Antes que nada muchas gracias kitiara ^0^ espero que ahora el capitulo se
vea bien. Espero que nuestra historia sea lo suficientemente buena para que
la sigas leyendo. T_T somos unas aprendices en esto de las historias
espero nos comprendas.
"hay cuatro etapas en la vida: nacer, crecer, reproducirse y morir. Pero para mí solo existe una etapa importante: vivir." Shelob.
CAPITULO DOS: Hogwarts mi nuevo hogar.
-¡Helen!- exclamó una emocionada Annette esta corrió hasta donde estaba su amiga, al igual que Helen tenía una ropa muggle, Helen solo había decidido llevar un sencillo pantalón azul y una blusa blanca que se ajustaba a su cuerpo, mientras que Annette llevaba una larga falda negra y una camiseta del mismo color. Cuando Annette llegó a donde Helen se encontraba la tomó de la mano y la jaló hacia la gran casa. Llegaron a la puerta principal y se detuvieron.
-deja que el pequeño Bastet ande suelto por la casa- le dijo Annette.
-¿no te molesta?- preguntó Helen.
-no habrá ningún problema y creo que después de ese largo viaje necesita descansar, ah, y deja que los elfos se encarguen de tu equipaje, ellos la llevarán a tu habitación- dijo Annette y Helen dejó a Bastet en el suelo, este como si entendiera todo lo que las dos chicas platicaban se dirigió por otra parte.
Entraron juntas al enorme recibidor y era tal y como Helen lo recordaba, a los lados había pinturas que se movían algunos paisajes y otros retratos de personas, Annette le había explicado que eran sus abuelos y bisabuelos, todo estaba en un profundo silencio, el piso del recibidor era de mármol y había extrañas esculturas a los lados del pasillo llegaron a una parte donde todo se extendía, a la derecha estaba la sala y a la izquierda se encontraba el enorme comedor, pero lo que más le llamó la atención a Helen fue lo que se encontraba frente a ella había una enorme escalera que subía al frente hasta la mitad del muro y luego se dividía en dos, la escalera tenía una larga alfombra púrpura que la cubría y justo donde la escalera se abría en dos en la parte superior se encontraba un enorme cuadro, Helen lo miró asombrada, la mujer de ese cuadro era hermosa, era delgada, tenía el cabello castaño recogido en un moño y tenía dos largos mechones sueltos y ondulados al frente, su tez era clara, y sus ojos de un hermoso color miel tenía una mirada llena de dulzura y estaba sentada sobre una silla.
-es muy hermosa- no pudo evitar exclamar Helen, Annette la miró con su ojos color miel y Helen cayó en la cuenta de que la mujer del retrato era la madre de Annette.
-gracias- fue lo único que consiguió decir Annette. La madre de Annette había muerto justo cuando ella iba a comenzar su primer curso, la noticia la había dejado destrozada, Helen nunca conoció a la Annette antes de la muerte de su madre, y Ann siempre trataba de evitar hablar del tema.
-vamos a mi cuarto, hay muchas cosas que necesitamos platicar- dijo mas contenta Annette, Helen sonrió y siguió a su amiga escalares arriba, caminaron un poco y llegaron frente a una gran puerta de madera, Annette solo abrió la mitad y la invitó a pasar.
-bienvenida a mi humilde habitación- anunció Annette haciendo una extravagante reverencia justo cuando ella entró. Helen se encontró con un gran cuarto, había una cama adoselada de gran tamaño, con largas cortinas de un color verde oscuro, había una ventada con cortinas largas que hacían juego con las de la cama, al fondo a la derecha había un escritorio de aspecto antiguo, algunas velas apagadas flotaban alrededor, sin embargo la luz que alumbraba el cuarto provenía de un enorme candelabro que pendía del techo, sobre el escritorio había unos papeles desacomodados por todas partes y al fondo sobre el escritorio un pequeño baúl de madera oscura con contornos plateados en forma de flores que lo hacían resaltar.
-¿Qué es eso?-preguntó Helen señalando el curioso baúl. Annette fue hasta el escritorio y Helen la siguió le mostró el baúl y lo abrió. Helen se sorprendió mucho y se sorprendió al ver todas las cartas que ella le había enviado, Annette al ver su rostro sonrió.
-¿creías que las iba a tirar todas?- dijo Annette con un fingido tono de enfado. Helen sonrió y negó con la cabeza, inmediatamente volvió a dirigir su atención a los papeles que había sobre la mesa, tenían dibujos muy extraños y estaban muy confusos comos si se tratasen de pociones pero muy complejas. Annette se dio cuenta de lo que Helen miraba y aunque no lo aparentaba Helen pudo notar preocupación en sus ojos, Ann recogió todo y lo metió en uno de los cajones, Helen no preguntó nada.
-¿Bueno quieres tomar algo?- preguntó Annette y volvió a retomar su sonrisa.
-una taza de té si no es mucha molestia- dijo Helen olvidando el asunto de las hojas.
-¿quieres tomarlo aquí?-preguntó Ann- o lo prefieres abajo.
-Aquí esta bien- dijo Helen. Annette tomó una pequeña campanilla de oro que estaba colocada en su mesita de noche y la hizo sonar. Al instante apareció frente a ellas una elfina con un curioso mandil violeta e inmediatamente hizo una profunda reverencia.
-¿desean algo las señoritas?- preguntó al instante. Helen que ya se había acostumbrado al excelente servicio de los elfos no se extraño por su comportamiento.
-si Demmy-dijo Annette dirigiéndose a la elfina- ¿podrías traernos el té aquí por favor?- pidió.
-al instante señorita- y desapareció en una voluta de humo.
Ann y Helen se dirigieron a una pequeña mesa para té que estaba al otro lado de la habitación, esta tenía una hermosa vista gracias a la enorme ventana que había frente a ella y podías apreciar una tarde agradable, en pocos minutos Demmy volvió con una bandeja de té y un platito con dulces, Annette distraídamente tomó uno, definitivamente Annette no iba a perder el gusto por los dulces, así pasaron toda la tarde y parte de la noche conversando y habían llegado al acuerdo de ir al callejón Diagon a conseguir todo su nuevo material escolar. Después Ann condujo a Helen a la habitación para esta última, a diferencia de la de Annette esta tenía colores mas claros y predominaba el amarillo estaba elegantemente acomodada, Helen le dio las gracias por su hospitalidad y Annette sonriente le dijo que no tenía nada que agradecer. Así Helen pasó la noche por primera vez en casa de los Van Garrett, a la mañana siguiente Helen se levantó muy temprano y se dio un relajante baño, se vistió con ropas muggles nuevamente, algo cómodo y sencillo, encima se puso una fina capa de color azul marino con un broche de plata en forma de una estrella alada. Bajó a prisa al comedor principal donde Annette la estaba esperando, Ann por su parte llevaba una túnica de color verde oscuro que combinaba con sus ojos, tomaron el desayuno y se finalmente se fueron al callejón Diagon, decidieron ir a través de polvos flu, y aparecieron en al chimenea del caldero chorreante, Helen miró con curiosidad a todos lados, habían diversas personas, nadie les prestaba atención todos eran magos sin lugar a dudas, algunos iban con túnicas y otros vestían de forma muy estrafalaria, caminaron hasta la entrada del callejón y con la varita tocaron los diferentes ladrillos que permitían el acceso al callejón ante ellas se abrió el mágico portal y se vieron arrastradas por una infinidad de personas, primero fueron a la tienda de Madame Malkins: túnicas para toda ocasión, Annette le dijo que había investigado que esa era la mejor tienda para comprar uniformes de primera calidad, entraron y una noble señora gordita y de cabello canoso las recibió y las trató dulcemente, Helen miró a Annette y se dio cuenta de que esta se sentía incomoda de que la trataran como una pequeña niña, la señora las hizo pararse en unos banquitos y unas cintas empezaron a tomar medidas por todo su cuerpo mágicamente, en instantes la señora apareció con cuatro juegos de túnicas para cada una, las chicas pagaron y salieron del lugar pasaron por la tienda del señor Ollivanders, una tienda para varitas pero ellas ya contaban con una; la de Helen era de cedro medía 29 centímetros, perfecta para transformaciones y tenía un centro de pluma de fénix, la de Annette era de nogal de veintiocho centímetros delgada y resistente, su centro era de pelo de la crin de unicornio, pasaron esa tienda y compraron el resto del material que necesitaban en la librería vieron a varios chicos que compraban materiales similares a los de ellas pero no les prestaban atención, cuatro horas mas tarde habían terminado sus compras, Annette vio una heladería llamada Florean Fostescue (n.a.esta mujer definitivamente no vive sin los dulces) y se dirigieron ahí a tomar un delicioso helado.
-estoy cansada- exclamó Annette dejándose caer grácilmente en la silla. Helen igualmente se sentó.
-lo mismo digo- dijo cansada- pero no tanto como tú- mirando a Annette que casi se acostaba en la silla.
-jamás en mi vida había cargado con tantas cosas, fue una mala idea dejar a los elfos en casa- dijo Annette recuperando una posición correcta.
-vamos- exclamó Helen- es bueno hacer ejercicio de vez en cuando.
-lo del ejercicio esta bien- alegó Annette- pero no lo de cargar con todas las cosas-. Helen sonrió a su amiga.
Después de un descanso salieron con todas sus cosas de regreso a casa de Ann, llegaron cansadas y dejaron las cosas en la habitación, Demmy regañó a Annette por no haber dejado que ella las acompañara para ayudarles con sus cosas, Ann le pidió perdón y la elfina los aceptó pero hizo prometer a Annette que no lo volvería a hacer, esta aceptó para que no se enojara más su elfina.
-a eso me refería cuando te dije que deberíamos traer a los elfos- susurró al oído de Helen, esta asintió avergonzada por haberle dado problemas a Annette.
Uno quiere que los días cuando son divertidos pasen lentamente pero al contrario pasan muy rápido así Helen se dio cuenta de que al día siguiente comenzarían su curso en tan extraña institución, la carta mencionaba que deberían tomar un tren en la estación King Cross, pero los padres de las chicas habían decidido llevarlas ellos mismos en sus respectivos autos, a lo que las chicas aceptaron muy contentas.
Al fin llegó el no muy esperado día, Helen se levantó muy temprano, realmente no había podido dormir por los nervios, se arregló lo mejor que pudo, después de todo iba a ser su primer día de escuela en una nueva institución y no quería verse mal. Sus padres ya la estaban esperando en la entrada de la residencia, Helen bajó a prisa muy contenta, Annette estaba bajando las escaleras, además de sus cosas llevaba una mochila de más y Helen observó el libro que traía, era un libro de artes oscuras, Helen nunca supo el contenido, pero no le gustó la idea de que su amiga estuviera leyendo esas cosas, Annette le había asegurado y jurado que no lo hacía por malas intenciones y que tenía mucha curiosidad, solo eso, y que si trataba de explicarle no lo entendería, Helen no objetó mas pero tampoco se quedó muy conforme iba a vigilar a su amiga no quería que nada malo le pasase.
-con que aquí estabas pequeñuela-dijo Annette a la vez que una pequeña gata de color negro y de apariencia extraña, con una larga cola, más larga de lo normal que en cualquier gato y ojos amarillos relucientes, que ronroneaba dulcemente mientras caminaba al lado de Ann, esta pequeña gatita se llamaba Anubis y era la mascota de Ann. Con un salto llegó hasta el hombro de Annette y ahí se quedó, era una gatita muy peculiar. Subieron cada una a su respectivo auto y se encaminaron a su gran viaje, a la nueva escuela. Durante el camino, los padres de Helen le relataban anécdotas de su vida a ella, esta escuchaba con atención sin perder cada detalle, esos eran de los pocos momentos agradables que pasaban junto a sus padres, así no sintió el correr de las horas y sin darse cuenta habían llegado a la entrada de un enorme y majestuoso castillo, de estilo medieval, a lo lejos pudo distinguir un enorme bosque y la luna adornaba el paisaje, Helen no desvió la atención de aquel lugar realmente se había quedado impresionada, aunque iba a extrañar el colegio Cottingley. El auto se detuvo justo en la entrada y bajó acompañada de sus padres, tomo a Bastet y lo colocó en su cesta, vio que Annette venía junto con su papá, al llegar a la entrada principal oyó el bullicio de cientos de alumnos, en un castillo tan grande ¿Cuántos alumnos habrían?, nunca se había puesto a pensar en ello y ahora era demasiado tarde, vio que alguien ya los estaba esperando en la entrada, una mujer, ya mayor de edad con el pelo cubierto por unas cuantas canas pero dejando vestigios de que alguna vez fue negro, tenía un sombrero alto con la punta torcida y usaba unas gafas en las cuales detrás habían unos ojos de color castaño que los miraban impaciente. Tenía una postura recta y firme, en cuanto se acercaron los saludó a todos muy amablemente y se presentó su nombre era Minerva Macgonagall, los llevó a través del colegio por amplios pasillos, el lugar era impresionante pero la verdad faltaba un poco de limpieza. Después de caminar mucho llegaron a una pequeña estancia donde los estaba esperando un hombre ya mayor de edad, el cabello completamente blanco y una barba del mismo color que le llegaba a la cintura, era delgado y de ojos azules tenía unas gafas de media luna que le daban el aspecto de ser una persona muy noble. Se acercó al grupo y saludó a todos.
-señoritas, bienvenidas sean a esta su nueva casa- dijo el profesor cuyo nombre era Albus Dumbledore.
Las dos, acostumbras a los buenos modales hicieron una leve reverencia al mismo tiempo, el profesor Dumbledore sonrió. Era un hombre muy agradable.
-al ver que han llegado un poco tarde, ya no alcanzaron a estar en la ceremonia de selección, sin embargo cada una tiene que ir a una respectiva casa, Gryffindor, Hufflepuf, Ravenclaw o Slytherin- dijo la profesora Macgonagall, las chicas se miraron, no les gustaba la idea de tener que separarse.
-lo único que tienen que hacer es sentarse y dejar su mente en blanco el sombrero se encargará de escoger a cada una- explicó, Helen miró confundida a la profesora "¿como se iba a encargar un sombrero de decidir por ella?", la profesora apareció de repente con un sombrero viejo y remendado, y en algunas partes descosido tenía un muy mal aspecto, la profesora le indicó que se acercara, Helen tragó saliva y cerró los ojos, sintió como la profesora le colocaba el sombrero en la cabeza y este le habló, Helen se sobresaltó, "¿un sombrero que hablaba?" jamás en su vida se lo hubiera imaginado. "pues deberías comenzar ahora" respondió la voz del sombrero dentro de su cabeza, "¿a caso podía leer sus pensamientos?", "oh claro que puedo" respondió el sombrero," tu solo quédate tranquila y en unos minutos te diré a cual casa perteneces" Helen obedeció la orden y no pensó en nada al cabo de unos instantes.
-¡Gryffindor!- gritó el sombrero. La profesora se lo quitó de la cabeza y ahora llegó el turno de Annette, el sombrero no tardó mucho en decidir y gritó el nombre de Slytherin, así que aunque no lo quisieran habían quedado separadas.
-la profesora Macgonagall te llevará a tu sala común- dijo el profesor Dumbledore dirigiéndose a Helen- mientras que usted señorita Van Garrett vendrá conmigo- Annette asintió.- ahora vayan a despedirse de sus padres.
Y así lo hicieron, finalmente después de decir adiós y ver como se alejaban cada una partió a su sala común, ahora sí la nueva aventura comenzaba.
Helen subió varias escaleras, el castillo parecía no tener fin, llegaron a un pasillo y se pararon justo en frente del retrato de una dama de complexión robusta y con un largo vestido rosa, de estilo victoriano, la profesora pronunció unas palabras y la mujer del cuadro tomó vida y las dejó pasar a una agradable estancia donde el color predominante era el rojo, y en varias partes figuras de leones, el animal simbólico de la casa, según le había explicado la profesora durante el trayecto. Había varios chicos por aquí y por allá, sumergidos en intensas conversaciones sobre las vacaciones de verano, todos parecían ser muy agradables.
-señorita Granger- llamó la profesora, una chica de cabello castaño y ojos del mismo color se giró al escuchar su nombre, todas las miradas se dirigieron hacia la profesora y después hacia ella, genial ahora se había convertido en el centro de atención. La chica Granger se acercó a la profesora y miró a Helen esta lo único que hizo fue darle una sonrisa, luego Granger se dirigió a la profesora Macgonagall, y comenzó a darle instrucciones para asesorar a Helen, acto seguido la profesora la presentó ante todos los cuales la recibieron con un aplauso, esto la dejo confundida y les devolvió el gesto con una sonrisa, al cabo de poco tiempo todos volvieron a sumergirse en sus conversaciones habituales.
-bueno me despido señorita Plymounth la dejo en la mejor disposición- y salió de la sala común.
-hola mucho gusto, mi nombre es Hermione Granger- saludo la chica a Helen.
-Helen Plymounth, el gusto es mío- respondió.
-ven, te enseñaré tu habitación- dijo Hermione mientras la tomaba de la mano y la conducía escaleras arriba, llegaron hasta la ultima puerta, ahí había una habitación pequeña, al fondo una cama adoselada con cortinas rojas, a cada lado había una mesita donde podía colocar sus cosas y frente a la cama un pequeño tocador, al otro lado frente a una ventana y con una excelente vista, estaba su mesa de té, la habían traído desde su otro colegio, eso la alegró un poco.
-vaya tienes el mejor cuarto-dijo Hermione asombrada.
-gracias- respondió Helen.
-vamos abajo, te voy a presentar con los demás- dijo Hermione muy emocionada, a Helen le agradó su carácter y enseguida se dio cuenta de que tenia buenos sentimientos, era como un don que tenía con las personas solo con verlas podía darse cuenta como eran.
Hermione la condujo hasta dos chicos, uno era pelirrojo, con algunas pecas, alto y de ojos azules, el otro chico era un poco mas bajo de cabello color negro y alborotado, tez clara y unos ojos verde esmeralda aunque Helen notó que a pesar de tener ojos lindos estos irradiaban tristeza. Los dos chicos miraron en dirección a ellas.
-chicos, les vuelvo a presentar a Helen- dijo Hermione empujando a Helen un poquito.
-hola Helen-saludó el pelirrojo.
-hola mucho gusto- dijo el otro chico de ojos esmeralda
-hola encantada de conocerlos- dijo Helen con una pequeña reverencia, los chicos se miraron confundidos.
-¿pasa algo?- preguntó Hermione.
-lo que pasa es que.- empezó Ron mirando en otra dirección.
-nunca nos habían tratado con tanto respeto- terminó Harry. Helen rió la costumbre se le había quedado después de asistir a esas importantes reuniones de sus padres.
-bueno, mira Helen el es Ron- dijo señalando al pelirrojo- y este de aquí es Harry-señaló al otro chico.
-encantada de conocerlos, Helen Plymounth-saludó.
-eh, Ron Weasley- dijo Ron mientras le tendía la mano.
-Harry Potter- saludó el chico de cabello negro azabache. Helen se sorprendió, estaba saludando al niño que vivió, quien lo hubiera imaginado.
- mucho gusto jóvenes Weasley y Potter- dijo Helen si quitar la mirada sobre la cicatriz de Harry pero se dio cuenta de que a este le incomodaba.
- oye no nos trates de usted, somos Ron y Harry para ti, ¿entendido?- dijo Ron con una sonrisa y gesto de amenaza.
-de acuerdo Ron- dijo Helen. Los cuatro se acomodaron en unos sillones y comenzaron una plática amena, Helen les contó sobre su antigua escuela y Ron se sobresaltó cuando mencionó el nombre de instituto Conttingley.
-debes de ser una persona muy importante- exclamó el chico.
-buenoooo..-intentó responder Helen mientras su atención se dirigía al techo, bien ahora iba a quedar como la niñita mimada de papá y mamá solo porque asistió a un colegio renombrado.
-oye Helen- dijo Hermione desviando su atención- disculpa si soy indiscreta pero, ¿Por qué hasta ahora te cambiaste de escuela si tan solo falta un año para terminar?- Helen la miró inexpresiva, no sabía si decirles o no. Hermione y los otros chicos esperaban una respuesta. "no debí de haber preguntado, sabía que sería de muy mal gusto, además ella viene de una escuela de renombre, empezamos mal Hermione" pensó la chica castaña.
-bueno, fue decisión de mi padre- explicó la chica nueva, "porque un psicópata anda suelto y no quiere arriesgarse" pensó pero ese comentario se lo guardó para sí misma- y bueno decidió que el mejor lugar era Hogwarts.
-vaya.- dijo Ron. "Voldemort" pensó Harry, era la principal razón por la que varios chicos habían salido de Hogwarts desde que él cursaba el quinto curso, uno tras otro lentamente se iban por que no confiaban ni en la seguridad de Hogwarts ni en la cordura de su director, Albus Dumbledore, pero no toda la culpa la tenía el director, el Ministerio de Magia estaba hecho un caos, y Fudge había perdido los estribos desde que se encontró cara a cara con el innombrable y lo habían internado en el Hospital San Mungo de enfermedades y heridas mágicas, toda le gente entró en pánico después de recibir tal noticia, que el señor tenebroso había vuelto, todo esto gracias a la reportera estrella mas tonta y escrupulosa que Harry había conocido: Rita Sketer, la cual había sido asesinada el año anterior, basura de Voldemort recordó, si, Sketer era una mortífaga desde que Hermione la puso en su lugar, y logró herir gravemente a Mione el curso pasado, pero pagó un precio muy caro y no fue precisamente a manos de Harry y Ron. Todos estos pensamientos enturbiaban la mente de Harry que se encontraba distraído y distante, mirando hacía el vacío.
-Harry.Harry.- escuchó una voz que lo llamaba y lo zarandeaba. El chico regresó a la normalidad, sacudió la cabeza y vio a quien lo había sacudido: Ron.
-es tarde y mañana tenemos que levantarnos temprano para nuestro primer día de escuela- les recordó Hermione- vamos todos a dormir, necesitamos descansar- y diciendo esto Hermione los levantó a todos y los dirigió a sus dormitorios, asegurándose de que nadie se quedara en la sala común. Helen la esperó y la miró confusa. Hermione pareció entender su expresión
-soy la prefecta a cargo- explicó como si nada, por eso tenía que cerciorarse de que nadie se quedara en la sala común. -buenas noches- se despidió Helen antes de entrar a su dormitorio contiguo al de Hermione.
-buenas noches- correspondió la despedida Hermione.
Bueno, al menos el miedo ya se le había pasado, entró y vio que sus cosas ya estaban perfectamente acomodadas, abrió el enorme armario y sacó su bata de dormir, larga, blanca y ondulante, de seda finísima, caminó descalza un rato y miró hacia su ventana, tenía una hermosa vista sin lugar a dudas, el sueño la comenzó a invadir, se acostó en su cama y rápidamente se sumergió en un profundo sueño. A la mañana siguiente se levantó muy temprano, hizo todo lo que acostumbraba como siempre y se puso su nuevo uniforme, se miró al espejo, la capa negra no estaba tan mal, aunque la falda era corta a diferencia de la del colegio Cottingley, llevaba una blusa de manga larga blanca y una corbata roja con franjas marrones, después de todo el rojo no le iba tan mal. Sonrió y su reflejo le devolvió la sonrisa. "te ves muy bien" le dijo su reflejo. Helen rió.
-gracias- respondió al reflejo que devolvió el gesto con una leve sonrisa.
Salió a prisa de su habitación, algunos la miraban de reojo y otros simplemente la ignoraban, dio gracias a dios por ese detalle no le gustaba socializar mucho, llevaba su mochila que pesaba un poco más que la del colegio Cottingley, pero no se quejó. Justo frente al retrato de la señora de vestido rosa, se encontró con Hermione y la alcanzó, poco conocía de este colegio y no pensaba perderse en su primer día de clase. Hermione la condujo a través de varias escaleras y le explicó como funcionaban en Hogwarts y que tenía que estar siempre alerta por que estas cambiaban constantemente de lugar y que además había escalones falsos como el que acababa de pisar.
-auch- gimió de dolor, su pié se había atorado, Hermione se apresuró a ayudarle.
-¿estas bien?- preguntó la chica.
-creo que si, solo me torcí un poco el tobillo- explicó poniendo una mano para que Hermione se detuviera y la dejara caminar por sí misma.
-bueno a eso me refería con los escalones- le dijo en voz baja. Helen asintió con la cabeza y llegaron al gran comedor.
Las enormes puertas de mas de tres metros estaban abiertas de par en par y al frente se encontraban cuatro largas mesas llenas de alumnos de diversos salones y casas, había un gran bullicio, justo al fondo vio la mesa de los profesores, no estaban todos, logró distinguir al inconfundible profesor Albus Dumbledore con su larga barba plateada sentado al centro de la mesa en una elegante silla, el profesor tenía una charla amena con la profesora MacGonagall, al lado de esta había un hombre de cabello negro graso y la piel cetrina, ojos negros y fríos y mirada cortante, tenía una nariz ganchuda y una posición de superioridad. Al otro lado de la mesa habían otras dos profesoras, una de ellas era gordita, bajita y de aspecto simpático, la otra a diferencia era alta, delgada y con el cabello negro lacio suelto. Se sentó junto con Hermione y tomaron un desayuno ligero inmediatamente después se dirigieron a su primera clase de Transformaciones.
Su primera clase al fin, una extraña emoción que pocas veces había sentido le oprimía el estomago, entró al salón y se colocó junto a Hermione, el estar a su lado le daba seguridad ya que no conocía a casi nadie, los Hufflepufs comenzaron a llegar y no se dieron cuenta de su presencia; al poco tiempo todos ya se encontraban en el salón con los libros sobre la mesa, entonces se abrió la puerta y entró una preocupada profesora MacGonagall.
-disculpen el retraso muchachos- se disculpó, caminó hacia su escritorio y buscó entre sus cosas, tenía una mirada estricta y dura, como toda una profesora de Transformaciones, la profesora se sentó y tomo un pergamino y una pluma y comenzó a nombrarlos uno por uno. Cuando llegó a su nombre, alzó tímidamente la mano y todas las miradas se concentraron en ella, "que fastidio es tener que ser la nueva" pensó. La clase consistió en transformar un erizo en un alfiletero, en su primer intento lo consiguió junto con Hermione las dos contentas mostraron su trabajo a la profesora la cual las elogió ante todos, pero los alumnos ya estaban acostumbrados a los clásicos elogios de MacGonagall a Hermione en cuanto a Helen pues les dio igual. Dio cinco puntos a cada una por su buen trabajo, sonrieron con satisfacción. La clase terminó y se encaminaron al patio donde tenían la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, Hermione conversaba con ella acerca de la clase.
-de verdad, esta clase es sumamente interesante- comentó Hermione que caminaba a su lado abrazando unos libros- Hagrid es un buen profesor.
-¿le hablas de tu al profesor?- inquirió Helen curiosa, en su colegio tenía que hablarle al profesor con mucho respeto y de usted, Hermione se quedó callada.
-Hagrid es nuestro amigo, y siempre nos tratamos así no es nada raro- explicó Harry.
-ah.- dijo Helen "increíble, aquí puedes hacerte hasta amigo de los profesores" pensó "realmente es muy diferente este colegio".
-como te decía, las clases de Hagrid te van a encantar, ya lo verás- habló nuevamente Hermione tomando su atención.
-si, sobre todo por los excregutos de cola explosiva- dijo Ron con sarcasmo que Helen no notó.
-¿los que?- preguntó confusa mirando al pelirrojo, "ingenua" pensó Ron. -¡Ron!- exclamó enojada Hermione- eso fue en cuarto curso, ahora es diferente- dijo enojada blandiendo su brazo como una espada y clavándole los ojos al chico con mirada asesina.
-vale, vale, yo solo decía.- se disculpó el pelirrojo para evitar empezar una pelea con su amiga. Hermione le dio la espalda y volvió a colocarse a lado de Helen. Pudo oír como murmuraba "hombres.inmaduros.".
-la verdad es que nosotras tuvimos muy pocas clases de Cuidado de criaturas, el profesor Collins se ausentaba mucho- dijo a Helen mirando con precaución a Hermione, que aunque ya se encontraba más calmada tenía el defecto de enojarse con facilidad.
-que lástima, ¿Cuál fue la última criatura que vieron?- preguntó Hermione.
-pues creo que fue hasta los unicornios. no espera, lo ultimo que vimos fueron los lethifolds, una experiencia horrible- dijo con mirada sombría.
-los recuerdo, no sabes como me costó trabajo enfrentarlos, fue una de las clases mas duras que tuve- comentó Hermione.
-si pero Harry se libró del problema con facilidad ¿verdad?-dijo Ron contento dirigiéndose a su amigo.
-no fue gran cosa- dijo azorado.
-ja, si claro Harry fuiste el único en derribarlos rápidamente- dijo Ron dándole un pequeño empujón a su amigo.
-ya te dije que ese hechizo lo había practicado antes y creedme a mí también me costó mucho trabajo realizarlo- dijo Harry tratando de controlar a su amigo.
-bien, bien lo que tu digas- dijo Ron calmado.
El hechizo del que hablaban era el patronus un hechizo muy interesante y difícil de hacer. Helen divisó cerca del bosque una rústica cabaña, era en ese lugar donde se desarrollarían las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas. Fueron los primeros en llegar, y cuando Helen vio al profesor se sorprendió mucho, resultó ser un hombre de más de dos metros de altura, de complexión robusta, con el cabello negro, largo y enmarañado, ojos brillantes color azabache. "dios padre todo poderoso, ¿de donde salió este hombre?" se preguntó Helen en su interior. Lo miró asombrada, los tres chicos a excepción de ella se acercaron a saludarlo. El hombre los recibió con una gran sonrisa y con un solo abrazo envolvió a los tres, los soltó y los miró muy contento.
-no saben que gusto me da verlos muchachos- dijo el hombre con voz ronca.
-gracias Hagrid a nosotros igual- dijo Ron, que tenía que alzar la cabeza para poder mirar al hombre. Sin darse cuenta Hermione ya la conducía hasta Hagrid, cualquier intento que hiciera por alejarse ya era en vano.
-Hagrid, te presento a nuestra nueva compañera- dijo Hermione poniéndose detrás de Helen. Sonrió nerviosa y saludó con una pequeña reverencia con la cabeza.
-Helen. Helen Plymounth- dijo nerviosa.
-mucho gusto Helen, mi nombre es Rubeous Hagrid, guardián de las llaves y bosques de Hogwarts y también tu profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas como supongo que te han informado- se presentó el profesor con una sonrisa bonachona. "no es tan peligroso como lo aparenta, Helen recuerda lo que decía la maestra: no es tan fiero el león como lo pintan ¿y yo pertenezco a la casa del león? Vaya chica valiente que he resultado.". Pronto ya estaban todos los Gryffindors reunidos alrededor de Hagrid.
-iremos a los establos esta vez chicos pero antes esperaremos a los Slytherins- anunció Hagrid.
-no hace falta "profesor", ya estamos aquí- se escuchó una voz detrás que se acercaba arrastrando las palabras, Helen se alzó de puntas para mirar al chico que había hablado.
-¿y que será esta vez profesor? ¿Monos verdes maniáticos o cangrejos asesinos?- dijo en tono burlón, varios chicos se rieron celebrándole la gracia. Helen miró al chico, era alto, delgado, de piel pálida, ojos fríos y grises, "lástima, es apuesto pero arrogante" pensó Helen "pervertida" se reprimió por su pensamiento. Definitivamente no le había gustado su actitud. Harry y Ron lo veían con miradas asesinas, querían freírlo vivo, no lo soportaban, siete años con ese demonio eran un castigo. Por suerte Hagrid no se dejó intimidar.
-señor Malfoy si me permite tengo una clase que dar- dijo Hagrid en tono severo, Malfoy lo miró con despecho y todos los siguieron. Justo en ese momento Helen se acordó de Annette y corriendo entre los alumnos comenzó a buscarla, la encontró recargada en un árbol justo al lado de la rústica cabaña. Parecía estar de mal humor. Se acercó con paso rápido hacia donde ella estaba haciendo un frufrú con la túnica cuando avanzaba.
-hola- saludó Helen con una sonrisa y alzando la mano- ¿Qué tal tu día?- se acercó hasta quedar frente a ella.
-¿tu que crees?- le respondió con mirada fría y arrogante "vale, si esta de mal humor" pensó Helen y esbozó una sonrisa para reanimar a su amiga que se negó rotundamente a sonreír.
-dejemos el tema para después, vamos a clase a prisa- la apuró Helen- todos están dirigiéndose al establo- señaló al grupo de chicos que seguían a Hagrid.
Con pasos presurosos llegaron al lugar y se acomodaron recargándose en las barandas del establo al igual que todos esperando, hasta que al fin el profesor apareció con tres grandes perros de hocico largo y colmillos pronunciados, un hermoso pelaje blanco los cubría y exponían siete largas colas cada uno. Helen miraba asombrada "Hermione tenía razón esta clase tiene animales espectaculares", Annette a su lado estaba también asombrada pero no lo demostraba tanto como Helen, esta sintió como varias miradas se clavaban sobre ellas, observó y vio que varios chicos las señalaban y se alejaban al otro lado del establo, particularmente la mayoría Gryffindors. -¿parece que no les simpatizo mucho a tus compañeros verdad?- dijo Annette mirando a todos despectivamente, claro que esa mirada fría que tenía nunca pareciese irse de su lugar. Helen se quedó callada un momento.
-eh, bueno seguro es por que somos nuevas- dijo Helen.
-o tal vez es por que los Slytherins NO deben estar junto a Gryffindors- oyó una voz gélida arrastrando las palabras, Helen la reconoció enseguida era la del mismo chico que había molestado a Hagrid. A cierta distancia de ellas espero que Annette se alejara de Helen, claro tenía que obedecerlo a él, al líder de los Slytherins. Una maligna sonrisa se formó en su rostro. Aunque para ser sincero con él mismo ser él líder comenzaba a hartarlo.
-pues yo estoy con quien quiero- dijo Annette altanera y desafiando al chico, este se tomó por sorpresa la situación, pero no mostró tal actitud, no le convenía, pero por primera vez una chica de su casa se ponía en contra suya "tonta cree que va poder conmigo" rió para sus adentros y miró con rencor a Helen, todo por ser una Gryffindor.
- eres una Slytherin y debes estar con los de tu casa y no con estos.-la regaño el rubio, algunos Slytherins presenciaban la confrontación y murmuraban entre ellos.
-pues tú no eres quien para darme ordenes e ir de un lado a otro diciéndome lo que tengo que hacer-alegó Annette perdiendo la poca paciencia que le quedaba.
"oh genial, mi primer día de clases y ya empezaron los problemas" pensó Helen lacónicamente.- ahora no están esos dos gorilas que tienes como guarda espaldas para protegerte- le señaló con el dedo índice advirtiéndole. Malfoy levanto las cejas y sonrió la joven le estaba dando pelea y si eso quería lo iba a conseguir.
-ja, ja, ja ¿tu?- rió burlonamente y la señalo- no podrías ni matar a una mosca aunque la tuvieras frente a ti- se mofó el chico Malfoy de Annette "oh gran error".
Llamas ardiendo parecían cubrir a Annette, el chico se había atrevido a burlarse de ella, en-su-propia-cara, si salía vivo de esta sería un milagro.
-hey Malfoy déjala en paz y vete a molestar a otro cerdo como tú- amenazó Harry que había llegado en un mal momento. Venía seguido de Ron y Hermione que habían visto a Malfoy empezar con su rutina de problemas.
-miren nada más, Potter el héroe ha venido al rescate- dijo Malfoy sarcásticamente y con desagrado miró a Harry, este le devolvió la misma mirada.- ¿debo asustarme?- preguntó Draco burlón.
Harry apretó los puños dispuesto a lanzarse contra el. "Calma" pensó internamente, no debía perder el control y menos frente a Malfoy. Y ahora
se había dignado ha ignorar a Annette lo que fue el colmo para la chica. Apretó fuerte los puños y la vena de la sien le palpitaba juraría que estaba decidida a usar una de las imperdonables "con un simple crucio acabaría tirado en el suelo como un animal rastrero retorciéndose de dolor" pensó claro está que con el simple hecho de lanzarla la enviarían a Azkabán, y no valdría la pena. Al instante una maldición sencilla pero lo suficientemente molesta llegó a su mente sonrió y aprovecho que su agresor estaba de espaldas. "regla numero uno, nunca le des la espalda a tu enemigo" se recordó, era la principal regla tanto en esgrima como en un duelo de magos. Apuntó con la varita el chico y antes de que cualquiera pudiera reaccionar un chorro de luz morada salió disparada en dirección al rubio que reaccionó demasiado tarde y chocó contra el tirándolo en el piso. Annette sonreía con satisfacción y malicia, aún sostenía con firmeza la varita en la mano.
-como te había dicho ricitos de oro- Todos la miraron asombrados- nadie me dice lo que tengo que hacer- dijo con tono gélido, que hubiera asustado a cualquiera.
Malfoy se puso de pie, varias ronchas muy rojas cubrían su rostro, y con la dignidad que le quedaba se encaminó a la enfermería, diciendo algunas maldiciones por lo bajo. Helen que había acabado de asimilar la acción de su amiga la miró sorprendida.
-¡Annette!- exclamó Helen- no debiste de hacer eso, la violencia no produce nada bueno y.- comenzó Helen a sermonearla.
Annette hizo como que prestaba atención a lo que decía su amiga y en momentos movía la cabeza en señal de afirmación o negación o solo decía "ajam". Sin embargo realmente en lo que su mente estaba ocupada era en los tres chicos que habían llegado y que no le quitaban la mirada de encima como si ella fuese un fenómeno en exhibición.
-Ann, ¿me estas poniendo atención?- reclamó su amiga.
-si, si- dijo Annette con impaciencia.
Helen notó que sus compañeros seguían ahí parados mirando e hizo las debidas presentaciones. Annette no dejó de mirarlos fríamente y de forma despectiva, "luego tendré que hablar con Helen sobre sus compañías" se recordó Annette.
Harry miraba con precaución a Annette, "¿como era posible que una chica con un aspecto tan. atemorizante como el de ella fuese amiga de Helen?" pensó Harry, se topó con los fríos ojos de Annette y desvió la mirada enseguida, aunque fuese amiga de Helen la chica no le daba buena espina y sus amigos parecían estar pensando lo mismo. Se dieron cuenta de que tenían que regresar a clase, ya habían perdido mucho tiempo y el que les quedaba Helen lo aprovechó para estar junto a su amiga. Anotaron las cualidades y características de estos animales, cuyo nombre era Stellym, el profesor le indicó en un momento determinado que podían acercarse y acariciar a las pequeñas bestias, Helen acudió enseguida y el Stellym se dejó mimar por la joven y extendió sus siete impresionantes colas, Annette que se abstuvo de ir a acariciarlos, por un pequeño detalle. Le tenía fobia a todo aquello que se asemejase a un perro, era un pequeño secreto que solo Helen sabía, por eso no había obligado a su amiga a que la siguiera, sin embargo, desde el lugar donde estaba podía apreciar bien a Helen con el Stellym y no dejó escapar el momento, tomó un pergamino y se sentó en el suelo, sacó una tiza de carbón de su mochila y dibujó a Helen junto con el animal, la verdad es que se le daba bien el dibujo, era un pequeño talento escondido que tenía. Cuando terminó su trabajo lo guardo de prisa en su mochila en otro momento se lo enseñaría a su amiga. -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o-
Por fin había podido librarse de la enfermería, ya no soportaba más ese lugar, caminó a prisa por los fríos pasillos en dirección a su sala común, estaba de muy mal humor, "¿Cómo pude ser tan descuidado?" pensó acordándose de los sucedido hace algunas horas, había perdido el control de la situación, el, el que manejaba a todos a su gana, el líder había sido puesto en ridículo por una chica, ¡y para colmo de la misma casa!,negó con la cabeza, esta situación no se iba a repetir, ¿Qué pensaría su padre?, rayos ahora se estaba preocupando por lo que su padre pensaba, hace mucho tiempo que había decidido hacer las cosas por su cuenta, hace mucho tiempo que había abandonado a su familia, hace mucho tiempo que estaba solo. Despejó sus ideas de la cabeza, necesitaba estar en el presente y aclarar las cosas, un Ravenclaw que pasaba por su lado lo miró curiosamente, el le devolvió una fría mirada y el chico apresuro su paso, sus miradas gélidas seguían surtiendo el mismo efecto de siempre, sonrió con satisfacción, una de sus cosas favoritas era provocar el miedo en los demás, sentirse superior, inalcanzable, pero no todos le temían, primero estaba el trío patético de Potter, hizo un gesto de asco, siempre le arruinaban las cosas, luego el vejete chiflado de Dumbledore que había intentado que se llevaran bien, ¡por dios¡, era como si pidiese que el señor tenebroso bailara con un tutú rosa, rió, jamás sería amigo de el cara rajada, y ahora lo único que le faltaba para colmar su paciencia es que una chica. una chica de su misma casa lo hubiera dejado en ridículo frente a Potter aunque.. en ese momento encontró lo que estaba buscando, estaba a punto de entrar a la sala común, parecía no haberse dado cuenta de su presciencia, la alcanzó y la jaló del brazo con fuerza evitando que entrase en la sala común, la chica forcejeó y se estrelló con la pared, y con un fuerte jalón consiguió liberarse de él.
-¿Qué se te ofrece ahora?- le preguntó de mala gana e impasible.
Hubo un juego de miradas frías entre ambos, ninguno cedía, Malfoy se sorprendió pero no lo demostró, la chica no era fácil de intimidar.
-se supone que los Slytherins se ayudan y no se pelean entre sí- dijo Malfoy con voz arrogante y exigente. Annette se cruzó de brazos.
-si quieres una disculpa, llegaste con la persona equivocada- dijo con desdén e ignorándolo- yo no me rebajo tanto- agregó y se encaminó a la sala común nuevamente.
-como si la necesitara- dijo Draco con sarcasmo, Annette se detuvo, la estaba retando.
-además se nota a simple vista que solo eres una niñita mimada, a la que papi le consiente todos sus caprichos- continuó molestándola, Annette apretó los puños, si el chico quería mas problemas los tendría. Malfoy se recargó en la pared tranquilamente.
Annette sin embargo se dio cuenta a tiempo de lo que Malfoy estaba pretendiendo, quería provocarla para que se rebajara a su nivel, pues no lo iba a lograr.
-¿Qué sabes tú de mi familia?- fue lo único que preguntó Annette, esta pregunta tomó desprevenido a Draco, la chica sonrió con malicia. Draco la miró confuso.
-te gané otra vez- dijo con satisfacción Annette. "maldición" que sabía de ella, nada solo que tenía una estúpida amiguita en Gryffindor y que esta se llevaba bien con Harry Potter y que... una idea vino a la mente de Malfoy.
-Van Garrett, tienes razón no se nada de ti, solo te advierto como Slytherin que las amistades con Gryffindors no te convienen- lo último lo dijo con tono amenazante, la chica lo miró sin comprender.
-sobre todo las amistades que tengan que ver con Potter-un dejo de malicia se asomo por su rostro.- si no sabes por qué no seré yo quien te lo dirá- dijo indiferente y entró en la sala común dejándola en blanco.
Potter, el mismo chico que había conocido ese día, era un compañero de Helen, claro que ya sabía que era el chico que vivió y muchas cosas que le había contado su padre, y de cómo supuestamente el había vencido al señor tenebroso, sabía de su popularidad y de parte de su pasado, ¿pero lo sabía todo?, sintió vértigo, no sabía nada y la preocupación se hizo notoria. Malfoy que había entrado ya a la sala común sonrió con satisfacción, las cosas ahora iban a ser como debían, aunque sería difícil que Van Garrett se separara de su amiguita, "todo a su tiempo" se recordó, caminó hasta su habitación, aún tenía deberes que terminar, era malvado pero no irresponsable. Mientras Annette subió a prisa a su habitación, estaba en la parte más alta de la sala común, entró y cerró la puerta con tanta fuerza que el ruido resonó por toda la habitación. Se asomó por la ventana y el aire frío de la noche soplo en su cara, tranquilizándola.
-mañana-se dijo a si misma- tendré que comenzar a investigar, tal vez lo que dijo Malfoy sea verdad o tal vez mentira, pero no puedo quedarme así y menos sabiendo que esta cerca de Helen, debo saber ¿Quién es realmente Harry Potter?
"hay cuatro etapas en la vida: nacer, crecer, reproducirse y morir. Pero para mí solo existe una etapa importante: vivir." Shelob.
CAPITULO DOS: Hogwarts mi nuevo hogar.
-¡Helen!- exclamó una emocionada Annette esta corrió hasta donde estaba su amiga, al igual que Helen tenía una ropa muggle, Helen solo había decidido llevar un sencillo pantalón azul y una blusa blanca que se ajustaba a su cuerpo, mientras que Annette llevaba una larga falda negra y una camiseta del mismo color. Cuando Annette llegó a donde Helen se encontraba la tomó de la mano y la jaló hacia la gran casa. Llegaron a la puerta principal y se detuvieron.
-deja que el pequeño Bastet ande suelto por la casa- le dijo Annette.
-¿no te molesta?- preguntó Helen.
-no habrá ningún problema y creo que después de ese largo viaje necesita descansar, ah, y deja que los elfos se encarguen de tu equipaje, ellos la llevarán a tu habitación- dijo Annette y Helen dejó a Bastet en el suelo, este como si entendiera todo lo que las dos chicas platicaban se dirigió por otra parte.
Entraron juntas al enorme recibidor y era tal y como Helen lo recordaba, a los lados había pinturas que se movían algunos paisajes y otros retratos de personas, Annette le había explicado que eran sus abuelos y bisabuelos, todo estaba en un profundo silencio, el piso del recibidor era de mármol y había extrañas esculturas a los lados del pasillo llegaron a una parte donde todo se extendía, a la derecha estaba la sala y a la izquierda se encontraba el enorme comedor, pero lo que más le llamó la atención a Helen fue lo que se encontraba frente a ella había una enorme escalera que subía al frente hasta la mitad del muro y luego se dividía en dos, la escalera tenía una larga alfombra púrpura que la cubría y justo donde la escalera se abría en dos en la parte superior se encontraba un enorme cuadro, Helen lo miró asombrada, la mujer de ese cuadro era hermosa, era delgada, tenía el cabello castaño recogido en un moño y tenía dos largos mechones sueltos y ondulados al frente, su tez era clara, y sus ojos de un hermoso color miel tenía una mirada llena de dulzura y estaba sentada sobre una silla.
-es muy hermosa- no pudo evitar exclamar Helen, Annette la miró con su ojos color miel y Helen cayó en la cuenta de que la mujer del retrato era la madre de Annette.
-gracias- fue lo único que consiguió decir Annette. La madre de Annette había muerto justo cuando ella iba a comenzar su primer curso, la noticia la había dejado destrozada, Helen nunca conoció a la Annette antes de la muerte de su madre, y Ann siempre trataba de evitar hablar del tema.
-vamos a mi cuarto, hay muchas cosas que necesitamos platicar- dijo mas contenta Annette, Helen sonrió y siguió a su amiga escalares arriba, caminaron un poco y llegaron frente a una gran puerta de madera, Annette solo abrió la mitad y la invitó a pasar.
-bienvenida a mi humilde habitación- anunció Annette haciendo una extravagante reverencia justo cuando ella entró. Helen se encontró con un gran cuarto, había una cama adoselada de gran tamaño, con largas cortinas de un color verde oscuro, había una ventada con cortinas largas que hacían juego con las de la cama, al fondo a la derecha había un escritorio de aspecto antiguo, algunas velas apagadas flotaban alrededor, sin embargo la luz que alumbraba el cuarto provenía de un enorme candelabro que pendía del techo, sobre el escritorio había unos papeles desacomodados por todas partes y al fondo sobre el escritorio un pequeño baúl de madera oscura con contornos plateados en forma de flores que lo hacían resaltar.
-¿Qué es eso?-preguntó Helen señalando el curioso baúl. Annette fue hasta el escritorio y Helen la siguió le mostró el baúl y lo abrió. Helen se sorprendió mucho y se sorprendió al ver todas las cartas que ella le había enviado, Annette al ver su rostro sonrió.
-¿creías que las iba a tirar todas?- dijo Annette con un fingido tono de enfado. Helen sonrió y negó con la cabeza, inmediatamente volvió a dirigir su atención a los papeles que había sobre la mesa, tenían dibujos muy extraños y estaban muy confusos comos si se tratasen de pociones pero muy complejas. Annette se dio cuenta de lo que Helen miraba y aunque no lo aparentaba Helen pudo notar preocupación en sus ojos, Ann recogió todo y lo metió en uno de los cajones, Helen no preguntó nada.
-¿Bueno quieres tomar algo?- preguntó Annette y volvió a retomar su sonrisa.
-una taza de té si no es mucha molestia- dijo Helen olvidando el asunto de las hojas.
-¿quieres tomarlo aquí?-preguntó Ann- o lo prefieres abajo.
-Aquí esta bien- dijo Helen. Annette tomó una pequeña campanilla de oro que estaba colocada en su mesita de noche y la hizo sonar. Al instante apareció frente a ellas una elfina con un curioso mandil violeta e inmediatamente hizo una profunda reverencia.
-¿desean algo las señoritas?- preguntó al instante. Helen que ya se había acostumbrado al excelente servicio de los elfos no se extraño por su comportamiento.
-si Demmy-dijo Annette dirigiéndose a la elfina- ¿podrías traernos el té aquí por favor?- pidió.
-al instante señorita- y desapareció en una voluta de humo.
Ann y Helen se dirigieron a una pequeña mesa para té que estaba al otro lado de la habitación, esta tenía una hermosa vista gracias a la enorme ventana que había frente a ella y podías apreciar una tarde agradable, en pocos minutos Demmy volvió con una bandeja de té y un platito con dulces, Annette distraídamente tomó uno, definitivamente Annette no iba a perder el gusto por los dulces, así pasaron toda la tarde y parte de la noche conversando y habían llegado al acuerdo de ir al callejón Diagon a conseguir todo su nuevo material escolar. Después Ann condujo a Helen a la habitación para esta última, a diferencia de la de Annette esta tenía colores mas claros y predominaba el amarillo estaba elegantemente acomodada, Helen le dio las gracias por su hospitalidad y Annette sonriente le dijo que no tenía nada que agradecer. Así Helen pasó la noche por primera vez en casa de los Van Garrett, a la mañana siguiente Helen se levantó muy temprano y se dio un relajante baño, se vistió con ropas muggles nuevamente, algo cómodo y sencillo, encima se puso una fina capa de color azul marino con un broche de plata en forma de una estrella alada. Bajó a prisa al comedor principal donde Annette la estaba esperando, Ann por su parte llevaba una túnica de color verde oscuro que combinaba con sus ojos, tomaron el desayuno y se finalmente se fueron al callejón Diagon, decidieron ir a través de polvos flu, y aparecieron en al chimenea del caldero chorreante, Helen miró con curiosidad a todos lados, habían diversas personas, nadie les prestaba atención todos eran magos sin lugar a dudas, algunos iban con túnicas y otros vestían de forma muy estrafalaria, caminaron hasta la entrada del callejón y con la varita tocaron los diferentes ladrillos que permitían el acceso al callejón ante ellas se abrió el mágico portal y se vieron arrastradas por una infinidad de personas, primero fueron a la tienda de Madame Malkins: túnicas para toda ocasión, Annette le dijo que había investigado que esa era la mejor tienda para comprar uniformes de primera calidad, entraron y una noble señora gordita y de cabello canoso las recibió y las trató dulcemente, Helen miró a Annette y se dio cuenta de que esta se sentía incomoda de que la trataran como una pequeña niña, la señora las hizo pararse en unos banquitos y unas cintas empezaron a tomar medidas por todo su cuerpo mágicamente, en instantes la señora apareció con cuatro juegos de túnicas para cada una, las chicas pagaron y salieron del lugar pasaron por la tienda del señor Ollivanders, una tienda para varitas pero ellas ya contaban con una; la de Helen era de cedro medía 29 centímetros, perfecta para transformaciones y tenía un centro de pluma de fénix, la de Annette era de nogal de veintiocho centímetros delgada y resistente, su centro era de pelo de la crin de unicornio, pasaron esa tienda y compraron el resto del material que necesitaban en la librería vieron a varios chicos que compraban materiales similares a los de ellas pero no les prestaban atención, cuatro horas mas tarde habían terminado sus compras, Annette vio una heladería llamada Florean Fostescue (n.a.esta mujer definitivamente no vive sin los dulces) y se dirigieron ahí a tomar un delicioso helado.
-estoy cansada- exclamó Annette dejándose caer grácilmente en la silla. Helen igualmente se sentó.
-lo mismo digo- dijo cansada- pero no tanto como tú- mirando a Annette que casi se acostaba en la silla.
-jamás en mi vida había cargado con tantas cosas, fue una mala idea dejar a los elfos en casa- dijo Annette recuperando una posición correcta.
-vamos- exclamó Helen- es bueno hacer ejercicio de vez en cuando.
-lo del ejercicio esta bien- alegó Annette- pero no lo de cargar con todas las cosas-. Helen sonrió a su amiga.
Después de un descanso salieron con todas sus cosas de regreso a casa de Ann, llegaron cansadas y dejaron las cosas en la habitación, Demmy regañó a Annette por no haber dejado que ella las acompañara para ayudarles con sus cosas, Ann le pidió perdón y la elfina los aceptó pero hizo prometer a Annette que no lo volvería a hacer, esta aceptó para que no se enojara más su elfina.
-a eso me refería cuando te dije que deberíamos traer a los elfos- susurró al oído de Helen, esta asintió avergonzada por haberle dado problemas a Annette.
Uno quiere que los días cuando son divertidos pasen lentamente pero al contrario pasan muy rápido así Helen se dio cuenta de que al día siguiente comenzarían su curso en tan extraña institución, la carta mencionaba que deberían tomar un tren en la estación King Cross, pero los padres de las chicas habían decidido llevarlas ellos mismos en sus respectivos autos, a lo que las chicas aceptaron muy contentas.
Al fin llegó el no muy esperado día, Helen se levantó muy temprano, realmente no había podido dormir por los nervios, se arregló lo mejor que pudo, después de todo iba a ser su primer día de escuela en una nueva institución y no quería verse mal. Sus padres ya la estaban esperando en la entrada de la residencia, Helen bajó a prisa muy contenta, Annette estaba bajando las escaleras, además de sus cosas llevaba una mochila de más y Helen observó el libro que traía, era un libro de artes oscuras, Helen nunca supo el contenido, pero no le gustó la idea de que su amiga estuviera leyendo esas cosas, Annette le había asegurado y jurado que no lo hacía por malas intenciones y que tenía mucha curiosidad, solo eso, y que si trataba de explicarle no lo entendería, Helen no objetó mas pero tampoco se quedó muy conforme iba a vigilar a su amiga no quería que nada malo le pasase.
-con que aquí estabas pequeñuela-dijo Annette a la vez que una pequeña gata de color negro y de apariencia extraña, con una larga cola, más larga de lo normal que en cualquier gato y ojos amarillos relucientes, que ronroneaba dulcemente mientras caminaba al lado de Ann, esta pequeña gatita se llamaba Anubis y era la mascota de Ann. Con un salto llegó hasta el hombro de Annette y ahí se quedó, era una gatita muy peculiar. Subieron cada una a su respectivo auto y se encaminaron a su gran viaje, a la nueva escuela. Durante el camino, los padres de Helen le relataban anécdotas de su vida a ella, esta escuchaba con atención sin perder cada detalle, esos eran de los pocos momentos agradables que pasaban junto a sus padres, así no sintió el correr de las horas y sin darse cuenta habían llegado a la entrada de un enorme y majestuoso castillo, de estilo medieval, a lo lejos pudo distinguir un enorme bosque y la luna adornaba el paisaje, Helen no desvió la atención de aquel lugar realmente se había quedado impresionada, aunque iba a extrañar el colegio Cottingley. El auto se detuvo justo en la entrada y bajó acompañada de sus padres, tomo a Bastet y lo colocó en su cesta, vio que Annette venía junto con su papá, al llegar a la entrada principal oyó el bullicio de cientos de alumnos, en un castillo tan grande ¿Cuántos alumnos habrían?, nunca se había puesto a pensar en ello y ahora era demasiado tarde, vio que alguien ya los estaba esperando en la entrada, una mujer, ya mayor de edad con el pelo cubierto por unas cuantas canas pero dejando vestigios de que alguna vez fue negro, tenía un sombrero alto con la punta torcida y usaba unas gafas en las cuales detrás habían unos ojos de color castaño que los miraban impaciente. Tenía una postura recta y firme, en cuanto se acercaron los saludó a todos muy amablemente y se presentó su nombre era Minerva Macgonagall, los llevó a través del colegio por amplios pasillos, el lugar era impresionante pero la verdad faltaba un poco de limpieza. Después de caminar mucho llegaron a una pequeña estancia donde los estaba esperando un hombre ya mayor de edad, el cabello completamente blanco y una barba del mismo color que le llegaba a la cintura, era delgado y de ojos azules tenía unas gafas de media luna que le daban el aspecto de ser una persona muy noble. Se acercó al grupo y saludó a todos.
-señoritas, bienvenidas sean a esta su nueva casa- dijo el profesor cuyo nombre era Albus Dumbledore.
Las dos, acostumbras a los buenos modales hicieron una leve reverencia al mismo tiempo, el profesor Dumbledore sonrió. Era un hombre muy agradable.
-al ver que han llegado un poco tarde, ya no alcanzaron a estar en la ceremonia de selección, sin embargo cada una tiene que ir a una respectiva casa, Gryffindor, Hufflepuf, Ravenclaw o Slytherin- dijo la profesora Macgonagall, las chicas se miraron, no les gustaba la idea de tener que separarse.
-lo único que tienen que hacer es sentarse y dejar su mente en blanco el sombrero se encargará de escoger a cada una- explicó, Helen miró confundida a la profesora "¿como se iba a encargar un sombrero de decidir por ella?", la profesora apareció de repente con un sombrero viejo y remendado, y en algunas partes descosido tenía un muy mal aspecto, la profesora le indicó que se acercara, Helen tragó saliva y cerró los ojos, sintió como la profesora le colocaba el sombrero en la cabeza y este le habló, Helen se sobresaltó, "¿un sombrero que hablaba?" jamás en su vida se lo hubiera imaginado. "pues deberías comenzar ahora" respondió la voz del sombrero dentro de su cabeza, "¿a caso podía leer sus pensamientos?", "oh claro que puedo" respondió el sombrero," tu solo quédate tranquila y en unos minutos te diré a cual casa perteneces" Helen obedeció la orden y no pensó en nada al cabo de unos instantes.
-¡Gryffindor!- gritó el sombrero. La profesora se lo quitó de la cabeza y ahora llegó el turno de Annette, el sombrero no tardó mucho en decidir y gritó el nombre de Slytherin, así que aunque no lo quisieran habían quedado separadas.
-la profesora Macgonagall te llevará a tu sala común- dijo el profesor Dumbledore dirigiéndose a Helen- mientras que usted señorita Van Garrett vendrá conmigo- Annette asintió.- ahora vayan a despedirse de sus padres.
Y así lo hicieron, finalmente después de decir adiós y ver como se alejaban cada una partió a su sala común, ahora sí la nueva aventura comenzaba.
Helen subió varias escaleras, el castillo parecía no tener fin, llegaron a un pasillo y se pararon justo en frente del retrato de una dama de complexión robusta y con un largo vestido rosa, de estilo victoriano, la profesora pronunció unas palabras y la mujer del cuadro tomó vida y las dejó pasar a una agradable estancia donde el color predominante era el rojo, y en varias partes figuras de leones, el animal simbólico de la casa, según le había explicado la profesora durante el trayecto. Había varios chicos por aquí y por allá, sumergidos en intensas conversaciones sobre las vacaciones de verano, todos parecían ser muy agradables.
-señorita Granger- llamó la profesora, una chica de cabello castaño y ojos del mismo color se giró al escuchar su nombre, todas las miradas se dirigieron hacia la profesora y después hacia ella, genial ahora se había convertido en el centro de atención. La chica Granger se acercó a la profesora y miró a Helen esta lo único que hizo fue darle una sonrisa, luego Granger se dirigió a la profesora Macgonagall, y comenzó a darle instrucciones para asesorar a Helen, acto seguido la profesora la presentó ante todos los cuales la recibieron con un aplauso, esto la dejo confundida y les devolvió el gesto con una sonrisa, al cabo de poco tiempo todos volvieron a sumergirse en sus conversaciones habituales.
-bueno me despido señorita Plymounth la dejo en la mejor disposición- y salió de la sala común.
-hola mucho gusto, mi nombre es Hermione Granger- saludo la chica a Helen.
-Helen Plymounth, el gusto es mío- respondió.
-ven, te enseñaré tu habitación- dijo Hermione mientras la tomaba de la mano y la conducía escaleras arriba, llegaron hasta la ultima puerta, ahí había una habitación pequeña, al fondo una cama adoselada con cortinas rojas, a cada lado había una mesita donde podía colocar sus cosas y frente a la cama un pequeño tocador, al otro lado frente a una ventana y con una excelente vista, estaba su mesa de té, la habían traído desde su otro colegio, eso la alegró un poco.
-vaya tienes el mejor cuarto-dijo Hermione asombrada.
-gracias- respondió Helen.
-vamos abajo, te voy a presentar con los demás- dijo Hermione muy emocionada, a Helen le agradó su carácter y enseguida se dio cuenta de que tenia buenos sentimientos, era como un don que tenía con las personas solo con verlas podía darse cuenta como eran.
Hermione la condujo hasta dos chicos, uno era pelirrojo, con algunas pecas, alto y de ojos azules, el otro chico era un poco mas bajo de cabello color negro y alborotado, tez clara y unos ojos verde esmeralda aunque Helen notó que a pesar de tener ojos lindos estos irradiaban tristeza. Los dos chicos miraron en dirección a ellas.
-chicos, les vuelvo a presentar a Helen- dijo Hermione empujando a Helen un poquito.
-hola Helen-saludó el pelirrojo.
-hola mucho gusto- dijo el otro chico de ojos esmeralda
-hola encantada de conocerlos- dijo Helen con una pequeña reverencia, los chicos se miraron confundidos.
-¿pasa algo?- preguntó Hermione.
-lo que pasa es que.- empezó Ron mirando en otra dirección.
-nunca nos habían tratado con tanto respeto- terminó Harry. Helen rió la costumbre se le había quedado después de asistir a esas importantes reuniones de sus padres.
-bueno, mira Helen el es Ron- dijo señalando al pelirrojo- y este de aquí es Harry-señaló al otro chico.
-encantada de conocerlos, Helen Plymounth-saludó.
-eh, Ron Weasley- dijo Ron mientras le tendía la mano.
-Harry Potter- saludó el chico de cabello negro azabache. Helen se sorprendió, estaba saludando al niño que vivió, quien lo hubiera imaginado.
- mucho gusto jóvenes Weasley y Potter- dijo Helen si quitar la mirada sobre la cicatriz de Harry pero se dio cuenta de que a este le incomodaba.
- oye no nos trates de usted, somos Ron y Harry para ti, ¿entendido?- dijo Ron con una sonrisa y gesto de amenaza.
-de acuerdo Ron- dijo Helen. Los cuatro se acomodaron en unos sillones y comenzaron una plática amena, Helen les contó sobre su antigua escuela y Ron se sobresaltó cuando mencionó el nombre de instituto Conttingley.
-debes de ser una persona muy importante- exclamó el chico.
-buenoooo..-intentó responder Helen mientras su atención se dirigía al techo, bien ahora iba a quedar como la niñita mimada de papá y mamá solo porque asistió a un colegio renombrado.
-oye Helen- dijo Hermione desviando su atención- disculpa si soy indiscreta pero, ¿Por qué hasta ahora te cambiaste de escuela si tan solo falta un año para terminar?- Helen la miró inexpresiva, no sabía si decirles o no. Hermione y los otros chicos esperaban una respuesta. "no debí de haber preguntado, sabía que sería de muy mal gusto, además ella viene de una escuela de renombre, empezamos mal Hermione" pensó la chica castaña.
-bueno, fue decisión de mi padre- explicó la chica nueva, "porque un psicópata anda suelto y no quiere arriesgarse" pensó pero ese comentario se lo guardó para sí misma- y bueno decidió que el mejor lugar era Hogwarts.
-vaya.- dijo Ron. "Voldemort" pensó Harry, era la principal razón por la que varios chicos habían salido de Hogwarts desde que él cursaba el quinto curso, uno tras otro lentamente se iban por que no confiaban ni en la seguridad de Hogwarts ni en la cordura de su director, Albus Dumbledore, pero no toda la culpa la tenía el director, el Ministerio de Magia estaba hecho un caos, y Fudge había perdido los estribos desde que se encontró cara a cara con el innombrable y lo habían internado en el Hospital San Mungo de enfermedades y heridas mágicas, toda le gente entró en pánico después de recibir tal noticia, que el señor tenebroso había vuelto, todo esto gracias a la reportera estrella mas tonta y escrupulosa que Harry había conocido: Rita Sketer, la cual había sido asesinada el año anterior, basura de Voldemort recordó, si, Sketer era una mortífaga desde que Hermione la puso en su lugar, y logró herir gravemente a Mione el curso pasado, pero pagó un precio muy caro y no fue precisamente a manos de Harry y Ron. Todos estos pensamientos enturbiaban la mente de Harry que se encontraba distraído y distante, mirando hacía el vacío.
-Harry.Harry.- escuchó una voz que lo llamaba y lo zarandeaba. El chico regresó a la normalidad, sacudió la cabeza y vio a quien lo había sacudido: Ron.
-es tarde y mañana tenemos que levantarnos temprano para nuestro primer día de escuela- les recordó Hermione- vamos todos a dormir, necesitamos descansar- y diciendo esto Hermione los levantó a todos y los dirigió a sus dormitorios, asegurándose de que nadie se quedara en la sala común. Helen la esperó y la miró confusa. Hermione pareció entender su expresión
-soy la prefecta a cargo- explicó como si nada, por eso tenía que cerciorarse de que nadie se quedara en la sala común. -buenas noches- se despidió Helen antes de entrar a su dormitorio contiguo al de Hermione.
-buenas noches- correspondió la despedida Hermione.
Bueno, al menos el miedo ya se le había pasado, entró y vio que sus cosas ya estaban perfectamente acomodadas, abrió el enorme armario y sacó su bata de dormir, larga, blanca y ondulante, de seda finísima, caminó descalza un rato y miró hacia su ventana, tenía una hermosa vista sin lugar a dudas, el sueño la comenzó a invadir, se acostó en su cama y rápidamente se sumergió en un profundo sueño. A la mañana siguiente se levantó muy temprano, hizo todo lo que acostumbraba como siempre y se puso su nuevo uniforme, se miró al espejo, la capa negra no estaba tan mal, aunque la falda era corta a diferencia de la del colegio Cottingley, llevaba una blusa de manga larga blanca y una corbata roja con franjas marrones, después de todo el rojo no le iba tan mal. Sonrió y su reflejo le devolvió la sonrisa. "te ves muy bien" le dijo su reflejo. Helen rió.
-gracias- respondió al reflejo que devolvió el gesto con una leve sonrisa.
Salió a prisa de su habitación, algunos la miraban de reojo y otros simplemente la ignoraban, dio gracias a dios por ese detalle no le gustaba socializar mucho, llevaba su mochila que pesaba un poco más que la del colegio Cottingley, pero no se quejó. Justo frente al retrato de la señora de vestido rosa, se encontró con Hermione y la alcanzó, poco conocía de este colegio y no pensaba perderse en su primer día de clase. Hermione la condujo a través de varias escaleras y le explicó como funcionaban en Hogwarts y que tenía que estar siempre alerta por que estas cambiaban constantemente de lugar y que además había escalones falsos como el que acababa de pisar.
-auch- gimió de dolor, su pié se había atorado, Hermione se apresuró a ayudarle.
-¿estas bien?- preguntó la chica.
-creo que si, solo me torcí un poco el tobillo- explicó poniendo una mano para que Hermione se detuviera y la dejara caminar por sí misma.
-bueno a eso me refería con los escalones- le dijo en voz baja. Helen asintió con la cabeza y llegaron al gran comedor.
Las enormes puertas de mas de tres metros estaban abiertas de par en par y al frente se encontraban cuatro largas mesas llenas de alumnos de diversos salones y casas, había un gran bullicio, justo al fondo vio la mesa de los profesores, no estaban todos, logró distinguir al inconfundible profesor Albus Dumbledore con su larga barba plateada sentado al centro de la mesa en una elegante silla, el profesor tenía una charla amena con la profesora MacGonagall, al lado de esta había un hombre de cabello negro graso y la piel cetrina, ojos negros y fríos y mirada cortante, tenía una nariz ganchuda y una posición de superioridad. Al otro lado de la mesa habían otras dos profesoras, una de ellas era gordita, bajita y de aspecto simpático, la otra a diferencia era alta, delgada y con el cabello negro lacio suelto. Se sentó junto con Hermione y tomaron un desayuno ligero inmediatamente después se dirigieron a su primera clase de Transformaciones.
Su primera clase al fin, una extraña emoción que pocas veces había sentido le oprimía el estomago, entró al salón y se colocó junto a Hermione, el estar a su lado le daba seguridad ya que no conocía a casi nadie, los Hufflepufs comenzaron a llegar y no se dieron cuenta de su presencia; al poco tiempo todos ya se encontraban en el salón con los libros sobre la mesa, entonces se abrió la puerta y entró una preocupada profesora MacGonagall.
-disculpen el retraso muchachos- se disculpó, caminó hacia su escritorio y buscó entre sus cosas, tenía una mirada estricta y dura, como toda una profesora de Transformaciones, la profesora se sentó y tomo un pergamino y una pluma y comenzó a nombrarlos uno por uno. Cuando llegó a su nombre, alzó tímidamente la mano y todas las miradas se concentraron en ella, "que fastidio es tener que ser la nueva" pensó. La clase consistió en transformar un erizo en un alfiletero, en su primer intento lo consiguió junto con Hermione las dos contentas mostraron su trabajo a la profesora la cual las elogió ante todos, pero los alumnos ya estaban acostumbrados a los clásicos elogios de MacGonagall a Hermione en cuanto a Helen pues les dio igual. Dio cinco puntos a cada una por su buen trabajo, sonrieron con satisfacción. La clase terminó y se encaminaron al patio donde tenían la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, Hermione conversaba con ella acerca de la clase.
-de verdad, esta clase es sumamente interesante- comentó Hermione que caminaba a su lado abrazando unos libros- Hagrid es un buen profesor.
-¿le hablas de tu al profesor?- inquirió Helen curiosa, en su colegio tenía que hablarle al profesor con mucho respeto y de usted, Hermione se quedó callada.
-Hagrid es nuestro amigo, y siempre nos tratamos así no es nada raro- explicó Harry.
-ah.- dijo Helen "increíble, aquí puedes hacerte hasta amigo de los profesores" pensó "realmente es muy diferente este colegio".
-como te decía, las clases de Hagrid te van a encantar, ya lo verás- habló nuevamente Hermione tomando su atención.
-si, sobre todo por los excregutos de cola explosiva- dijo Ron con sarcasmo que Helen no notó.
-¿los que?- preguntó confusa mirando al pelirrojo, "ingenua" pensó Ron. -¡Ron!- exclamó enojada Hermione- eso fue en cuarto curso, ahora es diferente- dijo enojada blandiendo su brazo como una espada y clavándole los ojos al chico con mirada asesina.
-vale, vale, yo solo decía.- se disculpó el pelirrojo para evitar empezar una pelea con su amiga. Hermione le dio la espalda y volvió a colocarse a lado de Helen. Pudo oír como murmuraba "hombres.inmaduros.".
-la verdad es que nosotras tuvimos muy pocas clases de Cuidado de criaturas, el profesor Collins se ausentaba mucho- dijo a Helen mirando con precaución a Hermione, que aunque ya se encontraba más calmada tenía el defecto de enojarse con facilidad.
-que lástima, ¿Cuál fue la última criatura que vieron?- preguntó Hermione.
-pues creo que fue hasta los unicornios. no espera, lo ultimo que vimos fueron los lethifolds, una experiencia horrible- dijo con mirada sombría.
-los recuerdo, no sabes como me costó trabajo enfrentarlos, fue una de las clases mas duras que tuve- comentó Hermione.
-si pero Harry se libró del problema con facilidad ¿verdad?-dijo Ron contento dirigiéndose a su amigo.
-no fue gran cosa- dijo azorado.
-ja, si claro Harry fuiste el único en derribarlos rápidamente- dijo Ron dándole un pequeño empujón a su amigo.
-ya te dije que ese hechizo lo había practicado antes y creedme a mí también me costó mucho trabajo realizarlo- dijo Harry tratando de controlar a su amigo.
-bien, bien lo que tu digas- dijo Ron calmado.
El hechizo del que hablaban era el patronus un hechizo muy interesante y difícil de hacer. Helen divisó cerca del bosque una rústica cabaña, era en ese lugar donde se desarrollarían las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas. Fueron los primeros en llegar, y cuando Helen vio al profesor se sorprendió mucho, resultó ser un hombre de más de dos metros de altura, de complexión robusta, con el cabello negro, largo y enmarañado, ojos brillantes color azabache. "dios padre todo poderoso, ¿de donde salió este hombre?" se preguntó Helen en su interior. Lo miró asombrada, los tres chicos a excepción de ella se acercaron a saludarlo. El hombre los recibió con una gran sonrisa y con un solo abrazo envolvió a los tres, los soltó y los miró muy contento.
-no saben que gusto me da verlos muchachos- dijo el hombre con voz ronca.
-gracias Hagrid a nosotros igual- dijo Ron, que tenía que alzar la cabeza para poder mirar al hombre. Sin darse cuenta Hermione ya la conducía hasta Hagrid, cualquier intento que hiciera por alejarse ya era en vano.
-Hagrid, te presento a nuestra nueva compañera- dijo Hermione poniéndose detrás de Helen. Sonrió nerviosa y saludó con una pequeña reverencia con la cabeza.
-Helen. Helen Plymounth- dijo nerviosa.
-mucho gusto Helen, mi nombre es Rubeous Hagrid, guardián de las llaves y bosques de Hogwarts y también tu profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas como supongo que te han informado- se presentó el profesor con una sonrisa bonachona. "no es tan peligroso como lo aparenta, Helen recuerda lo que decía la maestra: no es tan fiero el león como lo pintan ¿y yo pertenezco a la casa del león? Vaya chica valiente que he resultado.". Pronto ya estaban todos los Gryffindors reunidos alrededor de Hagrid.
-iremos a los establos esta vez chicos pero antes esperaremos a los Slytherins- anunció Hagrid.
-no hace falta "profesor", ya estamos aquí- se escuchó una voz detrás que se acercaba arrastrando las palabras, Helen se alzó de puntas para mirar al chico que había hablado.
-¿y que será esta vez profesor? ¿Monos verdes maniáticos o cangrejos asesinos?- dijo en tono burlón, varios chicos se rieron celebrándole la gracia. Helen miró al chico, era alto, delgado, de piel pálida, ojos fríos y grises, "lástima, es apuesto pero arrogante" pensó Helen "pervertida" se reprimió por su pensamiento. Definitivamente no le había gustado su actitud. Harry y Ron lo veían con miradas asesinas, querían freírlo vivo, no lo soportaban, siete años con ese demonio eran un castigo. Por suerte Hagrid no se dejó intimidar.
-señor Malfoy si me permite tengo una clase que dar- dijo Hagrid en tono severo, Malfoy lo miró con despecho y todos los siguieron. Justo en ese momento Helen se acordó de Annette y corriendo entre los alumnos comenzó a buscarla, la encontró recargada en un árbol justo al lado de la rústica cabaña. Parecía estar de mal humor. Se acercó con paso rápido hacia donde ella estaba haciendo un frufrú con la túnica cuando avanzaba.
-hola- saludó Helen con una sonrisa y alzando la mano- ¿Qué tal tu día?- se acercó hasta quedar frente a ella.
-¿tu que crees?- le respondió con mirada fría y arrogante "vale, si esta de mal humor" pensó Helen y esbozó una sonrisa para reanimar a su amiga que se negó rotundamente a sonreír.
-dejemos el tema para después, vamos a clase a prisa- la apuró Helen- todos están dirigiéndose al establo- señaló al grupo de chicos que seguían a Hagrid.
Con pasos presurosos llegaron al lugar y se acomodaron recargándose en las barandas del establo al igual que todos esperando, hasta que al fin el profesor apareció con tres grandes perros de hocico largo y colmillos pronunciados, un hermoso pelaje blanco los cubría y exponían siete largas colas cada uno. Helen miraba asombrada "Hermione tenía razón esta clase tiene animales espectaculares", Annette a su lado estaba también asombrada pero no lo demostraba tanto como Helen, esta sintió como varias miradas se clavaban sobre ellas, observó y vio que varios chicos las señalaban y se alejaban al otro lado del establo, particularmente la mayoría Gryffindors. -¿parece que no les simpatizo mucho a tus compañeros verdad?- dijo Annette mirando a todos despectivamente, claro que esa mirada fría que tenía nunca pareciese irse de su lugar. Helen se quedó callada un momento.
-eh, bueno seguro es por que somos nuevas- dijo Helen.
-o tal vez es por que los Slytherins NO deben estar junto a Gryffindors- oyó una voz gélida arrastrando las palabras, Helen la reconoció enseguida era la del mismo chico que había molestado a Hagrid. A cierta distancia de ellas espero que Annette se alejara de Helen, claro tenía que obedecerlo a él, al líder de los Slytherins. Una maligna sonrisa se formó en su rostro. Aunque para ser sincero con él mismo ser él líder comenzaba a hartarlo.
-pues yo estoy con quien quiero- dijo Annette altanera y desafiando al chico, este se tomó por sorpresa la situación, pero no mostró tal actitud, no le convenía, pero por primera vez una chica de su casa se ponía en contra suya "tonta cree que va poder conmigo" rió para sus adentros y miró con rencor a Helen, todo por ser una Gryffindor.
- eres una Slytherin y debes estar con los de tu casa y no con estos.-la regaño el rubio, algunos Slytherins presenciaban la confrontación y murmuraban entre ellos.
-pues tú no eres quien para darme ordenes e ir de un lado a otro diciéndome lo que tengo que hacer-alegó Annette perdiendo la poca paciencia que le quedaba.
"oh genial, mi primer día de clases y ya empezaron los problemas" pensó Helen lacónicamente.- ahora no están esos dos gorilas que tienes como guarda espaldas para protegerte- le señaló con el dedo índice advirtiéndole. Malfoy levanto las cejas y sonrió la joven le estaba dando pelea y si eso quería lo iba a conseguir.
-ja, ja, ja ¿tu?- rió burlonamente y la señalo- no podrías ni matar a una mosca aunque la tuvieras frente a ti- se mofó el chico Malfoy de Annette "oh gran error".
Llamas ardiendo parecían cubrir a Annette, el chico se había atrevido a burlarse de ella, en-su-propia-cara, si salía vivo de esta sería un milagro.
-hey Malfoy déjala en paz y vete a molestar a otro cerdo como tú- amenazó Harry que había llegado en un mal momento. Venía seguido de Ron y Hermione que habían visto a Malfoy empezar con su rutina de problemas.
-miren nada más, Potter el héroe ha venido al rescate- dijo Malfoy sarcásticamente y con desagrado miró a Harry, este le devolvió la misma mirada.- ¿debo asustarme?- preguntó Draco burlón.
Harry apretó los puños dispuesto a lanzarse contra el. "Calma" pensó internamente, no debía perder el control y menos frente a Malfoy. Y ahora
se había dignado ha ignorar a Annette lo que fue el colmo para la chica. Apretó fuerte los puños y la vena de la sien le palpitaba juraría que estaba decidida a usar una de las imperdonables "con un simple crucio acabaría tirado en el suelo como un animal rastrero retorciéndose de dolor" pensó claro está que con el simple hecho de lanzarla la enviarían a Azkabán, y no valdría la pena. Al instante una maldición sencilla pero lo suficientemente molesta llegó a su mente sonrió y aprovecho que su agresor estaba de espaldas. "regla numero uno, nunca le des la espalda a tu enemigo" se recordó, era la principal regla tanto en esgrima como en un duelo de magos. Apuntó con la varita el chico y antes de que cualquiera pudiera reaccionar un chorro de luz morada salió disparada en dirección al rubio que reaccionó demasiado tarde y chocó contra el tirándolo en el piso. Annette sonreía con satisfacción y malicia, aún sostenía con firmeza la varita en la mano.
-como te había dicho ricitos de oro- Todos la miraron asombrados- nadie me dice lo que tengo que hacer- dijo con tono gélido, que hubiera asustado a cualquiera.
Malfoy se puso de pie, varias ronchas muy rojas cubrían su rostro, y con la dignidad que le quedaba se encaminó a la enfermería, diciendo algunas maldiciones por lo bajo. Helen que había acabado de asimilar la acción de su amiga la miró sorprendida.
-¡Annette!- exclamó Helen- no debiste de hacer eso, la violencia no produce nada bueno y.- comenzó Helen a sermonearla.
Annette hizo como que prestaba atención a lo que decía su amiga y en momentos movía la cabeza en señal de afirmación o negación o solo decía "ajam". Sin embargo realmente en lo que su mente estaba ocupada era en los tres chicos que habían llegado y que no le quitaban la mirada de encima como si ella fuese un fenómeno en exhibición.
-Ann, ¿me estas poniendo atención?- reclamó su amiga.
-si, si- dijo Annette con impaciencia.
Helen notó que sus compañeros seguían ahí parados mirando e hizo las debidas presentaciones. Annette no dejó de mirarlos fríamente y de forma despectiva, "luego tendré que hablar con Helen sobre sus compañías" se recordó Annette.
Harry miraba con precaución a Annette, "¿como era posible que una chica con un aspecto tan. atemorizante como el de ella fuese amiga de Helen?" pensó Harry, se topó con los fríos ojos de Annette y desvió la mirada enseguida, aunque fuese amiga de Helen la chica no le daba buena espina y sus amigos parecían estar pensando lo mismo. Se dieron cuenta de que tenían que regresar a clase, ya habían perdido mucho tiempo y el que les quedaba Helen lo aprovechó para estar junto a su amiga. Anotaron las cualidades y características de estos animales, cuyo nombre era Stellym, el profesor le indicó en un momento determinado que podían acercarse y acariciar a las pequeñas bestias, Helen acudió enseguida y el Stellym se dejó mimar por la joven y extendió sus siete impresionantes colas, Annette que se abstuvo de ir a acariciarlos, por un pequeño detalle. Le tenía fobia a todo aquello que se asemejase a un perro, era un pequeño secreto que solo Helen sabía, por eso no había obligado a su amiga a que la siguiera, sin embargo, desde el lugar donde estaba podía apreciar bien a Helen con el Stellym y no dejó escapar el momento, tomó un pergamino y se sentó en el suelo, sacó una tiza de carbón de su mochila y dibujó a Helen junto con el animal, la verdad es que se le daba bien el dibujo, era un pequeño talento escondido que tenía. Cuando terminó su trabajo lo guardo de prisa en su mochila en otro momento se lo enseñaría a su amiga. -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o- -o-
Por fin había podido librarse de la enfermería, ya no soportaba más ese lugar, caminó a prisa por los fríos pasillos en dirección a su sala común, estaba de muy mal humor, "¿Cómo pude ser tan descuidado?" pensó acordándose de los sucedido hace algunas horas, había perdido el control de la situación, el, el que manejaba a todos a su gana, el líder había sido puesto en ridículo por una chica, ¡y para colmo de la misma casa!,negó con la cabeza, esta situación no se iba a repetir, ¿Qué pensaría su padre?, rayos ahora se estaba preocupando por lo que su padre pensaba, hace mucho tiempo que había decidido hacer las cosas por su cuenta, hace mucho tiempo que había abandonado a su familia, hace mucho tiempo que estaba solo. Despejó sus ideas de la cabeza, necesitaba estar en el presente y aclarar las cosas, un Ravenclaw que pasaba por su lado lo miró curiosamente, el le devolvió una fría mirada y el chico apresuro su paso, sus miradas gélidas seguían surtiendo el mismo efecto de siempre, sonrió con satisfacción, una de sus cosas favoritas era provocar el miedo en los demás, sentirse superior, inalcanzable, pero no todos le temían, primero estaba el trío patético de Potter, hizo un gesto de asco, siempre le arruinaban las cosas, luego el vejete chiflado de Dumbledore que había intentado que se llevaran bien, ¡por dios¡, era como si pidiese que el señor tenebroso bailara con un tutú rosa, rió, jamás sería amigo de el cara rajada, y ahora lo único que le faltaba para colmar su paciencia es que una chica. una chica de su misma casa lo hubiera dejado en ridículo frente a Potter aunque.. en ese momento encontró lo que estaba buscando, estaba a punto de entrar a la sala común, parecía no haberse dado cuenta de su presciencia, la alcanzó y la jaló del brazo con fuerza evitando que entrase en la sala común, la chica forcejeó y se estrelló con la pared, y con un fuerte jalón consiguió liberarse de él.
-¿Qué se te ofrece ahora?- le preguntó de mala gana e impasible.
Hubo un juego de miradas frías entre ambos, ninguno cedía, Malfoy se sorprendió pero no lo demostró, la chica no era fácil de intimidar.
-se supone que los Slytherins se ayudan y no se pelean entre sí- dijo Malfoy con voz arrogante y exigente. Annette se cruzó de brazos.
-si quieres una disculpa, llegaste con la persona equivocada- dijo con desdén e ignorándolo- yo no me rebajo tanto- agregó y se encaminó a la sala común nuevamente.
-como si la necesitara- dijo Draco con sarcasmo, Annette se detuvo, la estaba retando.
-además se nota a simple vista que solo eres una niñita mimada, a la que papi le consiente todos sus caprichos- continuó molestándola, Annette apretó los puños, si el chico quería mas problemas los tendría. Malfoy se recargó en la pared tranquilamente.
Annette sin embargo se dio cuenta a tiempo de lo que Malfoy estaba pretendiendo, quería provocarla para que se rebajara a su nivel, pues no lo iba a lograr.
-¿Qué sabes tú de mi familia?- fue lo único que preguntó Annette, esta pregunta tomó desprevenido a Draco, la chica sonrió con malicia. Draco la miró confuso.
-te gané otra vez- dijo con satisfacción Annette. "maldición" que sabía de ella, nada solo que tenía una estúpida amiguita en Gryffindor y que esta se llevaba bien con Harry Potter y que... una idea vino a la mente de Malfoy.
-Van Garrett, tienes razón no se nada de ti, solo te advierto como Slytherin que las amistades con Gryffindors no te convienen- lo último lo dijo con tono amenazante, la chica lo miró sin comprender.
-sobre todo las amistades que tengan que ver con Potter-un dejo de malicia se asomo por su rostro.- si no sabes por qué no seré yo quien te lo dirá- dijo indiferente y entró en la sala común dejándola en blanco.
Potter, el mismo chico que había conocido ese día, era un compañero de Helen, claro que ya sabía que era el chico que vivió y muchas cosas que le había contado su padre, y de cómo supuestamente el había vencido al señor tenebroso, sabía de su popularidad y de parte de su pasado, ¿pero lo sabía todo?, sintió vértigo, no sabía nada y la preocupación se hizo notoria. Malfoy que había entrado ya a la sala común sonrió con satisfacción, las cosas ahora iban a ser como debían, aunque sería difícil que Van Garrett se separara de su amiguita, "todo a su tiempo" se recordó, caminó hasta su habitación, aún tenía deberes que terminar, era malvado pero no irresponsable. Mientras Annette subió a prisa a su habitación, estaba en la parte más alta de la sala común, entró y cerró la puerta con tanta fuerza que el ruido resonó por toda la habitación. Se asomó por la ventana y el aire frío de la noche soplo en su cara, tranquilizándola.
-mañana-se dijo a si misma- tendré que comenzar a investigar, tal vez lo que dijo Malfoy sea verdad o tal vez mentira, pero no puedo quedarme así y menos sabiendo que esta cerca de Helen, debo saber ¿Quién es realmente Harry Potter?
