CAPÍTULO 13
Caminaba rumbo al apartamento, cuando se encontró con el doctor Martin.
- ¿estas bien? Me llamaron del restaurante, pero cuando llegue te habías ido
-Estoy bien, fue solo un dolor muy fuerte-el doctor frunció el ceño, pero antes de que pudiera comentar algo más, vieron a la joven rubia caminar cabizbaja y pensativa-Candy
-Albert, doctor Martin
- ¿Qué estás haciendo aquí?
-viéndola caminar por aquí, siento que fue despedida por cometer un error ¿no es así?
- ¿es cierto eso Candy?
- algo como eso-bajo la cabeza con tristeza, sabia que ocultaba algo más, pero no era el momento de preguntar, aunque con eso confirmaba que no podía dejarla sola todavía.
En ese momento escucharon unos gritos alarmados, anunciando el escape de un león. La oji-verde se acercó a él, asustada. Ninguno de los 3 tuvo tiempo de hacer algo antes de que la imponente criatura apareciera frente a ellos. Inmediatamente los situó detrás de el mientras les pedía que retrocedieran, el león parecía asustado y sabia que en esas condiciones no podían dar un movimiento en falso. Se movían lentamente, estaban por conseguirlo, pero en ese momento la rubia tropezó y el animal se dispuso a atacar.
- ¡Candy! -no dudo ni un instante antes de interponerse entre ambos, la sola idea de que Candy pudiera resultar herida le parecía inconcebible, en ese momento pasaron tantas cosas que le resulto increíble que solo fueran segundos y no horas cuando por fin aterrizo solo con algunos rasguños, fue entonces cuando su mente lo inundo de un nuevo recuerdo…
Aquel era un día mas de clases, George le había prometido concederle unos momentos para salir si cumplía con todas las obligaciones del día, no resultaría tan difícil pues tenia clases de gaita e historia de Escocia, tendría una pequeña presentación frente a la tía abuela y sus profesores en la casa de uno de estos y entonces podría salir.
Sin embargo, cuando hubo terminado y fue felicitado por todos, la tía abuela eligió ese momento para soltar un largo sermón sobre el día en que por fin tomaría su lugar. Aburrido y cansado, aprovecho un descuido de la mujer para salir corriendo de la habitación y después de la casa, sabia que no estaba tan lejos de la mansión Andrew, pero podría conocer lugares nuevos.
En el camino lo sorprendió una pequeña tormenta, camino buscando un lugar donde refugiarse cuando diviso a lo lejos un humilde pero acogedor lugar, un letrero con el titulo "el hogar de pony" le indico donde estaba. Había grandes arboles alrededor así que no le fue difícil mantenerse resguardado de la lluvia. Podía ver un poco de lo que sucedía en el lugar y entendió que debía tratarse de un orfanato.
Antes de que pudiera descubrir algo más, unos fuertes sollozos lo sacaron de sus pensamientos, una pequeña niña rubia corría colina arriba de donde el se encontraba mientras lloraba sin parar. Finalmente tropezó, pero no hizo intentos por levantarse, Albert dudo si acercarse o no, la pequeña parecía estar sufriendo bastante pero no quería asustarla.
Entonces decidió hacer lo que tenia a su alcance, comenzó a tocar su melodía favorita con la gaita mientras se acercaba a ella. La niña se levanto confundida mirando a todos lados hasta que lo encontró, parecía aturdida y sorprendida, su mirada era curiosa e inocente, a pesar de la tristeza sus ojos verdes tenían un brillo especial, por un momento se quedo sin aliento, eran iguales a los de su hermana. No, tenían algo diferente, aunque no lograba definir qué.
- y tú, ¿quién eres? -su voz era suave y dulce. El casi sonríe, precisamente le hizo la pregunta que él no podría responder.
- ¿Quién crees que soy?
-Pareces un astronauta
- ¿astronauta?
-Eres varón, pero usas falda y tienes una pipa con un estomago-dijo divertida
-Esta es la vestimenta típica de Escocia, y esto una gaita, nuestro instrumento musical-comenzó a tocar nuevamente, la pequeña comenzó a moverse alegremente y entonces dijo
-Suena como si un montón de caracoles se arrastraran-y de lo mas hondo de su ser surgió una risa, no recordaba la última vez que había reído tan genuinamente
-Has dicho caracoles-tan solo unas horas antes su música había recibido elogios y buenas criticas y aquella pequeña niña pensaba en caracoles. No podía dejar de reír y ella se unió a la alegría, su rostro se ilumino, cada pequeña peca resaltando aún más- Eres mucho más linda cuando ríes que cuando lloras-dijo sin pensar y ella se ruborizo
- ¿me estabas observando mientras lloraba? -una corriente de viento voló una carta y ella se apresuro a perseguirla, fue en ese momento cuando vio a lo lejos que George se acercaba. Temiendo que la tía abuela hubiera participado en la búsqueda y se dispusiera a interrogar a la niña o tratarla de mala manera se alejó rápidamente para alcanzar a su tutor.
Poco después con ayuda de George confirmo que aquel lugar era un orfanato, la pequeña se llamaba Candy y parecía ser muy feliz con todos sus amigos y las amables mujeres que los cuidaban, seguramente pronto habría alguien que la adoptaría. Decidió mantener aquel momento como un recuerdo especial, cuando había recuperado su propia risa y conocido a una pequeña capaz de iluminar todo tan solo con sonreír.
- ¡Albert! ¡Albert! -gritaba Candy con desesperación
-No creo que podamos atraparlo, disparen, mátenlo- le tomo unos instantes recuperar la noción de donde estaba y lo que sucedía
-No disparen, díganme el nombre del león
-Dongo, pero no quiere escucharme, por favor retírese
-Esperen, no disparen- sonrió al animal tratando de infundirle confianza, sabia que debía estar asustado y molesto. Finalmente, este se acercó y se dejó acariciar
Al poco tiempo el doctor Martin y Candy estaban atendiendo su herida mientras comentaban cuan asustados y preocupados estaban. El se mantuvo alegre y tranquilo durante la conversación para no preocupar mas a Candy, pero aquellos instantes habían significado mucho para él.
Por un lado, la ultima pieza del rompecabezas había llegado por si sola, toda su historia con Candy había vuelto al fin, durante aquel primer encuentro el la vio como lo más hermoso que había visto en mucho tiempo, su sonrisa y su mirada, su inocencia…lo habían hecho sonreír, supo que el recuerdo de ese día lo acompaño durante todo ese tiempo, cuando se sentía cansado, triste o molesto, Candy siempre había sido para el más de lo que estaba dispuesto a reconocer. Oculto sus sentimientos decidiendo no ser más que un amigo y un protector para ella, más aún cuando se dio cuenta de lo que pasaba con Anthony, y después con Terry, el seria feliz si Candy encontraba su felicidad, y con esa idea mantuvo a salvo su corazón por muchos años. Se volvió su confidente, su mejor amigo y su padre adoptivo sin que ella lo supiera, velando por su seguridad y bienestar y seguramente podría haber pasado así toda su vida hasta que ella se casara y formara su propia familia. Sin embargo, el destino había tenido otros planes, al perder la memoria perdió todas las barreras que se había puesto así mismo, los peros, los contras y las reglas a su propio corazón y se había enamorado de ella.
Era verdad que ahora recordaba todo lo que él era antes, pero ese tiempo que vivió sin su pasado ahora también formaban parte de él, por un momento pensó que podría olvidarlos y convencerse nuevamente de que solo era un sentimiento fraternal el que sentía por Candy, pero aquellos segundos donde creyó que podría perderla…no podía negarlo más, estaba total e irrevocablemente enamorado de Candy, pero ¿Qué haría al respecto?
