Un relato tan antiguo como el sol

Un incomodo silencio se formo en la sala tras las palabras de Láctea. Las chicas y Darien permanecían quietos frente a los misteriosos guerreros y sus dudas habían aumentado en vez de disiparse. La chica que había protegido al príncipe parecía el líder del grupo.

- No entiendo nada... ¿mensajeros del cambio? ¿Entrenados por dioses? Te ruego que te expliques con más claridad.
- Mi señor. Mi relato es largo y complicado, le pido que tome asiento junto con sus guerreros y así procederé a contarle nuestro cometido.

Darien y las chicas tomaron asiento en la gran mesa sin perder de vista a la chica que seguía inclinada en señal de respeto. Una vez acomodados Láctea miró a sus guerreros y sonriendo les indicó que se levantaran y tomaran asiento. Seguidamente ella se alzó dando ejemplo y ocupó el asiento principal, frente a su príncipe aunque a distancia. ( para que me entiendan estaban en lugares opuestos, donde se sientan los cabeza de familia ). Los demás guerreros se situaron al lado de las chicas.

- La historia que les voy a relatar a continuación data en los principios del universo, antes de la Tierra, antes de la galaxia, antes de la creación. Dice la leyenda que un ser supremo, cuyo poder supera la imaginación humana, creó todo cuanto nuestros ojos aprecian. Lo material y lo inestable, la bondad y la maldad. Todo cuanto existe ha sido creado por un único ser, un ser al que los humanos llaman "Dios". Sin embargo este ser supremo, al cual debemos todo, no es ni será nunca perfecto. Su creación había salido algo inestable y los seres vivos que habían crecido en él empezaban a luchar entre ellos por ambición y poder. Dios vio ante sus ojos como sus hijos se mataban entre ellos y como la maldad, la cual fue creada con el único propósito de mantener el equilibrio, crecía por encima de la bondad causando una evidente destrucción. Ante esto se vio obligado a tomar medidas. Así, creó otra forma de vida. Una mucho más fuerte, inteligente, bondadosa y firme. Alguien con el único deseo de ayudar y ser útil a la gente que ama. Un humano con poderes que sobrepasaban el limite, un hijo. Dios sufrió mucho al traer al mundo tal criatura con poderes tan similares a los suyos, sin embargo sonrió satisfecho al ver como su "hijo" crecía en el planeta al cual había sido destinado. Sintió orgullo de padre al ver como era de gran ayuda en ese planeta y como su bondad se extendía por la galaxia. Pero no todo salió como él lo había planeado. La maldad había crecido hasta puntos tan desmesurados que se había podido unificar creando una nueva vida, un mensajero, el señor del mal al cual llamaron "Caos".
- ¿Caos? Dios... otra vez...- Mina no pudo evitar suspirar al oír de nuevo el nombre de su peor enemigo.
- ¿Otra vez?
- Ya nos enfrentamos a él en el pasado.
- Imposible... nadie ha combatido al caos en estado puro. Debieron luchar con uno de sus esbirros.
- El caos se apoderó del cuerpo de una joven guerrera, de nuestra misma estirpe, y poseyó su mente hasta el punto de enloquecerla. - Darien hablaba tranquilo- Pero eso ya esta en el pasado. Por favor, continua.
- Una vez creado este ser, tan poderoso como el mismísimo Dios, el "Caos" tenía muy claro su objetivo. Destruir al hijo de su rival. Sin dar tiempo a que nadie se percatase de su poder, el caos se adentró en la galaxia dónde el ser con la gracia de dios vivía. A pesar de la resistencia del "hijo" el caos venció y acabó con la vida del muchacho. Más algo se le había pasado por alto, pues dios había otorgado a su más querida creación un don. Le había dotado de una estrella de luz eterna, una estrella con brillo inmortal que permitiría a su portador una larga longevidad, una vida inmortal. Pero cansado de ver como el mal crecía más y más, destruyendo las galaxias que con tanto amor había creado Dios tomó una decisión. El único modo de devolver la paz a la galaxia sin destruir el equilibrio existente entre el bien y el mal era destruyendo a ambos. Con mucho pesar "dios" creo 4 criaturas más. Ayies, representante de la Galaxia Kakyu y guardián del cristal "Dardies". Aísha, representante de la galaxia Galaxy y guardiana del cristal "Zauron". Shin, representante de la galaxia Shinitao y guardián del cristal "Verde" y por último Láctea, representante de la Vía Láctea y guardiana del cristal de "Platinium". Estos guerreros nacidos de las entrañas de Dios fueron criados y entrenados por dioses, iniciados en artes blancas y oscuras. Con grandes conocimientos de lucha y magia. Portadores de una gran inteligencia y sentido de lucha natos. Estos cuatro seres, igual de supremos que el "hijo" debían llevar a cabo una misión.
- ¿Una misión?- Rey estaba impaciente- ¿qué clase de misión?
- Una vez preparados debían acudir al planeta "Tierra". Lugar mítico del universo dónde todo empezó, los planetas, el aire, la vida... todo. Allí debían dedicar la vida a proteger al heredero y a entrenarlo para su misión final. Acabar con el caos. Sólo el "hijo" posee el arma capaz de vencer la madre del caos, la diosa Akasha, nacida en las tinieblas, entre los temores de los humanos. Se desconoce cual es esa potente arma y cuando o porque será activada. Pero una vez empezado el proceso todo el universo quedará reducido a cenizas para así renacer nuevamente libre de toda maldad. Con cada renacimiento del universo vamos aprendiendo de los errores y cometiendo de nuevos, pero el único modo de acabar con un mundo viejo e instaurar uno de nuevo y mejor es destruyendo el antiguo. Nuestra misión, la de los guerreros del cambio, es encontrar al heredero y guiarlo hasta el momento 0, el momento de la muerte y el renacimiento.
- ¡Pero ese "hijo" no puede destruir nuestro Universo! Todos y todo cuanto conocemos desaparecería, dejaría de existir! No se pueden matar vidas inocentes! Me niego!- Darien se levantó alterado y miró los ojos de la chica que permanecían serenos.
- No hay otra opción. Todo volverá a sus inicios, la gente que ahora vive volverá a renacer y para los seres humanos normales y corrientes no habrá ocurrido nada. Su memoria será borrada y la destrucción de la vida un hecho ajeno para ellos.
- Pero todos nosotros moriremos... ¿cuánto tiempo puede pasar hasta que renazcamos? ¿y todos nuestros recuerdos de esta vida? ¿qué será de ellos?
- No debes preocuparte Sailor Mars, vuestro renacimiento, al igual que el de todos, será en esta época, con esta vida. Lo único que olvidareis será los sucesos que ocurran a partir de ahora y, claro esta, a nosotros, los guerreros del cambio.
Un silencio arrollador se hizo en la habitación. Todos reflexionaban sobre lo que les habían revelado. Destruir un universo para crear otro exactamente igual, ¿qué sentido tiene eso?
- Todo el del mundo Amy. El universo renacerá limpio del caos, pero no desaparecerá del todo.
- ¿Cómo? ¿Puedes leer lo que pienso?- Amy se sobresaltó, estaba igual que las demás, sumida en sus pensamientos cuando la chica parecía responder sus dudas.
- Así es, pero no lo aré más, lo siento. - Una dulce sonrisa escapó de sus labios- Sé que están asustados, y se preguntan porque... pero es nuestra misión.
- Has dicho que el caos no desaparecerá del todo. ¿A que te refieres?
- Mi príncipe... me refiero a que el caos en su forma física desaparecerá, pero el equilibrio debe mantenerse. Todos y cada uno de nosotros lleva parte de maldad en su corazón, ha sido y será siempre así.
- ¿Entonces están aquí buscando al heredero?- Lita se había perdido en la conversación.- ¿Pero que pintamos nosotros en todo esto? Por que nos han contado toda esta historia?
La líder de los guerreros clavó entonces su mirada en Darien, el cual apartó la suya algo intimidado. Esa chica de mirada azulada y profunda le ponía tremendamente nervioso y hacía que perdiera toda la serenidad. Láctea miró entonces seriamente a Lita y casi en un susurro dijo:
- El heredero estaba en peligro, nuestra misión era defenderle, y junto a él las guerreros de esta galaxia. Ustedes.
- Pero... entonces el heredero... es... - Amy miró a Darien que pareció entenderlo todo de golpe.
- Sí. El príncipe de este planeta, poseedor del cristal Dorado. El príncipe Endimión. Hijo de Dios y heredero de su poder.
Las caras de asombro no tardaron en hacerse notar y lo que antes fue silencio se había convertido en preocupación. Darien volvió a sentarse desfallecido. Sintió caer sobre sus espaldas un gran peso y responsabilidad. Si era cierto, si realmente él era el elegido, todos y todo dependía de él. Sus fuerzas le fallaron y su mirada se perdió en la nada. "Ahora... tenía que pasar justo ahora que ella no está... cuanto te necesito... sin ti no lo lograré... ¿dónde estas?
- ¿Ella? ¿A quién os referís alteza?- Darien se sorprendió y miró con pasmo a la chica- Lo siento, lo he vuelto a hacer. Lo lamento alteza.
- No... no pasa nada. Me refería a la princesa de la Luna, Serena. - El rostro de los cuatro guerreros cambió de sereno a inquieto.
- ¿Serena?- uno de los guerreros masculinos habló por primera vez, como si ese nombre le resultará muy familiar.
- Sí, es un guerrero, al igual que nosotras. Serena es la guerrero Luna. Junto con nosotras ha luchado por la paz en este planeta y además es nuestra líder y futura gobernante de la Tierra.- Mina explicó orgullosa quién era su princesa. Láctea pareció reaccionar.
- Sí. Nos han hablado muchísimo sobre Guerrero Luna. Toda su historia nos ha sido narrada, al igual que la de nuestro príncipe y la de ustedes. Más desconocíamos su falta.
- Ella estaba luchando contra los vampiros en una ciudad Española. Una vez concluida su misión allí se mudó de nuevo a Tokio, pero unas semanas después ella desapareció. Suponemos que fue sola a acabar con su deber, destruir a Akasha.- Los cuatro guerreros se miraron entre si ante las palabras de Rei.- Ella siempre quiso involucrarnos lo menos posible. Por más que la buscamos no pudimos hallar nada. El mismo guerrero que antes preguntó por ella alzó levemente una ceja para luego fruncir el ceño.
- Si es cierto que la princesa de la Luna ha ido sola a luchar contra la "madre" deberían darla por muerta. - su voz sonó espeluznantemente fría e insensible y provocó una lluvia de sentimientos entre las chicas. Temor, ira, furia y rencor. Pero sobretodo angustia.
- ¡Jamás vuelvas a decir algo así de nuestra princesa! Serena es muy fuerte y tiene un espíritu de lucha nato. Ella es la mejor de nosotras y si pudo vencer a todos los vampiros que se le cruzaron estoy segura de que sigue haciéndolo. - Rei saltó alterada y miró amenazadoramente a los cuatro guerreros que parecieron apenados. Darien simplemente puso su mano en el pecho y apretó con fuerza su puño.
- Nadie excepto el elegido puede vencer a Akasha, es un echo, es la verdad. No se puede creer en los imposibles. Es inútil esperar que siga con vida. - la voz del otro guerrero sonó aún más aterradora y certera. La ira de las chicas crecía por momentos hasta estar todas en pie acusando de insensibles e ignorantes a los guerreros. Láctea parecía sumida en sus pensamientos y permanecía ajena a la situación. A cada palabra de las chicas y de los guerreros el sufrimiento de Darien y su temor crecía más y más.
- Ustedes no conocen a Serena... no pueden venir aquí y juzgarla. Ella esta bien... algo en mi corazón me dice que mi princesa esta bien...- la voz de Darien sonó quebradiza y débil. Todos se miraron entre sí con arrepentimiento. Sobretodo los cuatro guerreros que se sabían causantes de despertar en su príncipe el dolor. Láctea levantó entonces la vista y miró a su príncipe. Este le devolvió la mirada. Una mirada intensa y confundida. Algo en su interior estaba quebrado.
- Lo lamento majestad. No era la intención de mis guerreros causar más dolor en su corazón. Pero no descarten esa posibilidad. Todos hemos oído hablar de las hazañas de dicha mujer, y del profundo amor que vos le ofrecéis. Más hablamos del mal en estado puro. Los poderes de los vampiros a los cuales ella se enfrentó no se pueden comparar con los de ella. Akasha es infinitamente más poderosa.- El corazón de Darien se exprimió aún más y aceleró los latidos. - Pero no os preocupéis alteza. Si vuestra princesa sigue viva yo la encontraré. - Una mirada confiada se clavó en los ojos de Darien, que sorprendido, respondió con una sonrisa. - Ahora debemos partir, pero no os preocupéis. Cuando el enemigo ataque nosotros apareceremos para ayudarles y cuando sea el momento idóneo, nosotros, alteza, le ayudaremos a prepararse. - Los cuatro guerreros se alzaron y lentamente se acercaron a la puerta de la salida. Una vez allí se giraron e hicieron una última reverencia a su príncipe.
- Una cosa más antes de iros. Láctea.
- ¿Sí majestad?- la chica se estremeció al oír su nombre en labios del príncipe.
- ¿Por qué no os descubrís el rostro? Ya nos es bastante difícil confiar en desconocidos como para que sigan con el rostro tapado.
- Lo siento alteza, tenemos ordenes explícitas de no mostrar nuestro rostro. Los mensajeros del cambio deben permanecer en las sombras por ahora. Ya llegará el momento mi príncipe.

Los cuatro guerreros se inclinaron nuevamente y sin más dilación salieron del lugar. Las chicas y Darien seguían en el mismo sitio. Demasiado sorprendidas y angustiadas por la situación. El príncipe tenía la mirada perdida en ninguna parte. Rei le miraba fijamente. Darien estaba ausente y perdido en sus propios pensamientos. "Serena... donde estás ahora que tu príncipe te necesita... ¿realmente debemos pensar que ya no estas con nosotras? Has muerto... ¡no! Me niego a creerlo. Tú, tan buena y sincera. Tan dulce y confiada, pero sobretodo tan amable y cariñosa. Serena... vuelve con nosotras, todas te necesitamos, Mina, Lita, Amy, yo... todas... ¿Dónde estas?"

Darien se levantó y lentamente se acercó hasta la ventana. La noche se había calmado completamente y el viento era ahora cálido y suave. Las estrellas brillaban en todo su esplendor y la luna iluminaba la noche con su cálida luz. "Mi princesa... hoy hay luna llena. Tengo miedo Serena... algo en mi interior me dice que se avecinan problemas. Por favor vuelve a mi lado amor..." Una estrella cruzó el cielo fugaz atravesando la luna y dejando un hermoso rastro. Una melancólica sonrisa escapó de sus labios a la vez que se giraba con más ánimo.

- Estoy seguro de que vienen para ayudarnos chicas, no debemos preocuparnos. Todo saldrá bien y ella volverá. Lo sé.
- Sí- Mina se alzó feliz- Serena vendrá en nuestra ayuda pronto, y con los nuevos guerreros y ella podremos vencer.
- Nada ha podido con nosotras y tenemos un hermoso futuro por delante que proteger- Lita se puso en pié junto a Mina y Darien.- Debemos proteger lo que tanto queremos.
- La lucha será dura chicas, pero protegeremos a nuestro príncipe y a nuestra princesa. - Amy se unió al grupo feliz- Debemos hacer que cuando Serena llegue se sienta orgullosa de nosotras. ¿No crees Rei?- La mencionada chica alzó el rostro algo inquieta. Su corazón le decía que algo no estaba bien y que muchos problemas y dudas amenazarían su victoria. La lucha sería dura y su corazón le decía que esta vez no saldrían bien paradas. Aún así rápidamente escondió sus miedos y se alzó junto a los demás.
- Sí. Somos las guerreras que protegen esta galaxia, y ni el mismísimo caos se apoderará de ella.

Las chicas se abrazaron mucho más animadas y luego se abalanzaron sobre Darien que reía feliz ante la escena de las guerreros. "Todo irá bien, ¿verdad amor?"


En una cueva fuera de la ciudad, cerca de los bosques oscuros dónde las criaturas más malvadas reinan en la oscuridad, cuatro guerreros descendían por los peliagudos laberintos de roca de las profundas cuevas de Morthackt. Una luz se avecinaba al final, una luz tenue pero que a cada paso se hacía algo más intensa. La luz de una antorcha. Por fin llegaron a destino y con un movimiento de muñeca alzaron el pesado muro que cubría su guarida. Un hermoso paraíso se abrió ante sus ojos. Una pequeña selva tropical escondida en el interior de la tierra. Aire fresco causado por las múltiples plantas, el aroma a flores y el sonido del agua de una pequeña pero hermosa cascada. Un pequeño paraíso a ojos de cualquiera, hermoso, digno y a la vez misterioso. A un lado, como una cabaña de madera, se alzaban paredes que guardaban en su interior todas las comodidades que podía pedir un mortal.

- Por fin en casa Láctea. Parece mentira que un lugar tan hermoso pueda existir dentro de las oscuras cuevas de Morthackt.
- Si Aísha, es cómo un sueño, es nuestro hogar. - Una sonrisa se escapó de los labios de la chica. Lentamente se quitó el turbante que cubría su rostro dejando caer su sedoso pelo. Uno de los guerreros no tardó en acercarse a ella y abrazar dulcemente su cintura por atrás.
- No es un sueño. Nos esperan duras luchas y grandes hazañas. Nuestro príncipe es inmaduro y sigue esperanzado en encontrar a la princesa de la Luna. No sé que don posee el heredero, pero creo que tendremos mucho trabajo antes de que lo despierte. - Láctea se aferró en el abrazo mientras todos y cada uno de ellos se quitaba la tela que cubría sus rostros.
- Si es el elegido debemos confiar en él. Puede que la princesa este muerta, pero no conseguiremos nada diciéndole la verdad.- Láctea escuchó atenta las palabras de su compañera. Aísha era una joven hermosa, de tez blanca y ojos dorados. Su pelo era largo hasta los tobillos y caía como una cascada cambiando de color rubio a grana.- Si nuestro príncipe es feliz manteniendo la esperanza nos aprovecharemos de ello para despertar más fácilmente su poder.
- Más no será tan fácil.- La voz del otro guerrero sonó detrás de Láctea y Ayies, que seguía apretando entre sus brazos a la chica- Nuestra misión será muy compleja. Sobretodo la tuya Láctea. - Esta analizó el serio rostro de su compañero, Shin, y le sonrió dulcemente. El chico era realmente apuesto. Sus azulados ojos se clavaban en la mirada y su permanente ceño le daba un toque misterioso y sexy. Su oscuro pelo negro caía revoltoso sobre su frente y se dejaba peinar por el viento.
- Mi bombón lo logrará, estoy seguro de ello. - Ayies la miró confiado y sonrió cariñosamente a la joven. Él era tan o más apuesto que Shin. Su largo pelo negro estaba recogido en una cola y sus preciosos ojos azules miraban con dulzura los de ella. La chica se soltó delicadamente y se situó frente a todos ellos.
- No tenemos nada de que preocuparnos. El príncipe es un buen hombre y nosotros preparados guerreros. Todo saldrá como está planeado y nuestra misión será culminada con éxito.- La hermosa chica de azulados ojos y hermosa sonrisa levantó una mano confiada. - Hicimos un juramento ¿recuerdan? Protegeremos al príncipe. Hasta el momento 0.

Continuará...


Notas de la autora: ¿qué tal? Perdón si se hace algo pesado, es normal pues tengo que dejar clara más o menos y lentamente toda la historia. A partir de ahora habrá más acción, misterios, y sobretodo, amor. Un beso y hasta pronto.