Fortaleza de amor
Se sentía mucho mejor ahora. Había nadado por las calmadas aguas del lago, había sentido el frescor del aire en su rostro y por primera vez en mucho tiempo había podido pensar sólo en sí misma. ¿Pero no era eso una contradicción? Un ser como ella, controlado por otro, cuyo único propósito en la vida tiene que ser "una misión" , teniendo vigilados y limitados sus pensamientos y sentimientos... ¿cómo podía pensar en sí mismo de forma egoísta? Pero era así. Láctea empezaba a tener cada día más dudas en su cabeza y eso la inquietaba cada vez más. Sentía que así empezaba a peligrar la seguridad de su misión. Algo no estaba saliendo bien. Sin embargo ese baño había sido muy gratificante y ahora podía disfrutar un poco de esa serenidad que le había otorgado.
Se veía realmente hermosa. Sus ojos azulados brillaban con los rayos del sol, la piel, pálida, tersa y suave aumentaba su delicadeza con el frescor del agua. Sus labios, sonrosados y dulces estaban sutilmente mojados rebosando sensualidad. Finos hombros, bien formados pechos. El pelo dorado bailando en la superficie del lago mientras nadaba de espaldas con calma. Un ángel a ojos de cualquiera, un sueño para todos, una realidad tan irreal que se confundía en los límites de la fantasía. Una diosa de corazón puro, una nube blanca por explorar.
- Bombón, me da la impresión de que luces ausente.
- Buenos días Ayies, no te oí llegar.
- Lo noté. ¿Qué haces en el agua tan temprano?
- Necesitaba relajarme, últimamente estoy algo cansada.- Seiya la miró preocupado. Sí, no cabía la menor duda, ella estaba empezando a romper esa barrera que retenía sus más profundos sentimientos. La pregunta que él se hacía era simple y dolorosa. ¿Realmente puedo esperar que me elija a mí?- ¿Y tú?
- ¿Eh? Yo... ¿yo qué?
- Jaja, mi amor- La chica se acercó con sutileza y sin molestarse en secar su cuerpo se abrazó al chico que la recibió placentero.- Creo que tú estas más ausente que yo. ¿Hay algo que te preocupe?
- Cuando tú estas a mi lado no. ¿Sabes? Cuando he salido me ha dado la impresión de ver a un ángel.
- Eres tan dulce...
Ambos se besaron con cariño. Sin embargo algo le impedía a Seiya disfrutar por completo ese momento, ¿remordimientos quizá?
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Ya era la hora de levantarse, así que Láctea dejó al chico para ir a despertar al dormilón de Shin. Aísha seguramente ya estaba en la cocina preparando el desayuno y según Ayies el príncipe ya esta en pie. Se acercó con sutileza hasta la puerta de su habitación y llamó con suavidad.
- Shin, venga dormilón, no me hagas entrar a quitarte las sabanas que ya eres mayorcito.
- ¿A quién llamas dormilón?- Tras Láctea sonó una voz muy varonil con un toque de ironía. A ella se le cayó una gota y una sonrisa nerviosa escapo de sus labios.
- Esto sí es una novedad. ¿Dónde estabas?
- He ido a correr un rato, justamente cuando tú te alzabas por encima de las aguas.
- Vaya, parece ser que la ausente e irresponsable he sido yo hoy. ¿Por qué no he notado ninguna presencia.?
- No lo sé- Shin la miró con cariño para luego estrecharla en sus brazos de forma paternal. - Pero no te preocupes, seguro que no es nada. Nervios quizá...
- ¿Nervios? Yo no puedo ni debo estar nerviosa... Shin... no he dicho nada hasta ahora, pero...
- ¡Vamos chicos! El desayuno esta servido.
Aísha interrumpió la conversación y les miró feliz. Ambos se soltaron de su cariñoso abrazo y la miraron sonrientes. Los tres se encaminaron entonces hasta la mesa. Cómo siempre se veía todo delicioso. Una ensalada de frutas en el centro, decorada con preciosas flores naturales. Jugos de naranja, coco y plátano, huevos fritos, revueltos y en tortilla. También gran cantidad de crepes y tostadas con mermelada. Y claro esta, leche y cereales.
- Esto tiene una pinta estupenda Aísha, cómo siempre. - Láctea le sonrió feliz y se sentó en la mesa comiendo con ansia una de las crepes de atún que había sobre la mesa. No tardaron mucho en seguirla Shin, Aísha y Ayies, que acababa de entrar por la puerta principal. Los cuatro hablaban animadamente cómo tiempo atrás, cuando se reunían en la galaxia Miríada antes de sus duros entrenamientos con los dioses del mundo mágico. Láctea no pudo evitar sentirse feliz nuevamente y olvidar por un momento lo que estaban viviendo.
- Buenos días- Darien acababa de entrar con una cara sería y cargada de sueño en la cocina. Su semblante parecía abatido y agotado. Los cuatro se quedaron callados mirando al príncipe. Sólo Láctea le sonrió.
- Buenos días alteza. - La voz de ella le pareció la de un ángel, y seguidamente todos le saludaron con poco animo, cosa que no pasó desapercibida ni por él ni por Láctea, que les echó miradas de reproche.
- Será mejor que desayunéis alteza, las clases empezarán pronto.- Para sorpresa de todos fue Ayies el que habló y se levantó de la mesa mientras recogía su plato. - Voy a prepararme, le espero fuera.
- Bien... - Aiyes pasó por su lado, mirándole de reojo y salió del lugar. Ni que decir que los tres guerreros se miraban entre sí sin comprender. La hermosa chica rubia no pudo evitar sonreír levemente.
- Yo también me voy a preparar, quiero entrenar un poco contigo Láctea. ¿Te parece bien?
- Sí. Claro Aísha, ningún problema.- Ambas se sonrieron felices y la guerrera de ojos dorados abandonó la habitación.- ¿Querrás entrenar con nosotras Shin?
- No creo, quizá más tarde. Ahora me voy a ir a la ciudad, compraré comida. ¿Vale?
- Es verdad! Lo olvidaba. ¿Cómo esta nuestro presupuesto?
- Muy bien, esta claro que Idionés lo dejó todo listo. Tenemos dinero de sobra.
- Para ella no debió ser ningún reto.
- Pues voy a cambiarme. ¿Te ayudo a recoger antes Láctea?
- No. No te preocupes, puedes irte.
- Yo la ayudaré.
- Oh no alteza, no será necesario.
- Esta bien, pues me voy.
- La lista de la compra esta en la cesta, al lado de la entrada.
- Ok
Shin sonrió a la chica e izo una pequeña reverencia ante el príncipe. Luego salió sin más demora de la habitación, dejando solos a ambos. Láctea no tardó en levantarse de la mesa y empezar a recoger. El príncipe sólo llenó su bol de cereales y luego los roció con leche fresca. Ella sonrió levemente ante el desayuno del joven.
- ¿Puedo preguntar que te hace gracia?
- Lo lamento alteza, es solo que me pareció algo enternecedor.
- ¿Enternecedor?
- Sí. Hacía tiempo que no veía a un adulto desayunar de ese modo.
- ¿De que modo?
- Cómo un niño. Jejeje- A Darien se le heló la sangre ante el comentario y la miró fijamente. Ella sintió perderse en esos ojos azulados y le respondió la mirada con intensidad. Un recuerdo tan dulce y doloroso a la vez que parecía confundirse entre ambos extremos vino de repente en sus mentes.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Una chica de pelo rubio y claro como el oro miraba el día que se levantaba en las calles de Tokio. Sus finos labios formaron una sonrisa mientras abría la ventana de la cocina con delicadeza. El día se estaba alzando hermoso y el cielo azul estaba completamente libre de nubes. Sintió la cálida brisa y cerró sus celestes ojos dejando que el viento acariciara su rostro. Repentinamente notó la cálida compañía de su amor. Le agarraba por la cintura y apoyaba la cabeza entre su hombro, abrazándola delicadamente por la espalda.
- Hoy hace un día hermoso amor.
- Sí, la brisa es suave y dulce. Haruka debe estar alegre.
- Hace mucho tiempo que no vemos a las outhers.
- Están en sus respectivos palacios, acumulando fuerza. Sin embargo sé que me protegen siempre, y la brisa de hoy me hace recordar mucho a Haruka, y me ayuda a seguir adelante, cómo dándome fuerzas.
- Ellas te quieren mucho. Siempre estarán a tu lado, al igual que yo.
- Mi amor... - la chica giró su rostro coquetamente y besó los labios tibios de él.- ¿Qué te parece si salimos a desayunar?
- ¿Ahora?
- Sí, hace un día hermoso. ¿No te apetece?
- Si eso es lo que quieres amor, por mí bien. Aunque si te digo la verdad, preferiría quedarme todo el día aquí, contigo, encerrados. ¿No te gustaría que por el día de hoy fuera tu carcelero particular?
- Te has vuelto muy mimoso, jamás hubiera pensado que podrías ser tan meloso y dulce conmigo. - El chico se estrechó con más fuerza y olió el pelo corto de su princesa con mimo.
- ¿Por qué dices eso?
- No lo sé, simplemente antes eras tan diferente... tan...
- ¿Frió?
- No, no quise decir eso... pero no importa, me gustas siempre, pero así... así me vuelves loca.
- Lo sé, por eso lo ago.
- Malo...
Ambos se besaron con dulzura. Ella le sonrió y se soltó con delicadeza de sus labios mirando la cara de protesta del chico. Él lucia su perfecto torso desnudo y sólo unos pantalones cubrían su cuerpo. Ella llevaba una camiseta de fútbol que le quedaba unas cuantas tallas grande y la cubría sólo hasta la parte más alta de los muslos. Darien la miró juguetón, se veía realmente sexy con su camiseta.
- Esta bien, entonces desayunaremos aquí. ¿Te parece?
- Claro.
- ¿Qué quieres que te prepare?
- Mujer, no me tienes que preparar nada, además, no quiero enfermar.- Él se acercó hasta ella y tocó su vientre cariñosamente para luego empezar a hacerle cosquillas. Ella reía feliz en sus brazos.
- Esta bien, esta bien. Ya... Ya por favor. No seas malo. Pues entonces cocina tú!
- ¿Yo?
- Sí, aunque mi cocina a mejorado mucho y ahora esta deliciosa, si el señor dice que se va a enfermar, que cocine él.
- Esta bien, aremos mi especialidad.
- ¿Tu especialidad?
- Sí. Así que señorita, por favor, ¿qué le parece si mientras yo preparo el desayuno va a ordenar un poco el comedor y no entra aquí hasta dentro de diez minutos?
- Claro.
Serena le sonrió y le besó cortamente dejando al chico con el caramelo en la boca mientras salía del lugar con coquetería. "Mala" Dijo el chico antes de empezar a prepararlo todo. Ella por el momento estaba ordenando un poco el lugar. Darien lo tenía siempre todo reluciente, pero la noche anterior estuvieron viendo películas y comiendo palomitas. Juguetearon por el sofá y se fueron a continuar los juegos a la habitación sin recoger nada de nada. Ahora había palomitas por el suelo, por la mesa, y dos enormes botellas de coca cola abiertas que habían perdido todo el gas. Ella sonrió y empezó a tirar todo en una bolsa de basura. Cuando había terminado todo y estaba por ir a ver si el chico había acabado, este apareció por la puerta.
- Perfecto, esto parece nuevamente mi piso. Al salir y ver el desorden casi me da algo.
- Eres demasiado meticuloso cariño.
- Bien, el desayuno esta listo.
- Claro.
Serena se agarró de su mano y le besó nuevamente, esta vez no dejó escapar la oportunidad de besar sus labios y abrazarla contra su pecho por largo rato. Ella sonrió gustosa y luego entro en la cocina. Un hermoso jarrón de rosas rojas y blancas estaba encima de un tapete de punto blanco. Dos hermosas velas de cera blanca estaban encendidas y decorando el lugar, aunque la luz del día enturbiaba profundamente la luz de la llama que estas provocaban. En cada lado de la mesa había un bol lleno de cereales. Serena sonrió levemente para luego mirar a Darien graciosa.
- ¿Cereales? ¿Ese es el desayuno? ¿Tu especialidad?
- Sí, ¿ocurre algo? Están llenos de fibra y de energía. Además, que estoy acostumbrado a desayunar esto por las mañanas. ¿No te gustan?
- Jajaja, no es eso, es sólo que no comía cereales... bueno... desde que era una niña.
- ¿Me estas llamando crío?
- Sí. Jajajjaja
- Pues ahora verás.
Corretearon por la cocina largo rato y se persiguieron hasta el comedor sonrientes. Acabaron tumbados en el sofá exhaustos mientras respiraban agitados por el ejercicio matinal. Ella, que estaba recostada debajo el fuerte cuerpo de él, acarició su negro cabello y le miró con dulzura.
- ¿Ves cómo eres un niño?
- Sí, quizá contigo me comporto como tal.
- Eso es lo que más me gusta de ti amor.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Ella apartó bruscamente la mirada del príncipe y se estrujó la cabeza con fuerza. Darien la miró confundido y se levanto de su asiento preocupado.
- ¿Te encuentras bien?
- Sí... no es nada... sólo... sólo me pareció recordar algo... pero no sé que pueda ser...
- Ya...
- Esta bien, gracias por preocuparos por mí. Ahora sería mejor que terminara su desayuno. Alguien me dijo una vez que los cereales están llenos de fibra y de energía. Le irán bien, parece cansado.
- ¿Quién te dijo eso?- Darien la miraba con intensidad mientras esperaba la respuesta ansioso.
- No lo recuerdo. Sería alguien de mi pasado, quizá... - Sintió la mirada del príncipe tan profunda y analízante que se giró bruscamente para seguir limpiando los restos del desayuno.
Darien la observó largo rato. Su dulce cabello bajando sedoso y suelto por su blanca espalda. Su cuerpo, sólo cubierto por un bikini de seda blanca y un pareo. Se moría por abrazarla, sabía que no debía hacerlo, pero aún así no pudo evitar acercarse a ella y estrecharla en sus brazos por la espalda con fuerza. Láctea se sorprendió sobremanera y se sonrojó de pies a cabeza dejando caer un plato que se rompió bajo sus pies con un fuerte estruendo. Darien notó como uno de los trozos cortaba su piel pero no la soltó. La chica se quedó petrificada mirando la pared.
- Seguro que ese alguien te quería sobremanera, y que hubiera hecho y haría cualquier cosa por un ángel como tú.
- Quizá... - Ella seguía sin reaccionar y sin saber por qué sintió un calor en su cuerpo que le devolvía las fuerzas, que calmaba sus nervios y su corazón y la ayudaba a seguir adelante. No era cómo la sensación que sentía al estar junto a la naturaleza, al notar el viento y el agua acariciar su rostro, no. Era distinto y más especial. Sin poder darse cuenta de nada cerró sus ojos y bajó el rostro dejándose abrazar.
- Sere... Láctea... eres una chica muy especial. ¿Lo sabias?
- Por... ¿Por qué creéis eso?
- Sólo lo sé.
- Estas ya Lacte...
La voz de Aísha hizo que ese súbito abrazo se rompiera forzosamente y ambos se sonrojaron ante una sorprendida guerrera. Ella sólo se quedó mirando a ambos e hizo cómo sino hubiera visto nada. Luego sonrió a Láctea.
- ¿Qué ha pasado con el plato?
- ¿Eh? Oh... es que soy una patosa.
- Recógelo y vamos ¿vale?
- Sí, sí.
Tal y como había entrado Aísha salió de la cocina. Darien se agachó a ayudar a Láctea. Pero esta se negó a aceptar su ayuda y le indicó que se sentara. Cogió una pala y con cuidado de no cortarse y aún confusa por lo ocurrido empezó a recoger. De tanto en tanto miraba al príncipe de reojo, este parecía muy concentrado en su desayuno y ella simplemente se limitó a olvidar lo sucedido. ¿Pero que era lo que había pasado? No lo entendía. Lo acabó de recoger todo y se acercó hasta la puerta de salida. El príncipe aún estaba ocioso con su desayuno.
- Cuando termine deje todo en la mesa, en cuanto vuelva lo recogeré. Por favor no lo haga usted. Que vaya bien el entrenamiento de concentración con Ayies.
- Gracias...
La chica hizo una reverencia y salió del lugar dejando atrás a un serio Darien que se quedó con la mirada fija en la puerta por la cual ella había desaparecido. "Fui yo quién te dijo que los cereales están llenos de fibra y de energía... sí tan sólo supieras que significaba yo para ti amor..." Sin dejar de pensar en ello e intentando animarse un poco el chico se levantó y empezó a recoger la cocina, haciendo caso omiso de la petición de la chica. Se sentía mucho más cómodo comportándose cómo un chico normal y haciendo las rutinas de la casa, cómo hacía en su piso. Cada vez odiaba más ese trato tan cordial que parecían tomar todos cuando estaban frente a él, cómo si no fuera un chico normal. Hasta ella, su princesa, le trataba siempre con ese respeto. Era odioso.
- Bien, será mejor que lo recoja todo rápido y me una a Seiya, pues dudo que este de buen humor.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
- Ah... ah... has mejorado... mucho... Láctea...
- Ah... ah... tú... ¿Tú crees?
- Sí...
- Tú también. La experta en lucha soy yo.. y sin embargo..
- Vamos, no digas tonterías... sé de sobra que no has dejado escapar ni la mitad de tus habilidades.
- Bueno... si lo ago sabes que me descontrolo. Sólo lo ago con Idionés.
- Sí...
Las chicas estaban tumbadas en medio de la tropical selva. El cantar de los pájaros y el sonido de las hojas con el viento calmaba mucho sus espíritus ardientes por la lucha. Ambas sonreían gustosas, había sido un entrenamiento muy movido. Correteando y esquivando golpes por entre los múltiples árboles. Lanzando golpes en el aire y cuerpo a cuerpo. Se sentían agotadas pero a la vez satisfechas, esos entrenamientos eran en verdad muy provechosos para mantener en forma su cuerpo.
- ¿Y bien?
- ¿Y bien qué?
- No te creas que te escaparás. ¿Qué hacías esta mañana tan apegada al príncipe?
- ¿eh?
- No te hagas la tonta. Los vi. Sé que le tienes un cariño especial al príncipe, y te entiendo, es muy atractivo y parece majo... pero... ¿no crees que es una falta de respeto hacia Idionés, la princesa de la luna y sobretodo.. hacía Aiyes?
- Aish... no sé de que hablas! ¿Por quién me tomas? No digas tonterías. El príncipe y yo no tenemos nada que ver el uno con el otro. ¿Cómo crees?
- ¿Entonces por qué te sulfuras? Días atrás hubieras puesto una cara fría y me hubieras callado con un golpe en el estomago.
- Pues.. pues.. por qué es una barbaridad. Jamás creí que te gustase cotillear... no juegues a ser dios conmigo Aísha... Yo quiero a Ayies, mucho, jamás le dejaría.
- Es curioso. Parece que tu forma de actuar desde que llegó el príncipe ha cambiado mucho... pareces más... como decirlo.. temperamental.
- Lo sé, pero el príncipe no tiene nada que ver. No me ocurre nada. Lo que has visto hoy ha sido una tontería. Se ha roto el plato y el se ha acercado para ver si mi había cortado la mano. Por eso estaba tan cerca.
- Ya... en fin. Tienes razón... no soy nadie para juzgar a la elegida.
- Hacía tiempo que no me tratabas así...
- ¿Así cómo?
- Cómo si yo fuera superior a ti.
- Lo eres, daría la vida por saber todos los secretos que nosotros desconocemos.
- ¿Por qué crees que guardo secretos?
- No lo creo, lo sé.
Ambas chicas se miraron con complejidad y se sonrieron la una a la otra. Ambas sabían que con una sola mirada se decían todo. Hacía mucho tiempo que se conocían, y ambas eran muy similares en temperamento. Sin embargo... cada vez Láctea se mostraba más distinta y a pesar de que Aísha había decidido no hablar del tema, le resultaba difícil ignorar que su amiga lo estaba pasando mal por el hecho de desconocer su pasado, por ignorar que ella había sido la fuerte y deslumbrante princesa de la luna. Sí, ella era la única que conocía el secreto. Idionés se lo confesó y le hizo prometer que evitaría a toda costa que se rompiera el lazo que habían creado los cuatro guerreros. Le prometió que no permitiría que Láctea se enamorara nuevamente del príncipe, y era por eso que ayudó a Idionés en su plan de controlar los sentimientos de los dos guerreros. Aunque la cosa no fue difícil, ambos se habían enamorado por sí solos, cosa que alegró a Idionés y sorprendió a Aísha, que miró gustosa cómo su mejor amiga y Ayies el guerrero del cambio se enamoraban. Sin embargo desconocía la terrible verdad, Ayies era en realidad Seiya, un guerrero que en el pasado se había enamorado locamente de la princesa de la luna, y un esclavo de sus sentimientos.
- ¿Nos vamos? Tengo hambre.
- Claro, te hago una carrera Láctea. La última en llegar prepara la comida.
- Hecho.
Las chicas corrieron velozmente. Aísha preparó la comida esa vez, al igual que siempre que retaba a su amiga.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Darien estaba completamente concentrado en la tarea. Tenía una enorme piedra ante él. Debía pesar unas cinco toneladas. Ayies le vigilaba desde atrás, observando con paciencia los avances del joven príncipe. Este debía levantar la piedra con su fuerza mental. Era algo complicado, sin embargo insignificante para él que era un guerrero del cambio. Fue al cabo de una media hora que la piedra empezó a moverse. Primero sólo tembló un poco para al cabo de unos minutos empezar a levitar suavemente a unos pocos centímetros del suelo. Súbitamente la piedra cayó al suelo alzando un gran revuelo. Darien cayó cansado en la arena mientras sonreía satisfecho.
- Muy bien príncipe. En tan sólo una semana habéis logrado levantar unas cinco toneladas, es un gran avance. Os felicito.
- Viniendo de ti, Ayies, lo tomaré cómo todo un cumplido.
- Sí. Pero no os animéis tan rápido. Debéis aprender a levantarla completamente y a moverla a voluntad.
- Eso parece arduo trabajo.
- Yo lo logré todo en una semana. Vos con suerte lo lograréis en dos.
- ¿Me estás llamando débil?
- ¿Se nota mucho?
- Jajaja, sí... eres malo disimulando.
Ambos chicos se miraron y por primera vez en mucho tiempo se sonrieron mutuamente. Ayies ya se sentía un poco más calmado y tampoco sentía odio hacía Darien, (aunque esa mañana se lo hubiera dicho claramente y gritando). Por otro lado, Darien no podía odiarlo, sólo estaba enamorado, al igual que él. Eran dos hombres luchando por una mujer. Parecía algo sacado de una película romántica.
- Siento si he sido muy duro contigo hoy Darien
- Te entiendo, sé que la amas, al igual que yo. Y es cierto que sólo le causo problemas una y otra vez, pero yo la necesito, y ella me necesitaba a mí.
- Bien, no quiero hablar de ella contigo. Tú eres un príncipe ahora, y además mi alumno. Así que más os vale no meteros con vuestro profe y ya os estáis dirigiendo hacia la ducha. Estoy seguro de que las chicas ya nos han cocinado algo.
- Me he fijado que te diriges a mí de "tu" sólo cuando hablamos del pasado.
- Claro, pero el pasado es pasado.
- Por desgracia para mí, así es.
- Esta vez no me la vas a poder quitar.
- Eso ya se verá.
Ambos se sonrieron nuevamente y se levantaron sin decir nada más. Darien le miraba de reojo, sentía que en él hubiera encontrado un gran amigo de no ser por el profundo amor que ambos sentían por una misma mujer. Su princesa. Su Serena.
Continuará...
Notas de la autora: ¿Qué tal? ¿Les gusta? La verdad es que no doy al abasto, esta será la última vez que me lió con tantos fics a la vez... en fin. Espero que sigan fieles a los mensajeros del Cambio. Un beso especial a todos aquellos que dejan sus comentarios. No se como agradecer vuestro apoyo. En fin, sigan leyendo las aventuras de Láctea!!! (En el próximo capítulo por fin batalla, aparecen las outhers!)
Se sentía mucho mejor ahora. Había nadado por las calmadas aguas del lago, había sentido el frescor del aire en su rostro y por primera vez en mucho tiempo había podido pensar sólo en sí misma. ¿Pero no era eso una contradicción? Un ser como ella, controlado por otro, cuyo único propósito en la vida tiene que ser "una misión" , teniendo vigilados y limitados sus pensamientos y sentimientos... ¿cómo podía pensar en sí mismo de forma egoísta? Pero era así. Láctea empezaba a tener cada día más dudas en su cabeza y eso la inquietaba cada vez más. Sentía que así empezaba a peligrar la seguridad de su misión. Algo no estaba saliendo bien. Sin embargo ese baño había sido muy gratificante y ahora podía disfrutar un poco de esa serenidad que le había otorgado.
Se veía realmente hermosa. Sus ojos azulados brillaban con los rayos del sol, la piel, pálida, tersa y suave aumentaba su delicadeza con el frescor del agua. Sus labios, sonrosados y dulces estaban sutilmente mojados rebosando sensualidad. Finos hombros, bien formados pechos. El pelo dorado bailando en la superficie del lago mientras nadaba de espaldas con calma. Un ángel a ojos de cualquiera, un sueño para todos, una realidad tan irreal que se confundía en los límites de la fantasía. Una diosa de corazón puro, una nube blanca por explorar.
- Bombón, me da la impresión de que luces ausente.
- Buenos días Ayies, no te oí llegar.
- Lo noté. ¿Qué haces en el agua tan temprano?
- Necesitaba relajarme, últimamente estoy algo cansada.- Seiya la miró preocupado. Sí, no cabía la menor duda, ella estaba empezando a romper esa barrera que retenía sus más profundos sentimientos. La pregunta que él se hacía era simple y dolorosa. ¿Realmente puedo esperar que me elija a mí?- ¿Y tú?
- ¿Eh? Yo... ¿yo qué?
- Jaja, mi amor- La chica se acercó con sutileza y sin molestarse en secar su cuerpo se abrazó al chico que la recibió placentero.- Creo que tú estas más ausente que yo. ¿Hay algo que te preocupe?
- Cuando tú estas a mi lado no. ¿Sabes? Cuando he salido me ha dado la impresión de ver a un ángel.
- Eres tan dulce...
Ambos se besaron con cariño. Sin embargo algo le impedía a Seiya disfrutar por completo ese momento, ¿remordimientos quizá?
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Ya era la hora de levantarse, así que Láctea dejó al chico para ir a despertar al dormilón de Shin. Aísha seguramente ya estaba en la cocina preparando el desayuno y según Ayies el príncipe ya esta en pie. Se acercó con sutileza hasta la puerta de su habitación y llamó con suavidad.
- Shin, venga dormilón, no me hagas entrar a quitarte las sabanas que ya eres mayorcito.
- ¿A quién llamas dormilón?- Tras Láctea sonó una voz muy varonil con un toque de ironía. A ella se le cayó una gota y una sonrisa nerviosa escapo de sus labios.
- Esto sí es una novedad. ¿Dónde estabas?
- He ido a correr un rato, justamente cuando tú te alzabas por encima de las aguas.
- Vaya, parece ser que la ausente e irresponsable he sido yo hoy. ¿Por qué no he notado ninguna presencia.?
- No lo sé- Shin la miró con cariño para luego estrecharla en sus brazos de forma paternal. - Pero no te preocupes, seguro que no es nada. Nervios quizá...
- ¿Nervios? Yo no puedo ni debo estar nerviosa... Shin... no he dicho nada hasta ahora, pero...
- ¡Vamos chicos! El desayuno esta servido.
Aísha interrumpió la conversación y les miró feliz. Ambos se soltaron de su cariñoso abrazo y la miraron sonrientes. Los tres se encaminaron entonces hasta la mesa. Cómo siempre se veía todo delicioso. Una ensalada de frutas en el centro, decorada con preciosas flores naturales. Jugos de naranja, coco y plátano, huevos fritos, revueltos y en tortilla. También gran cantidad de crepes y tostadas con mermelada. Y claro esta, leche y cereales.
- Esto tiene una pinta estupenda Aísha, cómo siempre. - Láctea le sonrió feliz y se sentó en la mesa comiendo con ansia una de las crepes de atún que había sobre la mesa. No tardaron mucho en seguirla Shin, Aísha y Ayies, que acababa de entrar por la puerta principal. Los cuatro hablaban animadamente cómo tiempo atrás, cuando se reunían en la galaxia Miríada antes de sus duros entrenamientos con los dioses del mundo mágico. Láctea no pudo evitar sentirse feliz nuevamente y olvidar por un momento lo que estaban viviendo.
- Buenos días- Darien acababa de entrar con una cara sería y cargada de sueño en la cocina. Su semblante parecía abatido y agotado. Los cuatro se quedaron callados mirando al príncipe. Sólo Láctea le sonrió.
- Buenos días alteza. - La voz de ella le pareció la de un ángel, y seguidamente todos le saludaron con poco animo, cosa que no pasó desapercibida ni por él ni por Láctea, que les echó miradas de reproche.
- Será mejor que desayunéis alteza, las clases empezarán pronto.- Para sorpresa de todos fue Ayies el que habló y se levantó de la mesa mientras recogía su plato. - Voy a prepararme, le espero fuera.
- Bien... - Aiyes pasó por su lado, mirándole de reojo y salió del lugar. Ni que decir que los tres guerreros se miraban entre sí sin comprender. La hermosa chica rubia no pudo evitar sonreír levemente.
- Yo también me voy a preparar, quiero entrenar un poco contigo Láctea. ¿Te parece bien?
- Sí. Claro Aísha, ningún problema.- Ambas se sonrieron felices y la guerrera de ojos dorados abandonó la habitación.- ¿Querrás entrenar con nosotras Shin?
- No creo, quizá más tarde. Ahora me voy a ir a la ciudad, compraré comida. ¿Vale?
- Es verdad! Lo olvidaba. ¿Cómo esta nuestro presupuesto?
- Muy bien, esta claro que Idionés lo dejó todo listo. Tenemos dinero de sobra.
- Para ella no debió ser ningún reto.
- Pues voy a cambiarme. ¿Te ayudo a recoger antes Láctea?
- No. No te preocupes, puedes irte.
- Yo la ayudaré.
- Oh no alteza, no será necesario.
- Esta bien, pues me voy.
- La lista de la compra esta en la cesta, al lado de la entrada.
- Ok
Shin sonrió a la chica e izo una pequeña reverencia ante el príncipe. Luego salió sin más demora de la habitación, dejando solos a ambos. Láctea no tardó en levantarse de la mesa y empezar a recoger. El príncipe sólo llenó su bol de cereales y luego los roció con leche fresca. Ella sonrió levemente ante el desayuno del joven.
- ¿Puedo preguntar que te hace gracia?
- Lo lamento alteza, es solo que me pareció algo enternecedor.
- ¿Enternecedor?
- Sí. Hacía tiempo que no veía a un adulto desayunar de ese modo.
- ¿De que modo?
- Cómo un niño. Jejeje- A Darien se le heló la sangre ante el comentario y la miró fijamente. Ella sintió perderse en esos ojos azulados y le respondió la mirada con intensidad. Un recuerdo tan dulce y doloroso a la vez que parecía confundirse entre ambos extremos vino de repente en sus mentes.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Una chica de pelo rubio y claro como el oro miraba el día que se levantaba en las calles de Tokio. Sus finos labios formaron una sonrisa mientras abría la ventana de la cocina con delicadeza. El día se estaba alzando hermoso y el cielo azul estaba completamente libre de nubes. Sintió la cálida brisa y cerró sus celestes ojos dejando que el viento acariciara su rostro. Repentinamente notó la cálida compañía de su amor. Le agarraba por la cintura y apoyaba la cabeza entre su hombro, abrazándola delicadamente por la espalda.
- Hoy hace un día hermoso amor.
- Sí, la brisa es suave y dulce. Haruka debe estar alegre.
- Hace mucho tiempo que no vemos a las outhers.
- Están en sus respectivos palacios, acumulando fuerza. Sin embargo sé que me protegen siempre, y la brisa de hoy me hace recordar mucho a Haruka, y me ayuda a seguir adelante, cómo dándome fuerzas.
- Ellas te quieren mucho. Siempre estarán a tu lado, al igual que yo.
- Mi amor... - la chica giró su rostro coquetamente y besó los labios tibios de él.- ¿Qué te parece si salimos a desayunar?
- ¿Ahora?
- Sí, hace un día hermoso. ¿No te apetece?
- Si eso es lo que quieres amor, por mí bien. Aunque si te digo la verdad, preferiría quedarme todo el día aquí, contigo, encerrados. ¿No te gustaría que por el día de hoy fuera tu carcelero particular?
- Te has vuelto muy mimoso, jamás hubiera pensado que podrías ser tan meloso y dulce conmigo. - El chico se estrechó con más fuerza y olió el pelo corto de su princesa con mimo.
- ¿Por qué dices eso?
- No lo sé, simplemente antes eras tan diferente... tan...
- ¿Frió?
- No, no quise decir eso... pero no importa, me gustas siempre, pero así... así me vuelves loca.
- Lo sé, por eso lo ago.
- Malo...
Ambos se besaron con dulzura. Ella le sonrió y se soltó con delicadeza de sus labios mirando la cara de protesta del chico. Él lucia su perfecto torso desnudo y sólo unos pantalones cubrían su cuerpo. Ella llevaba una camiseta de fútbol que le quedaba unas cuantas tallas grande y la cubría sólo hasta la parte más alta de los muslos. Darien la miró juguetón, se veía realmente sexy con su camiseta.
- Esta bien, entonces desayunaremos aquí. ¿Te parece?
- Claro.
- ¿Qué quieres que te prepare?
- Mujer, no me tienes que preparar nada, además, no quiero enfermar.- Él se acercó hasta ella y tocó su vientre cariñosamente para luego empezar a hacerle cosquillas. Ella reía feliz en sus brazos.
- Esta bien, esta bien. Ya... Ya por favor. No seas malo. Pues entonces cocina tú!
- ¿Yo?
- Sí, aunque mi cocina a mejorado mucho y ahora esta deliciosa, si el señor dice que se va a enfermar, que cocine él.
- Esta bien, aremos mi especialidad.
- ¿Tu especialidad?
- Sí. Así que señorita, por favor, ¿qué le parece si mientras yo preparo el desayuno va a ordenar un poco el comedor y no entra aquí hasta dentro de diez minutos?
- Claro.
Serena le sonrió y le besó cortamente dejando al chico con el caramelo en la boca mientras salía del lugar con coquetería. "Mala" Dijo el chico antes de empezar a prepararlo todo. Ella por el momento estaba ordenando un poco el lugar. Darien lo tenía siempre todo reluciente, pero la noche anterior estuvieron viendo películas y comiendo palomitas. Juguetearon por el sofá y se fueron a continuar los juegos a la habitación sin recoger nada de nada. Ahora había palomitas por el suelo, por la mesa, y dos enormes botellas de coca cola abiertas que habían perdido todo el gas. Ella sonrió y empezó a tirar todo en una bolsa de basura. Cuando había terminado todo y estaba por ir a ver si el chico había acabado, este apareció por la puerta.
- Perfecto, esto parece nuevamente mi piso. Al salir y ver el desorden casi me da algo.
- Eres demasiado meticuloso cariño.
- Bien, el desayuno esta listo.
- Claro.
Serena se agarró de su mano y le besó nuevamente, esta vez no dejó escapar la oportunidad de besar sus labios y abrazarla contra su pecho por largo rato. Ella sonrió gustosa y luego entro en la cocina. Un hermoso jarrón de rosas rojas y blancas estaba encima de un tapete de punto blanco. Dos hermosas velas de cera blanca estaban encendidas y decorando el lugar, aunque la luz del día enturbiaba profundamente la luz de la llama que estas provocaban. En cada lado de la mesa había un bol lleno de cereales. Serena sonrió levemente para luego mirar a Darien graciosa.
- ¿Cereales? ¿Ese es el desayuno? ¿Tu especialidad?
- Sí, ¿ocurre algo? Están llenos de fibra y de energía. Además, que estoy acostumbrado a desayunar esto por las mañanas. ¿No te gustan?
- Jajaja, no es eso, es sólo que no comía cereales... bueno... desde que era una niña.
- ¿Me estas llamando crío?
- Sí. Jajajjaja
- Pues ahora verás.
Corretearon por la cocina largo rato y se persiguieron hasta el comedor sonrientes. Acabaron tumbados en el sofá exhaustos mientras respiraban agitados por el ejercicio matinal. Ella, que estaba recostada debajo el fuerte cuerpo de él, acarició su negro cabello y le miró con dulzura.
- ¿Ves cómo eres un niño?
- Sí, quizá contigo me comporto como tal.
- Eso es lo que más me gusta de ti amor.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Ella apartó bruscamente la mirada del príncipe y se estrujó la cabeza con fuerza. Darien la miró confundido y se levanto de su asiento preocupado.
- ¿Te encuentras bien?
- Sí... no es nada... sólo... sólo me pareció recordar algo... pero no sé que pueda ser...
- Ya...
- Esta bien, gracias por preocuparos por mí. Ahora sería mejor que terminara su desayuno. Alguien me dijo una vez que los cereales están llenos de fibra y de energía. Le irán bien, parece cansado.
- ¿Quién te dijo eso?- Darien la miraba con intensidad mientras esperaba la respuesta ansioso.
- No lo recuerdo. Sería alguien de mi pasado, quizá... - Sintió la mirada del príncipe tan profunda y analízante que se giró bruscamente para seguir limpiando los restos del desayuno.
Darien la observó largo rato. Su dulce cabello bajando sedoso y suelto por su blanca espalda. Su cuerpo, sólo cubierto por un bikini de seda blanca y un pareo. Se moría por abrazarla, sabía que no debía hacerlo, pero aún así no pudo evitar acercarse a ella y estrecharla en sus brazos por la espalda con fuerza. Láctea se sorprendió sobremanera y se sonrojó de pies a cabeza dejando caer un plato que se rompió bajo sus pies con un fuerte estruendo. Darien notó como uno de los trozos cortaba su piel pero no la soltó. La chica se quedó petrificada mirando la pared.
- Seguro que ese alguien te quería sobremanera, y que hubiera hecho y haría cualquier cosa por un ángel como tú.
- Quizá... - Ella seguía sin reaccionar y sin saber por qué sintió un calor en su cuerpo que le devolvía las fuerzas, que calmaba sus nervios y su corazón y la ayudaba a seguir adelante. No era cómo la sensación que sentía al estar junto a la naturaleza, al notar el viento y el agua acariciar su rostro, no. Era distinto y más especial. Sin poder darse cuenta de nada cerró sus ojos y bajó el rostro dejándose abrazar.
- Sere... Láctea... eres una chica muy especial. ¿Lo sabias?
- Por... ¿Por qué creéis eso?
- Sólo lo sé.
- Estas ya Lacte...
La voz de Aísha hizo que ese súbito abrazo se rompiera forzosamente y ambos se sonrojaron ante una sorprendida guerrera. Ella sólo se quedó mirando a ambos e hizo cómo sino hubiera visto nada. Luego sonrió a Láctea.
- ¿Qué ha pasado con el plato?
- ¿Eh? Oh... es que soy una patosa.
- Recógelo y vamos ¿vale?
- Sí, sí.
Tal y como había entrado Aísha salió de la cocina. Darien se agachó a ayudar a Láctea. Pero esta se negó a aceptar su ayuda y le indicó que se sentara. Cogió una pala y con cuidado de no cortarse y aún confusa por lo ocurrido empezó a recoger. De tanto en tanto miraba al príncipe de reojo, este parecía muy concentrado en su desayuno y ella simplemente se limitó a olvidar lo sucedido. ¿Pero que era lo que había pasado? No lo entendía. Lo acabó de recoger todo y se acercó hasta la puerta de salida. El príncipe aún estaba ocioso con su desayuno.
- Cuando termine deje todo en la mesa, en cuanto vuelva lo recogeré. Por favor no lo haga usted. Que vaya bien el entrenamiento de concentración con Ayies.
- Gracias...
La chica hizo una reverencia y salió del lugar dejando atrás a un serio Darien que se quedó con la mirada fija en la puerta por la cual ella había desaparecido. "Fui yo quién te dijo que los cereales están llenos de fibra y de energía... sí tan sólo supieras que significaba yo para ti amor..." Sin dejar de pensar en ello e intentando animarse un poco el chico se levantó y empezó a recoger la cocina, haciendo caso omiso de la petición de la chica. Se sentía mucho más cómodo comportándose cómo un chico normal y haciendo las rutinas de la casa, cómo hacía en su piso. Cada vez odiaba más ese trato tan cordial que parecían tomar todos cuando estaban frente a él, cómo si no fuera un chico normal. Hasta ella, su princesa, le trataba siempre con ese respeto. Era odioso.
- Bien, será mejor que lo recoja todo rápido y me una a Seiya, pues dudo que este de buen humor.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
- Ah... ah... has mejorado... mucho... Láctea...
- Ah... ah... tú... ¿Tú crees?
- Sí...
- Tú también. La experta en lucha soy yo.. y sin embargo..
- Vamos, no digas tonterías... sé de sobra que no has dejado escapar ni la mitad de tus habilidades.
- Bueno... si lo ago sabes que me descontrolo. Sólo lo ago con Idionés.
- Sí...
Las chicas estaban tumbadas en medio de la tropical selva. El cantar de los pájaros y el sonido de las hojas con el viento calmaba mucho sus espíritus ardientes por la lucha. Ambas sonreían gustosas, había sido un entrenamiento muy movido. Correteando y esquivando golpes por entre los múltiples árboles. Lanzando golpes en el aire y cuerpo a cuerpo. Se sentían agotadas pero a la vez satisfechas, esos entrenamientos eran en verdad muy provechosos para mantener en forma su cuerpo.
- ¿Y bien?
- ¿Y bien qué?
- No te creas que te escaparás. ¿Qué hacías esta mañana tan apegada al príncipe?
- ¿eh?
- No te hagas la tonta. Los vi. Sé que le tienes un cariño especial al príncipe, y te entiendo, es muy atractivo y parece majo... pero... ¿no crees que es una falta de respeto hacia Idionés, la princesa de la luna y sobretodo.. hacía Aiyes?
- Aish... no sé de que hablas! ¿Por quién me tomas? No digas tonterías. El príncipe y yo no tenemos nada que ver el uno con el otro. ¿Cómo crees?
- ¿Entonces por qué te sulfuras? Días atrás hubieras puesto una cara fría y me hubieras callado con un golpe en el estomago.
- Pues.. pues.. por qué es una barbaridad. Jamás creí que te gustase cotillear... no juegues a ser dios conmigo Aísha... Yo quiero a Ayies, mucho, jamás le dejaría.
- Es curioso. Parece que tu forma de actuar desde que llegó el príncipe ha cambiado mucho... pareces más... como decirlo.. temperamental.
- Lo sé, pero el príncipe no tiene nada que ver. No me ocurre nada. Lo que has visto hoy ha sido una tontería. Se ha roto el plato y el se ha acercado para ver si mi había cortado la mano. Por eso estaba tan cerca.
- Ya... en fin. Tienes razón... no soy nadie para juzgar a la elegida.
- Hacía tiempo que no me tratabas así...
- ¿Así cómo?
- Cómo si yo fuera superior a ti.
- Lo eres, daría la vida por saber todos los secretos que nosotros desconocemos.
- ¿Por qué crees que guardo secretos?
- No lo creo, lo sé.
Ambas chicas se miraron con complejidad y se sonrieron la una a la otra. Ambas sabían que con una sola mirada se decían todo. Hacía mucho tiempo que se conocían, y ambas eran muy similares en temperamento. Sin embargo... cada vez Láctea se mostraba más distinta y a pesar de que Aísha había decidido no hablar del tema, le resultaba difícil ignorar que su amiga lo estaba pasando mal por el hecho de desconocer su pasado, por ignorar que ella había sido la fuerte y deslumbrante princesa de la luna. Sí, ella era la única que conocía el secreto. Idionés se lo confesó y le hizo prometer que evitaría a toda costa que se rompiera el lazo que habían creado los cuatro guerreros. Le prometió que no permitiría que Láctea se enamorara nuevamente del príncipe, y era por eso que ayudó a Idionés en su plan de controlar los sentimientos de los dos guerreros. Aunque la cosa no fue difícil, ambos se habían enamorado por sí solos, cosa que alegró a Idionés y sorprendió a Aísha, que miró gustosa cómo su mejor amiga y Ayies el guerrero del cambio se enamoraban. Sin embargo desconocía la terrible verdad, Ayies era en realidad Seiya, un guerrero que en el pasado se había enamorado locamente de la princesa de la luna, y un esclavo de sus sentimientos.
- ¿Nos vamos? Tengo hambre.
- Claro, te hago una carrera Láctea. La última en llegar prepara la comida.
- Hecho.
Las chicas corrieron velozmente. Aísha preparó la comida esa vez, al igual que siempre que retaba a su amiga.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Darien estaba completamente concentrado en la tarea. Tenía una enorme piedra ante él. Debía pesar unas cinco toneladas. Ayies le vigilaba desde atrás, observando con paciencia los avances del joven príncipe. Este debía levantar la piedra con su fuerza mental. Era algo complicado, sin embargo insignificante para él que era un guerrero del cambio. Fue al cabo de una media hora que la piedra empezó a moverse. Primero sólo tembló un poco para al cabo de unos minutos empezar a levitar suavemente a unos pocos centímetros del suelo. Súbitamente la piedra cayó al suelo alzando un gran revuelo. Darien cayó cansado en la arena mientras sonreía satisfecho.
- Muy bien príncipe. En tan sólo una semana habéis logrado levantar unas cinco toneladas, es un gran avance. Os felicito.
- Viniendo de ti, Ayies, lo tomaré cómo todo un cumplido.
- Sí. Pero no os animéis tan rápido. Debéis aprender a levantarla completamente y a moverla a voluntad.
- Eso parece arduo trabajo.
- Yo lo logré todo en una semana. Vos con suerte lo lograréis en dos.
- ¿Me estás llamando débil?
- ¿Se nota mucho?
- Jajaja, sí... eres malo disimulando.
Ambos chicos se miraron y por primera vez en mucho tiempo se sonrieron mutuamente. Ayies ya se sentía un poco más calmado y tampoco sentía odio hacía Darien, (aunque esa mañana se lo hubiera dicho claramente y gritando). Por otro lado, Darien no podía odiarlo, sólo estaba enamorado, al igual que él. Eran dos hombres luchando por una mujer. Parecía algo sacado de una película romántica.
- Siento si he sido muy duro contigo hoy Darien
- Te entiendo, sé que la amas, al igual que yo. Y es cierto que sólo le causo problemas una y otra vez, pero yo la necesito, y ella me necesitaba a mí.
- Bien, no quiero hablar de ella contigo. Tú eres un príncipe ahora, y además mi alumno. Así que más os vale no meteros con vuestro profe y ya os estáis dirigiendo hacia la ducha. Estoy seguro de que las chicas ya nos han cocinado algo.
- Me he fijado que te diriges a mí de "tu" sólo cuando hablamos del pasado.
- Claro, pero el pasado es pasado.
- Por desgracia para mí, así es.
- Esta vez no me la vas a poder quitar.
- Eso ya se verá.
Ambos se sonrieron nuevamente y se levantaron sin decir nada más. Darien le miraba de reojo, sentía que en él hubiera encontrado un gran amigo de no ser por el profundo amor que ambos sentían por una misma mujer. Su princesa. Su Serena.
Continuará...
Notas de la autora: ¿Qué tal? ¿Les gusta? La verdad es que no doy al abasto, esta será la última vez que me lió con tantos fics a la vez... en fin. Espero que sigan fieles a los mensajeros del Cambio. Un beso especial a todos aquellos que dejan sus comentarios. No se como agradecer vuestro apoyo. En fin, sigan leyendo las aventuras de Láctea!!! (En el próximo capítulo por fin batalla, aparecen las outhers!)
