Confusión; ¿Amor o engaño?
- No, no, no. Alteza, no me cansaré de repetirlo. Debéis empuñar la espada mucho más alto y en ningún momento debéis contener vuestra fuerza, seré chica, pero os supero en lucha.
- Ah... ah... esto... esto es agotador...
- Menos quejas- La chica se incorporó en la orilla del lago y miró al príncipe a los ojos con gesto duro- ¿Acaso creéis que el enemigo escuchara suplicas? Ahora alzaos alteza, y volved a la posición inicial. - Darien la miró sorprendido y alarmado.- ¿Una vez más? Pero...- Una mirada reprobadora de la chica izo que se le pasaran las ganas de seguir hablando y con un suspiro de resignación se colocó una vez más en posición. - Listo.
- ¡Una vez más!
Llevaban horas entrenando con la espada. La chica se desenvolvía tremendamente bien, y sus movimientos eran tan fuertes, rápidos y feroces que a Darien casi le era imposible verlos. A la vez este se sentía incapaz de contraatacar. Levantaba la vista y miraba los ojos de ella, tan azules, tan bellos, serios y concentrados. Era la viva imagen de la belleza. Su cabello estaba recogido en una hermosa cola de caballo y golpeaba el viento con cada movimiento. El sudor empezaba a resbalar por su frente dando más brillo a su blanca piel. En vez del traje de batalla que cubría su rostro, la chica luchaba con unos pantalones piratas estrechos muy bajos de cintura, un top negro que dejaba al descubierto su perfecto estomago y unos guantes hasta la muñeca que le permitían un mejor dominio de la espada. Sus pies permanecían desnudos y le permitían sentir las olas golpeando en sus desnudos tobillos. El chico simplemente no podía concentrarse. Aún así, su técnica estaba mejorando notablemente. Ella era una maestra tenaz y persuasiva que lograba mejorar todos sus ataques con sólo observarlos una vez. El ruido de las espadas se mezclaba con el caer del agua en la cascada. Sus jadeos de cansancio se confundían con el silbido del viento, y sus pasos y saltos eran amortiguados por la suave arena. Láctea levantó la espada en el cielo y contraataco al príncipe, que había lanzado por fin un ataque algo fuerte y este pedió el arma en las aguas del lago.
- Bien, vamos mejorando. En cuanto perdáis el miedo a herirme, quizá lograréis aguantar unos cinco minutos.- La chica le sonrió algo malévola y burlona, pero aún así con mucha dulzura. Era increíble cómo dominaba su carácter. Ella que era siempre tan educada y formal, hasta el punto de exasperar a Darien que recordaba a la Serena despreocupada y simple de antaño. Sin embargo en la lucha se volvía dura y fría. Parecía carecer de sentimientos y le daba miedo que realmente fuera así. Más su rostro, sus ojos, su voz... era ella sin duda, y muchas de las caras que ponía, muchas de las salidas que se le escapaban, le mostraban a la verdadera Serena, a su princesa. Y era increíblemente irresistible.
- Eres muy mala conmigo. Me explotas, me desafías y además te aprovechas de mi caballerosidad para burlarte de mí. ¿Qué he hecho para merecer tal trato?
- Lo lamento mucho alteza- La chica pareció alterarse un poco- No era mi intención ofenderos. Pero tengo que ser dura en el entrenamiento, lo hago por vuestro bien. Lo lamento de veras alteza.
- Vale, vale, no estoy enfadado ni ofendido. ¿Por qué me tratas de repente con tanta formalidad?
- Porque el entrenamiento a concluido. Podéis ir a descansar. Mañana será otro día.
- Al fin...
- Siento si el entrenamiento ha sido muy duro, pero ha de ser así. A partir de mañana aumentaremos aún más el horario. Shin también le dará clases.
- ¿Qué? ¡Pero si ya me dan clases de hechizos, concentración y lucha!
- Exacto. Shin os dará clases de vuelo.
- ¿Vuelo?- Darien estaba al borde del ataque de nervios.
- Sí. El mayor tiempo luchareis en el aire. Así que debéis controlar perfectamente vuestro cuerpo y conocer las técnicas para controlar la velocidad y la trayectoria. Shin es todo un experto en la materia. Lo hará muy bien. - Darien se dejó caer en la arena y se tumbó con el ceño fruncido.
- Pues no me hace gracia.
- Os comportáis como un niño.- Láctea permanecía en pie y miraba al joven príncipe muy seria, casi se podía decir con algo de resentimiento. Era la primera vez que ella le miraba de esa forma. A diferencia de los demás siempre se había mostrado educada y dulce, pero ahora parecía actuar de forma fría y calculadora.- El mundo depende de vos y no podéis hacer más que quejaros continuamente. ¿Qué creéis que pensaría la princesa de la Luna alteza? ¿Admiración?
- Yo...- Darien se quedó petrificado. Las palabras habían calado hondo en su corazón, rasgando profundamente su ser. Se sentía tremendamente culpable e insensato. Realmente se sentía como un niño egoísta que no había pensado en más que en su felicidad.
- Oh, lo lamento alteza. No me hagáis caso.- Láctea se inclinó algo alterada y bajó la mirada al suelo.- Lo lamento de verás alteza, no sé en que estaba pensando.
- No lo lamentes. Es verdad... me he comportando cómo un crío.
Láctea se sintió tremendamente culpable por sus palabras y se acercó al príncipe hasta estar agachada frente a él. Agachó la cabeza y dijo "lo siento" una vez más. Darien sonrió dulcemente y acarició su cabeza con dulzura. Ella solo sintió estremecer su cuerpo, y se sonrojó apenada. "Es tan difícil para mi Serena contener mis sentimientos. Te tengo todo el tiempo tan cerca... y sin embargo no puedo ni tocarte. Aunque mi soledad se ha calmado un poco ahora que te puedo ver todos los días, el deseo me atormenta y el saberte prohibida me duele cada vez más. Mi corazón esta más tranquilo ahora que sé que estas bien, pero me atormenta al recordarme continuamente que esta enamorado locamente de tu mirar. Es tan triste ver como la persona que más amas no te recuerda..." Láctea notaba los ojos del príncipe clavados en ella, y por alguna razón le devolvía la mirada con igual intensidad. No entendía el porque, pero ese hombre despertaba algo raro en ella, y se sentía muy cansada siempre que había estado con él, como si su sola presencia la agotara. No entendía nada, sin embargo para ella era como un imán que la atraía. Cada vez le era más difícil tratar al príncipe con indiferencia. Con esa educación y formalidades que ella sabía que debía tener para con él. Sin embargo el corazón se le había acelerado, sus labios habían pronunciado palabras irrespetuosas y movidas por sus sentimientos y había dejado toda formalidad ante una rabieta infantil. ¿Cómo podía haber contestado a su príncipe de esa manera? Le había herido, y en vez de sentirse avergonzada por sus palabras estaba ruborizada por la cercanía de él.
- Tú también pareces cansada. ¿Te parece que nos quedemos aquí un rato? El agua esta deliciosa y la temperatura es ideal para un refrescante baño. ¿Qué me dices?
- Sí... ¡No! No alteza... no puedo... debo... debo irme adentro. Los chicos no tardarán en llegar, será mejor que cocine algo para cuando vengan. Además no sería correcto alteza. Usted báñese tranquilo, yo me encargo de todo.
- ¿Es que jamás te relajas?- Darien sostuvo a la joven del brazo mientras esta intentaba enderezarse. Ella se perdió en esos profundos ojos azules y sonrió algo cohibida.
- Claro alteza, pero ahora no puedo.
Ella se zafó de sus fuertes brazos y se adentró con pasos rápidos pero seguros hasta la cabaña. Darien se quedó mirando la puerta que se cerró con firmeza. Su corazón se había acelerado sorprendentemente con la sonrisa tímida de ella. Lo estaba logrando, estaba seguro. Debía volver a enamorar a su princesa y lo haría, fuera como fuera. Al fin y al cabo, él era su príncipe. ¿Qué podía salir mal?
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Láctea estaba recargada contra la puerta que acababa de cruzar. Su corazón latía a mil por hora y apenas podía controlar su respiración. Se sentía muy extraña y alterada. ¿Por qué se sentía así al estar con el príncipe? Jamás había sentido latir su corazón tan fuerte, jamás había temblando bajo el contacto de la piel de alguien y sobretodo, jamás había encontrado a un hombre tan perfecto. La imagen de él se dibujó entonces en su mente. La luz del sol hacía brillar los azulados ojos, el viento mecía su mojado cabello con delicadeza. El bronceado del torso resaltaba con las finas gotas de sudor y la falta de la camisa le hacía lucir simplemente soñado. Brazos fuertes, musculados y firmes. Torso suave, cálido y fornido. Simplemente ideal. Notó como el calor volvía a subir hasta su cabeza y escondió su rostro entre sus manos.
- ¿Pero que me pasa?
Caminó entonces hasta una ventana cercana y miró en dirección al lago. El príncipe nadaba entre las aguas con estilo y soltura. Una sonrisa escapó de sus labios y le pasó una idea por la cabeza. Sus labios formularon el hechizo adecuado y en cuestión de segundos el cielo oscureció dando paso a las estrellas. Darien se sorprendió un poco por el cambio del tiempo y miró hacia la cabaña encontrando a la chica asomada a la ventana. Él sonrió enamorado, ella le devolvió la sonrisa y nuevamente se adentró para desaparecer de la vista de él.
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- Estoy muerto, necesito los cuidados de mi Láctea esta noche...
- Ya Ayies, siempre pensando en lo mismo, deja de pensar tanto en ella y céntrate más. Esta pelea ha sido muy dura y has estado a punto de ser herido un par de veces.
- Ya, no me sermonees Shin, soy mayorcito. Hay alguien en el lago ¿no?
- Sí, es el príncipe. Parece que le sobra tiempo para descansar. Pero mañana empezaré a darle clases de vuelo a esta hora.
- Creo que Láctea es demasiado blanda con él- Aísha no tenia la más remota idea del daño que sus palabras habían causado en Ayies.- Es como si ya no le tratara con respeto, y se quejaba de que nosotros no le tratábamos con el respeto que se merece.
- Sí, pero nuestra querida Láctea le ha dado su favor, jejeje, parece que le ha cogido cariño al príncipe y que le cuesta ser dura, sino ahora mismo seguiría entrenándole. A nosotros nos machaca en lucha. A ver si tendremos que recordarle cual es su misión...- La voz normalmente seria y fría de Shin había adquirido un aire juguetón y malicioso que no sorprendió a ambos chicos. Ayies porque estaba sumido en sus pensamientos, y Aísha porque ya conocía a ese encantador Shin que sólo se mostraba en el ámbito familiar.
- ¡Buenas noches alteza! Veo que Láctea os ha dado un descanso.- Darien se giró al notar la presencia de los tres guerreros.
- Sí, al final me ha dejado un poco de cuerda.- No le simpatizaban mucho los dos chicos, pero Aísha era algo más dulce, pero no mucho.
- Pero no os acostumbréis alteza, yo no voy a ser tan blando y mañana soportaréis un duro entrenamiento.
- Bien, ningún problema Shin.- Las miradas frías y desafiantes de ambos siempre desconcertaban a Aísha. - Láctea estaba preocupada por ustedes, creo que ya les ha hecho la cena.
- ¿Mi bombón esta dentro? Bien, chicos vamos, será mejor dejar a su alteza para que descanse. No queremos que se rompa su crisma real del esfuerzo.- Ahora eran los dos guerreros y el príncipe los sorprendidos por la actitud de Aiyes. Si era cierto que se mostraba algo distante, pero jamás había desafiado al príncipe, y sobretodo jamás le había faltado al respeto cómo lo hacía ahora. Shin notó una chispa de celos en sus ojos.
- No te preocupes por mí Ayies, sé cuidarme sólo.
- Lo mismo dijo el día que volvió Láctea, y si no hubiera sido por ella vos estarías muerto. - Esas palabras dejaron mudo a Darien y Ayies se alejó triunfante. Aísha se acercó hasta Shin y le susurró algo así como "Qué mosca le ha picado?".
- Celos. El príncipe pasa demasiado tiempo con su amada Láctea. Jejeje, esto se pone interesante. Creo que me uniré a él en la lucha verbal contra el príncipe.
- No tenéis remedio, en cuanto ella se entere os capa.
- Si se entera... dudo que Ayies sea tan estúpido de ofender al príncipe en presencia de Láctea.
- Yo no lo dudaría tanto... ya le conoces...
Darien observó como se alejaban y volvió a nadar algo intranquilo. El comentario de Seiya le había dolido. Parecía que incluso cómo Aiyes amaba a Serena, y que sentía recelo por aquel que podía conquistarla. Sin embargo él no logró enamorarla en el pasado, no debía preocuparse. Serena jamás se enamoraría de un tipo tan descarado cómo él.
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- ¡Chicos! Al fin, me tenían preocupada.- Láctea se acercó a ellos y recibió sorprendida a un cariñoso Ayies que la besó dulcemente.
- Buenas bombón.- Shin y Aísha sonrieron mientras se miraban de forma sospechosa.
- Hola Ayies. Bien cuéntenme. ¿Qué tal todo?
- El enemigo se está haciendo más fuerte, ya no podemos confiarnos tanto, Láctea, será mejor que nos acompañes la próxima vez.
- Pero no podemos detener el entrenamiento del príncipe.
- Estas mucho tiempo con él ¿no?- Ayies se giró mirando a la chica algo enfadado.
- ¿A qué viene eso Ayies? Sabes que debo entrenarle, ustedes y yo somos los encargados de que sea entrenado como es debido. Perderemos tiempo si cada vez que viene el enemigo acudimos todos para luchar. ¿Por qué te comportas de ese modo de repente Ayies?
- Esta celoso...
- ¡No es verdad! - Shin y Aísha se rieron ante la confusión de Láctea y el sonrojo de Ayies.- Es solo que no le veo el caso. Si el príncipe es un completo inútil.
- ¿Quién es el completo inútil?
- ¡Príncipe!- Láctea se sorprendió y mordió el labio al recordar las palabras de Ayies.
- Lamento interrumpirles, pero no pude evitar oír la frase. "El príncipe es un completo inútil".
- Lo lamento alteza, no era mi intención ofenderle.
- Ja, que educado te has vuelto de repente Ayies... tienes unos sorprendentes cambios de humor. Láctea voy a la ducha, si me permites cenaré luego, cuando ustedes hayan terminado. - Darien miró desafiante a Seiya y luego se retiró.
- ¿Que te ocurre? Te ha oído Ayies, ¡eres un irresponsable! Debemos tratar al príncipe con respeto, además no es un inútil, progresa con rapidez y ya controla mejor los ataques. Eres un crío ¿sabes?
- ¿Se puede saber por qué le defiendes tanto ahora Láctea? Tratas al príncipe con una familiaridad sorprendente, ¿acaso te empieza a atraer? No sé quien se comporta como un crío aquí.
- ¿Cómo te atreves? Eres un desconsiderado y un iluso. ¿Cómo puedes decir que estoy enamorada de él?
- ¿Enamorada? Yo he dicho atraída...
- Da igual lo que hayas dicho o insinuado, la respuesta es ¡no!. Estoy cansada de esta actitud que has tomado desde que llegó el príncipe y me avergüenzo de ello. Idionés te daría una buena reprimenda.
- ¿Y que crees que te haría a ti?¿ No debías entrenar al príncipe con dureza?
- ¿Y que crees que ago?
- Eres una blanda con él, le favoreces en todo.
- Chicos... ya basta por favor... ambos se comportan como críos...
- ¡Tú calla Aísha, estas fuera de esta conversación!
- ¡No le hables así Ayies! Ya basta, me he cansado de soportar tus quejas, la cena esta servida, así que sentaos y comed.
Láctea salió del lugar enfadada y dando un portazo. Era la primera vez que la veían comportase de ese modo tan infantil. En Ayies ya era algo más o menos normal, pero en ella no. Era cómo si desde que había llegado el príncipe realmente se hubiera vuelto más temperamental. Ayies se sintió mal en cuanto la vio salir, pero seguía resentido por sus palabras y se sentó a la mesa con enfado. Shin y Aísha solo se miraron confusos y empezaron a comer. Por otro lado Darien estaba tras la puerta con una extraña expresión de sorpresa. " Sabía que la amabas Seiya, pero ella no te corresponde. Hacia tiempo que no la veía tan... no se como decirlo... humana...quizá la barrera que protegía sus sentimientos se está rompiendo, ¿seré yo el causante?." Una sonrisa escapó de sus labios y se dirigió hacia la ducha. Pero una ventana llamó su atención por el camino. Se paró ante ella y miró afuera. Láctea estaba en la orilla del lago sentada, mirando las estrellas. Sonrió al verla tan hermosa bajo el manto de la noche. Aún así reprimió sus deseos de quedarse mirándola y se dirigió nuevamente a la ducha.
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Se sentía renovado. No había nada como un buen baño en el lago y luego una cálida ducha para calmar su corazón. El día había sido agotador, pero por alguna razón se sentía mejor que en mucho tiempo. Veía ante sus ojos la posibilidad de tener de nuevo a su princesa. Recordando que antes de adentrarse en la ducha ella estaba en el lago, decidió salir a ver si seguía allí. Así podría hablar con ella.
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- Láctea....
- ....
- ¿Contéstame quieres?
- Dame una razón para hacerlo.
- Por que me amas.
- Esa no es una buena razón.
- ¿A no? Láctea... por favor... siento mucho mi comportamiento- Ayies se acercó hasta ella y se sentó a su lado con delicadeza. La chica seguía con la mirada en las calmadas aguas. - Sé que me he comportado cómo un crío, pero realmente no me gusta ese príncipe. No me gusta como te mira, ni cómo te habla.
- Estas paranoico.- Por alguna razón el cuerpo de ella se estremeció al oír esas palabras.
- No, no lo estoy. Te amo con locura, sabes que haría cualquier cosa por ti... y la sola posibilidad de... "perderte"- Seiya acabó la frase para sus adentros.
- ¿De qué?
- De que te enfades conmigo por una tontería así. Por favor, perdóname.
- Eres un tonto.- La chica se giró con dulzura y miró a un Ayies muy serio. Este se derritió con la sonrisa y miró a la chica con unos ojos profundamente enamorados. - ¿Acaso crees que existe algo más importante para mí que tú?
- Jeje, es curioso que digas eso...
- Bueno, la misión no cuenta, sabes que en cuanto esto termine seremos libres nuevamente, y entonces encontraremos juntos la felicidad. Te amo, sólo a ti Ayies...
- Claro... soy un necio...
- Sí - Láctea sonrió juguetona y golpeó burlonamente el hombro del chico.- Y un flojo además.
- ¿Flojo yo? Ahora verás...
- ¡Ah!
Ambos empezaron a corretear por la arena como dos niños y se perseguían el uno al otro. Rápidamente se adentraron en un juego cargado de risas, deseo y dulzura, hasta que Ayies la atrapó y ambos cayeron rodando al suelo entre carcajadas nerviosas. Ayies quedó encima de ella y miró sus profundos ojos con doloroso amor.
- Te amo tanto... que me duele el corazón...
- Ayies...
- Jamás te alejes de mí, ¿entiendes?
- Claro... - Ayies sonrió a la joven y sintió como se aceleraba nuevamente su corazón. La chica parecía cada vez más aquella Serena que él conoció en el pasado, aquella que había amado con todas su fuerzas y que aún amaba. Era como si el escudo que Idionés había bordado en ellos se estuviera deshaciendo y que de repente podían volver a comportarse como tórtolos enamorados. Ya no pudo contener más el deseo de acercarse a ella. "¿Recordará algo?... lo dudo... pero si yo he logrado recordar todo... quizá ella..." Sus labios se encontraron en un apasionado beso. Jamás había sentido de forma tan intensa los labios de la chica. Ese beso parecía cargado de sentimiento, de amor, de calidez, casi quemaba sus labios y no pudo evitar dejar de pensar para simplemente soltarse al hermoso abrazo. Era tal el placer que sus sentidos dejaron de funcionar. Ambos se entregaron por completo a la pasión del abrazo y permanecieron durante largos minutos besándose en la arena.
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El corazón del príncipe se paró en seco. La respiración se encalló en sus pulmones y los ojos se habían abierto desmesuradamente. ¿Era su princesa? No... no... ¡NO! No podía, no debía... no.... era demasiado doloroso. Su amor estaba delante de él, a unos metros, besándose con su peor enemigo, Seiya.
Continuará....
Notas de la autora: Pido perdón por el retraso, pero estaba muy liada con un trabajo. Bueno, a partir de ahora esto se pondrá muy, muy emocionante. Celos, ira, desvelos, confesiones, confusión... los sentimientos estarán desbordados y los nervios a flor de piel. Una batalla, una de las chicas herida... no se pierdan el próximo capítulo. "Muerto en vida por tu amor"
- No, no, no. Alteza, no me cansaré de repetirlo. Debéis empuñar la espada mucho más alto y en ningún momento debéis contener vuestra fuerza, seré chica, pero os supero en lucha.
- Ah... ah... esto... esto es agotador...
- Menos quejas- La chica se incorporó en la orilla del lago y miró al príncipe a los ojos con gesto duro- ¿Acaso creéis que el enemigo escuchara suplicas? Ahora alzaos alteza, y volved a la posición inicial. - Darien la miró sorprendido y alarmado.- ¿Una vez más? Pero...- Una mirada reprobadora de la chica izo que se le pasaran las ganas de seguir hablando y con un suspiro de resignación se colocó una vez más en posición. - Listo.
- ¡Una vez más!
Llevaban horas entrenando con la espada. La chica se desenvolvía tremendamente bien, y sus movimientos eran tan fuertes, rápidos y feroces que a Darien casi le era imposible verlos. A la vez este se sentía incapaz de contraatacar. Levantaba la vista y miraba los ojos de ella, tan azules, tan bellos, serios y concentrados. Era la viva imagen de la belleza. Su cabello estaba recogido en una hermosa cola de caballo y golpeaba el viento con cada movimiento. El sudor empezaba a resbalar por su frente dando más brillo a su blanca piel. En vez del traje de batalla que cubría su rostro, la chica luchaba con unos pantalones piratas estrechos muy bajos de cintura, un top negro que dejaba al descubierto su perfecto estomago y unos guantes hasta la muñeca que le permitían un mejor dominio de la espada. Sus pies permanecían desnudos y le permitían sentir las olas golpeando en sus desnudos tobillos. El chico simplemente no podía concentrarse. Aún así, su técnica estaba mejorando notablemente. Ella era una maestra tenaz y persuasiva que lograba mejorar todos sus ataques con sólo observarlos una vez. El ruido de las espadas se mezclaba con el caer del agua en la cascada. Sus jadeos de cansancio se confundían con el silbido del viento, y sus pasos y saltos eran amortiguados por la suave arena. Láctea levantó la espada en el cielo y contraataco al príncipe, que había lanzado por fin un ataque algo fuerte y este pedió el arma en las aguas del lago.
- Bien, vamos mejorando. En cuanto perdáis el miedo a herirme, quizá lograréis aguantar unos cinco minutos.- La chica le sonrió algo malévola y burlona, pero aún así con mucha dulzura. Era increíble cómo dominaba su carácter. Ella que era siempre tan educada y formal, hasta el punto de exasperar a Darien que recordaba a la Serena despreocupada y simple de antaño. Sin embargo en la lucha se volvía dura y fría. Parecía carecer de sentimientos y le daba miedo que realmente fuera así. Más su rostro, sus ojos, su voz... era ella sin duda, y muchas de las caras que ponía, muchas de las salidas que se le escapaban, le mostraban a la verdadera Serena, a su princesa. Y era increíblemente irresistible.
- Eres muy mala conmigo. Me explotas, me desafías y además te aprovechas de mi caballerosidad para burlarte de mí. ¿Qué he hecho para merecer tal trato?
- Lo lamento mucho alteza- La chica pareció alterarse un poco- No era mi intención ofenderos. Pero tengo que ser dura en el entrenamiento, lo hago por vuestro bien. Lo lamento de veras alteza.
- Vale, vale, no estoy enfadado ni ofendido. ¿Por qué me tratas de repente con tanta formalidad?
- Porque el entrenamiento a concluido. Podéis ir a descansar. Mañana será otro día.
- Al fin...
- Siento si el entrenamiento ha sido muy duro, pero ha de ser así. A partir de mañana aumentaremos aún más el horario. Shin también le dará clases.
- ¿Qué? ¡Pero si ya me dan clases de hechizos, concentración y lucha!
- Exacto. Shin os dará clases de vuelo.
- ¿Vuelo?- Darien estaba al borde del ataque de nervios.
- Sí. El mayor tiempo luchareis en el aire. Así que debéis controlar perfectamente vuestro cuerpo y conocer las técnicas para controlar la velocidad y la trayectoria. Shin es todo un experto en la materia. Lo hará muy bien. - Darien se dejó caer en la arena y se tumbó con el ceño fruncido.
- Pues no me hace gracia.
- Os comportáis como un niño.- Láctea permanecía en pie y miraba al joven príncipe muy seria, casi se podía decir con algo de resentimiento. Era la primera vez que ella le miraba de esa forma. A diferencia de los demás siempre se había mostrado educada y dulce, pero ahora parecía actuar de forma fría y calculadora.- El mundo depende de vos y no podéis hacer más que quejaros continuamente. ¿Qué creéis que pensaría la princesa de la Luna alteza? ¿Admiración?
- Yo...- Darien se quedó petrificado. Las palabras habían calado hondo en su corazón, rasgando profundamente su ser. Se sentía tremendamente culpable e insensato. Realmente se sentía como un niño egoísta que no había pensado en más que en su felicidad.
- Oh, lo lamento alteza. No me hagáis caso.- Láctea se inclinó algo alterada y bajó la mirada al suelo.- Lo lamento de verás alteza, no sé en que estaba pensando.
- No lo lamentes. Es verdad... me he comportando cómo un crío.
Láctea se sintió tremendamente culpable por sus palabras y se acercó al príncipe hasta estar agachada frente a él. Agachó la cabeza y dijo "lo siento" una vez más. Darien sonrió dulcemente y acarició su cabeza con dulzura. Ella solo sintió estremecer su cuerpo, y se sonrojó apenada. "Es tan difícil para mi Serena contener mis sentimientos. Te tengo todo el tiempo tan cerca... y sin embargo no puedo ni tocarte. Aunque mi soledad se ha calmado un poco ahora que te puedo ver todos los días, el deseo me atormenta y el saberte prohibida me duele cada vez más. Mi corazón esta más tranquilo ahora que sé que estas bien, pero me atormenta al recordarme continuamente que esta enamorado locamente de tu mirar. Es tan triste ver como la persona que más amas no te recuerda..." Láctea notaba los ojos del príncipe clavados en ella, y por alguna razón le devolvía la mirada con igual intensidad. No entendía el porque, pero ese hombre despertaba algo raro en ella, y se sentía muy cansada siempre que había estado con él, como si su sola presencia la agotara. No entendía nada, sin embargo para ella era como un imán que la atraía. Cada vez le era más difícil tratar al príncipe con indiferencia. Con esa educación y formalidades que ella sabía que debía tener para con él. Sin embargo el corazón se le había acelerado, sus labios habían pronunciado palabras irrespetuosas y movidas por sus sentimientos y había dejado toda formalidad ante una rabieta infantil. ¿Cómo podía haber contestado a su príncipe de esa manera? Le había herido, y en vez de sentirse avergonzada por sus palabras estaba ruborizada por la cercanía de él.
- Tú también pareces cansada. ¿Te parece que nos quedemos aquí un rato? El agua esta deliciosa y la temperatura es ideal para un refrescante baño. ¿Qué me dices?
- Sí... ¡No! No alteza... no puedo... debo... debo irme adentro. Los chicos no tardarán en llegar, será mejor que cocine algo para cuando vengan. Además no sería correcto alteza. Usted báñese tranquilo, yo me encargo de todo.
- ¿Es que jamás te relajas?- Darien sostuvo a la joven del brazo mientras esta intentaba enderezarse. Ella se perdió en esos profundos ojos azules y sonrió algo cohibida.
- Claro alteza, pero ahora no puedo.
Ella se zafó de sus fuertes brazos y se adentró con pasos rápidos pero seguros hasta la cabaña. Darien se quedó mirando la puerta que se cerró con firmeza. Su corazón se había acelerado sorprendentemente con la sonrisa tímida de ella. Lo estaba logrando, estaba seguro. Debía volver a enamorar a su princesa y lo haría, fuera como fuera. Al fin y al cabo, él era su príncipe. ¿Qué podía salir mal?
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Láctea estaba recargada contra la puerta que acababa de cruzar. Su corazón latía a mil por hora y apenas podía controlar su respiración. Se sentía muy extraña y alterada. ¿Por qué se sentía así al estar con el príncipe? Jamás había sentido latir su corazón tan fuerte, jamás había temblando bajo el contacto de la piel de alguien y sobretodo, jamás había encontrado a un hombre tan perfecto. La imagen de él se dibujó entonces en su mente. La luz del sol hacía brillar los azulados ojos, el viento mecía su mojado cabello con delicadeza. El bronceado del torso resaltaba con las finas gotas de sudor y la falta de la camisa le hacía lucir simplemente soñado. Brazos fuertes, musculados y firmes. Torso suave, cálido y fornido. Simplemente ideal. Notó como el calor volvía a subir hasta su cabeza y escondió su rostro entre sus manos.
- ¿Pero que me pasa?
Caminó entonces hasta una ventana cercana y miró en dirección al lago. El príncipe nadaba entre las aguas con estilo y soltura. Una sonrisa escapó de sus labios y le pasó una idea por la cabeza. Sus labios formularon el hechizo adecuado y en cuestión de segundos el cielo oscureció dando paso a las estrellas. Darien se sorprendió un poco por el cambio del tiempo y miró hacia la cabaña encontrando a la chica asomada a la ventana. Él sonrió enamorado, ella le devolvió la sonrisa y nuevamente se adentró para desaparecer de la vista de él.
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- Estoy muerto, necesito los cuidados de mi Láctea esta noche...
- Ya Ayies, siempre pensando en lo mismo, deja de pensar tanto en ella y céntrate más. Esta pelea ha sido muy dura y has estado a punto de ser herido un par de veces.
- Ya, no me sermonees Shin, soy mayorcito. Hay alguien en el lago ¿no?
- Sí, es el príncipe. Parece que le sobra tiempo para descansar. Pero mañana empezaré a darle clases de vuelo a esta hora.
- Creo que Láctea es demasiado blanda con él- Aísha no tenia la más remota idea del daño que sus palabras habían causado en Ayies.- Es como si ya no le tratara con respeto, y se quejaba de que nosotros no le tratábamos con el respeto que se merece.
- Sí, pero nuestra querida Láctea le ha dado su favor, jejeje, parece que le ha cogido cariño al príncipe y que le cuesta ser dura, sino ahora mismo seguiría entrenándole. A nosotros nos machaca en lucha. A ver si tendremos que recordarle cual es su misión...- La voz normalmente seria y fría de Shin había adquirido un aire juguetón y malicioso que no sorprendió a ambos chicos. Ayies porque estaba sumido en sus pensamientos, y Aísha porque ya conocía a ese encantador Shin que sólo se mostraba en el ámbito familiar.
- ¡Buenas noches alteza! Veo que Láctea os ha dado un descanso.- Darien se giró al notar la presencia de los tres guerreros.
- Sí, al final me ha dejado un poco de cuerda.- No le simpatizaban mucho los dos chicos, pero Aísha era algo más dulce, pero no mucho.
- Pero no os acostumbréis alteza, yo no voy a ser tan blando y mañana soportaréis un duro entrenamiento.
- Bien, ningún problema Shin.- Las miradas frías y desafiantes de ambos siempre desconcertaban a Aísha. - Láctea estaba preocupada por ustedes, creo que ya les ha hecho la cena.
- ¿Mi bombón esta dentro? Bien, chicos vamos, será mejor dejar a su alteza para que descanse. No queremos que se rompa su crisma real del esfuerzo.- Ahora eran los dos guerreros y el príncipe los sorprendidos por la actitud de Aiyes. Si era cierto que se mostraba algo distante, pero jamás había desafiado al príncipe, y sobretodo jamás le había faltado al respeto cómo lo hacía ahora. Shin notó una chispa de celos en sus ojos.
- No te preocupes por mí Ayies, sé cuidarme sólo.
- Lo mismo dijo el día que volvió Láctea, y si no hubiera sido por ella vos estarías muerto. - Esas palabras dejaron mudo a Darien y Ayies se alejó triunfante. Aísha se acercó hasta Shin y le susurró algo así como "Qué mosca le ha picado?".
- Celos. El príncipe pasa demasiado tiempo con su amada Láctea. Jejeje, esto se pone interesante. Creo que me uniré a él en la lucha verbal contra el príncipe.
- No tenéis remedio, en cuanto ella se entere os capa.
- Si se entera... dudo que Ayies sea tan estúpido de ofender al príncipe en presencia de Láctea.
- Yo no lo dudaría tanto... ya le conoces...
Darien observó como se alejaban y volvió a nadar algo intranquilo. El comentario de Seiya le había dolido. Parecía que incluso cómo Aiyes amaba a Serena, y que sentía recelo por aquel que podía conquistarla. Sin embargo él no logró enamorarla en el pasado, no debía preocuparse. Serena jamás se enamoraría de un tipo tan descarado cómo él.
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- ¡Chicos! Al fin, me tenían preocupada.- Láctea se acercó a ellos y recibió sorprendida a un cariñoso Ayies que la besó dulcemente.
- Buenas bombón.- Shin y Aísha sonrieron mientras se miraban de forma sospechosa.
- Hola Ayies. Bien cuéntenme. ¿Qué tal todo?
- El enemigo se está haciendo más fuerte, ya no podemos confiarnos tanto, Láctea, será mejor que nos acompañes la próxima vez.
- Pero no podemos detener el entrenamiento del príncipe.
- Estas mucho tiempo con él ¿no?- Ayies se giró mirando a la chica algo enfadado.
- ¿A qué viene eso Ayies? Sabes que debo entrenarle, ustedes y yo somos los encargados de que sea entrenado como es debido. Perderemos tiempo si cada vez que viene el enemigo acudimos todos para luchar. ¿Por qué te comportas de ese modo de repente Ayies?
- Esta celoso...
- ¡No es verdad! - Shin y Aísha se rieron ante la confusión de Láctea y el sonrojo de Ayies.- Es solo que no le veo el caso. Si el príncipe es un completo inútil.
- ¿Quién es el completo inútil?
- ¡Príncipe!- Láctea se sorprendió y mordió el labio al recordar las palabras de Ayies.
- Lamento interrumpirles, pero no pude evitar oír la frase. "El príncipe es un completo inútil".
- Lo lamento alteza, no era mi intención ofenderle.
- Ja, que educado te has vuelto de repente Ayies... tienes unos sorprendentes cambios de humor. Láctea voy a la ducha, si me permites cenaré luego, cuando ustedes hayan terminado. - Darien miró desafiante a Seiya y luego se retiró.
- ¿Que te ocurre? Te ha oído Ayies, ¡eres un irresponsable! Debemos tratar al príncipe con respeto, además no es un inútil, progresa con rapidez y ya controla mejor los ataques. Eres un crío ¿sabes?
- ¿Se puede saber por qué le defiendes tanto ahora Láctea? Tratas al príncipe con una familiaridad sorprendente, ¿acaso te empieza a atraer? No sé quien se comporta como un crío aquí.
- ¿Cómo te atreves? Eres un desconsiderado y un iluso. ¿Cómo puedes decir que estoy enamorada de él?
- ¿Enamorada? Yo he dicho atraída...
- Da igual lo que hayas dicho o insinuado, la respuesta es ¡no!. Estoy cansada de esta actitud que has tomado desde que llegó el príncipe y me avergüenzo de ello. Idionés te daría una buena reprimenda.
- ¿Y que crees que te haría a ti?¿ No debías entrenar al príncipe con dureza?
- ¿Y que crees que ago?
- Eres una blanda con él, le favoreces en todo.
- Chicos... ya basta por favor... ambos se comportan como críos...
- ¡Tú calla Aísha, estas fuera de esta conversación!
- ¡No le hables así Ayies! Ya basta, me he cansado de soportar tus quejas, la cena esta servida, así que sentaos y comed.
Láctea salió del lugar enfadada y dando un portazo. Era la primera vez que la veían comportase de ese modo tan infantil. En Ayies ya era algo más o menos normal, pero en ella no. Era cómo si desde que había llegado el príncipe realmente se hubiera vuelto más temperamental. Ayies se sintió mal en cuanto la vio salir, pero seguía resentido por sus palabras y se sentó a la mesa con enfado. Shin y Aísha solo se miraron confusos y empezaron a comer. Por otro lado Darien estaba tras la puerta con una extraña expresión de sorpresa. " Sabía que la amabas Seiya, pero ella no te corresponde. Hacia tiempo que no la veía tan... no se como decirlo... humana...quizá la barrera que protegía sus sentimientos se está rompiendo, ¿seré yo el causante?." Una sonrisa escapó de sus labios y se dirigió hacia la ducha. Pero una ventana llamó su atención por el camino. Se paró ante ella y miró afuera. Láctea estaba en la orilla del lago sentada, mirando las estrellas. Sonrió al verla tan hermosa bajo el manto de la noche. Aún así reprimió sus deseos de quedarse mirándola y se dirigió nuevamente a la ducha.
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Se sentía renovado. No había nada como un buen baño en el lago y luego una cálida ducha para calmar su corazón. El día había sido agotador, pero por alguna razón se sentía mejor que en mucho tiempo. Veía ante sus ojos la posibilidad de tener de nuevo a su princesa. Recordando que antes de adentrarse en la ducha ella estaba en el lago, decidió salir a ver si seguía allí. Así podría hablar con ella.
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- Láctea....
- ....
- ¿Contéstame quieres?
- Dame una razón para hacerlo.
- Por que me amas.
- Esa no es una buena razón.
- ¿A no? Láctea... por favor... siento mucho mi comportamiento- Ayies se acercó hasta ella y se sentó a su lado con delicadeza. La chica seguía con la mirada en las calmadas aguas. - Sé que me he comportado cómo un crío, pero realmente no me gusta ese príncipe. No me gusta como te mira, ni cómo te habla.
- Estas paranoico.- Por alguna razón el cuerpo de ella se estremeció al oír esas palabras.
- No, no lo estoy. Te amo con locura, sabes que haría cualquier cosa por ti... y la sola posibilidad de... "perderte"- Seiya acabó la frase para sus adentros.
- ¿De qué?
- De que te enfades conmigo por una tontería así. Por favor, perdóname.
- Eres un tonto.- La chica se giró con dulzura y miró a un Ayies muy serio. Este se derritió con la sonrisa y miró a la chica con unos ojos profundamente enamorados. - ¿Acaso crees que existe algo más importante para mí que tú?
- Jeje, es curioso que digas eso...
- Bueno, la misión no cuenta, sabes que en cuanto esto termine seremos libres nuevamente, y entonces encontraremos juntos la felicidad. Te amo, sólo a ti Ayies...
- Claro... soy un necio...
- Sí - Láctea sonrió juguetona y golpeó burlonamente el hombro del chico.- Y un flojo además.
- ¿Flojo yo? Ahora verás...
- ¡Ah!
Ambos empezaron a corretear por la arena como dos niños y se perseguían el uno al otro. Rápidamente se adentraron en un juego cargado de risas, deseo y dulzura, hasta que Ayies la atrapó y ambos cayeron rodando al suelo entre carcajadas nerviosas. Ayies quedó encima de ella y miró sus profundos ojos con doloroso amor.
- Te amo tanto... que me duele el corazón...
- Ayies...
- Jamás te alejes de mí, ¿entiendes?
- Claro... - Ayies sonrió a la joven y sintió como se aceleraba nuevamente su corazón. La chica parecía cada vez más aquella Serena que él conoció en el pasado, aquella que había amado con todas su fuerzas y que aún amaba. Era como si el escudo que Idionés había bordado en ellos se estuviera deshaciendo y que de repente podían volver a comportarse como tórtolos enamorados. Ya no pudo contener más el deseo de acercarse a ella. "¿Recordará algo?... lo dudo... pero si yo he logrado recordar todo... quizá ella..." Sus labios se encontraron en un apasionado beso. Jamás había sentido de forma tan intensa los labios de la chica. Ese beso parecía cargado de sentimiento, de amor, de calidez, casi quemaba sus labios y no pudo evitar dejar de pensar para simplemente soltarse al hermoso abrazo. Era tal el placer que sus sentidos dejaron de funcionar. Ambos se entregaron por completo a la pasión del abrazo y permanecieron durante largos minutos besándose en la arena.
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El corazón del príncipe se paró en seco. La respiración se encalló en sus pulmones y los ojos se habían abierto desmesuradamente. ¿Era su princesa? No... no... ¡NO! No podía, no debía... no.... era demasiado doloroso. Su amor estaba delante de él, a unos metros, besándose con su peor enemigo, Seiya.
Continuará....
Notas de la autora: Pido perdón por el retraso, pero estaba muy liada con un trabajo. Bueno, a partir de ahora esto se pondrá muy, muy emocionante. Celos, ira, desvelos, confesiones, confusión... los sentimientos estarán desbordados y los nervios a flor de piel. Una batalla, una de las chicas herida... no se pierdan el próximo capítulo. "Muerto en vida por tu amor"
