Weno, pues ya estoy de vuelta!! La verdad, me lo tomo con calma, pero como de todas formas tengo mucho tiempo libre y poco que hacer ya que casi todas mis amigas están de vacaciones por ahí, pues nada, le doy bastante a la tecla. De hecho, este cap lo escribí en el pueblo porque me voy allí de vez en cuando y a estas alturas aún no hay nadie, así que también enganchá a la máquina XDD.

Fins, espero que os guste… no es que pase nada especialmente interesante en este cap, y es más corto que el otro…  pero tengo pensado meterlos en Hogwarts ya en el siguiente (creo que este fic lo llevaré más rápido). De todas formas me gusta mucho este cap, es divertido ^__^ Ale, os dejo leer!! Que lo disfrutéis!!

2. Callejón Diagon

Gran Bretaña, 8 agosto 2002

Una sombra se deslizó sigilosamente por el callejón oscuro y muerto a esas horas de la noche. La lluvia golpeaba furiosamente el pavimento empedrado mientras la figura oculta hacía lo posible por mantenerse a salvo de la omnipresente humedad. Caminaba rápidamente, pegada a la pared y esquivando los escasos rayos de luz. Atravesó el callejón y se dirigió a una puerta pequeña y mohosa, cuyo umbral hundido y oscuro la hacía muy difícil de ver. Llamó a la puerta utilizando lo que sin duda era una combinación de golpes premeditada y concreta. La puerta tardó un poco en abrirse, chirriando sobre sus goznes. La figura entró sin esperarse a ser invitada.

—Lo tengo —dijo simplemente, a modo de explicación—. Debo verlo inmediatamente, anuncia mi llegada.

Quien le había abierto la puerta asintió con la cabeza tranquilamente y le indicó que esperara. El recién llegado no se molestó en disimular su fastidio mientras se desprendía de la capa empapada y chorreante, sin embargo, el otro ni siquiera volvió la vista para mirarlo. Esperó en un vestíbulo deprimente, húmedo y helado a que se le diera el permiso oportuno para entrar. No tardó en recibirlo. El guardián apareció por una puerta al otro lado de la habitación y lo llamó. El visitante lo siguió a través de un pasillo todavía más húmedo y deprimente que el vestíbulo, hasta llegar a una última puerta. Se sintió reconfortablemente aliviado al descubrir tras esta una habitación decentemente iluminada y calentada por una hoguera desde una diminuta chimenea. El número de telarañas de aquella habitación no se podía contar con los dedos, y la capa de polvo del suelo hacía que fuera imposible distinguir el material del que estaba hecho. De todas formas, sólo por la ausencia de humedad valía la pena entrar.

El guardián le hizo pasar y regresó al vestíbulo educadamente. El recién llegado se halló por fin frente a su anfitrión, que le esperaba de pie entre la penumbra de la habitación.

Con actitud sumisa se acercó y sin añadir nada tendió un envoltorio de terciopelo negro hacia el otro, quien lo recibió en su pálida palma de dedos extremadamente largos con una fría sonrisa.

—Fue fácil de hallar. Estaba exactamente donde me indicaron, y tuve un guía excelente —dijo el visitante con cierta sorna maligna. Sabía que podía ahorrarse los detalles de momento. Había cumplido y eso bastaba.

El otro rió secamente mientras deshacía el paquete y dejaba al descubierto su contenido. Un destello de triunfo cruzó por sus ojos rojos al fijarlos sobre el prisma metálico semejante a una pirámide de tres caras deforme, que sujetaba en la mano.

Gran Bretaña, 21 agosto 2002

—¡Por fin! ¡Ya está todo solucionado!

Sirius entró en el salón caminando a grandes zancadas con un gordo portafolios rebosante de pergaminos burocráticos bajo el brazo. Harry entró detrás de él, con una sonrisa de oreja a oreja. Remus los observó curioso, levantando la vista del manuscrito que analizaba sentado en la mesa del salón.

—¿Cómo? —preguntó.

—¡Que ya está, Remus! Todo lo de la custodia está aclarado. Después de tres semanas de burocracias, ¡por fin soy el tutor legal de Harry! —exclamó Sirius emocionado, acercándose a su amigo.

Tal como había dicho Sirius, ya hacía tres semanas que Harry había dejado la casa de sus tíos. Harry había vivido con Sirius y Remus esos días pero aún sin permiso legal. Sirius no había parado de un lado para otro, para conseguir la custodia. Al fin, los tribunales se la habían concedido. Harry y Sirius habían ido esa mañana para obtener los papeles necesarios y aclarar el asunto con los Dursleys. Remus aún no sabía nada.

—¿Seguro? —a pesar de lo mucho que se alegraba por la noticia, a Remus le costaba asimilar lo repentino de la solución—. ¿Y todas las trabas que te ponían?

Sirius desarrimó distraído una silla para sentarse, mientras Harry dejaba el salón para dirigirse hacia la cocina.

—¿Eh?. Ah, ya, esas idioteces —replicó Sirius con desdén.

—Sirius, a mí no me parece que tu carencia de trabajo y de casa sean idioteces —contestó Remus, mirando a Sirius fijamente. Este sonrió.

—Se convirtieron en idioteces cuando apelé a TU trabajo y TU casa —dijo despreocupadamente—. Harry puede vivir aquí un tiempo hasta que me sitúe.

Remus abrió los ojos desaforadamente.

—¿Qué? ¡Pero qué cara tienes! Sirius, yo aún no tengo trabajo… bueno, sí, lo tengo apalabrado con Darkwoolf, pero todavía no…

Sirius lo cortó con un ademán.

—Te preocupas demasiado, Lunático. Sólo fue para que el juez diera por zanjada la cuestión, pensaba encontrar trabajo pronto en el ministerio. Creo que se necesitan nuevos aurores tal como están las cosas últimamente… con un poco de suerte te libras de mí en un mes —concluyó risueño.

—¿De auror? —Harry entró en ese momento, con una botella de cerveza de mantequilla en la mano—. ¿Vas a hacerte auror en serio? —preguntó.

—Sí, en eso trabajaba antes, después de todo. Tengo experiencia y servirá para limpiar mi nombre definitivamente. Me da la impresión de que las miradas que recibo por la calle no se deben únicamente a mi indiscutible atractivo físico —bromeó. Remus y Harry intercambiaron idénticas miradas escépticas—. Oye, Harry, ¿me das un trago?

Harry miró un momento la botella que sostenía en la mano.

—¡Desde luego que no! Hay más en la cocina —replicó sin dudar lo más mínimo.

—Bah, tener ahijados para esto —gruñó Sirius poniéndose en pie para dirigirse a la cocina.

Harry le dirigió una mirada burlona mientras bebía un trago y se encogía de hombros. Sirius dejó el salón y Harry ocupó su sitio en la mesa. Remus lo miró divertido.

—Así que por fin te has librado de tus tíos. ¿Han armado mucho jaleo? —preguntó.

Harry negó con la cabeza.

—En absoluto, ni siquiera han abierto la boca… lo cierto es que esperaba algo más, pero no han acertado ni a reaccionar —Harry esbozó una mueca de desdén—. Seguro que ahora lo están celebrando.

Remus sonrió.

—¿Y tú no? —preguntó con picardía.

Harry le devolvió la sonrisa.

—Vale, lo admito. Pero creo que tengo más razón en hacerlo —dijo, bebiendo nuevamente—. ¿Qué haces?

Harry señaló el pergamino que Remus tenía delante de las narices. Habían otros muchos documentos y libros desparramados por la mesa. Remus suspiró.

—Me pongo al corriente de los adelantos en el departamento de investigación mágica y analizo los nuevos proyectos. Por desgracia llevo siete años descolgado, y esta vez estoy decidido a que el trabajo me dure. Por eso quiero ir preparado —explicó Remus echando una ojeada a todo su material. Harry tuvo la impresión de que se ponía nostálgico. En ese momento volvió a aparecer Sirius en la habitación.

—¿Sabes Remus? Cuando quieres eres un muermo. Yo de ti pasaría de eso y disfrutaría de las vacaciones. ¡No te preocupes, ya te aburrirás de trabajar en su momento! —se burló, jugueteando con la botella de cerveza que se había traído.

—Lo dudo, los trabajos me duran tan poco que será difícil que me aburra —replicó Remus, irónico—. Y deja esa botella, me pones nervioso.

Deja esa botella, me pones nervioso —imitó Sirius con un cómico tono de voz que hizo reír a Harry y sonreír a Remus. Lanzó la botella al aire y la volvió a recoger en su mano—. ¿Ves Remus? Soy un maestro del malabarismo. No hay cuidado.

Remus movió la cabeza y prefirió dejarlo estar. Sirius siguió jugueteando con la botella más para llevarle la contraria a su amigo que por otra cosa.

—Oye, Sirius, voy a tener que comprarme los materiales de este curso pronto. Empiezo el colegio dentro de nada —intervino Harry, recordando súbitamente que aún no había hecho la correspondiente visita al callejón Diagon.

—Sí, claro, iremos mañana mismo —contestó Sirius poniéndose serio. Estado que le duró apenas un segundo —. Eh, Harry, mira esto.

Remus adivinó lo que Harry tenía que mirar en cuanto oyó un ruido de cristales rotos justo a su lado. Se giró rápidamente para ver un charco anaranjado y espumoso rodeado de los restos de una botella rota y a un asombrado Sirius que miraba incrédulo el resultado de sus payasadas malabaristas.

—Eh… un fallo de cálculo —se excusó al cabo de un momento de suspense.

Remus soltó una carcajada.

—Ya veo, maestro, realmente asombroso —bromeó , divertido—. Y dígame, ¿sería capaz también de hacerlo desaparecer?

Remus agitó la varita y antes de poder moverse, Sirius sostenía una fregona con sus dos manos. Se dispuso a limpiarlo, refunfuñando ante las risas de sus dos compañeros de vivienda.

*    *    *

Harry se colocó la mano encima de los ojos para preservarlos del ardiente sol. A pesar de ser verano, era un día extremadamente soleado para el sombrío clima de Inglaterra y toda la gente en el callejón Diagon parecía tremendamente agobiada por el calor. A ello se sumaba el tumulto que se agolpaba en las calles y entraba en las tiendas. Harry no se podía creer que a esas alturas todavía faltara tanta gente por comprar sus materiales. Esperaba encontrarse con Ron, pues habían quedado en ir juntos, pero desde luego se sorprendía enormemente de la cantidad de gente que deambulaba por allí. Acababan de salir de Gringotts y, molesto por el agobio de la calle, Sirius le suplicó que decidiera de una vez a que tienda quería ir. Harry se decidió por Flourish y Blotts, ya que era donde más cola se solía formar y era mejor llegar pronto.

Los dos se dirigieron hacia dicha tienda abriéndose paso a empellones ente la enorme cantidad de gente. Por fin llegaron, pero no les supuso un gran alivio. La cola era tan larga que casi se salía de la tienda. Aquello era desesperante.

—¿Me vas a hacer tragar una cola de dos horas? —gruñó Sirius colocándose en la fila junto a su ahijado.

—Qué remedio. ¿Te crees que a mí me apetece? —se quejó Harry también—. Si nos vamos ahora puede que luego haya más gente.

Sirius todavía estaba dispuesto a refunfuñar un poco más, pero no tuvo ocasión, ya que una voz les llamó la atención desde alguna parte de la cola, situada por delante de ellos. Harry no tardó en distinguir a Krysta, en la cola y no demasiado lejos del mostrador. Les hacía señas con la mano. Harry sonrió aliviado.

—¡Ven, Sirius, Krysta nos cederá el sitio! —dijo, animado, estirando de la manga de Sirius.

El otro lo siguió sin pensárselo. Ignorando las protestas de la gente, se abrieron paso a través de la tienda y llegaron junto a Krysta, que obviamente venía acompañada de Andrew.

—¡Hola! —saludó Harry nada más llegar—. ¡Qué suerte haberos encontrado! Si no nos tiramos aquí toda la mañana…

—Pues sí. Cuánta gente, ¿eh? Nosotros es que hemos venido antes y no hemos hecho tanta cola, aunque llevamos aquí un buen rato —dijo Krysta, respondiendo al saludo de Harry. Luego se giró hacia su padrino—. Hola, Sirius.

Sirius sonrió.

—Hola, ¿qué tal? —luego, el semblante le cambió bastante en cuanto fijó sus ojos sobre el apático tío de Krysta que le devolvió una mirada idéntica. Y ninguna de las dos era precisamente amable—. Darkwoolf —dijo, tendiéndole la mano al otro.

—Black —replicó Andrew estrechándole la mano con sobrada indiferencia.

Lo cierto era que a Sirius nunca le había caído bien Andrew. Si lo toleraba era porque le había ofrecido trabajo a Remus y porque su sobrina era amiga de Harry. Si no fuera por eso, probablemente ni se le hubiera pasado por la cabeza invitarlo a la fiesta de cumpleaños. Los sentimientos de Andrew hacia Sirius eran muy similares. Tras el frío saludo se ignoraron por completo, fingiendo cada uno colocarse en su papel de tutor sacrificado que tiene que aguantar colas y pagar materiales de colegio.

Harry y Krysta charlaron animadamente mientras esperaban a que les llegara el turno para comprar los libros. Se contaron las novedades del último mes y Harry se sorprendió cuando Krysta le habló de sus adelantos en las prácticas para el poder del tiempo. Al parecer, Andrew se lo había tomado en serio cuando le prometió ayudarla.

—Ya verás cuando te enseñe lo que he aprendido a hacer —dijo Krysta, emocionada—. No es que lo domine muy bien, pero me sale. ¡Ya verás!

Harry le preguntó en qué consistía pero Krysta se negó a dar explicaciones. Le aseguró que se lo enseñaría en Hogwarts con más calma. Harry se tuvo que resignar porque les había llegado el turno en la cola. Ambos pidieron sus listas idénticas de libros, que eran algo más largas que las del año pasado. En un rato obtuvieron las bolsas llenas de tomos enormes y pudieron dejar la abarrotada librería ante los envidiosos ojos de los que esperaban. Se sintieron mucho mejor en cuanto estuvieron fuera.

Ante las impacientes preguntas de Sirius, Harry miró la lista para ver qué le faltaba. Se sorprendió al encontrar un material nuevo que no les habían pedido hasta el momento. Una serie de pociones e ingredientes extraños.

—¿Qué es esto? ¿Es para pociones? —preguntó, mostrándole el pedido a su amiga.

—No. Tengo entendido que en sexto se aprende algo de medicina mágica en defensa contra las artes oscuras —respondió Krysta—. Algo muy básico.

Harry asintió.

—En ese caso vamos a comprarlo. Luego me gustaría mirar una túnica nueva… la que tengo ya me empieza a quedar ridícula.

—Eso. Y yo iré a por mi mascota —miró a Andrew con una pícara sonrisa—. ¿Verdad, tío?

—Sí, si no me arrepiento antes —replicó Andrew con una mueca irónica—. Probablemente sería lo más sensato.

Krysta rió y se cogió de su brazo cariñosamente para obligarlo a andar. Harry y Sirius los siguieron. Atravesaron prácticamente todo el callejón para dirigirse a la tienda de ingredientes y pociones, que se encontraba bastante lejos. En el camino pasaron por delante de la heladería, y Harry no pudo resistirse al ver los suculentos y maravillosamente fríos cucuruchos de chocolate, nata y nueces que devoraban algunos paseantes. Se separó del grupo para comprarse uno, asegurando que no tardaría para que Sirius dejara de protestar. Entró en la heladería y tras una corta espera en el mostrador tuvo por fin su helado en la mano. Relamiéndose de gusto, pagó y salió de la tienda. En ese momento notó que alguien le tocaba en el hombro.

—¡Ron! —exclamó al darse la vuelta y descubrir quién era. El pelirrojo sonrió.

—¿Qué tal? ¡Llevo una eternidad buscándote! Menos mal que te conozco lo suficiente para saber que estarías por aquí —señaló burlonamente el cucurucho que Harry sostenía.

Este sonrió.

—Bueno, tengo debilidad por los helados. ¿Y tus padres?

—Por ahí. Me han dado el dinero para el resto de materiales mientras compran los libros. ¡Qué cantidad de gente! —se quejó—. Oye, ¿has venido solo?

—No, con Sirius. Ah, y nos hemos encontrado con Krysta y Andrew por casualidad. Ahora íbamos a comprar el nuevo material para medicina mágica —explicó Harry mientras echaba a andar hacia el grupo otra vez—. ¿Sabes algo de Hermione?

—Nada, aparte de que está de veraneo por España y que compró sus materiales hace semanas. Siempre hace las cosas con exceso de antelación —a Ron le encantaba criticar a Hermione. Se notaba a la legua que estaba como loco por ella.

Llegaron junto al resto, y tras un momento de saludos, siguieron andando hacia la próxima tienda. No se demoraron mucho y pudieron comprar el último material rápidamente. En cuanto tuvo la lista completa, Harry recordó lo de su túnica y anunció que iría a la tienda de Madam Malkin para comprarla. Ron se ofreció a acompañarlo y así de paso podrían pasar por la tienda de escobas y comerse un poco las uñas observando los nuevos y carísimos modelos que habían salido a mercado. Se separaron con sus respectivas bolsas de materiales. Despidiéndose momentáneamente, el resto se dirigió a la tienda de animales para que Krysta pudiera comprar su mascota. Al llegar, Andrew sacó su monedero.

—Toma y compra lo que te dé la gana. No me apetece entrar en esa tienda llena de pajarracos escandalosos —dijo, dándole una generosa cantidad de galeones a su sobrina. Esta los recibió divertida.

—¿Te dan miedo los pájaros? —se burló.

—No, me ponen de mala leche —replicó Andrew haciendo justicia a su afirmación.

Krysta sonrió y se fue, dejando a su tío solo con Sirius. Ello fue un problema, porque ignorarse si no hay gente de por medio resulta mucho más difícil. Al cabo de un rato de silencio, mirando cada uno hacia un lado de la concurrida calle, Sirius empezó a sentirse incómodo.

—Bueno... hace un buen día, ¿eh? —dijo, por decir algo.

—Es un día horrible —replicó Andrew, cínico.

Sirius movió la cabeza.

—Tienes razón —se encogió de hombros y atacó un tema más práctico—. ¿Hace una cerveza?

Andrew dirigió su mirada hacia una taberna que había al otro lado de la calle.

—Muy bien. Invitas tú —dijo, como si cualquier otra posibilidad estuviera fuera de contemplación.

Luego echó a andar hacia la taberna, seguido de un exasperado Sirius que apretó los puños y susurró una inconveniencia antes de darse la vuelta y echar a andar.

Krysta entró en la tienda de animales completamente emocionada. Miró hacia todos lados mientras caminaba disfrutando de la cantidad de seres mágicos (y no tan mágicos) que poblaban las estanterías. Se detenía a cada paso contemplando jaulas que contenían serpientes, lechuzas, gatos, conejos, iguanas, sapos, crías de grifo, gripnies... habían también peceras con ratones de agua, peces de colores ¡y hasta un grindylow! Allí había tantas cosas que no sabía por qué decidirse. Pensó en echar una ojeada a los gatos más detenidamente. Le encantaban los gatos y adoraba a Atlas, pero también sabía que al quisquilloso gato de su tío no le haría ni pizca de gracia encontrarse con otro que le hiciera la competencia en su terreno. Se detuvo frente a la jaula de un gato siamés muy oscuro y estilizado, indecisa.

—Ese es un auténtico ejemplar de Siam, se nota que es de raza por el color oscuro puro y continuo de las patas y la cola —dijo una voz a su lado—. Si no te fías del dependiente siempre puedes preguntarme.

Krysta se incorporó, sorprendida, y se encontró con un chico de su edad aproximadamente. No era especialmente alto, tenía el pelo castaño claro, algo ondulado y vestía una túnica de mago con aspecto de cara. Observaba a Krysta con dos simpáticos ojos grises que chispeaban en una faz redondeada y pecosa, donde también lucía una gran sonrisa. Se apoyaba tranquilo en la pared que había al lado de la jaula. Krysta sintió antipatía por él nada más verlo. Adoptó una actitud indiferente.

—Bien, te consultaré si por alguna casualidad lo necesito—replicó, secamente.

El otro, muy lejos de desistir se acercó un poco ampliando su sonrisa.

—Me parece bien, pero no me has dicho como te llamas —dijo, mirándola atentamente.

Krysta dirigió la vista otra vez sobre él, ceñuda.

—No, es verdad, no te lo he dicho —contestó, sin mostrar el más mínimo interés en hacerlo—. Y tú tampoco me has dicho el tuyo, porque al parecer tenías más interés en darme una sugestiva explicación sobre los gatos siameses.

El chico rió, ignorando el irónico tono de ella.

¡Touché! —replicó, encantado. Luego le tendió una mano a Krysta—. Me llamo Derek Velian y mi madre dirige una granja para el cuidado de criaturas mágicas. No pude resistirme a darte una pequeña lección.

Krysta le estrechó la mano, pensando más bien, que a lo que no se había podido resistir el chico eran otro tipo de cosas.

—Yo soy Krysta Darkwoolf —dijo de mala gana—. Mi madre no dirige ninguna granja pero mi tío intentó dominar el mundo.

Derek volvió a reír.

—Me encantan las chicas como tú, con sentido del humor —dijo, procurando parecer halagador.

—Sí, me lo dicen a menudo —Krysta esbozó una sonrisa torcida—. Si no te importa, he de encontrar una mascota apropiada antes de que nos den las uvas.

Krysta se separó de él, ya bastante fastidiada, pero al parecer, Derek no era de los que se rendían fácilmente. La siguió mientras Krysta dirigía su atención a los pájaros.

—¿Es para Hogwarts? —preguntó, colocándose a su lado de nuevo.

—Sí, es para Hogwarts —suspiró la otra, resignada.

—Yo también entro en Hogwarts este año —anunció Derek encantado.

Krysta lo miró asombrada, prestándole un poco de verdadera atención por un momento.

—¿Entras? ¿Qué quieres decir con entras?

—¡Ah! ¿No te lo he dicho? ¡Qué presentación más indigna para una belleza como tú! —replicó Derek pomposamente, consiguiendo con ello que Krysta recuperara su actitud desdeñosa en un micro segundo—. He vivido los últimos seis años en Roma, aunque mi familia es inglesa. Ya sabes, asuntos de mi padre. Ahora nos hemos vuelto a mudar aquí.

—No sabes cuánto me alegro —dijo Krysta, con sutil sarcasmo.

Para variar, Derek no pareció inmutarse. Krysta volvió a dirigir su atención sobre las aves. De pronto, algo llamó su atención.

—¡Vaya! ¡Qué bonito!

Se acercó a la jaula de un pájaro que estaba a su derecha no muy alejada. Derek siguió su mirada para ver a un ave de color azul claro, con las puntas de las alas de un azul mucho más intenso. Era, a diferencia de las lechuzas, un ave de cuerpo alargado y estilizado, con largas alas replegadas que duplicaban el tamaño de su cuerpo al ser extendidas. Su pico y sus alas eran también de un azul muy oscuro, así como la cresta de plumas que lucía altanera sobre la cabeza.

—Es un ave acuática de Dinamarca —informó Derek, contento de poder dar algunos datos.

—¿Cómo sabes si es de Dinamarca? —preguntó Krysta.

—No, es que la especie se llama así. Hay otras variantes de Bélgica, Groenlandia y Canadá. Las más bonitas son las de Groenlandia, pero esta tampoco está mal.

Krysta decidió ignorar la entonación presuntuosa de Derek en su explicación y prestar más atención a los datos que aportaba. El ave le gustaba muchísimo, pero no era especialmente barata. Se preguntó si tendría alguna utilidad práctica.

—¿Sabes algo más sobre la especie? Por ejemplo, si pueden ser adiestradas para llevar cartas, o algo así.

Derek meditó un momento.

—No se les suele enseñar, porque para ese trabajo son idóneas las lechuzas. Pero supongo que podría aprender, es una especie inteligente. Aparte de ello tiene algunos poderes mágicos... infunden cierta influencia sobre el agua y pueden crear ráfagas de aire frío capaces de congelar líquidos —Derek hizo una pequeña pausa—. Son apreciadas por su magia, pero también por su estética. Además viven muchos años.

En cuanto a lo de la estética Krysta estaba de acuerdo. Miró el dinero que su tío le había dado y comprobó satisfecha que aún sobraba para comprarla. Lo pensó un momento y al final decidió que se la llevaría. Le gustaban mucho las aves y su utilidad para enviar mensajes. Además, esta era especialmente bonita. Cogió la jaula y la llevó al mostrador. Pagó convenientemente al vendedor, y además compró un frasco de alimento pare el animal. Krysta dejó la tienda, orgullosa con su compra y observando al ave acuática, que no había variado su postura altanera en lo más mínimo, a pesar del cambio de ambiente y los movimientos de la jaula. Derek la siguió.

—¿No tienes que comprar tú una mascota? —preguntó Krysta al verlo detrás de ella, con la esperanza de sacárselo de encima.

Derek sonrió.

—No, sólo esperaba a mi madre. ¡Igual puedo esperar dentro que fuera! —añadió risueño.

—Sí, es una suerte —dijo la otra, ya harta.

Krysta ya no sabía qué clase de sutilezas utilizar para desembarazarse del pegajoso Derek. Buscó a su tío con la mirada, como última escapatoria. Lo encontró sentado en la terraza de enfrente, tomándose una cerveza con Sirius. Bufó aliviada.

—Oye, Derek, me he de ir. Mi tío me está esperando allí. Ya nos veremos en Hogwarts, ¿vale? —dijo, despidiéndose antes de que el otro pudiera sacar un nuevo tema.

Se fue corriendo sin escuchar la respuesta de Derek, dejándolo plantado en la puerta de la tienda. Más tranquila, se acercó a la mesa de su tío, que la había visto salir. Krysta saludó a los dos adultos nada más llegar y les mostró encantada su compra. Andrew miró el ave con disgusto.

—¡Un pájaro! ¿No había otra cosa? ¿Tenías que comprar un pájaro? —se quejó.

—No es "un pájaro", tío. Es un ave acuática de Dinamarca, y además de ser muy bonita tiene poderes mágicos y puede llevar cartas —replicó Krysta—. Toma las vueltas.

Le devolvió los galeones sobrantes a su tío, lo que no contribuyó a mejorar su estado de ánimo.

—¿Pero cuánto costaba el bicho ese? ¡Te lo has gastado casi todo!

Krysta bufó.

—Joder, tío, sí que estás quejica hoy... ni que te hubiera dejado en la ruina. No sabía que fueras tan tacaño.

—Oye, niña, no soy tacaño, pero no me gustan los pájaros y tú has gastado mi valioso dinero en un pájaro. Si te parece, me pongo a cantar de alegría —replicó Andrew, molesto.

Sirius intervino para cortar la discusión.

—Eh, Krysta, ¿quién era ese guapito de cara que te acompañaba al salir? —preguntó pícaramente.

Krysta recuperó su expresión desdeñosa.

—Nadie, un pesado ligón italiano que se me ha pegado como una lapa. Y lo peor es que estará en Hogwarts este año —Krysta parecía fastidiada.

Sirius rió.

—Mala suerte, los italianos son los más ligones y pegajosos del mundo.

Andrew se levantó frunciendo el ceño.

—Así que un ligón, ¿eh? ¿Te estaba molestando? —preguntó, con un tono de voz nada inocente.

Krysta suspiró.

—Sí, tío, me estaba molestando, pero ya me lo he quitado de encima sola, ¿vale? No es necesario que lo tortures, ni que lo envenenes, ni que le eches una maldición —contestó la niña, que estaba algo malhumorada por lo de Derek.

—Vaya, qué aguda estás hoy. Ése tipo de cosas no se me habían ocurrido, mira. Yo pensaba hablar con él pacíficamente, pero ya que lo has mencionado, lo del veneno me suena mucho mejor —replicó Andrew, irónico. Luego cambió el tono, con reproche—. Hay que ver lo borde que eres a veces.

Sirius se levantó también y los miró sonriente. Se lo estaba pasando bomba.

—Desde luego, sois una familia feliz —afirmó, con sorna.

Krysta rió.

—Sólo a veces. El resto del tiempo afinamos nuestra lengua insultándonos. Es un arte mucho más sutil de lo que parece —bromeó la chica—. Oíd, ¿por qué no volvemos ya?

Los otros dos aceptaron, así que emprendieron el camino de regreso para buscar a los otros chicos y salir por fin del callejón Diagon. Krysta miró feliz su nueva mascota y se sintió tremendamente reconfortada. Desde luego, aquel prometía ser un curso bueno de verdad.

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XDDDD, me he divertido mucho con este cap, ¿vosotros no? El trozo de Derek me encantó de escribir. No me cae mal, el chaval, a pesar de ser un pesado insoportable XD. En fin, Derek volverá a salir y tendrá sus rollos correspondientes en la historia, como seguramente os imaginaréis. Y en cuanto a lo del pájaro acuático... es que me apetecía inventarme algo más o menos nuevo, que no fuera la típica lechuza ni el típico gato (con el de Andy ya hay bastantes gatos en una misma casa, no?) Pues nada, como no tengo mucho que comentar doy paso a las contestaciones de los revis.

Contestaciones a los revis (qué feliz soy!! ^___^):

Synn: jejejejeje, me emocionas diciendo que te he vuelto a enganchar XDD. Lo de Egipto es raro, lo sé, pero las cosas raras le dan más emoción a una historia, no? XD. Ya verás como lo relaciono… de momento, creo que he dado una pista en este cap. Ya ves, Dudley de cantor… pero yo no lo veo anda mono, bej ¬_¬ Sí, a mi la imagen de la fiesta también me encanta, y lo de Harry… es que ya me daba pena, siempre con los Dursleys… y por hacerlo original y darle una alegría al prota, pues decidi liberar a Sirius (que ya casi quedaba libre en el otro fic). Bueno, a las embrujadas no las conocerán, pero Keiths si saldrá más XDD. Y respecto a lod el epílogo, efectivamentek, no ha sucedido aún. Ya dije que el epílogo eran imágenes fuera de la línea temporal de la história. Andy saldrá MUCHO más en el fic, transcurrirá el curso de hogwarts enterito y ya veremos si lío a Harry XD. Y me he acordado de las lectoras!! JOJOOJO XDD, Ale, un beso y hasta pronto.

P.D: pronto leeré el cap 4 de tu fic, no he tenido tiempo…

Rakshah: Siiii!! He seguido muy rápido!! XDD. De verdad te gusta?? Qué bien ^_____^ Jojojo, la escena del principio es que me encanta (soy tétrica, lo sé :D) Pues mira, ya que tu metes a Andy en mi fic, yo podría meter al padre de galce y darle algún papel… no creo que me costara XDD. Oh, respecto a Remus y Maudy ya se verá y Aerin… jojojojo, te sorprenderás del papel que le tengo pensado. Saldrás ya en el cap 4, :) Me mola lod e la escena romántica con Nicky, yo tú no te preocupes por Aerin, que ya verás ya JUASJUASJUAS. La verdad, tienes razón, Dudley en un coro es lo peor… que mono Harry con Sirius y Remus!! ^___^ Oh! Yo también adoro al gato de Andy!! Y em… we, te prestaré a Andy de vez en cuando… pero solo como tío!! SÓLO COMO TÍO!!!! XDDDD  Respecto a lo del grupo catalán, ya me dirás títulos suyos para bajar, eh? Sé más o menos donde está Reus, fui este invierno. Y ale, no he tardado mucho en subir nuevo cap y… eh? Oh! Espera, que Andy tiene algo que decir…

*¿Se puede saber a qué estás jugando, Klimn? Tú tócame las pelotas, tócamelas que cuando me canse tendrán que utilizar mondadientes para recoger tus pedazos. Como vuelvas a insultarme, te prepararé una muerte lenta y dolorosa. Y ni siquiera me molestaré en hacer yo el trabajo sucio porque este tipo de cosas me dan repelús. He, me voy a manchar mis valiosas uñas de manicura francesa contigo…* (se va todo digno).

Uh.. está algo enfadado… pero tú ni caso, Nicky. Ya se le pasará. Ale, un besazo y ya nos veremos!! Oh, ye scribe!!! :P

Estela Lhuderl.Hirl: XDDD, wolas!! Buena introducción para el revi. Oye, qué morro, vaya vidorra te hechas :P. Por lo menos yo tengo un teclado en condiciones y tú no… MWAHAHAHAHAHAH!!!!  XD, we, pasemos de eso. Oye, pues claro que quiero que sigas siendo mi beta!! Y más si la historia te mola… las vacas ya ves, me van bien, si quieres mas información lee mi blog XDD. Y respecto a Andrew… Yeah!! It's Cool de que lo flipas!! XDD. Cierto, debí poner enter the hihostiatrix, pero por desgracia noe s tan universal… ^^' Sorrys, sorrys!!!  XDDD, los principios raros rules!!! Si, es un poco peliculero, mi principio, creo que tienes razón. Pues sí, Keuths es diabólicamente genial. Pero su maldad abarca aún límites más amplios, que se verán debidamente presentados más adelante XDD. Y no es Lucius, porque tiene los ojos gris-verdoso, no gris a secas :P Tú tranki con Maudy, que el rollo Re,us es sólo al principio… s renuncias a ella puede que te arrepientas XDD. Y AAAAGGH!!! CALLA, CALLAAAAAA!!!! No me cuentes nada de HP5!! A lo mejor meto a la Lestrange, pero tu calladita, eh?? *Una se ha de poner dura* Qué lindo el gatito de Andy, pero el mio tb es mejor XD. Oye, me mola tu gato-Harry XDD. Te comprendo con lo de las hermanas (o hermanos, en su defecto) Muxos besos y hasta prontito!!! (Y Andrew siempre comprenderá mi mentis) XDD xau!!!

Gracias a todos por leer