera, Draco se soltó del agarre del profesor y lo siguió sin decir ni una sola palabra. Cruzaron la entrada de la sala común, y Draco se percató que Snape no lo iba a dejar escapar tan fácil.
El despacho de Snape quedaba entre el aula de pociones y su almacén de ingredientes personal. Era un lugar de olor musgoso, tan grande como el cuarto de los chicos. Todos los muebles compartían la misma madera oscura y siempre que se encontraba ahí, un frío inmenso lo acompañaba.
Ese sitio podía ser de los lugares menos preferidos de todo el colegio, porque siempre que se hallaba ahí dentro significaba, que se metió en un grave lio.
—Muffliato —pronunció Snape, insonorizando la estancia. Draco quedó espaldas a la puerta con la cabeza a gacha—. Dime la excusa.
—Profesor...
—¡La excusa Draco! ¿Cuál es tu excusa ahora? —gruñó Snape, dando un golpe al aire—. ¿Cuál es esa increíble razón por la que te juntas con Harry Potter?
Levantó la mirada y se encontró con sus profundos ojos oscuros. Él no lo comprendería. Nadie lo haría. Nadie, que no fuera un licántropo, entendería el sufrimiento diario de lo que significaba recordar que ya no eras humano.
Todo comenzó por un error hermoso. Uno del que no se arrepentía y continuaba sin arrepintiéndose. Conoció gente que lo intentó comprender, personas que de verdad se preocupan por Él.
Snape... Draco no entendía ni un cuarto de los motivos por el cual el hombre se comportaba de esa forma tan violenta. Tampoco le interesaba. Draco lo respetaba, era eso. Mero respeto.
Por eso mismo fue que respondió:
—No hay motivo. Solo lo hice ¿y qué? ¿Acaso es un delito tratar de trabar nuevas amistades?
—¿Amistad? Malfoy... ¿Qué te ha pasado? —siseó el profesor. Haciéndole un gesto para que se sentara. Draco se mantuvo de pie—. Potter y tú, nunca podrán trabar una amistad de verdad. Sus situaciones de vida son demasiado distintas. Sus motivaciones...
—¡Usted cree conocerme, pero no es así! Yo sé...
—¡Lo que hago! —completó Snape—. ¡Yo sé lo que hago! ¿Entonces porque esa niña te delató? ¿Entonces porque lucías tan desesperado frente a Umbridge, si eras consciente de lo que hacías? No Draco, eso no saber lo que haces. —Snape se cruzó de hombros y adoptó esa postura intimidante— Eso es prepotencia y estupidez. Sigues siendo un niño.
—Esto son solo contratiempos.
—Sabes algo, yo sé bien algunas de las conversaciones que mantienes con Potter ¿Quieres saber por qué? —Draco se mordió el labio y Snape continuó—. Potter estuvo tomando clases de Oclumancia conmigo y tú sabes bien por qué ¿no? Nadie ha quedado ajeno a las visiones de Potter. El muy idiota, dejó de venir y no fue por él mismo.
» Fue por ti. Porque no quiere que continúe indagando en sus recuerdos, ya que sabe que te pondría en problemas. Aun así, Potter no sabe cómo cerrar su mente, tal vez, ahora mismo el señor Tenebroso, está dentro de la cabeza de Harry Potter. Nutriéndose de los recuerdos de ambos.
—¡¿Y qué quieres que haga?! ¿Qué comience a disculparme? ¿Qué diga que no fue mi intención? —contestó Draco, apretando sus puños a cada lado de su cuerpo. Pudo percibir como sus colmillos comenzaban a crecer—. Yo tomé el riesgo siendo consciente de lo que significaba.
—Eso entonces, ¡Te convertiría en un idiota estúpido que no es digno de portar el apellido Malfoy, ni pertenecer a la casa Slytherin! —bramó Snape, apuntándolo—. Yo... ¡Te prohíbo que continúes hablando con él! Solo para ese trabajo juntos, ¿Comprendes?
—Como sea.
—¿Cómo sea? Te has vuelto un insolente —sentenció Snape—. Dime todos los días que tengas quidditch o clases extra.
—¿Por qué?
—Es una orden.
—Domingo, lunes, martes y sábado —dijo Draco—. El resto de las tardes las paso custodiando el séptimo piso.
—Vale, entonces el resto de la semana, después de tus rondas. Vendrás aquí, y te quedaras hasta la hora de la cena, conmigo. ¡Durante el resto del año!
—¿Y cuándo voy a estudiar?
—Cuando quieras estudiar, vendrás y me dirás eso, y entonces podrás irte a la biblioteca a estudiar —respondió Snape—. Al terminar la cena, vendrás y me ayudaras aquí. Y cuando quieras ir a Hogsmeade, mientras Umbridge no lo prohíba, me pedirás permiso.
—¡Eso es una total privación de mi tiempo de ocio! ¡No puede hacerlo!
—¿Qué no puedo? —contraatacó Snape—. No seas estúpido. Soy el jefe de tu casa, si puedo. No obstante, si tienes algún problema; escríbele a tu papi, explicándole que has pasado desde comienzos de año, haciendo buenas migas con Potter... ¿Por qué me miras de esa forma, Draco?, ¿Al fin te das cuenta de la postura en la que estás?
Draco inhaló tanto aire para llenar sus pulmones, y reguló su respiración, pero continuó con el entrecejo fruncido y una rabia que le llenaba por completo.
—¡Lo odio!
—No es la primera vez que me lo dicen —dijo Snape, abriendo la puerta de su despacho—. Buenas noches, Draco.
Se quedó viendo la entrada y el rostro estricto de Snape. Salió del despacho dando un fuerte portazo, sabiendo que logró que cayera el cuadro, que se hallaba colgado a un lado de la puerta. Caminó hasta la sala común, donde los estudiantes continuaban de pie, porque aún faltaba una hora para irse a la cama. Sus amigos le hicieron un gesto, sentados en los sofás, sin embargo, Draco se limitó a subir las escaleras hasta su habitación.
Cerró las cortinas, maldiciendo repetidas veces, para terminar abalanzándose encima de su cama, con el uniforme aun puesto y unas atractivas ganas de mandar todo al carajo.
• ── ◦ ◦ ── •
Desde que cruzó la primera mirada con Draco en la mañana, se percató que algo no iba bien. Las marcadas ojeras y su gesto que demostraba el deseo de decir algo.
Intentó acercarse en el pasillo, pero siempre era interrumpido por alguno de sus amigos.
A eso de las cinco, Harry subió a la sala de menesteres y esperó a que Draco apareciera, pero el tiempo pasó sin muestra del chico. Para cuando Hermione llegó, transcurrieron cuarenta eternos minutos. Harry cayó en cuenta de que Draco no vendría.
Sacó el mapa de su bolso y lo extendió encima de la mesa, para ubicar a Draco. Identificó su letrero deambular por el quinto piso junto a Crabbe y Goyle. Umbridge continuaba en su despacho y todo parecía estar sucediendo de forma normal.
Tal vez eso era lo que Draco quería decirle, que no podría vigilar ese día.
A las seis en punto, empezaron a llegar el resto de los miembros de la ED. Con una asistencia casi perfecta de no ser por la ausencia de Marrieta y Jessica.
La niña llegó varios minutos pasada la hora, aparentaba haber corrido una maratón y entró precipitada a la sala de menesteres.
—¡Deben irse! ¡Umbridge lo sabe!
Con eso el pánico se extendió por la sala. Verificó el mapa para percatarse de que estaban rodeados por los miembros de la brigada de Umbridge. Observó a Hermione y a Ron, preguntándose qué hacer. Jessica continuaba recuperándose.
—Por aquí —señaló Harry, apuntando a una de las entradas, en la parte que Zabini, Nott y Pansy vigilaban.
Harry, junto a los gemelos, fueron los primeros en salir. No para escapar, sino para proteger al resto. Sus ojos se encontraron con los de Pansy, quien sonrió juguetona y se hizo a un lado, para llamar la atención del resto. Nott y Zabini comenzaron a lanzar varios hechizos que ellos evitaban.
Los chicos salían despavoridos de la sala de menesteres y bajaban las escaleras para esconderse. En el momento en que Hermione y Ron, los últimos en abandonar, Umbridge apareció en la escena, Draco la acompañaba, con horror en la mirada, junto a Marietta, que se cubría el rostro avergonzada.
—Impedimenta —pronunció Umbridge hacia el grupo— ¡Tráiganlos ahora!
Draco apartó a Nott de Harry y él se hizo cargo de llevar al chico. Umbridge le confiscó los papeles de la ED que Hermione traía consigo.
—Dejen a los Weasley en mi despacho. Potter y Granger vendrán conmigo para hablar con el director Dumbledore.
Pansy llevaba a Hermione, con suma delicadeza y procurando no lastimarla, algo a lo que Hermione no pudo evitar sonreír. Por otro lado, Draco trataba de no ser demasiado rudo, aunque eso no significaba que aplicara suficiente fuerza como para que Harry se sintiera incómodo.
—Edgecombe, ¿Por qué no quitas la mano de la cara? —preguntó Hermione. Marrieta se volteó, sin dejar de cubrirse el rostro. Hermione miró a Draco, con una sonrisa maliciosa que le ocasionó un escalofrío, a pesar de no comprenderla del todo.
—Pastel de limón —pronunció Umbridge frente a la entrada. Revelando una elegante escalera—. ¡Ministro Fudge, parece que al fin traemos a los líderes de esta organización ilegal!
El ministro Fudge, los advirtió entrar, al igual que Kingsley (quien les guiñó el ojo sutilmente) y Percy Weasley. Cubriendo las espaldas al ministro, Draco y Pansy, soltaron a Hermione y Harry al mismo tiempo, permaneciendo cada uno al lado de Umbridge. Marietta, por su parte, no lograba descifrar dónde quedarse de pie, ya que permaneció un par de centímetros separada de todos.
Dumbledore, impasible como de costumbre, miraba la escena frente a su escritorio. Le guiñó un ojo a Harry y, sin pensarlo, le sonrió a Draco, que no se inmutó.
—¿Qué es esto? —preguntó el ministro, recibiendo la hoja que le arrebataron a Hermione—. ¿Ejército de Dumbledore? ¡Esto es un complot contra el ministerio de magia! ¡¿Tiene algo que decir en su defensa, Albus?!
—Pues en efecto, Fudge. Me has descubierto.
—¡Profesor! —exclamó Harry, dando un paso al frente. Sin embargo, Hermione lo sostuvo de la mano para evitarlo—. ¡Eso no es cierto! Yo organicé todo el asunto.
—¿Potter? ¡Supongo que de verdad debes estar tan loco como dicen! —dijo el ministro—. ¡Weasley! ¿Estás anotando todo? ¡Esto debe salir en la edición matutina de "El profeta"!
—Ministro, lamentablemente, Potter no tiene nada que ver con mi negligencia —intervino Dumbledore, quitándose sus gafas—. En la hoja esta toda la evidencia que necesita ¿no? Dice, «Ejército de Dumbledore» no de Potter o Granger. —Dumbledore acarició su barba y fijó los ojos en Harry—. Por lo tanto, los chicos no cometieron ningún error; fueron víctimas de mi petición
—¿Suya?
—Como usted oyó.
—¡No! ¡No es así! —se interpuso Umbridge—. Ella es Marietta Edgecombe, hija de Madame Edgecombe, del departamento de regulación de tráfico mágico —presentó Umbridge, poniendo a Marietta frente a todos—. ¿Cuántos meses de activo funcionamiento me dijiste? ¿Seis u ocho? Cariño, ¿Por qué no le explicas toda la situación al ministro? —preguntó Umbridge a Marietta—. ¡Vamos niña! Quítate tu mano del rostro.
—Yo... —Marietta comenzó a decir, descubriendo su cara. Desde sus mejillas y cubriendo toda la pálida piel del rostro de la chica, tenía escrito en granos la palabra "Delatora" la cual se leía con claridad—. ¡Los odio!
Todos se mostraron asombrados, menos Hermione, que sonreía victoriosa. Entonces Harry se volteó a Draco, cuyo rostro aparte de su claro aspecto agotado, no enseñaba ni una sola muestra de acné.
Él continuaba manteniendo su palabra.
—Tranquila querida, nos preocuparemos en seguida de los granos —tranquilizó Umbridge, Marietta volvió a cubrirse el rostro—. Ahora ¿Por qué no vuelves a relatar lo que me dijiste anoche?
Marietta negó con la cabeza. De forma violenta. Umbridge comenzó a impacientarse y sostuvo a Marietta por los hombros.
—Profesora Umbridge, le voy a pedir que no violente a mis estudiantes —dijo Dumbledore, cruzándose de brazos y la puerta del despacho se abrió, esta vez revelando una figura elegante—. Oh... Buenas tardes, profesora McGonagall.
—¡Se puede saber que está ocurriendo aquí! —exclamó McGonagall—. Vine tan pronto mis estudiantes me alertaron de la situación. ¿Una organización?
—Exacto, Minerva —confirmó Fudge—. Este par de estudiantes rompieron uno de los decretos que la profesora Umbridge impuso en el colegio. Mire, formaron un tal "Ejército de Dumbledore". Por lo tanto, determino, que deben ser expulsados en este mismo instante.
—Pues me temo que está equivocado ministro. Ya le dije que esta organización la creé yo —aclaró Dumbledore, acercándose a Marietta, para separarla de Umbridge—. ¿No es así señorita Edgecombe?
Marietta se lo pensó un instante antes de asentir con tanta fuerza, que Harry creyó que se le iba a salir la cabeza.
—¡Pero! ¡Señorita Edgecombe! Usted ayer...
—Supongo que se habrá confundido —explicó Dumbledore, señalando con sus ojos los papeles que Fudge sostenía—, ya ve en la hoja que hice firmar a varios estudiantes para que formen parte de mi plan. Parece que cometí un error al invitar a la señorita Edgecombe. Hoy se iba a celebrar la primera reunión.
—¿Quiere decir que Potter no tiene que ver nada con esto? ¡Eso es imposible! Señorita Edgecombe ¿Era esta la primera reunión? —Inquirió Umbridge, posando su gordo índice en el pecho de la chica. Marietta se limitó a asentir—. ¿Cómo? No, no, debes estar confundiéndote. ¡Deben ser los efectos colaterales de ese maldito hechizo!
—Dolores, cuando una persona asiente es cuando afirma —dijo McGonagall—. Yo creo que la señorita Edgecombe la escucha fuerte y claro ¿no?
Marietta volvió asentir.
—Un giro inesperado de los acontecimientos —dijo Dumbledore—. Bueno si ya ha terminado con su acto, le pediré que se vaya de mi despacho, ministro, bien sabe usted que no es bienvenido; a menos que haya recapacitado y...
—¡Y qué cara tiene usted! ¡Esto es un crimen! Será imputado como tal y...
—¿Iré a Azkaban? —cuestionó Dumbledore—. Mire ministro, sé que quiere que vaya con usted sin... ¿Cómo se le dice a eso?... oponer resistencia... pero me es de suma importancia informarle que no tengo intención de hacer tal cosa. —Dumbledore volvió a subir las escaleras hasta quedar frente a su escritorio—. No tengo intención de ser condenado a Azkaban.
—¡Ja, Ja! Pues que mal por usted, porque... —comenzó a decir Fudge, apuntando a Dumbledore con su varita— ¡Porque será condenado!
Dumbledore observó su reloj de bolsillo antes de levantar la mirada y concluir.
—Bueno, ya es hora. ¡Hasta pronto!
El fénix de Dumbledore, Fewkes, entró por la ventana y se abalanzó encima de él. Con una llamarada Dumbledore se evaporó del lugar, dejando en el lugar donde estuvo todo ese tiempo, unas cuantas cenizas. Nadie supo qué decir.
—¿¡A donde se fue?! —preguntó el ministro alarmado— No pudo haber ido muy lejos ¡Weasley, revisa las escaleras! ¡Kingsley! ¿Viste algo?
—No, ministro; ni idea.
—¿Y ustedes niños?
Todos negaron la cabeza con efusividad. — ¡Maldita sea, Dumbledore!
—Ministro, puedo discrepar en varias opiniones con Dumbledore —dijo Kingsley—, pero no podrá negar que no tiene estilo...(2)
Marietta terminó por irse corriendo del despacho, llorando y mortificada. Umbridge se quedó mirando la hoja hasta que apuntó a la firma de Draco.
—¡Joven Malfoy!
Draco se encogió de Hombros—. Ni idea, yo no firmo así de cualquier modo. Debe haber sido algún impostor...
La cara de Umbridge se encendió tanto que parecía un tomate. La mujer les pidió a Pansy y Draco que la acompañaran a su despacho, junto al ministro y la profesora McGonagall.
—Eres un mentiroso de primera, Malfoy —susurró Harry, cuando volvió a sentir el agarre de Draco—, pero Gracias.
—Vale —respondió.
—¿Solo Vale?
Salieron del despacho y Draco sopló en el oído de Harry, para llamar su atención.
—Solo vale, Potter.
• ── ◦ ◦ ── •
Ya todos se fueron a la cama, menos Harry que continuaba bien despierto y perturbado por todo lo que acababa de suceder.
Se sentó en el sofá de la sala común, con los ojos puestos en el reloj. 1:00 a.m. No obstante, dio un suspiro al mismo tiempo en que a su lado escuchaba un chasquido.
—¡Dobby!
—Shh, Harry Potter debe bajar la voz, porque a Dobby le ordenaron que no debía hablar con usted —dijo Dobby, en un susurro—. Dobby espera que su amigo Harry Potter se encuentre bien.
—Tengo un poco de insomnio, pero estoy mejor.
—No, no, eso es terrible —murmuró Dobby, antes de chasquear los dedos y desaparecer.
Harry no supo qué hacer después de eso. Aquello fue tan espontáneo que se quedó un instante en silencio, para ver si volvía a escuchar el chasquido. Al cabo de un minuto, Dobby reapareció, con una rebosante taza de chocolate caliente en sus pequeñas manos.
—Para que pueda descansar —aseguró Dobby, entregándole la taza a Harry.
—¡Muchas Gracias, Dobby! ¡Eres el mejor!
—Para nada. Dobby cree que el mejor es Harry Potter, hoy fue muy valiente. Pero no vine aquí para esto, tengo dos mensajes para usted.
—¿En serio? —preguntó Harry, dándole un sorbo a la dulce bebida. Era excesivamente grande, así que se la tendió un momento a Dobby—. Si quieres la podemos compartir.
Dobby casi comenzó a llorar, pero se guardó las lágrimas, y le dio un pequeño sorbo a la leche de chocolate, antes de que Harry la dejara encima de la mesa. Ansioso por saber de las novedades.
—La primera es del direc... bueno, exdirector Albus Dumbledore —avisó Dobby con claro desánimo—; dice que retomes tus clases de Oclumancia con el profesor Snape. Que es importantísimo que aprendas a cerrar tu mente y sigas todas sus instrucciones. Que todavía no puede decirte por qué, pero necesita que continúes tomando las lecciones.
—¿En serio te dijo eso?
—Si, Dobby se encontró con él justo antes de que le pidiera a Dobby que lo llevara a un lugar seguro —contó—, pero le pidió a Dobby que no te dijera donde. Parece que el fénix del director Albus Dumbledore solo puede llevarlo a sitios dentro de los terrenos del colegio.
Harry dejó escapar un suspiró, tomó de nuevo la chocolatada y la bebió.
¿Volver a tener clases con Snape? Eso significaba una verdadera tortura, en especial ahora que disponía todas las tardes de seis a siete, castigo con Umbridge. Dobby, esperó a que terminara de beber antes de volver a hablar.
—El segundo aviso, es del joven Malfoy.
—¿Malfoy? ¿Cómo viste a Malfoy?
—Bueno, en realidad por petición del exdirector Dumbledore, Dobby ha estado vigilando al joven Malfoy durante el último mes —contó Dobby—, así que después de que Umbridge mandara a Harry Potter y a sus amigos a la cama, a Dobby le pareció buena idea ir a ver al joven Malfoy, pero terminó descubriendo a Dobby en el acto.
» Luego de eso, el Joven Malfoy le preguntó a Dobby si mantenía contacto con Harry Potter y sus amigos. Dobby dijo que sí, porque Harry Potter y el Joven Malfoy son amigos ¿verdad?... Entonces el joven Malfoy le pidió a Dobby que le diera a Harry Potter el siguiente mensaje:
» Dijo que el no tuvo en absoluto poder de decisión en el descubrimiento de la ED. Que, el profesor Snape le prohibió al joven Malfoy volver a hablar con Harry Potter y que agradece la ayuda que Harry Potter le ha brindado los últimos meses.
—Oh... Bueno es amable de su parte ¿No te dijo nada más?
—No, ¿quieres que Dobby le haga llegar un mensaje de tu parte al joven Malfoy?
Se lo pensó por un segundo, antes de asentir.
—Dile que no estoy molesto con él, que lo veo el viernes y espero que pierda en el partido contra Hufflepuff el domingo, porque no voy a poder verlo. —declaró Harry, soltando un bostezo—. Aunque... Espérame un poco, Dobby.
El elfo se quedó viendo como Harry iba al dormitorio y tras de un par de minutos, bajaba a la sala común. Puso en la mano de Dobby un espejo.
—Dáselo a Malfoy, por favor. Dile que sirve para que nos comuniquemos —pidió Harry, recibiendo un asentimiento por parte del elfo—pero por ahora. Dobby, ve a dormir, que tú también mereces descansar. Ya mañana se lo das a Malfoy
—Dobby espera que Harry Potter, descanse. Buenas noches.
—Nos vemos Dobby.
Con un chasquido el elfo doméstico desapareció de la estancia, dejándolo con el chocolate caliente a la mitad y la somnolencia posándose en sus ojos.
• ── ◦ ◦ ── •
1. Vent'anni: Måneskin.
2. Just, esa frase tanto en los libros y en la película, son tan míticos que no podía no ponerlos. Kingsley te amo.
¡Hola!
¿Qué no puedo escribir un capítulo de 9k palabras en dos días? ¡Ja!
Wherever, siento que en este capítulo ocurrieron muchas cosas, y sobre todo cambios en las rutinas establecidas.
Btw: Poco a poco nos acercamos a final de quinto año.
Q&A! ¡Muchas gracias por comentar! ❤❤❤❤
Murtilla dice: Hola!
"Suena muy ilegal... estoy dentro" vieras como me quedó viendo la gente en el aeropuerto por el cagadero de risa que me dio... ponle una cola a harry y estará agitándola como loco!
Siiii Rosier es peligroso.
Draco será grandioso pero requiere un guía. Lo más rápido sería incorporarse a la manada... Pero no es lo que espero que pase.
Un gamma se puede volver alfa?
Harry sería él omega de draco? Es por eso que no lo puede oler?
Ahora Greyback estará aún más ensimismado de incorporar a draco a su manada... Pudiera morder a harry?
Draco no le puede hacer clases de oclumancia?
Pidió el libro! Que chancho que no pueda leerlo...
No hay que mirar a huevo a ron... recordar la mente de estratega.
Respuesta:
Yo tambien me maté de risa escribiendo eso... es tan Harry que luego quedé: ¿De verdad acabo de escribir eso?
Thomas es un personaje que va a ser muy (muy) importante a futuro. ¡Hay que tenerlo en la mira!
Por la personalidad de Draco, que ido barajando a lo largo del fic, no considero pertinente que se una a la manada de Greyback, a menos que esté bajo mucha presión. De cualquier modo, muchas cosas cambian a partir del final de quinto año. Literalmente, es un giro de 180°, para el personaje de Draco (y no solo él), que estoy muy emocionada de mostrarle, porque se ponen en tela de juicio muchas convicciones que se tenían asentadas.
Si, un gamma si se puede volver alfa. Por esa razón, es normal que los alfa de una manada, hagan a los "posibles alfas" gammas, ya sabes; para seguir la lógica de hazte amigo de tu enemigo.
No, eso si que no. Harry nunca será mordido. Aun así, hay varios elementos rodeando a Harry, que están relacionados con los licántropos que se irán desentrañando en la trama. Por el momento, Harry se queda como un humano. Pobre, chico, tampoco soy tan sádica como para darle, a parte de los problemas que ya tiene uno más JAJAJ.
Draco no le puede hacer clases de Oclumancia a Harry, porque Draco aprende esta disciplina gracias a Bellatrix, durante el verano de sexto.
El libro... el libro. Hay ese libro. ¡IMPORTANTISIMO TAMBIEN!
Ron es de mis personajes favs, pero le estoy un desarrollo tardío, eso sí, hay que tenerlo bajo cuidado, porque no por nada fue escogido prefecto...
THE_MACHINE
PDTA: Estoy en mis finales de año, Noviembre es una locura... No actualicé a las 18 hrs exactamente, porque me quedé dormida despues del almuerzo JAAJ y aún tenía que afinar detalles. De cualquier modo, agradezco mucho el apoyo que le están dando a ese fic, que es una de mis principales motivaciones para levantarme a las 6 a.m y afrontar un dia más de colegio.💖
